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Una Buena Noticia para la semana Año II Nº 118 SUMMA Aldapeta Asterako berri ona Límites con afecto e implicación “En esta sociedad hay que hacer dos trasplantes necesarios y urgentes: de ojos y de corazón. De ojos, para tener los de Jesucristo y mirar a los demás a través de ellos; y de corazón, para acoger a todos”. Son palabras del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, al ser preguntado sobre la imputación de la concejala Rita Maestre, por asaltar la capilla de la Universidad Complutense en 2011, o sea, cuatro años antes de ser elegida. “No juzguéis y no seréis juzgados”, es su argumento para no atacar a la edil. Aunque admite que no se traga todo, afirma que “hay dos maneras de vivir: desde el juicio o desde la misericordia. Yo he optado por vivir desde la misericordia”. En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”. Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?’. Pero el viñador contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás’”. (Lc 13, 1-9) Emailgelio 118 del 28 febrero 2016 Tercer domingo de Cuaresma (C) La parábola del evangelio de hoy es de superación de la justicia implacable por la paciencia del viñador que cuida delicadamente a la higuera que no está respondiendo a sus expectativas. Procura tenazmente que empiece a responder con lo mejor de sí misma. Como dice Osoro en la misma conversación, “la justicia de Dios no es la justicia de los hombres. La de Dios va mucho más allá”. La estrategia del viñador de la parábola no consistirá en dejar a la higuera tal como está, sin ninguna intervención ni corrección. Así iría al desastre y el año próximo habría que cortarla irremediablemente. Habrá que cavar alrededor, echar estiércol, cuidarla. Precisamente la misericordia verdadera exige poner los medios para que el árbol dé fruto. En el campo educativo, también la misericordia implica una exigencia razonable para que el joven o la joven no se echen a perder. En un estudio de la Universidad del País Vasco sobre los escolares, Premio de la Fundación española de Psicología en 2012, se concluye algo en que tanto se insiste en los últimos tiempos en el terreno de la educación: entre los partidarios de la mano dura y los defensores de la manga ancha totalmente ancha, la solución pasa por el equilibrio, teniendo en cuenta en todo caso que “pesa más el nivel de la aceptación que el del castigo o la coerción… Tanto en el contexto familiar como en el contexto escolar, poner límites, normas de conducta y castigos – razonables y adecuados a la transgresión realizada – son pautas educativas positivas siempre que se combinen con altas dosis de afecto, ocupación e implicación en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes”. Ignacio Otaño SM