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II SENAC SEMINARIO NACIONAL DE CATEQUESIS La Biblia y la Catequesis Desde el carpir mi propia tierra, desde el camino que se hace huella al andar, lentamente..., poco a poco.., como agua que cae de una cascada, desde el rumiar mi tarea catequística; esta reflexión sobre la Biblia y la Catequesis no es una tarea menor, tampoco superficial, sino detenerme en mi camino y preguntarme: ¿Dónde encontrar a Dios?, dónde encontrarlo en el encuentro de catequesis? Al igual que el ermitaño de este relato: “buscar a Dios donde se encuentra”. “Buscar a Dios donde se encuentra” El ermitaño, en oración oyó claramente la voz de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro especial con Él. La cita era para el atardecer del día siguiente, en la cima de una montaña lejana. Temprano se puso de camino; necesitaba toda la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante todo, quería llegar puntual a la importante entrevista. Atravesando un valle, se encontró a varios campesinos ocupados en intentar controlar y apagar un incendio declarado en el bosque cercano, amenazaba las cosechas y hasta las propias casas de los habitantes. Reclamaron su ayuda porque todos los bazos eran pocos. Sintió la angustia de la situación y el no poder detenerse a ayudarles. No debía llegar tarde a la cita y, menos aún, faltar a ella. Así que con una oración que el Señor les socorriera, apresuró el paso, ya que había que dar un rodeo a causa del fuego. Tras ardua ascensión, llegó a la cima de la montaña, jadeante por la fatiga y la emoción. El sol comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo que dio gracias al cielo en su corazón. Anhelante esperó, mirando en todas las direcciones. El Señor no aparecía por ninguna parte. Por fin descubrió, visible sobre una roca, algo escrito. Leyó: “Dispénsame, estoy ocupado ayudando a los que sofocan el incendio”. Entonces comprendió dónde debía encontrarse con Dios. Vidal Araya. “La voz del bosque”. PS. La voz de Dios se revela en su palabra y ayuda a descubrir su presencia y su proyecto. La Biblia usa imágenes de la vida cotidiana, para hablarnos de la Palabra de Dios. Un lenguaje rico en metáforas, comparaciones, imágenes, lugares; que componen la Palabra, y que no exigen grandes explicaciones sino que nos hablan sencillamente al corazón, y nos comprometen a responder con nuestra vida. “La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos”.(1P1,25: cf. Is40, 8). Esta frase de la Primera carta de san Pedro, que retoma las palabras del profeta Isaías, nos pone frente al misterio de Dios que se comunica a sí mismo mediante el don de su palabra. Esta palabra, que permanece para siempre, ha entrado en el tiempo. Dios ha pronunciado su palabra eterna de un modo humano; su Verbo “se hizo carne”(Jn1, 14). Ésta es la buena noticia. Éste es el anuncio que, a través de los siglos, llega hasta nosotros.” (VD1) La Palabra de Dios, fuente de la catequesis. La catequesis está al servicio de la Palabra de Dios, pero no para repetirla ni para explicarla, sino en primer lugar para que el catequizando entre en contacto personal con Dios, lo escuche con el oído interior. “Ante que salga el sol ya te suplico, espero en tu palabra”. (Sal119, 147) “La fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la misma Palabra de Dios: “La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia”. (CT 27) Este “depósito de la fe” es como el arca del padre de la casa, que ha sido confiado a la Iglesia, la familia de Dios, y de donde saca continuamente lo viejo y lo nuevo, Todos los hijos del Padre, animados por el Espíritu, se nutren de este tesoro de la Palabra. Ellos saben que la Palabra de Dios es Jesucristo, el Verbo hecho hombre y que su voz sigue resonando por medio del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo. ...la Iglesia, guiada por el Espíritu, necesita interpelarla continuamente y, al tiempo que la contempla con profundo espíritu de fe, “la escucha piadosamente, la custodia santamente y la anuncia fielmente” (DGC 94) La Palabra de Dios contenida en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura: -es meditada y comprendida cada vez más profundamente por el sentido de la fe de todo el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio, que le enseña con autoridad; -se celebra en la liturgia, donde constantemente es proclamada, escuchada, interiorizada, y comentada.; -resplandece en la vida de la Iglesia, en su historia bimilenaria, sobre todo en el testimonio de los cristianos, particularmente de los santos; -es profundizada en la investigación teológica, que ayuda a los creyentes a avanzar en la inteligencia vital de los misterios de la fe; -se manifiesta en los genuinos valores religiosos y morales que, como semillas de la Palabra, están esparcidos en la sociedad humana y en las diversas culturas.(DGC 95) Todas éstas son las fuentes, principales o subsidiarias, de la catequesis, las cuales de ninguna manera deben ser tomadas en un sentido unívoco. La Sagrada Escritura “es Palabra de Dios en cuanto que, por inspiración del Espíritu Santo, se consigna por escrito”. (DGC 96) La tarea de anunciar a Jesús, que tiene toda la comunidad cristiana, la realizan los catequistas. La catequesis es una acción evangelizadora de toda la Iglesia. El catequista ha sido llamado a colaborar en el anuncio de Jesús que la Iglesia particular tiene como misión irrenunciable. Ni la Iglesia ni los catequistas se inventan lo que tienen que anunciar. Iglesia y catequistas reciben el contenido del anuncio. Es Dios mismo el que se ha revelado. El acontecimiento central de la revelación de Dios es la persona y obra de Jesús, el Hijo de Dios. En Él, Dios ha dicho la palabra definitiva. La Iglesia, a través de los tiempos, relee la Biblia y descubre toda la profundidad que contiene gracias a la promesa hecha por Jesús. “Cuando venga el Espíritu de la verdad, los iluminará para que puedan entender la verdad completa. Él no hablará por su cuenta, sino que dirá unicamente lo que ha oído, y les anunciará las cosas venideras. Él me glorificará, porque todo lo que les dé a conocer, lo recibirá de mí. (Jn16, 13-14). Todo el trabajo de la catequesis está orientado al corazón del discípulo para que entre en comunión con Dios y escuche su palabra. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y,con ello, una orientación decisiva”. …..un encuentro de fe con la persona de Jesús”. (DA243) El discipulado nace de la Palabra de Dios que se acerca, nos habla y llama por nuestro nombre; una nueva convocatoria personal a comprometer nuestra vida con el servicio al Reino, siguiendo el ejemplo y los pasos de Jesús. Los primeros discípulos en los evangelios nos muestran como ellos compartían la vida con el Señor, y se dejaban enseñar por él a través de gestos, actitudes, hechos y palabras. “Dios que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado” (DV 8). Esta Palabra de Dios es el objeto especifico de nuestra fe cristiana y es la razón de ser de la Iglesia. La Iglesia existe para escuchar con devoción la Palabra de Dios y proclamarla con valentía. La misión profética de la Iglesia de la que forma parte la catequesis, consiste en proclamar la Palabra de Dios. Se trata de una tarea mediadora que “hace resonar” la Palabra de Dios en el corazón de los oyentes. Este conocimiento no es un saber cualquiera, es conocimiento de un misterio, anuncio gozoso, sabiduría, seguir el espíritu, síntesis orgánica centrada en el misterio de Cristo. “En este sentido, el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Dios”. (CT 5). Lugares de encuentro con Jesús “En el hoy de nuestro continente latinoamericano, se levanta la misma pregunta llena de expectativa: “Maestro, ¿dónde vives?”(Jn1, 38) ….¿cuáles son los lugares, las personas , los dones que nos hablan de ti, nos ponen en comunión contigo y nos permiten ser discípulos y misioneros tuyos?”. (DA 245) Es la pregunta que surge en nuestro propio ser: catequista; y en nuestra tarea catequística, ¿dónde vive?; ¿cómo hacer un verdadero proceso de conversión? “El encuentro con Cristo, gracias a la acción invisible del Espíritu Santo, se realiza en la fe recibida y vivida en la Iglesia. (DA 246). “Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo” (DV 9),es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a enunciarlo,. …..es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida. (Jn6, 63). (DA 247). El movimiento del don y de la acogida de la Palabra conduce a una transformación mayor del catequista, que ya no es el que “sabe”, el que “enuncia” desde un plano de autoridad sino el que ha encontrado el camino del don y de la acogida en sí mismo, y acompaña a otros en la búsqueda de ese camino de la Palabra. Es preciso llevar a todos al contacto con la Palabra de Dios. Lo que debe procurar la catequesis es la interpelación, el cambio de corazón, iluminar la propia vida desde la Palabra de Dios. Esta comunión con la Palabra es la”primera mesa” donde se comparte el pan de vida; la segunda es la vida sacramental. La fuente de donde la Catequesis toma sus recursos es la misma Palabra de Dios: extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que ambas constituyen el único depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia. Catequesis significa “hacer resonar la Palabra”, por la cual el acto catequético integra una relación personal, una escucha, un camino hacia el encuentro cara a cara. La Biblia enseña un camino de vida en comunión con los demás, como hijos e hijas del Padre, en Jesús, por el Espíritu: “Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos” (Jn17, 26). La Palabra nace desde siempre de la confluencia entre la experiencia humana y la presencia activa de Dios. Acogida en el corazón, compartida fraternalmente con los hermanos creyentes, escuchada en los relatos bíblicos de los primeros testigos, proclamada en la oración comunitaria y meditada. La Palabra convoca, interpele, ilumina, reconforta. Esta fecundidad debía experimentarse en una Catequesis centrada en la Palabra de Dios. Una Catequesis que invita a celebrar la Palabra; enseña a orar:- La comunión con Jesucristo lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracia, confianza filial, súplica, admiración por su gloria. ( DGC. 85) Celebrar la Palabra para descubrir en ella la Presencia Viva de Dios, que ilumina nuestra vida y nos da luz para llegar al encuentro personal con Jesucristo- Palabra. “Dios no es soledad, sino perfecta comunión. Lo creemos porque el Padre lo ha revelado en el Hijo por medio del Espíritu Santo”. Dios, en su bondad y sabiduría, quiso revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual, los hombres por medio de Cristo, la Palabra hecha carne, en el Espíritu Santo, tienen acceso al Padre y se hacen partícipes de la naturaleza divina”. Dios invisible, movido de amor habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía. (DV 2) Orar es el amor de Dios en ejercicio. Experiencia profunda, silenciosa, sin palabras, entre Dios y el alma. Nuestro pequeño corazón se goza en Dios permanece en su amor. “El deseo de Dios está inscripto en el corazón del hombre”--------- El hombre desde su nacimiento, es invitado al diálogo con Dios”. Orar no es sólo hablar a Dios, sino oír cómo Dios nos habla. -ORAR no es sólo suplicar a Dios, sino recibir lo que Él quiere darme. -ORAR no es sólo escuchar por Dios, sino escuchar cómo Dios me habla. -ORAR no es sólo pedir perdón a Dios, sino abrirme a lo que Él me propone. -ORAR no es sólo ofrecerme a Dios, sino recibirlo a Él en la ofrenda que Él me hace de sí. -ORAR es morir y resucitar. El Silencio indispensable en el itinerario del corazón a Dios. En lo profundo de mi ser dejar mis armas, calzar tus sandalias, y caminar juntos. Enséñame, Señor, el silencio de mi propio corazón, para encontrar el tuyo. VOS Maestro, yo discípulo,en un surco de amor, hasta el fin. Guiada por la fuerza del Espíritu Santo la Iglesia nos exhorta a retomar en nuestras manos las Sagradas Escrituras para la meditación de los misterios de Cristo. “La Iglesia y la Palabra de Dios, están inseparablemente unidas entre sí. La Iglesia vive la Palabra de Dios; la escucha, la anuncia, la celebra,y la pone en práctica”. De esta familiaridad con la Palabra nació la LECTIO DIVINA, escucha orante de la Palabra de Dios, meditación de los misterios de Cristo: práctica antigua que volvió hoy con nuevo vigor. Un poco de historia La -Lectio Divina- se remonta a los primeros cristianos. Con el tiempo constituyó la espina dorsal de la Vida Religiosa del monarquismo en el desierto. El infeliz efecto de la contra-reforma en la vida de la Iglesia, y el miedo al protestantismo nos hizo perder el contacto con la fuente. El Concilio Vaticano II retomó la tradición antigua y con la Constitución Dogmática -Dei Verbum-- dio un nuevo impulso en toda la Iglesia a volver al manantial de la Palabra de Dios. Hoy son muchas las escuelas que se dedican a profundizar e impulsar el estudio de la Lectio Divina, para que los católicos se familiaricen con la lectura orante de la Palabra de Dios. La Lectio Divina, más que un método de lectura es una forma de entrar en diálogo con la Palabra de Dios, que asimilada por la fuerza del Espíritu Santo, llega a ser fuente de gracia, de oración y de esperanza. “...el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan”el sublime conocimiento de Jesucristo”, con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. “…... debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque a Él hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas”. (DV 25) LECTIO DIVINA Lectura. Escucha orante de la Palabra de Dios, siguiendo los peldaños de Guido – monje cartujo del siglo XI: LECTIO- MEDITATIO-ORATIO-CONTEMPLATIO. “Cuando encontraba Palabras tuyas las devoraba” (Jr15, 16) Rencor......Cuando puedas limpiar el corazón de todos los apegos y de todas las aversiones.... Verás a Dios. Itinerario: La Biblia será la brújula ….que nos indicará el camino. “Quítate las sandalias porque el lugar que pisas es sagrado” (Ex3, 5) Como Moisés nos preparamos al encuentro. “Habla, Señor, que yo te escucho”. Es el ENCUENTRO. La Lectio Divina, más que un método de lectura, es entrar en diálogo con la Palabra de Dios. El encuentro entre las personas supone una entrega. “Mi Palabra ha llegado bien cerca de ti, ya está en tu boca, para que la pongas en práctica” (Dt30, 14). Esquema: 1-STATIO (Preparación) 6-ORATIO (Oración) La Palabra esperada Mi palabra responde a la Palabra. Estoy a la espera. Me pongo a la escucha. Se inicia mi diálogo con la Palabra. Disposición. Silencio. Oro el texto. Brota viva la oración. 2- LECTIO (Lectura) La Palabra proclamada y escuchada. Leo el texto con atención. Leer bien es escuchar en profundidad. 7- CONTEMPLATIO (Contemplación) La Palabra encarnada. Epifanía. Ante la manifestación de Dios, me postro, adoro. Silencio ante la Palabra. 3 MEDITATIO-(Meditación) La Palabra interiorizada El significado de la Palabra. ¿Qué dice?- ¿Qué me dice?- Quién me lo dice? 8- DISCRETIO (Discernimiento) La Palabra confrontada Prolongo la escucha, discierno. Analizo. Distingo cuál es la voluntad de Dios. 4-COGNITIO (Conocer) La Palabra en la tradición La tradición eclesial me ayuda a comprender la Palabra. 9-COLLATIO (Intercomunicación) La Palabra compartida. Intercambio con otros mi respuesta a la Palabra. Diálogo con mis hermanos. 5-ILUMINATIO (Iluminación) La vida a la luz de la Palabra. Iluminar y confrontar la vida con la Palabra. 10-ACTIO (Respuesta) La Palabra en acción. La Palabra da frutos. Se cumple, se realiza. Vida. Testimonio. Anuncio. Compromiso. “Tu Palabra es una lámpara para mis pasos. Y una luz en mi camino.” (Salmo 119, 105.) Para rezar juntos una página del Evangelio Me permito compartir una experiencia orada con el método de Lectio Divina. Lo vivimos un grupo de catequistas: El primer gesto: Silencio. Tomamos el pasaje propuesto por el leccionario del día: Evangelio de San Juan, (Jn6, 51- 59). Entramos en un clima de recogimiento, se dejaron de lado todas las preocupaciones, nos relajamos, y nos dejamos caer en brazos del Señor con el corazón abierto a la espera de la escucha de la Palabra. Naturalmente tomamos algunos de los peldaños de la Lectio Divina que consideramos más adecuados. Recordando que es Él el que nos lo enseñará todo. Oración inicial Jesús, modelo de oración, conocedor de las escrituras, trasmítenos el hambre y la sed de la Palabra. Que ella sea la fuente de nuestra oración. -Una catequista proclamó la Palabra, pausadamente, en voz alta. - Leímos y releímos el texto hasta que se entendió su contenido, Trabajamos los peldaños elegidos y luego en una hoja escribimos: algunas; las palabras y otras; los versículos que más nos impresionaron. -Manteniendo el clima de silencio, en voz alta resonamos las frases elegidas, así como están en el texto. Esta escucha y resonancia nos enseñó como leer, como penetrar la Palabra en nuestro interior, como dialogar con Dios y celebrar, y como conducir la vida ( practicar) según los criterios del Señor, (conversión). Aplicación: En los encuentros de catequesis, comprender que la Palabra es el centro del Encuentro. Cuando se redacta el guión de misa es la Palabra la que nos conduce a tal tarea. Es una experiencia vivida. El emérito Papa Benedicto XVI dijo....” Si se promueve la práctica de la Lectio Divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia”. Mi reflexión lograda a través de esta exposición es que la “fuente de agua viva”, el “sabor de rumiar”, el dejarnos “hamacar” en los brazos de nuestro Dios lo encontramos en la escucha y profundización de su Palabra que nos revela lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que estamos llamados a ser como respuesta al amor de Dios. La Palabra de Dios es el centro de todo encuentro catequístico, es el cimiento de nuestra vida cristiana. Es imposible transmitir el Evangelio si antes no se escucha con el corazón . Difícilmente se podrá anunciar “quién es Dios”, “dónde está Dios”, si antes no se descubre en la Palabra, que la Iglesia guarda como tesoro más preciado. El catequista se enraíza en la Palabra de Dios no sólo celebrada en los sacramentos , sino estudiada y meditada personalmente. “Un momento importante de la animación pastoral de la Iglesia en el que se puede redescubrir adecuadamente el puesto central de la Palabra de Dios es la catequesis, que, en sus diversas formas y fases, ha de acompañar siempre al Pueblo de Dios. El encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús, descrito por el evangelista Lucas (Lc24, 13- 35), representa en cierto sentido el modelo de una catequesis en cuyo centro está la “explicación de las Escrituras”, que sólo Cristo es capaz de dar, (Lc24, 27- 28), mostrando en sí mismo su cumplimiento. De este modo, renace la esperanza más fuerte que cualquier fracaso, y hace de aquellos discípulos testigos convencidos y creíbles del Resucitado”. (VD 74). “Te damos gracias, Señor, por este tiempo que nos concedes para escuchar tu Palabra. Te pedimos que hagas de nosotros oyentes atentos, porque en tu Palabra está el secreto de nuestra vida, de nuestra identidad, de nuestra verdadera realidad a la que somos llamados. Aleja de nosotros, Señor, todo prejuicio, toda prevención, todo preconcepto que nos impediría acoger libremente la Palabra de tu Evangelio.” Que así sea. Bibliografía: DA. Aparecida. Conferencia Episcopal Argentina. 13- 31 de Mayo 2007. Brasil. Catechesi Tradendae. Editorial Paulinas. Mayo de 2006. Concilio Vaticano II. Dei Verbum. Editorial Paulinas. Octubre 2006. Directorio General Catequístico. Conferencia Episcopal Argentina. Abril de 2003. Pensar la catequesis. Francisco de Vos. Editorial Claretiana. Octubre de 2006. Sagradas Escrituras. Citas del Pueblo de Dios. Ser catequista hacer catequesis. Álvaro Ginel. Editorial Claretiana. Julio de 2008. ¡S.O.S! Catequesis. Luis Benavides. Editorial San Benito. Setiembre de 2009. Verbum Domini. Exhortación Apostólica Postsinodal. Agape Libros 2010. Trabajo de: Haydeé Ester Fernández. Diócesis Azul. Tandil.