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Las inundaciones y la intervención de la mano del hombre Por Hebe Gonzalez La inundación que afecta a nuestro país y a la región adyacente, impacta en aproximadamente 300.000 personas: 231.360 damnificados en Paraguay (según la Secretaría de Emergencia Nacional -SEN) 50.000 en el sur de Brasil, 12.000 damnificados en el noreste Argentino y 1000 personas en el norte de Uruguay. Intensas lluvias, inusuales en esa zona en el invierno, ocasionaron el desborde de los ríos Paraguay, Uruguay, Iguazú y, en menor medida, Paraná y otros afluentes. Se pronostica que el río Paraguay bajará en los próximos meses pero que volverá a subir a finales de año, durante la verdadera época de lluvias, agravadas por el fenómeno del “Niño”, que consiste en un aumento periódico de la temperatura media en la superficie del océano en la zona central y oriental del Pacífico tropical, que afecta al clima mundial, por lo que los evacuados no podrán regresar a sus viviendas, o lo que quede de ellas, hasta el próximo año. De los 68 barrios de Asunción, la ciudad más golpeada por las inundaciones, 17 están afectados por la subida de las aguas, según el Ministerio de Salud. El análisis de estos fenómenos contempla varios abordajes: social, teniendo en cuenta la gran cantidad de personas afectadas, económico por el enorme gasto público para mitigar los hogares desplazados, de salud por las repercusiones negativas tanto sicológicas como físicas especialmente en adultos mayores y niños, y de género entre otros, por los efectos diferentes en hombres y mujeres. Los impactos son muy evidentes en el presente y se avizora que dejarán huellas en el futuro. En el sector productivo, por efecto de las inundaciones en el Chaco, las pérdidas son millonarias; los rubros más perjudicados son la ganadería (producción de carne y leche), sésamo, maní, algodón, pasturas cultivadas, entre otros. En cuanto a las causas, el comportamiento climatológico es el principal, pero subyacen otras relacionadas con el comportamiento humano: la Era Industrial ha supuesto a lo largo de los últimos doscientos años, un grave impacto cultural, económico y sobre los recursos naturales y el clima. Junto con la paulatina industrialización, se ha impuesto una cultura consumista, que genera cada vez más productos desechables y que prioriza el consumo barato frente al consumo responsable. Todo ello genera una emisión de gases que se concentran en la atmósfera agravando el efecto invernadero, contribuyendo a la subida de las temperaturas y al calentamiento global de la tierra. Como ejemplo de las prácticas humanas que favorecen las inundaciones se pueden mencionar: Tala desmedida de árboles, asfaltar el suelo impermeabilizándolo, manejo insostenible de los suelos, ocupación del los cauces del rio, entre otros. La deforestación de los márgenes de grandes ríos y arroyos en el Alto Paraná, de la mano de la conversión de superficies de bosques para la producción de monocultivos –principalmente de soja en Brasil y Paraguay-, hacen que el suelo pierda su capacidad de absorción y el agua escurra, arrastrando sedimentos, directamente a los cursos de agua. Esta situación lleva al rápido aumento de los caudales de los ríos y arroyos, generando inundaciones. A esto, se suma la existencia de varias represas sobre los cursos de aguas, en su mayoría en territorio brasileño, que alteran el régimen hídrico de los ríos. Cuando las lluvias superan los límites de seguridad establecidos, las represas se ven rebasadas y obligadas a abrir las compuertas y liberar gran cantidad de agua generando inundaciones en las zonas bajas. Lo anterior se puso en evidencia hace pocas semanas cuando el agua arrasó con buena parte de la obra de la hoy detenida construcción de la represa brasilera Baixo Iguazú sobre el río Iguazú y la reciente ruptura de la central de generación hidroeléctrica de Ponte Serrada, al este del estado de Santa Catarina, Brasil. Sudamérica es la región que perdió la mayor superficie de bosques en el mundo. Según el informe de la FAO, la deforestación en Paraguay es de alrededor de 180.000 hectáreas por año y una de las zonas más afectada es el Parque Ñacunday, ubicado en el Alto Paraná. La información actualizada con la que cuenta la ONU muestra que los pulmones verdes redujeron su extensión en cerca de 5,3 millones de hectáreas por año durante el período 1990-2010, una pérdida neta que equivale a casi 4 veces el tamaño de Italia o Colombia. La deforestación es un factor coadyuvante del cambio climático. Los suelos de los bosques son húmedos, pero sin la protección de la cubierta arbórea, se secan rápidamente. Los árboles también ayudan a perpetuar el ciclo hidrológico devolviendo el vapor de agua a la atmósfera. Sin árboles que desempeñen ese papel, muchas selvas y bosques pueden convertirse rápidamente en áridos desiertos de tierra estéril. Los bosques y selvas, además de concentrar mucha biodiversidad, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos La eliminación de la capa vegetal saca a los bosques y selvas sus protectores naturales, que bloquean los rayos solares durante el día y mantienen el calor durante la noche. Este trastorno contribuye a la aparición de cambios de temperatura más extremos que pueden ser nocivos para las plantas y animales. Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Tener menos bosques significa emitir más cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del cambio climático Si bien las fuertes precipitaciones son habituales en la región, en pocos días llovió casi la misma cantidad que en cuatro meses. En ese sentido, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) viene advirtiendo hace tiempo sobre el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, como mayores precipitaciones, sequías y huracanes, producto del cambio climático. Igualmente, la expansión de la frontera agrícola por la gran demanda de granos, implica por lo general la aplicación de compuestos nitrogenados para fertilización que producen una reacción y liberan gases de efecto invernadero- GEI (como el óxido nitroso (N2O) que tiene un potencial de calentamiento 310 veces mayor que el CO 2), de la misma manera, el ganado genera por fermentación entérica metano (CH 4, con un potencial de calentamiento 21 veces mayor que el CO2). La situación amerita un análisis urgente de las causas estructurales de las inundaciones, y la aplicación de medidas tales como: la restauración de la cobertura forestal de los bordes de ríos, arroyos y áreas con fuertes pendientes para proteger las cuencas, la identificación de los puntos críticos donde la naturaleza y la sociedad necesitan ayuda para adaptarse a eventuales eventos extremos y el cumplimiento de la normativa vigente referente a la deforestación así como ejemplares sanciones a sus infractores. Más informes a www.decidamos.org.py www.paraguaydebate.org.py