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¡FELIZ NAVIDAD! Antes de sentarnos a escribir felicitaciones Llega la Navidad y parece despertarse de pronto la necesidad de desearnos paz y felicidad. Sin duda, son diferentes los deseos de desearnos dicha y bienestar, está la felicitación entrañable al amigo, los saludos de compromiso y cortesía, tal vez las felicitaciones en serie… Nuestra felicitación será tanto más sincera si lleva consigo el compromiso de vivir creando entorno nuestro un clima más fraterno. Nada especialmente grande. Cosas más bien pequeñas, como el no buscar el hacer a nadie la vida difícil, cuidar mejor el amor con los más cercanos, estar cerca de los que nos pueden necesitar, cultivar unas relaciones amistosas con todos. La felicitación navideña arranca del genuino anuncio que se escucha en la noche en Belén: “Os anuncio una gran alegría: os ha nacido en la ciudad de David un Salvador”. Escribía Herman Hesse: ”La alegría solo puede sentirla el alma, no la razón, ni el vientre, ni la cabeza, ni la brisa”. La verdadera alegría nace y crece en lo más profundo de nosotros. En el fondo del alma. Don hermoso pero vulnerable que debemos saber cultivar. Esta es la razón para felicitarnos y hacer fiesta. Dios cercano y entrañable al hombre en la fragilidad y ternura de un niño. Desde aquí adquiere la felicitación navideña una hondura que nace del deseo de construir ese mundo más humano y feliz que Dios busca para todos. A todos los que hacemos parroquia: ¡FELIZ NAVIDAD! Navidad 2014 Boletín, Parroquia de San Sebastián Mártir Pza. de la Parroquia 1- 28025 Madrid- Teléf. 91.462.85.36 “Porque hemos visto salir su estrella y venimos adorarlo” (Mt. 2) “Jesús sigue siendo mi alegría, el consuelo y la dulzura de mi corazón. Jesús me protege de todo sufrimiento, Él es la fuerza de mi vida, el placer de mis ojos, el tesoro y el deleite de mi alma. Por eso, Jesús no se aparta de mi corazón y de mi rostro. ¡Bienaventurado de mí porque tengo a Jesús! ¡Oh, que firmemente me adhiero a Él! Él reanima mi corazón, cuando estoy enfermo y triste. Tengo a Jesús que me ama y se me entrega, por eso nunca abandono a Jesús, aunque se me parta el corazón.” (Cantata 147 de Bach)