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Dios permanece en la palabra del profeta que denuncia una religión por falaz, engañosa, y
llama a la conversión (Os 6,3-6). Del mismo modo la fe cristiana no es tanto una
“interpretación del mundo” cuanto una “transformación del mundo”; en esa esperanza vive el
creyente en Jesús (Rom 4,18-25), que se siente pecador, pero que reconoce que el Hijo del
Hombre no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9,9-13).
Esta mañana vengo con el corazón en pregunta,
tus preguntas, Señor, que siempre me descolocan.
Bien sabes tú, mi Dios, que mi vida es un interrogante,
curvado hacia lo más profundo de mí mismo.
¿Qué pesa más en la báscula de la historia,
las palabras que se lleva el viento cada mañana
o las obras que siembran de sudores los campos?
¿La fuerza del Espíritu que madura el tiempo sin prisa
o mi disimulada prepotencia que dice saberlo todo?
¿Quien se cree justo porque no es como los demás
o el que se reconoce pecador en tus manos de Dios?
¿Qué pesa más en la balanza del mundo,
la oración que me hace reflexivo y atento
o el incierto trajín de mi irresponsabilidad?
¿El hombre que sufre su soledad por cada esquina,
o mis vacíos colmo de frustraciones y deseos inútiles?
¿Quien se cree justo porque no es como los demás
o el que se reconoce pecador en tus manos de Dios?
¿Qué pesa más en el columpio del tiempo,
el amor que en la entrega nunca se gasta
o el sacrificio que con dolor se cuenta gota a gota?
¿Dios fuente de inagotable misericordia
o el siempre insatisfecho manantial de mis antojos?
¿Quien se cree justo porque no es como los demás
o el que se reconoce pecador en tus manos de Dios?
Esta mañana vengo con el corazón en pregunta,
tus preguntas, Señor, que siempre me descolocan.
Bien sabes tú, mi Dios, que mi vida es un interrogante,
curvado hacia lo más profundo de mí mismo.
“Tiembla el frío de los astros, y el silencio de los montes
duerme sin fin. (Solo el agua de mi corazón se oye).
Su dulce latir, ¡tan dentro!, calladamente responde
a la soledad inmensa de algo que late en la noche…
¡Agua en reposo viviente, que vuelve a ser pura y joven
con una esperanza! (Solo mi alma sonar la oye)”.