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Hermosa Juventud Mabel Hale 5. La Fuerza de la Obediencia “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” I Samuel 15:22 El fundamento de toda conducta perfecta está basado en la obediencia. Todo el universo está regido por la obediencia. Las estrellas se mueven en sus respectivos lugares, el sol y la luna en sus orbitas, y la tierra en su curso anual alrededor del sol, todos actuando de acuerdo a una ley que los dirige en común a todos. Las estaciones vienen y van, el tiempo de la siembra y la cosecha, frío y calor, día y noche, todo de acuerdo a leyes que nunca se quebrantan. Y si por azar una de estas leyes se quebrantara, todo el gran universo se convertiría en un caos. Todo lo que Dios ha hecho lo ha puesto bajo una ley, y todo sigue su curso en armonía y con todo su esplendor. La humanidad también fue puesta bajo ley, sin embargo no en el sentido absoluto que gobierna al universo. El hombre fue hecho como Dios, en que puede saber lo bueno y lo malo; y elegir por sí mismo. Si él escoge lo que es correcto, debe traer para sí paz y bendiciones; pero si elige el mal; traerá sobre su cabeza los resultados de esa elección. De esta ley de retribución ningún hombre puede encontrar un escape nunca. De todo lo que Dios hizo, sólo el hombre se atreve a ser desobediente. Aquel que podría haber traído mayor gloria a Dios, desde el principio lo ha deshonrado. Existen dos clases de obediencia. En la primera, una persona más débil es doblegada por una más fuerte y obligada por una fuerza superior a obedecer. Su voluntad no está en la obediencia, sino en contra de ella. Dejará de ser obediente cuando una oportunidad se lo permita. Esta es la obediencia que los criminales dan a las leyes, los esclavos a sus amos; y la que muchos niños dan a sus padres y maestros. Es la tierra fértil en la que la rebelión crece; y es siempre peligrosa. Su final es siempre el desenfreno, la confusión y la anarquía. www.lasendadevida.wordpress.com Hermosa Juventud Mabel Hale La verdadera obediencia comienza en el corazón. La persona obediente da su aprobación a la Ley, reconociendo que es lo correcto; y obedece porque cree que es su deber hacerlo. No necesita ley, policía, o una autoridad para forzarla, ya que es dueña de su propia alma y demanda de sí misma lo que es correcto. Es grande en verdad aquel hombre que es capaz de hacerse obediente a Dios y a lo que es correcto. Cuando la lección del dominio de sí mismo es aprendida, una de las mayores victorias en la vida se gana. La chica que llega a la condición perfecta de ser mujer, debe aprender a ser obediente. Su vida entera debe estar gobernada por el deber y lo correcto, no por caprichos o gustos. Sus primeras lecciones de obediencia se aprenden en casa. Se da cuenta que no todas las cosas son para su conveniencia personal y placer; y que ella debe hacer su parte en servicio, moderación y sacrificio, para que el hogar pueda estar ordenado y feliz. Sus padres le dan muchas y variadas órdenes. Algunas de ellas parecen duras e innecesarias. Interfieren con sus deseos y planes; y la tentación tanto como sea posible de no respetarlos, es grande. Ella se siente obstaculizada, atada e incapaz de llevar a cabo sus planes. Sin embargo aquella que está edificando un buen carácter pone atención a las órdenes que le dan, ya sean buenas o malas; y recibe las amonestaciones y reprensiones que cruzan por su camino, y se rige a si misma por ellas, ya que es correcto que lo haga. Esta lección de obediencia no obstante la rebelión en el corazón, no se aprende de una vez. Pero cada chica no tiene dentro de ella, la misma dura batalla. Este es el punto donde aquella que es bendecida con una naturaleza humilde y sumisa tiene una ventaja. Ella puede hacer con bastante naturalidad lo que su hermana rebelde y obstinada tendrá que luchar duro para lograr. Muchas chicas son como mi pequeña amiga Betty. Betty era voluntariosa por naturaleza, y la obediencia le era difícil. Ella había sido excepcionalmente obstinada en cierto asunto; y su padre la había reprendido fuertemente, quitandole privilegios que Betty valoraba mucho. Ella se sintió enojada y rebelde contra su padre por la sanción que había exigido, y descargaba su corazón contra su madre con pequeños estallidos de ira. Su madre contestó, “No discutiremos con tu padre ahora. Estás enojada y no puedes pensar claramente. Pero reconocerás que no es imposible para ti obedecer al pie de la letra todo lo que él te ha solicitado. Lo que tu naturaleza rebelde necesita, mi hija, es ser forzada a obedecer; y eres la única que puede hacerlo. El mandamiento te ha sido dado, y si quieres ser vencedora obedécelo exactamente, para el bien de tu propia alma. Es la manera más fácil de salir de tu dificultad; y lo mejor para tu progreso.” Betty tuvo la sensatez para ver esto, y con su corazón todavía rebelde, dijo, “Voy a hacer eso”. Y encontró que la parte más dura de su castigo había terminado cuando ella hubo derribado su espíritu terco. La obediencia nunca se deja atrás. No es un requisito de la niñez solamente, es también necesario en los últimos años. Después que una chica deja de estar al cuidado de sus padres y maestros, ella sigue siendo todavía sierva del deber. De hecho, mientras más se levanta sobre su responsabilidad, más fuerte le habla el deber, convirtiéndose ya sea en un tirano que exige obediencia de un corazón renuente, o un buen amigo y guía que dirige a lo correcto; tal como la chica lo tome. www.lasendadevida.wordpress.com Hermosa Juventud Mabel Hale Hubo largos periodos en la niñez y juventud de Betty, en los que la chica hizo prácticamente como ella deseó hacer. Siguió los dictados de su propia voluntad. Es verdad que para hacer esto tuvo que mantenerse dentro de los límites de la ley y el orden; pero no encontró esclavitud. Ahora, sin embargo, ya que el deber la llama, es presionada por todos lados. Apenas hay tiempo que pueda llamar propio. Ella debe cumplir con su deber o perder su dignidad propia. Tiene deber hacia ella misma, a su familia, a sus amigos, a la iglesia, a su comunidad, y a su Dios. Si no ha aprendido la obediencia y se rebela al servicio, encontrará su vida difícil de verdad; pero si desea cumplir su deber y obedece por elección las órdenes de su ama severa, entonces será feliz por sólo cumplir su deber. Existe un placer excepcional en la obediencia. La respuesta de una buena conciencia trae al corazón una paz y satisfacción que nada puede destruir. La chica que puede plegar sus manos por la noche con el conocimiento que a lo largo del día ha sido obediente a Dios y a lo que es correcto, encuentra en la vida una alegría y tranquilidad que nada más puede traer. Si quieres ser feliz a través de la vida y hacer de los años que te serán dados un éxito, aprende ahora en tu niñez a obedecer, a controlarte tu misma, donde la razón gobierna, y no un mero capricho o antojo. Y la responsabilidad de esta disciplina no te atrevas a dejarla a los padres y maestros. La chica que realmente aprende la obediencia debe meterse en cintura ella misma y ser vencedora. Otros te pueden obligar a una obediencia servil, sin embargo sólo tú puedes traer a tu corazón una obediencia verdadera y temerosa de Dios. Solamente la obediencia verdadera enaltece e ilumina y hace una vida honorable. Se tu propia ama, dirigiéndote a la obediencia. www.lasendadevida.wordpress.com