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LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" ABRIL 2016 “¡Ten compasión de nosotros!" ORACION INICIAL Ponte en la presencia de Dios con plena confianza y abre tu corazón a su Palabra. Él te escruta por dentro. Su mirada es de bondad y comprensión. Él conoce tus pensamientos y sentimientos. También tus sufrimientos (los que tú vives y los que viven tus hermanos), sabe cómo estás y qué es lo que te preocupa: Acoge Señor mi plegaria, mira mis deseos y mi necesidad de Ti. Quiero experimentar tu misericordia sobre mi miseria, quiero que mires mi lepra y me ayudes a mirar la de mis hermanos. Haz silencio en tu interior y haz memoria de lo que el Señor ha hecho y hace por ti. Descansa en su infinita misericordia, en su amor y en su paz: Señor, que tu amor me envuelva. Que tu paz me inunde. Que tu misericordia me abrace. Que mi corazón descanse en tu infinita bondad. Prepara tu mente y tu corazón para la escucha atenta de su Palabra. Sitúate en la escena, y forma parte del grupo de los leprosos. Muéstrale tus llagas para que se conmuevan sus entrañas y muéstrale también las llagas de tus hermanos: Abre mi mente y mi corazón para comprender tu Palabra que es fuente de sanación y de vida. LECTIO (Lectura): ¿Qué dice el texto? La Palabra escuchada Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, Jesús les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y en el camino quedaron limpios. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, se volvió alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». Lc 17, 11-19 LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" MEDITATIO (Meditación): ¿Qué me dice el texto? La Palabra comprendida Para ir desde Galilea a Jerusalén era necesario pasar por Samaria. Jesús se proponía cambiar la aversión que existía entre judíos y samaritanos. Jesús encuentra a un grupo de leprosos a los que unía la desgracia común. Pero habían oído hablar de Jesús y eso les abría un resquicio de esperanza. Por eso se situaron a cierta distancia de donde iba a pasar Jesús. La ley consideraba la lepra como enfermedad impura. Por esa razón los leprosos estaban excluidos del trato con los demás hombres, tenían que vivir alejados de los poblados, por lo general a las afueras de las ciudades y aldeas. Sus vidas eran humillantes, si alguien se les acercaba, debían gritar “Soy impuro”. Su impureza era vergonzante, pero al ver acercarse al Señor atisbaron un rayo de esperanza y empezaron a gritarle: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, Jesús sintió lástima y con naturalidad les mandó presentarse ante los sacerdotes". Ellos se pusieron inmediatamente en camino, obedeciendo el mandato de Jesús. Y entre tanto, Él los curó. El Evangelios dice que de los diez leprosos, nueve eran israelitas, del pueblo elegido, y al verse curados se olvidaron de volver a dar las gracias a Jesús, y solo uno de ellos, que era un samaritano, volvió a expresar su gratitud a Jesús porque le había devuelto la salud y la dignidad. Jesús se extrañó de la ingratitud de los demás y dijo al samaritano: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado". ORATIO (Oración): ¿Qué le digo? Mi palabra responde a la Palabra El grito angustioso de los leprosos, es el mismo que repetimos tantas veces en circunstancias límite de nuestras vidas y Jesús mitiga nuestros abatimientos y acaba con nuestras tristezas. A Jesús los leprosos no le piden riquezas, ni oro ni plata, sino la salud y la purificación de su cuerpo para poder ser reintegrados a la familia y a la sociedad y ser de nuevo considerados en su dignidad. Y le llaman Jesús, Maestro. Ellos, los leprosos, hacen un profundo acto de fe en Jesús. Pidamos al Señor que nos ayude siempre a recurrir a Él, para que nuestra fe no decaiga ante la dificultad o el sufrimiento. Pidámosle también la capacidad para reconocer su acción en nosotros y ser agradecidos. LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" El Señor nos invita a redescubrir que Él y sólo Él es nuestro Dios. Él nos hace pasar continuamente de la lepra del pecado a la vida nueva, pero a veces nos lo recuerda sirviéndose de “extranjeros” a los que consideramos fuera de la fe o de la Iglesia, pero que con su vida son testimonio de la auténtica fe, la que se manifiesta en las obras. Vivimos en una época en la que reina un gran relativismo religioso, en el que, en nombre de una tolerancia mal entendida, se hace fácil para todos pensar por dentro- que nuestro Dios no es, después de todo, tan único. Sin embargo, Dios quiere que reafirmemos con todo nuestro corazón nuestra profesión de fe en él. Pablo nos invita a «acordarnos» de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros. No hay otro mediador entre Dios y los hombres. Oración Señor Dios nuestro, tú eres el único Dios. Has educado a tu pueblo para que reconozca que sólo tú eres de modo absoluto y que fuera de ti no hay posibilidad de vida. Haz que escuchemos tu voz con corazón limpio y agradecido. Concédenos ojos para descubrir las maravillas que vas haciendo en nosotros para sanarnos de la enfermedad de nuestro pecado. Suscita en nosotros una viva y profunda gratitud por tu amor, manifestado en Cristo Jesús. Que el recuerdo de tu Hijo, enviado a nosotros para que tengamos vida en abundancia, colme nuestro corazón de una indefectible esperanza que nunca pueda ser apagada por nada ni por nadie. CONTEMPLATIO (Contemplación): ¿Cómo interiorizo el mensaje? La Palabra encarnada Nada impide que nos acerquemos a Jesús, ni la más terrible de las enfermedades ni el más grave de los pecados. El hombre, cualquiera que sea su circunstancia, puede acercarse confiadamente a Jesús. Cristo vino para todos y en especial para los que más sufren. “Venid a mí todos los afligidos y agobiados, y yo os aliviaré”. (Mt 11,28) Cuando te sientes abrumado por tu situación, ¿recurres al Señor? ¿Eres agradecido con lo que hace contigo o piensas que es la ley, el progreso, tus cualidades… las que consiguen tu propia superación o hacen que otros se acerquen a Él ? «Tu fe te ha salvado». Todos han quedado limpios de su lepra, pero sólo uno ha sido «salvado», porque sólo él ha sabido reconocer en Jesús al salvador. Y es que Jesús obra el milagro para provocar la fe y realizar así la curación de otra enfermedad más grave y profunda. La auténtica fe lleva a adorar: «Se echó por tierra a los pies de Jesús». Este leproso, al verse curado, reconoce la grandeza de Cristo y LECTIO DIVINA "EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA" experimenta la necesidad de adorarle. En él, la fe se convierte en amor agradecido y adorante. Esta fe le ha hecho experimentar además la compasión de Jesús. Los otros nueve, que también gritaban «ten compasión de nosotros», han sentido su cuerpo sanado, pero no han experimentado la compasión y la misericordia de Cristo que sólo la fe hace posible. ¿Cómo es mi relación con Dios? ¿Le sirvo con todas mis fuerzas, o me sirvo de él para mis fines? ACTIO (Acción): ¿A qué me comprometo? La Palabra confrontada, compartida y en acción ¡Cuánto desconsuelo contemplo cada día a mi alrededor! : por situaciones de marginación y exclusión, cerca y lejos por situaciones límite de soledad, enfermedad, desamparo… sin aparente salida ¿Cómo acercarnos a los leprosos de hoy, a los que no cuentan para nadie, a los que no tienen voz, ni influencia, a los que se les ha robado la dignidad, a los que la gente evita cambiando de acera…? ¿Cómo llevarles un poco de bálsamo, escucharles, interceder por ellos, ser su voz, hacer que se sientan personas, demostrarles que interesan a alguien? ¿Cómo ser para ellos instrumento de la misericordia y la consolación de Dios?