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Parece que hubiera sido ayer cuando por primera vez llegué al colegio, fue una pasantía de 2 días, de la cual no recuerdo
muchas cosas. Estaba muy asustada, pero lo que sí recuerdo es que inmediatamente llegué, sentí una conexión inexplicable
que me llevó a decidirme por estudiar aquí. Al año siguiente cuando ya pertenecía al colegio, llegué sin muchas expectativas,
solo con el deseo de no haber tomado una mala decisión y de ser feliz todos los años que quedaban por delante. Lo que nunca
me imaginé era que iba a encontrar mi segunda familia, a las personas que ahora hacen parte de mi ser.
Sentí mi colegio como mi hogar desde ese primer día, ese día en el que mi vida realmente comenzó. Mi vida se acababa de
transformar en la mejor de todas, y me estaba abriendo puertas para conocer a mi otra familia, esa familia que haría de este
camino el mejor de todos. Siempre supe que en ese momento Dios me había dado el regalo más grande del mundo, me había
dado ese amor que tanto anhelaba encontrar, y me estaba dando la seguridad que necesitaba para seguir adelante y nunca
rendirme. Ahora que miro atrás y puedo ver desde un panorama más grande, puedo ver que fui afortunada desde el primer
día, y lo sigo siendo ahora, soy afortunada de ser de la Compañía de María.
El recorrido fue maravilloso, y si pudiera nombraría cada una de las personas que lo hicieron posible y que me acompañaron
como necesitaba. Esto es tal vez lo más difícil que he hecho, no porque algo malo esté sucediendo, sino porque lo mejor de
mi vida se está transformando. Como George Eliot alguna vez dijo: “Solo en la agonía de despedirnos somos capaces de
comprender la profundidad de nuestro amor”. Despedirme no es nada fácil, pero me queda la profunda satisfacción de amar
profundamente mi colegio y a todas las personas que lo conforman, porque así algunas ya no estén aquí con nosotros, siempre
serán parte de él. Me llevo todos los recuerdos, porque todos fueron los mejores, y quedo con mi corazón lleno de gratitud,
porque sin todos ustedes no sería la persona tan feliz que soy hoy.
Gracias a mi primer salón 5º1 por recibirme como una más de ustedes; y a todos los otros por ser mi apoyo diariamente.
Gracias a las profesoras(y profesores) por enseñarme que la vida es más que conceptos, es entrega, amor y pasión; por
aguantarme todos los descansos en la casa vieja, y por apoyarme como mi familia siempre, por que quienes nunca me dieron
clase, también estuvieron ahí para mí para ayudarme, gracias por ser ustedes y por transformar mi vida. Gracias a servicios
generales por ser las personas más admirables que conozco, por entregarlo todo por nosotras y por siempre brindarnos esa
sonrisa que los caracteriza, de amor sin medida. Gracias al personal administrativo no solo por buscar siempre la manera de
ayudarme, sino por enseñarme que en todo lo que uno haga tiene que ponerle el corazón. Gracias a la madre Lucila por
recibirme con los brazos abiertos, y por siempre brindarme esa sonrisa sincera. Gracias a la madre Liliana por siempre inspirar
paz y por entregar ese amor puro que nos reconforta a todos. Gracias a la madre Gloria por acompañarme en los años más
importantes de mi vida y por mostrarme la sencillez y tenacidad que la caracterizan. Gracias a mi generación por ser mis
hermanas del alma y por enseñarme que la unión lo puede todo, las llevaré siempre en mi corazón y serán siempre quienes
me salvaron. Por último gracias a todas ustedes; por permitirme vivir la mejor experiencia de mi vida, ser personera, porque
puede conocer las personas más increíbles; gracias porque me brindaban siempre lo que necesitaba, esas sonrisas y abrazos
llenaban mis días de alegría, fueron esa inspiración para crecer cada día como persona y la seguirán siendo por siempre,
gracias por ser esa luz en mi vida que me hacía falta para ver las cosas con ojos de niña. Gracias por enseñarme a entender
las cosas con el corazón y a darme cuenta que la edad nunca es un impedimento, todas ustedes son mis compañeras y las
amo con el alma.
Les deseo a todos ustedes todo el amor del mundo y felicidad plena. Vivan cada día con una sonrisa y siempre dando amor.
Sean ustedes, queriéndose tal cual son y aceptando a los demás como compañeros de vida. Todas las personas nos pueden
enseñar cosas maravillosas si nosotros lo permitimos. Busquen siempre aprender y acepten cada reto como algo positivo.
Recuerden que caerse hace parte también de este camino y nos ayuda a ser quienes somos. Les digo de todo corazón;
tenemos el colegio más lindo, tenemos una familia.
Extrañaré caminar por los corredores y recibir saludos y sonrisas, extrañaré como me buscaban con ansias para contarme
como les había ido en el día, extrañaré como desde la más pequeña hasta la más grande estaba dispuesta a escucharme y a
compartir alegrías conmigo, extrañaré como me expresaban su amor sin importar nada y sus abrazos que siempre me llenaron
de paz. Gracias por hacerme más humana y por brindarme su amistad.
Me llevo en mi corazón a cada uno de ustedes, gracias por hacerme la persona más feliz y afortunada del planeta. Me duele
ya no estar aquí todos los días, pero aquí estaré si algún día me necesitan. Los quiero con todo mi corazón.
Con muchísimo cariño,
Valentina Arango G. 2014