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ESTUDIO EVOLUTIVO DE LA BOCA DE CUAUTLA Y SUS IMPLICACIONES A LA LUZ DEL CAMBIO CLIMÁTICO Edgar Mendoza1, Rubí Martínez1, Rodolfo Silva1 y Cuauhtémoc Franco2 1 Instituto de Ingeniería, UNAM. Facultad de Ingeniería, UAS. 2 En México, como en otros países de Latinoamérica y el mundo, existe una disyuntiva entre el desarrollo económico-social y/o la preservación de los ecosistemas. Cuando se ha optado por la primera opción un importante número de obras costeras con fines de abrigo, pesca, acuacultura y turismo, se han desarrollado bajo una visión limitada del entorno natural y atendiendo exclusivamente a necesidades locales y específicas. El resultado ha sido la degradación y/o interrupción del funcionamiento hidrodinámico natural de los ecosistemas y, en consecuencia, un grave incremento en el peligro de subsistencia de los mismos. Baste citar, como consecuencias conocidas, la pérdida de humedales, la muerte de grandes extensiones de bosques de manglar, la erosión de playas, la pérdida de dunas y con ello graves afectaciones a las poblaciones y actividades económicas. Un claro ejemplo de lo anterior, fue la construcción del canal de Cuautla en la década de los setentas, diseñado con el propósito de facilitar la producción pesquera de la zona. El diseño original del canal tenía 40 m de ancho, 2 m de profundidad y casi 3 km de largo, pero por la mala planeación de la obra, el canal se está erosionando continuamente al grado que hoy se puede observar que, en algunos puntos, rebasa los 800 m de ancho y los 15 m de profundidad; peor aún, la evolución del canal se ha dejado sin control ni monitoreo y no se prevé, por parte de las autoridades una solución a corto plazo. Además de la erosión propia del canal, la revisión de la evolución histórica muestra que poco más de 3 km de playa están sufriendo un proceso de desestabilización y retroceso de la línea de costa por la suma de factores como: la interrupción del transporte litoral, el efecto coanda y algunas actividades antrópicas. Mediciones recientes indican que el canal de Cuautla tiene un área de sección media de aproximadamente 8700 m2 y, de acuerdo con estimaciones simplificadas, el área estable alcanzaría un valor de 9800 m2. Esto es, en el caso de un clima marítimo relativamente estacionario, el canal seguirá ensanchándose y el daño ecológico que se ha producido en la laguna Agua Brava seguirá empeorando. Sin embargo, es una realidad que las condiciones hidro-meteorológicas distan de ser estacionarias, y dado que la morfología del canal de Cuautla depende de cómo basculan el prisma de marea y las grandes avenidas que escurren principalmente por el río Acaponeta y en menor medida por los ríos Bejuco y Rosamorada, es de esperar que la sección del canal no encuentre una estabilidad en el mediano ni largo plazo. En este sentido, este estudio constituye un ejemplo de cómo las actuaciones humanas planeadas sin considerar los ciclos y equilibrios naturales han puesto a un gran número de sistemas en una condición de resiliencia tan baja que ha perdido su capacidad de adaptarse a la variabilidad y cambio climático y su futuro previsible es una degradación crónica.