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Reporte Final de la Primera Etapa del Proyecto Patrones de precipitación en el Valle de México, su evolución histórica y sus proyecciones Responsable: Dr. Benjamín Martínez López México, D.F., 21 de febrero de 2011 1 PATRONES DE PRECIPITACIÓN EN EL VALLE DE MÉXICO, SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y SUS PROYECCIONES Dr. Benjamín Martínez López Centro de Ciencias de la Atmósfera Universidad Nacional Autónoma de México benmar@atmosfera.unam.mx RESUMEN En este trabajo se estiman las tendencias observadas de precipitación en algunas localidades cercanas al Valle de México durante el siglo XX. En general, las series analizadas son lo suficientemente complejas como para eliminar la posibilidad del simple ajuste de una recta por mínimos cuadrados. Por esta razón, se usan modelos de regresión estadísticamente adecuados, enfatizando principalmente el análisis de la estabilidad de los parámetros e identificando posibles fechas de cambio estructural en la función de tendencia. Se estiman, además, las tendencias de la precipitación simuladas durante el siglo XX por algunos modelos de circulación general utilizados en el Cuarto Reporte de Evaluación del IPCC y se discuten las proyecciones de los mismos bajo diversos escenarios de emisiones durante el siglo XXI. 2 1. INTRODUCCIÓN Durante los últimos años, los habitantes de las zonas menos favorecidas de la Ciudad de México se han tenido que acostumbrar a los cada vez más frecuentes cortes en el suministro de agua. Algunas ocasiones la razón argumentada ha sido el mantenimiento a la infraestructura que surte el líquido; en otras, se informa que la necesidad de hacerlo se debe a los niveles alarmantemente bajos de las presas del Sistema Cutzamala. Poco se dice, sin embargo, acerca del porcentaje que representa el volumen proveniente del Cutzamala en la cantidad de agua total que se usa en la Ciudad de México: alrededor del 27%, según el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Soto y Herrera, 2009). Comparando este porcentaje con la cantidad de agua que se pierde en la red de distribución, aproximadamente el 37% del caudal que ingresa (Soto y Herrera, 2009), resulta evidente que con la inversión local necesaria para reparar las fugas se podría prescindir totalmente del aporte del Sistema Cutzamala (aunque esta solución quizás no es realista debido al acelerado hundimiento que presenta la ciudad). En la actualidad, el mayor porcentaje de la demanda de agua de la Ciudad de México es cubierto por pozos administrados por la federación y por las autoridades locales. Un grave problema, asociado íntimamente con la recarga natural del agua del subsuelo, es el agresivo cambio de suelo que ha experimentado el Valle de México en las últimas décadas. La urbanización ha traído consigo una pérdida sostenida de la capacidad de infiltración del agua de lluvia al subsuelo en las zonas naturales de recarga. El resultado: grandes volúmenes de agua que antes llegaban a los mantos acuíferos, hoy acaban yéndose al drenaje o a los ríos, mismos que a falta de la infraestructura necesaria han sido convertidos en cañerías en las cuales se mezclan tanto aguas pluviales como negras e industriales. Año con año se extiende la mancha urbana, y año con año se tiene un volumen mayor de aguas negras que se tiene que sacar del Valle de México, con el concomitante gasto energético para realizar tal tarea. Lo peor y sin sentido, sin embargo, es el cada vez mayor volumen de agua pluvial que no recarga los acuíferos, de los cuales dependen los pozos que abastecen a la ciudad y cuya sobreexplotación es tal que año con año ocasiona un hundimiento 3 mayor de la ciudad (Escolero et al., 2009), dificultando aún más las labores de desagüe. El problema, lejos de solucionarse tiende a agravarse pues se pretende empezar con la extracción de agua a mayores profundidades, lo cual llevaría a un mayor hundimiento. Considerando lo anterior, es fundamental que las autoridades responsables en todos los niveles de gobierno tengan conciencia de este problema y trabajen conjuntamente para solucionarlo, independientemente de ideologías políticas. De mantenerse el sistema hidráulico actual, los costos económicos del bombeo de agua del Sistema Cutzamala y las obras de infraestructura para sacar las aguas negras del Valle de México, los cuales representan egresos extraordinarios muy cuantiosos, se incrementarán en un futuro cercano. Existe una gran incertidumbre acerca de las condiciones climáticas en el futuro. Si bien los modelos climáticos globales utilizados para estimar las condiciones futuras están aún lejos de brindarnos la exactitud necesaria para estimar los riesgos asociados a inundaciones o sequías, si son capaces de suministrar información útil para la prevención. Por ejemplo, existe un consenso en la comunidad dedicada a estudiar los efectos del cambio climático que de seguir las tendencias actuales de calentamiento del planeta tendremos en el futuro cercano un incremento en los eventos extremos, tanto de precipitación como de ondas de calor. Así, podemos suponer con un cierto margen de confianza que si se presentaran más frecuentemente periodos secos y cálidos se tendría una gran demanda de agua que no podría satisfacerse utilizando un volumen adicional proveniente del Sistema Cutzamala debido a las cuotas existentes y al acotamiento en la disponibilidad del recurso. Una manera de satisfacer esta hipotética demanda futura sería utilizar más agua de los pozos, con lo cual se agravaría su sobreexplotación, ya de por sí menguada por la poca o nula recarga asociada al crecimiento futuro de la mancha urbana y la poca precipitación supuesta. Por el contrario, en caso de que se observaran periodos más húmedos se tendría un volumen mayor de aguas negras que sacar del Valle de México, pero debido al crecimiento de la mancha urbana, no se tendría una recarga de los mantos acuíferos acorde a la mayor cantidad disponible de lluvia, situación absurda y paradójica. Existe, sin embargo, un hecho que pocas veces recordamos y que es muy importante tener presente en el contexto del presente trabajo: vivimos en un valle 4 que hace no muchos años contaba con una cantidad impresionante de ríos y lagos, cuya fuente principal de abastecimiento era el agua de lluvia. Hoy no tenemos ya ni los ríos ni los lagos, pues unos se convirtieron en drenajes y otros en asentamientos humanos improvisados y mal planeados, pero aún contamos con la lluvia. Recientemente se ha hecho evidente para un gran sector de la población que se tiene agua, al menos agua de lluvia, la cual representa un recurso muy valioso que no se está aprovechando. Esto puede resultar incomprensible para los habitantes de los sectores más pobres de la ciudad que sufren cada día el racionamiento del vital líquido. Aquí es conveniente preguntarnos si esa aparente disponibilidad de agua en la actualidad es sólo un estado pasajero, o realmente tendremos agua de lluvia suficiente, o aún en demasía, en el mediano y largo plazo. Precisamente, el interés primario de esta investigación es responder una pregunta muy sencilla pero que tiene implicaciones muy serias para el entorno urbano de la Ciudad de México: Basándonos en las observaciones disponibles, ¿se ha incrementado con el tiempo la cantidad de lluvia en cae en el Valle de México? Dependiendo de la respuesta a tal interrogante y contrastándola con las proyecciones futuras asociadas al cambio climático se puede construir el conocimiento base que sustente en parte el desarrollo de una política pública adecuada que nos permita utilizar el agua de lluvia para ayudar a resolver el problema de abasto de agua de la Ciudad de México. 2. METODOLOGÍA 2.1 Datos Para estimar la evolución de la precipitación en localidades cercanas al Valle de México se utilizaron 32 series de precipitación obtenidas de dos mallas climáticas, cada una con una resolución espacial de medio grado tanto en longitud como latitud, disponibles en la página http://climexp.knmi.nl. Las 16 primeras series fueron extraídas de la base denominada CRU TS3, producida por el “Climate Research Unit” de la Universidad de East Anglia, la cual cubre el periodo 19015 2006 (Mitchell y Jones, 2005). Además, se obtuvieron otras 16 series (en las mismas localidades de las 16 primeras) de la base del “Global Precipitation Climatology Centre” (denotada por GPCC), la cual cubre el periodo 1901-2007 (Schneider et al., 2008). Las localidades son mostradas en la Fig. 1. Se utilizaron además cinco registros de precipitación, cuyas localidades también son mostradas en la Fig. 1: Gran Canal, Tacubaya, Colegio de Geografía, Desviación alta al Pedregal y Cuernavaca. Note que el registro del Observatorio de Tacubaya es la serie de tiempo más larga y más confiable con que se cuenta en la Ciudad de México. Fig. 1: Los círculos negros grandes indican las localidades de los puntos de las dos mallas climáticas utilizadas para analizar las series de tiempo de precipitación. En las localidades etiquetadas con la letra “P” se detectó una tendencia positiva en la precipitación y en aquellas etiquetadas con la letra “N” se detectó una tendencia negativa. Se mostrarán las series de precipitación únicamente en las localidades de las mallas etiquetadas con los números 1-4. Los círculos blancos pequeños etiquetados con la letras a-e indican las localidades de los registros observados analizados: Gran Canal (a), Tacubaya (b), Colegio de Geografía (c), Desviación alta al Pedregal (d), Cuernavaca (e). 6 Las proyecciones de la precipitación se obtuvieron a partir de las salidas disponibles de algunos modelos globales de circulación general usados en el Cuarto Reporte de Evaluación del IPCC (IPCC, 2007). Conde et al. (2009) seleccionaron algunos modelos que representan el rango de incertidumbre, es decir incluyen el rango aproximado de los posibles aumentos de temperatura y, más importante, contienen tanto incrementos como reducciones en la precipitación. De esta manera, y tomando en cuenta todos los criterios del IPCC-TGICA, seguimos la sugerencia de Conde et al. (2009), quien recomienda el uso de los modelos ECHAM5, HADGEM1, GFDL CM2.1 y MIROC32-HIRES para construir los escenarios de cambio climático en Centroamérica y las hacemos extensivas para la región del Valle de México (vea la página http://www.ipcc-data.org/ar4/scenario20C3M.html. En esa página también se encuentra información acerca de los modelos utilizados y las variables disponibles. Las series se pueden extraer fácilmente de la base de datos disponible en la página http://climexp.knmi.nl). 2.2 Estimación de tendencias de las series de precipitación La evolución temporal de las series de precipitación es, en general, lo suficientemente compleja que elimina la posibilidad de usar el simple ajuste de una recta por mínimos cuadrados para estimar las tendencias de las series. Por esta razón, se utilizaron modelos de regresión estadísticamente adecuados, enfatizando principalmente el análisis de la estabilidad de los parámetros e identificando posibles fechas de cambio estructural en la función de tendencia (ver por ejemplo, Gay et al., 2009; Gay et al., 2007; Andreou y Spanos, 2003). Para la estimación de tendencias se utilizó el método de regresión lineal por mínimos cuadrados ordinarios, máxima verosimilitud y mínimos cuadrados generalizados dependiendo de las características de los datos y modelos probabilísticos ajustados. En todos los casos se verificaron los supuestos de regresión lineal pertinentes para este propósito, tales como: no auto-correlación, homoscedasticidad, normalidad, estabilidad en los parámetros y linealidad. Los tres primeros supuestos son necesarios para poder hacer pruebas de hipótesis sobre los coeficientes estimados (por ejemplo, evaluar si son estadísticamente significativos a un cierto nivel de confianza). 7 El supuesto de no auto-correlación es de gran importancia para estimar correctamente los errores estándar de los coeficientes y por lo tanto su significancia. Adicionalmente, si bien en promedio las estimaciones siguen siendo insesgadas aún en la presencia de auto-correlación, cualquier estimación en particular puede ser sesgada. Para la estimación de tendencias, en el caso de que se presentara auto-correlación, se extendió el modelo a uno que incluyera componentes auto-regresivos y medias móviles (ARMA). Para estos modelos la estimación se realizó por el método de máxima verosimilitud. El supuesto de homoscedasticidad, es decir que los errores de la regresión tengan una varianza constante, es necesario para que los estimadores de mínimos cuadrados ordinarios sean eficientes. Las consecuencias de la heteroscedasticidad son similares a las de la auto-correlación y dependiendo del tipo de heteroscedasticidad los errores estándar de los coeficientes pueden ser muy grandes o muy pequeños por lo que las inferencias que se realicen pudieran ser erróneas. En este trabajo cuando se presentaron problemas de heteroscedasticidad, se cambió el método de estimación a mínimos cuadrados generalizados o se utilizaron estimaciones de los errores estándar de White o de Newey-West. El supuesto de normalidad permite realizar pruebas de hipótesis e inferencias. Para muestras grandes, las consecuencias de no cumplir este supuesto pueden ser pequeñas ya que debido al Teorema del Límite Central los estadísticos de prueba asintóticamente seguirán la distribución apropiada. Asimismo, se verificó la estabilidad de los parámetros para evaluar si son válidos para toda la muestra. Esto resulta de gran interés para analizar cómo se ha presentado el cambio climático en los distintos puntos de la región en las variables analizadas. En los casos que se presentaron cambios estructurales, se estimó la fecha de ocurrencia y se introdujeron los cambios pertinentes en la función de tendencia. Un supuesto adicional del modelo de regresión lineal es que es lineal en los parámetros. Si este supuesto no se cumple los estimadores pueden ser 8 sesgados e inconsistentes, por lo que las estimaciones no deben ser usadas y el método de estimación y/o la forma funcional propuestos deben ser cambiados. 3. RESULTADOS 3.1 Análisis de las bases de datos disponibles En los paneles superiores de la Fig. 2 se muestran las series de precipitación anual acumulada (líneas delgadas) obtenidas de la base GPCC para las cuatro localidades indicadas en la Fig. 1. El análisis de tendencias muestra que la precipitación se ha incrementado (con un nivel de significancia del 5%) durante el periodo 1901-2007 (líneas gruesas). La serie de precipitación correspondiente a la Ciudad de México (localidad 2) tiene una tendencia positiva y no presenta ningún cambio estructural. Un comportamiento similar se observa en el estado de México (localidad 1). En los puntos al sur, en la frontera entre el estado de México y el estado de Guerrero (localidad 3) y en el estado de Morelos (localidad 4), se observan, además de las tendencias positivas significativas, cambios estructurales significativos en 1927, consistentes en una disminución de la precipitación (aproximadamente 175 mm en las dos localidades). En las series de la base CRU TS3, no se observa este incremento en la precipitación (paneles inferiores). El análisis de tendencias revela únicamente un cambio estructural significativo en las cuatro localidades en 1922, con la precipitación disminuyendo entre 200 mm y 250 mm aproximadamente. Los resultados de las bases CRU TS3 y GPCC nos dan información en cierta medida contradictoria, por lo que es necesario validar de alguna manera las series de precipitación de estas dos mallas climáticas. Con esta finalidad se usaron algunos registros disponibles en las localidades indicadas por los círculos blancos etiquetados por las letras a-e en la Fig. 1. Es necesario enfatizar que es deseable utilizar más observaciones para validar la información proveniente de esas mallas climáticas. Debido a la escasez de bancos de datos confiables en nuestro país tal tarea es ardua pero necesaria e, indudablemente, está más allá de nuestras posibilidades actuales. 9 Fig. 2: Precipitación anual acumulada obtenida de la base GPCC (paneles superiores) y CRU TS3 (paneles inferiores) para las cuatro localidades indicadas en la Fig. 1. En la base CRU TS3 no se detectaron tendencias significativas en la precipitación. 10 En la Fig. 3 se muestran las series de las mallas climáticas, correspondientes a los puntos cercanos al observatorio de Tacubaya, y la serie de precipitación anual observada en ese lugar (línea negra gruesa). Note que las series anuales se han suavizado usando un filtro triangular de 5 puntos para resaltar la variabilidad en periodos mayores a algunos años. En la base CRU TS3 (línea negra delgada), claramente se sobrestima la media anual, mientras que en la base GPCC (línea blanca) la media está más cercana a la observada (panel superior). Las dos bases, sin embargo, reproducen aceptablemente la variabilidad interdecadal (panel inferior). Así, la variabilidad de la lluvia en escalas de tiempo largas parece estar relacionada con la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO). Esto es más evidente en la primera mitad del siglo XX (el índice de la PDO se indica con la línea blanca discontinua). Precipitación (mm/año) 1400 1200 1000 800 600 400 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 1960 1970 1980 1990 2000 2010 Precipitación normalizada Año 4 2 0 -2 -4 1900 1910 1920 1930 1940 1950 Año Fig. 3: En el panel superior se muestran los valores de precipitación anual acumulada suavizada utilizando un filtro triangular de 5 elementos, mientras que en el panel inferior se muestran las series suavizadas con su media substraída y normalizadas por su respectiva desviación estándar. Vea el texto para más detalles. El análisis de tendencias de la serie de Tacubaya (Fig. 4) muestra que ocurrió un cambio estructural significativo en la precipitación en 1942. Además de este 11 cambio, el análisis indica una tendencia positiva significativa al nivel del 5%, con una pendiente de aproximadamente el doble del valor estimado en la localidad 2 para la base GPCC. Esta información es importante pues nos permitirá clasificar a los diferentes modelos utilizados por el IPCC de acuerdo a su capacidad de reproducir o no la tendencia observada de la precipitación en su celda correspondiente al observatorio de Tacubaya. Note que las otras tres series de la base GPCC, localizadas en los estados de México, Morelos y los límites de Guerrero, exhiben también tendencias positivas de la precipitación (Fig. 2). Lo anterior sugiere que el incremento observado en Tacubaya podría ser parte de un cambio regional, más que un cambio local asociado por ejemplo al efecto de la isla de calor o a algún otro factor relacionado con el crecimiento de la zona urbana de la Ciudad de México. En caso de que el cambio observado en la precipitación tuviera un carácter regional, se esperaría que los modelos pudieran capturar al menos el signo de esta variabilidad. Lo anterior, sin embargo, tiene que ser corroborado haciendo un análisis más exhaustivo de las series de precipitación disponibles en la región central de México. Se hizo un intento en esta dirección usando la base GPCC y algunas observaciones disponibles. Al analizar 16 puntos de la malla climática, con los cuatro puntos centrales correspondiendo a los mostrados en la Fig. 1, se obtienen incrementos significativos de precipitación en 10 de ellos, sin cambio aparente en dos y disminución de la precipitación en 4 de ellos. Estos últimos cuatro puntos están localizados al noroeste, norte, noreste y este del punto correspondiente al Distrito Federal (vea la Fig. 1). 12 1400 Precipitación (mm/año) 1200 1000 800 600 400 200 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 Año 1970 1980 1990 2000 2010 2000 1800 Precipitación (mm/año) 1600 1400 1200 1000 800 600 400 200 1900 1920 1940 1960 Año 1980 2000 2020 Fig. 4: Panel superior: Precipitación anual acumulada en Tacubaya (línea blanca) y el punto correspondiente de la base GPCC (P2, línea negra). Las tendencias son indicadas por las líneas gruesas. Las pendientes de las dos series y el cambio estructural ocurrido en 1942 son significativos. Panel inferior: Precipitación anual acumulada en Tacubaya (línea gruesa continua) y su tendencia (línea gruesa quebrada), en Cuernavaca y en la zona del Gran Canal (líneas delgadas). Vea el texto para más detalles. 13 Al analizar las observaciones disponibles se observa que en la zona del Gran Canal la precipitación anual (aproximadamente 600 mm/año) es claramente inferior a las otras localidades analizadas y no muestra tendencia alguna (panel inferior de la Fig. 4). Esta zona ha sido clasificada como “seca” (Estrada et al., 2009). Aquí es pertinente enfatizar que en estas zonas secas el cambio del uso de suelo ha sido más agresivo que en el poniente o sur de la Ciudad de México. En el Colegio de Geografía y la zona del Pedregal se observan valores de precipitación anual similares a y mayores que Tacubaya, respectivamente (no mostrados). En estas dos localidades, a diferencia de Tacubaya, no se detecta una tendencia significativa de la precipitación, pero sí existe un incremento no significativo en ambas localidades. Finalmente, en Cuernavaca la precipitación anual es mayor que en Tacubaya y no se detectó al principio una tendencia significativa de la precipitación. Al incorporar una actualización de los datos de Cuernavaca hasta el año 2009, sí se detectó un incremento significativo de la precipitación en el transcurso de los últimos 80 años aproximadamente (vea la Fig. 5). Estos resultados apoyan la idea que el incremento en la lluvia medido en el Observatorio de Tacubaya no es un caso aislado y parece ser parte de un cambio con un carácter regional. De confirmarse esta hipótesis, esta información puede utilizarse para la validación de los modelos de circulación general usados para estimar las condiciones futuras en nuestro país, particularmente en su región central. 14 2000 1800 Precipitación (mm/año) 1600 1400 1200 1000 800 600 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 Año Fig. 5: Precipitación anual en Cuernavaca (línea delgada). La tendencia (línea gruesa) muestra un incremento significativo en el total anual de la cantidad de lluvia medida en esta localidad. 3.2 Características de la precipitación simulada por los modelos durante el siglo XX En la Fig. 6 se muestra la evolución de la precipitación proveniente de algunos resultados de los experimentos para simular el clima observado en el siglo XX, reportados en el AR4 del IPCC. De esta figura es evidente que ningún modelo, de los cuatro considerados, es capaz de capturar la tendencia observada de la precipitación en la localidad de Tacubaya. La misma conclusión se obtiene para la celda cercana a Cuernavaca (resultados no mostrados). En las tres corridas disponibles del modelo GFDL 2.1 y en las dos localidades de la única corrida disponible del modelo MIROC32-HIRES no se detectan tendencias de ningún signo durante el siglo XX; pero sí se detecta un cambio estructural en los dos modelos en 1966. La magnitud del cambio simulado por el MIROC32-HIRES es comparable en magnitud y signo con el observado en Tacubaya, pero este último ocurrió en 1942 (vea la Fig. 4). 15 En las dos localidades de la simulación disponible del HADGEM1, se observan valores muy por encima de lo observado. Por ejemplo, en una localidad se obtienen valores arriba de los 3000 mm/año a inicios del siglo XX, mismos que decrecen significativamente a una tasa de aproximadamente 8.15 mm/año. En las tres corridas disponibles del modelo ECHAM5 (se muestran únicamente dos), los valores de precipitación están en un rango más acorde a la realidad, aunque en las tres corridas se observan una tendencia negativa significativa, misma que no es observada en la serie de Tacubaya ni en las otras localidades del Valle de México analizadas. 2000 Precipitación (mm/año) Precipitación (mm/año) 2500 GFDL CM2.1 2000 1500 1000 500 1900 1920 1940 1960 Año 1980 1400 1200 1000 MIROC32-HIRES 1920 1940 1960 Año 1980 2000 1980 2000 1600 Precipitación (mm/año) Precipitación (mm/año) 1600 800 1900 2000 5000 4000 HADGEM1 3000 2000 1000 0 1900 1800 1920 1940 1960 Año 1980 1400 1000 800 600 1900 2000 ECHAM5 1200 1920 1940 1960 Año Fig. 6: Precipitación anual simulada en el siglo XX. Las series corresponden a la celda más cercana a la localidad de Tacubaya. En general, los modelos indican una disminución de la precipitación durante el siglo XX. Por claridad, se omiten algunas series analizadas y se muestran sólo algunas tendencias. 3.3 Cambios en la precipitación ante diversos escenarios de emisiones Con base en los resultados mostrados en la sección anterior, podemos inferir que existe un sesgo en los modelos analizados, los cuales tienden a disminuir la 16 cantidad de lluvia en la zona del Valle de México durante el siglo XX. Note que esta disminución es contraria a lo que indican las observaciones disponibles. Es claro que ningún modelo tendría que reproducir fehacientemente las características observadas de la precipitación, lo cual sería exigirles demasiado. Estos modelos, sin embargo, tendrían que aproximarse a la realidad. Por ejemplo, los valores simulados de precipitación anual tendrían que estar cercanos a la media observada y, lo más importante, deberían de reproducir mínimamente el signo de las tendencias observadas. Nuestros resultados muestran que esto no es así en las localidades donde se tienen datos disponibles para verificar los resultados de los modelos, con lo cual se plantea la interrogante de cuán capaces son los modelos empleados en el IPCC para simular la precipitación en nuestro país. 1600 Precipitacion (mm/año) 1400 1200 1000 800 600 400 1900 1920 1940 1960 1980 2000 Año 2020 2040 2060 2080 2100 Fig. 7: Precipitación anual observada (línea blanca continua), simulada durante el siglo XX y proyectada al 2100. El modelo ECHAM5 (línea negra) usa el escenario de emisiones A2 y el MIROC32-HIRES (línea blanca discontinua) el escenario A1B. Considerando lo anterior, no es raro que con base en estos modelos se obtengan resultados indicando que habrá una disminución de la lluvia en el mediano plazo (por ejemplo, al horizonte 2050); resultados que, en algunos casos, podrían no sustentarse debido a la inhabilidad de esos modelos para simular correctamente la tendencia de las series observadas de precipitación. Lo anterior se ilustra en la Fig. 7, en la cual se muestran las series de precipitación simuladas en el experimento 17 del siglo XX y las respectivas proyecciones durante el siglo XXI de dos modelos usados por el IPCC. En los dos modelos (ECHAM5 y MIROC32-HIRES), la precipitación muestra una evolución en el siglo XX muy diferente a la que se registró en el Observatorio de Tacubaya (note que si se hace algo parecido para Cuernavaca la conclusión es la misma) y estiman una reducción en la precipitación durante el siglo XXI. Una pregunta obvia es ¿cuán creíbles son tales estimaciones futuras de la cantidad de lluvia, dada la evidente incapacidad de los modelos de reproducir las características ya observadas? La respuesta es simple: tales estimaciones futuras no tienen ningún sustento. Las observaciones disponibles analizadas sugieren, más no permiten concluir de una manera robusta, que las tendencias detectadas en Tacubaya y Cuernavaca son parte de un cambio regional. Si contáramos con una red adecuada de observaciones con muchos años en operación podríamos responder a esta pregunta fácilmente. La realidad en nuestro país es, sin embargo, que no existe tal red y los huecos en las series disponibles son un problema insuperable. Lo pasado no lo podemos recuperar, pero si podemos construir las bases para evitar este problema en el futuro. Para ello es prioritario actualizar, extender y profesionalizar las redes de información climática, recopilar toda la información disponible y darle acceso a ella a toda la comunidad científica del país que la requiera. 18 4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES DE LA PRIMERA ETAPA Las mallas climáticas muestran predominantemente un incremento de la precipitación en la región central de México. Este incremento se detecta de una manera significativa en los registros del Observatorio de Tacubaya y Cuernavaca. El análisis de otras localidades en el Valle de México, si bien muestra algunas tendencias, éstas no son significativas y no se observan en todas las localidades. De esta manera, no se puede concluir que los incrementos de precipitación detectados en Tacubaya y Cuernavaca sean parte de un cambio regional. No obstante, pudiera darse el caso que al analizar las series extendidas hasta el año 2010 se detecten tendencias positivas en la precipitación en otras localidades del Valle de México, al menos en el Colegio de Geografía pudiera ser el caso. Esa posibilidad debe de analizarse pero también es importante analizar las series de precipitación del estado de México, Guerrero y otras localidades de Morelos, lo cual se hará en la segunda etapa de este trabajo. Los cuatro modelos analizados son incapaces de simular la magnitud y la tendencia de la precipitación durante el siglo XX en las celdas correspondientes al Observatorio de Tacubaya y Cuernavaca. Las tendencias simuladas son negativas, mientras que las observadas son positivas. La incapacidad de los modelos globales actuales para simular el signo de la tendencia se refleja en sus proyecciones hacia finales del siglo XXI. Si estudios posteriores corroboran que el incremento de la precipitación mostrado en las observaciones analizadas es parte de un cambio regional, los modelos climáticos que sean utilizados en estudios futuros deberían de simular tal cambio regional en la precipitación. Nuestros resultados sugieren que estamos experimentando un cambio regional en la cantidad de agua de lluvia y, como se muestra en este trabajo, los modelos usados actualmente no son capaces de simularlo bien. Una manera de resolver este problema es utilizar modelos climáticos regionales de alta resolución. Los modelos de circulación general utilizados hasta la fecha para obtener las proyecciones de la precipitación utilizan celdas con una resolución espacial de aproximadamente 200 km. Con la finalidad de reproducir las características de la lluvia observada es necesario simular la evolución del clima en nuestro país en el 19 siglo XX con un modelo climático regional utilizando las condiciones de contorno provenientes de los modelos globales de baja resolución. Un trabajo con estas características no se ha realizado nunca en nuestro país, pero el autor trabaja en ello y se espera tener resultados en este año. Es necesario enfatizar que la utilización de modelos climáticos regionales de alta resolución es la única alternativa para responder a la interrogante de cómo han cambiado los patrones de lluvia en el Valle de México a lo largo del siglo pasado y lo que va del presente, pues con la información histórica, llena de huecos e inconsistencias, que tenemos disponible es prácticamente imposible responder a tal interrogante. El aporte fundamental de este estudio es que las tendencias de la precipitación simuladas por los modelos de circulación general recomendados para hacer estudios de los efectos del cambio climático en nuestro país son contrarias a las tendencias observadas. Dada la gran importancia de la precipitación en estudios de impactos asociados al cambio climático, es muy deseable continuar esta investigación para poder ponderar de una manera más cuantitativa a la amplia gama de modelos disponibles, mismos que al parecer están aún lejos de reproducir correctamente la precipitación, al menos en la zona del Valle de México. Los resultados de este estudio nos permiten concluir que la lluvia se ha incrementado significativamente en Tacubaya y en Cuernavaca. En las otras localidades del Valle de México se observan algunas tendencias positivas no significativas o se mantienen sin tendencia. Aquí es muy importante enfatizar que en ninguna localidad se detectó una disminución de la cantidad de agua de lluvia. Considerando que la zona del Gran Canal es considerada como “seca”, es importante tratar de determinar las causas que explican el hecho que no haya disminuido allí la cantidad de lluvia, la cual se ha mantenido sin tendencia alguna en el largo plazo. Para realizar ese tipo de estudios, se planteó la segunda etapa de esta investigación, en la cual se pretende analizar cuáles son los efectos del cambio de uso de suelo en la precipitación. Una hipótesis de trabajo es que la cantidad de lluvia debería de haber disminuido como resultado del cambio agresivo de uso de suelo en las zonas “secas” del Valle de México, pero el incremento de lluvia inducido por el calentamiento global (vía la intensificación del ciclo hidrológico) estaría compensando tal disminución. Entender estos mecanismos es 20 de vital importancia para sustentar las discusiones que ayuden en la toma de las decisiones pertinentes para garantizar la conservación de ciertas áreas estratégicas del Valle de México. Con base en nuestro trabajo podemos afirmar, de una manera cualitativa, que si parte de los grandes volúmenes de agua aportados por la lluvia se infiltrara a los acuíferos y se canalizara a ríos saludables y drenajes pluviales conectados a plantas de tratamiento mínimo para su uso posterior, se reduciría el abatimiento de los acuíferos y se tendría una mayor disponibilidad de agua que ayudaría en gran medida a satisfacer la demanda de la Ciudad de México. Mientras se siga permitiendo la urbanización de zonas de recarga y se usen los ríos como drenaje de aguas negras, estaremos desperdiciando un recurso invaluable. Debido a la gran incertidumbre en los campos de precipitación simulados por los modelos globales usados para estimar los posibles escenarios climáticos futuros, no es claro si en un futuro cercano tendremos más o menos lluvia en el Valle de México como resultado del calentamiento del planeta. Los resultados de este estudio muestran claramente que las observaciones disponibles no apoyan la idea que tendremos una disminución de la lluvia. Por el contrario, apuntan a que tendremos más. Así que no es una mala idea sentar las bases para aprovechar este recurso en el mediano y largo plazo, los habitantes de la Ciudad de México indudablemente agradecerán a las autoridades respectivas el haber actuado a tiempo. 21 5. REFERENCIAS CONDE C., ESTRADA F., MARTÍNEZ B., SÁNCHEZ O., GAY C, 2011. Regional Climate Change Scenarios for Mexico. Atmosfera, 24(1): 125-140. ESCOLERO FUENTES, PEREVOCHTCHIKOVA, O. M. A.; (2009). MARTINEZ, S.E., Vulnerabilidad de KRALISCH, las E. fuentes y de abastecimiento de agua potable de la Ciudad de México en el contexto del cambio climático. Documento disponible en: http://www.cvcccmatmosfera.unam.mx/cvcccm/proyectos/Agua_Escolero_%20InfFinal_org.pdf ESTRADA, F. MARTÍNEZ-ARROYO, A., FERNÁNDEZ-EGUIARTE, A., LUYANDO, E., GAY, C., 2009. Defining Climate Zones in Mexico City Using Multivariate Analysis. Atmosfera, 22, 2. GAY, C.; ESTRADA, F. y CONDE, C. (2007): Some implications of time series analysis for describing climatologic conditions and for forecasting: An illustrative case: Veracruz, México. Atmósfera 20(2): 147-170. GAY C.; ESTRADA, F. y SANCHEZ, A. (2009): Global and hemispheric temperature revisited. Climatic Change 94:333–349. doi:10.1007/s10584-008-95248 MITCHELL, T.D. y Jones, P.D. (2005): An improved method of constructing a database of monthly climate observations and associated high-resolution grids. International Journal of Climatology 25(6): 693-712. SCHNEIDER, U.; FUCHS, A. MEYER-CHRISTOFFER, A. y RUDOLF, B. (2008): Global Precipitation Analysis Products of the GPCC. Global Precipitation Climatology Centre (GPCC), DWD, Internet Publication, 1-12. 22 SOTO MONTES DE OCA, G. y HERRERA PANTOJA, M. (2009). Estudio sobre el impacto del cambio climático en el servicio de abasto de agua en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Documento disponible en: http://www.cvcccmatmosfera.unam.mx/cvcccm/proyectos/Agua_Soto_abast_cc_RepFinal.pdf 23