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te a los que les predico? ¿Cómo comunico el mensaje del kerigma? ¿Qué percibe mis oyentes? ¿Erudición?, ¿autosuficiencia?, ¿improvisación?, ¿falta de preparación?, ¿falta de vida espiritual? Más aun nuestros oyentes de la homilía hoy son en muchas partes personas ilustradas, profesionales, expertos en muchos campos, gente culta, que con buena voluntad y con mucha fe y paciencia nos escucha. 3.LA HOMILÍA El Papa Francisco, con su lenguaje claro y preciso nos invita en primer lugar a que consideremos la predicación dentro de la liturgia, que requiere una seria evaluación de parte de los pastores. (EG 135.) Define la homilía como: • La piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un pastor con su pueblo. • La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu. • La homilía como una fuente de renovación y de crecimiento. • La homilía es un retomar ese dialogo que ya está entablado entre el Señor y su pueblo. (EG 136.) ¿Qué no es la homilía? La homilía no puede ser un espectáculo entretenido. (EG 138), por tanto debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase, continua el Papa Francisco. La homilía no debe ser demasiada larga. Si la homilía se prolongara demasiado se afectaría dos características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo. (EG 138) La homilía no es lugar para el protagonismo excesivo del predicador. Este mismo contexto exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo, de manera que el Señor brille más que el ministro. (EG. 138) La homilía no es el espacio para discursos exhaustivos, en el que se hace necesario un adecuado y moderado tono de voz, pues, los gritos son superfluos y los tonos no audibles son estresantes. (cfr. EG 140) La homilía no es el espacio para regaños o posiciones agresivas y moralizantes, sino la mansedumbre da tono a sus reflexiones. La homilía como la conversación de la madre. El Pueblo de Dios, por la constante acción del Espíritu en él, se evangeliza continuamente a sí mismo. (EG 139) ¿Qué implica esta convicción para el predicador? Nos recuerda que la Iglesia es madre y predica al pueblo como una madre que le habla a su hijo, sabiendo que el hijo confía que todo lo que se le enseñe será para bien porque se sabe amado… Así como a todos nos gusta que se nos hable en nuestra lengua materna, así también en la fe nos gusta que se nos hable en clave de «cultura materna», en clave de dialecto materno (cf. 2 M 7,21.27). El P. Francisco nos invita a cultivar y favorecer: Cercanía cordial del predicador Calidez de su tono d voz, La mansedumbre del estilo de sus frases, La alegría de sus gestos (cfr. EG.140) Pero advierte el P. Francisco Aun las veces que la homilía resulte algo aburrida, si está presente este espíritu materno-eclesial, siempre será fecunda, así como los aburridos consejos de una madre dan fruto con el tiempo en el corazón de los hijos. (EG. 140) Palabras que hacen arder los corazones. Recordemos aquí la experiencia de los discípulos del camino de Emaús, ante la predicación del Señor Resucitado: ¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino? Lucas 24,31-32. Un dialogo es mucho más que la comunicación de una verdad I G L E S I A / C S R F P 37