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El Ministerio de Ofrendar 7 PRINCIPIOS BÍBLICOS INTRODUCCIÓN: Legalismo Antinomianismo El ministerio de ofrendar es un privilegio que Dios en su gracia otorga a cada creyente, y su principal propósito no es lo mismo que recaudar fondos. La palabra ofrenda (“prosphero”) es un término que literalmente significa “traer a…”. Por tanto, la idea no es la de recaudar un dinero para un fin determinado, sino la de “ofrecer voluntariamente algo a alguien”. En Heb.11:14 para referirse al sacrificio de Abel leemos: “por la fe Abel ofreció (ofrendó) a Dios más excelente sacrificio que Caín”. Y lo mismo se dice de Abraham: “Por la fe Abraham, cuando fue probado ofreció (ofrendó) a Isaac…” Para el ejercicio de esta gracia, Dios ha establecido siete principios que es necesario tener en cuenta para que la ofrenda sea agradable a Dios 1. La ofrenda es un mandato del Señor 1ª Cor.16:1: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia”. El apóstol hablando con la autoridad del Espíritu Santo ordena a las iglesias que hagan ofrendas. Ya lo había ordenado en las iglesias de Galacia, y ahora se lo indica a los corintios. Por tanto, la ofrenda no es una opción; es un mandato del Señor. Evidentemente es voluntaria, pero no opcional. Dejar de ofrendar es desobedecer a Dios. Ofrendar es un principio establecido por Dios desde el principio. Cuando Dios le dio instrucciones a Moisés para que hiciera el Tabernáculo, lo primero que le dijo es: “Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda…” LA OFRENDA ES UN PRINCIPIO ESTABLECIDO POR DIOS 2. La Ofrenda debe de ser voluntaria 2ª Cor.9:7: “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Este concepto de “voluntariedad” es el que Pablo resalta precisamente en los cpts. 8 y 9. Pone como ejemplo a los hermanos de Macedonia que “nos pidieron con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos”. Luego habla de Tito como el hermano designado por las iglesias para llevar la ofrenda, y les dice precisamente que esa ofrenda “demostraba su buena voluntad” (8:19). Este principio ya estaba también señalado en el A.T. cuando Dios ordena a los hijos de Israel que ofrenden: “Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda”. Dios siempre actúa bajo este principio. Dios no quiere que nos sintamos forzados. Dios no quiere que ofrendemos por obligación. Ver también (1ª Cro.29:5,9). 3. La ofrenda debe ser SISTEMÁTICA 1ª Cor.16:2a: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo…”. Es probable que en aquel tiempo los jornales se cobraban por semana, pero esta no es la razón principal por la que Pablo dice que lo hagan cada semana, sino porque el primer día de la semana era el día que ellos se reunían para La Cena del Señor. Y cada primer día de la semana ellos debían traer su ofrenda. Esto nos muestra que la ofrenda no es algo puntual, sino sistemático. Hoy se suele cobrar los salarios por mes. Haremos bien, al recibir nuestros ingresos apartar ya nuestras ofrendas, y “cada primer día de la semana”, traerla delante del Señor. 4. La ofrenda debe ser proporcional 1ª Cor.16:2b: “…ponga aparte algo, según haya prosperado”. Esto nos muestra que la ofrenda debe ser proporcional a los ingresos. Y el apóstol Pablo lo deja muy claro porque luego añade en 2ª Cor.8:12: “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”. Es decir, al ofrendar, Dios establece un principio de proporcionalidad en base a lo que tenemos; no a lo que no tenemos. Y no olvidemos que “lo tenemos” porque Él nos lo da primero, “de lo recibido de tu mano te damos”, como dijo David. Es importante observar como este principio de proporcionalidad Dios ya lo había establecido en el A.T. En Levítico leemos que los Israelitas debían de ofrecer “una tórtola”, o “un palomino según pudiera”. Cuando Esdras reconstruye el Templo ocurre lo mismo. Dice allí que “según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra”. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD. Las cuotas del presupuesto repartidos por hermanos o por familias de la Iglesia, no están en la Biblia. La norma para el pueblo de Dios es “según haya prosperado” 5. La ofrenda debe ser generosa. 2ª Cor. 9:5,6: “Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra. Observa como traduce la NVI este último texto: “Entonces estará lista como una ofrenda generosa, y no como una tacañería”. La ofrenda debe estar motivada por un principio de generosidad. Debe prepararse con una actitud generosa. Es importante observar que la palabra “generosidad” que Pablo emplea aquí es la misma palabra que emplea en otras partes para “alabanza”, “bendecir”, “bendición” (2ª Cor.1:3; Ef.1:3, etc.) ¡Qué interesante! La ofrenda generosa es una bendición; bendice a otros, en este caso era a los hermanos de Jerusalén. ¡Qué bueno que tengamos esto presente: al ofrendar bendecimos a otros!. Pero no solo esto, Dios nos bendice a nosotros también, por eso Pablo sigue diciendo: ”…el que siembra generosamente, generosamente también segará.” No saldrá perdiendo el que ofrenda generosamente. De la misma forma que la semilla que se arroja en el surco de la tierra no se pierde, la ofrenda generosa cosechará abundancia. 6. La ofrenda debe ser hecha con el corazón. (2ª Cor.9:7) “Cada uno de cómo propuso en su corazón…” “Según lo que haya decidido en su corazón (NVI. Es decir, con ejercicio de corazón. ¡Que interesante! ¿De dónde procede nuestra ofrenda? ¿Del bolsillo o del corazón?. Dios establece un principio para ofrendar que es este: La fuente de suministro no debe ser el bolsillo, ni la cuenta corriente, sino el corazón. Es decir de la fuente de donde mana nuestra vida. De la sede de nuestros afectos, y de nuestra voluntad. De la vida interior del creyente. De allí debe brotar la ofrenda. Por eso dice también en Col.3:23: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa…”. 7. La ofrenda debe hacerse sin ostentación .Mat. 6:1-4: “ 2Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. El principio que el Señor establece aquí es que la ofrenda debe hacerse sin ostentación. “Sin trompeta”, y sin que “sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”. La práctica de la limosna entre los judíos era muy común. En realidad la ayuda a las personas necesitadas la proporcionaba la comunidad religiosa, la Sinagoga. Se le imponía una cantidad a cada persona según su capacidad, y además había también donaciones voluntarias. Ahora estas contribuciones de ayuda eran anunciadas con nombres públicamente en las Sinagogas, y aun en las calles. Esta era una práctica muy común, y es esta práctica la que el Señor condena llamando hipócritas a los que la sustentaban. Y en realidad eran hipócritas porque presumían de dar, cuando realmente la intención era recibir. Recibir la honra de los hombres. De todos es conocido el éxito (humano, no espiritual) de las listas públicas. Está tristemente demostrado que cuando se necesita recaudar fondos para algo urgente o de cierta importancia, el sistema más eficaz es el de recurrir a la lista pública de los donantes. Y hay iglesias donde se practica este sistema, y están muy satisfechos con él, porque da buenos resultados económicos. Otra cosa son los resultados espirituales. Dice el Señor: ”no hagas tocar trompeta delante de ti… para ser alabado por los hombres…” Y el Señor no podía haber escogido mejor ilustración que las dos manos: “Más cuando des tu limosna, no sepa tu izquierda, lo que hace tu derecha…”. ¡Qué ilustrativo! Las dos manos, están una al lado de la otra, y muchas veces actúan juntas y al unísono. Ambas manos son parte de la misma persona y con ellas llevamos a cabo una enormidad de tareas. En esto de ofrendar, dice el Señor: no sepa tu izquierda, lo que hace tu derecha”. ¡Quiera el Señor ayudarnos a experimentar la bendición de ofrendar generosamente y con nuestros corazones, y sin ostentación! AMEN.