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Cuidar el corazón Guía: Comenzamos invocando al Espíritu Santo. Oración: Ven, Espíritu Santo, Espíritu de Vida y Vida sin fronteras. Ven y condúcenos al encuentro vivificante y transformante de tu Palabra, para que, al meditarla, produzca en nuestras vidas frutos abundantes de caridad. Amén. Lectura de la Palabra y Meditación Leer el texto del Evangelio de San Marcos: 7,1-23. Lector 1: Los fariseos preguntan a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?». Él les responde: «Hipócritas, bien profetizó de ustedes Isaías en ese pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto: las doctrinas que enseñan no son más que preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios por seguir la tradición de los hombres. Es del corazón del hombre de donde salen las malas intenciones: inmoralidad, robos, asesinatos, infidelidad, codicia, maldad, vida viciosa, envidia, injuria, orgullo y falta de sentido moral. Todo esto sale de dentro y hace al hombre impuro». Lector 2: Jesús no responde directamente sino que, citando al profeta Isaías (29,13), saca a la luz lo falso y vacío que es el obrar de los fariseos: su culto es sólo formal dado que, a la exterioridad de los ritos y de la observancia de la ley, no le corresponde el sentimiento interior y una vida coherente. Todas las cosas son buenas, lo único que puede contaminar al hombre es su pecado, que radica en su corazón. El corazón del hombre es el centro vital y el centro de las decisiones de la persona humana. De él depende la bondad o la maldad de las acciones, palabras y decisiones. Lector 1: A Jesús se le interroga sobre por qué sus discípulos no cumplen las prescripciones de la ley sobre la pureza ritual. Los fariseos se acercan para juzgar la actitud de los discípulos que no se lavan las manos antes de comer, ya que para ellos la pureza externa es muy importante. Estaban «acostumbrados» a cumplir con estos ritos, tanto es así que terminaron por olvidar que estos, en el fondo, son expresión del amor y de la fidelidad a Dios. Lector 2: Puede suceder que, en ocasiones, nuestro culto suene a vacío. Pensemos cuántas veces nuestra oración es una sucesión de palabras, fruto de la rutina, la costumbre, el cumplir con «normas» e, incluso, salvar la apariencia. Sin embargo, cada vez podemos volver nuestra mirada a Jesús, renovando en cada gesto que realizamos, en cada palabra que pronunciamos en la oración, nuestro deseo de agradar al Señor. Lector 1: Esto es lo que le preocupa a Jesús: que el culto de los hombres sea pleno. Su interés es hacer descubrir a todos los hombres que los preceptos humanos pueden desviarnos del Dios de la Vida. Nos repite con frecuencia que «amar al Señor con todas las fuerzas y al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (Mc 12,33). Lector 2: Sólo una cosa cuenta ante el Padre, sólo una cosa pide el Maestro: amar con pasión, amar con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro ser, a Dios y a los hermanos. Ésta es la única Ley de www.misioneras.org Jesucristo. Por eso Jesús no puede quedar indiferente ante los que presumen y se enorgullecen con cumplir las normas y ritos. Lector 1: Es preciso volver al Señor, quitarnos de encima nuestros pecados y estrenar «un corazón nuevo y un espíritu nuevo» (Ezequiel 18,31). Jesús se dirige a nosotros y nos pide que nos abramos a su Palabra de Vida, porque sólo Él tiene Palabras de Vida. Guía: Algunas pistas para la meditación personal. • ¿Quiénes son los protagonistas del texto? ¿Qué palabras se repiten más? Observa las contraposiciones: puro-impuro; tradición-mandamiento de Dios; fuera del hombre-dentro del hombre. • ¿Cómo resumirías el tema central del relato? Observa la incomprensión que aparece entre Jesús y los fariseos y escribas, y Jesús y los discípulos, en su modo de pensar y de actuar (vv. 6 y 8). • Quédate con la frase que más te llegó y medítala en tu corazón. Repítela con frecuencia. Contemplación Guía: Nos centramos en la presencia de Jesús, Palabra que nos hace verdaderos y libres en plenitud; libres de toda atadura de pecado, de todo formalismo inútil y dañino. Pedimos al Espíritu que nos ayude a unirnos a Jesús en espíritu y en verdad, y que demos frutos de amor a cada paso. Oración Vivifícanos, Señor, y purifícanos de las obras muertas, de los ritos que repetimos sin tener en ellos nuestro corazón. ¡Qué nuestra vida esté repleta de Vida! ¡Qué no durmamos ante cada día nuevo! ¡Qué llenemos de vida y no de rutina nuestras jornadas! Que nuestro corazón esté cercano al Tuyo, por el amor y por una vida apasionada. Danos fuerza para huir de la mera repetición y la dejadez, de lo fácil y de lo de siempre, sin saber por qué. Haz que nuestras vidas sean un cántico de amor al Padre Creador, y nuestra caridad brote de tu presencia en nuestro corazón. Vivifícanos, Dios de la Vida, Dios de nuestras vidas, Dios de mi vida. Acción • • A la luz de esta palabra reviso mi vida y mi oración prestando atención a aquello que puede haberse transformado en un ritual vacío, y a las obras de caridad que brotan de mi amor a Dios. También, a la luz de la Carta a los Gálatas (5,16-26) enumero los frutos del Espíritu que estoy viviendo, y las obras muertas de la carne por las cuales estoy más tentado. www.misioneras.org