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Querida Hna. M. Milena, queridas Hermanas de la Provincia queridos familiares y amigos de la Hna. M. Adriana, con cariño y oraciones fui siguiendo el curso de la enfermedad de nuestra querida hna. M. Adriana, especialmente en estas últimas semanas. Anoche recibo la noticia de que se fue al cielo, respondiendo a la voz del Esposo que con tanto amor y dedicación sirvió en su paso por este mundo: "Ven bendita de mi Padre, recibe el premio preparado para ti desde siempre!" Conservo en mi corazón un hermoso y edificante recuerdo de la Hna. M. Adriana. La conocí por los años 1994-95, cuando empecé a ir a Chile por los trabajos del Camino de renovación, y ella era Superiora del Hogar de Buin. Recuerdo que era un verdadero "lujo" y un "honor" ver el trabajo y los bellísimos resultados que se lograban con las niñas del Hogar, gracias a la dedicación de tantos profesores y profesoras, pero se sentía y se veía que detrás de todo eso había un "corazón", un "motor propulsor", una "gran mujer y religiosa" que sobre todo, amaba y creía, y por eso contagiaba. Es así como la Hna. M. Adriana quedó grabada en mi mente y en mi corazón: una mujer emprendedora, de gran fe y de un gran empuje, generosa, sacrificada, entusiasta, una mujer de Dios! El Señor la hizo transitar caminos de gloria y caminos de cruz, uniéndola misteriosamente en éstos últimos años, a Su sufrimiento redentor a través de la enfermedad. Pero nunca se apagó en la Hna. M. Adriana el entusiasmo, el deseo de santidad, la preocupación por la Congregación y por el futuro de su Provincia chilena que amaba como "verdadera orionina". Su partida para el cielo nos dejará un "vacío" grande, pero este era el destino que durante toda su vida deseó: estar con Jesús. Gracias querida Hna. Adriana! gracias por tu ejemplo! gracias por todo el bien que dejaste sembrado en el corazón de tantas niñas! Gracias por tu sentido de pertenencia a nuestra Congregación! Gracias porque, estoy segura, que desde el cielo nos seguirás acompañando y pedirás a la Virgen por nosotras. Saludo con afecto a cada una de mis hermanas chilenas. Estoy cerquita de Uds. en esta "transitoria despedida", y me uno a sus sentimientos y oraciones. Un especial saludo a los familiares de la Hna. Adriana, con los cuales tenía un hermoso y afectuoso vínculo. Los acompaño en este momento de dolor y rezo por cada uno, para que Dios les dé el consuelo y la fortaleza de la fe en la Resurrección y en el reencuentro definitivo con todos nuestros seres queridos en el Paraíso. En nombre de todas las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, hago llegar las oraciones y el recuerdo agradecido por la presencia de la Hna. Adriana entre nosotras. Especialmente me hago voz de las hermanas de Argentina y, particularmente, de Madre M. Elisa Armendariz, éstos días aquí en Buenos Aires, a la cual la Hna. Adriana amaba como madre y hermana en Cristo. Dios la acoja en su seno y reciba el premio merecido a los justos. Descansa en paz, querida Hna. Adriana. Con fraterno afecto: Sor M. Mabel Spagnuolo (Superiora general PSMC) Buenos Aires, 8 de noviembre 2013.