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Oración por las vocaciones
Mes marzo: 2011
En este mes tenemos presente nuestro bautismo, “el día más grande de nuestra vida…”,
como decía Sta. Rafaela Mª. Ponemos ante el Señor a la Familia ACI que celebra su fiesta, sigamos
acompañándola para que continúe renovando sus compromisos y agradecemos la riqueza que
aporta la comunión universal en la diversidad
Palabra de Dios: Rom. 8, 15-17
Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el
temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar Abba, Padre. El Espíritu atestigua a nuestro espíritu que
somos hijos de Dios. Si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con el Mesías;
si compartimos su pasión, compartiremos su gloria.
“AQUÍ ESTOY…”
Ojalá, Señor, te llegue mi voz.
Aquí, estoy, en silencio.
Sin grandes palabra que decirte.
Sin grandes obras que ofrecerte.
Sin grandes gestos que hacer.
Solo aquí. Ante tu presencia.
Ayúdame a recibir aquello que quieras darme:
luz o sombra,
canto o silencio,
alegría o zozobra,
calma o tormenta.
Ayúdame a recibirlo serena, con corazón sosegado,
porque sé que Tú, mi Dios, también eres un Dios pobre.
Un Dios a veces solo.
Un Dios que no exige, sino que invita.
Que no fuerza, sino que espera.
Que no obliga, sino que ama.
Ayúdame a hacer lo mismo en mi mundo.
Con mis gentes, con mi vida:
Aceptar lo que venga como un regalo.
Eliminar de mi diccionario la exigencia.
Subrayar el verbo “dar”.
Preguntar a menudo:
“¿Qué necesitas?” “¿Qué puedo darte?”
Y decir pocas veces “quiero” o “dame”.
Y así sigo, Dios aquí, sin más, en soledad. En silencio.
Contigo, mi Dios pobre.
Hemos recibido nuestra vocación de
Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús en la
Iglesia. Ella nos envía […]. Somos Iglesia.
Sentimos con la Iglesia” Como Esclavas
queremos seguir haciendo un proceso de
apertura y acercamiento para acoger más
las iniciativas de la Familia ACI y trabajar
con ella en reciprocidad y
complementariedad de vocaciones. (Cf. C.G.
XVIII)
Esclavas del Sdo. Corazón de Jesús
“Estamos convencidas de que Jesucristo sigue llamando hoy a compartir su vida y misión. A nosotras se nos
pide que secundemos la acción del Espíritu, respetando y acompañando los procesos personales de los
jóvenes, para que cada uno pueda descubrir el proyecto de vida que el Señor le ofrece”.
(Cf. “En comunión hacia el futuro” C.G. XVIII)