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El reposo de Dios Por Edgar A. Franco Heb 4:7-11 Dios otra vez fija un día: Hoy. Diciendo por medio de David después de mucho tiempo, como se ha dicho antes: SI OIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAIS VUESTROS CORAZONES. Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ése. Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas. Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia. Una vez entrado al reposo ya no hay obras mías pendientes. Solo el Espíritu Santo hará en mi y a través de mi las obras que ha preparado desde antes de la fundación del mundo para que yo camine en ellas. Estas no fallarán porque el que las hace no sabe fallar. He visto que muchas personas no creen o reciben el reposo de Dios completamente para sus vidas. No entran en el reposo de Dios. Pasan los meses y los años pero no entran. En un momento de su vida han creído que solo por Cristo Jesús se perdonan todos sus pecados. Esto se llama justificación. Pero después siguen como antes de ser justificados, luchando contra el pecado con su voluntad o fuerza propia. No entran al descanso ya que estaban acostumbrados y enseñados a hacer o dejar de hacer. Y sucede otra vez lo mismo, al final la voluntad no es suficiente porque el pecado crece cuanto más se le resiste humanamente y se peca una y otra vez. Cuando usamos un mandamiento como arma en contra del pecado, mandatos tales como “no harás esto”, “no debes aquello”, “tienes que esto otro”, entonces el pecado se hace mas fuerte, mas atractivo, mas deseable. Romanos 7:7-8: ¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: NO CODICIARAS. Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado está muerto. El mandamiento produce el conocimiento del pecado y el pecado se aprovecha. En este caso Pablo escribió del mandamiento NO CODICIARÁS. Pero igual se aplica a todo mandamiento contra el pecado. Los mandamientos solo hacen que el pecado se aproveche y crece hasta hacer pecar. Luchar por mis fuerzas corresponde a las obras muertas de las cuales Dios nos llama a descansar. Igual son obras muertas las que se hacen para buscar el perdón de Dios porque la obra ya está hecha por Jesús en la cruz una vez y para siempre. Es semejante al pueblo de Israel que salió de Egipto pero Egipto se quedó en su corazón y volvieron a las mismas malas obras, a los mismos ídolos que salieron escondidos en su equipaje. Esta generación que salió de Egipto murió en el desierto en los cuarenta años que sobrevivieron, excepto Josué y Caleb. Aunque esto es figura solamente. Canaán es figura del verdadero descanso. Muchos como si salieran de Egipto salen de la esclavitud del pecado por la redención de Cristo Jesús. Pero después que han creído siguen haciendo lo mismo que antes de creer para luchar contra el pecado. Y como alguien dijo, no se pueden tener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. En este asunto se trata de dejar de hacer la lucha yo mismo para que lo haga el Espíritu Santo. Esto es diferente. Dios quiere que entremos en su reposo y su Espíritu ganará las batallas contra el pecado. Pero ¿Cómo funciona esto? Del corazón del hombre salen una lista de pecados. Mar 7:21-23 Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre. Es desde dentro del hombre, es en los pensamientos que empieza el pecado. Se concibe pecado en la mente, se gesta en el corazón y se da a luz externamente. Todo empieza con un pensamiento. Si se lucha contra este pensamiento con otros pensamientos tales como “no debo pensar eso”, entonces el pensamiento de pecado crece. Cuanto más se le resiste con la voluntad mas crece el pecado. Esto es luchar según la carne o al modo del antiguo pacto de los mandamientos y decretos que nos eran contarios. Si se lucha con la gracia, entonces se recordará que es en el Espíritu como se ganan la batallas. 2Co 10:3-5 Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo Los pensamientos si no se detienen por el Espíritu se convierten especulaciones o argumentos, luego se vuelven razonamiento altivo. Es como una avalancha de nieve o lodo que va creciendo a medida que avanza. En el momento de descubrir un dardo de pecado, un pensamiento de tentación, en el mismo momento se lleva a la obediencia a Jesucristo. Se lleva a Cristo antes que crezca como una avalancha. Es la manera más fácil y la única de vencer de verdad, al modo del nuevo pacto. Es como un niño pequeño que está al lado de su padre. Si aparece un perro furioso lo natural es que vaya con papá para que lo proteja. Pero si el niño no actúa como tal sino decide someter al perro por su fuerza seguramente terminará mordido y herido. Por eso dijo Jesús que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en el. Pro 18:10 El nombre del SEÑOR es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo. En la tentación, en el momento de darme cuenta que estoy con un pensamiento torcido invoco el nombre de mi salvador Jesús, mi Señor. No me rindo al pecado, sino a Jesús para que su Espíritu me libre del pecado que ataca. Es en su poder, nada de mi fuerza o voluntad. Esto es reposo de mis obras contra el pecado. Pero aún hoy muchos no quieren creer en este reposo. Se empeñan en obrar para permanecer en la justicia o en la santidad. Es tiempo de rendirse a Jesús nuestro buen Señor y entrar en su reposo.