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144,98 mm 20,04 mm 213 mm Revista Chilena de Literatura NOVIEMBRE 2013 85 NÚMERO MONOGRÁFICO Europa y América colonial: transmigraciones y diálogos Colaboraciones de 85 2013 Luis Íñigo-Madrigal João Adolfo Hansen Sarissa Carneiro Ignacio Arellano Esperanza López Parada Álvaro Baraibar Jesús M. Usunáriz Carlos Mata Mariela Insúa Nieves Pena Sueiro Alcir Pécora Carmen De Mora UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES FUNDADA EN 1842 Departamento de Literatura UNIVERSIDAD DE CHILE 10068p - Revista chilena literatura 85.indd 1 25-11-13 12:47 UNIVERSIDAD DE CHILE Facultad de Filosofía y Humanidades Fundada en 1842 Departamento de Literatura Rector: VÍCTOR L. PÉREZ VERA Alameda Bernardo O’Higgins nº 1058, Santiago Decana: MARÍA EUGENIA GÓNGORA Vicedecana: MARÍA EUGENIA HORVITZ REVISTA CHILENA DE LITERATURA Director: Bernardo Subercaseaux Comité de Redacción: EDUARDO GODOY IRMTRUD KÖNIG LUZ ÁNGELA MARTÍNEZ CRISTIÁN MONTES Leonidas Morales HORST NITSCHACK alicia salomone EDUARDO THOMAS Luis Vaisman dAVID wALLACE Secretaria de Redacción: bernarda urrejola Coordinadora Red: CAMILA MARDONES Comité Editorial: Iván Carrasco, Universidad Austral de Chile, Chile; Santiago Daydí-Tolson, Universidad de Texas, EE.UU.; Ottmar Ette, Universidad de Potsdam, Alemania; Lucía Invernizzi, Universidad de Chile, Chile; Amadeo López, Universidad de París X, Francia; Félix Martínez Bonati, Universidad de Columbia, EE.UU.; Fernando Moreno, Universidad de Poitiers, Francia; Naín Nómez, Universidad de Santiago de Chile, Chile; Marcos Piason Natali, Universidad de São Paulo, Brasil; José Promis, Universidad de Arizona, EE.UU.; Grínor Rojo, Universidad de Chile, Chile; Guillermo Gotschlich, Universidad de Chile, Chile; Gloria Videla de Riveros, Universidad de Cuyo, Argentina. Este número de la Revista Chilena de Literatura contó con el apoyo de CONICYT (Fondo de Publicaciones Científicas) y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. http://www.revistaliteratura.uchile.cl Copyright: Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Departamento de Literatura 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 2 15-11-13 9:21 ISSN 0048-7651 versión impresa ISSN 0718-2295 versión electrónica 85 NOVIEMBRE 2013 NÚMERO MONOGRÁFICO Europa y América colonial: transmigraciones y diálogos SUMARIO Sarissa Carneiro y Bernardo Subercaseaux, Palabras preliminares 5 I.ESTUDIOS 1. Poética, retórica y cultura visual Luis Íñigo-Madrigal, Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste. 13 João Adolfo Hansen, Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas. 43 Sarissa Carneiro, La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas de España y América Colonial. 75 Ignacio Arellano, Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas (las fiestas jesuitas). 101 2. Guerra y poder Esperanza López Parada, Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios. 129 Álvaro Baraibar, Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos XVI y XVII. 157 Jesús M. Usunáriz, América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas tras los tratados de Westfalia. 179 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 3 15-11-13 9:21 Carlos Mata, Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, comedia genealógica de nueve ingenios. 203 Mariela Insúa, Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi. 229 3. Archivo y reescritura Nieves Pena Sueiro, América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias. 247 Alcir Pécora, Retórica de uma biografia: Padre Antônio Vieira por João Lúcio de Azevedo. 271 Carmen De Mora, El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República: temas coloniales en la revista Tierra Firme. 293 II.RESEÑAS Acuña, Constanza (Ed). La curiosidad infinita de Athanasius Kircher. Una lectura a sus libros encontrados en la Biblioteca Nacional de Chile. Santiago: Ocholibros, 2012. 208 pp. Por Roberto Amigo. 319 Almesto, Pedrarias de. Relación de la jornada de Omagua y El Dorado. Ed. Álvaro Baraibar. IDEA: New York, 2012. 154 pp. Por Bernat Castany. 322 Burckhardt, Jacob. O retrato na pintura italiana do Renascimiento. Organização, Apresentação e tradução de Cássio Fernandes; prefácio e notas de Maurizio Ghelardi. Campinas/ São Paulo: Editora da Unicamp/Fap-Unifesp, 2012. 212 pp. Por Javiera Lorenzini. 324 López de Mariscal, Blanca y Nancy Joe Dyer (Eds.). El sermón novohispano como texto de cultura. Ocho estudios. New York: IDEA, 2012. ISBN 978-1-938795-90-9. 166 pp. Por Ignacio Arellano. 327 Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio. Edición, estudio y notas de Blanca Oteiza. Madrid: Real Academia Española, 2012. 377 pp. Por Victoriano Roncero. 329 III. RED DE REVISTAS 333 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 4 15-11-13 9:21 Palabras preliminares El número 85 de la Revista Chilena de Literatura que el lector tiene entre manos corresponde a un número monográfico realizado en conjunto con el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO), de la Universidad de Navarra, España. Es parte de un esfuerzo por internacionalizar la Revista y conformar una Red de colaboración entre grupos de estudio y publicaciones académicas de América Latina, Europa y Estados Unidos, red que contempla distintas posibilidades que van desde el canje sistemático hasta el intercambio de avisos, colaboración en evaluadores y dossiers realizados en conjunto, como ocurre en este caso. Los estudios reunidos en este número están animados por la pregunta en torno a los vínculos y diálogos en el campo de las letras de Europa y América del período colonial, especialmente de España, Portugal y sus dominios americanos. Ninguno de los trabajos aborda directa o genéricamente este asunto, pero cada uno de ellos muestra casos particulares y significativos de cruces y transmigraciones que, en su conjunto, evidencian diversos aspectos largamente descuidados por críticas de corte nacionalista. Así, los artículos que conforman este número comparten también una perspectiva teórica que, en pos de la reconstrucción de los códigos de producción de las letras ibéricas y americanas de los siglos XVI-XVIII, cruza fronteras geográficas y políticas para observar más bien los dilatados límites de las codificaciones retóricas, poéticas y artísticas de la época. Ello no implica sin embargo una homogenización de las letras producidas en tan diversos contextos sino, por el contrario, la posibilidad de identificar peculiaridades y novedades a la luz de los códigos y modelos comunes, como queda de manifiesto en gran parte de los artículos. Hemos agrupado las distintas colaboraciones en tres ejes temáticos: “Poética, retórica y cultura visual”, “Guerra y poder” y “Archivo y reescritura”. El primer apartado trata asuntos vinculados a la preceptiva de las artes y su circularidad, sobre todo en ámbitos paradigmáticos como la emblemática y los festejos públicos, tanto en Europa como en América colonial. El artículo de Luis Íñigo-Madrigal analiza una epístola poética del criollo novohispano Francisco de Terrazas, identificando codificaciones retóricas y poéticas del género pero también variaciones respecto de tópicos y motivos de la epístola amorosa de efusión elegíaca. Lo sigue el trabajo de João Adolfo Hansen, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 5 15-11-13 9:21 6 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 que examina la preceptiva de la invención y la elocución de emblemas y empresas, estableciendo importantes precisiones que dan continuidad a las ya planteadas por autores como E. H. Gombrich, M. Praz y R. Klein. También centrado en emblemas y empresas, el trabajo de Sarissa Carneiro refiere a la representación alegórica de la clemencia como virtud del príncipe, observando diversas tendencias políticas en la emblemática hispánica y la emblemática festiva virreinal. Por último, el estudio de Ignacio Arellano distingue modalidades y categorías de elementos teatrales y parateatrales en fiestas jesuíticas de fastos hagiográficos en Portugal, España, México y Perú. El segundo apartado aborda diversos temas relacionados con la guerra y el poder. Lo abre el artículo de Esperanza López, quien se refiere a la traducción colonial en el contexto más amplio del interés humanista por las lenguas vernáculas y las dinámicas de poder implicadas en los encuentros interculturales; el ensayo particulariza un caso especialmente controversial como el de la traducción del nombre de Dios a lenguas indígenas. Los siguientes artículos de este apartado estudian distintos cruces del imaginario bélico entre Europa y América. Álvaro Baraibar reconstruye los contextos históricos y discursivos que propiciaron la identificación de Chile como un “Flandes indiano”. Jesús María Usunáriz atrae relaciones de sucesos para mostrar la condición de “moneda de cambio” de los territorios americanos en el marco de las estrategias diplomáticas de la monarquía hispánica tras las paces de Westfalia (1648). Carlos Mata analiza una de las varias comedias de propaganda encargadas por los herederos de quien fuera gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza, atendiendo en especial a los rasgos del panegírico trazado por este retrato teatral a cargo de “nueve ingenios”. Mariela Insúa reconoce las modelaciones del militar en la obra literaria y periodística de Fernández de Lizardi, en el contexto de la normativización del estado militar en la España ilustrada y de México de fines de la Colonia y comienzos de la vida independiente. Por último, la “vida póstuma” de estos diálogos y transmigraciones depende en gran medida de una materialidad conservada, revisitada y reescrita, lo que ilustran los tres últimos trabajos de este número. Nieves Pena se refiere a la presencia de obras de tema americano en una de las bibliotecas más destacadas del siglo XVII, la de Lorenzo Ramírez de Prado. Álcir Pécora identifica y analiza los fundamentos retóricos de la biografía de Antônio Vieira construida por el historiador portugués João Lúcio de Azevedo (1855-1933), de notable influencia hasta hoy. Y finalmente, Carmen de Mora examina la sección hispanoamericana de la revista española Tierra Firme (1935-1937), 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 6 15-11-13 9:21 Palabras preliminares 7 un ejemplo notable de impulso a la investigación de los cruces y diálogos entre España y América con la colaboración conjunta de especialistas de uno y otro lado del Atlántico, cierre incitador para la renovación de este impulso en nuestros propios contextos. Cabe finalmente agradecer al grupo de investigación GRISO y a Fondecyt, que hicieron posible la realización de este número monográfico. Sarissa CarneiroBernardo Subercaseaux Editora Invitada Director Revista Chilena de Literatura 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 7 15-11-13 9:21 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 8 15-11-13 9:21 I. ESTUDIOS 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 9 15-11-13 9:21 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 10 15-11-13 9:21 Poética, retórica y cultura visual 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 11 15-11-13 9:21 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 12 15-11-13 9:21 REVISTA CHILENA de Literatura Noviembre 2013, Número 85, 13-41 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste Luis Íñigo-Madrigal Universidad de Ginebra Para Cedomil Goic. Toto pectore. Resumen / Abstract Entre los escasos poemas de Francisco de Terrazas que han llegado hasta nosotros se cuenta una epístola. La epístola es un género cultivado “desde los orígenes de la civilización mediterránea” y a lo largo de los siglos su práctica y su retórica han sufrido cambios, aunque hayan permanecido inmutables en su esencia. La Epístola de Terrazas acoge y vulnera esa tradición. A partir de un motivo con origen en la poesía trovadoresca y el dolce stil novo, muestra un entero conocimiento del género epistolar; el dominio de su retórica; la imitación de diversos poemas latinos. Pero a todo ello agrega elementos novedosos, de los cuales no es el menor la recurrencia a un motivo propio de la lírica popular hispánica. El artículo analiza el poema de Terrazas, cuya transcripción del original incluye, poniendo de manifiesto tanto sus fuentes clásicas cuanto los elementos innovadores incluidos por el poeta mexicano. Palabras clave: Francisco de Terrazas, poesía colonial, epístola, tradición clásica, romancero. Among the few poems by Francisco de Terrazas that have been available to us, there is an Epistle. The epistle is a genre that has been practiced “since the origins of the Mediterranean Civilization” and throughout the centuries its practice and its rhetoric have undergone changes, although its essence has remained immutable. Terrazas’s Epistle embraces and violates this tradition. Starting from a motif that has its origins in troubadour poetry and Dolce Stil Novo, Terrazas shows a complete knowledge of the epistolary genre; the mastery of its rhetoric; the imitation of various Latin poems. Furthermore, novel elements are added; being the recurrence of a characteristic motif of the popular Hispanic lyrical poetry one of the most important. The article includes the transcription of the original poem written by Terrazas, which is analyzed through the revelation of both the classic sources and the new elements included by the Mexican poet. Key words: Francisco de Terrazas, colonial poetry, epistle, classical tradition, romancero. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 13 15-11-13 9:21 14 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Seguimos siendo hijos del siglo XIX y no acabamos de aceptar la literatura de otras edades si no es pasándola por filtros decimonónicos. Del romanticismo nos ha quedado en especial el mito de la originalidad, la vaga convicción de que la obra de arte es pura efusión del genio, disonancia y revelación estrictamente personal, tanto más digna de estima cuanto más lejos del común de los mortales, y desde luego del común de los artistas. Juan F. Alcina y Francisco Rico Los poemas de Francisco de Terrazas conservados en el ms. 506 (“Poesías de varios autores”) de la Biblioteca Pública de Toledo, que fueron descubiertos por don Pedro Henríquez Ureña (Henríquez Ureña, passim)1 están encabezados por una Epístola de Franco de Terrasas, que ocupa los folios 268r-271r del volumen. El título de la composición no parece ser del propio poeta (como no lo son, con evidencia, los del resto de los poemas de Terrazas que figuran en el manuscrito mencionado), sino del recopilador de las “poesías de varios autores” en él contenidas; pero el poema, escrito en tercetos encadenados, es, sin duda, una epístola. Conviene señalar que el Cancionero en que aparece recogida esta Epístola, según señalan sus más autorizados editores, es anterior a Flores de varia poesía (1577), que contiene las únicas composiciones líricas conocidas de Terrazas antes del descubrimiento de Pedro Henríquez Ureña; ya que, aunque el primero incluye varios de los poetas presentes en el segundo, …en éste ya se refleja un notable cambio generacional, pues están presentes nombres tan significativos del entorno hispalense en las décadas inmediatas como Juan de Mal Lara, Fernando de Herrera o Juan de la Cueva. Esto viene a confirmar que [el Cancionero sevillano] reúne poesía de una etapa algo anterior 1 Henríquez Ureña transcribe las cinco composiciones de Terrazas que contiene el manuscrito: la epístola que aquí examinamos y cuatro sonetos (I, “Soneto, del dicho”, íncipit “Parte más principal desta alma vuestra”; II, “Soneto, del dicho”, íncipit “Cuando la causa busco del efeto”; III, “Soneto a vna sangría, del dicho”, íncipit “La mano que os dejó, de una sangría”; IV, “Soneto, del dicho”, íncipit “La diosa que fue en Francia celebrada”). El manuscrito completo ha sido publicado recientemente (Cancionero sevillano); los poemas de Terrazas se transcriben en las págs. 258-260. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 14 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste15 [a las Flores], es decir, hacia 1550-1560, y debió copiarse… entre 1560 y 1570 (Cancionero sevillano) 2. La Epístola de Terrazas aparece también, sin atribución, en el Cancionero de poesías varias (ms. nº 617 de la Biblioteca Real de Madrid, ff. 296r-297v), 3 que probablemente se terminó de compilar entre 1568 y 1571. Entre la versión de este manuscrito y la del de Toledo hay algunas variantes que anotamos en la transcripción del texto (infra). *** La epístola es un género de venerable antigüedad, tanto en su sentido de “carta o misiva que se escribe a alguien”, cuanto, más sorprendentemente, en el de “composición poética en que el autor se dirige o finge dirigirse a una persona real o imaginaria”. Claudio Guillén, en un artículo imprescindible para la comprensión del género (1986, 101-127) cita diversos ejemplos de “esta imitación de la carta por la carta”, practicada “desde los orígenes de la civilización mediterránea”. La retórica del género epistolar aplicada a la epístola en prosa (si bien la contaminación entre ella y la epístola en verso es notoria) fue considerablemente desarrollada en la Edad Media (Murphy, passim) 4. Ya Hugo de Bolonia, Rationes dictandi prosaice (h. 1119-1124) declara que hay dos tipos de género epistolar, el prosaico y el métrico: videlicet prosaicum, alterum quod vocatur metricum, y aunque solo trata del prosaico, establece que hay en ellos las siguientes partes: (salutatio), exordium, narratio, conclusio. Otros tratadistas de la época establecen cinco partes: i) salutatio: expresión de cortesía que conlleva un sentimiento amistoso, con independencia del rango social de las personas de que se trate. ii) captatio benevolentiae: ordenación adecuada de las palabras para influir con eficacia en la mente del receptor. iii) narratio: informe de la materia en discusión, de manera clara y ordenada; en la cual se puede distinguir narraciones sencillas (exposición 2 Como indican los editores de la obra (18) “La fecha de 1560 y la diferencia generacional que se percibe con respecto a Flores de baria poesía fueron señalados por” José Manuel Blecua (Blecua, passim). 3 Cito por la edición moderna, en que la epístola en cuestión aparece con el número de orden 429 (Cancionero de poesías varias 455-458). 4 V. esp. “Ars dictaminis: el arte epistolar” (202-274), algunas de cuyas noticias resumo en los dos párrafos siguientes. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 15 15-11-13 9:21 16 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de un solo asunto) y complicadas (cuando abarca diversas materias), que pueden referirse al pasado, al presente o al futuro. iv) petitio: parte dedicada a la petición de algo, que puede ser suplicatoria, didáctica, conminativa, exhortativa, incitativa, admonitoria, de consejo autorizado, reprobatoria o directa. v) conclusio: pasaje con que termina la carta y que puede resumir los temas tratados en la narración para que queden impresos en la memoria del destinatario. La pervivencia de la dispositio general de la epístola hasta los Siglos de Oro españoles se hace patente en Luis Alfonso de Carballo, quien en 1602, en el Capítulo XXV de su Cisne de Apolo (“De las Epístolas o Cartas misivas”), anota que el orden que se puede seguir para escribirlas es: El arbitrario como de ordinario suelen hazer los Poetas. Mas si algún modo y orden quieren guardar en algunas epístolas graues, diuidirá la carta en quatro partes, en Exordio, Proposición, Confirmación, y Fin. En el Exordio se procura ganar la voluntad de la persona a quien escriue. En la Proposición se propone lo que se pretende con la carta. En la Confirmación traeremos razones y causas para poder alcançar y conseguir lo que se pretende. Y en el Fin comprehender lo dicho en breue suma (Carballo II, 105-106). *** Durante el Renacimiento, el género epistolar había vuelto su mirada hacia la tradición clásica, dando origen a multitud de textos (prosaicos, poéticos y teóricos) entre los cuales Claudio Guillén distingue siete clases (Guillén 1986) 5. Todas las formas enumeradas por Claudio Guillén (acaso con la excepción de las agrupadas bajo el número 6) fueron cultivadas en la América virreinal si bien las conocidas hasta ahora (con la notoria excepción de las cartas vernáculas en prosa) no son numerosas. En lo que dice relación con las “epístolas poéticas” en lengua vernácula conviene observar que en la época hay una evidente contaminación entre epístola y elegía, que puede ya percibirse en la literatura latina y que se ve favorecida, aparte de otras razones quizás más significativas, en cuanto en 5 Carta neolatina en prosa; carta vernácula en prosa; epístola neolatina en verso; epístola poética en diversas lenguas vernáculas; teoría de la carta; manuales prácticos de escribir cartas; cartas insertas dentro de otros géneros. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 16 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste17 español la epístola y la elegía en verso adoptaron preferentemente la forma métrica de tercetos endecasílabos encadenados en una serie cerrada por una cuarteta, según el esquema ABA BCB CDC... YZYZ (en italiano terza rima, terzina incatenata o terzina dantesca, denominación esta última debida a que se encuentra documentada por primera vez en la Divina Commedia) 6. *** La epístola y la elegía no fueron géneros muy frecuentados en los primeros tiempos de la América virreinal. El manuscrito de Flores de baria poesía (recopilado en 1577, como queda dicho) contiene doce composiciones tituladas “epístolas”, todas ellas escritas en tercetos encadenados. Se cuentan además otros nueve poemas en tercetos, titulados “elegías”. Ahora bien, de ese total de veintiuna composiciones, no hay ninguna atribuida a un autor del Nuevo Mundo. Entre las manifestaciones de la epístola poética en la Nueva España, anteriores al siglo XVII, habría que incluir, además, la “Epístola al Licenciado Laurencio Sánchez de Obregón, Primer Corregidor de Méjico. Descríbese el asiento de la ciudad, el trato y costumbres de la tierra, y condiciones de los naturales della”, que está incluida en la Rimas de Juan de la Cueva, nacido y muerto en España (ca. 1543 - ca. 1610), pero que residió en México entre 1574 y 1577, lugar en que escribió dicha epístola, aparentemente a poco de su llegada. También la “Epístola al insigne poeta Hernando de Herrera”, de Eugenio de Salazar y Alarcón (¿1530-1602?), igualmente español, que vivió en México entre 1581 y 1598. Por otra parte, Gutierre de Cetina, poeta español que vivió en México, compuso numerosas epístolas y tradujo, antes de 1560, en tercetos, dos Heroidas de Ovidio: la de Penélope y la de Filis; además se le atribuye la de Dido a Eneas, pero ésta ha sido atribuida también a otros autores7. *** Los tercetos encadenados endecasílabos fueron utilizados por primera vez en español por Boscán, en dos epístolas y en las poesías morales a las que llamó ‘capítulos’ (ya que, en época posterior al Dante, un poema en tercetos encadenados se denominó en italiano capitolo ternario, o simplemente capitolo o ternario). Claudio Guillén (1995, 34-39) comenta la impronta ovidiana en la mixtura entre elegía y epístola, respectivamente, en Tristia y Epistulæ ex Ponto. 7 Sobre la epístola poética en la América Virreinal conviene consultar Sabat de Rivers 1992. 6 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 17 15-11-13 9:21 18 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Según sabemos, las cartas en verso, a partir del Renacimiento, suelen dividirse en dos grandes apartados (aunque la división permite algunos cruces y ambigüedades), ambos de origen latino: las epístolas de contenido moral y la carta de amores (que, si empleamos la nomenclatura pertinente de la lírica trovadoresca, puede adoptar la forma del singular escondich, o defensa de acusaciones; de mala cansó, en que se reniega del amor; o de simple salut d’amor). Las epístolas morales, llamadas habitualmente horacianas (puesto que el modelo principal son las epístolas de Horacio), están dirigidas comúnmente a un amigo distante y expresan la intimidad del poeta a partir de valores éticos ligados a la filosofía moral de la época; la epístola horaciana está cercana al sermo o sátira, si bien esta última no está dirigida a un corresponsal en particular 8. La epístola moral tuvo una considerable difusión en España, a partir de Garcilaso, durante toda la época áurea 9. También la epístola amorosa (más allá de sus antecedentes griegos) tiene modelos latinos; las Heroidas y las Epistulae ex Ponto de Ovidio son los principales, si bien Propercio y Tibulo cuentan también con numerosa descendencia. Paul Veyne, en un libro memorable, ha estudiado las características fundamentales de la elegía erótica romana y establecido, de paso, las diferencias con su descendencia moderna, entre las cuales no es la única, pero tampoco la menor, el que mientras que en la segunda, en general, se suspira en vano por las amadas, “las heroínas de nuestro romanos no fueron tan crueles”, ni eran damas nobles “a diferencia de su posteridad literaria” (Veyne 7). También en el resto de las características de la elegía erótica romana (que el mismo Veyne resume así: “pastoral en ropa de ciudad, identificación del hombre con su oficio de poeta, juego de espejos y de mentís con el lector, pasión gratamente patética…, ostentación del libertinaje y el humorismo,… empleo bastante particular de la mitología” (Veyne 163)), hay diferencias más o menos acentuadas entre los modelos romanos y la elegía (o la epístola) 8 Cfr., por ejemplo, Mateo Rosas de Oquendo, Sátira de las cosas que pasan en el Pirú, año de 1598, íncipit “Sepan cuantos esta carta”, que ironiza el encabezamiento de otro tipo de cartas de la época. 9 Para un admirable resumen de la historia de la epístola moral en España y de sus características, a partir de Garcilaso, ver Juan F. Alcina y Francisco Rico, “Estudio preliminar”, en Fernández de Andrada, esp.: XX-XXX. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 18 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste19 amorosa moderna. Pero ambas comparten una condición fundamental que no conviene perder de vista: son ficción, no “una tajada de la vida de nuestros poetas y de su supuesta amante”. *** La Epístola de Terrazas es una epístola poética en lengua vernácula, escrita en tercetos encadenados, acaso la primera debida a un autor nacido en América; es, además, una epístola amorosa de “efusión elegíaca”. Su texto, que transcribo del manuscrito (corrigiendo algún error de copia, modernizando la ortografía, puntuando, acentuando y resolviendo las abreviaturas según el uso actual, salvo excepciones significativas), es el siguiente: Epístola de Francisco de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste ver acabar en tanto discontento esta vida cansada, dura y triste, no puede ser que no te dé contento 5 saber, después que en esta carta veas, el punto en que me tiene mi tormento. Suplícote, señora, que la leas, pues ha de ser el fin de importunarte y no dudes que ves lo que deseas. Muy bien puedes echar penas aparte 10 y en verme haber venido a tal estado de ser más enojada asigurarte, si acaso no te enojo en que he llegado al extremo del mal que me buscaste 15 y en que he, con lo que quieres, acertado. Alégrate, si nunca te alegraste, con mi memoria; pues la causa nueva te da cuantos efectos deseaste. No pienses que te escribo porque mueva 20 tu fiero corazón el dolor mío, que ya de su dureza ha hecho prueba, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 19 15-11-13 9:21 20 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 mas porque en ver mi carta yo confío (qué digo confiar, que desespero; aquí conoscerás que desvarío), confío que en sabiendo como muero 25 has de quedar, señora, tan contenta cuanto quejoso yo en no ser primero. Quisiera, ya que quieres que consienta mi mal, saber la causa que te hace 30 contino de mi muerte tan hambrienta. Porque, si por ventura satisface alguna culpa mía aquesta pena, no diga que es por sólo que te place. Mas es de razón cosa muy ajena 35 buscar en tu querer yo más razón que saña y desamor que me condena. ¡Oh, cuántas veces vide en mi pasión tu libre voluntad, esquiva y dura, vestida con engaños de ocasión, 40 y viendo el fin de tanta desventura con falsas esperanzas sustentaba la vida ya deshecha de tristura! ¡Con cuántas conjeturas me engañaba (al menos procuraba de engañarme) 45 en tanto que el dolor más aquejaba! Mil veces, viendo ya desesperarme, dije: no puede ser que dure tanto, que no se acabe el mal con acabarme; esto me causa ahora nuevo espanto, 50 que no sé yo, muriendo, como vivo, si no es a pura fuerza de mi llanto. Ni siento ya qué digo ni qué escribo, mas hago aquí testigo al alto cielo de tanta sinrazón como rescibo. 55 Una cosa me daba algún consuelo y era creer que te contentarías con ver teñir mi sangre el duro suelo. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 20 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste21 Si es aquesto así, qué más porfías, qué más puedes querer, yo no lo siento, 60 habiendo visto ya lo que querías: mas muerte, ni dolor, ni sentimiento, jamás hartar pudieron tu deseo y menos acabar mi sufrimiento. Yo sé, señora, cierto; yo lo creo, 65 si vieses qué tal es mi triste vida en esta sepoltura en que me veo, que ya que esa alma fiera, endurescida, a compasión ninguna se moviese, al menos mi pasión sería creída. 70 Estoy adonde, ya que me muriese, irá el alma bien aventurada si lo que aquí por ti, por Dios sufriese; vivo una vida aquí desesperada, fuera del trato humano de la gente, 75 do solos muertos hacen su morada; querría el corazón del mal que siente dar cuenta, mas ni sabe ni podría: baste de ti, señora, estar ausente. Baste que se me acuerde que solía, 80 un tiempo venturoso, en solo verte ser otro del que ahora en alegría; baste que tardará poco mi muerte, aunque a la vida dice el esperanza que no me quieres ver por no dolerte. 85 ¡Qué buen imaginar, qué confianza, que en ti quepa dolor de mi cuidado, si buscas en mi muerte tu venganza! Huelga, pues llega ya aquel deseado tiempo en que desta triste sepoltura 90 seré para la tierra trasladado; adonde podrá ser que la tristura me deje, como en esta vida han hecho el bien, el alegría y la ventura. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 21 15-11-13 9:21 22 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Un solo dolor rompe ahora el pecho, 95 que es no te poder ver antes que muera. Mas aún espero haber otro provecho, que es que aunque tu saña no lo quiera, podrás pisar, pasando descuidada, la tierra do estará mi carne fiera. 100 Y esto hará mi alma descansada10. * * * Se trata de una carta (ficticia, naturalmente) que un amante dirige a su desdeñosa amada comunicándole la proximidad de su muerte, de resultas del infinito dolor que le produce su amor no correspondido. Ese dolor extremo determina, quizás, que el orden de esta epístola sea más ‘arbitrario’ que el que “de ordinario suelen hazer los poetas”. La salutatio (vv. 1-9) marca los rasgos generales que se van a desarrollar. El hablante se dirige a una dama (su ‘señora’, a quien tutea, según las convenciones del género), a la que ama desde hace tiempo (desde ‘siempre’, recalca el primer verso) sin haber sido jamás correspondido y a la cual se dirige ahora para comunicarle que al fin dejará de importunarla, lo que para ella será motivo de contento. El resto del exordio, que se extiende hasta el verso veintisiete, no hace sino explicitar las razones enunciadas: la carta no será un nuevo motivo de enojo para la amante desdeñosa (pues no es una nueva recuesta de amores, sino el anuncio de la muerte próxima del hablante11) y contiene una novedosa muestra de captatio 10 Las variantes entre la versión transcripta y la del Ms. 617 de la Biblioteca Real son las siguientes: v.2 ‘descontento’; v.3 ‘cansada, dura y triste’; v. 12 ‘asegurarte’; v. 15 ‘con lo que quieres acortado’; v.17 ‘con memoria, pues la caussa mía nueua’; v. 24 ‘conoçerás’; v. 3. ‘no digo’; v.34 ‘mas es razón que cassa muy agena’; v. 37 ‘vi’; v. 41 ‘vanas esperanças’; v. 49 ‘agora’; v.54 ‘rreçiuo’; v. 67 ‘endureída’; v. 71 ‘yría’; v. 74 ‘tracto’; v. 81 ‘agora’. A partir del verso 93 hay, en el ms. 617 un problema no sé si del manuscrito mismo (lo que es lo más probable) o de la transcripción; copio los versos 93-96 del ms. 617: ‘ques –no te poder ver antes que muera– / el bien, el alegría y la ventura. / Un solo dolor rrompe ahora el pecho, / ques no te poder ver antes que muera’. Desde el verso 96 de la versión transcripta (97 de los del ms. 617) los dos textos corren igual, pero el del ms. 617 termina en el 101, lo que delata su irregularidad. 11 De esta dolorosa circunstancia hay otros ejemplos en la poesía renacentista; cfr. por ejemplo el soneto de Diego Hurtado de Mendoza: “Hoy deja todo el bien un desdichado / a quien quejas ni llantos no han valido; / hoy parte quien tomara por partido / también de su vivir ser apartado. // Hoy es cuando mis ojos han trocado /el veros por un llanto dolorido; 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 22 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste23 benevolentiae, que sirve a la vez de proposición (vv. 19-27). Lo que viene a continuación bien puede considerarse como una petitio preliminar, que antecede a la narratio (vv. 28-30). La narratio misma (vv. 31-96) se refiere a ese solo asunto, al pasado, presente y futuro de su amor desgraciado y a la “saña y desamor” que lo condenan y que, se imagina, no cesarán ni aun tras la muerte. La conclusio ocupa los últimos cinco versos de la epístola (vv. 96-100), de los cuales el primero tiene una entonación irónicamente macabra (“Mas aún pienso haber otro provecho”). *** El motivo principal del texto es la muerte por amor que, a partir de antecedentes clásicos, se extiende desde la poesía trovadoresca, el dolce stil novo y el petrarquismo hasta los Siglos de Oro, pasando por el romancero y llegando hasta la época moderna. Los topoi principales de ese motivo en la Epístola de Terrazas incluyen, primero, el que el hablante se encuentre en un lugar “fuera del trato humano de la gente / do solos muertos hacen su morada” y, segundo, que imagine la propia muerte como remedio a sus males, topos este último que tiene, en el mexicano, un rasgo particular. El primero de los topoi mencionados, el del hablante que se retira a un lugar desierto para allí lamentarse de su sino (regularmente de su desventura amorosa), tiene una larga prosapia que puede remontarse, a lo menos en la tradición latina, hasta la segunda de las Bucólicas de Virgilio (que a su vez tiene ecos de los Idilios del poeta griego Teócrito, ca. 310 a. C.- ca. 260 a. C.): El pastor Coridón al lindo Alexis –delicias de su dueño– idolatraba sin cosa que esperar. Sólo podía del hayedo sombroso a la espesura volver cada mañana, y allí solo a monte y selva, en impotentes ansias, repetir estas rústicas querellas: // hoy vuestro desear será cumplido, / pues voy do he de morir desesperado. // Hoy parto y llego a la postrer jornada, / la cual deseo ya más que ninguna, / por verme en alguna hora descansada. // Y porque con mi muerte mi fortuna / os quite a vos de ser importunada / y a mí quite el vivir, que me importuna”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 23 15-11-13 9:21 24 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 ‘¿Con que no atiendes mi canto, Alexis? ¿No te apiadas, cruel? ¿Quieres que muera?’12 De los numerosos ejemplos del topos citaremos solo tres, en sentido inverso a su cronología. El más cercano a Terrazas es el de un soneto de Juan de la Cueva, el poeta sevillano que, junto con Gutierre de Cetina, tanta parte tuvo en Flores de baria poesía (Peña)13, aunque el soneto que sigue no figura en ese cancionero: Sálgome d’entre el trato de la gente14, voyme por bosques solos y apartados a llorar mi desdicha y mis cuidados, ya que quien es la causa no los siente. Y, como si ante mí fuera presente, le son todos por mí representados, los que presentes veo y los pasados, y los que a mi ocasión padezco ausente. Tomo venganza en mí de mi osadía, que fue mayor que la de Prometeo, anqu’el castigo no cual merecía. Muero viviendo, y vive mi deseo creciendo en más miserias cada día que males causó al mundo Epimeteo15. 12 Formosum pastor Corydon ardebat Alexin, / delicias domini, nec quid speraret habebat. / Tantum inter densas, umbrosa cacumina, fagos / adsidue veniebat. Ibi haec incondita solus / montibus et silvis studio iactabat inani. / “O crudelis Alexi, nihil mea carmina curas? / Nil nostri miserere? Mori me denique coges?”. Cito por la traducción de las ‘Bucólicas…’ de Aurelio Espinosa Pólit, en Virgilio, Obras completas. 13 Cetina ocupa también un lugar destacado entre los poetas recogidos en el Cancionero sevillano de Toledo: manuscrito 506, v. supra. 14 La coincidencia entre este verso y el de la Epístola de Terrazas “fuera del trato humano de la gente” podría indicar que el mexicano conoció el soneto de Juan de la Cueva; pero es justo indicar que se trata de un esquema de la expresión que tiene diversas antelaciones en la poesía española; por ejemplo, la de un soneto de Juan de Coloma recogido en el Cancionero general de obras nuevas nunca hasta aora impressa, 1554, cuyo primer cuarteto reza: “Por ásperos caminos desuiando, / triste me voy del trato de la gente / sospiros con mi voz ronca y doliente / en vano por el viento derramando” (que parece imitación del soneto petrarquesco que cito a continuación), o la de la Elegía V de Fernando de Herrera, “La soledad abraço y no m’aplaze / el trato de la gente; en el olvido / el cuidado mil cosas muda y haze”. 15 Obras de Ivan de la Cveva, BNM, R-13333, ff. 61v.-62. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 24 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste25 Este soneto parece ser imitación libre de otro, de Petrarca, que ocupa el lugar XXXV de Il Canzionere y dio ocasión a una serie de textos en las literaturas romances de los siglos XVI y XVII: Solo e pensoso i più deserti campi vo mesurando a passi tardi e lenti, e gli occhi porto per fuggire intenti ove vestigio uman l’arena stampi. Altro schermo non trovo che mi scampi dal manifesto accorger de le genti; perché ne gli atti d’alegrezza spenti di fuor si legge com’io dentro avampi: sì ch’io mi credo ornai che monti e piagge e fiumi e selve sappian di che tempre sia la mia vita, ch’è celata altrui. Ma pur sì aspre vie né sì selvagge cercar non so ch’Amor non venga sempre ragionando con meco, et io co llui16. Lía Schwartz, en un artículo dedicado a rastrear la recepción que las elegías de Propercio (ca. 50 a. C.- ca.15 a. C.) tuvieron en el Renacimiento y, especialmente, en los poetas españoles del siglo XVI (Schwartz Lerner, passim); y señala que este soneto acaso esté inspirado por la elegía I, 18 del latino, especialmente por su primer verso, que “debe haberle parecido muy sugerente a Petrarca, porque expresaba una idea afín a la de su propia concepción del sujeto-amante”. El poema de Propercio comienza con los siguientes versos: En verdad solitario y discreto es este lugar para lamentos, y en el bosque vacío reina la brisa del Céfiro. 16 La versión de Garcés (soneto 28, ff. 17v.) traduce: “Con tardos pasos solo voy midiendo / pensativo los campos más desiertos, / y los ojos contino llevo abiertos, / por de humanos encuentros ir huyendo. // Que otro medio no veo, ni aun entiendo, / como pueda escapar de indicios ciertos, / porque en mis actos de alegría muertos / se lee fuera que voy dentro ardiendo: // De tal modo que pienso, antes lo digo / que no hay parte del mundo que no tenga / de mi triste vivir noticia cierta. // Y hora poblada sea, hora desierta, / ninguna entiendo que hay donde no venga / de mis cosas tratando Amor conmigo”. El soneto de Petrarca no es citado, al hablar de Juan de la Cueva, por Fucilla. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 25 15-11-13 9:21 26 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Aquí puedo expresar impunemente mis ocultos sufrimientos, si es que los peñascos desiertos pueden guardar secretos17. y concluye: Me he acostumbrado a soportar temeroso los mandatos todos de esa altiva, y a no lamentar con gritos de dolor sus desmanes. A cambio de esto lo que se me da son fuentes divinas y fría roca y duro descanso en inhabitados senderos; y todo lo que pueden contar mis quejas estoy obligado a decirlo solo a las canoras aves. Pero seas como seas, que las selvas me hagan oír en eco ‘Cintia’ y que no estén privados de tu nombre los peñascos18. En ese lugar solitario, el hablante se queja de la altanería de su amada y del desdén que ahora le muestra, desdén cuyos motivos no puede adivinar y le acongoja, aunque no lo lamente “con gritos de dolor”. *** Ahora bien, entre los posibles modelos mencionados y la Epístola de Terrazas hay, como habrá observado el lector, diferencias notorias. La primera es que mientras los hablantes de Virgilio, de la Cueva, Petrarca y Propercio parecen haberse retirado del mundo transitoriamente, para sufrir en silencio y en soledad el desamor de sus amantes, el remitente de la ficticia carta de Terrazas parece ser un ‘desarraigado’ esto es, como define la Academia, “Dicho de una persona: Que ha perdido los vínculos afectivos o culturales con su país, familia”. Observemos que Autoridades daba para ‘desarraigar’ en la segunda de las tres acepciones que recogía, a las cuales remitían ‘desarraigado’, la siguiente: “Metaphoricamente se toma en lo moral por extinguir y extirpar alguna cosa del todo”, y la autorizaba, entre otras, con una cita de Fray Luis de León, “Nomb. De Christ, en el de Amado. Es tan grande este amor que “Haec certe deserta loca et taciturna querenti, / et vacuum Zephyri possidet aura nemus. / hic licet occultos proferre impune dolores, / si modo sola queant saxa tenere fidem”; cito por Propercio, Elegías. 18 “omnia consuevi timidus perferre superbae / iussa neque arguto facta dolore queri. / pro quo divini fontes et frigida rupes / et datur inculto tramite dura quies; / et quodcumque meae possunt narrare querelae, / cogor ad argutas dicere solus aves. / Sed qualiscumque es, resonent mihi “Cynthia” silvae, / nec deserta tuo nomine saxa vacent” (Propercio). 17 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 26 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste27 desarraiga de nosotros qualquiera otra afición”. El hablante de la epístola de Terrazas es, pues, doblemente desarraigado: extraño en un mundo desolado, el amor por su amante desdeñosa le priva de cualquier otra afición. A ello, acaso, podría atribuirse la segunda diferencia entre los textos citados y el de Terrazas. Mientras en su apartamiento temporal del mundo los hablantes de los primeros se encuentran en lo que podría denominarse un locus amœnus (hayedos umbrosos; bosques solos y apartados; monte y río, ribera y selva; fuentes divinas y canoras aves), en el mexicano no hay mención alguna de la naturaleza, aunque ésta se puede suponer hostil e inhabitada: Estoy adonde, ya que me muriese, irá el alma bien aventurada si lo que aquí por ti, por Dios sufriese; vivo una vida aquí desesperada, fuera del trato humano de la gente, do solos muertos hacen su morada (vv. 70-75). Es justamente esa desesperación la que parece mayor en Terrazas que en sus posibles modelos y el propio hablante se encarga de expresar, con ambigüedad, el temple de ánimo que tiñe todo el texto: “Ni siento ya qué digo ni qué escribo” (v. 52). La oposición fundamental que se establece entre ‘esperanza’ y ‘desesperación’ es común en el género, y, en general el anthiteton (i.e., “la contraposición de dos res opuestas” que puede “expresarse lingüísticamente mediante palabras aisladas, grupos de palabras o frases enteras”, Lausberg §787) es un recurso presente en la poesía occidental desde la antigüedad clásica hasta nuestros días, si bien su uso se extendió notoriamente a partir de los poetas provenzales, de quienes lo tomó Petrarca que en Il Canzoniere hace de él un uso constante19. Pero ese lugar común (que da lugar, en la Epístola de Terrazas, a una serie de otras antítesis) tiene, también y sin embargo, una torsión especial en el mexicano, que potencia la desesperación y determina que lo escrito esté, desde sus inicios, marcado por la convicción de la muerte próxima y el convencimiento de que ella habrá de complacer a la cruel amante a que se dirige. *** 19 Así por ejemplo, el quizás más conocido soneto de Petrarca, el CXXXIV (íncipit “Pace non trovo e non ho da far guerra”), está construido sobre una serie de antítesis. Sobre el uso del anthiteton en la poesía española de los Siglos de Oro, v. Mayoral 227-265. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 27 15-11-13 9:21 28 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Imaginar la propia muerte como fin de los males de amor (el segundo de los topoi presentes en la Epístola de Terrazas), se encuentra en numerosísimos textos desde la antigüedad clásica hasta las literaturas modernas, con diversas variantes que van desde el pensamiento no realmente vivido, que el propio hablante desecha prontamente (“La vida huyo y al morir he miedo, / y al cabo de rüin sé que no muero, / y en esto yo de mi quexoso quedo”, dice Boscán en una epístola famosa; Boscán 339-348), hasta el suicidio por amor, imaginado o realizado20. A la constelación general de las variantes del topos podría agregarse otra, igualmente de origen clásico, que en apariencia es su contraria, pues pretende que las congojas del amor no terminan con la muerte. De sus abundantes ejemplos el más renombrado, sin duda, es el del soneto de Quevedo al que se conoce con el nombre mismo del tópico: Amor constante más allá de la muerte, de cuyo terceto final su cuerpo dejará, no su cuidado serán cenizas, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. Borges observó: No pocas veces el punto de partida de Quevedo es un texto clásico. Así, la memorable línea (Musa, IV, 31): Polvo serán, más polvo enamorado es una recreación, o exaltación, de una de Propercio (Elegías, I, 19): Ut meus oblito pulvis amore vacet (Borges 61). La elegía de Propercio invocada por Borges imagina como más doloroso para el amante que la propia muerte, el que ella se produzca cuando su amor no sea ya correspondido, o dé ocasión a un dolor fingido. Rezan sus primeros versos: No siento miedo ahora, Cintia mía, de los sombríos Manes y no me preocupan los hados debidos a la pira final; V. infra. 20 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 28 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste29 pero el que acaso mi entierro carezca de tu amor, éste es un temor más cruel que las mismas exequias 21. Y, tras algunas referencias mitológicas, recalca: Allí, sea yo lo que sea, siempre se me dirá imagen tuya; un gran amor traspasa incluso las riberas de la muerte 22, para concluir: ¡Ojalá puedas tú, viviendo, sentir todo esto en mis cenizas!, entonces para mí en ningún lugar sería amarga la muerte. ¡Cómo temo que a ti, Cintia, despreciando mi sepulcro, te arranque de mis restos, hostil a mí, Amor, y te obligue a secar a la fuerza tus deslizantes lágrimas! Se doblega a amenazas asiduas una amante aunque sea fiel. Por esto, mientras podamos, gocemos nosotros amándonos: Con ninguna duración es bastante largo un amor 23. De suerte que en dos elegías correlativas de Propercio (I, 18 y I, 19, que forman parte de una trilogía dedicada a Cynthia, que concluye en I, 20) se encuentran los dos topoi principales del poema de Terrazas: el que el hablante se encuentre en un lugar “fuera del trato humano de la gente / do solos muertos hacen su morada” y el que imagine su propia muerte. Pero de ello no puede deducirse que el mexicano tuviese como modelo al poeta de Urbino (por más que este fuese ampliamente conocido en los Siglos de Oro españoles24), puesto que los dos tópicos se encuentran unidos en otros textos. *** “Non ego nunc tristis vereor, mea Cynthia, Manis, / nec moror extremo debita fata rogo; / sed ne forte tuo careat mihi funus / amore, hic timor est ipsis durior exsequiis”, Propercio 222-224, vv. 1-4. 22 “Illic quidquid ero, semper tua dicar imago: / traicit et fati litora magnus amor”. Propercio 222-224, vv. 11-12. 23 “quae tu viva mea possis sentire favilla! / tum mihi non ullo mors sit amara loco. / quam vereor, ne te contempto, Cynthia, busto / abstrahat a nostro pulvere iniquus Amor, / cogat et invitam lacrimas siccare cadentis! / flectitur assiduis certa puella minis. / Quare, dum licet, inter nos laetemur amantes: / non satis est ullo tempore longus amor”. Propercio 222-224, vv. 19-26. 24 Schwartz, indica las ediciones de Propercio que pueden haber leído los poetas españoles en el siglo XVI: “La editio princeps de las Elegías fue impresa anónimamente 21 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 29 15-11-13 9:21 30 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Entre ellos en uno famosísimo, que ha sido denominado “la più bella elegia ovidiana dell’esilio” (Argenio), esto es, la tercera del tercer libro de Tristium de Ovidio. Ovidio, por razones no del todo claras, fue relegado por Augusto, el año 8 de nuestra era, a Tomis, lugar periférico del Imperio Romano en el noreste de Europa, cerca de la desembocadura del Danubio en el Mar Negro, territorio habitado por getas y sármatas, gente bárbara a juicio del poeta. Aunque en Roma la relegación no privaba de los derechos de ciudadano, no por ello dejaba de ser un destierro que Ovidio sintió (quizás exageradamente) en toda su crudeza. En ese destierro escribió las elegías de Tristium y Epistulae ex Ponto que documentan su desolación. El tercer libro de Tristium fue escrito en el año 10 (y es, por consiguiente, posterior a las elegías citadas de Propercio que datan del 28 a. C.) y está formado por catorce poemas; el que nos ocupa (III, 3) adopta la forma de una epístola a su esposa, en la que, tras una doliente salutatio, el poeta describe las aborrecibles circunstancias en que vive: ¿Qué ánimo piensas que tengo, postrado en una horrenda región entre los saurómatas y los getas? No soporto el cielo ni me acostumbro a esas aguas, y no sé de qué modo no me gusta la propia tierra. La casa no bastante apta, la comida aquí inadecuada para el enfermo, nadie, que alivie mi dolencia con el arte de Apolo, no hay ningún amigo que me consuele, ni que entretenga charlando conmigo el lento transcurrir del tiempo. Yazgo extenuado entre los pueblos y los lugares más remotos y ahora me viene en mi padecimiento todo lo que está lejos25, en Venecia, en 1472 y en el mismo año, según Reynolds, apareció una edición conjunta de la poesía de Propercio, Catulo y Tibulo, de la que derivan otros incunabula del siglo XV. Como sabemos, las obras de Catulo, Tibulo y Propercio se difundieron principalmente en las ediciones conjuntas que fueron ofreciendo las prensas venecianas de Aldus Manutius desde las primeras décadas del siglo XVI….”. Agreguemos que Maurer, nota 33, sugiere que “la pesadilla de Terrazas ([el soneto íncipit] ‘Soñé que de una peña me arrojava...’), recuerda una elegía de Propercio (II: XXVI)”. 25 “Quem mihi nunc animum dira regione iacenti / inter Sauromatas esse Getasque putes? / Nec caelum patior, nec aquis adsueuimus istis, / terraque nescio quo non placet ipsa modo. / Non domus apta satis, non hic cibus utilis aegro, / nullus, Apollinea qui leuet arte malum, / non qui soletur, non qui labentia tarde / tempora narrando fallat, amicus adest. / Lassus in extremis iaceo populisque locisque, / et 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 30 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste31 y prevé que en esa tierra inhóspita tendrá lugar su cercana muerte, lejos de su patria y de su esposa, a quien extraña como a nada: ¡Por consiguiente moriré ya lejos en una costa desconocida y mi destino llegará a ser triste por el propio lugar; y mi cuerpo no languidecerá en el lecho acostumbrado ni habrá nadie que me llore de cuerpo presente; ni por las lágrimas de mi esposa cayendo en mi rostro se añadirá un poco de tiempo a mi vida; ni dejaré mi última voluntad, ni con la última llamada una mano amiga cerrará mis ojos desfallecientes; sino que sin funerales, sin las honras del sepulcro, una tierra bárbara cubrirá esta cabeza no llorada!26 Tras lo cual imagina el dolor que su muerte causará a su esposa e incluye lo siguientes versos: Ahora, si puedes –pero no puedes, ¡oh la mejor de las esposas!–, alégrate de que con la muerte se me terminen tantas desgracias 27 , curiosamente semejantes (aunque de signo inverso) a los versos 16-18 de la Epístola de Terrazas: Alégrate, si nunca te alegraste, con mi memoria; pues la causa nueva te da cuantos efectos deseaste. El poema de Ovidio concluye con el ruego de que sus restos sean trasladados a Roma y enterrados allí (fuera del recinto amurallado, pues todos los entierros estaban prohibidos en tal lugar), con un epitafio que él mismo indica: subit adfecto nunc mihi, quicquid abest”. Cito por la traducción de Eulogio Baeza Angulo de Ovidio 82-85. 26 “Iam procul ignotis igitur moriemur in oris, / et fient ipso tristia fata loco; / nec mea consueto languescent corpora lecto, / depositum nec me qui fleat, ullus erit; / nec dominae lacrimis in nostra cadentibus ora / accedent animae tempora parua meae; / nec mandata dabo, nec cum clamore supremo / labentes oculos condet amica manus; / sed sine funeribus caput hoc, sine honore sepulcri / indeploratum barbara terra teget!”. 27 “ Nunc, si forte potes (sed non potes, optima coniunx) / finitis gaude tot mihi morte malis”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 31 15-11-13 9:21 32 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Sin embargo, procura que mis huesos sean guardados en una urnita: así, muerto, no seré ya un desterrado (nadie prohíbe esto: una hermana tebana, aunque lo vetaba el rey, dio sepultura a su hermano muerto) y mézclalos con hojas y polvo de amomo e inhúmalos en un suelo de las afueras de Roma; y para que el viajero de mirada apresurada los lea, graba en grandes caracteres sobre el mármol del túmulo estos versos: aquí yazgo yo, el poeta Nasón, cantor de tiernos amores, que perecí por mi propio talento. Pero a ti, caminante, quien seas, si amaste, no te pese decir: ¡que los huesos de Nasón reposen en paz! Esto basta en el epitafio: pues mis libritos son para mí el mayor y más perdurable monumento, en los que yo confío, aunque me dañaron, que otorgarán a su autor fama e inmortalidad 28. La epístola de Ovidio reúne los dos topoi de la de Terrazas, pero en el latino la previsión de la propia muerte nace no del amor no correspondido, como en el mexicano, sino del propio exilio. Por otra parte, el destinatario de la primera es identificado (la esposa del poeta) en tanto el de la segunda no. Y el mismo remitente es expresamente, en Ovidio, el propio autor, mientras en Terrazas el hablante es anónimo. Esas tres diferencias hacen que la epístola ovidiana pueda leerse como más verosímil que la que nos ocupa29. Creo, sin embargo, que Terrazas tuvo en mente (entre otros modelos posibles) Tristium III, 3, para la composición de su Epístola. No solo por el general tono de desesperación que tiñe una y otra, sino porque algunos lugares comunes y la dispositio general de ambas, cambiando lo que haya que cambiar, es extremadamente semejante y culmina en la conclusio de ambos poemas. *** 28 “Ossa tamen facito parua referantur in urna: / sic ego non etiam mortuus exul ero. / (non uetat hoc quisquam: fratrem Thebana peremptum / supposuit tumulo rege uetante soror) / atque ea cum foliis et amomi puluere misce, / inque suburbano condita pone solo; / quosque legat uersus oculo properante uiator, / grandibus in tituli marmore caede notis: / hic ego qvi iaceo tenerorvm lvsor amorvm / ingenio perii Naso poeta meo; / at tibi qvi transis ne sit grave qvisqvis amasti / dicere Nasonis molliter ossa cvbent / hoc satis in titulo est: etenim maiora libelli / et diuturna magis sunt monimenta mihi, / quos ego confido, quamuis nocuere, daturos / nomen et auctori tempora longa suo”. 29 Por más que el exilio mismo de Ovidio haya sido puesto en duda (Fitton Brown) y que las circunstancias atroces de aquél parecen haber sido, en todo caso, exageradas por el poeta. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 32 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste33 Cierto es que, a primera vista, la conclusión de los dos textos parece muy diversa. Mientras en el poema de Ovidio se señala el epitafio que habrá de colocarse sobre sus restos (y aun el lugar en que estos deberán ser depositados), una vez cumplida su muerte, en el poema de Terrazas solo se indica que su desdeñosa amante podrá pisar “pasando descuidada, / la tierra do estará [su] carne fiera”, lo que hace suponer que la tumba no estará ni identificada ni en lugar conocido. Estos detalles macabros nos permiten pensar que el hablante de la Epístola de Terrazas morirá por suicidio, lo que por otra parte está enunciado veladamente en los versos Una cosa me daba algún consuelo y era creer que te contentarías con ver teñir mi sangre el duro suelo (vv. 55-58). *** El suicidio por amor es un esquema del pensamiento y de la expresión abundante en la poesía clásica. Fernando Navarro Antolín (Navarro, passim) ha estudiado este motivo en los elegiacos, citando una abundante bibliografía e invocando una gran cantidad de ejemplos que se remontan a la obra de Homero y entre los que se incluyen varios de Ovidio y de Propercio. Navarro Antolín establece tres amplios grupos en los cuales pueden ordenarse los múltiples casos del motivo: A) como testimonios de fides et amor… suicidios cometidos: a) bien para salvar a la persona amada; b) bien para acompañar o no sobrevivir a la persona amada en su muerte; B) como remedia amoris acerbi… suicidios perpetrados por desesperación; C) los que atañen al pudor et castitas… suicidios cometidos: a) bien para expiar una impiedad cometida; b) bien para lavar una deshonra recibida. Y explica que la civilización romana fue sumamente tolerante con el suicidio, que las leyes no castigaban al suicida, que el suicidio era “incluso visto como el acto supremo de libertad, como un testimonio” de valor y de dignidad, y que la frecuencia de suicidios “registrados entre los siglos I a. C. y I d. C. dentro las clases dirigentes invita a pensar en una libido moriendi característica de la idiosincrasia romana” (Navarro, passim). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 33 15-11-13 9:21 34 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 En cambio, como se sabe, en la tradición católica (al menos desde el siglo VI con las prescripciones de San Gregorio de Tours sobre los cementerios y los rituales mortuorios), solo los bautizados podían ser enterrados en un camposanto, y aun habiendo recibido el primer sacramento, los herejes, los excomulgados, los criminales y los suicidas estaban excluidos de aquel beneficio30. Esa tradición era la seguida en España en el siglo XVI y había sido trasplantada al Nuevo Mundo con la conquista 31. Si, en verdad, la Epístola de Terrazas tiene parcialmente como modelo la de Ovidio, la elección de una muerte que lo excluirá de un entierro canónico (esto es, el suicidio, así sea como remedia amoris acerbi), puede nacer, bien de una mala intelección de los versos finales del poema del latino, bien de una premeditada variación patética de ellos. Sea como fuere, el hablante de Terrazas no aspira a que su cadáver sea inhumado en un lugar determinado, ni a un perdurable monumento que lo recuerde. Llevando el orgullo de su amor inextinguible a límites luciferinos, cree que su alma solo descansará en paz cuando su amante pise la tierra que cobije sus restos. *** Corrijamos lo que acabo de escribir: el remitente de la Epístola de Terrazas pretende que su cadáver sea inhumado en un lugar anónimo, no canónico: quiero decir, fuera de las normas y preceptos generales, y fuera de los cánones eclesiásticos. Esto es, en un lugar no sagrado. No utilizo esa fórmula inocentemente. ‘No me entierren en sagrado’ es un motivo folclórico cuya presencia en el romancero hispánico se encuentra en multitud de textos de España, Portugal e Hispanoamérica, al menos desde el siglo XVI, y creo 30 Es más, si atendemos al Marqués de Santillana, no era propio de un caballero el suicidarse. Así se sigue del V de sus “Sonetos fechos al itálico modo”, en el cual “el actor fabla en nombre del Infante Don Enrique, é muestra cómo se quexa por la muerte de la señora Infante, doña Catalina, su mujer; é diçe que non solamente al çielo é perturable gloria la quería conseguir, donde él se cuyda é ha por dicha ella yva, segund la vida é obra suyas, mas aun al infierno ó malino çentro, si por aventura dado le fuesse ferirse él mismo é darse á la muerte por golpe de fierro, ó en otra qualquiera manera”; el soneto (íncipit “No solamente al templo divino”) dice en el segundo cuarteto: “Mas al abismo é çentro malino/ Te seguiría, si fuesse otorgada/ Á caballero, por golpe ferrino,/ Cortar la tela por Cloto filada” (López de Mendoza). 31 Para ampliar estas modestas noticias puede consultarse, entre otros, a Rodríguez Álvarez. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 34 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste35 percibir un eco de él en la elegía de Terrazas. Según Diego Catalán, la más antigua documentación del texto es la del romance trovadoresco: “Si se está mi coraçón”, incluido en un pliego suelto titulado Aqui se contienen doze Romances de amores muy sentidos...; [y] aunque el pliego sólo nos es conocido en una reedición tardía (hecha “En Granada en casa de Hugo de Mena. Año de mil y quinientos y setenta”), debió haber sido creado a principios del siglo XVI, dada la selección de textos poéticos que lo forman (Catalán 1997, 291-306). Antes de esa reedición, el romance había aparecido en otras recopilaciones. En Martín Nucio, Cancionero de romances en que están recopilados la mayor parte de los romances castellanos que fasta agora se han compuests, Amberes, ¿1548?, que fue reimpreso en 1550 (hay edición moderna, Biblioteca Castro, 2004); en la tercera parte de la Silva de varios romances, publicada en Zaragoza en 1551, que reproduce muchos de los textos del Cancionero de romances, y que solo conozco por referencias (Silva 1551-1552)32; en la Flor de enamorats, compilada y editada por el librero-poeta valenciano Juan de Timoneda, Valencia, con toda probabilidad en 1556, pero hoy perdida33; en la Silva de varios Romances agora nuevamente recopilados, impresa por Jaime Cortey en Barcelona, en 1561 (y en una reimpresión de esa obra, ca. 1570); y, finalmente, en la Flor de enamorados impresa en Barcelona por Claudi Bornat, 1562, que reproduce el libro de Timoneda (Flor de enamorados). Sea como fuere, “entre las fórmulas discursivas extensas del romancero tradicional no hay otra tan universal y acomodaticia” (Catalán 1997, 291) como la constituida por los versos de aquel antiguo romance, cuyo texto Diego Catalán establece así: 32 Tomo la mayor parte de estas noticias de la reedición facsimilar de Silva 1953 y de Rodríguez-Moñino, que hace un exhaustivo estudio de las ediciones de la Silva. 33 Josep Romeu i Figueras descubrió un documento fechado el 27 de enero de 1556, por el cual se concedía privilegio al poeta y librero valenciano Joan de Timoneda para imprimir en exclusiva, por seis años, un libro llamado Flor d’enamorats, cuyo contenido (según el privilegio) coincide con el del libro de Bornat publicado en Barcelona en 1562 (v. infra); v. Josep Romeu i Figueras. Con esos antecedentes, Diego Catalán (“El romancero medieval”) concluye que cree “evidente que Bornat lanzó en 1562 su edición porque ese año se acababa el privilegio de Timoneda y, por lo tanto, que la edición príncipe de la Flor de enamorados es de 1556 y valenciana (como, por otra parte, parecía indicar su propio contenido)”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 35 15-11-13 9:21 36 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Si se está mi coraçón circuydo de passión, tristes de mis pensamientos al vno llaman Desdicha, al otro Gran Desconsuelo, que una señora que siruo Y, si yo muero de amores, hagan me la sepultura y dirán todas las gentes: No murió de calentura mas murió de mal de amores, en vna silla assentado, de firmeza coronado que le tenían cercado: al otro llaman Cuydado, para mí desconsolado, mis seruicios ha olvidado. no me entierren en sagrado, en un verdezico prado “¿De qué murió el desdichado? ni de dolor de costado, que es vn mal desesperado. (Catalán 1997, 306) *** El motivo fundamental de este romance, el que un hombre que va a morir pida ser enterrado en un prado, de suerte que la gente pueda saber que murió de mal de amores34 no es, exactamente el motivo de la conclusio de la Epístola de Terrazas. En ésta, el que va a morir ni siquiera desea que la gente sepa que está enterrado en donde lo esté (sin los letreros u otras señas identificadoras, que abundan en los romances que recogen el motivo), ni tampoco que se sepa que murió de mal de amores: como sabemos, su única aspiración es lograr que su alma descanse al fin cuando su amada, por descuido, pise ese lugar. 34 Esto es, el signado como T81.0.5 en Thompson. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 36 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste37 Tal variación no desdice la posible raigambre popular del tópico, pues las contaminaciones y variaciones significativas son propias de la transmisión del motivo folclórico. De hecho, en las distintas versiones de romances que presentan el conocido como ‘no me entierren en sagrado’ hay una gran cantidad de ellas, que incluyen la causa de la muerte, el afectado por ésta, el lugar elegido para la sepultura, las señas que la han de identificar y el destinatario que habrá de reconocerlas, aparte de otros detalles35. Podría pensarse, con todo, que la conclusio de la Epístola de Terrazas difumina el motivo popular que la inspira para adecuarlo al tono general del poema. Si los detalles faltan, el hablante del poema de Terrazas expresa, en cambio, su deseo de que la amada desdeñosa, aunque su saña no lo quiera, ‘pise’ “pasando descuidada, la tierra do estará [su] carne fiera”. Curiosamente, varios de los romances que contienen la fórmula “no me entierren en sagrado”, agregan una circunstancia significativa: “[entiérrenme en prado verde]/ donde me pise el ganado”, con la variante “donde no pise el ganado” (y hasta, excepcionalmente, “donde pisen mis soldados”), que alternan con “donde pace [o ‘pasta’ o ‘pasture’] mi [o ‘el’] ganado”, o “donde no pace [o ‘pasta’, o ‘pazca’, o ‘pazga’] el ganado” y también “donde no pase ganado”; circunstancias que en algunos ejemplos conviven: “pa que me pise la gente / y me pazcan los ganados”, y también “donde me pisen las damas / y me pazcan los ganados”, o “donde me pisen las damas / y paseen los ganados”36; hay también otras numerosas variantes: “donde me trille el ganado”, “donde transite el ganado”, y alguna curiosa, como “ponedme en un verde campo / donde paceré a mi agrado”, etcétera37; explicables, naturalmente, por la Así, el que muere puede hacerlo por mal de amores o por otras causas (por ejemplo, por la cornada de un toro bravo); puede ser un pastor, un soldado o desempeñar otro oficio; puede elegir un lugar determinado o no para que se le entierre; pretender que ese lugar sea identificado por un letrero o por otras señas (dejando sus cabellos afuera; dejando sus armas sobre la sepultura; o, como en la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer, “La promesa”, dejando una mano fuera de la tumba, etc.), para que lo reconozca su amada, o su madre, o simplemente “todas las gentes”. Oscar Hahn, poeta chileno contemporáneo, en su Flor de enamorados (Hahn), que contiene “Transcripciones y recreaciones a partir del cancionero anónimo medieval ‘Flor de enamorados’, impreso en Barcelona por la casa Claudi Bornat, en año 1562”, incluye una recreación del romance citado. 36 Observemos, marginalmente, que el hablante de la epístola de Terrazas imagina que su dama ‘pasa’ por, y ‘pisa’ su ignota sepultura. 37 Muchos de los romances que contienen los ejemplos enumerados pueden consultarse en Goldberg’s. 35 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 37 15-11-13 9:21 38 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 trasmisión oral de los romances. De todas, sin embargo, y aunque no estoy en condiciones de establecer el stemma de ese rasgo, la más abundante parece ser la que utilizó, ya en la segunda mitad del siglo XIX, el poeta argentino Rafael Obligado en su Santos Vega: Si jamás independiente veo el cielo en que he cantado, no me entierren en sagrado, donde una cruz me recuerde; entiérrenme en campo verde, donde me pise el ganado. *** No podemos asegurar que Terrazas conociera algún romance de los que incluyen la fórmula ‘no me entierren en sagrado’; y, si así fue, si lo conoció por alguna de las versiones impresas de los romances que la contienen (lo que es posible, dada la notable difusión del género en América en el siglo XVI 38), o por la difusión oral de alguno de ellos, que, por cierto, existen también en el folclore mexicano. La irrupción de un motivo popular en un género como la epístola (y en una forma métrica, los tercetos, generalmente aristocrática) justifica las últimas disquisiciones de estas ya excesivas páginas, en cuanto añade un registro más al ya amplio registro de la poesía del primer poeta novohispano. Desarrollar ese extremo excedería, en cambio, los límites de mis saberes y los de la paciencia del amable lector. “Las lecturas del conquistador y de sus descendientes también comprendían otras formas de poesía. Los romances –tan cercanos al corazón del pueblo español– influyeron al igual que los libros de caballerías en la conquista, y pasaron como una hermosa herencia a las generaciones sucesivas en el Nuevo Mundo. En casi todas las listas de libros, parte de los envíos marítimos, figuran ‘Romanceros’ –o sea colecciones de romances–, y con frecuencia son los únicos ejemplares de literatura de ficción que se despachan junto a los áridos materiales de lectura que se consignan a nombre de algún docto eclesiástico” (Leonard 111 et passim); Leonard señala también el éxito de las compilaciones de Juan de Timoneda en la América virreinal, aunque no se refiere a los romanceros del valenciano. 38 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 38 15-11-13 9:21 Sobre la epístola de Terrazas Pues siempre tan sin causa pretendiste39 BIBLIOGRAFÍA Argenio, R. “La più bella elegia ovidiana dell’esilio”. Rivista di studi classici 7 (1959): 145-151. Blecua, José Manuel. “Un cancionerillo casi burlesco”. Homenajes y otras labores. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1990. 163-171. [El artículo de Blecua había sido publicado originalmente en Homenaje a Agapito Rey. 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No emblema, o mote que encima a alma e o corpo indica que é documento moral de sentido deliberativo ou aconselhamento da ação futura. O emblema também figura casos heróicos, ajuizando-os judicialmente e louvando-os epiditicamente como ações exemplares a serem imitadas por todos. Quanto à empresa, seu uso é individual e aristocrático, devendo ser aguda e equívoca, com a brevidade que obscurece a qualidade do que é figurado. Logo, o emblema sem imagens pintadas permanece emblema, bastando a alma (discurso) para representar publicamente o que se pretende figurar (como ocorre na primeira edição de Emblemata, de Alciato), enquanto a empresa nunca pode dispensar a imagem, pois sem ela o mote fica sem argumento de semelhança. Palavras chaves: emblema, empresa, mote, cuerpo, alma, res picta, alegoria. This text is about two dead genres, emblem and device. It specifies the precepts of the invention of the body (the image) and soul (the discourse) of both emblem and device, found in the works of Andrea Alciato, Horapolo, Valeriano, Francesco Colonna, Paolo Giovio, Emanuele Tesauro and especially in the “Preface” of Cesare Ripa’s Iconología. The writers oppose their genres, considering that it is their usages which determine their differences. The emblem is always defined as the depiction of notions of collective validity, while the device depicts a purpose that is both particular and heroic. In the emblem, the motto that soul and body have, indicates that 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 43 15-11-13 9:21 44 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 it is a moral document of deliberative sense or advice about future actions. The emblem also depicts heroic deeds, judging them judicially and praising them epideictically as exemplary actions that should be followed by everybody. As regards the device, its usage is individual and aristocratic. The device must be clever, equivocal and it has to be brief enough in order to darken the traits of what is being depicted. Therefore, without painted images the emblem is still an emblem, given that only the soul (discourse) is needed to publicly represent what is tried to be depicted (as, for instance, in the first edition of Alciato’s Emblemata), while the device can never dispense with the image, given that without the image the device is left with no arguments of similarity. Key words: emblem, device, motto, body, soul, allegory. “... donde no hay cuerpo, le representan a la vista” (Fray Juan de Santa María. Tratado de República y Policía cristiana… 28-29). Em 1531, Heinrich Steyner, editor de Augsburg, resolveu acrescentar xilogravuras à reedição de Emblemata, livro de epigramas latinos do piemontês Andrea Alciato1. Na primeira edição de 1521, Alciato publicara somente os textos em que o destinatário visualiza imaginariamente as pequenas cenas compostas como écfrases e descrições de coisas, personagens e ações naturais, históricas e fabulosas. A iniciativa de Steyner tornava visível o ut pictura poesis horaciano que é diretamente legível, por exemplo, no Emblema IX, “Pinte-se a Honra em pé, velada com um manto púrpura”; no Emblema XIII, “A leoa que vês pintada é a fortaleza de Cécrope”; ou no LXXI, “assim pintam a inveja”. As imagens que Steyner juntou à segunda edição não eram simples ilustrações dos epigramas, mas res pictae, como então se dizia nas discussões sobre a excelência das artes e a competição entre elas, “coisas 1 As xilogravuras foram feitas por Jörg Breu e anexadas sem o consentimento de Alciato, que se mostrou indiferente à adição de imagens, mas reclamou dos muitos erros dos textos. Em 1534, Emblemata foi reeditado em Paris por Chrétien Wechel, que continuou a acompanhá-lo por gravuras. Wechel sistematizou o modo de associar o texto e a imagem, agrupando no espaço fechado de cada página esquerda os três elementos que passariam a ser constantes nos livros de emblemas: o título (inscriptio), a gravura (figura) e o epigrama (subscriptio). Na página da direita, pôs a tradução do título e do epigrama. A partir da reedição de 1551, feita em Lyon, as reedições retomaram a ordem temática com que o editor Barthélemy Aneau dispõe os emblemas, propondo o uso de Emblemata como repertório de lugares-comuns. Cf. Chatelain 71-73. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 44 15-11-13 9:21 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 45 pintadas significantes”, figurando metaforicamente os mesmos lugares-comuns retóricos desenvolvidos neles. Na segunda edição e nos incontáveis livros de emblemas feitos a partir dela, os epigramas passaram a designar as res pictae e a significar os lugarescomuns das autoridades imitadas em suas imagens. Lendo-vendo o emblema, o leitor-espectador ocupa o lugar simbólico do destinatário, devendo como ele lembrar os lugares figurados nas suas três partes, o mote (título), a alma (texto ou epigrama), o corpo (imagem pictórica), para extrair algo de teor didascálico, sentença moral, exemplo religioso, preceito artístico, orientação política. Desde a edição de 1531, o gênero teve um sucesso extraordinário; em alguns lugares, como Portugal e sua colônia brasileira, durou até o início do século XIX 2, quando finalmente morreu, transformando-se num daqueles fósseis intelectuais de que Paolo Rossi fala em seu livro sobre as chaves universais (Rossi, Clavis Universalis). Desde o início, doutrinou-se a diferença do emblema e outro gênero, a empresa. Neste texto, especifico algumas matrizes do emblema, tratando de preceitos da sua invenção e elocução segundo o ut pictura e das principais diferenças entre ele e a empresa. Alciato explica porque fez o livro numa carta de 9 de janeiro de 1523 a seu amigo Francesco Calvi, o impressor romano: Nessas festas de fim de ano, para agradar a Ambrogio Visconti, compus um pequeno livro de epigramas que intitulei Emblemas. Pois com cada um dos epigramas descrevo alguma coisa tirada ou da Natureza ou da História de maneira a fazer ver alguma coisa de elegante, a partir da qual os pintores, os ourives, os fundidores possam 2 No caso, pode-se lembrar o manuscrito Príncipe Perfeito. Emblemas de D. João de Solórzano, dedicado pelo bacharel Francisco António de Novaes Campos ao Príncipe Dom João, em 1790. Seus emblemas reproduzem os de um livro espanhol publicado por Solórzano Pereira em 1656, com pequenas alterações, mantendo o mote em latim, à maneira dos livros portugueses do gênero “espelho de príncipe”, que fornecem exemplos de virtudes a serem imitadas por soberanos. Em Príncipe Perfeito, são as virtudes da Ética Nicomaquéia definidas catolicamente como meio-termo- temperança, fortaleza, prudência, justiça - que caracterizam o bom príncipe católico. O corpo dos emblemas representa a orientação do governo do rei católico pela Providência divina; epigramas ou poemas de quatro ou cinco versos, em latim, são a alma, que comenta o corpo. A única novidade é que o autor acrescentou sonetos em português, nos quais faz traduções das imagens do corpo e dos textos latinos da alma dos emblemas. Cf. Príncipe Perfeito. Emblemas de D. João de Solórzano. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 45 15-11-13 9:21 46 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 inventar essa espécie de objetos que chamamos brasão e que fixamos em nossos chapéus ou que tomamos por marcas, como a Âncora de Aldo, a Pomba de Frobênio e o Elefante de Calvi, sempre grávido, nunca parturiente (Alciat, ed.cit. 16-17). Quando inventou os epigramas da edição de 1521 repetidos na de 1531, Alciato emulou os epigramas alexandrinos da Antologia palatina, de Planudes, publicada em Florença em 14943. A forma breve e sentenciosa do epigrama é adaptada, nos emblemas, numa formulação que em geral tem duas partes: a primeira explica a história ou a fábula do texto por meio de narração, declaração, diálogo etc.; a segunda consiste na aplicação da história ou fábula ao que é significado no texto. No “Trattato degli emblemi”, de Il Cannocchiale Aristotélico (1654), Emanuele Tesauro propõe os epigramas alexandrinos como matéria da imitação do leitor que vá fazer emblemas, afirmando que os antigos já conheciam a arte de inventá-los: Se leres as coleções dos escritores gregos antigos (a Antologia grega), terás nas mãos muitos e muitos epigramas sobre diversas imagens fabulosas ou históricas as quais, formando verdadeiros e agudíssimos emblemas, farão com que vejas que essa arte não é nova e que daqueles antigos mestres tomaram o lume os modernos engenhos (Tesauro, Il Cannocchiale Aristotelico) 4. Os “modernos engenhos”, que seguem século XVII adentro imitando a segunda edição do livro de Alciato, têm por referência também o Hieroglyphica, encontrado em 1419 na ilha grega de Andros por um florentino, Buondelmonti, e as muitíssimas interpretações dos textos dele feitas nos meios letrados e artísticos platônicos dos séculos XV e XVI. O livro é atribuído a Horapollon ou Horapolo (Hórus + Apolo), sacerdote egípcio alexandrino do século IV ou V d. C. Provavelmente apócrifo, Horapolo escreve um título breve, como Cf. Anthologia diaphoron empigrammaton tou Maximou tou Planoudou Jo. Lascaris qui opus edidit Epigrammate graeco et eiusdem latina Epistola ad Petrum Mediceum 1494. Aldo Manúcio republicou os epigramas em Veneza. Cf. Florilegium diu. Epigrammatum in VII libros a Maximo Planude collectorum cum addminentis Aldi. Veneza, 1503. O livro foi reeditado em 1521. 4 Schopenhauer define o gênero “Dá-se ordinariamente o nome de emblema a desenhos alegóricos simples, acompanhados de um mote explicativo e destinados a ensinar de forma intuitiva uma verdade moral...”. Cf. Schopenhauer, A. O mundo como representação, I, III, 50: 317. 3 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 46 15-11-13 9:21 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 47 Eternidade, Alma, Tempo, e um comentário em que relaciona a noção expressa no título a uma imagem que os egípcios teriam usado para significá-la. Ao comentar o título Eternidade, fala do hieróglifo do ureus, a cobra de capelo que figura o Baixo Egito na coroa dupla dos faraós, propondo que os egípcios: “Para figurar ‘eternidade’, escrevem um sol e uma lua porque são eternos. Se querem escrever eternidade de outra forma, pintam uma serpente com a cauda escondida debaixo do resto do corpo” (Horapolo 43). Com o mesmo procedimento, interpreta a imagem do falcão Hórus como “alma” 5. Ou, propondo o título “Fugir da imprudência”, comenta: “Se querem indicar ‘ rei que foge da loucura e da imprudência’, pintam um elefante e um carneiro. Pois aquele, ao ver o carneiro, foge” (Horapolo 401). Nos séculos XV, XVI e XVII, a leitura do livro reforçou a idéia de que os hieróglifos eram uma figuração enigmática ou alegoria fechada ou quase fechada. Como Horapolo faz definições do que então se acreditou ser uma imagem pictórica (não se sabia que os hieróglifos combinam pictogramas com signos fonéticos), os comentários de Hieroglyphica sugeriam a autores de emblemas e divisas a possibilidade de figurar visualmente os lugarescomuns do epigrama e do mote. O egiptólogo Claude François Brunon, lembrado por José Pascual Buxó, ocupou-se da interpretação dos hieróglifos do Hieroglyphica, demonstrando que substitui um código de notação de valores fonéticos, que utiliza imagens muito simples com valor puramente funcional ou diferencial, por um sistema de correspondências simbólicas que, em princípio, é alheio à verdadeira pictografia egípcia. Buxó lembra o hieróglifo 47, do livro I de Hieroglyphica. Nele se lê que, para denotar o “ouvido”, os egípcios figuravam uma “orelha de vaca”, o que é verdadeiro, mas somente quando a imagem de “orelha de vaca” é elemento do significante hieroglífico da noção verbalizada como “escutar”: sdm. Por outras palavras, Horapolo faz uma interpretação simbólica de imagens que na pictografia 5 Sobre a interpretação de hieróglifos feita nos séculos XV e XVI, José Pascual Buxó escreve: “ La ignorancia del texto verbal al que el jeroglífico sirve de expresión ideográfica vuelve misteriosos los contenidos conceptuales recluidos en la agrupación o secuencia de las imágenes de cuyo carácter fragmentario podría ya inferirse que cumplen la mera función de interpretantes intersemióticos; por el contrario, quien posea las claves de los correlatos que han de establecerse entre imágenes expresas y palabras tácitas y logre, en consecuencia, desentrañar el mensaje recluido en cada uno de esos enunciados de aspecto críptico, podría asumir ingenuamente que tal clase de signos (los jeroglíficos) forman parte de un lenguaje universal que se funda en una pretendida conexión natural (es decir, no arbitraria) entre determinados objetos y ciertos contenidos de índole sapiencial” (Cf. Buxó 43). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 47 15-11-13 9:22 48 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 egípcia representavam componentes fônicos de signos verbais, não a totalidade do referente e da referência figurados nelas (Buxó 43-44). O texto grego de Horapolo circulou em cópias manuscritas até 1505, quando Aldo Manúcio o editou em Veneza. Nas muitas edições posteriores, foram adicionadas imagens e novas definições e comentários em latim e em línguas vulgares, o francês inicialmente. Desde sua descoberta, o texto foi lido como ars inveniendi ou compêndio de topoi, loci ou lugares-comuns da invenção poética, oratória e artística; e também como arte de lugares da elocução, tropos e figuras, extraídos dele como ornatos de sentido metafórico e alegórico e aplicados a discursos e a imagens pictóricas e plásticas. Na segunda metade do século XV, a interpretação platônico-esotérica dos hieróglifos repetiu a interpretação de Horapolo, sendo posta em circulação pelos florentinos da Academia de Careggi, patrocinada pelos Médici em Fiesole. Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Cristoforo Landino e Angelo Poliziano, principalmente, então estabelecem concordâncias analógicas entre textos e objetos gregos, romanos e orientais, interpretando-os como hieróglifos, alegoricamente. Seu método de interpretação alegórica unifica os mistérios pagãos e a revelação cristã numa genealogia ideal que fazem remontar a um mesmo significado místico, o destino da alma humana que retorna ao mundo das essências. Segundo a interpretação, esse significado aparece figurado nas formas sensíveis, naturais e artificiais, do mundo; os intérpretes reduzem a multiplicidade delas à unidade ideal, que expressam numa formulação alegórica. A alegoria figura a diferença entre o visível e o legível em signos esotéricos também visíveis e legíveis, mas quase sempre enigmáticos porque significam conhecimentos ocultos e transcendentes. Pressupõe-se plotinianamente, em cada caso, que as “coisas elevadas” estão para além de qualquer conceituação intelectual; assim, a interpretação aponta para o inefável sublime do Um epékeina tes ousías, “para além da presença”. A interpretação hipervaloriza o hieróglifo egípcio, postulando que a percepção da simultaneidade dos seus elementos é figura alegórica da contemplação extática das essências eternas pela alma reminiscente. A percepção visual da pictografia hieroglífica não é, evidentemente, linear ou sucessiva, como na leitura da escrita alfabética, e os platônicos florentinos pressupuseram com o Plotino da V Enéada que os sacerdotes egípcios recorriam a hieróglifos, quando queriam significar as coisas divinas, sem usar letras seqüenciais, mas figuras inteiras de plantas ou animais, porque Deus tem um conhecimento que não é pensamento complexo, discursivo ou linear, mas forma simples e direta. Em vários lugares, Ficino afirma que a figuração humana do tempo 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 48 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 49 é móvel e múltipla, pois ele se escoa enquanto os homens também passam, ligando as coisas linearmente, com começo, meio e fim. O tempo produz uma infinidade delas enquanto as destrói uma a uma. Para dizer tudo o que foi dito nos dois períodos anteriores, os egípcios teriam usado uma única imagem, a serpente alada que prende a cauda com a boca. Segundo a interpretação, os hieróglifos figuram coisas sagradas e secretas, como linguagem cifrada em que os prisci theologi, os antigos sábios, ocultaram do povo os mistérios da religião. Na edição de 1531 de Emblemata, o epigrama e a imagem pictórica são formas metafóricas ou alegóricas emparelhadas que figuram a mesma noção ou conceito com certa redundância, ao passo que nas edições do Hieroglyphica a imagem ilustra o comentário feito sobre ela. Já no século XVI, foi proposto que o fato de a imagem pictórica do emblema ser chamada de corpo e o epigrama de alma corresponde à divisão do homem em corpo e alma e do mundo em terra e céu. Em 1594, Tasso afirma, comentando a afirmação de Paolo Giovio de que na empresa o discurso é “alma do corpo”: A alma é infinita e divina, o corpo caduco e terminado; entre ela e o corpo, portanto, não pode haver proporção; e se o mote é quase alma da empresa e participa da divindade e da imortalidade do poeta, não pode haver nenhuma proporção com a figura, mas a proporção se considera entre as partes do corpo (Tasso, ed. cit. 21). Essa correspondência alegórica das partes do emblema com o corpo e a alma humanos também é pressuposta no “Trattato degli emblemi”, onde Tesauro define o emblema como chave universal do sentido das coisas que, sendo condensado alegoricamente na alma e no corpo, dá-se ao entendimento do leitor-espectador como relação especular das partes que figura o espelhamento universal de inteligível/sensível que nas obras é operado por semelhança e analogia. Tratando do termo grego “emblema”, Tesauro afirma que os romanos o usavam para nomear um mosaico feito de esmalte e pedrinhas justapostas; também podia significar diversas espécies de ornamentos de ouro, prata e esmalte aplicados em vasos, colunas, frisos, arcos de triunfo, aparatos festivos, móveis e roupas (Tesauro, “Trattato degli emblemi” 693). Lembrando que Cícero chama de emblemata as decorações dos vasos que Verres roubou na Sicília, Tesauro retoma a etimologia de Rengifo, tratadista do século XVI, autor de uma Arte Poética Española, afirmando que o termo deriva do verbo grego emballein, “encaixar”, como na etimologia semelhante proposta por 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 49 15-11-13 9:22 50 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Guillaume Budé, que também o relaciona a emblesthai, “inserir em, inserir sobre”: O termo Emblema nomeia uma obra de mosaico feita de pequenos quadrados encaixáveis. O Emblema entre os Antigos também eram ornamentos gravados sobre vasos de ouro, prata e esmalte destacáveis livremente: técnica desconhecida hoje, pelo que sei (Cit. por Pierre Laurens in Alciat, ed. cit. 17-18). Desse modo, o termo inicialmente teria significado um encaixe de vários tipos de ornatos pictóricos e plásticos -no caso de textos, ornatos verbais- aplicados para acompanhar outras coisas. Os ornatos eram translações, literalmente, no sentido da “transferência” significada no termo “metáfora”: figuravam coisas, como uma tocha acesa, para significar outras, podendo por isso ser isolados dos objetos a que se aplicavam como repertórios de res pictae ou elementos úteis para compor imagens. Rengifo diz que, na composição de emblemas, as figuras são extraídas dos próprios efeitos que se pretende figurar: a imagem da Tocha incendiada, que fica mais acesa quando é inclinada, significa “humildade”, dando a entender que a virtude mais se fortalece quanto mais se humilha. Invertida, faz a cera apagar o fogo, significando “leviandade”. De modo análogo, a imagem da “mosca”, em emblemas e na pintura do século XVII significa apenas “mosca” pousada numa fruto de um bodegón ou “natureza morta”; pintada como elemento de uma composição do gênero vanitas, significa “decomposição” e “morte”; e, usada sozinha, por exemplo numa divisa, num emblema ou numa inscrição irônica que se envia para alguém, significa “falta de vergonha”. Os exemplos indicam algo fundamental para entender o gênero do emblema segundo os preceitos do ut pictura poesis: as palavras do epigrama significam o espaço, mas não são capazes de figurá-lo espacialmente. O significante “triângulo” não é triangular, diferentemente da imagem pintada de um triângulo como res picta que o figura no espaço e que, por convenção, significa ou simboliza metaforicamente o conceito de outra coisa, como a “Santíssima Trindade” significada por palavras. Assim, deve-se lembrar que o corpo (a imagem) e a alma (o discurso) são relacionados porque figuram os mesmos lugares-comuns por meios diferentes, verbais e pictóricos. O todo da imagem pictórica do corpo do emblema é composto como combinação de imagens menores ou parciais, que figuram “coisas significantes”, como a mosca, que, por convenção metafórica, simbolizam as significações dos lugares-comuns também figuradas metaforicamente no discurso. Para ler a 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 50 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 51 imagem e ver o discurso, o leitor deve reconhecê-las, relacionando corpo e alma de modo eficaz, ou seja, reproduzindo as operações da enunciação do texto e da composição da imagem, para a compreensão do efeito do conjunto. No caso, as res pictae constituem o que Cesare Ripa propõe como produtos da iconologia. Gombrich as chamou de icones symbolicae, imagens simbólicas; e Panofsky as propôs como objeto da iconografia. O corpo do Emblema LXXI de Alciato, Invidia, Inveja, é exemplar. É composto pela imagem de uma mulher esquálida, de seios murchos e caídos, cabelos desgrenhados e olhar furioso, que se apóia numa vara para andar enquanto come cobras cujas caudas se agitam no ar. O desenho das cobras que lhe saem da boca representa os répteis; simultaneamente, por convenção, a imagem das cobras sendo engolidas significa “coisa venenosa que corrói o coração do invejoso”. Logo, se as palavras do epigrama significam, as coisas desenhadas da imagem são significadas- ou, dizendo melhor, recebem significação: Verba significant, res significantur, “As palavras significam, as coisas são significadas”, diz Alciato (De verborum significatione libri quatuor, 1530, cit. por Buxó 43 e 53), afirmando que algumas vezes também as coisas significam, como ocorre nas res pictae dos hieróglifos de Horapolo. O livro de emblemas Príncipe Perfeito, de 1790, é produzido com os mesmos pressupostos e procedimentos. Veja-se o Emblema IV: o mote latino Reges Deus habet quase pilas, “Deus governa os reis como bolas”, encima o corpo que figura, em primeiro plano, um terreno onde três bolas tombam, arremessadas do alto por uma mão direita espalmada entre nuvens. As “coisas pintadas”, bolas arremessadas e mão que sai de nuvens, metaforizam outras, “governo dos reis” e “Providência divina”. Quanto à alma, é um epigrama de quatro versos em latim, onde se lê que a força divina joga, lançando a bola do alto, que salta, rola e cai. Segue-se o conselho ao Príncipe: deve temer os preceitos do Alto, pois é como uma bola na mão de Deus, que joga com ele (Solórzano Pereira, Príncipe Perfeito ed. cit. 14-15). A consideração das relações que corpo e alma estabelecem no emblema deve, assim, pressupor o regulamento retórico das relações de pintura/ poesia. Nos tratados e obras desse tempo, elas são retoricamente reguladas como circularidade em que poetas imitam pintores que fornecem a poetas tópicas que são imitadas por emblemistas imitados por poetas e pintores. Por exemplo, por Sor Juana Inés de La Cruz, que evidencia que a composição do soneto transcrito adiante pressupõe a relação de poesia e pintura como ut pictura poesis. O soneto é emulação de tópicas do retrato epidítico imitadas por Góngora num soneto de 1583, “Mientras por competir com tu cabello”, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 51 15-11-13 9:22 52 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 cujo verso final, “en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada”, o verso final do poema de Sor Juana imita: Éste, que ves, engaño colorido, que del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido; este, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado: es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada (“Procura desmentir los elogios a un retrato de la poetisa”). De modo análogo, Rubens evidencia a relação como ut poesis pictura em uma carta para o pintor holandês Justus Sustermans, que lhe pedia explicação sobre Os Horrores da Guerra, pintado entre 1637 e 1638. Rubens informa que imitou a poesia homérica; a tela não deve ser apenas vista, mas lida e interpretada como alegoria: A figura principal é Marte que, deixando aberto o Templo de Jano (era um costume romano deixar o Templo de Jano fechado em tempos de paz) avança com seu escudo e sua espada manchada de sangue, arrasando as nações com grande devastação e dando pouca atenção a Vênus, sua amante que, acompanhada de seus Cupidos e amores, tenta pará-lo com carícias e abraços. Do outro lado, Marte é acompanhado da Fúria Alecto, segurando uma tocha na mão. Perto aparecem monstros, representando a Peste e a Fome, companheiras inseparáveis da guerra; no chão jaz uma mulher com uma lira quebrada, significando a harmonia, que é incompatível com a discórdia da guerra; também há uma Mãe com seu filho nos braços, denotando que a fecundidade, a geração e a caridade estão pisoteadas pela guerra, que corrompe e destrói todas as coisas. Ainda há um arquiteto, que jaz com seus instrumentos na mão para demonstrar que o que é construído para a comodidade e ornamento da Cidade está reduzido a ruínas e 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 52 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 53 subvertido pela violência das armas. Eu acredito que, se me lembro bem, você também achará no chão, entre os pés de Marte, um livro e alguns desenhos sobre papel para demonstrar que ele pisoteia as letras e as outras artes. Também existe, acredito, um feixe de flechas com a corda que as amarra desatada, porque quando atadas elas são o emblema da Concórdia; e eu também pintei, ao lado delas, o caduceu e a oliveira, o símbolo da paz. A Matrona lúgubre vestida de preto e com o véu rasgado, despojada de suas jóias e de qualquer ornamento, é a infeliz Europa, afligida por tantos anos de rapina, ultraje e miséria que, por serem tão nocivos para todos, não precisam ser especificados. O atributo de Europa é aquele globo segurado por um menino (putto) e encimado por um elmo que significa o orbe cristão. Isso é tudo que lhe posso dizer (Rubens, “Carta a Justus Sustermans”, cit. por Gombrich 123). Como os poetas e os tratadistas de emblemática do século XVII, Rubens não diz que a pintura é a poesia ou vice-versa, mas que ambas imitam os mesmos lugares-comuns em artes e substâncias diversas. No relato sobre a festa do Triunfo Eucarístico, realizada em Vila Rica em 1733, publicado em 1734 por Simão Ferreira Machado, encontra-se o mesmo pressuposto mimético da carta de Rubens e do poema de Sor Juana. Na descrição de Marte, por exemplo: ...Vinha Marte em distância de dois passos: armava-lhe a cabeça um capacete de prata de lavores de pedraria, rematado num precioso cocar de plumas brancas, e encarnadas; vestia de seda branca de prata; o peito em campo da mesma seda, bordado de ouro (...) na mão direita empunhava uma espada nua de guarnições de prata, e lavores de ouro; e na esquerda um escudo de prata... (Machado,v. III, t. I-II: 212). A comparação do texto de Simão Ferreira Machado com outros que narramdescrevem festejos coloniais evidenciaria a mesma coisa, ou seja, a mesma unidade de procedimento pelo qual a escrita é feita como imitação de imagens da pintura e de almas e corpos de emblemas, assim como Rubens pinta imitando tópicas da poesia e Sor Juana escreve imitando tópicas da pintura de retratos. Em todos os casos, a poesia mostra, como se fosse imagem pictórica, e a pintura significa, como se fosse discurso poético. Em todos os casos, a representação exterior do conceito imita as articulações do pensamento, que são convenientes com as articulações das coisas, as res da inventio. Robert Klein demonstrou que a poesia, a prosa, a emblemática e mais artes dos séculos XVI e XVII pressupõem uma lógica da imagem, definida como imagem 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 53 15-11-13 9:22 54 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 simultaneamente dialética e retórica, que funciona como argumento sensível ou visualização do conceito. Hoje, o pictórico e o plástico são irredutíveis ao discurso, que fala sobre o espaço, não o espaço; nos livros de emblemas e empresas, há continuidade entre a poesia, a prosa, a pintura e a escultura, pois têm o mesmo fundamento mimético. O mesmo topos pode ser figurado em artes diferentes, pois o que importa é o modo da imitação segundo os gêneros: a pintura de história põe em cena topoi ou lugares encontrados no discurso da história e da poesia; a poesia épica e o gênero histórico põem em cena os lugares calculando os efeitos visualizantes do discurso como a enargeia ou “vividez” proposta por Aristóteles e traduzida pelos latinos como evidentia. Assim, no ato da invenção do emblema, o autor lembra os lugarescomuns de um dos seus três gêneros - judicial, deliberativo, demonstrativo - para pintá-los com palavras. Os processos dialético-retóricos que definem e analisam os lugares da inventio e os ornatos da elocutio não fundamentam nenhuma “estética”, que pressupõe a psicologia e tantas vezes, como hoje, a psicanálise com que as obras são deitadas no divã para que os intérpretes façam livres-associações. Os processos dialético-retóricos do engenho do autor fundamentam uma técnica, como dizia Klein, que é um saber-fazer ou ciência de preceitos, procedimentos e efeitos verossímeis e decorosos, como técnica específica da racionalidade não-psicológica da mímesis aristotélica (Klein, “La théorie de l’expression figurée dans les traités italiens sur les ‘imprese’, 1555-1612”). Os nomes antigos que eram interpretados com o termo genérico “emblema” e que hoje ficaram estranhos -argumenta, ornamenta, parerga, anaglypta, chrysendeta, dedalmata - referem-se apenas a ornamentos, diferentemente da definição do termo “emblema” feita por Tesauro como nome do gênero inventado por Alciato com a colaboração não prevista de Steyner: Um Símbolo Popular; composto de Figura e Palavras, significante como Argumento algum Documento referente à vida humana: e por isso, exposto como friso e ornamento nos Quadros, nas Salas, nos Aparatos, nas Academias, ou impresso nos livros com Imagens e explicações para o público ensinamento do Povo (Tesauro 694). Como na edição de 1531 dos Emblemata, a definição contempla as duas partes principais do emblema: Palavras (discurso, epigrama, alma) e Figura (imagem pictórica, corpo), que significam algo como “metáfora simbólica”. No caso, tanto alma quanto corpo são “metáforas simbólicas” porque substituem uma “coisa” ( um lugar-comum retórico ou poético) pela representação dela 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 54 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 55 por meio de palavras e imagens de coisas para significar convencionalmente outras coisas, como ocorre no uso da palavra “diamante” e da imagem do mesmo como símbolo de “homem forte”; da cegonha, como símbolo de “vigilância”; da lança, para significar “liberdade” etc. No emblema mostra-se uma coisa e entende-se outra, como a metáfora, que mostra um leão dando a entender “Aquiles”. A relação metafórica, que se estabelece entre a imagem e o conceito “arquétipo” 6 no corpo e palavra e o mesmo conceito “arquétipo” na alma, é a de um entimema ou silogismo retórico que propõe uma conclusão baseada na semelhança de dois termos: se o leão é forte e se Aquiles é forte, pode-se pensar por comparação que “Aquiles é como um leão” e dizer por metáfora que “Aquiles é um leão”. Do mesmo modo, se a cobra é venenosa e mata os seres vivos que morde e se o vício da inveja é destrutivo e corrói o coração do invejoso, usa-se a imagem “mulher esquálida engolindo cobras” para pintar a inveja. Nos séculos XVI e XVII, esse modo de figuração alegórica é consensual e repete-se nos tratados que muitas vezes alimentam os exemplos com emblemas. Quando define as operações metafóricas do emblema, Tesauro rediz o que diz Baltasar Gracián no primeiro capítulo de Agudeza y arte de Ingenio ao definir o conceito engenhoso como a metáfora nascida de um ato do entendimento que exprime a correspondência achada entre coisas preferencialmente distantes (Agudeza y arte de ingenio, I). Exemplificando, Gracián cita o Emblema CXII dos Emblemata: depois de ser picado pelas abelhas de um enxame que golpeou com sua flecha, Cupido foge, perguntando a Vênus como um animal tão pequeno pode causar tanta dor. Vênus ri e lhe diz que ele, Cupido, é idêntico às abelhas. No caso, a metáfora é obtida pela proporção A:B :: C:D: “abelha: mel (dor das picadas) :: Amor: doçura (prazer; sofrimento)”. A divisa do rei francês Luís XII, composta pela imagem de um porco-espinho e pela inscrição latina Eminus et cominus, “De perto e de longe”, é construída do mesmo modo, como entimema ou silogismo retórico que adverte: o ouriço tem espinhos que ferem inimigos de perto e de longe; Luís XII tem armas como os espinhos do ouriço; logo, Luís XII ... etc. Quando fala de Argumento, Tesauro entende o topos, locus ou lugar-comum como “sede dos argumentos” da invenção de um “documento” de interesse No século XVII, “conceito arquétipo” nomeia o conceito na mente, antes da sua figuração exterior por signos. 6 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 55 15-11-13 9:22 56 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 geral. E, falando de “Povo”, não se refere à plebe, apenas, mas também a engenhos medianos cujo conhecimento das letras antigas é medíocre. O latim é entendido por todas as nações; mas, para quem não o compreende, o epigrama latino do emblema é totalmente supérfluo. Assim, como o emblema é gênero popular, o epigrama deve ser escrito em língua vulgar, como também se pode fazer nas empresas (Tesauro 695). Nos emblemas, a alma evidencia para o leitor-espectador a relação que estabelece com o corpo para figurar significações filosófico-morais. Quanto ao corpo, remete o leitor-espectador a um texto implícito, mimetizado convencionalmente no desenho da imagem. Fazendo a relação alma/corpo, o leitor-espectador avalia a imagem e o discurso; para isso, também lembra significações paradigmáticas. Não-figuradas diretamente no emblema nele, o leitor-espectador as acha em artes da memória (Buxó 35-36). Nos incontáveis livros de emblemas feitos nos séculos XVI e XVII, imitam-se muitas significações textuais e pictóricas anteriores à voga do gênero iniciada pela segunda edição dos Emblemata. É o caso do romance alegórico Hypnerotomachia Poliphili, O Sonho de Polifilo, de Francesco Colonna (1433-1527), dominicano do convento de San Giovanni e Paolo de Veneza. Publicado por Aldo Manúcio em 1499, o texto narra a viagem iniciática da alma do personagem Polifilo pela “floresta escura” da vida sensível em busca do verdadeiro amor, Polia. Depois de atravessar muitas e muitas alegorias, Polifilo está iniciado nos mistérios do amor e casa-se com a dama, indo viver com ela na ilha de Chipre, consagrada a Vênus. No percurso da iniciação, o herói encontra monumentos carregados de inscrições, figuras enigmáticas e hieróglifos, que o narrador descreve e interpreta. Como Steynen, Aldo Manúcio acrescentou imagens de xilogravuras ao texto. Colonna chama as imagens referidas pelo narrador de emblematura, também usando o adjetivo emblemático para qualificá-las. Integrando-se funcionalmente na história narrada, os lugares-comuns, os argumentos e acidentes das imagens fornecem res pictae para a composição de epigramas e imagens pictóricas de novos emblemas e empresas. No Sonho de Polifilo, a imagem de um golfinho que se enrola numa âncora, que tinha sido gravada numa moeda do imperador romano Tito, é comentada em um texto italiano acompanhado de uma sentença em latim. O texto italiano diz: “Do lado esquerdo, e propriamente oposto, havia um outro semelhante, mas era de pedra serpentina também com uma escultura de hieróglifos, um Círculo e uma Âncora, sobre a qual estava enrodilhado um Golfinho e eu os interpretei semelhantemente desta maneira”. Segue a interpretação na forma de sentença e lema: Semper festina 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 56 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 57 tarde, “Apressa-te sempre devagar”, lema de Augusto referido por Suetônio na vida de Augusto em seu De vita Caesarum, II, 25,4. Aldo Manúcio, citado por Alciato na carta a Francesco Calvi, adotou a imagem do golfinho enrolado na âncora como empresa nos livros que editou. Em 1556, Pierio Valeriano Bolzani publicou seu Hieroglyphica. Retomando Horapolo, amplia o repertório de imagens com comentários que as explicam como figurações hieroglíficas ou alegóricas de virtudes e vícios. O livro funciona como exposição comentada de imagens e discursos, também passando a ser usado como arte de lugares-comuns da invenção e da elocução de pintores, escultores, poetas, gravadores etc. Valeriano elenca significações alegóricas para usos de imagens de animais muitas vezes extraídas de Oneirocritica (Interpretação dos Sonhos), de Artemidoro de Éfeso: a imagem da mosca, como “falta de vergonha”, porque sempre volta quando enxotada; a da perdiz, interpretada como no texto de Horapolo: “Para denotar o pecado contra a natureza, eles (os egípcios) pintavam dois machos de perdizes, os quais, privados de fêmeas, abusam um do outro” (Valeriano, Les hieroglyphiques). Assim como a perdiz significa “luxúria”, a imagem do elefante sempre grávido, que Alciato refere na carta a Francesco Calvi, significa “memória” e “prudência”, como se vê na escultura do elefante que leva um obelisco egípcio nas costas feita e colocada por Bernini na Piazza della Minerva, em Roma. Lembre-se ainda o proêmio de Iconologia ou Descrição das imagens universais escavadas da Antigüidade e de outros lugares por Cesare Ripa, perusiano. Obra não menos útil que necessária a Poetas, Pintores & Escultores, para representar as virtudes, vícios, afetos e paixões humanas (1593). Ripa afirma que vai analisar “imagens que são feitas para significar coisa diferente da que é dada a ver”. Como sempre, são retóricas as categorias que especificam os preceitos das relações metafóricas da imagem pictórica e o lugar-comum de um discurso imitado nela. As categorias prescrevem a adequação da imagem e da palavra a verdades conhecidas para produzir o efeito de verossimilhança e de decoro: para coisas do conhecimento, imagens e palavras de coisas elevadas; para coisas moralmente dignas, imagens e palavras de coisas graves; para coisas vis, imagens e palavras de coisas deformadas, etc. Ripa define iconologia como lógica das imagens (ragionamenti d’imagini) duplamente articulada como formare e dicchiarare: formar, técnica inventiva, e declarar, técnica interpretativa (Ripa, Iconologia). Quando propõe a imagem pictórica como “definição ilustrada”, Ripa pensa aristotelicamente, pressupondo 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 57 15-11-13 9:22 58 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 que não há pensamento sem imagem. Assim, os conceitos a serem figurados no discurso e na imagem do emblema são definições porque são conclusões de entimemas ou silogismos retóricos; e definições ilustradas porque sua forma “arquétipa”, ou forma antes de ser figurada exteriormente, é imagem vista pelo olhar intelectual do juízo. A forma-matriz da “definição ilustrada” é uma imagem, uma metáfora “arquétipa”, como matéria a partir da qual as duas figurações por signos exteriores, o corpo e a alma do emblema, são produzidas associativamente, como substituição e condensação de imagens pictóricas e verbais fornecidas à imaginação dos autores pela memória dos usos autorizados do costume (consuetudo). Com esse pressuposto, Ripa explica que a definição do conceito é formulada com poucos termos e que a imitação dela pela pintura deve produzir uma imagem simples ou sintética. Para que a imagem pintada se assemelhe à definição do conceito, deve ser figurada segundo as diferenças específicas e acidentes da coisa definida. As diferenças e os acidentes que caracterizam a coisa figurada na imagem são classificados em elencos de lugares, que recebem uma forma distinta e clara, principalmente os acidentes da fisionomia e do corpo humano, que convencionalmente metaforizam o caráter e a paixão principais a que se adapta a forma construída pelo desenho. Desta maneira, quando o autor do emblema já definiu mentalmente as causas, os atributos essenciais e os acidentes de uma coisa que pretende figurar, acha uma semelhança com ela nos elencos memorizados de imagens desenhadas de coisas para escolher a mais conveniente e figurar convencionalmente a imagem mental da definição no corpo do emblema. No caso, a semelhança mais louvável deve ser a da analogia de proporção- A:B :: C:D. Se o pintor das imagens do emblema quer figurar o conceito de /Força/, pinta uma Coluna, considerando a analogia, porque a coluna suporta fisicamente todo o peso do edifício, sem vacilar. Verbalmente, quando se compõe o epigrama, pode-se dizer com metáfora que o “homem forte”, que moralmente supera todas as dificuldades, é uma “coluna”. Da mesma maneira, fala-se que a Espada e o Escudo são semelhantes à Retórica, pressupondo-se que, assim como o soldado ataca com a espada e se defende com o escudo, o orador combate opiniões contrárias e sustenta opiniões favoráveis com argumentos. Assim, pode-se inventar a imagem da Retórica como mulher armada de espada e escudo. Do mesmo modo, pinta-se a Beleza com a cabeça oculta entre nuvens, pois a imagem da nuvem cobrindo a cabeça de um corpo feminino significa que não existe nada que mais dificilmente se possa representar com a linguagem mortal e que menos se possa conhecer com o intelecto humano 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 58 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 59 que a Beleza, pois, nas coisas criadas, ela não é outra coisa, em sentido metafórico, que um esplendor emanado da luz invisível do rosto de Deus, como dizem os platônicos. Retomando Pimandro, o primeiro livro do Corpus hermeticum de Hermes Trismegisto, Ripa propõe que as imagens pictóricas compostas no emblema com as proporções que prescreve figuram coisas para metaforizar lugarescomuns divinos e humanos. No segundo caso, lugares humanos, as imagens pressupõem o conceito, definido como “tudo quanto possa ser significado por palavras e que se divide em duas partes”. Uma das partes do conceito consiste em afirmar ou negar coisas a respeito de outras. É nela que se fundamenta a arte dos autores de divisas, que afirmam ou negam um único conceito por meio de um pequeno número de palavras e imagens. Essa parte também é o fundamento da arte dos emblemas, com a diferença de que o emblema afirma ou nega conceitos mais desenvolvidos, com maior número de palavras e imagens. A segunda parte do conceito -a que não afirma nem nega- fundamenta a invenção de imagens que figuram definições de vícios e virtudes, sem afirmar ou negar. No caso, pictoricamente, as definições devem ser expressas pela figura humana porque, assim como a definição é a medida do definido, o homem é a medida de todas as coisas. Com tal proporção, a figura humana é aplicada como medida acidental de qualidades definidas como paixões da alma humana. Desta maneira, propondo “o homem” como modelo das imagens pictóricas do emblema, Ripa afirma que só se obtêm boas imagens quando o corpo humano da imagem pictórica evidencia a relação de homologia com o gênero da definição verbal. Para figurar Melancolia, por exemplo, compõe-se uma imagem humana que tem o rosto seco e macilento, cabeços eriçados, barba hirsuta e carnes enrugadas, pois tais aspectos tristes e envelhecidos são aptos para estabelecer convencionalmente a homologia com a qualidade que caracteriza o humor na definição de Melancolia, o humor negro da contemplação triste, aquém da contemplação superior. Em todos os casos, o conceito inicial, que a invenção acha em elencos da memória, é o phantasma ou a “imagem arquétipa” concebida intelectualmente pelo autor antes de figurá-la com signos exteriores. Em Iconologia, Ripa descreve os tipos humanos da alma por meio da notatio, do Ad Herennium e outros retores latinos: a notatio é a perífrase verbal breve, como a do epigrama de Marcial- “Quinto ama Taís. Qual Taís? Taís, a caolha. Taís não tem um olho; ele, os dois” - que descreve o caráter da personificação alegórica de conceitos, como “Fraude”, “Tempo”, “Fortuna”, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 59 15-11-13 9:22 60 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 “Primavera”, “Juventude” etc. Para compor as imagens dos corpos humanos, recorre ao Physiognomonia, de Giovanni Della Porta. Pressupondo a notatio, o desenho compara os traços do rosto humano com traços de animais para efetuar deformações da fisionomia e do corpo humano adequadas à paixão que especifica o éthos ou o caráter do personagem. Nos tratados de emblemas e empresas dos séculos XVI e XVII, costumase afirmar que a semelhança mais adequada à composição das imagens do corpo e dos discursos da alma é a de proporção. Consideram-se duas espécies da semelhança: a semelhança chamada unívoca, que se estabelece entre duas coisas que participam numa mesma forma e a semelhança estabelecida entre duas coisas que não têm uma forma comum, mas duas proporcionalmente semelhantes. Assim, quando um emblemista quer figurar o conceito de Ocasião ou Fortuna, pinta uma mulher nua, calva na nuca, com uma mecha de cabelos na testa, uma navalha na mão direita e pés alados que pousam sobre o eixo de uma roda deitada no chão ou no mar, para significar “o instante de tempo capturado que domina todas as coisas”, como no Emblema CXXI de Alciato, In Occasionem, “Sobre a Ocasião”. As partes e as posições do corpo são ícones simbólicos ou metafóricos; assim, o desenho da posição “em pé” significa “dá voltas continuamente”; dos pés alados, “arrastada pela mais leve brisa”; da navalha na mão direita, “mais aguda que toda agudeza”; da mecha de cabelos na testa, “deve ser agarrada de frente quando se apresenta”; da calvície da nuca, “se alguém deixa escapar a ocasião com seus pés alados, não pode mais segurá-la”. Desta maneira, pressupõe-se que, assim como pés alados voam, a ocasião passa velozmente. Duas coisas de gêneros diferentes, “pé alado” e “ocasião”, são aproximadas por meio da semelhança estabelecida com uma terceira, “velocidade”, outro gênero. No caso da segunda forma de semelhança, propõe-se, por exemplo, a semelhança do fogo com o amor, pois o fogo é fisicamente impetuoso e o amor o é moralmente; ou a semelhança da coleira com a lei, pois a coleira reprime e defende o cachorro, assim como a lei reprime e defende o cidadão etc. Dessas duas espécies de semelhanças nascem duas espécies de metáforas. A primeira transporta o conceito de espécie a espécie, como quando se diz “metal” por “ferro”; “neve” para significar os lírios que nascem no inverno; “alabastro” por mãos brancas. Ou quando se fala que César foi “um Alexandre” e que tal soldado é “um César” etc. Com tais metáforas, também é possível compor símbolos, como fizeram os espartanos na mensagem que enviaram a Filipe da Macedônia, que os ameaçava: Dionysius Corinthii, “Dionísio em Corinto”. Lembravam-lhe que Dionísio de Siracusa tinha sido deposto por 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 60 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 61 causa da soberba tirânica, transformando-se num andarilho em Corinto (Tesauro 53). Aristóteles diz que a maior parte dos provérbios são transferências de semelhante a semelhante, como quando se diz “Quem com ferro fere, com ferro será ferido”, para significar que “a violência causa violências”. No caso, essa é a semelhança com que os corpos de emblemas são compostos. Usando-se a imagem de um homem que anda com uma lanterna acesa num dia de sol, o espectador do emblema entende que “Diógenes procura um homem com sua lanterna” significa alegoricamente “O Príncipe deve procurar bons conselheiros” 7. Com a imagem de um homem musculoso que ergue outro do chão, apertando-lhe o peito com os braços contra o próprio peito para sufocá-lo, entende-se “Hércules sufoca Anteu” para significar outra coisa. Valeriano diz que Hércules é uma semelhança e um retrato da alma participada da razão e do espírito humano, enquanto Anteu é uma semelhança da matéria do corpo: o peito de Hércules é imagem da “sede da sabedoria e da prudência”, que fazem perpétua guerra contra “os apetites e a vontade” simbolizados por Anteu (Valeriano 1, LIX: 783). Mas são as metáforas de proporção as preferidas dos autores de emblemas, pois aproximam duas coisas e dois conceitos distantes, pondo sob os olhos uma figura e propriedades de gênero diverso, mas sempre proporcionadas, como o porco-espinho e o rei, ainda que a comparação não seja lá muito decorosa, pois o porco-espinho não deixa de ser uma espécie de porco, como Tesauro diz maliciosamente. Os autores de emblemas costumam definir o conceito produzido pelo juízo do leitor-espectador quando lê-vê o corpo e a alma do emblema como “nó” de idéia e imagem. A noção de “nó” designa a técnica e significa o efeito da relação metafórica estabelecida entre a imagem pictórica e o epigrama. Duas referências aristotélicas são fundamentais em sua definição como “nó”: o Livro III da Retórica, sobre a elocução metafórica; o Livro III, do De anima, sobre o juízo silogístico. Como procedimento técnico, as metáforas emblemáticas fundem procedimentos dialéticos de definição e retóricos de ornamentação; como efeitos, são doutrinadas como figuração engenhosa, 7 A propósito da imagem de Diógenes citada por Tesauro, Maria Luisa Doglio lembra um emblema de G. de La Perrière, em La Morosophie, contenant cent emblemes moraux illustrez de cent tetrastiques latins reduitz em autant de quatrains françois. A Lyon, par M. Bonhomme, 1553, n. XXXI. Nele, sob o corpo (a imagem de Diógenes com a lanterna), lê-se “Diogenés jadis cherchoit un homme/Parmy les gens plus de mil et cinq cent:/Mais entre tous il n’apperceut en somme/Qu’hommes de peau et n’en veit un de sens”. Cf. Idea delle Perfette Imprese, ed. cit. 54. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 61 15-11-13 9:22 62 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 aguda, breve e sensível de afetos tidos como universais. Para a figuração metafórica do “nó”, recorre-se a lugares-comuns retóricos e poéticos, que foram memorizados e armazenados em elencos, analisando-os dialeticamente por meio das 10 categorias aristotélicas: substância, qualidade, quantidade, tempo, lugar, situação, posição, ação, paixão, hábito. Em Il Cannocchiale Aristotélico (1654), Tesauro propõe o uso do “índice categórico”, as 10 categorias, para inventar definições ilustradas. Sob a categoria de substância, vem Deus, ainda que esteja acima de toda categoria: as divinas pessoas da Trindade; a Idéia; os deuses fabulosos. Os deuses celestes, aéreos, marinhos, terrenos, infernais; os heróis, homens deificados. Anjos e demônios. O céu e as estrelas. Os signos celestes e as constelações, ou imagens da oitava esfera. O Zodíaco e todos os círculos e esferas imaginários. Os quatro elementos, os vapores, que são fumos quentes, e as exalações, frios. O fogo, a esfera ígnea, os fogos subterrâneos. O ar e seus meteoros, estrelas cadentes, cometas, raios, ventos, neves, chuvas. A água e os mares, rios, fontes, lagos. A terra, campos, prados, desertos, montes, colinas, promontórios, vales, precipícios. Os corpos, mistos inanimados, pedras, mármores, gemas, metais, plantas, ervas, flores, árvores, arbustos, corais. Animais terrestres, feras, e aquáticos, e aéreos, pássaros, e os monstros. Homem, mulher, hermafrodita. Há também a substância artificial, ou as obras de toda arte: nas ciências, livros, penas, tintas; na matemática, globos, mapasmundi, compassos, esquadros. Na arquitetura, palácios, templos, tugúrios, torres, fortalezas. Na arte militar, armas, escudos, espadas, tambores, tubas, cornetas, bandeiras, troféus. Na pintura e na escultura, quadros, pincéis, cores, estátuas, escalpelos. Além da substância física, o engenho do autor também considera a substância metafísica, como o Gênero, a Espécie, a Diferença, o Próprio, o Acidente em geral: o nome, o cognome e noções semelhantes. Nos emblemas, as metáforas de acidentes são mais adequadas que as de substância, porque implicam relações mais convenientes para a metaforização visualizante própria da evidentia. Sob a categoria de quantidade, o autor considera a quantidade do tamanho: pequeno, grande; longo, curto; a quantidade numérica: nenhum, um, dois etc., muitos, poucos; a quantidade de peso: leve, pesado; a quantidade de apreço: precioso, vil. E a quantidade em geral: medida, parte, todo: perfeito, imperfeito: finito, infinito, divisível, indivisível, proporcionado, desproporcionado, maior, menor, igual etc. Pela categoria qualidade, inventa imagens que pertencem à visão: visível, invisível, aparente; belo, disforme; claro, obscuro: branco, negro, púrpura etc. Ou que pertencem à audição: som, silêncio, harmônico, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 62 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 63 desarmônico. Ao olfato: suave, forte. Ao gosto: saboroso, insosso etc. Ao tato: quente, frio, seco, úmido, liso, áspero. Também as qualidades figurais: direito, torto, redondo, quadrado, agudo, obtuso etc. E o que Tesauro chama de qualidades exteriormente denominantes: fama, infâmia; honra, desonra, fortuna, infortúnio. Ou as qualidades internas naturais: são, doente, prazeroso, doloroso. Também existe a qualidade de paixões: alegria, tristeza, amor, ódio, esperança, medo. E qualidades intelectuais: sabedoria, ignorância, arte, inépcia. E, obviamente, qualidades morais: a virtude e a infinitude dos vícios. A categoria relação dá conta do parentesco e da companhia, da amizade e simpatias, das inimizades e antipatias, dos semelhantes, dos contrários, dos opostos, do superior, do inferior e também das causas das coisas: causa eficiente e efeito; causa material e forma; causa final e privação, nomes, títulos, verdade e falsidade. Com as categorias de ação e paixão, o emblemista pensa em: potente, impotente; fácil, difícil; nocivo, inofensivo; útil, danoso etc. E em operações naturais: nutrir, produzir. Em operações políticas: reinar, julgar, guerrear, tiranizar. Em ações mecânicas: fazer, desfazer, cansaço, ócio, calma. Em ações cerimoniais: festivas, fúnebres, sagradas etc. Quanto à categoria situação, lembra-se de: alto, baixo, plano, jacente, pendente, cruzado, direito, esquerdo, médio, dentro, fora etc. E com a categoria tempo: momentâneo, durável, novo, velho, principiar, acabar. Quanto à categoria lugar: pleno, vazio. Movimento: veloz, lento, direito, oblíquo: de um lugar, por um lugar, perto de um lugar, em direção a um lugar etc. Quanto ao ter, ou à posse: rico, pobre; vestes, empresas, divisas, armas, ornamentos, instrumentos etc. Tendo encontrado 10 definições de uma coisa e um conceito pela aplicação das 10 categorias, o autor do emblema seleciona palavras e imagens pictóricas que aplica à definição escolhida para compor a alma e o corpo, segundo a necessidade e a verossimilhança (Aristóteles, Poética 1451b), do caso que figura em ambos. Aqui a metáfora não o simples tropo de palavra que substitui o sentido próprio pelo figurado, pois ela está na base da invenção retórica como a definição ilustrada ou “imagem arquétipa” que os signos verbais e pictóricos figuram para o destinatário como efeito das operações do juízo e da versatilidade do autor. O decoro dialético-retórico que o juízo aplica à sua composição é aplaudido porque o efeito é engenhoso, sendo também elogiado como conveniência moral e política que emula o costume das autoridades da arte do emblema. A metáfora sempre pressupõe a proporção racional do silogismo, principalmente quando, da perspectiva aristotélica ortodoxa, seu efeito pode ser avaliado como incongruente ou sem medida. O engenho do bom emblemista é, porém, como o do bom poeta e bom pintor 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 63 15-11-13 9:22 64 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 que, na formulação de Tesauro, produzem «inconveniências convenientes» ou “despropósitos propositais” 8, perdendo o juízo muito ajuizadamente, pois demonstram racionalmente que a metáfora Faz que o Leão se torne um Homem, & a Águia uma Cidade. Põe uma Mulher sobre um Peixe & fabrica uma Sereia como Símbolo do Adulador. Cola um busto de Cabra ao rabo de uma Serpente & fabrica a Quimera como Hieróglifo da Loucura. Por isso entre os antigos Filósofos, alguns chamavam o Engenho de partícula da Mente Divina: & outros o chamaram de presente mandado por Deus aos seus mais caros 9. Logo, a imagem pictórica e o epigrama compostos com essas proporções devem ser antes de tudo boas imagens reguladas por adequações verossímeis e decorosas da forma aos gêneros e às tópicas do emblema. Para fazer boas imagens, o autor deve adequá-las às partes essenciais do “perfeito emblema”, como diz Tesauro, o tema, a figura e a inscrição. O tema é mote ou título que explicita a finalidade do emblema, como vituperar a avareza, louvar a gratidão, exortar à concórdia etc. O tema é expresso pelo título - por exemplo, o do Emblema XCIII de Alciato, In avaros (Sobre os avarentos). A forma da imagem pictórica sempre se inclui em um gênero, que determina os lugarescomuns e a elocução dela. Assim, o corpo do emblema pode ser composto por uma imagem histórica, como a do “habitante da Finlândia”, do Emblema XLIV de Alciato, cuja referência é imitada do discurso de um historiador, Tácito. O habitante da Finlândia é um tipo tão pobre, tão desprovido de tudo, que nem a Fortuna lhe pode fazer mal. A imagem dele é a de um homem com uma pele jogada às costas que leva um arco, significando “segurança dos que levam consigo todos os seus bens”. A imagem pode ser fabulosa, como a do Emblema LVI de Alciato, Faetonte despenhando-se do céu, que 8 “Né si può dire che questi pecchino contro l’arte quando sanno molto bene che lasciano il decoro ma lo vogliono lasciare; si come il pittore non erra contra l’arte quando a bello studio tratteggia un ceffo torto e stralunato come la statua di Serapide, avendo ogn’arte (eccetto la prudenza) questo privilegio, come dice Aristotele, di non peccar contro arte quando a posta pecca contro ‘l suo fine”. (Tesauro, Idea delle Perfette Imprese 112). 9 ... fa che il Leone divenga un’Huomo;& l’Aquila una Città. Inesta una Femina sopra un Pesce;& fabrica una Sirena per Simbolo dell’Adulatore. Accoppia un busto di Capra al deretano di un Serpe;& forma la Chimera per Hieroglifico della Pazzia. Onde fra gli antiqui Filosofi, alcuni chiamarano l’Ingegno, Particella della Mente Divina: & altri un regalo mandato da Iddio a’ suoi più cari. Tesauro, Il Cannocchiale Aristotelico, ed. cit, 82-83. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 64 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 65 imita o discurso de um mito e é usada para significar “repreensão moral dos temerários”. A imagem natural recorre à figuração de coisas da Natureza, rochas, montes, rios, fontes, plantas, aves e animais etc. É o caso do Emblema XXX, de Alciato, em que filhotes de cegonha cuidam de uma ave envelhecida, significando “piedade filial e gratidão para com os benfeitores”. Usam-se ainda imagens de coisas artificiais, caso da imagem do túmulo de Arquíloco, no Emblema LI de Alciato, significando “o maledicente”. Finalmente, há as imagens quiméricas, como o golfinho enrolado na âncora da divisa de Augusto, significando “rapidez controlada”. Quanto à inscrição, epigrama ou alma, deve ter as duas partes já referidas: a primeira é uma explicação da fábula ou história que se narra ou declara; a segunda aplica a história ou fábula ao que é significado no epigrama. O tema, a inscrição e a figura são sempre adequados aos três genera dicendi que classificam os emblemas- judicial, deliberativo e demonstrativo. Como na oratória forense, o emblema judicial compõe-se de corpo e alma que condenam ou defendem algo já conhecido; logo, seu tempo de referência é o passado. O emblema deliberativo aconselha ou desaconselha determinada coisa ou ação, referindo-os ao futuro. Quanto ao emblema demonstrativo ou epidítico, usa-se para louvar as coisas honradas e vituperar as viciosas. O tempo da sua referência é o presente e a ele pertencem todos os emblemas doutrinais, que ensinam um conceito teológico, moral, filosófico ou natural. Tanto no emblema quanto na empresa – (no século XVI, o termo italiano empresa passa a substituir o francês divisa)- deve-se usar o corpo humano para compor a imagem pictórica. Com uma diferença fundamental: na empresa (divisa), o corpo humano é pintado como sinédoque ou parte pelo todo; no emblema, como metáfora. Dizendo de outro modo: a empresa (divisa) só pode representar partes do corpo humano; no emblema, o corpo deve ser representado por inteiro. Ao mesmo tempo, ambos os gêneros, emblema e empresa, recorrem às palavras, que são relacionadas direta ou indiretamente à imagem pictórica como formulação semelhante. Os preceitos para a invenção de imagens adequadas às empresas são expostos por Paolo Giovio no Diálogo das empresas militares e amorosas, de 1555. Inicialmente, o termo divisa nomeava a divisão feita no campo de um escudo ou de uma bandeira; por extensão, passou a nomear o que era gravado neles. De modo geral, o principal preceito para a invenção da divisa e, depois, da empresa, era ser uma imagem pictórica que não devia ter correspondência com a sentença escrita, diferentemente do emblema, em que a imagem e o epigrama mantêm a relação proporcional de semelhança, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 65 15-11-13 9:22 66 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 pois imitam o mesmo conceito por meios, formas e substâncias diferentes. A significação das divisas/empresas tende ao enigma e a dificuldade de sua interpretação levou tratadistas como Scipione Ammirato a afirmar que o esoterismo era decorrência de ela figurar uma filosofia iniciática da cavalaria andante. Mas a divisa já é referida pelo autor latino Vegécio, que tratou das figuras de animais reais e fabulosos usadas em elmos, escudos e estandartes do exército romano. Em De doctrina christiana, II, III, Santo Agostinho fala do seu uso nas bandeiras militares como índice da vontade dos chefes. No diálogo com Lodovico Domenichini em Dialogo dell’emprese militari e amorose, Paolo Giovio afirma algo semelhante, explicando que os antigos usavam cimeiras e ornatos nos elmos e escudos, o que se vê-se claramente em Virgílio quando este faz o catálogo da gente que veio em favor de Turno contra Enéias no canto VIII da Eneida. E Píndaro diz que a Anfiarao levava um dragão no escudo etc. Giovio também lembra o uso de divisas pelos heróis da Canção de Rolando e dos livros de cavalaria da matéria da Bretanha, Amadis de Gaula, Primaleão, Palmeirim, Tirant Le Blanc etc. No tempo de Frederico Barba Roxa houve ...bizarríssimas invenções de cimeiras e pinturas nos escudos, o que em Florença se vê em muitas pinturas de Santa Maria Novella. Mas nesses nossos tempos, depois da vinda do rei Carlos VIII e de Luís XII à Itália, cada homem que seguia o exército, imitando os capitães franceses, tratou de adornar-se de belas e pomposas empresas, com as quais reluziam os cavaleiros, separados companhia de companhia com diversas marcas(...) de modo que as paradas da gente de armas faziam um pomposíssimo e riquíssimo espetáculo e nas batalhas se conhecia o valor e os feitos das companhias (Giovo 36). No caso, evidencia, o corpo das empresas tinha dupla função: era um ornamento do soldado e um desafio moral lançado ao adversário como um “conceito heróico” marcial, mas não cruel, como diz Tesauro. A seguir, Giovio especifica cinco condições para a “perfeita empresa”: Primeira, justa proporção de alma e de corpo. Segunda, que não seja obscura de modo que seja preciso ter a sibila como intérprete quando se quer entendê-la, nem tão claro que qualquer plebeu a entenda. Terceira, que sobretudo tenha bela forma, a qual se faz muito alegre pondolhe estrelas, sóis, luas, fogo, água, árvores verdejantes, instrumentos mecânicos, animais estranhos e pássaros fantásticos. Quarta, não requer nenhuma forma humana. Quinta, requer o mote é a alma do 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 66 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 67 corpo e quer ser comumente em língua diversa do idioma de quem faz a empresa para que o sentimento seja um tanto mais encoberto. Também quer ser breve, mas não tanto que se faça duvidoso, de modo que duas ou três palavras quadram beníssimo, exceto se for em forma de verso ou inteiro ou fragmentado. E para declarar essas condições diremos que a supradita alma e corpo se entende pelo mote e pelo assunto; e estima-se que, faltando ou o assunto à alma ou a alma ao assunto, a empresa não fica perfeita (Giovo 37-38). Nos tratados, encontram-se outras distinções como preceitos para usos dos emblemas e empresas. Scipione Bargagli, em Dell’imprese (1578), diz algo fundamental: a empresa é “expressão de um conceito”, não “um conceito expresso”. Por outras palavras, a empresa é uma maneira de figurar ou aplicar o conceito, não a expressão subjetiva dele. Em geral, pressupondo que tanto o emblema quanto a empresa são “expressão de um conceito”, não “conceito expresso”, os tratadistas opõem seus gêneros, considerando principalmente que são os usos que determinam a diferença. Assim, o emblema sempre é definido como faz Tesauro: documento geral referente à vida humana, ou seja, figuração de noções que têm validade coletiva. Quanto à empresa, figura um propósito heróico particular. No emblema, o mote que encima a alma e o corpo declara a figura para fazer que seja um documento moral de sentido deliberativo ou aconselhamento da ação no futuro. O emblema também figura casos heróicos, ajuizando-os judicialmente e louvando-os epiditicamente como boas ações exemplares a serem imitadas por todos. Quanto à empresa, como é de uso individual e aristocrático, deve ser equívoca e aguda, com a brevidade que obscurece a qualidade do que está sendo figurado. É justamente por isso que o emblema sem imagens pintadas permanece emblema, bastando a alma para representar publicamente aquilo que se pretende figurar - como ocorre na primeira edição de Emblemata - enquanto a empresa nunca pode dispensar a imagem, pois sem ela o mote fica sem nenhum argumento de semelhança. Dizer Luís XII ferirá de perto e de longe é totalmente hermético, se não se vê o desenho do porco-espinho que significa o conceito visualmente (Tesauro, “Trattato degli emblemi”, ed. cit. 695-696)10. Logo, o emblema é 10 Giovio dá o exemplo de Cesare Borgia, que usou uma alma sem corpo: Aut Caesar aut nihil. (Ou César ou nada). Quando César Borgia foi morto em Novara, Fausto Madalena disse, num dístico irônico, que o mote se verificara com a última parte alternativa: Borgia Caesar erat factis et nomine Caesar./Aut nihil aut Caesar dixit,utrumque fuit. Cf. Giovio 38. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 67 15-11-13 9:22 68 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 sempre mais inteligível, chão, claro e popular, ao passo que a empresa é mais hermética, aguda, heróica e aristocrática. A de Carlos V tinha a imagem das Colunas de Hércules (Gibraltar) com a sentença latina Plus ultra, “Mais além”, alegorizando a extensão do seu Império. Quando Carlos V abandonou o cerco de Metz, seus inimigos gravaram outra, com um caranguejo nas Colunas e a sentença Plus citra, “Mais aquém” ou “Mais para trás”. Nos emblemas, o mote declara a figura para fazer dela um documento moral, como no Emblema XLVI de Alciato, em que o mote “Concórdia” refere-se ao corpo onde dois guerreiros romanos seguram o braço direito um do outro, enquanto a alma declara que foi costume segurar o braço direito do inimigo como símbolo da concórdia. Quanto à empresa, o mote obscurece esclarecendo ou explica ocultando, de modo agudo e breve, a propriedade significada. Maria Luisa Doglio lembra que o mote da empresa do nobre napolitano Giovan Vincenzo Pinelli era a inscrição latina REDIBO PLENIOR (Retornarei mais pleno) com a imagem da lua crescente (Doglio, “Introduzione”, In Idea delle Perfette Imprese, ed. cit. 78). A empresa do cardeal Richelieu tinha por corpo um globo terrestre, três flores de lis e três cabritos. Por sentença, Stat, “Está parado”, “Permanece”, “Fica”. A empresa funciona por analogia, propondo uma “palavra muda”, a imagem pintada de uma coisa valendo por outra, como os cabritos de Richelieu, chamada de “sentido sensível”, e uma “palavra inteligível” ou a sentença que metaforiza um conceito, chamada “sentido inteligível”. No emblema, a substância do lugar-comum figurado se conserva sem a imagem pintada, porque o epigrama representa o mesmo assunto. Ou viceversa: é possível usar só o corpo, a imagem pintada, pressupondo-se que a alma ou discurso já é conhecida de todos. De todo modo, no século XVI, o termo emblema podia nomear três coisas: só o texto do epigrama, como na edição de 1521 dos Emblemata; só a imagem pictórica alegórica, como hieróglifo a ser interpretado; o próprio gênero pictórico-discursivo como relação de corpo e alma. Esta última acepção é a que predomina nos séculos XVII e XVIII, embora as duas outras também fossem conhecidas e usadas. É o que se observa, por exemplo, nas descrições de ações de personagens alegóricos que formam narrativas no relato de Simão Ferreira Machado sobre a festa do Triunfo Eucarístico ocorrida em Vila Rica, em 1733. As representações usadas nas festas coloniais são alegorias emblemáticas, como corpos e almas imitados de livros de emblemas. A mesma festa colonial tinha a estrutura de um livro de emblemas decomposto em partes sucessivas postas em movimento, como se o cortejo fosse uma figura das páginas que 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 68 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 69 se iam virando, dando a ver imagens e discursos para o público. Também os retábulos de igrejas coloniais, como os da Matriz de Antônio Dias ou da Igreja do Pilar, em Ouro Preto, são dispostos como páginas abertas de um livro de emblemas posto em pé para mostrar narrativas exemplares de vidas de santos. O espectador que vai do pára-vento até o altar vê, à direita e à esquerda, formas pictóricas e plásticas dispostas linearmente como corpos de livros de emblemas. A alma ou o discurso das vidas dos santos representados nelas fica por conta da sua memória11. Assim, se a substância do emblema se conserva sem a imagem pintada, porque o epigrama exprime o assunto; ou sem o epigrama, pois também a imagem o figura, a empresa não pode existir sem a imagem, pois sem ela o mote fica sem o argumento da semelhança. No entanto, o mote da empresa do pai de Andrea de Cápua, Duque di Termoli, era NEC SPE NEC METU. Pintado no campo branco do escudo (Giovo 131) sem corpo, era considerado perfeitíssimo, belíssimo. No emblema, o epigrama é mais digno de louvor quando é inventado pelo autor. Na empresa, o mote é mais louvável quando é de outro autor. Sendo popular, o emblema admite grande variedade de figuras históricas, fabulosas, artificiais, naturais, quiméricas; e não recusa a representação do corpo humano, como o de Ganimedes, que sai, ou o de Faetonte, que cai, ou o de Taís, que trai. Quanto à empresa, é considerada mais perfeita quando a figura é mais natural e única, sem possibilidade de representação do corpo humano, admitindo-se, no entanto, partes dele (Tesauro, Il Cannocchiale Aristotelico ed.cit. 696). O lugar mais apropriado para o uso de emblemas são as tabuletas e os quadros postos à vista do povo; também paredes de salas e igrejas, frisos, arcos, aparatos festivos. O lugar apropriado para usar a empresa é o escudo, 11 Referindo-se a Imago Primi Saeculi Societatis Jesus a Provincia Flandro-Belgica eiusdem Societatis Repraesentata (Anvers: Balthasar Moretus, 1640), livro de emblemas que celebra o jubileu da Companhia de Jesus, Marc Fumaroli escreve: “...este volumoso in-folio é concebido pela imaginação plástica de seus autores como um monumento arquitetônico, com sua fachada (o frontispício), seu peristilo (a dedicatória e o prefácio) e suas seis ‘capelas’ que o leitor-peregrino visitará em seguida, mas que é preciso imaginar como repartidas em dois grupos de três de cada lado de uma nave central. O espaço da leitura luta por assim dizer com a abstração do impresso para reconstituir, na disposição das páginas e da ilustração delas, a experiência da palavra ecoante numa arquitetura.O sentimento de entrar num lugar, de deslocar-se nele, liga-se muito naturalmente à audição interior do texto lido, a um movimento dos olhos percorrendo as imagens gravadas como se se tratasse de quadros, de esculturas ou de monumentos ornamentais dispostos contra as paredes...”. Cf. Fumaroli 75-111. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 69 15-11-13 9:22 70 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 exprimindo o conceito heróico de quem o leva; e também as bandeiras. No século XV, Ângelo Poliziano especializou-se em gravar divisas hieroglíficas em punhos de espada, anéis e outros objetos de uso pessoal. Para terminar, lembremos que o gênero emblema foi “moralizado” na ação contra-reformista. O primeiro livro de emblemas “moralizados” é o de Georgette de Montenay, Emblèmes ou devises chrestiennes, publicado em Lyon em 1571. Como exemplo dessa moralização, leia-se o que propõe o seguinte mote, Figuras do Amor Divino substituindo Cupido, que é seguido dessa alma: Il est besoin chercher de tous costés De l’appetit pour ces gens degoustés: L’ un attiré sera par la peinture, L’autre y ioindra poesie, et ecriture... (“mainte honneste et dame et demoiselle”) ...pourront accomoder A leurs maisons, aux meubles s’en aider, Rememorans tousiuous quelque passage Du saint escrit bien propre à leur usage, Dont le Seigneur sera glorifié, Et cependant quelqu’un edifié 12. A apropriação contra-reformista do emblema é realizada no século XVI principalmente pela Companhia de Jesus e substitui o nu de imagens de deuses greco-latinos por imagens cristãs vestidas no corpo. Ao mesmo tempo, as referências à poesia e à prosa antigas são substituídas, na alma, por trechos das Escrituras e de hagiografias cristãs, como exempla da boa conduta moral da vida beata oposta à vida libertina. Desde a segunda metade do século XVI, os jesuítas passaram a definir a representação – oratória, poética, pictórica, plástica, musical etc.- como theatrum sacrum ou encenação de tópicas da história definida como história sacra. Nos usos católicos dos séculos XVI, XVII e XVIII, o gênero emblema torna-se veículo para a figuração de dogmas, mistérios, preceitos, exemplos, virtudes e vidas de santos da “Roma triunfante”. O corpo do emblema passa a pressupor a teologia como fundamento da verossimilhança das imagens em uma espécie de ut theologia Cf. Praz, Studi sul Concettismo. 12 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 70 15-11-13 9:22 Alguns preceitos da invenção e elocução metafóricas de emblemas e empresas 71 poesis. Em 1595, o Pe. Jerônimo Nadal, da Companhia de Jesus, publicou em Anvers a segunda edição de Adnotationes et meditationes in Evangelia quae in sacrosancto missae sacrifício toto anno leguntur. O livro mantém a tripla estrutura do emblema - mote, corpo, alma- sendo inventado como coletânea de “composições de lugar” ou imagens e discursos que figuram lugares-comuns doutrinários. O mote ou título indica uma referência das Escrituras -por exemplo, “Adoração dos Magos”. Logo abaixo, o corpo é constituído de quadros onde cenas, coisas, animais, personagens e ações figuram os lugares-comuns indicados pelo título. As imagens são classificadas por letras (A, B,C...Z)- por exemplo, “Belém” por A; “a estrela” por B; “três reis magos” por C; “Maria e o Menino” por D; “boi e burro” por E, etc. No rodapé da página, as letras são dispostas em colunas, com a identificação da imagem e seus acidentes. Por exemplo, “A. Belém para onde vão os Magos”; “B. A estrela que lhes mostrou onde JESUS estava”; “C. Os Magos que chegaram a Belém”; “D. Maria sozinha com o Menino na manjedoura”; “E. O boi e o asno no presépio”, etc. A seguir, num capítulo ordenado em três partes, lê-se, na primeira, a lectio (o texto do Evangelho indicado pelo mote ou título e, nas margens, variantes dos Evangelhos sinóticos); na segunda parte do capítulo, chamada adnotatio, encontram-se desenvolvimentos das identificações feitas pelas letras na parte inferior da prancha. A terceira parte, chamada meditatio, é um sermão muito breve que constitui o leitor-ouvinte em espectador, concentrando-lhe a atenção na imagem que se evidencia como “composição de lugar”. No caso, Nadal utiliza o modelo do emblema como arte da memória dos lugares da meditação espiritual prescrita por Inácio de Loyola nos Exercícios Espirituais (cf. Chatelain 154-155) 13. Tais usos teológico-políticos do emblema estendem-se até o final do século XVIII, quando Deus morre. Desde então, o emblema religioso ou nãoreligioso é um gênero morto. Como as empresas, cuja alma foi definitivamente separada do corpo na Revolução francesa. 13 Cf. Também Pierre-Antoine Fabre. Ignace de Loyola. Le lieu de l’image. Le problème de la composition de lieu dans les pratiques spirituelles et artistiques jésuites de la seconde moitié du XVIe siècle. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 71 15-11-13 9:22 72 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 BibliografÍa Alciat, André. Les Emblèmes. Fac-simile de l’édition lyonnaise Macé-Bohomme de 1551. Paris: Klincksieck, 1997. Artémidore d’Éphèse. La clef des songes,ou les cinq livres de l’intérprétation des songes, rêves et visions. Traduits du grec et commentés par Henry Vidal. Paris, 1921. Buxó, José Pascual. “El resplandor intelectual de las imágenes: jeroglífica y emblemática”. In Juegos de Ingenio y Agudeza. La Pintura Emblemática de la Nueva España. México: Museo Nacional de Arte, 1994. Chatelain, Jean-Marc. Livres d’emblèmes et de devises. Une anthologie (1531-1735). 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Lyon: Paul Frellon, 1615. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 73 15-11-13 9:22 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 74 15-11-13 9:22 REVISTA CHILENA de Literatura Noviembre 2013, Número 85, 75-100 LA CLEMENCIA DEL PRÍNCIPE: SU REPRESENTACIÓN ALEGÓRICA EN EMBLEMAS Y EMPRESAS DE ESPAÑA Y AMÉRICA COLONIAL* Sarissa Carneiro Pontificia Universidad Católica de Chile sarissacarneiro@gmail.com resumen / abstract Este ensayo trata la representación de la clemencia como virtud del príncipe en el contexto de las transformaciones políticas que supusieron el progresivo abandono del lenguaje del buen gobierno a favor de la razón de Estado. Se analizan distintas representaciones alegóricas de clemencia y justicia entre los siglos XVI y XVII, en libros de emblemas y empresas políticas españolas y en dos arcos de triunfo novohispanos elevados en 1680. Palabras clave: política católica ibérica, emblemática, relaciones festivas, alegorías de la clemencia. This investigation deals with the representation of clemency as a Prince’s virtue amongst the political transformations which lead to the progressive abandonment of the language of good governance on behalf of the Reason of State. It analyses different allegorical representations of clemency and justice, during the 16th and 17th centuries, in Spanish emblem books and political devices and two triumphal arches raised in 1680’s Nueva España. Key words: Iberian Catholic politics, emblematics, festive relations, clemency allegories. Este artículo se enmarca en los proyectos de investigación FONDECYT 11100232 (Inv. Responsable: Sarissa Carneiro) y FONDECYT 1131071 (Inv. Responsable: Constanza Acuña, co-investigadoras: Sandra Accatino y Sarissa Carneiro). * 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 75 15-11-13 9:22 76 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 introducción En este ensayo, trato la representación de la clemencia como virtud del príncipe en el contexto de las transformaciones políticas que supusieron el progresivo abandono del lenguaje del buen gobierno a favor de la razón de Estado. Particularizo ejemplificando distintas representaciones alegóricas de la clemencia y la justicia entre los siglos XVI y XVII en libros de emblemas y empresas políticas españolas y dos arcos de triunfo elevados en Nueva España en 1680. Me interesa ilustrar, en estos distintos géneros y contextos, los matices y tensiones que se advierten en la política católica hispánica entre la moral cristiana y la cada vez más incisiva ragione di stato. Con ello sigo una línea abierta por autores como Ronald Truman, João Adolfo Hansen y Maurizio Viroli, quienes establecieron importantes precisiones en torno a las distintas tendencias y concepciones del poder en los siglos XVI y XVII en España, Portugal e Italia, así como Pilar Pedraza y Sagrario López Poza, quienes estudiaron sus representaciones emblemáticas a partir del análisis del silencio y del disimulo como virtudes políticas. Este ensayo intenta aportar a esta línea de investigación al tratar otro de los asuntos más controvertidos desde la publicación de El príncipe de Maquiavelo: el manejo de la fuerza y la tensión entre crueldad y piedad, así como entre justicia y clemencia. la instrucción del príncipe: del buen gobierno a la razón de estado El siglo XVI asiste a notables y decisivas transformaciones en el campo de la política. En términos generales, estas se inscriben en el marco amplio de los cambios sufridos en los modelos de aprehensión de los fenómenos sociales y de la representación del poder, implicados en el paso de una concepción tradicional –que entiende la sociedad como un cuerpo internamente organizado y dotado de un destino metafísico– a un modelo moderno post-cartesiano que refiere los fenómenos sociales a partir de su materialidad puramente externa1. El modelo corporativista, que sostuviera el pensamiento social y político medieval, concebía la sociedad como un cuerpo dotado del poder de auto- Para más antecedentes sobre estas transformaciones en el ámbito ibérico, ver Barreto Xavier, A. y A. M. Hespanha. “A representação da sociedade e do poder”. 1 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 76 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 77 regulación: el príncipe, en cuanto cabeza de ese cuerpo, representaba la unidad y el equilibro entre los miembros a través del ejercicio de la justicia, definida como la atribución a cada uno de lo que es suyo. En este modelo, el pilar del buen gobierno (comparable al bienestar de un organismo biológico) era la virtud del príncipe, pues de ella devendría el buen manejo de la vida comunitaria. Esta concepción corporativista, si bien fundada en una metafísica cristiana, daba continuidad a las formulaciones éticas y políticas de la Antigüedad clásica y al concepto del buen gobierno como arte de gobernar con arreglo a los principios de justicia y razón. Esta tradición requería del gobernante la posesión de las virtudes políticas clásicas –la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia–, un elenco muy ampliado en la Edad Media, llegando a incluir –como en Gil de Roma– la magnanimidad, la liberalidad, la humildad, la veracidad, la afabilidad, la amabilidad, la devoción a Dios y la caridad. Las profundas transformaciones políticas que llevaron a la crisis de este modelo supusieron, como advirtió Maurizio Viroli, una transición ideológica e intelectual: la política dejaba de ser el arte del buen gobierno para ser razón de Estado, arte del manejo de los medios que permiten conservar el dominio ejercido sobre las gentes o arte de conservar el Estado. Estas transformaciones suscitaron diversas reacciones. Por un lado, el paulatino desmantelamiento del lenguaje de las virtudes políticas tuvo un desarrollo paralelo a la renovación del ideal ciceroniano de política. Según observa Eugenio Garin, textos como El cortesano de Castiglione guardaban una correspondencia simétrica con obras como El príncipe: en el mismo momento en que la política del príncipe se mostraba más crudamente realista, la filosofía platónica se afirmaba como moda y costumbre, y el cortesano, en cuanto ejecutor de órdenes que provenían no de una norma sino del arbitrio de un hombre (el príncipe), aspiraba a una realidad esencial que fuera reguladora de las cosas y lo trascendiera por dignidad (88). Asimismo, el abandono de la educación del gobernante ideal y su sustitución por la formación técnico-práctica del “príncipe nuevo” dio lugar a la respuesta incisiva e inmediata de obras como la Utopía de Tomás Moro o Querela pacis e Institutio principis Christiani de Erasmo de Rotterdam, las cuales, sin embargo, parecían refugiar el buen gobierno en el ámbito de una idealidad soñada, de un no-lugar que, a la luz de las transformaciones políticas, devino una aspiración lejana desde el inicio. Por otra parte, esta arremetida del realismo político tampoco dejó indiferente al mundo católico post-tridentino. La política católica ibérica de los siglos 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 77 15-11-13 9:22 78 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 XVI y XVII, en el contexto de la disolución de la unidad del cristianismo, se distinguió por la supervivencia del modelo corporativista de una segunda escolástica, adaptado a los fundamentos del poder monárquico. Esta política católica absolutista, en fuerte y directa oposición a Maquiavelo, Lutero, Calvino, Bodin y Tácito, seguirá manteniendo y defendiendo la instrucción del príncipe en las virtudes consideradas indispensables para el adecuado gobierno y la armonía del cuerpo político. Esta instrucción real pretende enseñar el autocontrol y el término medio virtuoso, al tiempo que aspira a confirmar la cima de la jerarquía con la figura del gobernante prudente y discreto2. Sin embargo, es posible advertir entre autores ibéricos de los siglos XVI y XVII (no solo tacitistas, sino incluso antimaquiavelistas más ortodoxos) la incorporación más o menos velada de un arte de Estado. Esta creciente legitimación del lenguaje de la razón de Estado, en tensa convivencia con el viejo discurso del buen gobierno y las renovadas fórmulas del neocorporativismo, se hace evidente en la representación de una virtud como la clemencia, tan cargada de asociaciones clásicas como de profunda raigambre judeocristiana. crueldad y clemencia en el príncipe nuevo y el príncipe cristiano Conviene recordar el muy visitado capítulo XVII (De crudelitate et pietate; et an sit melius amari quam timeri, vel e contra) de El príncipe. Como en los demás capítulos que tratan las cualidades del príncipe nuevo, aquí la consideración de la clemencia y de la crueldad refiere siempre a su conveniencia para la conservación del Estado, además de enfocarse primordialmente como un problema de apariencia o de fama, más que de efectivo ejercicio de una virtud. Maquiavelo reconoce que en principio convendría ser considerado clemente y no cruel, pero el príncipe nuevo debe tener en cuenta que la clemencia también puede ser mal usada y que no siempre la fama de crueldad es negativa, pues en ocasiones permite mantener unidos y leales a los súbditos, evitando con el castigo y la fuerza desórdenes, muertes y rapiñas. En algunos Para las particularidades de la instrucción real en Portugal y España, ver respectivamente Hansen, “Educando príncipes no espelho” y Truman, Spanish treatises on Government. 2 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 78 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 79 casos, como en operaciones militares, cuando se requiere mantener el ejército unido, la fama de crueldad es especialmente importante. De estas virtudes, Maquiavelo desprende, además, la conjetura de si es mejor ser amado o temido. La combinación ideal de ambos afectos es muy difícil de lograr, razona el florentino, por cual debe optarse por suscitar el miedo, ya que los vínculos del amor (la gratitud) son mucho más débiles que los sólidos lazos del terror. Estas recomendaciones se complementan con las también muy conocidas del capítulo siguiente (Quomodo fides a principibus sit servanda), donde Maquiavelo defiende la conjunción de las dos formas de combatir: las leyes, forma propiamente humana, y la fuerza, forma de las bestias. La figura del centauro Quirón, maestro de Aquiles y de otros “príncipes antiguos”, preceptor mitad bestia y mitad hombre atestigua la conveniencia de que el príncipe combine estas formas, y que, entre las bestiales, aúna las virtudes del león, capaz de intimidar a los lobos, con las del zorro, capaz de evitar las trampas. En Institutio principis christiani (1516), texto dedicado al que será luego Carlos V, Erasmo de Rotterdam enuncia una respuesta cristiana a estas transformaciones de la política hacia la razón de Estado. En cuanto tratado de educación del príncipe, no deja de conectarse con las preocupaciones generales de Erasmo, como el rechazo al mundo de las apariencias y la inautenticidad, la necesidad de recuperar un cristianismo primigenio, la crítica a la guerra y la defensa de la paz. Su príncipe cristiano es un príncipe sabio, que además sigue el modelo de Cristo, como padre y no como dueño de sus súbditos. A partir de las clásicas distinciones entre el rey y el tirano, entiende el miedo y el castigo como medios de la tiranía, y el premio y la esperanza como los nervios del Estado del príncipe cristiano. El buen príncipe no debe infundir terror a nadie, excepto a criminales y malhechores a quienes incluso debiera ofrecerse la posibilidad del perdón, en caso de que sean recuperables (Erasmo 37). Aquí, el semblante del príncipe y del tirano reciben particulares representaciones alegóricas que refieren al mundo animal, en sentidos que se oponen directamente a la figura del príncipe nuevo que combina las virtudes del león y del zorro en la imagen propuesta por Maquiavelo. En la obra de Erasmo, el león y otras bestias quedan alegóricamente unidos al tirano. Atrayendo a Aristóteles, Erasmo describe esta figura como una enorme y repugnante bestia formada por una mezcla de dragón, lobo y león, con seiscientos ojos, dentada por doquier, temible por sus encorvadas 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 79 15-11-13 9:22 80 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 uñas y vientre insaciable, ahíta de vísceras humanas, ebria de sangre humana y hostil a todos, especialmente a los buenos (43). En contraste con esa figura bestial, el príncipe cristiano es representado por Erasmo a partir de una de las analogías de más larga duración desde la Antigüedad, la que compara el príncipe con el rey de las abejas. Haciendo uso de imágenes ya fijadas por Séneca en De clementia, Erasmo destaca que el rey de las abejas se distingue no solo por su particular belleza y volumen, o por andar libre de carga, sino porque siendo todas las abejas tremendamente irascibles, al punto que dejan su aguijón en la herida, solo el rey carece de acúleo: “no quiso la naturaleza que fuese cruel ni que pidiese venganza que había de costarle cara y le quitó el dardo y dejó su ira desarmada. Magnífico ejemplo este para los grandes reyes” (47). Junto a la autoridad de Séneca, Erasmo recurre a la sabiduría oculta de los jeroglíficos, destacando muy en particular su referencia al cetro de los reyes egipcios que contaban con una cigüeña en la parte más alta y en la más baja, un hipopótamo. Aclara Erasmo que la cigüeña era metáfora de la piedad y el hipopótamo de la fiereza, lo que hacía del cetro una alegoría que cifraba la clemencia venciendo y sofocando en el príncipe eventuales impulsos bestiales, como la crueldad, la ira, los deseos de venganza, la rapacidad o la violencia (76). Erasmo enuncia entonces una clara amonestación en Institutio principis christiani: nada debe ser procurado con mayor ahínco por el príncipe que ser amado por sus súbditos, lo que se consigue amando a su vez, como hace Dios, que gana a todos para sí a través del bien. La clemencia del príncipe no solo remite a la sabiduría de los antiguos egipcios y de una autoridad como Séneca, sino que adquiere un sentido específicamente cristiano en que el favor del perdón permite la esperanza de compensar los errores de la vida pasada, erigiéndose como virtud primordial del príncipe sabio que imita a Cristo. Así, en las primeras décadas del siglo XVI, en el seno de estas dos obras paradigmáticas, se fijaban los dos extremos de la cuestión, la cual –en el contexto de una cultura profundamente simbólica, como la llamara Gombrich– deviene inseparable de su representación alegórica. clemencia y justicia en la emblemática La identificación alegórica del príncipe con el rey abeja es reiterada por la emblemática desde su origen: en Emblematum liber (1531), Andrea Alciato presenta la clemencia del príncipe con la imagen de una colmena, coincidiendo 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 80 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 81 el emblema CXLVIII Principis clementia (fig.1 y 2) con lo enunciado por Erasmo en su espejo del príncipe cristiano. Reza el epigrama: Jamás clava el aguijón el rey de las abejas y su cuerpo es el doble de grande que el de las demás. Significa el mando benigno y el Poder moderado, y los santos derechos confiados a los buenos jueces 3. Figs. 1 y 2. Alciato, Emblemata, “Principis clementia” (Leiden, 1591; Frankfurt, 1567) La idea de que el rey de las abejas carece de aguijón o se exime de usarlo aparece con frecuencia en autores clásicos. Lo refiere Plinio en su Historia Natural (17.52) y Eliano en su Historia de los animales 4. En De clementia (55 d.C.) de Séneca, la imagen queda definitivamente ligada a la defensa de la clemencia como virtud del príncipe. La analogía era parte del amplio elenco de atribuciones metafóricas de las abejas en relación con la república y el gobierno: la colmena como ordenada república, ya presente en Platón (República 573 a), fue recogida por Plinio en Cito el epigrama por la traducción de P. Pedraza en la edición a cargo de S. Sebastián. Cito a Eliano: “Hay quienes opinan que las reinas de las abejas carecen de aguijón; otros, por el contrario, creen que estas abejas nacen con aguijones robustos y muy cortantes, que no emplean nunca contra los hombres ni contra las abejas, sino que son recursos para intimidar, porque no sería lícito que el que gobierna y dirige a tantos súbditos les causase algún daño. Y los entendidos en estos menesteres concuerdan en afirmar que las restantes abejas, en presencia de sus gobernantes abaten sus aguijones como renunciando y haciendo cesión de autoridad. Cualquiera quedará impresionado de cada una de las prerrogativas reales ya mencionadas: porque si no poseyesen instrumentos para ofender, esto no sería digno de señalarse; pero si teniéndolos, no lo hacen, esto es mucho más digno de notar (I, 60). Cit. por González de Zárate, Hieroglyphica de Horapolo 200. 3 4 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 81 15-11-13 9:22 82 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la Historia Natural (XI, V) y en Aristóteles aparece también como ejemplo de la armonía que debiera imperar en toda sociedad (Política, I, I)5. En el emblema CLXXVII de Emblematum liber, cuyo mote es Ex bello pax, unas abejas han hecho su colmena en un yelmo abandonado, figurando alegóricamente la paz: el casco del soldado intrépido, manchado de sangre de los enemigos, sobrevenida la paz, sirve de colmena para las abejas y contiene su grata y rubia miel (fig. 3). Alciato recupera aquí una imagen ya presente en la Antología griega (6.236), la de unas abejas instaladas, en tiempos de paz, en las puntas de las naves de guerra 6. El emblema le sirve a Alciato para la amonestación: “Yazgan lejos las armas: empréndase sólo la guerra cuando no se pueda gozar de la paz de otra manera” (220). Fig. 3. Alciato, “Ex bello pax” (Augsburg, 1531) Ahora bien, en el contexto del interés humanista por la sabiduría de los antiguos egipcios, la referencia de Horapolo a la abeja como jeroglífico para “pueblo obediente al rey”, añadía ingredientes distintos a los comentados hasta aquí: Para indicar ‘pueblo obediente hacia el rey’, pintan una abeja. Pues entre todos los demás animales es el único que tiene rey, al que sigue la restante multitud de abejas, como también los hombres obedecen al rey. Dan a entender a partir de la bondad de la miel y de la fuerza del aguijón del animal que el rey es bondadoso a la vez que enérgico en la justicia y el gobierno (Horapolo, Hieroglyphica 200) El jeroglífico aportaba una connotación antitética a la alegoría del rey abeja: la bondad de la miel metaforizaba la bondad pero la fuerza del aguijón se comparaba a la energía en la justicia y el gobierno. Este sentido de unión de 5 6 Ver comentarios de González de Zárate a Hieroglyphica 200-201. Ver http://www.emblems.arts.gla.ac.uk/alciato/emblem.php?id=A15a176. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 82 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 83 contrarios será reiterado por Valeriano quien comenta que la abeja porta en su cuerpo el veneno como arma a la vez que produce el manjar de la miel 7. Este matiz de conjunción de extremos prevalecerá en la emblemática política española, en la que escasamente se encuentra el llamado unívoco a la clemencia tal como enunciado por Erasmo de Rotterdam en Institutio principis christiani. De hecho, ya la traducción que hace Daza Pinciano del emblema de Alciato sobre la clemencia del príncipe (fig. 4) aporta matices significativos como el énfasis en que, si el rey no tiene aguijón, sí lo tiene su pueblo armado (“que contrasta al enemigo y se apercibe”) o la preocupación por la mantención del estado del rey (“Mirad que basta el pueblo estar contento/ para libraros de cualquier engaño/ y para os encumbrar en todo aumento”, 224-5). Fig. 4. Los emblemas de Alciato traducidos en rimas españolas (Lyon 1549), “La clemencia del príncipe” La imagen del rey abeja desaparece luego en los primeros emblemistas españoles. En las Empresas morales (Praga, 1581) de Juan de Borja, la conjunción de justicia y clemencia está figurada por una pictura que remite a la autoridad de Ezequiel (41,19,L,C): una cornisa arquitectónica muestra 7 Hier. XXXVI, cit. por González de Zárate 201. La abeja como metáfora de la conjunción dolor y dulzura, y en relación con el amor, también en Alciato, emblema CXII, Fere simile ex Theocrito (casi igual que en Teócrito). Para el interés neoplatónico en la unión de contrarios, ver E. Wind, Pagan mysteries in the Renasissance. Para los fundamentos científicos de algunos tópicos asociados a las abejas, ver Quiviger, “Honey from Heaven. Aspects of the Topos of the Bees in Renaissance Artistic Literature”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 83 15-11-13 9:22 84 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 una decoración de cabezas de leones y querubines entre palmas enlazadas. El querubín con rostro de león y de hombre alegoriza el medio prudente entre la justicia y la clemencia. El que sabe equilibrar ambas virtudes alcanza la verdadera prudencia y recibe el premio eterno cifrado metafóricamente en las palmas. La empresa tiene como mote Opus prudentiae. La empresa aconseja la conjunción equilibrada y un aristotélico término medio, calificando negativamente ambos excesos: “así como el sumo rigor llega a ser tiranía, así también la demasía en usar misericordia viene a ser remisión y flojedad muy dañosa” (fig. 5). En los Emblemas morales (Segovia, 1589) de Juan de Horozco, la clemencia tampoco es asociada a la imagen del rey abeja, lo que llama la atención teniendo en cuenta el reconocido senequismo de la obra. En el emblema 16 (libro 2), con el mote Parcere subiectis et debellare superbos, un yugo y un haz de flechas sobre un pedestal sostienen, en el extremo superior, una corona. La glosa remite a los dichos de Aquiles a su hijo Eneas, cuando en compañía de la Sibila baja al infierno, referidos a que el príncipe romano debe ocuparse de lo que le es propio, es decir, del gobierno público, dejando a los otros pueblos las armas. Juan de Horozco se aprovecha del exemplum para aplicarlo al príncipe en general, quien de acuerdo al emblemista no debe dedicarse a las armas sino mantener la paz y la justicia, destacándose por su sabiduría. Pero para ello el príncipe debe castigar a los insolentes y soberbios y usar la clemencia con los humildes y sujetos, imitando a Dios (“perdonar a los vencidos y combatir a los soberbios”). Con el emblema 30, del libro 3, Juan de Horozco precisa que la acertada aplicación de la justicia conjuga rigor y clemencia. Como reza el epigrama: “No debe ser cruel o justiciero\(que dicen), si lo es, en demasía\el rey; que, para serlo verdadero,\huye de lo que suena a tiranía.\Tampoco es bien perdone de ligero\lo que de veras castigar debría.\Que no en balde es crecida y coronada\la fruta de agro y dulce sazonada.” La glosa remite a la empresa de Enrique IV de las granadas con el mote Dulce agro y recomienda que ni haya exceso en el castigo ni completa falta porque de lo uno nace el odio y de lo otro el menosprecio. Además de la autoridad de Isaías, hace referencia al jeroglífico egipcio que, al igual que en Horapolo, es metáfora de gusto y castigo al mismo tiempo (fig. 6). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 84 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... Fig. 5. Juan de Borja, Empresas morales, “Opus prudentiae” 85 Fig. 6. juan de Horozco, Emblemas morales, III, 30 Diego Saavedra Fajardo en su idea de un príncipe político christiano en cien empresas (Munich, 1640; Milán, 1642) aporta formulaciones centrales en el asunto que tratamos. En su introducción a la edición de las Empresas políticas, Sagrario López Poza explica que ya el título mismo de la obra de Saavedra Fajardo puede ser interpretado en relación con las controversias mencionadas en torno a la razón de Estado: la “idea” (edificio político que construye) es de un príncipe “político” y “cristiano” a la vez, respetuoso de la ética cristiana pero asimismo hábil en el arte de la política y la razón de Estado8. Saavedra Fajardo intenta conciliar la tradición cristiana y escolástica del pensamiento político con las nuevas tendencias de la razón de Estado, en particular con una inclinación al tacitismo, como camino intermedio que resolvería posibles contradicciones éticas (López Poza, “El disimulo…” 232). Si bien se proclama antimaquiavélico, Saavedra Fajardo también se muestra contrario a las especulaciones utópicas de repúblicas perfectas: la república perfecta se puede inventar pero no practicar, afirma, porque cualquier gobierno (que es de hombres y no de ángeles) tendrá inconvenientes y aun alguna “especie de tiranía” 9. cito a Sagrario López: “el título anuncia que lo que se presenta es una traza, un diseño de príncipe paradigmático, modélico, según los preceptos de la complicada política de los nuevos estados, es decir, preparado para ejercer el gobierno, pero sin olvidar los preceptos cristianos que le obligan a considerar la filosofía moral o la ética”. 9 Se cita a Tácito “Delecta ex iis, et consiciata rei publicae forma, laudari facilius quam evenire; vel si evenit, haud diuturna esse potest”. Tac. Ann 4 | 4,33 (Saavedra Fajardo, Empresas políticas 862). 8 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 85 15-11-13 9:22 86 REVISTA CHILENA DE LITERATURA Nº 85, 2013 En muchas empresas, Saavedra Fajardo recurre a la imagen de las abejas como metáfora de la república. como en el emblema 177 de Alciato, en la empresa 99 de la edición de Milán, Saavedra Fajardo recurre a las abejas para figurar la paz tras la guerra. El yelmo de Alciato aquí es sustituido por un león muerto por Sansón. El mote Merces belli (fig. 7) enfatiza que la recompensa de la guerra es la prosperidad y la abundancia. Pero en otras empresas, Saavedra Fajardo añade a esta difundida metáfora unos sentidos distintos que alertan en torno a sus propias concepciones políticas. En tres empresas, la original asociación metafórica entre abejas/colmena y república armónica sirve más bien a la formulación figurada de la necesidad de la disimulación (empresa 62), a la conveniencia de sofocar las sediciones a tiempo (empresa 73) y de combinar la gravedad con la dulzura en la instrucción del pueblo (empresa 42). Como en el jeroglífico de Horapolo, las abejas metaforizan también la conjunción de la dulzura y la gravedad. Con el mote Omne tulit punctum (Llevó todos los puntos, fig.8), la empresa –basada en una piedra del papa Urbano VIII– recomienda al príncipe que imite a las abejas que con su laboriosidad proporcionan la miel, e instruya al pueblo empleando la dulzura de las diversiones públicas. El arte de reinar consiste en mezclar lo dulce con lo útil, dice Saavedra Fajardo, apropiándose del tópico horaciano. Por medio de la dulzura de luchas, torneos, cañas y otros festejos, el pueblo queda como caballo “que se rinde al halago, y, pasándole suavemente la mano, se deja domar, admite el bocado, y sufre después el peso, la vara y el hierro” (521). Fig. 7. Saavedra Fajardo, Empresas políticas, empresa 99 Fig. 8. Saavedra Fajardo, Empresas políticas, empresa 42 El mismo caballo aparece en la empresa 38 que, con el mote “con halago y con rigor”, muestra un potro que inclina su cabeza ante la mano de su domador (fig. 9). Este, a la vez que lo acaricia, porta una vara que lo amenaza. Con la imagen, Saavedra Fajardo incita al príncipe a combinar la severidad y la 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 86 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 87 benignidad, para suscitar el amor y el temor. El comienzo de la glosa afirma que la más fiel guarda para el príncipe, su más inexpugnable fortaleza es ser amado. Ese amor es imitación de los vínculos de benevolencia entre los elementos de la naturaleza y de ello es muestra también el rey de las abejas, que carece de aguijón. El difundido tópico es acompañado aquí de otras autoridades como las Partidas de Alfonso el Sabio y exempla históricos, que en su conjunto respaldan el corporativismo neoescolástico10. En clara refutación de lo propuesto en El príncipe, Saavedra Fajardo afirma que muchos príncipes se perdieron por ser temidos, ninguno por ser amado. Procure el príncipe ser amado de sus vasallos y temido de sus enemigos, porque si no, aunque salga vencedor de éstos, morirá en manos de aquéllos (…) el amor y el respeto se pueden hallar juntos. El amor y el temor servil, no. Lo que se teme se aborrece; y lo que es aborrecido no es seguro (488). A continuación, sin embargo, Saavedra Fajardo matiza que sin temor, el amor se puede convertir en desprecio, haciendo peligrar la autoridad real. Esta afirmación se sostiene en una distinción clave: la del temor que nace de la tiranía y el temor que nace del respeto y la veneración. Evidentemente, Saavedra Fajardo recomienda al príncipe cristiano este último género de temor, así como la disimulación honesta en lugar de la simulación maquiavélica. Pero la distinción pierde fuerza y claridad a la luz de la construcción alegórica de la empresa, reiterada en la glosa: la parte animal del hombre solo se corrige con el temor, por lo que es conveniente que el príncipe dome a los súbditos como se doma a un potro a quien la misma mano que halaga y peina el copete, amenaza con la vara levantada (491). Lo recomendado, entonces, es la conjunción amor y temor: “que le amen porque premia, que le teman porque castiga. (…) Que le amen porque procura la paz, y que le teman porque está dispuesto a la guerra”. La conclusión matiza todavía más en un sentido que se aproxima claramente a Maquiavelo: la seguridad del príncipe se funda más en el temor que en el amor, pues este último no está en sus manos y es hijo de la voluntad, inconstante y variable (492). 10 “El cuerpo defiende a la cabeza porque la ama para su gobierno y conservación; si no la amara, no opusiera el brazo para reparar el golpe que cae sobre ella. ¿Quién se expondría a los peligros, si no amase a su príncipe? ¿Quién le defendería la corona?” (487). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 87 15-11-13 9:22 88 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 En ese contexto, no sorprende el espacio marginal que tiene la imagen del rey abeja en las Empresas políticas de Saavedra Fajardo. Aquí será otra la alegoría que identifique al rey, la representada en la empresa 22, Praesidia maiestatis (Defensas de la majestad). La pictura de la empresa muestra la simbiosis de dos medias aves, unidas y coronadas: un águila, con los rayos de Júpiter en las garras y un avestruz con una herradura en la boca (fig. 10). Esta simbiosis alegoriza la conjunción conveniente al príncipe cristiano de justicia y clemencia. El príncipe debe tener el estómago del avestruz, que según las historias antiguas era capaz de digerir el hierro, y así ser ardiente en la misericordia. Esta recomendación general está seguida, en la glosa, por precisiones en el manejo de la clemencia que la hacen no tan “ardiente” como proclama el autor: nada hay más dañoso para un príncipe que ser demasiado misericordioso y tan dañosa es para el pueblo la crueldad como la “clemencia desordenada” (376). La clemencia y la severidad deben mezclarse de tal modo que con la justicia el príncipe se haga respetar y con la clemencia, amar. Además de los exempla históricos que apoyan tal recomendación, la misma naturaleza invita a esta “mezcla prudente”: “El cielo cría las mieses con la benignidad de sus rocíos, y las arraiga y asegura con el rigor de la escarcha y nieve”. El príncipe, vicario temporal de Dios, debe imitar al Creador en ello. La mayor parte de la glosa refiere, de hecho, a la justicia y no a la clemencia. Las cualidades del águila alegorizan el ejercicio de la justicia: “la agudeza de la vista, para inquirir los delitos; la ligereza de sus alas, para la ejecución; y la fortaleza de sus garras, para no aflojar en ella” (370). En sus garras, los rayos de Júpiter metaforizan el castigo de los excesos. Pero también la aplicación de la justicia debe atender a las distintas circunstancias. Cuando un reino está bien ordenado y hay un vivo temor a la ley, basta que la justicia esté en manos de los ministros. Pero cuando el reino está turbado es conveniente la demostración del ejercicio de la justicia por parte del rey: “que los súbditos vivan recelosos de que puede aparecérseles la mano poderosa del rey, y sepan que, como en el cuerpo humano, así en el reino está en todo él y en cada una de sus partes entera el alma de la majestad” (370). Saavedra Fajardo tampoco deja sin prescribir aquellos casos en que conviene la disimulación. Cuando los vicios están endurecidos por la costumbre, la justicia aplicada puede parecer crueldad y puede incitar la furia de la muchedumbre irritada. En algunos casos, con disimulación, basta castigar el delito de unos pocos y perdonar a la multitud, o castigar los delitos grandes y perdonar los pequeños. En otros, como las ofensas a su persona o contra la majestad, siempre cabe el castigo, para mantener la columna de la justicia. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 88 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 89 Fig. 9. Saavedra Fajardo, Empresas Fig. 10. Saavedra Fajardo, Empresas políticas, empresa 38políticas, empresa 22 Otra circunstancia definitoria es la paz o la guerra: en tiempos de paz conviene la justicia y la clemencia, mientras que, en tiempos de guerra, el premio y el castigo. Según Saavedra Fajardo, los grandes peligros que se enfrentan en la guerra solo se vencen con la esperanza del premio o el temor al castigo. Este último permite que no se aflojen las costumbres de los soldados, lo que ha ocurrido en España, según lamenta el autor. Los delitos de generales deben ser, por el contrario, disimulados, para que no sean víctimas del temor. Tal casuística del castigo se encuentra también en Príncipe perfecto y ministros ajustados, documentos políticos y morales en emblemas (Lyon, 1642/1662) del jesuita Andrés Mendo11. El primer emblema significativo para el tema que tratamos es el 24 con el mote Nullis fraus tuta latebris (El delito no queda encubierto por escondrijo alguno). El motivo de la pictura, con un ciervo que se enfrenta a varias serpientes que se asoman por los orificios de una roca, alegoriza el deber del príncipe de limpiar el reino de delincuentes y castigarlos por sus culpas. El castigo limpia a la República del veneno de los delitos y no debe haber cueva que les sirva de sagrado, ni lugar donde no llegue la vara de la justicia. Dar perdón a los culpados es crueldad y no clemencia, y en las culpas graves daña más la disimulación que la severidad. A este principio general, Mendo añade matices complementarios: recomienda no ejecutar el castigo con aceleración (emblema 28, Cunctandum in poenis), La edición príncipe Lyon, 1642, carecía de imágenes. Cito siempre por la edición impresa en Lyon 1662. 11 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 89 15-11-13 9:22 90 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 moderar en ocasiones el rigor de las leyes (emblema 29, Regum Tribunal), aplicar medios suaves antes de llegar a los castigos rigurosos (emblema 30, Temperandum prius quam puniendum), proporcionar los castigos a las culpas (emblema 32, Noxae sit aequa punitio) y perdonar a los enemigos que se rinden (emblema 47). Pero en el marco de la conjunción justicia y clemencia y su expresión figurada a partir de la alegoría de las abejas, interesan especialmente los emblemas 31 y 33. En el emblema 31, Itera culpa gravius punienda (Delitos repetidos no se dejen sin castigos muy severos), un enjambre de abejas ataca a un zángano que intenta alcanzar la copa de un árbol: la indulgencia recomendada en los casos de los primeros delitos se contrapone aquí al castigo riguroso e implacable de los reincidentes. Las abejas atacan el hurto de su dulce trabajo primero con suavidad, desterrando al zángano de su colmena, pero luego responden al delito repetido sin piedad, quitándole a este la vida. Así, el príncipe debe medir su clemencia, porque en “ánimos viles la piedad experimentada engendra atrevimiento”, deduce Mendo (154). Fig. 11. Mendo, Príncipe perfecto, emblema 31 Fig. 12. Mendo, Príncipe perfecto, emblema 33 En el emblema 33, el jesuita recomienda que el príncipe sea justiciero a la vez que piadoso: el mote Pungat et ungat (Pique y unja) acompaña una pictura que representa un enjambre de abejas que sigue a su rey de una colmena a otra para simbolizar el rigor y la clemencia, la mezcla de la miel con el aguijón de la justicia. Explica: Ni ha de ser todo rigor, ni todo piedad el Príncipe, sean símbolo suyo las abejas, cuya República es la más semejante a la humana en el 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 90 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 91 gobierno y en tener Rey que las rige. Forman la miel con dulzura, y en ocasiones con su aguijón castigan severamente. Así se conserva la Corona, castigando y endulzando. Junto al uso del motivo de la colmena y del rey abeja, en un sentido cercano al formulado por Horapolo, Mendo hace referencia a la granada usada por Enrique IV con el mote SOY AGRIDULCE, como ya hiciera Horozco. El emblema sigue con una exhortación a imitar a Dios, Idea perfectísima de los reyes: el príncipe se acerca a la Divinidad mostrándose compasivo con sus súbditos, pues son propiamente sinónimos Dios y Misericordia. Para el príncipe la clemencia es la más firme fortaleza, el más inexpugnable alcázar, la defensa más segura, porque concilia con ella el amor de los vasallos, cuyas vidas son muros de su vida; el miedo solo provoca el odio y la crueldad no es un freno sino una espuela que incita. Pero la glosa concluye con la ya consabida fórmula de la clemencia moderada por la justicia. Mendo, aunque refiera a la sinonimia Dios-Misericordia, concluye, como Saavedra Fajardo, que perdonar a todos es como no perdonar a ninguno y que el rey debe tener una balanza que temple la justicia con la misericordia y el castigo con el perdón. consejo político desde américa Estos asuntos no fueron ajenos a América colonial, donde adquirieron nuevas facetas a la luz de contextos específicos como el debate en torno a las relaciones entre el Viejo y el Nuevo Mundo y las diversas tendencias de la política indiana. Entre los siglos XVI y XVII, el consejo político enunciado desde América, tanto por españoles vinculados a la colonización y a la evangelización como por indios y mestizos, se albergó principalmente en el nutrido conjunto de crónicas, historias y relaciones, géneros que fueron más allá de su vocación principal (es decir, de la narración de acciones y la descripción de lo moral y lo natural) para hacerse cargo de la denuncia de situaciones de injusticia e irregularidades, calificadas de “mundo al revés” o “enfermedades” a las que se recomendaban distintos “remedios”, desde una lamentada distancia en relación con la corona. Es el caso de obras centrales como La Florida del Inca (Lisboa, 1605) de Garcilaso de la Vega, la Nueva 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 91 15-11-13 9:22 92 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 corónica y buen gobierno (1615) de Guamán Poma de Ayala y el Cautiverio feliz (1673) de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán12. Pero en lo que se refiere a la representación alegórica de las virtudes políticas, es la aplicación de la emblemática a las fiestas y celebraciones públicas realizadas en América la principal fuente para su estudio. Me referiré aquí a dos casos especialmente significativos: los arcos de triunfo que Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora idearon para la entrada del Virrey Tomás Antonio de la Cerda, Conde de Paredes y Marqués de la Laguna a la ciudad de México, entrada solemne que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1680 13. Ambos arcos han sido objeto de diversos estudios, pero no se ha particularizado todavía la especificidad de su representación de la clemencia y sobre todo no se ha advertido hasta ahora la importancia de dicha virtud para el consejo político que enuncian Sor Juana y Sigüenza y Góngora, lo que gana especial relevancia en el contexto que hemos descrito hasta aquí. El arco ideado por Sigüenza y Góngora, profusamente explicado por el mismo autor en la relación que tituló Teatro de virtudes políticas, fue encargado por el cabildo y elevado en la entrada de la ciudad, donde se procedió a la ceremonia de entrega de llaves en la plaza de Santo Domingo, junto con la explicación del arco y la lectura de la loa. El arco construye simbólicamente un “teatro político” fundado en temas frecuentes en los espejos de príncipes así como en emblemas y empresas políticas de la época: el gobierno debe mirar la trascendencia, el príncipe es 12 Véanse, entre otros, los trabajos de R. Adorno sobre la propuesta de buen gobierno de Guamán Poma. Para el caso de Núñez de Pineda y Bascuñán, se han preocupado de precisar su propuesta política Denis Pollard, Lucía Invernizzi y Carmen de Mora, principalmente. En cuanto a La Florida del Inca, he presentado una lectura de esta crónica en clave de consejo político en “La Florida del Inca (1605) de Garcilaso de la Vega: ética y buen gobierno a propósito del cautiverio de Juan Ortiz”. 13 Como se sabe, de ambos arcos, en cuanto arquitectura efímera, solo conservamos las relaciones que sus dos ideólogos redactaran. Para las especificidades del género relaciones festivas como emblemática aplicada, remito a: Ledda, G. “Estrategias y procedimientos comunicativos en la emblemática aplicada (fiestas y celebraciones, siglo XVII)” y “Proyección emblemática en aparatos efímeros y en configuraciones simbólicas festivas”. Para una descripción del thriumphus como importación borgoñona en España, véase el trabajo de López Poza, “La erudición de Sor Juana Inés de la Cruz en su Neptuno alegórico”. Para las distintas dimensiones de la representación en los festejos coloniales, véase Hansen, J. A. “A categoria representação nas festas coloniais dos séculos XVII e XVIII”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 92 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 93 la ley, pero al mismo tiempo está sometido a la ley, el príncipe debe escuchar los consejos, ideas generales que se complementan con un elenco de virtudes aconsejadas al virrey entrante, la esperanza, la clemencia, la justicia, la prudencia, la devoción y la paz. En efecto, son ideas frecuentes, pero el edificio es muy singular. Y no solo porque los modelos que presentan estas virtudes al virrey son emperadores aztecas, con marcado énfasis patriótico de parte de Sigüenza (como bien advirtieron estudiosos del arco como Lorente Medina o H. von Kügelgen), sino porque el elenco de virtudes aconseja un tipo de gobierno pacífico, clemente y piadoso, modelo poco usual en el marco del éxito del lenguaje de la razón de Estado. México solicita al señor marqués de la Laguna la paz para los suyos, dice Sigüenza y Góngora (221) y en un tablero pinta al emperador Tizoc, de quien se dice que sus mismos vasallos, “gente belicosa y sangrienta, le quitaron la vida por ser pacífico” (220). La paz aconsejada en la empresa, aclara Sigüenza, es no solo la contraposición de la guerra, sino la unión de todas las virtudes, sin la cual nada hay agradable a Dios (220-21). El énfasis en un gobierno pacífico está puesto desde el inicio de la relación, cuando Sigüenza prefiere borrar el carácter militar de la conquista, implícito en el concepto de arco triunfal, proponiendo en cambio la idea de una puerta, que, como observara Lorente Medina, funciona a modo de umbral visual y espiritual, paso iniciático a través del cual el virrey entraría al mundo antiguo de México. En ese mundo antiguo está Huitzilihuitl, emperador azteca que sirve de espejo de clemencia al conde de Paredes. El tablero pintaba la ciudad de México personificada con rostro alegre y festivo, en sus manos tenía unas tablas que denotaban las leyes, y dos personajes coronaban la ciudad con laureles: el Premio, ideado como muchacho hermosísimo, con sus insignias habituales, y el emperador Huitzilihuitl, “símbolo de la mansedumbre y la clemencia”, con unas hermosísimas alas, no dispuestas al vuelo sino recogidas (205). Al fondo, aparecía también el Castigo que se alejaba de la presencia del “clementísimo príncipe” (205). La alegoría se apoyaba tanto en la iconografía europea como en la historia mexicana, en concreto, en la figura del emperador Huitzilihuitl y el significado de su nombre. Torquemada y Acosta son citados por Sigüenza como fuentes historiográficas que atestiguan que Huitzilihuitl “dejó su república muy bien ordenada con nuevas leyes” y que gobernó con “mucha quietud y paz, siendo muy querido de todos” (205). Como modelo y exemplum histórico, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 93 15-11-13 9:22 94 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Huitzilihuitl personifica el concepto central que anima la empresa, enunciado por el mismo Sigüenza en las primeras líneas de su descripción: Formar leyes para la dirección de los súbditos es obligación de los príncipes pero el que las observen aquéllos, más que disposición de su arbitrio, es consecuencia de la afabilidad de su trato. No hay armas más poderosas para debelar la protervia humana que la clemencia, cuando asistida de la mansedumbre y el premio introduce en los ánimos de los mortales lo que dictan las leyes para su útil (204). El concepto es confirmado por muchas autoridades: Claudiano, Valerio Máximo, Plutarco, Suetonio y sobre todo Séneca, De clementia. Algunas citas eruditas aportan los infaltables criterios prácticos de la razón de Estado: con Tácito, recuerda que es útil la fama de clemencia a los que inician un nuevo reino y que es “segurísimo fundamento en que estriba sin temor de ruina el edificio del mando” (204). Pero son referencias minoritarias en una glosa que destaca tanto la sabiduría clásica como el fundamento bíblico y de la tradición cristiana (Salomón en los Proverbios, “Con la clemencia se fortificará su trono”, Reyes lib.3 cap. 17, “Si les hablas con palabras blandas, serán tus siervos para siempre”, así como San Gregorio Nacianceno, Hugo de San Víctor y otros). Especialmente interesante es la forma como Sigüenza adapta la iconografía europea a sus fines. Huitzilihuitl, decíamos, es representado en la pictura con hermosísimas alas recogidas, “no dispuestas al vuelo”, “como le faltasen para moverse” (205). La imagen remite al significado del nombre del emperador, “pájaro de estimable y riquísima plumería”, como la del pájaro huitzilin (205). Pero la plumería aparece recogida, simbolizando con eso la clemencia, en referencia a una estatua romana de victoria que quedara sin alas por culpa de un rayo. Esta victoria sin alas es mencionada por Ripa como Victoria en la medalla de Tito: desprovista de alas, pues de este modo mostraba Tito su deseo de que la Victoria no se apartara nunca de su lado (401). El mismo Ripa añade que ya así la pintaban los atenienses, como cuenta Pausanias en su Descripción de las Antigüedades de Grecia (401). Pausanias también es recordado por Vicenzo Cartari, quien hace una observación de corte general: “tenevano gli antichi legati alcuni Dei, accioche non partissero da loro”, ejemplificando con Apolo y con la Victoria sin alas (337). Es decir, Sigüenza atrae la metáfora de las alas recogidas para referirse a la clemencia, dando a entender, a partir de las referencias antiguas, que con ello manifiesta su deseo de que la clemencia no abandone a México. La 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 94 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 95 alegoría implica, no obstante, obliterar (al igual que en la sustitución del concepto arco por el de puerta) todas las asociaciones bélicas de Victoria. La Victoria de los antiguos, alada o no, tenía como trofeo los despojos de los enemigos, en sus manos portaba lanzas, yelmos o escudos, mientras Huitzilihuitl no está coronado sino que corona a México con su clemencia, acompañado de Premio. Sus armas son muy otras, lo que parece enfatizar con agudeza Sigüenza y Góngora, al emplear un motivo asociado a Victoria para alegorizar, en contraposición, a clemencia. El segundo arco, ideado por Sor Juana Inés de la Cruz, explicado por extenso en su Neptuno alegórico, también concedía singular importancia a la virtud alabada por Séneca. La entrada de la comitiva a la catedral, para el Te Deum, estuvo precedida por este arco y su explicación en verso. En él, ya no eran los emperadores aztecas sino el dios Neptuno el modelo elegido para el elogio del virrey entrante, vehículo del consejo político enunciado por la monja. Si en Sigüenza una audaz inventio aprovechaba la historia prehispánica para elevar un teatro de virtudes políticas, no menos audaces eran los ejercicios de agudeza que permitían a Sor Juana establecer analogías entre Neptuno y el marqués de la Laguna con miras a transmitirle persuasivamente un paradigma de gobierno. Este consejo político se desliza con “sutileza cortesana” (como lo llamó Pascual Buxó), en medio de amplificados elogios al virrey entrante y a su esposa, y un extendido uso de complejas argumentaciones y citas eruditas que vienen a respaldar las construcciones alegóricas. El consejo incluye dos recomendaciones muy concretas (proteger la ciudad de México de posibles inundaciones con un adecuado desagüe y concluir las obras de la catedral), pero las demás pinturas del arco (lienzos y jeroglíficos) alegorizan virtudes de un gobernante ideal: en primer lugar, la sabiduría, seguida de la constancia y la prudencia (que proveen seguridad política y social), así como la liberalidad con los buenos consejeros y ministros, y el mando pacífico y clemente. Este último aspecto es subrayado en dos lienzos, de un total de ocho, lo que da cuenta del relieve que tiene en el contexto general del arco. En ellos se evidencia, además, el manejo discrecional y hasta transgresor que Sor Juana hace de fuentes mitológicas como la Mitología de Natale Conti, con miras a aconsejar este gobierno pacífico y clemente. En el séptimo lienzo, por ejemplo, la pictura representa la conocida competencia entre Neptuno y Minerva para la elección de un nombre para la ciudad de Atenas. En Conti, la fuente es Plutarco en su Temístocles (19,3): Neptuno disputó con Minerva sobre el nombre que había de imponerse a Atenas, ofreciendo él un caballo y 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 95 15-11-13 9:22 96 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 ella un olivo, saliendo Minerva victoriosa ante los jueces (150). Lo interesante es que Conti atribuye a esta disputa un significado alegórico muy distinto al fijado luego por Sor Juana en su Neptuno. Según Conti, la victoria de Minerva pretendía disuadir a los ciudadanos de la navegación y llamarlos al cultivo de la tierra (154). Sor Juana, que al comienzo de la descripción de este séptimo lienzo, cita explícitamente a Conti (“como lo refiere Plutarco, a quien sigue Natal con toda la escuela mitológica”, 388), lleva la alegoría a un sentido muy distinto: en la competencia, Neptuno hace aparecer el caballo, “despreciando la tierra que le había producido y anunciando guerras con sus sonorosos relinchos” y Minerva con “hermosa oliva” daba “verdes anuncios de paz en sus floridos ramos” (389). La alegoría contrapone guerra y paz; el caballo, insiste Sor Juana, es el símbolo de la parte animal del hombre, por su “innata ferocidad y desasosiego, contrario en todo a la serenidad de la sabiduría”, tal como Homero pinta a Marte en un carro tirado por caballos, “para significarlo sanguinolento y furioso” (391). Así, la escena de la disputa entre Neptuno y Minerva sirve a Sor Juana para representar (y aconsejar) la victoria de la sabiduría sobre esa parte animal del hombre, el gobierno ajustado a la sabiduría y a la razón, el gobierno de un príncipe que alcanza el “glorioso vencimiento de sí mismo”, es decir, de un príncipe capaz de sujetar la ferocidad y el desasosiego de sus pasiones metaforizadas por el caballo. Para la construcción de este sentido alegórico, Sor Juana presenta a Minerva como engendrada por Neptuno: “que fue de ella vencido, no fue más que decir que se sujetaba a las reglas de la razón que es la verdadera libertad (…) y vencer, como lo hacen todos los sabios, la parte superior del hombre a la inferior, refrenando sus ímpetus desordenados” (390). Así, Sor Juana propone la escena de la disputa entre Minerva y Neptuno como una “doblada victoria”, concepto agudo que refiere el mote Dum vincitur, vincit, es decir, vencido, Neptuno vence, porque Minerva, engendrada por él, es su propia sabiduría, la que, además, vence el desordenado ímpetu de las pasiones. Por estas intrincadas vías, Sor Juana llega a borrar los atributos de Neptuno recordados por Conti, su imprudencia y su excesiva crueldad (Conti 155), para representarlo (o desearlo, quizás) sabio como el príncipe ideado por Erasmo, citado, de hecho, al final de la descripción del lienzo (392). En el lienzo cuarto, se representa una escena siquiera mencionada por Conti: Neptuno defiende y salva a Eneas en combate con Aquiles, nublando la vista de este último con una nube y alzando al aire a Eneas hasta dejarlo a salvo en la retaguardia. La referencia de Sor Juana es el libro V de la Eneida, de la que cita los versos 801-810, en los que Neptuno responde a los ruegos 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 96 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 97 de Venus, prometiendo protección a Eneas, como hiciera en el combate con Aquiles en Troya14. El emblema festivo ideado por Sor Juana dispone los ejércitos de griegos y troyanos en sangrientos combates, destacando a Eneas salvado por Neptuno del furor de Aquiles. Sat est videat, ut provideat, reza el mote (Basta que vea para que provea), lo que confirma el epigrama: “Por más que Eneas troyano/ tenga a Neptuno ofendido,/ cuando le ve combatido/ le ampara su invicta mano,/ así, Cerda soberano,/ la piedad que os acredita/ ampara al que solicita,/ sin buscar, para razón/ otra recomendación/ que ver que lo necesita” (382). De este modo, el cruel e imprudente Neptuno de Conti se transforma en sabio y clemente, espejo de príncipe para el Marqués de la Laguna. Sor Juana alegoriza en la escena troyana la clemencia como virtud propia de los príncipes, virtud que antepone la piedad al rigor, tal como aparece en el conocido jeroglífico del cetro con una cigüeña, recordado por la monja: “los egipcios ponían en los cetros y reales insignias, una cigüeña sobre un pie de hipopótamo, animal feroz y cruel, para dar a entender que los príncipes han de anteponer la piedad al rigor; y como ésta nunca campea más que cuando se emplea en el que la merece menos, se puso para explicarlo este mote, Sat est videat, ut provideat” (382). El difundido jeroglífico, mencionado por Horapolo, Valeriano y después Ripa, también había sido atraído –recordemos– por Erasmo en Institutio principis christiani (cap. I, 76). La agudeza de la monja jerónima logra, a través de lo que ella misma llama las “sombras de lo fingido” (es decir, la construcción alegórica y fabulosa) insistir en un sentido profundamente cristiano de la clemencia: “nunca campea más que cuando se emplea en el que la merece menos”, claro llamado al virrey entrante que, equiparado al grandioso Neptuno, era amonestado sin embargo a refrenar el rigor como muestra de esa “doblada victoria” de la sabiduría y la piedad sobre la pasión y la fiereza. consideraciones finales: la incisiva razón de estado En consonancia con las nuevas concepciones del Estado y del poder, el modelo del príncipe justo y clemente se transforma a la luz de las prescripciones de un manejo discrecional del halago y del rigor. En estas transformaciones 14 Escena referida más largamente por Homero en el canto XX de la Ilíada. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 97 15-11-13 9:22 98 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 está en juego el concepto mismo de virtud, ora todavía entendida como esa facultad constante del ánima del rey que asegura el buen gobierno, ora como esa virtù del príncipe que facilita el poder y el éxito político. Al analizar distintas representaciones alegóricas de una virtud como la clemencia, observamos el impacto de una cada vez más incisiva razón de Estado, aun en autores que se declaran expresamente contrarios a las prescripciones del realismo político. En el caso de los libros españoles de emblemas y empresas políticas citados aquí, llama la atención no solo la escasa presencia de la alegoría del rey abeja que carece de aguijón sino sobre todo el hecho de que en muchas empresas la representación figurada (pictura y mote) apunta hacia un predominio de la clemencia (o al menos a un equilibrio entre clemencia y justicia) pero la glosa matiza en sentido contrario, a veces con claros ecos de Maquiavelo, como en algunas empresas de Saavedra Fajardo. Hacia fines del siglo XVII, dos criollos americanos hacen uso de la tradición emblemática, de la iconografía, la mitología y otras fuentes de erudición para enunciar un consejo político en el que el gobierno pacífico y clemente cumple un rol capital. Con agudeza cortesana y signo patriótico, Sor Juana y Sigüenza cifran la clemencia en figuras alegóricas cargadas de connotaciones opuestas a esa virtud. Es posible, sin embargo, que esta defensa radical de la clemencia como virtud del príncipe nos hable justamente de que los “innumerables espías” de la razón de Estado (como dijera Ripa, al representarla como dama con una túnica llena de ojos y orejas, fig.13) poblaban también los espacios virreinales. Fig. 13. Razón de Estado en Iconología de Ripa 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 98 15-11-13 9:22 La clemencia del príncipe: su representación alegórica en emblemas y empresas... 99 Bibliografía Fuentes primarias Alciato, Andrea. Emblemas. Edición a cargo de Santiago Sebastián. Madrid: Akal, 1985. ________ Los emblemas de Alciato traducidos en rimas españolas (Lyon, 1549). Ed. Rafael Zafra. Barcelona: Medio Maravedí, 2003. Borja, Juan de. Empresas morales. Bruselas: Francisco Foppens, 1680. Cartari, Vicenzo. Le imagini dei i Dei de gli antichi. Lyon, Stefano Michele, 1581. Conti, Natale. Mitología. 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Basándose sobre todo en las relaciones de las fiestas jesuíticas de las primeras y últimas décadas del siglo XVII, con las beatificaciones y canonizaciones de San Ignacio, San Francisco Javier y San Francisco de Borja se destacan una serie de menciones y datos sobre las comedias, diálogos y otras formas teatrales que formaban parte esencial de dichas celebraciones festivas. Palabras clave: fiesta hagiográfica, jesuitas, teatro barroco. This article discusses the various theatrical and spectacular elements integrated into the hagiographic celebrations, both paratheatrical and more specifically theatrical performances. Based mainly in the Jesuit relations of the feasts of the first and last decades of the seventeenth century with the beatification and canonization of San Ignacio, San Francisco Javier and San Francisco de Borja. The article highlights a number of references and aspects on the comedies, tragedies, dialogues and other theatrical forms that were an essential part of hagiographic celebrations. Key words: Hagiographic feasts, Jesuits, Baroque theater. 1 Este trabajo cuenta con el patrocinio de TC-12, en el marco del Programa ConsoliderIngenio, CSD2009-00033, del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 101 15-11-13 9:22 102 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Fiestas hagiográficas y elementos dramáticos En el conjunto de elementos festivos y espectaculares integrados en las celebraciones hagiográficas barrocas, con implicaciones que van de lo más o menos didáctico y piadoso hasta la diversión no ajena a la comicidad más grotesca, no faltan los de índole parateatral y los específicamente teatrales. Destacan especialmente en la serie de fiestas jesuíticas (lo cual es comprensible por la especial tendencia de la Compañía a la explotación pedagógica del teatro) de las primeras y últimas décadas del siglo XVII, con las beatificaciones y canonizaciones de San Ignacio, San Francisco Javier y San Francisco de Borja2, pero pueden añadirse otras manifestaciones, sea en la canonización de Santa Teresa, San Felipe Neri y San Isidro (en la misma fecha que San Ignacio y San Francisco, 1622), o en las celebraciones inmaculistas que proliferan en todo el Siglo de Oro. Vano empeño sería intentar recopilar aquí todas las ocurrencias y circunstancias de los elementos teatrales presentes en este tipo de fastos, sobre todo si se tiene en cuenta la poca atención que en general los relatores de las fiestas prestan a los detalles particulares de estos espectáculos dramáticos –coloquios, diálogos o comedias–, a los que consideran solo una parte y quizá no la más importante, de los complejos ostentosos de la celebración. Pueden consistir a veces en breves diálogos de la vida de los santos y otras en escenas estáticas que poco se diferencian de los cuadros piadosos, pero hay también comedias hagiográficas enteras. En algunos casos, los espectáculos teatrales consisten en bailes, sainetes o comedias que no tienen temas hagiográficos, pero que forman parte de la diversión global (Arellano, Enseñanza y diversión). Hay numerosas referencias a diálogos, comedias o tragedias insertadas en las fiestas que ahora me ocupan3, pero pocos detalles concretos, quedando las menciones reducidas a generalidades vagas, o ponderaciones de la riqueza y ostentación de vestidos y músicas, o de la habilidad de los representantes, a menudo escolares de los colegios de la Compañía. Casi nunca se mencionan los títulos ni los autores de los textos. Para estas fiestas ver Serrano Martín, “Annus mirabilis. Fiestas en el mundo por la canonización…”, que presta, sin embargo, poca atención a los elementos teatrales de las mismas. 3 Complétense los datos que aduzco con otras referencias de José Simón Díaz, “Fiesta y literatura en el Colegio Imperial de Madrid”. 2 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 102 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 103 Me limitaré, pues, sin aspiración alguna de exhaustividad, a ejemplificar algunos de estos elementos, señalando ciertos modos de dramatización, en diversos niveles y categorías, según los detalles parciales que se pueden extraer de las relaciones de fiestas del género4, ciñéndome especialmente a las citadas jesuitas, con alguna otra ilustración puntual. Espectáculos callejeros de luz y sonido Con mínimos y aleatorios componentes dramáticos se disponen algunas escenas en las procesiones y altares o paradas que se exhiben en calles y plazas. Las relaciones permiten captar el funcionamiento de este complejo espectacular. En la Breve relación de las fiestas que se hicieron en la ciudad de Toledo a las canonizaciones de San Ignacio y San Francisco (Toledo, Diego Rodríguez, 1622) 5, por ejemplo, se menciona –entre otros espectáculos más literario-dramáticos como diálogos, coloquios, y la comedia de El gigante Golías–, una curiosa composición escenográfica con animales vivos, debida a don Eugenio Ortiz Susunaga, el cual había dispuesto dicha invención para que hiciera la salva a los santos en la plaza de la Compañía de Jesús: En cuatro tablados altos había cuatro grandes globos de lienzo pintados, que representaban los cuatro elementos, el del fuego llamas por defuera pintadas, el del aire de un azul claro, el del agua como las ondas del mar, el de la tierra de varios peñascos y montes. Todo este ingenioso espectáculo hizo su salva al pasar de la procesión, cuando llegaban los santos, porque abriéndose el globo de fuego arrojó llamas, cohetes, rayos, salamandras, representando con la 4 Las ha estudiado admirablemente Torres Olleta en su investigación sobre la iconografía de San Francisco Javier, Redes iconográficas. San Francisco Javier en la cultura visual del barroco. Mucho más modestamente, en Arellano, “Enseñanza y diversión en fiestas hagiográficas jesuitas”, “Vive le roy! El poder y la gloria en fiestas hagiográficas…” y “Ornato y simbolismo. El monstruo en las fiestas jesuitas del siglo XVII”. Lo que hago en la presente ocasión es rastrear, acumular y ordenar algunas referencias teatrales que señalo al paso en esos estudios precedentes. Sería conveniente un rastreo y análisis sistemático, que arrojaría, creo, interesantes detalles de este aspecto de la fiesta hagiográfica barroca. Ver para lo que sigue también Elizalde, San Francisco Xavier en la literatura española (126 y ss.). 5 Me referiré abreviadamente a las relaciones por el lugar y fecha, indicando página o folio. Los datos completos se recogen en la bibliografía. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 103 15-11-13 9:22 104 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 mayor propiedad que se pudo los efectos de este elemento; luego se abrió el del aire, de donde salió mucha volatería, águilas, palomas, papagayos, jilgueros y otros pajarillos, que hicieron una apacible vista. Tras este el elemento del agua echó sus fuentes y peces y anguilas y otra pesquería. Rematando el elemento de la tierra, produciendo varios animales, conejos, liebres y otros animales, hasta una mona, que entretuvo la fiesta no poco con las monerías que hizo. Poca o ninguna acción dramática hay en semejantes juegos, pero en los globos que se abren y en el juego de animales vivos, los rayos, las sierpes mecánicas y las nubes se advierten escenografías comunes con los carros de autos sacramentales o los escenarios de fastos cortesanos, donde eran frecuentes castillos efímeros y navíos6. En 1631, por ejemplo, –según describe Duque de Estrada– en Viena, en ocasión de la llegada de la infanta doña María, al abrirse una nube apareció un carro que dejaba salir animales vivos, entre otras exhibiciones a modo de tableaux vivants que integraban recursos de tramoya teatral: El cuarto carro fue tirado de dos osos domésticos, en el cual, abriéndose una nube, se apareció el general conde don Baltasar de Marradas, sentado en su trípode, representando a Marte […]. Pero apeado con este mismo estrépito y puesto en su pabellón, se cerró la nube superior; y la inferior, que era en forma del arca de Noé, se abrió, habiendo quitado primero los osos. Y salieron entonces de aquella una gran cantidad de sabandijas, perros, gatos, monas, gallos, lagartos, micos, puercos salvajes, zorras, ardillas, faisanes, lobillos y otros animales, atados a las colas cohetes, que encendidos al abrir el arca saltaron por la plaza, no quedando persona en ella por el fuego. Y encontrándose los animales, se enredaron en las cuerdas de las colas, adonde juntos trabaron una guerra tan ridiculosa que toda majestad y grandeza perdió la gravedad, descomponiéndola la risa de tal combate, habiendo gente que se echó de risa en el suelo, porque tan graciosa vista no se vio jamás (Duque de Estrada 397-398). Muchas de estas composiciones escénicas, carentes de texto y acción compleja, consisten en la dramatización elemental de la guerra entre los ejércitos del Bien y del Mal, aspecto doctrinal básico de dichas fiestas. Una fórmula Ver para este tipo de recursos en la fiesta cortesana el excelente libro de Ferrer, La práctica escénica cortesana, de la época del Emperador a la de Felipe III. 6 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 104 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 105 recurrente es la batalla, poblada de arquitecturas efímeras, animales mecánicos y fuegos artificiales, en pequeñas acciones rudimentarias desde el punto de vista dramático, pero admirables desde el punto de vista espectacular. En las fiestas de Méjico (canonizaciones de 1622)7, por ejemplo, se formaron dos ejércitos: de una parte la Religión acompañada por las virtudes teologales y de otra la Idolatría, a quien secundaban la Infidelidad, la Envidia y la Presunción (Méjico, 1622: 544). Hicieron su desafío y se entabló una pelea que gustó especialmente al público por ser los actores los niños colegiales. No consta si había texto grande o pequeño que guiara la acción o se limitaba al torneo simbólico gestual. A diferencia de otras muchas ocasiones, no había en esa batalla mejicana participación de monstruos simbólicos de los vicios, la herejía, la idolatría o el mismo diablo, propicios al desarrollo de efectos especiales, de gran eficacia espectacular, con sus animales exóticos, dragones y sierpes inspiradas en los bestiarios fantásticos o en el Apocalipsis, compañeros de los vestiglos de la fiesta cortesana y de las tarascas del Corpus. Un repaso somero a las relaciones de fiestas permite acopiar innumerables ejemplos (Arellano, Ornato). Una particular utilización de complejas connotaciones políticas la hallamos en las fiestas francesas de Tulle (27-30), en las que se representó una batalla de fuegos artificiales en el río Corrèze, donde se había dispuesto una hoguera llena de cohetes. El relator, P. Cavalier, utiliza significativamente para designar esta hoguera el término bucher, referido a la hoguera donde se quemaban los herejes. Del agua salían una hidra de siete cabezas, un cocodrilo y un dragón, símbolos del pecado, la infidelidad y la herejía. Una ninfa del agua, metonimia del río y de la región, expresaba su lealtad a Luis XIII en plena lucha contra los hugonotes y pedía el socorro del fuego divino, haciendo un juego tópico con el nombre de San Ignacio, asociado a ignis. Entonces cuatro ángeles incendiaron a los monstruos, que quedaron hechos cenizas, entre los vítores del pueblo al rey y a Francia. La acción es aquí algo más elaborada que en Méjico, pero tampoco parece necesitar de grandes desarrollos propiamente teatrales, ni de textos complicados –algunos elementos textuales sin duda los había–. 7 Para las fiestas jesuitas en Nueva España y sus elementos teatrales ver Hernández Reyes, “El teatro de la Compañía de Jesús…” y “Modalidades teatrales en los festejos por la canonización…”; para los casos de las canonizaciones de San Ignacio y San Francisco en Méjico y Puebla, Alonso Asenjo, “No se podía haser más…”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 105 15-11-13 9:22 106 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Otro dragón se quema en Oporto (fol. 165v) en una escenificación de la batalla de Pamplona en la que cae herido San Ignacio: ninguna lectura simbólica tiene este animal, que se reduce a causar la admiración del público con el despliegue de los fuegos artificiales. Una nueva representación madrileña se organizaba en torno a un castillo sobre el que estaba una figura de la Fama, frente al cual, de otra fortaleza, salía un dragón movible sobre ruedas que le permitían acometer y retirarse, hasta que un caballero le prendía fuego (Madrid, 1619: fol. 11r-v). Tras “la aventura del dragón”, el fuego prendió en la trompa de la Fama reduplicándose los estallidos. Se trataba en este caso, más que de un episodio doctrinal, de un espectáculo maravilloso inspirado en los libros de caballerías, pero en otra batalla de las fiestas de beatificación de San Isidro (1619) aparece de nuevo la exaltación hagiográfica8. En la Plaza Mayor se dispuso un castillo en una montaña agreste, con animales pintados y verdaderos. Distintas cuadrillas que representaban la secta de Mahoma, la Herejía y el Judaísmo fracasaron en el asedio de la fortaleza defendida por dragones, sierpes y gigantes, vencidos al fin por San Isidro, ayudado por ángeles, entre estallidos de fuegos que reducen a cenizas la escenografía del combate. Pocos años más tarde, en las fiestas de la canonización, Miguel de León (Madrid, 1622, sin paginación) describe un gran castillo de fuego en cuyo chapitel había un terrorífico diablo autómata “que habiendo volteado todo el día con artificioso secreto moviendo el cuerpo, la cabeza, las alas, las manos y pies, a la noche arrojó infinito fuego y fue de las invenciones más nuevas que se han visto”. En estos mismos festejos, los jesuitas del Colegio Imperial prepararon otro gran espectáculo cuyas implicaciones doctrinales no hace falta explicar; enfrente de la iglesia montaron dos grandes tablados: En medio ponía miedo un fiero dragón con secretas venas de pólvora y forjado de cohetes, sustentándose de lo que había de ser su destruición. Encima Lutero de la misma materia. En otro tablado más abajo se levantaban cinco pirámides […] llenas de muchos artificios. Guardaba el castillo un soldado bien armado, figura de San Ignacio […]. Comenzose a quemar lentamente la verjería del primer tablado, 8 Para este tipo de espectáculos, de tradición medieval, ver Ferrer (33), donde cita el ejemplo de la fiesta por la beatificación de San Isidro (ms. de la Biblioteca Nacional, 2351, que cito a través de Ferrer). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 106 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 107 despidiendo muchos cohetes […]. Acercose el dragón a San Ignacio y el santo le pegó fuego… (Monforte fol. 69vA). A este combate del día 23, jueves, sucede otro el viernes, en que se representó a lo divino la fábula de Perseo: Andrómeda, figura de la Fe, entregada a un dragón (la Gentilidad) fue liberada por Perseo en la figura de San Francisco Javier, que llegó con lanza de fuego en un caballo volador. La lanza disparaba variedad de cohetes que acabaron incendiando la sierpe, que “fue quemándose poco a poco arrojando fuegos y truenos espantosos” (Monforte fol. 70r-vA). Un ejemplo más tenemos en Méjico, con tres tablados en una de las puertas de la casa profesa jesuita y tres figuras monstruosas que significan los tres enemigos del alma, acompañados de una sierpe, símbolo de la herejía, “y en lo alto hacia el un lado estaba una nube que tenía dentro a los dos santos, los cuales saliendo de la nube arrojaron unos rayos de fuego, el santo Ignacio a los tres enemigos, y San Javier a la sierpe, y hecho esto se fueron retirando y entrándose dentro de la nube, la cual se volvió a su lugar y las figuras quedaron hechas ceniza” (Méjico, 1622: 519). Se advertirá en estos espectáculos su dimensión parateatral, con textos mínimos –cuando los hay–, despliegue de elementos de tramoyas (nubes, vuelos, autómatas…), y sobre todo la exhibición pirotécnica, verdadera protagonista de esta categoría espectacular. Apenas hay soporte argumental y se reduce prioritariamente a la escenificación de una batalla. Los “pasos” parateatrales No mucho más elaborados desde el punto de vista dramático son los que se pueden llamar “pasos” escénicos, con argumentos más variados. Ponen en escena –casi siempre de manera estática o con movimientos físicos, pero sin desarrollar acciones– diversos episodios de la vida de los santos, a menudo milagros. En 1620, en Lisboa, en el triunfo del colegio de San Antón, hubo en un barco una especie de paso teatral, al parecer mudo, salvo las órdenes de los silbatos: Gobernaban esta nave cuatro marineros con su piloto, el cual tocando el silbato hacía amainar e izar las velas a su tiempo, subiendo las gavias y masteleros con mucha ligereza y gracia y dando cartas a las 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 107 15-11-13 9:22 108 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 personas que estaban en las ventanas como que venían de la India, las cuales contenían sentencias en loor del santo (Lisboa, 1621: fol. 46r). En Madeira hubo hasta once “pasos” teatrales colocados en ciertos lugares muy bien preparados. El primero fue la canonización de los santos en el consistorio del Papa y los demás distintos episodios de la vida de los dos jesuitas. El quinto, colocado en la Plaza del Pez, era el milagro del cangrejo, muy bien escenificado 9: Y así para esta representación de lo alto descendía un roquedo hasta la playa, que era un teatro casi del tamaño de toda la plaza, todo cubierto de arena blanca, con sus conchas y otros muchos caprichos de mar varios y curiosos y también se veían algunos mariscos vivos como langostas, cangrejos, etc., que se metían por los riscos y lapas de roca por el que nacían algunas hierbas propias de los roquedos del mar, y por algunas aberturas se veían otros muchos adornos artificiales como conchas de madreperla y otros obras de mucha perfección y curiosidad (Madeira, 1622: fol. 202v). San Francisco Javier estaba sentado en la playa de este escenario y un cangrejo artificial le ofrecía el crucifijo, mientras un negrito, que servía de ambientación, para no estar sin hacer nada cantaba y tañía un arpa “y no le faltaron oyentes”. El sexto paso parece ser otra escena muda con San Francisco pisando montones de riquezas y San Ignacio en el castillo de Pamplona. El noveno también se dedicaba a Javier en la audiencia con el rey de Bungo, pero ignoramos si había conversación dramática entre los personajes. Diálogos, coloquios y piezas menores En muchas de esas fiestas se representó una de las modalidades típicas: el diálogo, ejercicio frecuente en los planes de estudios de la Compañía. Hubo un Coloquio de San Francisco Javier y San Ignacio en Lima (1622, celebraciones 9 San Francisco pierde en una tormenta un crucifijo que se le cae al mar, y que más tarde en la playa le devuelve un cangrejo. Es uno de los hechos milagrosos más populares de la vida del santo. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 108 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 109 por la canonización)10 y en Madrid para las fiestas de beatificación de Javier se representó otro diálogo devoto: “un diálogo breve de la vida del santo que un sacerdote honrado desta Corte dejándose llevar de la devoción del santo compuso de algunos pasos de su vida y se ofreció a representarle con estudiantes de los que oyen en el colegio […] fue devoto y se representó bien la muerte del santo y con esto se acabó la fiesta deste día y vino la noche” (Madrid, 1619: fol. 7r). En Méjico (1622: 545) dialogan los cuatro elementos y la Filosofía, proclamando los hechos maravillosos que había realizado San Ignacio y en otro coloquio de Madrid participan loando a San Francisco Javier la Matemática y la Historia. Estas alegorías son personajes frecuentes y no faltaron en las fiestas de Puebla, donde se sucedieron varios coloquios de los santos y las artes liberales, el triunfo de la Religión o la entrada de San Francisco Javier en el Japón a plantar la fe, “coloquio muy para ver por su levantada poesía, aparato y bizarría” (Puebla, 1622: 557). Especialmente exitoso parece que fue el de las artes liberales, seguido de un lucido mitote indígena: …a la tarde, después de las solemnes vísperas, que cupieron a los Padres de Sto. Domingo, en un tablado que se levantó en la capilla mayor, con variedad de música, se resitó un curiosísimo coloquio entre las 7 artes liberales, rematándole con ingeniosa dansa, al cual se siguió un numeroso y lucidísimo mitote de 24 mejicanos con su emperador Montesuma, todos tan bien vestidos que lo menos eran telas, espolines de oro y plata, las diademas con jesuses de joyas y perlas (Asenjo 21). En otra ocasión (Elizalde, San Francisco 155) se representó un coloquio “entre tres figuras que mostraban ser los tres salvadores del pueblo de Dios a los dos santos canonizados por haber hecho mejor este oficio”: se comparaba en el coloquio a Sansón con San Francisco Javier, pues si uno tenía la fuerza en sus cabellos el otro la tenía no inferior “en sus generosos pensamientos”. Se han conservado bastantes diálogos javerianos manuscritos (Elizalde, San Francisco 156 y ss.), de breve dimensión y pocos personajes. Añádanse a alguno ya citado como el mejicano Diálogo entre los cuatro elementos y la Filosofía acerca de las virtudes de Ignacio y Javier, otros como el Diálogo de Ver para más datos el libro de Elizalde, San Francisco Xavier en la literatura española. 10 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 109 15-11-13 9:22 110 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la India y Navarra sobre San Francisco Javier; Diálogo del sueño de Javier; Diálogo sobre la Verdad de Dios, y otros conjuntos toledanos que incluyen casi una veintena de diálogos – Al caso de los cordeles, Grandeza de San Francisco Javier, Diálogo entre Javier y un indio, Javier moribundo–, o nueve diálogos para las nueve tardes de la novena del santo que se conservan en la Real Academia de la Historia de Madrid, sección jesuitas11, etc. De muchos de ellos no hay datos de autoría ni detalles cronológicos. Deben considerarse ejemplos representativos de una práctica pedagógica y religiosa con fines catequéticos, no pertenecientes a las fiestas propiamente dichas, pero sin duda muy cercanos a la categoría de los diálogos en ellas representados. Piezas dramáticas largas Las comedias (o “tragicomedias” y “tragedias”) más largas, de entidad dramática más densa, que se mencionan o describen en las relaciones, nos han llegado en dos tipos de transmisión: por un lado están aquellas que se citan al paso, se describen parcialmente, o se evocan sin muchos detalles y desde luego sin copiar su texto; y por otro, aquellas cuyo texto conocemos, por haberse conservado casi siempre en manuscritos o ediciones, distintos de las relaciones –excepto en casos muy especiales, como las comedias que dedicó Lope a San Isidro y que incluyó en su relato de las fiestas pertinentes–. De las primeras quedan numerosas referencias, pero pocas sustanciales. Ya entre 1600 y 1622, en Méjico, “los estudiantes indígenas del Colegio de San Gregorio en la capital participaron en la celebración del Corpus con un auto eucarístico bilingüe: español y náhuatl. La excelente dicción de los actores y su buen desenvolvimiento escénico provocó admiración entre los espectadores, quienes solicitaron que la obra se representase de nueva cuenta” (Hernández Reyes, Teatro 91). Hernández Reyes menciona también, en el mismo lugar, una comedia encargada a Juan Ortiz de Torres para la beatificación de San Francisco Javier, junto con “otra escenificación de un duelo burlesco entre un lusitano, un chino, un japonés y un navarro ante un juez y dos oficiales que dieron el triunfo al navarro como defensor de la verdadera fe, frente a los otros que simbolizaban la difusión de religiones erradas”, sin Ver Arellano, “Diálogos javerianos… II”, “Diálogos javerianos… III”y “Diálogos javerianos… IV”. 11 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 110 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 111 duda de menor entidad dramática. En la oportunidad de la beatificación de Francisco de Borja, se planteó la necesidad de hacer dos comedias, ya que una no era suficiente para celebrar al santo (Teatro 97) 12. Probablemente, alguna de las comedias usadas en las fiestas hagiográficas se reciclaron en el Colegio de San Pedro y San Pablo para celebrar en Méjico la entrada del nuevo arzobispo Francisco Manso y Zúñiga, según apunta Hernández Reyes (Teatro 98): dos comedias sobre la vida de San Ignacio, de cinco y tres actos, basadas seguramente en la Vida de San Ignacio, del P. Ribadeneyra. En Portugal (bajo cuya protección desarrolló San Francisco toda su labor misionera), Antonio Ferreira escribió una Tragicomedia sobre San Ignacio y San Francisco, en circunstancias que ignoramos. De cierta dimensión dramática parecen también otras piezas como la llamada tragicomedia de Évora, con escenario de castillo efímero (Évora, 1622: fol. 81r y ss.), dedicada a la canonización de las virtudes de los dos santos jesuitas. Algunos de los pasos los protagonizaron figuras alegóricas, de las cuales llaman especialmente la atención del relator aquellas que salieron en los monstruos habituales: la Idolatría sobre un cocodrilo, la Herejía en una hidra de siete cabezas, Europa sobre un toro marino, Asia sobre un elefante, la Fama sobre un delfín… En Goa se hizo una tragedia sobre San Francisco Javier que duró cuatro días: A tragedia que aqui se reprezentou durou quatro dias, a qual foi dedicada a São Francisco Xavier por boas rezões. Esteve prezente sempre o Conde Visorei com toda fidalgia, cidade, Desembargo, Relação, Vereação, capitães. Todas as janelas apinhoadas de gente, palanques por baixo dellas pollas ruas, não avendo lugar que se não aproveitasse. Athé gentios e mouros se valerão de alguns pera gozarem do que nunqua virão. Foi a obra grave, o auditorio cada vez mayor, passos muy illustres e devotos de sorte, que se causavão muitas alegrias, também rendião lagrimas de devação. Sentio-se o favor do Santo no felix successo, não socedendo desgraça nem perda notavel aonde o oro, perolas e passas herão tantas e de tanto valor. Una función teatral bastante comentada en la relación de Toledo (1622: fol. 22), se titulaba Comedia del gigante Golías en la que Goliat representaba Para Borja en el teatro ver Arellano, “El gran duque de Gandía, San Francisco de Borja, en el teatro del Siglo de Oro”. 12 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 111 15-11-13 9:22 112 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 a Lutero, mientras David era contrafigura simbólica de San Ignacio y de la Compañía de Jesús. En el colegio de La Flèche de París se representó durante las fiestas de la canonización una tragedia sobre el castigo de la ciudad japonesa de Tolo que hizo en los apóstatas San Francisco (La Flèche, 1622: 60); en Limoges (1622: 38), otra obra con el recibimiento de San Francisco en el Japón como nuncio apostólico, escena que aparece también en la comedia San Francisco Javier, el Sol en oriente, del P. Calleja13 y se trata en otro coloquio de Puebla. Los textos franceses dedican cierta atención a las piezas dramáticas, algunas de las cuales describen con amplios resúmenes de la trama. En las más importantes aparece, con evidentes dimensiones políticas, el primordial protagonismo del rey (Arellano, Vive le roy!). Así sucede con la “acción tragicómica” en clave de Tulle “à l’honneur du roy”. Luis XIII, figurado alegóricamente por el héroe Erice, es elegido por Trimegisto (Dios todopoderoso) entre todos los príncipes virtuosos, para enfrentarse al cíclope Antitheme, por concentrar el héroe la nobleza, la piedad, la justicia, la clemencia, el valor, el favor del cielo y la asistencia de los santos, especialmente San Ignacio y San Francisco Javier. El gigante …representoit le chef sans cervelle des parpaillaux rebelles et mutins, lequel endormy et l’oeil crevé par Erice est abandonné de ceux de son party, de Luther, de Calvin, de Beze et Melancton, qui se mocquent de lui et le font la risée du theatre, dont il enrage et meurt (40-41). En La Flèche, entre otros espectáculos dramáticos14, se hizo una tragedia, escrita por el profesor de retórica del colegio jesuita, con el argumento de las luchas de Cosroes y Heraclio15, aplicado de nuevo a la situación francesa a la altura de 1622. La acción se iniciaba con el personaje de San Anastasio, que proclamaba la condena de Cosroes, al que vaticinaba una vergonzosa derrota 13 Ver Arellano, edición de la comedia del P. Calleja, San Francisco Javier, el Sol en oriente, comedia jesuítica del P. D. Calleja, en cuyo prólogo se tratan algunos de estos asuntos relativos al teatro javeriano que ahora no son pertinentes. 14 Se mencionan algunas piezas pastoriles, u otras de la conversión de San Ignacio, o el recibimiento de San Francisco en la India (La Flèche 59, 61, 65; Limoges 37-38), centradas en los santos, sin implicaciones monárquicas al parecer. 15 El año 615, el rey persa Cosroes había robado la verdadera cruz, incrustándola en su trono de madera. El emperador Heraclio atacó y derrotó a las tropas persas en el río Danubio, ajusticiando a Cosroes al negarse este a hacerse cristiano. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 112 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 113 ante el ejército cristiano. Animaba al emperador Heraclio para el combate contra los rebeldes, prometiéndole su ayuda en tan santa empresa. Por si la lectura política actualizada no fuera evidente, anota el relator: Cet ainsi que S. Ignace ayant pris la protection du roy, favorisera ses armes à l’encontre des rebelles et conduira si bien ses sainctes et iustes intentions, qu’on verra bin tost arborer la croix es lieux d’où la rebellion, fille de l’Heresie, l’avoit des long-temps chassée (52). Pero de ninguna de estas conocemos los textos completos, ni siquiera fragmentos copiados parcialmente en alguna de estas relaciones. Sí conocemos el texto completo, contenido en la relación de Lope, que reproduce sus obras La niñez de San Isidro. Comedia en su canonización y La juventud de San Isidro. Comedia en su canonización, que representaron las compañías de Vallejo y Avendaño, piezas bien conocidas que no me alargaré en comentar. En las fiestas coetáneas del Colegio Imperial, don Pedro de Benavente enalteció la “Gloria de España en los cuatro santos” en un diálogo entre Roma y España y también se representó un diálogo de Lope de Vega “en que Guipúzcoa, Navarra y la India oriental daban cuenta a España de las grandezas de San Ignacio y San Francisco Javier y agradecían a los poetas la honra que les han dado con sus plumas. Representaron niños de los estudios de la Compañía con gran riqueza, costosos vestidos y mucha gracia y donaire” (Monforte fol. 71vA). Entre los espectadores estaban los reyes y los príncipes. Los mismos espectadores regios (con el rey correspondiente, Felipe III en esta ocasión de 1619) habían acudido en Madrid, en 1619, al teatro de los estudios de la Compañía, para asistir a una obra en exaltación del beatificado Francisco Javier. A un lado del tablado se dispone un globo de tres varas de diámetro y en él pintado el Mundo: Salieron a hacer el prólogo, vestidas muy rica y propiamente, la Matemática y la Historia. Esta refirió historialmente las jornadas que hizo el santo por mar y tierra, y aquella acercándose al dicho globo y midiéndole con los instrumentos de su arte sacó por su cuenta que el santo había andado doce mil y más leguas […] y que había estado y predicado en las tres partes del mundo, Asia, Europa y África […] y que aunque no había puesto los pies en América, tal vez navegó sus mares costeando el Brasil, al cual a su ruego y por su orden sembró la primera gente de la compañía, y así concluyó que este santo era benemérito de todas las cuatro partes y todos tenían razones para tenerle por suyo, y confiriendo sobre este fundamento vinieron a 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 113 15-11-13 9:22 114 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 resolver que sería agradable espectáculo introducir las dichas cuatro partes con sus mares contérminos a competir sobre este intento… (fols. 8 y ss.). Años más tarde sería Felipe IV el asistente a la celebración del primer siglo de la Compañía con la comedia Las glorias del mejor siglo (1640) del padre Valentín de Céspedes, que tiene como personajes a San Ignacio y San Francisco Javier (Elizalde, San Francisco 167) 16. A su alrededor figuran personajes alegóricos como la Gloria de Dios, la Gloria Mundana, la Hermosura, la Discreción, la Virtud, el Gusto, el Celo, la Fe, la Idolatría, las Cuatro partes del Mundo o la misma Compañía de Jesús, en figura de dama, a los que se suman los graciosos, especialmente Gracejo. Aunque el P. Elizalde da como segura la escenografía del famoso Cosme Lotti para esta comedia, creo que la noticia de José Pellicer en sus Avisos, al comentar la prevención fastuosa de una “solemnísima comedia de maravillosas tramoyas” de Lotti no se refiere a Las glorias, que no muestra una escenificación extraordinariamente suntuosa. En efecto, la relación de la época que cita Elizalde como apoyo, Tratado de una relación que escribió un caballero desta corte (Cit. en Teatro 118-119), en la que se pondera la escenificación de Lotti para la fiesta del Colegio se refiere a otra comedia del P. Céspedes, Obrar es durar, que al parecer se representó en la misma ocasión. Dando un salto de algunas décadas asistimos a los fastos por la canonización de otro jesuita, San Francisco de Borja, que comienzan en Madrid el 3 de mayo de 1671, cuando llega la feliz noticia a la corte 17 y que incluyen, como es habitual, algunas representaciones teatrales. No todas las obras dramáticas sobre San Francisco de Borja pertenecen a este momento de la canonización, pero sí la mayoría de ellas18. De unas cuantas no conservamos sino la referencia; de otras también el texto. 16 Manejo para su texto la suelta de la Biblioteca Nacional, T/1699, impresa en Sevilla por Francisco de Leefdael. Para el P. Elizalde esta es la comedia más lograda y la que mayor éxito alcanzó de las obras escénicas javerianas. 17 Muchos datos interesantes sobre estas celebraciones para la beatificación y canonización de Francisco de Borja se hallarán en Bernal,“Fiestas auriseculares en honor de san Francisco de Borja”. 18 Distintas referencias permiten establecer una lista aproximada de obras teatrales o parateatrales representadas en la beatificación o canonización de Borja, cuyo texto no conocemos y que no comentaré aquí: al menos (saco los datos del catálogo de TeatrEsco: Antonio de Escobar y Mendoza, El duque santo, San Francisco de Borja; y los anónimos, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 114 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 115 La relación más interesante de las fiestas de canonización, dedicada a las celebraciones madrileñas del Colegio Imperial es Días sagrados y geniales celebrados en la canonización de San Francisco de Borja…19, donde se describen las procesiones, sermones, adornos de altares, imágenes, emblemas y empresas, certámenes poéticos, etc. Los Estudios de Humanidades y Buenas Letras del Colegio Imperial habían preparado en honor del santo “dos representaciones sacras de su vida y un certamen poético” (fol. 86r). Las dos comedias, representadas por los niños del Colegio se titulaban El gran duque de Gandía y El Fénix de España: Eran estas dos comedias una vida escrita en verso de San Francisco de Borja, llamando la primera a la segunda en la proposición de los sucesos con tanta unión que tomando esta su principio en el fin de la primera, no se vio en ellas repetido caso alguno de la vida del santo. Historiaba la primera parte con el título de El gran duque de Gandía la vida que hizo en el siglo, los empleos de la corte y favores que mereció con ellos en servicio de las majestades cesáreas, los del palacio, siendo caballerizo mayor de la señora emperatriz doña Isabel, las luces que recibió del cielo en el funesto eclipse de esta augusta hermosura, donde resolvió el servir en adelante a rey inmortal; los de virrey y capitán general en el principado de Cataluña […] y la heroica resolución de dejarlo todo y seguir a Cristo desnudo en su Compañía después de aquella admirable conformidad con que llevó la muerte de su querida esposa […] y el orden que recibió de volver a España a la ermita de Oñate a vestir el hábito religioso de jesuita. Desde aquí empezaba la segunda parte con el título de El Fénix de España, tomado de aquellas nobles cenizas en que renació a la vida inmortal. Historiaba los casos más singulares de su vida religiosa, Diálogo sobre la dedicación del templo del Colegio Imperial a San Francisco de Borja, Vida de san Francisco de Borja (comedia en las fiestas de Santiago de Compostela, Colegio de la Asunción de Nuestra Señora, 1673), Francisco de Borja (Lima, Colegio de San Martín / Colegio de San Pablo, 1650); Diálogos sobre el Carro triunfal por la canonización de San Francisco de Borja, duque de Gandía (Valencia, por calles y plazas, 1671); La vida de Francisco de Borja (Madrid, Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, 1625; comedia de gran aparato, para celebrar la beatificación de Francisco de Borja); comedia o comedias de la vida de Francisco de Borja (Ciudad de México, 1623, en el marco de los festejos por la beatificación de Francisco de Borja, a expensas del Cabildo de la Ciudad de México); Coloquio del santo duque (Marchena, en la iglesia de la Compañía de Jesús, 1671). 19 Algunos estudiosos piensan que en realidad se deben a la pluma de don Pedro de Fomperosa, jesuita hermano del capitán don Ambrosio. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 115 15-11-13 9:22 116 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la humildad heroica con que a vista de sus deudos hacía alarde de los empleos más humildes de la Religión, ya ayudando a fabricar el colegio en llevar por sus manos los materiales, ya enseñando la doctrina a los niños […] su retiro del mundo y renuncia de los capelos […] su predicación evangélica, saliendo por las calles y plazas […] y últimamente se coronaba el discurso de su vida con la última que hizo de prelado y general de la Compañía de Jesús. Todos estos sucesos vestidos de musa cómica castellana, de verso casto y sentencioso, introducidas todas las partes de la comedia con ternura y devoción en los pasos, con discreción en el verso, sin violencia en los lances, y con decencia en todo, merecieron tan benigna la censura que en el sentir más escrupuloso se escuchó esta vez el nombre de comedia sin aquel horror con que suele oírla […] La loa y los sainetes se hicieron de las circunstancias de la fiesta. El pensamiento de la loa era la fábula de Ganimedes […] aplicado al Colegio Imperial […] Los sainetes se compusieron de chistes de los que son poetas por fuerza y no de gracia, el uno de ellos era baile entremesado […] salieron todos celebrando estos días con singulares elogios de la Compañía y estimación de sus ingenios, nacidos para todo, con tan religiosa discreción en usar de sus prendas y habilidades, que una vez que escriben comedias saben predicar y enseñar en ellas, sin faltar a las leyes del poema ni al primor de las tablas…(fols. 76v y ss.). Las dos se deben a autores jesuitas 20. Llevaron piezas de acompañamiento (loa y sainetes) que permiten identificar como una de las representadas la que Cerny publicó a nombre de Calderón, cuya autoría, por tanto, hay que negar. Según el relator, no imprime las comedias por escrúpulos de sus autores (fol. 90r), aunque merecieron elogio general por su excelencia artística y su enseñanza moral y religiosa. 20 Iglesias Feijoo (489): “No cabe duda, pues, de que ambas obras eran producto de la pluma de dos padres de la Compañía, lo cual, de otra parte, se afirmaba ya al final de la comedia del P. Calleja, donde un ángel, al referirse a la gloria del santo, anunciaba su futura canonización […] en la que “sin quebrarle / a la urbanidad sus fueros / ni a lo natural sus frases / hasta tus hijos escriban / comedias para mostrarle / al mundo que están ajenos / aun de lo que están capaces”. Es incomprensible la conclusión de Hornedo (139) según la cual Calderón habría pedido mantener el secreto de su autoría (¿por qué iba a hacer tal cosa?) y por eso el relator de los Días sagrados quiso despistar a los lectores dando a entender que eran jesuitas los autores de ambas piezas teatrales. Todas estas imaginaciones de Hornedo carecen de fundamento. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 116 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 117 Iglesias Feijoo señala en conjunto tres comedias existentes de San Francisco de Borja: las citadas de El Fénix de España, que se atribuye en distintos lugares al P. Calleja –autoría aceptable–; la de El gran duque de Gandía, que Iglesias se inclina a atribuir a Pedro Fomperosa –también verosímil (487-490)–, y la de San Francisco de Borja, duque de Gandía publicada a nombre de Melchor Fernández de León21. A estas comedias que menciona Iglesias hay que añadir algunas otras piezas significativas cuyo texto conocemos, la primera (San Francisco de Borja, del P. Bocanegra, jesuita mejicano) anterior a la canonización, pero interesante por constituir la más temprana muestra conservada del tema borjiano en el teatro áureo. Además resultan notables el coloquio moral de Los agravios satisfechos del Desengaño y la muerte (atribuido en algunos casos a Luis de Fuenmayor) y el auto sacramental El gran duque de Gandía, atribuido por Valbuena Prat a Calderón, con muy poco fundamento. La comedia de Bocanegra se incluye en el Viaje por tierra y mar del excelentísimo señor don Diego López Pacheco y Bobadilla, marqués de Villena (1641), con los festejos por su recibimiento en Nueva España, donde llegó de virrey en 1640. Fiesta no hagiográfica, pues, sino más bien cortesana y política22. En todas las comedias borjianas, el tema del desengaño es el elemento unificador de tramas bastante desintegradas, condiciones que se acentúan en el coloquio moral “en ocasión de la canonización de San Francisco de Borja”, de Los agravios satisfechos del Desengaño y la Muerte, donde estos personajes, sobre todo el primero, desempeñan el papel de verdaderos directores de la representación23. A veces se atribuye el coloquio a Luis de Fuenmayor, quien, como apunta la Barrera (524) 24 no es el verdadero autor, 21 Algunos, como Hornedo (131) o Ignacio Elizalde (249), niegan esta autoría, al parecer repitiendo a la Barrera sin mayor información. 22 Ver Arellano, “El gran duque de Gandía, San Francisco de Borja, en el teatro del Siglo de Oro”, para todas estas comedias de San Francisco de Borja. 23 Citaré por el impreso sin datos ni paginación de la Biblioteca Nacional de España T 15037-17. Hay otra edición en Sevilla, a costa de Pedro de Segura, 1671. 24 En la dedicatoria al arzobispo de Sevilla que figura en la edición de 1671, Fuenmayor se refiere a la modestia del innominado autor, pariente suyo y a la osadía propia al imprimir la obra en fe de la amistad y parentesco de ambos. La Barrera recoge mal el título que no es Los agravios satisfechos del desengaño en la muerte, sino Los agravios satisfechos del Desengaño y la Muerte, dos personajes desagraviados. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 117 15-11-13 9:22 118 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 sino solamente quien publica la función dramática que se hizo en el Colegio de San Hermenegildo de Sevilla en la fiesta de canonización. La obra desarrolla una acción protagonizada en su mayor parte por personajes alegóricos. Salvo San Francisco de Borja (y en cierto sentido el Demonio) todos los demás son abstracciones personificadas: la Muerte, la Iglesia, la Compañía de Jesús, el Mundo, la Humildad, el Desengaño, el Demonio y el Placer. En cuanto a la comedia de San Francisco de Borja, de Melchor Fernández de León, es distinta de todas las anteriores, aunque se ha confundido a veces con la de Fomperosa (atribuida falsamente por Cerny a Calderón), o la de Calleja. Se publica en la Parte cuarenta y dos de comedias nuevas, 1676 25, y no parece haber razones para negar la autoría de este ingenio imitador de Calderón26. La presencia de las figuras morales o alegorías la justifica el poeta por el propósito moral que pretende, que no es otro que recopilar en forma dramática la biografía de Borja que ha tratado anteriormente “una docta pluma” (alusión al Flos sanctorum de Ribadeneyra), para enseñar al oyente haciendo que pase la moralidad a vueltas del divertimento (44). No consta en este caso su relación con fiesta hagiográfica, como tampoco consta para el auto El gran duque de Gandía, que Valbuena atribuye sin motivo a Calderón27, cuyo argumento evoca algunos episodios de la vida de San Francisco de Borja, pero carece de una organización sistemática que conduzca el paralelo del plano historial y el alegórico. No hay ninguna referencia concreta a beatificación o canonización: ignoramos la fecha del auto, por otro lado, pero sería de esperar algún tipo de alusión. En el epílogo se precisa ha sido escrito en solo dos días (v. 1324). Aunque no se interprete literalmente, todo parece indicar una composición repentina en circunstancias concretas que se nos escapan. A juzgar por el conjunto del auto el tema de Borja no parece revestir ninguna actualidad especial en el momento de la escritura. Parte cuarenta y dos de comedias nuevas, Madrid, Martín Merinero, 1676. Como escribe Iglesias, “Sobre la autoría de El Gran Duque de Gandía”, p. 492: “Si de las tres obras que hoy tenemos [en realidad 6] hubiera que elegir aquella más cercana a los modos de don Pedro, sin duda nos inclinaríamos por la de Fernández de León, también autor de varias fiestas reales”. 27 Ver Arellano “¿Es El gran duque de Gandía (auto) de Calderón?”. No hay razones para atribuirlo a Calderón, sino todo lo contrario. 25 26 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 118 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 119 Mascaradas Al lado de la doctrina está la diversión, y a menudo esta se confía a elementos cómicos, no solo dentro de las piezas dramáticas, con graciosos y escenas risibles (Arellano, La risa), sino en el conjunto de la fiesta con formas parateatrales de índole jocosa: pandorgas, matachines, tarascas, sainetes y sobre todo mascaradas, de las que aduciré solo algunos ejemplos. En una fiesta inmaculista de Sevilla, 1617, la compañía de Valdés28 representó una “comedia de historia humana, con bailes honestos y entremeses graciosos. Estaba a un lado del patio principal de Escuelas, el teatro, con gran disposición fabricado de cuadro. La gente fue más de la que pudo caber en el patio, y corredores de Escuelas altos y bajos, de toda suerte, títulos y señoras, con todas la demás nobleza, y gente docta, y religiosa”. Más éxito popular aún parece tener la mascarada del siguiente jueves, “más copiosa, más ingeniosa, y bien pensada, y ejecutada, que las ordinarias invenciones suyas”. Formada por más de 300 estudiantes, desfilaban en ella numerosos personajes y cuadrillas de “todas las facultades y ciencias profesando cada una a su modo el misterio de la Concepción”. Se abría con cuatro salvajes vestidos de pieles, cabelleras desgreñadas y rostros salvajinos, que servían de hacer lugar un hermosísimo niño, que era la principal guía de todos, al cual seguían los aventureros, comenzando por don Quijote. Se trata de una de las muchas apariciones de don Quijote en mascaradas de esta clase (Arellano, Mascaradas). Iba en un “perfetísimo rocinante, vestido de unas muy viejas, mohosas y desbaratadas armas”; llevaba por rodela un viejo tapador de tinaja, y en él esta letra: Soy don Quijote el Manchego que aunque nacido en la Mancha, hoy defiendo a la sin mancha. Tras él iba Sancho, representando grotescamente a un glotón, embaulando panecillos sin cuenta, “dando bocados con tan gran rabia, que peligraban sus mismas manos al echar el diente”. Por fin de esta cuadrilla iba un dragón mecánico –símbolo del pecado original–, que movía las alas, levantaba el cuello y enroscaba la cola, “con tanto primor que causaba horror y miedo Burgos. 28 Valdés: Pedro de Valdés, autor de comedias, marido de la famosa Jerónima de 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 119 15-11-13 9:22 120 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 el verla”. Otra cuadrilla representaba una universidad ridícula, en la que iba “recibiendo un grado el donoso Escobar de mano de Aponte, ambos locos célebres en esta ciudad, y ansí sus figuras, y otras graciosísimas desta cuadrilla causaron aventajado placer y risa”. Estas actuaciones son las equivalentes, en clave ridícula, de las escenas y pasos parateatrales que he mencionado en primer lugar. La integración de lo risible en las fiestas hagiográficas alcanza diversos grados de extremosidad grotesca. No sabemos exactamente qué hacían los grumetillos de un carro de Puebla (557) que dieron mucho que ver y que reír, pero tenemos otros relatos más detallados que apuntan a un sentido de lo cómico bastante cruel, como sucede en una mascarada 29 de Marchena, con un brutal juego de gallos adaptado a gatos y donde no falta tampoco la parodia de don Quijote (244245), con su Dulcinea vieja y vestida con andrajos, debajo de un palio que portaban cuatro raras figuras en sendos burros, al lado de un cardenal de burlas y un estudiante con capa de coro que iba echando burlescas bendiciones, probablemente en latín macarrónico e ininteligible, mostrando de nuevo la ausencia de elaboración textual en estas composiciones callejeras, cuyos textos más notables son los que aparecen escritos en tarjas y rótulos. Se trata más bien de espectáculos de mimos y gestualidad grotesca, con expresividad típica de carnaval, como la que caracteriza una nueva mascarada quijotesca en las fiestas salmantinas (Salamanca, 1610) de beatificación de Ignacio de Loyola (Arellano, Mascaradas) 30: Delante venía uno en un rocín vestido de justo, y por guarnición del vestido traía muchas figuras de naipes en arpón, y por espuelas dos cuernos grandísimos, por rosetas de las ligas dos cabezuelas de cabrito, y un sombrero con un trencellín de cabezas de gallina, y por rosa una gran cebolla. Este traía en la mano un estandarte de una manta vieja, listada toda de tripas hinchadas, y un rétulo grande en el que decía: “El triunfo de don Quijote”. Luego detrás se seguía don Quijote en un rocín como un dromedario, y unas armas negras, y por faldones dos de esteras; una lanza de un palo tiznado con un cuerno de cabrón por hierro; un estribo llevaba a la brida y otro a la jineta. A su lado venía su escudero Sancho Panza, vestido de labrador, caballero en un borrico, traía al cuello unas alforjas, y en ellas dos grandes cuernos Bernal Martín, “Algunas máscaras jesuitas del Siglo de Oro”. Cito por la edición en Arellano 2005. 29 30 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 120 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 121 con sus plumicas dentro, y un rétulo en ellos que decía: “Ungüento de Fierabrás”. Delante de sí llevaba una bacía de barbero con otro rétulo que decía: “El yelmo de Mambrino”… La violencia ridiculosa tiene en las fiestas de Granada (1610: fol. 29r-v), por la beatificación de Ignacio, otro espectacular desarrollo en una pandorga de estudiantes, con cañas y cascabeles (símbolos de la vanidad y la locura), vestidos de botarga, que rodeaban un carro donde se colocó uno como organista, en figura de un viejo ridículo que iba tocando un órgano …cuyos cañones eran ocho perros, mayores y menores, en proporción, para que sus aullidos representasen bien la música deste instrumento, como lo hicieron mal de su grado. Iban asidos en una collera de palo y las teclas, que eran de lo mesmo, asentaban sobre sus pechos, y por tener al cabo cada una púa de hierro los lastimaba muy bien o muy mal, como lo decían los aullidos que daban. Otra invención era “un estudio de gatos, los cuales habían de ir vestidos con sus ayos y cuellos de estudiantes, con sus libros en las manos, y un estudiante había de hacer el oficio de maestro azotándolos con tal artificio que habían de dar maullidos como que leían…”. Las pandorgas o mezcla de danzas descompuestas y movimientos ridículos, disfraces de animales e instrumentos igualmente ridículos se dieron también en Madrid (1609) durante las fiestas de beatificación de San Ignacio: “los estudiantes de nuestros estudios […] vestidos con disfraces de mucha gracia y risa, y tocando mucha diversidad de instrumentos músicos como se suele, hicieron una pandorga con la cual fueron por las calles dando gritos y voces”. Final La general inclinación espectacular que ha sido señalada como característica del barroco se manifiesta, pues, de manera privilegiada en los fastos hagiográficos –no solo en ellos– donde los elementos teatrales y parateatrales son constantes en su presencia y diversos en sus modalidades y categorías. Van, como se ha comentado, desde las exhibiciones de efectos especiales y animales de madera y cartón, rellenos a menudo de cohetes, hasta los pasos mudos y los diálogos breves y de poca entidad dramática, llegando a las comedias largas, con los temas de los santos celebrados en los casos más característicos, explorando 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 121 15-11-13 9:22 122 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la doctrina y la exaltación religiosa, sin que falten las ocasiones en que la pieza teatral no guarda relación con el tema de la fiesta. Así, en las fiestas del centenario del Escorial, las tres comedias que se representaron tenían poco que ver con San Lorenzo: pero al menos eran las tres de la pluma de don Pedro Calderón, altamente elogiado por el relator fray Luis de Santa María, quien pondera también a los frailes que hicieron los bailes y entremeses: Puedo asegurar que fueron de las comedias más bien representadas que ha visto el acierto. Parece que concurría todo a hacer célebre este centenario. Y no le hizo menos grandes el ser todo, tonos, loa, bailes, entremeses y saraos fruto de los ingenios de esta casa, que en ella hay muchos de muy sazonado gusto para estos donaires que tan pocos los aciertan. La comedia que se representó esta tarde fue También hay duelo en las damas. Lo mismo es decir que es de don Pedro Calderón que decir que es grande… (Madrid, 1664: 17). Las otras fueron Dicha y desdicha del nombre y El maestro de danzar. 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Relaciones de Actos públicos celebrados en Madrid (15411640). Madrid: Instituto de Estudios Madrileños, 1982. Madrid, 1619, Relación de las fiestas que se han hecho en esta Villa y Corte de Madrid, en la beatificación de San Francisco Javier, sin datos. Madrid, 1622, León, Miguel, Fiestas de Madrid... en la canonización de San Isidro, San Ignacio, San Francisco Javier, San Felipe Neri, clérigo florentino, y Santa Teresa de Jesús, Madrid, s.l., s.n. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 124 15-11-13 9:22 Elementos teatrales y parateatrales en fiestas hagiográficas barrocas 125 Madrid, 1664, Octava sagradamente culta celebrada de orden del rey nuestro señor en la octava maravilla. Festiva aclamación, pompa sacra, célebre, religiosa. Centenario del único milagro del mundo, San Lorenzo del Escurial… por el P. Fray Luis de Santa María, Madrid, Imprenta Real, 1664. Méjico, Relación de las fiestas que se hicieron en esta ciudad de Méjico en la canonisasión del glorioso San Ignacio y San Francisco Javier, en 26 de noviembre de 1622. Ed. George Schurhammer. Varia, I. Roma: Institutum Historicum Societatis Iesu, 1965. 516-547. Monforte y Herrera, Fernando. Relación de las Fiestas que ha hecho el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid en la canonización de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Madrid: Luis Sánchez, 1622. Oporto, Relaçam das festas que se fizeram no collegio da Companhia de Iesus da cidade do Porto…, en Relacoes das sumptuosas festas conque a Companhia de Jesus da Provincia de Portugal celebrou a Canonizaçao de S. Ignacio de Loyola e S. Francisco Xavier. Lisboa: s.e., 1622. Puebla, Relación breve de las fiestas que el Colegio de la Compañía de Jesús de la insigne ciudad de los Ángeles ha hecho en la canonizasión de San Ignacio, su patriarca y fundador, y de San Francisco Javier, apóstol del oriente y del beato Luis Gonzaga. Ed. George Schurhammer. Varia, I. Roma: Institutum Historicum Societatis Iesu, 1965. 549-559. Salamanca, Fiestas que hizo el insigne Colegio de la Compañía de Jesús de Salamanca, con poesías y sermones, a la beatificación del glorioso patriarca San Ignacio. Salamanca: la viuda de Artús Taberniel, 1610. Serrano Martín, Eliseo. “Annus mirabilis. Fiestas en el mundo por la canonización de los jesuitas Ignacio y Francisco Javier en 1622”. La Compañía de Jesús y su proyección mediática en el mundo hispánico durante la Edad Moderna. Ed. José Luis Betrán. Madrid: Sílex, 2010. 297-343. 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Madrid: Viuda de Alonso Martín, 1622. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 125 15-11-13 9:22 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 126 15-11-13 9:22 GUERRA Y PODER 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 127 15-11-13 9:22 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 128 15-11-13 9:22 REVISTA CHILENA de Literatura Noviembre 2013, Número 85, 129-156 PODER y TRADUCCIÓN COLONIALES: el nombre de Dios en lengua de indios * Esperanza López Parada Universidad Complutense de Madrid elopezpa@filol.ucm.es RESUMEN / ABSTRACT El descubrimiento de América coincide cronológicamente con el interés despertado en el humanismo renacentista hacia las lenguas vernáculas. El hallazgo de nuevos pueblos con nuevas formas de hablar que no podían enmarcarse ya dentro de la sintaxis latina redundó en una masiva producción de gramáticas, diccionarios, vocabularios, tesauros y manuales para el aprendizaje de las voces nativas, así como de sermonarios, cartillas y catecismos de la doctrina cristiana traducidos a las mismas –no solo a las principales como el quechua, náhuatl o aimara sino a rarezas como el araucano, mosca o allentiac– para la evangelización y bautismo de sus hablantes. Cualquier intento de analizar los primeros contactos en el encuentro intercultural americano tiene que habérselas con esta cuestión de la traducción y con los debates que se dirimieron acerca de su oportunidad y conveniencia. A modo de precipitado o paradigma de todos ellos, cabe citar cómo se resolvió el problema colateral de verter el nombre del dios cristiano a las lenguas indígenas, problema al que se dieron soluciones muy distintas que el presente estudio solo pretende enunciar. Palabras clave: traducción y poder colonial, lenguas indígenas, religión, idolatría. The discovery of America was recorded chronologically in the European policy for vernacular languages that Renaissance humanism would subsequently generate and institute. The discovery of new peoples with new forms of speech that could not already refer to Latin grammatical * El presente trabajo se inscribe dentro del Proyecto I+D+i del Ministerio de Economía y Competencia del Gobierno de España que, con la referencia FFI2012-37235, se propone el estudio de las relaciones entre “Intertextualidad y Crónica de Indias (la variedad discursiva de la escritura virreinal)”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 129 15-11-13 9:22 130 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 rules resulted in the mass production of grammar manuals, dictionaries, vocabularies, sermonaries, catechisms and thesauruses of native languages –Quechua, Náhuatl, Aimara, etc.– that, responding to the understanding of language as the primary tool of imperialism and religion, sought the rapid evangelization and control of indigenous subjects in their own language. Every effort in order to analyze those early instances of cultural encounter has to do with the topic of translation as its main condition, the most fundamental and basic one, and with the necessity of reflection and the argument, raised in that time, about its convenience. As a paradigm of both –encounter and reflection–, this article focuses on the different ways in which it was faced the challenge of translating the name of the truly god into the selvatic indian languages. Key words: Translation and colonial power, indian languages, religion, idolatry. I. Si en los Comentarios Reales el Inca Garcilaso explicaba el vocablo quechua huaca y las múltiples acepciones que reúne, en sus Apostillas a López de Gómara hubo de detenerse en una matización de orden gramatical. Cuando huaca se utiliza dentro del léxico sacro está actuando en tanto nombre propio y se utiliza para invocar aquello mismo que los españoles llaman Dios. Vale por el apelativo absoluto de la divinidad. De ahí su abundancia en las plegarias indígenas, una abundancia que no puede sino erróneamente esgrimirse en síntoma de reincidente politeísmo. Los incas apelan a su dios con la veneración reiterada con que los cristianos también lo hacen. que del nombre c[on] [que] los Indios [del] piru no[mbran] al Idolo [no] [se] puede d[edu]zir el v[erbo] idolatra[r] [por]que es nombre p[ropio] para tod[os] [los] dioses […] como el [que] otros [tienen] para ll[amar] a Dios… (87). Evidentemente, Garcilaso emplea el testimonio de la gramática con una finalidad negociadora: está interesado en la defensa de un primitivo monoteísmo incaico, por lo que prefiere sortear los peligrosos significados de ídolo o tótem de clanes. Pero lo interesante reside en que, al ser nombre propio, el Inca lo percibe sin traducción posible, sin referencialidad directa: es todo y nada, posee la ubicuidad y concreción de lo inasible. Tampoco –y eso es lo subrayable– tiene traslación correcta a la lengua de acogida. Opera precisamente con la opacidad semántica con que los españoles lo desatienden. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 130 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 131 II. En los albores del siglo XVI, con el hallazgo de las Indias, cristiandad y traducción entablan una relación indisoluble, sin la que no puede pensarse ninguna de las dos1. Y de hecho, durante la etapa colonial y los virreinatos, las tareas traductoras que del español se realizan a las diversas lenguas nativas constituyen una operación casi exclusivamente desenvuelta dentro del ámbito religioso, pero con una –todavía hoy– no evaluada importancia en la construcción social, política e identitaria de aquella realidad. El aventurero recién llegado allí experimenta, como no se había dado antes ni entre los más audaces viajeros de la antigüedad, la constatación directa de la necesidad traductora, constatación de una diferencia lingüística que ya no permite ser solventada con su repudio dentro del marchamo de lo bárbaro y la adjudicación al otro de una simplista carencia de habla. Todo lo contrario. América hierve de lenguas y de hablantes y Luis Jerónimo de Oré, en el prólogo de su manual para curas en el Perú, reconoce “la falta que hay” en sus provincias “de algunas traducciones necessarias (…) en las lenguas generales de aquella tierra, Quicchua o Aimara”, las cuales, obligado “por el servicio de Dios”, él complementa con “Puquina, Mochica y Guarani” (B2). Si la poliglosia descubierta en el Nuevo Mundo –recordemos la cifra total de un millar de idiomas que Américo Vespucio calcula, según lo escuchado en las Antillas2– pone a prueba la expansión eclesiástica y la “Translations matter so much in the history of early modern Catholicism that one might easily argue “no translations, no spiritual renewal, no Catholic Reformation” –at least not the kind of Reformation that historians now seem to take for granted” (Eire 83). Para Bruce Mannheim (“Gramática colonial” 209), la constatación de ese lazo entre operación traductora y operación de conquista supone una apertura multidisciplinar en los parámetros epistémicos de su estudio, hasta el momento encerrados en focalizaciones documentales, referenciales o aisladamente historiográficas. Para evitar la reificación de las lenguas indígenas a que parecen abocar ciertos análisis microsociológicos, Mannheim viene abogando por un acercamiento integral, del que son ejemplo la mayoría de los artículos citados en esta sucinta presentación a la cuestión, para la cual se ha decidido trabajar exclusivamente con las traducciones religiosas de la lengua del imperio a las nativas halladas en las Indias (Ver Burkhart, Dedenbach-Salazar, Decoster, Durston, Harrison, Gruzinski, Itier, Jooken, Kartunnen, Klor de Alba, Lisi, Lienhard, Lockhart, MacCormack y por supuesto el propio Mannheim, entre otros). 2 “In fine, navigammo altre 300 leghe per la costa, trovando di continuo gente brave e infinitissime volte combattemmo con loro. E pigliammo di essi opera di venti, fra i quali avea sette lingue che non s’intendevano l’una all’altra; dicesi che nel mondo non sono più che 77 lingue e io dico che sono più di 1000, che solo quelle che io ho udite sono più di 40” (Vespucci 81). En este caso, como en las demás citas de fuentes, he actualizado la puntuación 1 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 131 15-11-13 9:22 132 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 fundamentación del poder de la Iglesia, la curia tiene a bien proveerse de instrumentos lingüísticos para extender la doctrina, para llevarla y traerla por extensiones impensables, desde las parroquias “sufragéneas del Cuzco, Quito, Charcas, Chuquiavo, Sancta Cruz de la Sierra, Tucumán, Río de la Plata y hasta Brasil inclusive, en distancia de mil y ochocientas leguas”: una doctrina traducida a las voces nativas, estudiada en sus gramáticas, transportada a lomos de mula y luego incluso devuelta a Roma, donde será ofrecida al papa Paulo Quinto “besándole sus santissimos pies” (Oré, “A los curas de los Indios del Pirú” B2). Con la fe peregrina, los catecismos se versionan en una amplitud y cantidad que sorprende como el reportaje de una nueva Babel indiana: los curas párrocos son capaces de traducir la doctrina al quechua, aimara, náhuatl, maya, araucano, pero también al zapoteco, michuacano, mixteco, a la lengua brasílica, cumanagota, callínago, al moxo boliviano, kariri, yunga, lule y tonocoté en las misiones del Chaco o mixe de Oaxaca, incluso tras la expulsión de los jesuitas, principales promotores de este Pentecostés de bolsillo y de su floresta de artes, lexicones y diccionarios en todas y cada una de esas formas –hasta entonces irredentas– de hablar 3. Y si primeramente la operación se vio favorecida por la conveniencia expresada en el Concilio de Trento de postergar en la iglesia el exclusivista latín a favor de las mucho más comprensibles lenguas vernáculas, lo cierto es que esta nativización idiomática de la doctrina en Indias se percibió muy rápido como un tipo de oportunidad transculturadora lo suficientemente y la grafía, sustituyendo tipos arcaicos (-∫, -ç) y modernizando otros. A veces, cuando resultaba imprescindible para favorecer el sentido, he acentuado. 3 Si es falso defender que en sus manos quedó toda la labor traductora pastoral en las Indias occidentales, es cierto en cambio que la orden, emulando a su padre fundador que alcanza la fe precisamente leyendo traducciones vernáculas de dos obras latinas, la Leyenda Áurea de Jacobo de la Vorágine y la Vita Christi de Ludolf de Sajonia, parece especialmente sensibilizada hacia la empresa. De hecho, Ignacio de Loyola es el primer santo creador de una orden que hace gala de una cultura popular, imaginera, impresionista y vernácula. Burke cuenta 250 jesuitas traductores en Europa desde la fundación de la Compañía hasta el XVII, entre los que se pueden nombrar algún fraile polaco, alemán, francés, flamenco, holandés y hasta checo. Ahora bien, si los jesuitas parecen tomados de una verdadera manía traductora que Burke se atreve a calificar incluso de conspiradora, no tanto para extender el poder de la Iglesia como de la orden misma, también la Reforma se estaba pertrechando de múltiples catecismos y textos de apoyo doctrinario en lenguas tan varias y casi exóticas como el estonio, el lituano o el ruso (Burke 15 y 16). Para el catolicismo esa prolijidad no es europea sino americana. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 132 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 133 arriesgada para abandonarla a la eventualidad de cada caso. Los diferentes sínodos celebrados en América, aplicando los principios del tridentino, se obstinan en fijar modelos autorizados y asentar traducciones canónicas de los textos ecuménicos: se habla claramente de evangelizar en quechua o en náhuatl pero con fórmulas de apoyo, con manuales orientativos consensuados que impidan el libre albedrío traductor o el azar idiomático, todo lo cual sirve para informarnos de la naturaleza sospechosa con que la traducción es observada en el Nuevo Mundo en cuanto actividad tan fluida y enmascarable como para estimular su vigilancia4. El proemio o presentación de los trabajos abordados por el III Concilio Limense, por ejemplo, destina numerosas explicaciones a los contenidos de evangelización en parroquias indígenas y a su cuidada dosificación según la limitada capacidad que se les supone: siendo como son los Indios gente nueva y tierna en la doctrina del Evangelio y lo comun de ellos no de altos y levantados entendimientos, ni enseñados en letras, es necesario lo primero: que la doctrina que se les enseña sea la esencial de nuestra fe, (…) como son las cosas que se contienen en el catecismo o cartilla, porque tratar a Indios de otras materias de la Sagrada Escritura, de puntos delicados de teología, de moralidades y figuras, como se hace con Españoles, es cosa por ahora excusada y poco útil. Pues semejante manjar sólido, y que ha de menester dientes, es para hombres crecidos en la religión cristiana. 4 Desde el II y, sobre todo, el III Concilio limeño –en el que colabora protagónicamente el padre José de Acosta– se fijan unas versiones oficiales de la doctrina para predicación de los indios, en una –también oficialmente fijada– lengua cuzqueña general. Así, contamos con el inestimable ejemplo de la Plática breve de los principios que debe conocer el cristiano para salvarse, traducida primero por Domingo de Santo Tomás y luego por los lingüistas conciliares, cuya comparativa demuestra el intento de pautar líneas con la voluntad de aplicarlos normativamente a todo el virreinato (Taylor “La Plática…”). No solo asistimos a una evolución del mensaje que la Iglesia desea transmitir a los indios, una vez que ha podido evaluar mejor sus inclinaciones y necesidades, sino en lo que al quechua se refiere, vemos también la imposición sobre el idioma nativo de gravámenes morales y jerarquizaciones idiomáticas que no encontrábamos tan claramente en aproximaciones lingüísticas previas. Y, por tanto, la sonorización de la /k/ tras nasal, que ya detectaba Domingo de Santo Tomás, ahora se considera sin embargo la señal de un hablar corrupto, menos elegante o directamente tosco (Taylor, “La Plática…” 174). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 133 15-11-13 9:22 134 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Pero frente a la política proteccionista y jibarizante de algunos sacerdotes, en otros casos se imaginó que el mensaje crístico, transmitido en su integridad, se abriría paso a través de los obstáculos idiomáticos para imponerse por sí mismo: la fuerza de la palabra del Mesías operaría epifánicamente sobre los oídos sensitivos del pagano, sin necesidad de su comprensión lógica. Es curioso que la traducción literal, la traducción palabra por palabra de las Sagradas Escrituras se restablezca entonces como operación consecuente con el poder casi cabalístico de éstas, cuando ya había sido puesta en cuarentena por el propio traductor de la Vulgata. Es cierto que en ningún momento había dejado de considerarse obligatoria para el caso de la Biblia, dado que en ella el orden y elección de los verbos obedece a inspiración divina. Pero San Jerónimo, en su Carta Ad Pammachium, mantiene en torno a la cuestión una ambigüedad imprevista de la que tendrá que defenderse5. De hecho, en este texto, primer tratado de traductología que se conoce, el santo y eremita concebiría la actividad como algo que desborda el simple ejercicio de transferencia de vocablos, apoyándose para ello en autores latinos como Cicerón, Horacio, Terencio, Hilario, Plauto o Cecilio. Se trataría por tanto de verter el contenido original sin someterse a la “estructura superficial de las palabras”, incluso si ese contenido viene dictado de manera directa por Dios. Sin embargo, en el caso de la traducción pastoral en Indias, el argumento del vertido preciso de los Evangelios en las doctrinas, cartillas, en los fragmentos explicados del sermón dominical, serviría no tanto como ejercicio de fidelidad sino de perlocución: la versión literal funcionaría como un mantra o una fórmula que se realiza cuando se aplica, que llama a la conversión no racionalmente y que por tanto no precisa de adaptaciones didácticas con las que volverla asequible. Así, evitando “razones naturales”, analogías, fábulas, comparaciones “para inducirlos a creer”, apelando en cambio a una convicción desencadenada por la autoridad misma “del que nos las reveló”, 5 En principio, el protocolo de la traducción en los ámbitos secular y el sagrado se percibían muy distintos en cuanto al grado de permisividad que ofrecen: máxima para la literatura profana y muy vigilada en el caso de la traducción de las Escrituras. El problema radica en que, en dicha Carta, a San Jerónimo se le ocurre ejemplificar la primera opción, la traducción aproximada, con citas de la segunda, con variantes diversas y no literales de la Biblia, sobre la base de que incluso en este caso –en el que la forma coincide con el fondo, en el que la palabra es ya el mensaje– también se puede y se debe traducir libremente, puesto que los propios Apóstoles así lo habían hecho al explicar las palabras arameas de Cristo. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 134 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 135 Juan Ossorio se propone traducirle al indio náhuatl las palabras exactas de la fe católica. Su confianza en la emoción persuasiva que reside en el ejercicio traductor, lo más fiel posible, de la misma le alcanza hasta para adiestrar al nativo en sus puntos oscuros. Pero no soy de parecer que a los indios se les prediquen las cosas de la Fe trayéndoles razones o comparaciones para dárselas a entender; porque la gente de bajo entendimiento se le debe persuadir a creer las cosas de la Fe Catholica por la Authoridad del que nos las reveló que es Dios, diziéndoles desta manera: Esto sabemos ser Verdad, muy firme y cierta, porq[ue] Dios la dixo (segun està escripto en la sagrada Escriptura); el qual nunca mintió ni puede mentir. Y esto se les debe repetir muchas vezes y sobre cada articulo de la Fe. Pero traer comparaciones o razones naturales para persuadirlos a creer tampoco es mi parecer (…) (Ossorio I). Como única concesión pedagógica, Ossorio se permite la proposición doctrinaria de los misterios más densos a través de la virtualidad comunicativa del diálogo renacentista que él utiliza sobre todo en la explicación del dogma de las tres personas divinas, de acuerdo con el símbolo Quicumque vult que formulara San Atanasio. Siguiéndolo aplicadamente, Ossorio alcanza incluso a traducir las complicadas etiquetas con que Dios, el Hijo y el Espíritu desenvuelven sus relaciones en el triángulo teológico que dibujara el santo alejandrino (Fig. 1). En él se nos expone plásticamente que cada uno no es ninguno de los otros –el Padre no es el Hijo que no es el Espíritu Santo– pero que todos confluyen en su tripartita naturaleza divina. Además, en el cuerpo del texto, esta compleja estructura se explica bajo la forma bicápite de una conversación distendida entre maestro y discípulo, un diálogo que se desenvuelve al paso de la paulatina conversión del alumno. Pero, por tanto, lo que se traduce o traslada de una cultura a otra no es tanto la doctrina –imposible de verter en su abusiva oscuridad– como el recurso persuasivo con que se busca imponerla: recurso elocutivo y género por antonomasia del humanismo vigente. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 135 15-11-13 9:22 136 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Fig. 1: “Santísima Trinidad”. Ossorio, Juan. Apologia, y declaracion en dialogos en la lengua mexicana, del symbolo de San Athanasio, y confessionario breve, 1653. Cortesía de la John Carter Brown Library. Aun así, todo el pasaje reside en esa fórmula quicumque que encabeza la oración de San Atanasio y cuyo lema viene a afirmar que “quien quiera puede”; es decir, el que desee salvarse en el seno de la Iglesia está ya salvado gracias a su inclinación en ese sentido y mediante la aserción emocionada de su doctrina, aserción por otra parte implícita en dicho deseo. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 136 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 137 A partir de ahí, el conversatorio entre un sacerdote y un indio sobre el poder de la voluntad en la salvación de cada quien y la importancia, sin más, de la aceptación creyente en el espíritu, al provocar dicha aceptación durante el ejercicio de la charla y al suponer que la doctrina se abriría paso en la conciencia del lego por su propio poder apelativo, ¿estaría realizando la salvación misma en el proceso escrito de su predicación dialogada? Desear y afirmar lo que se desea es, en principio, un acto contenido en el discurso que trata de la vinculación entre ambos. La mayor parte de estos textos pastorales bilingües y muchos de los escritos y trabajos traductores –incluidos los diccionarios, tesauros, guías y mecanismos para favorecerlos– incorporarán, de igual modo, una alta y fascinante dimensión performativa, ya que intentan llevar a los otros a la conversión, mediante el efecto discursivamente expuesto de la inteligibilidad sin trabas, dada per se, emanada naturalmente del poder del mensaje mismo e inspirada probablemente en el modelo espectacular de Pentecostés. Recordemos que para Gerónimo de Mendieta la predicación en lengua nativa, al pretender la comprensión total y casi milagrosa con el indígena, debía colocarse bajo la protección de aquel episodio. Entonces la performance a la que aquellos textos traducen la fe, y se traducen ellos mismos, hace de su escritura una compleja mecánica de causas y resultados, un juego redondo por el que la traducción deja de ser un medio y se convierte en un fin con el que persuadir, convencer y testimoniar el asombroso y deseable don de lenguas que los hace posibles. III. Pero la abundancia y diversidad de las lenguas nativas no siempre se percibió de un modo tan comprensivo: muy al contrario, evidenciaba una inmadurez religiosa con su dispersión en deidades aberrantes y acabó por generar escrúpulos sobre el empleo de nomenclatura pagana para rezar las nuevas oraciones o, por lo menos, un amplio y ambicioso debate de dimensiones tan ideológicas como semánticas. Pronto los teólogos de las Indias aplicarían el corte tajante de una cirugía preventiva: dios es dios y no puede ser nombrado de otro modo ni menos aún traducido a las irregulares y selváticas vocalizaciones de los indios de América. Dentro de un proceso que concernía menos a la justeza de la expresión que a las exigencias jerarquizadoras de la imposición imperial, los nombres del Padre, de la Virgen, de Cristo, los sacramentos o los dogmas acabaron por incorporarse tal cual, en un castellano en bruto dentro de los sermones pronunciados desde los púlpitos de las cristianísimas Indias 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 137 15-11-13 9:22 138 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 conquistadas, “para que quedara bien precisa la diferencia entre las divinidades del paganismo y el Dios único de los cristianos” (Ricard 131-132). Incluso, en este particular, José de Acosta no parece preocupado si expresiones como cruz, ángel o matrimonio se mantenían sin traducir en medio del catecismo: el uso conseguirá suministrar su sentido a los nuevos buenos cristianos6. La cuestión no era inocua, en tanto comprometía la integridad de la “traditio” de la revelación. Y probablemente algo chirriaba disarmónico en los oídos eclesiásticos si se la pretendía traducir a la terminología religiosa autóctona. Por un lado podía generar peligrosas concomitancias, por el otro desvanecía en una galaxia de sentidos segundos la prístina y unívoca advocación del misterio católico. Taylor se pregunta en efecto cómo sonaría esa abundancia repentina de un dios múltiplemente citado bajo aspectos diversos y cómo es que podrían seguir el laberinto oral de sus múltiples invocaciones en español aquellos nativos malamente adoctrinados y forzados a un bautismo de urgencia 7. La solución no resultó, desde luego, enteramente satisfactoria, pero en general el cura traductor temía mucho más la peligrosa caída en la insinuación politeísta que podía darse mediante el empleo de una voz indígena. Ocurría entonces como vimos con la expresión huaca entre los incas. También Bernardino de Sahagún había observado los valores múltiples aglutinados en el sustantivo teutl, que significa “dios en náhuatl” y además “plantas, animales, astros, montes, ríos”, cualquier criatura que sea eminente y subrayable, las formas bellas de la naturaleza, lo grande y feroz, lo malo o lo bueno en grado de excelencia y en una proliferación inabarcable8. “… no hay que preocuparse demasiado si los vocablos fe, cruz, ángel, virginidad, matrimonio y otros muchos no se pueden traducir bien y con propiedad al idioma de los indios” (Acosta 75). 7 “L’ambiguité de l’emploi de Dios, écrit constamment avec une majuscule dans le sens de l’être unique désigné par se nom mais aussi dans celui d’une catégorie de puissances surnaturelles que l’on aurait pu appeler huacas si ce terme n’avait pas été retenu pour définir les idoles, les faux dieux par excellence, crée un problème de traduction. (…) Cependant, les chrétiens indigènes, de conversion récente, en écoutant un message purement oral, devaient se perdre dans ce jeu de distinctions pas très évident et compliqué de surcroît par le fait que Dieu le Père, Dieu le Fils et Dieu le Saint-Esprit, tout en étant trois, n’[était] qu’un seul être, un seul dieu” (Taylor, “La Plática” 178). 8 “A cualquier criatura que vían ser iminente en bien o en mal, la llamaban teutl; quiere decir dios. De manera que al Sol le llamaban teutl por su lindeza; al mar también, por su grandeza y ferocidad. Y también a muchos de los animales los llamaban por este nombre 6 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 138 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 139 Tanta era la capacidad denotativa de las lenguas nativas que el extirpador en Huarochirí, Francisco de Ávila, califica sus vocablos de difíciles por preñados, como una madre gramatical y fecunda: embarazados morfemáticamente de una significación escasamente reductible, de modo unidireccional, a su primer sentido castellano. Ávila utiliza esta metáfora en el entorno del misterio de la Encarnación para su “Sermón de la Natividad”, al percibir la capacidad generativa de los diversos lenguajes cuyo léxico, grávido semánticamente, debe desentrañarse poco a poco, confiando siempre en la capacidad ecuménica de la fe. De nuevo, Ávila parece alinearse con el postulado de un mensaje crístico capaz de dotarse de los mecanismos necesarios para su propia difusión. Para él, por ejemplo, los Apóstoles inspirados por el Espíritu Santo se habrían expresado en todas las lenguas, incluidas aquellas todavía no descubiertas. Esta especie de panglosia futurista le sirve para incluir por adelantado el Perú en el diseño universal de la Iglesia primitiva: Y para que en toda la redondez de la tierra y en quales quiera pudiessen hablar les enseñó también las lenguas; y assí supieron hasta las lenguas desta tierra, la Quecchua, la Aimara, la Ccolla, la Puquina, la de los andes y las de los Negros (Ávila, “Sermón de Pentecostés”, I, 315). Pero insistamos que no siempre todo fue tan provisorio y la traducción de textos evangélicos –ya mirada con máxima alerta en la Península– tampoco fue bienvenida en las Indias, generando suspicacias y comportamientos cautelares hasta la paralización de la misma. Frente al pasaje de arranque del Evangelio de San Juan, el predicador bilingüe y nacido en el Cuzco, Ivan Roxo Mexía, que podría estar programando una versión quechua del mismo9, desestima la idea al tropezarse con esa frase “Y en el principio era por razón de su espantable disposición y braveza. Donde se infiere que este nombre se toma en buena y en mala parte. Y muchos más se conoce esto cuando está en composición como en este nombre teupilzintli, “niño muy lindo, teupiltontli, “muchacho muy travieso o malo”. Otros muchos vocablos se componen desta misma manera, de la significación de los cuales se puede conjecturar que este vocablo teutl quiere decir “cosa extremada en bien o en mal” (Sahagún 983). Para el estudio de esta cuestión entre los franciscanos de Nueva España, ver Murillo “El dios cristiano…” y para el debate teológico desencadenado a partir de esto, Gil 29-40. 9 Al menos, nos declara su intención de traducir literalmente el Nuevo Testamento: “Quedándome Dios vida, como este primer año he dado en este Arte los Preceptos que faltaban a los Primeros, saldrá despues a luz la Traduccion literal de los Evangelios que he empezado a dictar en la Catedra. Para Gloria, y honra de Dios, de su Santissima Madre MARIA, Concebida 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 139 15-11-13 9:22 140 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 el Verbo”, inaplicable en el léxico indígena donde principio es el alba de los tiempos y no el inicio de la eternidad y donde Verbum nunca equivaldría a la voz quechua correspondiente simi. Esta señala la palabra cotidiana, la lengua participada colectivamente10, inapropiada también para Francisco de Ávila por similares razones. Nombraría el lenguaje de todos los días y todos los indios, la enunciación sucia en la boca conjunta de la tribu en pecado. Es más, simi es el orificio de la cara por donde salen las emisiones de la voz, algo completamente vulgar y común, un órgano de la fisiología inconveniente por tanto a las cuestiones del cielo: En la lengua de Indio dezimos simi a esta ventana o agujero que está en el rostro, donde está la lengua y dientes. Y también a las palabras que hablamos dezimos simi, porque salen por allí (Ávila, “Sermón de Natividad” I, 59). IV. Podríamos pensar entonces que el reconocimiento de la poliglosia imparable del Nuevo Mundo se viviría de un modo tan desestabilizador como esta constatación de la no igualdad entre las variantes dialectales que la provocaban: esa experiencia radical de la no traducibilidad completa de vocablos que insinúa una distancia entre los modos de decir no siempre restañable. La búsqueda de significados aproximativos, la elocución de contenidos o la introducción directa de los conceptos más rebeldes suministra una experiencia del fracaso traductor que, si para Walter Benjamin parece inherente a la diversificación de las lenguas, también abre huecos de malentendido, frías parcelas de desconocimiento mutuo. Lógicamente, fueron las voces culturales y religiosas las más reticentes a una traslación directa, sin pecado Original, y del Santo Angel de mi Guarda. Y para bien y aprovechamiento espiritual de las Almas de los pobres Indios deste Reyno” (87v). 10 “Todas las vezes que el vocablo (según la propriedad de la Lengua) inmuta la propriedad del sentido Literal y Catolico del Euangelio se ha de excusar el correspondiente, perifraseandolo con Frasse que ajuste al sentido del Euangelio. V.g. Ioan. I. In principio erat Verbum, Deus erat Verbum, Verbum erat apud Deum. Donde el In principio no se ha de dezir por el vocablo que al Principio le corresponde en la Lengua, que es Ccallarij; porque este significa en su propriedad, Principio de Tiempo, y el Euangelista habla del Principio sin principio dela Eternidad. ¶ Ni la palabra Verbum se ha de dezir por Simi que le corresponde. Porq esta significa en su propiedad el Verbum oris y el Euangelista habla del Verbo Eterno del Padre que es su Vnigenito Hijo” (85v). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 140 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 141 generando soluciones más o menos artificiales junto a polémicas alteraciones de su semantismo. Términos inasibles –supay, por ejemplo, entre los incas, no equiparable al demonio católico que Pierre Duviols o Gerald Taylor estudian en la volubilidad de sus connotaciones; así como el equivalente mexica tlacatecolotl, aceptado al final impropiamente con ese valor, que en realidad significa brujo o nigromante (Burkhart 41)– constituyeron verdaderos desafíos traductológicos. Detrás de las soluciones adoptadas es posible percibir toda una casuística variadísima y a veces de direccionalidad contraria a la presupuesta. Sin duda, operan en ella prejuicios ideológicos, algunos de los cuales actúan de modo menos obvio a lo que esperaríamos. Y, por supuesto, se dieron situaciones de incomprensión absoluta y otras no mayoritarias y excepcionales de apertura y dinamismo, cuya misma rareza implica, sin embargo, su consideración y cómputo dentro de una observación más amplia y menos prejuiciada del fenómeno. El propio Roxo Mexía, que rechazaba el empleo desacertado de simi por verbum, dibujando un giro inesperado al final de su Arte de la lengua general del Perú (1648), propondrá la sustitución de las expresiones no versionables por trucos más o menos convincentes. Llega a hablarnos de la posibilidad de ayndiar verbos, de parafrasear sintagmas y hasta de provocar ex profeso una sensación de familiaridad entre los misterios cristianos y la expresividad autóctona, adaptando aquéllos a la enunciación del otro hasta hacer de la traducción el ejercicio de invisibilidad en que ya empezaba a conceptuarse. Lejos de ser una pretensión exclusivamente moderna, la ilusión de transparencia buscada al desvanecer las huellas traductoras en el resultado traducido, deja ya sus marcas, según Venuti, en las domesticaciones con que se gestionan versiones literarias para la Inglaterra isabelina. John Dryden exige en ese momento una cualificación plena en el conocimiento de las dos realidades que se contactan hasta la modificación de la propia en el servicio de captación de la ajena. Pero ¿cómo aceptar en el entorno religioso la alteración del mensaje, si ello permite limar la extrañeza de su implantación en la cultura receptora? 11. En ese sentido, para conseguir un grado tal de invisibilidad traductora, en una nueva vuelta de tuerca imprevista, Roxo Mexía aconseja al cura mimetizarse y sumergirse en el mundo de la lengua a la que traduce, dentro Schulte 1-10. Para el concepto de invisibilidad traductora en la Inglaterra del XVII, vid. Venuti, The Translator’s Invisibility 35. 11 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 141 15-11-13 9:22 142 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de un comportamiento integral lingüístico para el que halla modelo y guía en el singular comportamiento de San Pablo. Empeñado en la conversión de los judíos, el Apóstol vivirá entre ellos, se vestirá, comerá, se portará como ellos y hablará su lengua como el primero de los hebreos. Qvanto importe para la Predicación del santo Evangelio (medio único para la salvacion de las Almas) el saber la propriedad de la Lengua en que se predica, lo entendió bien el Predicador de las Gentes, San Pablo. Pues para predicar a los judios –escribe a los de Corinto– vivia como judio, hablaba como judio y se transformaba en judio: Ex factus sum Iudæis, tanquam Iudæus, vt Iudæos lucrarer 12. Se trataría entonces de alentar una conducta de total inmersión en la vida pagana que halla en predicarle al nativo en su vocabulario habitual la vía más eficaz para moldear su alma. La táctica, plenamente justificada por la importancia trascendental del bien a conseguir, postula en última instancia un cierto pragmatismo mesiánico en esta especie de flexibilidad teológica, para la cual no hay artimaña indebida ni medio transmisor proscrito en la propaganda sin fronteras de la fe. Hay que subrayar que, convertido en el predecesor del antropólogo de campo, el sacerdote pretendería una mezcla y confusión igualitaria con el pueblo que bautiza. Dicha dinámica exige de sus promotores la labilidad presupuesta a la tarea y una capacidad de adaptación y convivencia tras la cual no es difícil intuir otras intenciones escondidas bajo esa trampa ilusoria de la traducción en tanto operación neutra y multicultural. Es evidente que una cotidianeidad de tal calibre con la lengua dominada –hasta ser un nativo más entre los nativos– obedeció a una finalidad redentora e integradora por parte del poder imperial, que era el que podía permitirse esas “familiaridades exóticas” en cuanto ocupaba el extremo vencedor de tales contactos. Y desde luego puede que este consejo de una identificación casi total con el ámbito al que se traduce, a fin de estimular en él el deseo de bautismo por contagio, obedeciera a un último resorte de conquista espiritual tan avasalladora como la física y territorial, pero la confusión propiciada 12 Y el razonamiento de Roxo Mexía continúa apoyando esta simbiosis con la cultura meta: “Diligencia tan necessaria, que sin ella no se pudiera conseguir el fin glorioso de la conuersion de los infieles, porque: Quomodo audient? ¿Cómo entenderàn si el que predica no se proporciona el estylo y lenguaje del que le oye? ¿Cámo abraçaràn la ley Euangelica que se les propone sino la sabe explicar el que la enseña? ¿Ni cómo dexaràn sus Idolatrias si las palabras no ajustan al intento?”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 142 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 143 en virtud de ésta también deja sus réditos en la conducta del dominante. Probablemente en el proceso se comprometerían ciertas transculturaciones, ciertos trasvases en los que interpretar más consecuencias que la mera motivación imperialista. Por lo menos, la paradoja de convertir al otro en función de convertirme yo en él diseña un bucle difícilmente reductible y un cierto escándalo identitario que, para Venuti, se encuentra en la base de todo proceso traductor que se precie13. De ahí se deriva el interrogante sustancial que invierte los polos del ejercicio y se pregunta en última instancia hacia y desde dónde se traduce, en realidad. Ya que, al fin y al cabo, lo que se propicia ahora no es el sometimiento del idiolecto bárbaro a las normas del conquistador sino lo contrario, la transformación del mensaje evangélico según usos y hábitos de esa autoctonía subordinada a la que se predica, con la voluntad subyacente de volverlo maleable y aceptable a la misma. V. Por tanto, la impresionante producción y trabajo con las lenguas nativas durante la Colonia no deja de resultar ambivalente y suscita dudas sobre la intencionalidad de la misma. Para Walter Mignolo, estos esfuerzos de normativizarlas a través de la conceptualización y redacción de sus gramáticas operó de modo contraproducente, recortando la riqueza oral de los pueblos hallados para que entraran en los moldes de la sintaxis occidental y de las leyes morfemáticas del latín como unidad de medida o lecho de Procusto sobre el que se ajustaron las hirvientes y variadísimas expresividades del Nuevo Mundo. Si bien Mignolo precisa las buenas intenciones y la sobresaliente contribución de aquellos religiosos gramáticos por “preservar y entender lo que habían ayudado a suprimir”14, la violencia epistémica que duerme en esa paradoja entraña la desatención y pérdida de la diversidad, junto a 13 “In practice the fact of translation is erased by supressing the linguistic and cultural differences of the foreign text, assimilating it to dominant values in the target-language culture, making it recognizable and therefore seemingly untranslated. With this domestication the translated text passes for the original, an expression of the foreign author’s intention” (Venuti, The Scandal of Translation 31). 14 “Such an observation does not deny the good intentions and the outstanding contribution of the grammarians (…) to preserve and understand that which they also helped to suppress. It merely points toward the philosophy of language and the civilizing ideology founded in their 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 143 15-11-13 9:22 144 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la postulación del modelo propio en tanto superior. Detrás de esa panoplia de gramáticas, perpetradas contra la comunicación autóctona, se ocultaría la preeminencia arrogante de esta cultura letrada que las sistematiza. Así, cuando en México Horacio Carochi constata que al náhuatl le faltan siete letras presentes en cambio en el latín, el comparatismo del hallazgo, lejos de operar como un instrumento descriptivo, actúa justificando la superioridad occidental y, por tanto, su legitimidad probada en el dominio de aquellos espacios fonológicamente tan faltos. Del otro lado de la cuestión, según Bruce Mannheim, las deficiencias de estos trabajos se explicarían por lo hercúleo de su propósito: es casi imposible hacerse cargo con el patrón latino de las variantes de inflexión quechua, por ejemplo; de sus mecanismos de derivación verbal y nominal o de las soluciones particularmente divergentes de su morfología, de sus sufijos discursivos para marcar semánticamente la afirmación, el rumor, el énfasis. Al fin y al cabo, la estructura profunda del idioma general del Perú difiere completamente no solo del español, sino del francés, el inglés o el alemán (Gramática colonial 213). Sin embargo, se diría que este forcejeo de los gramáticos hispanos por reconocer y enunciar lo desconocido sirvió para relativizar el poder del instrumento empleado hasta el olvido, aunque a título individual, de dicho patrón. O por lo menos sirvió para volverlos conscientes de la lengua del otro, conscientes de su igual capacidad comunicativa, del rango de aquellos lenguajes en cuanto tales, de las posibilidades de su conceptualización y empleo en la transmisión del evangelio. Una conciencia despertada por la diferencia, que no puede sino subyacer lógicamente a sus esfuerzos –de otro modo ¿por qué traducir a la cháchara pueril del bárbaro?– y cuya gestión se encuentra a años luz de otros comportamientos misioneros en códigos coetáneos que han generado opuestos testimonios. VI. El misionero Breton, por ejemplo, creador de un catecismo francés-caribe, encuentra muy deficiente la capacidad expresiva en las Antillas. Tanto que sus pobres indios a convertir carecen de la terminología básica de la ética: no tienen sustantivos para nada de lo que concierne al alma y en principio desconocen el fundamental nombre de dios. own construction of the classical legacy to justify the colonization of Amerindian languages and memories” (305). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 144 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 145 La langue des Caraibes estant fort sterile pour le commerce, l’est encore plus eu égard à nostre Foy, comme ils n’ont ny Religio, pour le vray Dieu, ny croyance pour nostre Christianisme, ny moralle pour leur conduite, ny vertu, ny vice, ny peché, ny grace, ny saincteté, ny sacramens; aussi n’ont ils pas de termes pour les exprimer (5). El problema parece muy grave y reside en una ausencia de las categorías que el nombre cubre, una falta de contenidos en la autoctonía antillana de la que deriva lógicamente la inexistencia inmediata de nomenclatura. Breton construye este argumento desde una visión simplificada y unidireccional de la composición lingüística o, probablemente, haciendo gala de un sentido común aplastante: de ese tipo sin embargo de sentido que, cuanto más común y razonable es, tanto más imposible y más errado resulta y del que sin solución de continuidad se convierte –también él– en víctima. Los caribes no han previsto un sustantivo para el pecado: de ahí que el razonamiento subsecuente implique que no tengan en el fondo ningún pecado notable por confesar, causa en cambio de la prodigalidad de vocablos de este tipo, propia de culturas que sí pecan. Los caribes no poseen vocablos para explicar sus vicios porque no caerían en ellos y en ultima instancia no caerían en ellos porque tampoco tienen un nombre para dios, garante absoluto de toda moralidad. Y si no tienen nombre para dios, no tienen vocabulario alguno puesto que él sustenta la posible formulación de cualquier sustantivo. Lo cual ha hecho que Breton –nos revela, pesaroso15– no haya podido escribir apenas sino la cuarta parte de un catecismo normal, ocupando el suyo la exigua cifra de 70 benditas páginas destinadas a la alegre doctrina de un pueblo beatífico pero mudo, un pueblo inocente y descreído, sin ninguna falta y aun con menos léxico. VII. La paupérrima opinión sobre la torpeza expositiva del indio caribe contrasta con el barroco ejercicio lexicográfico de Juan de Córdoba, cuyo diccionario zapoteca, con casi 24.000 términos, se enfrenta al problema mayor de traducir el nombre de Dios. Punta de lanza de la traducción, lugar donde esta se prueba y se confirma, Juan de Córdoba descubre que sus indígenas 15 “Cette disetre à fait que ie náy pa acheué la quatriéme partie de ce catechisme qui traitte des sacraments, des vices & des versus, que ie me suis serui (quoy que raremêt) de mots équiuallêts dans cestrois premieres que ie vous donne” (7). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 145 15-11-13 9:22 146 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 no tienen un vocablo solo, sino una diversidad morfológica sin parangón en ninguna lengua del mundo. En principio el zapoteca cree en un dios “biuo verdadero”, según Córdoba, que se corresponde con el dios cristiano y al que llama Pitàonalij, nombre compuesto del apelativo de otra divinidad –Pitào que significa “cualquier dios”– y el adjetivo “único” o nalij. Por lo tanto, un dios corriente, cualquiera de esos dioses que los indios multiplican, entra dentro de la composición morfológica del dios verdadero, del dios absoluto que se formaría en efecto añadiendo a Pitào el adjetivo con que marca su propia condición en solitario –nalij–. Como es lógico en cosas del cielo, su advocación ha de construirse mediante este oxímoron de ser uno solo y a la vez todos los posibles entre la ristra de dioses que comparten con él prefijo, como en Pitàopezélao, Pitàopèeze, Pitàozij, Pitàocoçobi, Pitàoxicala. Voces éstas que invocan respectivamente, según el diccionario, al “Dios del infierno”, “el de las riquezas y mercaderes”, “el Dios de las miserias y perdidas y desdichas”, el “Dios de las miesses” o el “Dios de los sueños”. Pero además, los zapotecos creen en el “Dios de los agüeros”, el “Dios de las lluvias”, el “Dios de la caça”, el “Dios o Diosa de los niños, o de la generación a quien las paridas sacrificauan”, el “Dios de los temblores de tierra”, el “Dios de las gallinas” –que se dice Coquilào– o el sorprendente “Dios del amor” que Córdoba se apresura en identificar con el pecado de Luxuria (140-141). Así pues, la presencia nominativa del dios verdadero del “que dezian era criador de todo y el increado” aparece listado entre las aberrantes deidades idolatradas, entre los “dioses de los indios de piedra y palo”, interpuesto sin diferencia en medio de ellos. El diccionario no provee lemas separados para el uno y los otros; parece por el contrario interesado en alternarlos. Es más, multiplica las entradas del primero en una proliferación polisígnica y escandalosamente variada: después del dios cristiano e intraducible, están sin embargo todas sus cualidades y atribuciones, aquellos adjetivos que en la escolástica le corresponden sin llenar del todo su incalificable sustancia. El “Dios padre de todos y que sustenta a todas las criaturas y las rige”, el “Dios principio de las cosas y criador de ellas”, el que es “infinito y sin principio” o el “regidor gouernador con todos los atributos que a esto se ayuntan”, todas estas apelaciones que el Pseudo-Dionisio convierte en nombres complementarios del que, sin embargo, no tiene nombre, merecen entradas independientes y sucesivas, como si en efecto se tratara de divinidades distintas, en un listado tan barroco como inexplicable y que finaliza de un 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 146 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 147 modo borgiano y autoinclusivo con el “Dios [que es] ser todo lo dicho y deshacerlo, disponerlo y obrarlo” (141). Igual que un humilde animalito de cierto emperador chino componía, según la clasificación de algún sinólogo confuso, toda la zoología asiática, esta última entrada apelaría, integrándolas, a todas las anteriores para –en esa dinámica– deshacerlas al cumplirlas, para agotarlas “obrándolas”; para incorporarse ella, entera y devoradoramente, toda la clasificación, todo el inventario que abismalmente, a su vez, la soporta y la incluye. VIII. Si el dios verdadero era un atributo más en el panteón de los zapotecas, la incoherencia de ahí derivada –que el dios absoluto que lo engloba todo constituya una porción entre otras dentro del conjunto politeísta– adquiere una solución completamente distinta en manos de otros traductores como el dominico Martín de León, para quien era perfectamente factible obtener la salvación del alma en zapoteco, guaraní o aimara, como testimonia su trabajo evangelizador en tierra de Nueva España. El catecismo que publica en 1611 se llama precisamente Camino del cielo en lengva mexicana, con todos los requisitos necessarios para conseguir este fin. León, que escribe asimismo un Manual para administrar los Sacramentos y un Sermonario, justifica la aplicación del náhuatl a cuestiones católicas con argumentos gramaticales. Desarrollado en uno de los parerga de prólogo de su libro, el primero de ellos se basa en la presencia de nombres comunes y abstractos. El náhuatl parece distinguir de manera muy precisa entre unos y otros. Si, por ejemplo, existe el término que abstrae el concepto de “superioridad” e “inteligencia excelsa”, a la vez existe la variante concreta para designar lo que es inteligente y superior, aquello “principal y señalado en las naturalezas que entiende[n] y alcanza[n]”16. Dicha variante, Tlacatl, “Mas se advierte, que en qualquiera lengua y ydioma, el nombre que ha de corresponder a la persona se ha de significar en concreto como supuesto y no en abstracto como forma, porque como tambien notan los Theologos los nombres concretos significan suppuestos en las naturalezas individuas, singulares y incomunicables últimamente; lo qual no tienen los nombres abstractos que se significan como comunicables a los supuestos y sujetos en quien se hallan, o pueden hallar. Y esta distinction no le falta a la lengua Mexicana, pues los que la saben bien a cada paso la encuentran y es muy facil proballo con exemplos, como Teuctli el hidalgo, Teucyotl la hidalguía, Pilli el Caballero, Pillotl la Caualleria y otros muchos que pudiera poner”. “… tiene la lengua su proprio nombre abstracto, que es tlacayotl 16 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 147 15-11-13 9:22 148 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 no puede emplearse en México con lo que está falto de lógica o de cerebro, ni con lo que tenga algún defecto o imperfección, como “partes del cuerpo” o “de otra cosa”, ni menos con lo que carezca de posición y de estatus. Por esa razón, los hombres se nombran con él, pero también los ángeles y el demonio, añadiéndole para ello más y más partículas distintas que completen y separen los significados. Así, el nombre de “Dios” nace igualmente de combinar el prefijo teo con esa misma y multifuncional raíz tlacatl, a la que se puede continuar adjuntando elementos hasta formar todo un cielo creyente de sufijos o una especie de paraíso de jerarquías morfológicas: … significando este nombre en su uso cosa racional o intellectual y no hallándose aplicado a otra cosa, bien se sigue que con gran propriedad se usara en Dios, pues es intellectual y esto puede significar el nombre añadido algun addito con que se entienda quedar determinado a significar a solo Dios. Y este nombre es Teotlacatl que suena y corresponde a persona Divina, como Tlalticpactlacatl corresponde a persona de la tierra o humana, Yluicactlacatl corresponde a persona del Cielo o Angelica y Teocatlatl tiene el adiunto Teo que es nombre proprio de Dios. Y assi, por solo él, se puede poner y significar muy propriamente persona Divina y de Dios. El problema es que esta derivación teológico-morfemática tiene oscuras resonancias que alarman la capacidad dialéctica de Martín de León, ya que entonces podríamos considerar el nombre de dios un compuesto o un derivado, una expresión imperfecta que proviene y se construye mediante adiciones de otro étimo, en lugar de ser una voz “radical simpliciter & absolute”. Preocupadísimo por el peligro de la monstruosidad lingüística y herética que acaba de crear, León insiste en deshacer el entuerto con nuevas precisiones nominales: Es tambien muy cierto (segun lo dicho) que este nombre (…) no se deriva de otro alguno que significa imperfeccion o partes de cuerpo; lo que significa propriamente la superioridad entender en abstracto; como Tlacatl en concreto significa la persona o la cosa superior en entender. Y assi el nombre de suyo no significa cosa de imperfeccion, ni de otra cosa o partes de cuerpo; porque si esas significara, no se pudiera atribuyr a los Angeles ni al Demonio a quien no pertenece por no tener cuerpo” (Leon, “Razones para satisfacer la duda de que en razon deste vocablo Persona diuina a auido y su declaracion, en la lengua Mexicana, con este vocablo y término (Teotlacatl) con q[ue] queda prouado y aueriguado ser el potissimo y no auer otro que tambien lo signifique”). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 148 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 149 que alguno podía dezir que sale o se deriva de Tlactli, que significa un medio cuerpo de la cintura arriba, no tiene eso apariencia de verdad, porque si eso fuera, no se atribuyera a los Angeles y a los Demonios a quien no conviene razón de cuerpo. La lógica demostrativa aun continúa por más tiempo, implicando a animales que también se designan con el pluriempleado Tlacati o a diablos que componen su condenada nomenclatura con él 17. Y, de esta manera, la sofística en torno al nombre de Dios va adhiriendo carne léxicográfica al asador de la discusión, construyendo en efecto una corporeidad discursiva cada vez más membruda, como un órgano pleonástico que defienda a duras penas la racionalidad idiomática de su irregular crecimiento. Pero frente a los escrúpulos que –como hemos visto– otros religiosos interpusieron para el empleo de las voces paganas, el proliferante esfuerzo de Martín de León se encamina a probar la inequívoca exactitud de esa expresión, la mejor que hablante alguno pudiera emplear para la divinidad por su justicia y perfección. El sacerdote acepta los sufijos aztecas, con todo su acumulación adiposofonológica y su inflación aglutinante por el rendimiento que arrojan en este caso específico, generando ese vocablo, teocatatl, que traduce el nombre del Dios católico y lo hace “con tanta y más propiedad que el que comúnmente usamos en romance”, lo cual para mayor impacto de esta gigantoloquia firman junto con él, en el documento sorprendente que encabeza su libro, otros colegas dentro de estas lides evangelizadoras de la talla de Alonso y Francisco de Solís, Jerónimo de Zárate o Juan de Tovar (Fig. 2). 17 “Tampoco se puede dezir q[ue] se deriva de otra voz que es Tlacati que quiere dezir nacer; porque, si saliera de ahí se dixera con propriedad del Caballo y del Leon y de los demas animales a quien conviene nacer. Y ninguno en la lengua los llama assi con este nombre de Tlacatl, ni tal se halla usado y del Angel y del Demonio, sí. Antes saben que el Demonio no nascio sino que fue arrojado, con fuerça diuina del cielo, como lo significan ellos mismos”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 149 15-11-13 9:22 150 REVISTA CHILENA DE LITERATURA Nº 85, 2013 Fig. 2: “Omnia quae…”. León, Martín de. Camino del cielo en lengva mexicana, 1611. cortesía de la john carter Brown Library. El texto sigue a la dedicatoria del catecismo al Arzobispo de México y choca como una excentricidad con la tendencia ortodoxa y anti-idolátrica que, en principio, parece orientar el conjunto, destinado a desterrar para siempre los remanentes aztecas y demás vestigios de la fe previa. Sirve no obstante para discriminar entre la consideración herética que dichos vestigios merecían entre la curia española y la alta estima que, en cambio, ésta reserva a la antigua lengua mexica en la que se había adorado y sacrificado (Gil 45). En este aspecto, resulta cuando menos curioso observar la novedad de la opción propuesta y la unanimidad con que es acogida, puesto que en la lista de firmantes del documento se incluyen representantes de casi todas las órdenes activas en 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 150 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 151 ese momento en Nueva España: dominicos, franciscanos, agustinos, desde confesores de indios como Francisco Muñoz, hasta un profesor de filosofía en el Seminario de San Ildefonso como es Juan de Ledesma18. Todos ellos están convencidos de la propiedad y exactitud con que el término Teotlacatl sirve a la apelación de Dios Padre, porque es vocablo potissimo y por “no haber otro que tan bien lo signifique”. IX. Según Derrida, el régimen traductor compete a la economía de una cultura, a la ley de propiedad de la misma, incluso si se aplica a un indecible impropio, una voz imposible y extranjera, algo así como una absoluto sin metonimia ni traslado al mundo de recepción al que se traduce19. Dios pertenece a esta tipología de palabras inapropiadas, por tanto intraducibles, cuya condición de arranque y a la vez de inefabilidad asegura por contraste y permite, a partir de ella, todas las traducciones. Al menos en el sorprendente documento de Martín de León funciona como el punto cero que legitima cualquier versión en idioma náhuatl, hace posible cualquier traducción y garantiza en efecto el ingreso en el paraíso de todos sus hablantes: un paraíso ahora multirracial y poliglósico, lejos ya de la exclusividad sustantiva de la lengua de Adán. Todo lo que rodea su admisión, todo lo que se encuentra en esta clave de la palabra divina se inscribe en esta categoría común de lo que no se traduce, la declaración misma con la que, casi como un juramento, León compromete a sus colegas en la aceptación de otra nomenclatura, pertenece, de hecho, a la condición de traducción inapropiada, quizá porque no es paralelamente 18 Fernando Gil, que dedica un competente artículo a este documento, ofrece allí la biografía escueta de los firmantes: el provincial de los agustinos en 1601, Diego de Contreras; el jesuita cordobés y confesor de virreyes en Lima y Nueva España, Diego de Senestevan; el nacido en México, Agustín Cano, profesor de Teología y Sagrada Escritura; los ya mencionados Juan de Ledesma, criollo, Juan de Tovar, buen hablante de otomí, mazagua y náhuatl, Jerónimo de Zárate, misionero en el norte con Vázquez de Coronado y Juan de Oñate y el prior Francisco Muñoz. Por otra parte, es la primera vez que un término indígena se acepta tan amplia y consensuadamente para “transmitir el concepto de persona divina” (Gil 52). No lo encontramos de ese modo antes ni en Fray Bernardino de Sahagún ni en el Vocabulario de Fray Alonso de Molina. 19 Derrida señala que para poder hablar de la existencia de intraducibles en una lengua, es necesario partir de la traducción como un ejercicio económico que establece lo apropiado en función de lo apropiable, tentativa básicamente traductora (Derrida, Qu’est-ce Qu’une Traduction “relevante”?). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 151 15-11-13 9:22 152 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 objeto posible de apropiación ni del tipo de manejo al que la traducción da lugar. De hecho, el régimen del juramento no tiene competencia sobre lo celeste: no se jura el nombre de una deidad, puesto que es ella la invocada en dicho régimen como garante de lo jurado. Lo señala de nuevo Derrida: una declaración jurada, una promesa no tienen traducción posible, forman la parte literal del lenguaje y suponen tomar al pie de la letra lo juramentado20. Por tanto, como acto perlocutivo que es, no puede trasladarse ni versionarse: no posibilita la apropiación o la propiedad que traducir algo exige, se sitúa en la obligación de una palabra denotativa, exactamente dada y tomada en la cerrazón sin alteraciones de su literalidad. Pero además Dios es un literal inapropiable: no es interpretable, no tiene otras versiones. Ante el misterio de su nombre náhuatl, León y sus amigos solo pueden aseverar que esa voz de teocatl es su nombre más sensato, más adecuado, más incluso que el sustantivo que se le da en romance en una acción, la declaración firmada, el juramento, que nunca se realiza sino en el idioma de origen, que no puede tampoco traducirse: redoblado esfuerzo de intraducibilidad aplicado a demostrar la propiedad de una traducción. Pero también podríamos leerlo como un ejercicio de fascinación ante la peculiaridad expresiva del otro, como gesto de transculturación temprana por parte de estos hechizados traductores que aceptan, declaran y prometen su convicción en la superioridad ajena de lo traducido. BIBLIOGRAFÍA Acosta, José de. De procuranda indorum salute. Ed. De L. Pereña, V. Abril et al. Madrid: CSIC, 1987. Ávila, Francisco de. Tratado de los evangelios que nuestra madre la iglesia propone en todo el año desde la primera dominica de Aduiento, hasta la vltima Missa de Difuntos, Santos de España, y añadidos en el nuevo rezado. Explicase el Evangelio, y se pone vn sermon 20 “C’est dans la langue humaine (élément de la traduction) une loi inflexible qui à la fois interdit la traduction de transaction mais commande le respect de la littéralité originale ou de la parole donnée. C’est une loi qui préside à la traduction tout en lui commandant le respect absolu, sans transaction, de la parole donnée dans sa lettre originale. Le serment, la foi jurée, l’acte de jurer, c’est la transcendance même, l’expérience du passage au-delà de l’homme, l’origine du divin ou, si on préfère, l’origine divine du serment” (Derrida 37). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 152 15-11-13 9:22 Poder y traducción coloniales: el nombre de Dios en lengua de indios 153 en cada vno en las lenguas Castellana, y General de los Indios deste Reyno del Perù, y en ellos donde dà lugar la materia, se refutan los errores de la Gentilidad de dichos Indios. [Lima: Imprenta de Pedro de Cabrera, 1648] Breton, Raymond. Petit Catechisme ov Sommaire des Trois Premieres parties de la Doctrine Chrestienne. A Avxerre: Par Gilles Bovqvet, Imprimeur ordinaire du Roy, MDCLXIV [1664]. Burke, Peter y R. Po-Chia Hsia. 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Cuando en el desarrollo de la conquista de las Indias Occidentales Chile se convierte en el gran problema militar con motivo de la resistencia de los indígenas de la Araucanía, la idea de un segundo Flandes aparecerá también en tierras americanas. Este trabajo pretende mostrar el proceso y los contextos en que Flandes se hizo presente en el discurso que se elaboró sobre el Reino de Chile en las crónicas de los siglos XVI y XVII, hasta que Diego de Rosales acuñara el término “Flandes indiano”. Palabras clave: Crónicas de Indias, reino de Chile, guerra, Flandes. The idea of a new Flanders or of a second or simply of another one appeared in different moments in the territory of Hispanic Monarchy referred to Aragón, Catalonia or Messina. The memory of this war survived in the Spanish collective imaginary even long after the end of the conflict, when Flanders was an ally of the Spanish Crown against France. When Chile becomes the great military problem due to native resistance to conquest, the idea of a second Flanders will turn up in America. This article tries to show the process and contexts 1 Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto HAR2012-31536, Discurso y poder, lengua y autoridad en el mundo hispánico (siglos XVI-XVII), subvencionado por el Ministerio de Economía y Competitividad. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 157 15-11-13 9:22 158 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 in which Flanders becomes visible in the discourse elaborated around the kingdom of Chile in the chronicles of 16th and 17th Centuries, until Diego de Rosales, the first writer to use the term “Indian Flanders”. Key words: Chronicles of the Indies, Kingdom of Chile, War, Flanders, Dutch Revolt. 1. Introducción Tenemos constancia, tanto en documentos históricos como en obras literarias, de lo que evocaba Flandes en el imaginario colectivo español a finales del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII. Flandes era el gran problema irresoluble, permanente, de la Corona española; era también sinónimo de una guerra sin fin, de sufrimiento y de muchas muertes para las tropas españolas; era sin lugar a dudas el luterano, contra el que debía luchar la fe católica. Flandes representaba, en definitiva, al enemigo de España, al menos hasta la firma del tratado de paz de Münster de 1648, momento en que la política internacional española cambió, a raíz de la creciente amenaza francesa2. A pesar del final de la guerra y de que en 1673 Holanda pasaría a ser un aliado de España en su común enfrentamiento con la Francia de Luis XIV, la imagen de Flandes como problema español por antonomasia perviviría todavía en el recuerdo durante mucho tiempo. Buen ejemplo de ello es precisamente el hecho de que la imagen de Flandes se traslade y aplique al proceso de conquista de Chile y a la guerra de la Araucanía. La expresión “Flandes indiano” se ha convertido en un lugar común, en una forma más o menos exitosa con la que referirse a Chile. Desde que fuera acuñada por el jesuita Diego de Rosales allá por 1674 –fecha en la que pudo haber concluido su Historia general del reino de Chile. Flandes indiano (Vicuña Mackenna XXXIII)–, la expresión ha sido utilizada en muy diferentes textos, bien para referirse al propio país en su conjunto, bien como forma de hablar del periodo colonial del Reino de Chile. “Flandes indiano” se ha convertido en el recurso al que han acudido diferentes autores a la hora 2 Sobre esta cuestión en particular versó la intervención de J. Mª. Usunáriz en el congreso internacional “Imagen y realidad: el universo simbólico del poder en el Siglo de Oro” (Pamplona, 12-14 de diciembre de 2011) con el título “La imagen del enemigo exterior en las crónicas y relaciones de sucesos del siglo XVI”. Ver también Usunáriz, “América en la política…” citado en la bibliografía. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 158 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 159 de titular obras y capítulos de libros de temática muy variada. Creo que es interesante hacer un breve repaso de algunos casos, aunque solo sea como un pequeño listado de ejemplos –sin el menor ánimo de exhaustividad– que ilustren un uso contemporáneo, actual, de la expresión. El historiador y arquitecto chileno fray Gabriel Guarda la ha empleado en más de una ocasión al hablar de las fortificaciones del Reino de Chile y se ha referido a los conquistadores del país trasandino en la época colonial como los “guerreros del Flandes indiano”3. Otros autores han caminado por una senda similar al hablar del legado medieval en el arte y la sociedad chilenos entre 1550 y 1650 o sobre las reformas de los Borbones en Chile en la segunda mitad del siglo XVIII4. Especialmente significativo me parece, en este sentido, el caso de Lázaro Ávila, que tituló Las fronteras de América y los “Flandes indianos” un libro publicado en 1997, en el que afirmaba que la “importancia y gravedad” de las luchas provocadas por los intentos de conquista del territorio americano por parte de los españoles explican que “estos conflictos fronterizos se convirtieran paulatinamente en los onerosos y sangrientos ‘Flandes’ de la Corona española en América” (Lázaro Ávila 14) 5. Es evidente, por tanto, el éxito contemporáneo de la expresión referida al período colonial chileno, pero cabe preguntarse: ¿qué mensaje quiso condensar Rosales en aquellas dos palabras? ¿La mención de Flandes era una referencia vaga y general que evocaba las constantes y permanentes luchas en la Araucanía o se trata de una construcción más elaborada con paralelismos concretos que recuerdan pasajes o lugares de la guerra con los Países Bajos? Y, por otro lado, ¿la fórmula fue una invención del propio Rosales o fue el resultado de un proceso histórico en el que dicha imagen fue cobrando forma? Por último, ¿cuál era el sentido de esta afirmación, cuando a la altura de 1674 los Países Bajos eran ya más un aliado que un enemigo? 3 Ejemplo de ello es el título de uno de sus libros, Flandes indiano. Las fortificaciones del Reino de Chile, 1541-1826. La expresión referida a los conquistadores la encontramos como título de uno de los epígrafes de otro de sus libros: Guarda, Los laicos 197-207. 4 Isabel Cruz de Amenábar (1986) tituló un apartado de su libro como “El Flandes indiano y su legado medieval, 1550-1560” y por su parte Jaques A. Barbier (1980) dedicó su primer capítulo al “Flandes Indiano”. 5 Un caso diferente es el trabajo de Nunes Adão (2006) titulado “Chile holandés o Flandes indiano en la visión de Gaspar Barléu”, en el que reserva la expresión para referirse al proyecto holandés de asentarse en el país trasandino. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 159 15-11-13 9:22 160 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 2. La imagen de un segundo Flandes en la Península Antes de recalar en el continente americano, es imprescindible hacer referencia a algunos momentos históricos peninsulares y europeos en los que la imagen de Flandes como enemigo por antonomasia de la Corona española fue utilizada también como recurso discursivo. La idea de un nuevo Flandes o de un segundo Flandes o simplemente de otro Flandes era algo que ya había tomado forma en España y que se manifestó expresamente en diversa documentación. Aparece aplicado a Aragón a finales del siglo XVI, concretamente con motivo de los sucesos acaecidos tras la huida de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, al territorio foral 6. Y reaparece casi medio siglo después, en 1642, en el marco de la sublevación de Cataluña. Tras la pérdida de Perpiñán ante las tropas francesas ayudadas por los catalanes, el 13 de septiembre de aquel año Gil González Dávila, cronista de Castilla, escribía una carta que se iniciaba con las siguientes palabras: Señor mío: Cataluña –en el juicio de los muy prudentes– será el segundo Flandes de España, que acabe con lo poco que queda de sustancia y vida. Teníamos la gota en los pies (la guerra en Flandes) y no hemos podido apartarla de nosotros. Hémosla traído a la cabeza. ¿Cuándo sanaremos de ella? 7 Avanzado ya el siglo XVII, en el contexto de las insurrecciones del virreinato de Sicilia de los años setenta, el inquisidor Sebastián de Mongelos se refería a la necesidad de resolver lo antes posible las revueltas en Messina (1673), ya que “si no se remedia será otro Flandes”8. Los Países Bajos eran un aliado de la Corona española desde el año anterior, pero el recuerdo de la guerra de Flandes se mantendría todavía muy vivo durante mucho tiempo. Por otro lado, Flandes también ha dado lugar a algunos refranes o expresiones populares que muestran igualmente la presencia del conflicto 6 Gregorio Marañón cita dos cartas del verano de 1591 en las que desde la Corte se enviaban “algunos avisos angustiosos” acerca de que “en Aragón se preparaba ‘otro Flandes’” (Marañón, vol. II: 559). 7 La carta está fechada el 13 de septiembre de 1642 (M.T.A., “Noticiario del siglo XVII” 351). De fecha cercana –16 de mayo de 1641– es otra referencia similar que podemos ver en el “Diario del ejército español en las comarcas de Tarragona” (442): “a menos será esto otro Flandes, obligando a estar siempre con las armas en la mano”. 8 Carta del inquisidor Sebastián de Mongelo (cit. en Rivero Rodríguez 284). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 160 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 161 bélico con las provincias unidas en la memoria y el imaginario colectivo de los españoles de los Siglos de Oro. Este es el caso, por ejemplo, del refrán “España mi natura, Italia mi ventura y Flandes mi sepultura”, recogido por Correas en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales publicado en 1627 9. Resulta muy interesante comprobar cómo a refranes que transmitían una imagen positiva de Flandes sucedieron otros en que la brutalidad de la guerra se terminó por imponer. Muy expresivo de esta realidad es el caso de la frase “No hay más Flandes”, recogida también por el propio Correas con los sentidos de ‘alabar cosa galana y de placer’ y ‘encarecer cosa buena y hermosa’10, cuando vemos lo que dice al respecto Francisco de Quevedo en su Pregmática de aranceles generales: Los que, estando en alguna conversación de regocijo, dicen “No hay más Flandes”, por encarecimiento de gusto, les condenamos a que sean desdichos en presencia de hermano mayor y hermandad, pues hasta ahora no hemos visto de aquellos estados cosa de entretenimiento, sino ojos sacados, tuertos, o brazos quebrados y piernas (Quevedo, Pregmática de aranceles generales 174). Como podemos comprobar, Flandes evocaba en diferentes momentos del siglo XVI y XVII fundamentalmente la imagen de la guerra, del conflicto bélico. Aunque el argumento de la lucha contra el luteranismo fue elevado a la condición de criterio por el que debía regirse la política exterior española y fue esgrimido insistentemente por parte de quienes explicaban y justificaban la lucha en los Países Bajos (Usunáriz 2011), el hecho de que en distintos momentos el recuerdo de Flandes se aplicara a las católicas Aragón, Cataluña o Sicilia nos habla más de la guerra y del coste que esta tenía en vidas y recursos que de un problema religioso. 9 Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, refrán 9716. Hay otros casos interesantes también en este mismo autor que hacen referencia a Flandes asociado a problemas: “la sardina de Flandes, que huyendo de las llamas dio en las brasas” (refrán 20793), en el sentido de pasar de un peligro a otro mayor; “O todo a Flandes, o todo a fondo” (refrán 17233), expresando el esfuerzo y la voluntad de conseguir algo a toda costa. 10 Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, refranes 4762, 16162 y 16163. Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española recoge la expresión también y explica que se emplea “para encarecer una cosa de mucho deleite” por ser aquella tierra “tan fértil y abundante y amena, y la gente tan jovial y política”, Covarrubias, Tesoro 912. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 161 15-11-13 9:22 162 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 3. El recuerdo de Flandes de las crónicas chilenas del XVI y XVII Cuando, en el desarrollo de la conquista de las Indias Occidentales, Chile se convierte en el gran problema militar con motivo de la resistencia de los indígenas de la Araucanía, la idea de un segundo Flandes aparecerá también en tierras americanas. Resulta muy ilustrativo tratar de analizar el sentido que diferentes autores, historiadores del Reino de Chile, dieron a Flandes y las comparaciones que establecieron entre los Países Bajos y el que se daría en llamar “Flandes indiano”11. Son igualmente significativos otros silencios, el hecho de que haya un cierto número de crónicas en que no encontremos tales referencias. Se trata concretamente de las obras de Pedro de Valdivia, Jerónimo de Vivar, Alonso de Góngora Marmolejo y Alonso de Ovalle. Salvo el caso de Ovalle, el resto son obras muy tempranas, anteriores incluso al inicio mismo de la guerra de Flandes, y si las hemos tenido en cuenta ha sido para poder fijar la imagen de Flandes anterior a la rebelión contra la Corona. Además de los autores mencionados, otros como Mariño de Lobera y Alonso González de Nájera sí hacen referencias a Flandes y lo comparan con Chile, pero se trata de contextos, como veremos, bien distintos al de Diego de Rosales. Con todo, antes de que el jesuita hablara del “Flandes indiano” hubo otras plumas que sí aludieron a Chile como un “nuevo Flandes”, un “segundo Flandes”. Trataré de mostrar de qué manera y con qué sentidos se estableció en cada caso esa comparación entre Chile y Flandes. 11 El corpus de textos que he tenido en cuenta para el presente trabajo comprende las siguientes obras: Pedro de Valdivia, Cartas de don Pedro de Valdivia al emperador Carlos V (1545-1552); Jerónimo de Vivar, Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile (1558); Alonso de Góngora Marmolejo, Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado; Pedro Mariño de Lobera, Crónica del Reino de Chile; Alonso González de Nájera, Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile (1614); Alonso de Ovalle, Histórica relación del Reino de Chile y de las misiones y ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús (1646); Santiago de Tesillo, Epítome chileno (1648) y Restauración del Estado de Arauco (1665); Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, Cautiverio feliz (1673) y Suma y epílogo de lo más esencial que contiene el libro intitulado “Cautiverio feliz, y guerras dilatadas del Reino de Chile” (1675); Diego de Rosales, Historia general del Reino de Chile, Flandes indiano (1674). Además de este corpus, he tenido en cuenta también dos crónicas religiosas del Perú: Antonio de la Calancha, Corónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú (1639); y Diego de Córdoba Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú (1651). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 162 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 163 La primera de las menciones que he encontrado a Flandes en el corpus citado nos remonta a mediados del siglo XVI. En la Crónica del Reino de Chile de Mariño de Lobera, el cap. 34 del libro primero está dedicado al descubrimiento de los Estados de Arauco y Tucapel y el cronista nos informa sobre el porqué del nombre de esta región: Diré aquí la causa de haberse llamado esta tierra los Estados; y fue que al pasar por ella los españoles dijo Jerónimo de Alderete: “Señores míos, bien podemos llamar a esta tierra los Estados de Flandes y Alemania”, y refiriéndose este dicho al gobernador, dijo él así: “Llámense los Estados de Arauco y Tucapel”, y con este nombre se han quedado hasta hoy12. El episodio narrado tuvo lugar hacia 1551, poco antes de la fundación de La Imperial por Valdivia en ese mismo año13. Faltaban todavía casi dos décadas para la rebelión de los Países Bajos contra el monarca español. El entonces teniente Alderete al comparar estas tierras con Flandes se refería a las bondades de aquellas regiones, la fertilidad de las llanuras que allí se encontraron, evocando de esta manera las similitudes del paisaje y también las riquezas de aquellas provincias. En la crónica, unas líneas antes, Mariño de Lobera había afirmado que Alderete, al descubrir la región “quedó tan satisfecho y alegre que les pareció a él y a los suyos que no había más que buscar en el mundo, mayormente por ser todos los ríos que por allí pasan muy ricos de oro”14. Se trata del tópico literario de la riqueza natural de la región descrita que tan presente estuvo en las crónicas de Indias, pero que en este caso nos interesa porque fija, además, la imagen que tenían de Flandes los conquistadores españoles. Resuena, en cierta medida, en estas palabras y en la comparación del refrán recogido por Correas al que me refería previamente. Las crónicas analizadas guardan silencio sobre Flandes hasta fechas posteriores, avanzado ya el siglo XVII. Sin embargo, antes, en 1590, el 12 Mariño de Lobera, Crónica del Reino de Chile 311. El capítulo ocupa las páginas 309 y ss. 13 Como es sabido, fueron precisamente los informes de las riquezas de esta región que Alderete envió al gobernador los que motivaron el viaje de Valdivia. 14 Mariño de Lobera, Crónica del Reino de Chile 311. El cronista nos explica, además, cómo los indígenas salían al encuentro de los españoles a negociar y se refiere al hecho de que no hubiera enfrentamiento alguno, aunque los españoles decidieron salir de aquellas tierras porque comenzaron a ver que los indígenas tal vez cambiaran de actitud. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 163 15-11-13 9:22 164 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza –que a mediados de siglo había sido gobernador de Chile–, en cartas remitidas a Felipe II, le explica cómo era lastimoso ver “la perdición de Chile” porque estaban en guerra no solo los indios de Arauco y su comarca, sino también los de otros muchos valles. Así, continúa el virrey, lo de Chile se ha convertido en guerra de Flandes, con que ha consumido los indios que había de paz y los vecinos que vivían en los pueblos con sus haciendas y está tan malquisto entre españoles y indios que el que en esta tierra comete delito quiere más que le envíen a las galeras que no a servir a Chile15. Si seguimos avanzando en el tiempo, encontramos a Alonso González de Nájera, un soldado español que tras haber participado en la guerra de Italia, Francia y Flandes, viajó a Chile en 1600 al mando de una compañía. A mediados de 1607 fue enviado por el gobernador de Chile a la península para informar al rey en su calidad de soldado “del peligroso estado de aquella conquista, cansado [el gobernador] de haber enviado religiosos y personas de papeles” (González de Nájera, Desengaño y reparo 2). Con el objetivo de conseguir que la Corona impulsara un cambio en el modo de desarrollar la guerra contra los mapuches, González de Nájera redactó su Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile. En 1614 envió la obra al conde de Lemos, Pedro Fernández de Castro, presidente del Consejo de Indias en el momento en que el autor había regresado a la península y visitado la corte16. En esta obra hallamos varias referencias en las que el cronista compara las guerras de Chile y Flandes. Sin embargo, en el caso de González de Nájera se trata de comparaciones que surgen al hilo de su relato, al tratar de explicar aspectos militares de la guerra vivida en Chile, ilustrándolos con sucesos similares que recuerda de su paso por Flandes. Así, la guerra en la frontera de Chile es tanto o más dura que cualquier otra porque, “consideradas las dificultades y casi intolerables trabajos” con que se hacen los servicios, “hecha comparación a los de Flandes, doy como quien ha experimentado 15 “Fragmento de carta del virrey García Hurtado de Mendoza a su majestad…”, 1 de mayo de 1590 (cit. en Medina, vol. IV: 121-123, la cita es de la página 122). En otra carta del virrey a Felipe II (cit. en Pease García-Yrigoyen y Moya Pons vol. 2: 297), Hurtado de Mendoza afirma que la guerra de Chile era “con respecto al Perú lo que Flandes para España”. 16 A la altura de 1614, Pedro Fernández de Castro era virrey de Nápoles, tal y como consta en la dedicatoria del libro. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 164 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 165 unos y otros, la ventaja a los de Chile, aunque guerra de menor máquina” (133). En este sentido, en cuanto a las bajas producidas en el país trasandino, viendo lo caro que cuesta a su majestad el poner en ella cada soldado por ser en tierra tan remota, y las inferiores armas de los enemigos respeto de las de otros de Europa, se pueden tener estas por tan grandes pérdidas como las que lo han sido en Flandes o en otras guerras de diferente máquina (80). Por ello, González de Nájera animaba a “honrar y favorecer la milicia” chilena para que quienes participaran pudieran tener por blasón el haber servido algún tiempo en la frontera de Chile, de suerte que no tenga menos nombre y reputación aquella guerra en todas las Indias y ante los ojos de su majestad y sus consejos del que ha tenido en ellos y en toda Europa la de Flandes, pues aunque de indios, son tan hombres cuanto lo han mostrado en los muchos años que se han sabido defender no de otros indios, sino de españoles (239)17. Un cuarto de siglo después de que González de Nájera concluyera su crónica sobre el Reino de Chile, en 1639, el agustino fray Antonio de la Calancha publicaba su Corónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú. En el texto, Calancha hace una alusión a Flandes cualitativamente distinta de las que hiciera González de Nájera y que recuerda más las palabras de García Hurtado de Mendoza a finales del siglo XVI. En el capítulo 15, dedicado a “los gobiernos y reyes ingas”, cuando habla sobre el inca Tupac Yupangui, hace un breve comentario desviándose completamente del hilo narrativo y se refiere a Chile como “segundo Flandes del mundo y primero del Perú”: Este inga conquistó hacia el norte hasta adelante de Quito, pasada la línea, y hacia el sur llegó hasta Chile, segundo Flandes del mundo y primero del Perú, y es que no corrió el situado y las pagas por mano de ministros codiciosos ni se disponía la guerra por consejo de interesados (99). 17 Hay otros casos en que el cronista recurre a Flandes a la hora de establecer otro tipo de símiles, todos ellos en la misma línea de los ya mencionados. Ver, por ejemplo, páginas 90, 147, 235. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 165 15-11-13 9:22 166 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 De las palabras del agustino se desprende una lectura de una gran carga crítica al dar a entender que había sido la corrupción de la administración la que había hecho que la guerra de Chile se convirtiera para los españoles en un segundo Flandes, en contraste con lo que el inca Tupac Yupangui consiguiera tiempo atrás. Las referencias a la guerra de Flandes continuaron apareciendo en las crónicas chilenas –y en fuentes peninsulares, tal y como antes he mencionado– también después de la paz de Münster de 1648. De hecho, en otra crónica religiosa de mediados del siglo XVII, la Crónica franciscana de las provincias del Perú que escribiera Diego de Córdoba Salinas en 1651, el autor relacionaba el carácter indómito, belicoso y cruel de los indígenas de Chile con el “clima, temperamento y constelación de aquellos países”. Así, aquella gente pone toda su felicidad y reputación en defender su libertad, sin yugo de otro dominio. El sumo trabajo con que el general Pedro Valdivia fatigó a los indios, para la saca y beneficio del oro de las minas, les ocasionó el alzamiento general, que hicieron el año de 1553 y en sangrienta batalla vencieron y mataron con bárbara crueldad a Valdivia. Este alzamiento general dura hasta hoy, con otros que se han continuado, y se ha hecho tan valiente e inexpugnable aquella nación que viene hoy a ser Chile, para el América, lo que fue Numancia contra el poder de Roma, Cantabria contra la felicidad de Augusto César y Flandes para la augusta casa de Austria (1100). Diego de Córdoba, en este pasaje, desarrolla la idea y rescata de la historia y del debate historiográfico del momento no solo la más reciente situación de Flandes, sino que se retrotrae a la época romana y recuerda la mítica resistencia numantina y cántabra contra el imperio romano. La comparación no discrimina en clave nacional lo que unos y otros simbolizaban. Diego de Córdoba mantiene en un mismo plano tanto la lucha de los indígenas chilenos y los flamencos contra los intereses de la Monarquía Hispánica como las míticas resistencias de cántabros y numantinos frente a la invasión romana de la península. Estos últimos casos tenían ya a la altura de mediados del siglo XVII evidentes sentidos y connotaciones de reivindicación de una identidad española y podrían haber sido contemplados por el franciscano como ejemplos bien distintos, contrarios en realidad, del chileno y el flamenco18. Diego de Por otro lado, Diego de Córdoba conocería sin duda la Historia general de España de Juan de Mariana, de 1601, así como el debate suscitado en torno al cantabrismo en los 18 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 166 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 167 Córdoba se limita por tanto a incorporar dos nuevos ejemplos del tópico heroico y no desarrolla en su relato, asociado a ellos, elemento identitario alguno, como sí hiciera Mariana, por ejemplo, para el caso numantino19. Un año antes de la firma de la paz de Münster, en 1647 se publicó en Madrid, en la Imprenta Real, la Guerra de Chile, causas de su duración, medios para su fin, obra de Santiago de Tesillo, maestre de campo en Chile y corregidor de la ciudad de Concepción. La obra iba dirigida a Juan de Santelices Guevara, miembro del Consejo de Castilla. En la aprobación que acompaña al texto de Tesillo, firmada por Gaspar de Escalona Agüero, oidor de la Real Audiencia de Chile, el licenciado comienza advirtiendo cómo “De la montaña es la pluma que escribe esta historia de Chile, rebelde Flandes de nuestro occidente” (Tesillo, Guerra de Chile). Tesillo no se refiere en este texto a Chile como un segundo Flandes, pero encontramos en sus folios una referencia clara a lo que representaban las provincias unidas para él: Flandes era la “plaza de armas del mundo” y el “centro de la guerra” (Tesillo, Guerra de Chile, fol. 42v). Al año siguiente, 1648, Tesillo publicó otra obra, esta vez en Lima: el Epítome chileno, ideas contra la paz, dedicada a García Sarmiento de Sotomayor, que aquel mismo año había pasado de ser virrey de Nueva España a ocupar el cargo de virrey del Perú. El título ya nos da alguna pista sobre la línea discursiva del autor: “El hacer la guerra –nos dice– es el fin de la guerra, es el medio único de la paz, y si se atiende a la paz, será perpetuar la guerra” (Tesillo, Guerra de Chile, fol. 27v). Unos folios antes, tras explicar cómo la guerra defensiva había hecho que el conflicto se perpetuara al dar opción al enemigo de descansar, crecer y hacerse más poderoso, nos informa de cómo finalmente se habían buscado nuevos medios de acabar con el problema: Atrevíanse a pensar los que cursaban aquella militar política, aquel nuevo Flandes, que era incurable la llaga desta guerra, y aun imposible siglos XVI y XVII y las elaboraciones vascongada y navarra, que se presentaban como los verdaderos herederos de aquellos cántabros que tan heroicamente resistieron al imperio romano. Ver al respecto la obra de Wulff; también Leoné Puncel 92 y ss., entre otros. Tampoco sería desconocida para el cronista franciscano la tragedia cervantina La Numancia, que camina también en esa construcción de “nuevas imágenes del pasado que explicaran y ensalzaran la posición alcanzada” por España en la política europea (Wulff 18). 19 Numancia era para el jesuita talabricense temblor “y espanto del pueblo romano, gloria y honra de España” (Mariana, vol. I: 59, cit.en Wulff 52). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 167 15-11-13 9:22 168 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 en muchos siglos conseguir la paz; ocasionábaseles la desconfianza de infinitos presagios, como si por ventura no se pudiesen evitar los hados o como si hubiera algún mal sin remedio (Tesillo, Guerra de Chile fol. 17v). El problema de Flandes se repetía, por tanto, en Chile. Varios años más tarde, en 1665, Tesillo publicaba, también en Lima, una breve relación titulada Restauración del Estado de Arauco y otros progresos militares… Se trataba de un breve texto de apenas 18 folios. En este caso, como en la Guerra de Chile, en la obra no se hace ninguna referencia a Flandes, pero sí la encontramos en la aprobación que firmara Pedro González de Güemes, oidor de la Real Audiencia de Lima. Elogiando la labor llevada a cabo por Francisco de Meneses, gobernador de Chile a quien va dedicada la obra, González de Güemes explica los avances en la guerra contra los indígenas y dice: habían de tener mucho antes en teórica y práctica los grandes capitanes que han gobernado a Chile para que, poblando como se hace al presente, se diese fin a tan enconada y tenaz guerra, y más con el fomento continuado y con el ardiente fervor con que vuestra excelencia mejora felizmente los buenos efectos de aquellas armas y de aquel nuevo Flandes, emporio de maravillosos sucesos de nuestros invictos españoles20. Nuevamente, podemos ver cómo la referencia a la guerra en el Arauco, el recuerdo de “tan enconada y tenaz guerra” lleva a pensar en Chile como un “nuevo Flandes”, en palabras del maese de campo. En este caso, como en los anteriores, no hay una mayor elaboración de la imagen, pero no deja de ser significativo el hecho de que tanto Tesillo, como los oidores Gaspar de Escalona Agüero y Pedro González de Güemes, tuvieran presente esta idea. Un ejemplo que me parece especialmente interesante es el Cautiverio feliz de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, ultimado en 1663 y completado con algunos añadidos y correcciones en 1673 (Ferreccio Podestá y Kordic Riquelme, vol. 1: 7) 21, cuando España y Holanda eran ya firmes aliados en el contexto de la guerra franco-holandesa. Dos años después, en 1675, está 20 “Aprobación del señor doctor don Pedro Gonzales de Güemes” (Tesillo, Restauración del Estado de Arauco, fol. 1v). 21 Correa Bello fecha la redacción del Cautiverio entre 1656 y 1664 y cita una carta de Bascuñán en que afirma tener ya terminada la obra a la altura de 1664 (67-69). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 168 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 169 fechada la Suma y epílogo de lo más esencial que contiene el libro intitulado “Cautiverio feliz, y guerras dilatadas del Reino de Chile”, una suerte de revisión que hiciera su propio autor al ver que su extensa obra no era publicada22. En el capítulo que Bascuñán trasladara del Cautiverio feliz a la Suma, el militar y escritor nacido en Chillán nos dice cuál era la intención con la que había abordado la labor de escritura y, al hacerlo, reelabora un pasaje del Cautiverio que resulta de lo más significativo “solo sí podré decir y dar a entender lo que me ha movido a poner la pluma en la mano y escrebir algunos sucesos deste chileno y nuevo Flandes con verdaderas experiencias, aunque con humilde y común estilo” (Suma y epílogo de lo más esencial 98). Es interesante comprobar que en el Cautiverio feliz, terminado, como decía, tan solo unos años antes que la Suma, no existía la referencia a este “chileno y nuevo Flandes”, sino que el pasaje había quedado de la siguiente manera: “solo sí podré decir y dar a entender lo que me ha movido a coger la pluma en la mano y escrebir algunos susesos de este reino con verdaderas experiencias –aunque con humilde y llano estilo” (Cautiverio feliz, vol. 1: 236). Al tratar de explicar la razón de esta variante, cabe preguntarse si Núñez de Pineda y Bascuñán pudo haber leído una copia del manuscrito de Diego de Rosales o, al menos, haber tenido noticia de su redacción –y del título que había dado a la crónica–, sobre todo teniendo en cuenta que a lo largo de las páginas del Cautiverio feliz no hay ninguna mención a Chile como un nuevo Flandes. Y esto resulta especialmente llamativo si tenemos en cuenta que el objetivo de la obra de Bascuñán era el de “dar a entender las causas que se me ofresen para la dilación y perpetuidad de esta guerra de Chile” (Cautiverio feliz, vol. 1: 404)23. Sabemos, porque el propio autor así nos lo indica, que Diego de Rosales sí conoció la obra de Núñez de Pineda y Bascuñán24. Cuando el jesuita se refiere al episodio del cautiverio del militar chileno nos dice que “de su captiverio hizo un curioso libro, porque fueron muchas cosas las que en él le sucedieron de gusto; si sale a luz se podrá ver en él” (Rosales, Historia 22 Ver al respecto el estudio preliminar de José Anadón en la edición de la Suma y epílogo de Núñez de Pineda y Bascuñán. El autor ya había tratado el tema en otros trabajos anteriores (Anadón 1977 y 1978). 23 Se trata de una idea que aparece de modo insistente en diferentes lugares de la crónica. 24 Además, tal y como indica Correa Bello (17), de la obra de Bascuñán circularon varias copias. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 169 15-11-13 9:22 170 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 general de el Reino de Chile, vol. 3: 67)25. No tenemos en cambio la seguridad, o al menos yo no la he encontrado, de que Bascuñán, cuando compuso la Suma, hubiera tenido conocimiento de la obra de Rosales. Es cierto que, como hemos visto, otros autores ya se habían referido con anterioridad a Chile como otro Flandes y, por tanto, las fuentes de Bascuñán a la hora de hablar del “chileno y nuevo Flandes” podrían haber sido otras. Cabe también la posibilidad de que él mismo llegara a formular la expresión. Sin embargo, el hecho de que no hubiera aparecido en el Cautiverio y sí se incluyera en el capítulo que Bascuñán trasladó a la Suma nos hace pensar que, al menos, pudo haber tenido noticia del título de la obra del jesuita. Hay también otros datos que pueden sustentar esta hipótesis. Rosales concluyó su Historia general del Reino de Chile hacia 1674, pero el manuscrito estaba terminado y preparado para su publicación ya para la altura de 1666, año en que están fechadas las aprobaciones y en que la crónica fue llevada a Europa para su publicación por el padre Lorenzo de Arizábalo26. Una de las censuras, la firmada por Juan de San Buenaventura, recoge el título Historia general y Conquista temporal y Espiritual deste Reino de Chile y Flandes Indiano, de forma que la expresión queda confirmada al menos a la altura de 1666. Por otro lado, Rosales y Bascuñán se conocían, ya que ambos habían coincidido en 1656 en las difíciles circunstancias del cerco y liberación de Boroa27. Queda esta línea de trabajo, entre otras, como una de las posibles vías de exploración28. 25 Benjamín Vicuña Mackenna, en su edición del Cautiverio, afirma en nota al pie que Rosales incluso conoció el libro manuscrito de Bascuñán por las similitudes en que se refieren a los incidentes del cautiverio y rescate (vol. 3: 67, n. 1). En este mismo sentido se ha manifestado también Correa Bello (17-18). 26 El periplo sufrido por el manuscrito de la obra de Rosales ha sido reconstruido por Hanisch Espíndola (1985). 27 En el momento en que los indígenas cercaron Boroa en el lugar residía un hijo de Bascuñán y se encontraba también el propio Rosales. El autor del Cautiverio, gobernador de la frontera, había salido en ayuda de Juan de Salazar, pero él mismo dirigió la liberación de Boroa y condujo posteriormente a los rescatados a Concepción. Ver al respecto, Núñez de Pineda y Bascuñán, Cautiverio feliz, vol. 2: 576-580); Anadón (Pineda y Bascuñán 119 y ss.). 28 José Anadón (Pineda y Bascuñán 210) ya apuntó el interés de analizar las posibles relaciones entre Bascuñán y Diego de Rosales, Santiago de Tesillo, Alonso de Ovalle y Gaspar de Villarroel, autores contemporáneos que compartían la defensa de los indios araucanos. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 170 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 171 4. Diego de Rosales: el Flandes indiano Tal y como hemos podido comprobar, Antonio de la Calancha y Diego de Córdoba Salinas habían utilizado la imagen de Chile como un segundo o nuevo Flandes antes que de que Rosales acuñara la expresión “Flandes indiano”. También lo habían hecho Santiago de Tesillo en su Epítome chileno (1648) y Pedro González de Güemes en la aprobación de otra obra de 1665 de este mismo autor. Está, además, la referencia de Núñez de Pineda y Bascuñán en la que me he detenido líneas atrás y que supone un testimonio más, fuera o no consecuencia de haber tenido noticia de la obra del jesuita. Me interesa, en este momento, dedicar un breve espacio a analizar la forma y el alcance de la asociación que Rosales hizo entre Flandes y Chile a la altura de 1674. Rosales fija en su dedicatoria a Carlos II y en el breve texto dirigido “Al lector”, el sentido general de su obra. Con las siguientes palabras ofrece su libro al rey: en que los indios de Chile, después de sus porfiadas y sangrientas guerras, comenzaron a dar la paz y obediencia debida a vuestra majestad, y aunque la alternaron con guerras y alzamientos, al fin se sujetaron todos; y al gobernador don Juan Enríquez, que hoy gobierna, le dieron la paz ciento y cuatro provincias y tiene muchos millares de indios reducidos a la obediencia de vuestra majestad y deseosos de sujetarse a la divina y de recebir su Santa Fe Católica29. La idea del sometimiento de los indígenas chilenos vuelve a aparecer en el texto dirigido “Al lector” resaltando que la “valentía española” había conseguido con 160 combatientes lo que el Inca no obtuvo con cien mil, “enfrenando al indómito araucano, al imperial altivo y al valdiviano soberbio”. Aunque los indígenas habían peleado por liberarse de la presencia española como lo habían hecho con los incas, no pudieron lograrlo: Y en esta vana pretensión se han consumido y han consumido más de cuarenta y cuatro mil españoles (gran numero para las Indias, donde hay tan pocos) y han obligado a gastar a la Real Hacienda treinta y nueve millones, eternizando su porfía la guerra en Chile y dilatándola por siglos, pues ya ha pasado uno y se va continuando otro desde Rosales, Historia general de el Reino de Chile, vol. 1: LIII. Citaremos por la edición de Vicuña Mackenna, 1877-1878. 29 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 171 15-11-13 9:22 172 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 que comenzó esta guerra con el primer descubridor Almagro, año de 1535, hasta el de 1673, en que la va dando fin el gobernador don Juan Enríquez (vol. 1: LIV). Rosales comienza por tanto refiriéndose a la constante de la guerra de Chile, que tanto tiempo había perdurado y que tantas vidas y medios se había llevado. En la obra del jesuita, la idea de Flandes aparece en varios lugares, más allá del propio título. Sin embargo, la crónica no representa un desarrollo de la idea más allá de los ejemplos que hemos podido ver hasta ahora. De hecho, en su mayor parte las menciones del jesuita a los holandeses o a Flandes se limitan a informarnos del ataque a Valdivia y sí añade algún comentario sobre las prácticas comerciales en tierras americanas como manera también de extender sus creencias30. Únicamente en cuatro breves pasajes Rosales se refiere a Chile como un nuevo Flandes. Dos de estas menciones se encuentran en las primeras páginas de la crónica, concretamente en el capítulo 4 del primer libro. En ellas el autor hace referencia a la prolongación ya por 130 años de la guerra de Chile, motivo por el que el país se había convertido en un auténtico “Flandes indiano”: Los españoles que por tierra han descubierto y poblado este Reino de Chile han tenido bien en qué ejercitar su valor, hallando en él un Flandes indiano, una sangrienta guerra, una valiente oposición y osada resistencia en los naturales desta tierra, que desde el año de 1545 hasta este de 1674 han sustentado la guerra contra el poder español, contra tantos gobernadores valerosos y ejercitados capitanes de Flandes, por espacio de ciento y veinte y nueve años (vol. 1: 18-19) 31. 30 Rosales afirma que tras la firma de la paz con los Países Bajos, los holandeses habían incumplido el acuerdo de no comerciar en las posesiones españolas de América y “en perjuicio de los reales haberes y contratación del Perú y Sevilla, han comerciado en Buenos Aires y otros puertos del mar del Norte e islas de Barlovento, con manifiesta contingencia de que la herejía inficione la pureza de la ley católica que tan limpia profesan los españoles en estas Indias” (vol. 1: 58). 31 La idea ya había aparecido poco antes: los araucanos chilenos “se han mostrado tan feroces y valerosos que por muchos años, y por mas de un siglo entero, han hecho oposición gallarda al poder español”, haciendo de “Chile un Flandes indiano” (15-16). Hanisch Espíndola publicó una segunda dedicatoria de la obra a Carlos II en la que también encontramos una referencia a “este Flandes Indiano” (95-96). Esta segunda dedicatoria no fue incorporada, sin embargo, a la edición revisada que preparó Mario Góngora en 1989. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 172 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 173 Una referencia similar se da en el capítulo 12 del séptimo libro. Rosales relata la llegada en 1630 del nuevo gobernador, Francisco Laso de la Vega, y explica cómo la fama de su valor y de sus grandes servicios en la guerra de Flandes habían precedido al militar español. Tanto era así que “a todos se les avivaron las esperanzas de lo mucho que había de obrar en este Flandes segundo de Chile y sin segundo en las Indias” (vol. 3: 70). Todas las menciones referidas caminan, por tanto, por una línea similar a las ya citadas de Antonio de la Calancha, Diego de Córdoba Salinas, Santiago de Tesillo y Núñez de Pineda y Bascuñán. Además de ellas, Rosales comparó el río Biobío con el Rin y el Escalda. “Ha granjeado en Chile Biobío igual fama que el río Rin y Esquelda, en Flandes” escribió el jesuita (vol. 3: 265). Sin embargo, tal y como he dicho, el desarrollo de la imagen que compara Chile y Flandes no fue más allá de estas breves referencias y, sobre todo, del recuerdo de la guerra. 5. Conclusión Desde mediados del siglo XVI hasta el último tercio del siglo XVII, las referencias que podemos encontrar en las crónicas chilenas a lo que Flandes representaba o simbolizaba para los súbditos de la Monarquía Hispánica van cambiando. La evolución que se produce desde la imagen positiva que encontramos en la frase “No hay más Flandes”, hasta la consolidación de la fórmula del “Flandes indiano” de Rosales nos habla de la influencia de la guerra en la construcción de una imagen de Flandes –y de Chile– por parte de los españoles. En el caso chileno, no parece que se trate de una idea generalizada y extendida que vaya evolucionando poco a poco, llenándose de contenido hasta tomar cuerpo en la feliz expresión del cronista jesuita. Sin embargo, y a pesar de ello, tampoco nos hallamos ante una formulación que surja como una idea original y nunca antes expresada. Antes de que el jesuita Diego de Rosales hablara de Chile como un “Flandes indiano”, la mención al país andino como un nuevo Flandes había aparecido en dos crónicas religiosas –la del agustino Antonio de la Calancha y la del franciscano Diego de Córdoba Salinas– y en tres obras de Santiago de Tesillo que podríamos calificar como de contenido más político y militar. Al margen de las crónicas chilenas más tempranas, anteriores a la imagen misma de Flandes como el gran problema de la corona española, es importante tener en cuenta que la referencia, ya apuntada por el virrey del Perú, García 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 173 15-11-13 9:22 174 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Hurtado de Mendoza, en 1590, no hubiera encontrado eco en varias de las obras de finales del XVI y principios del XVII. No se trataba por tanto de una constante o una idea común, compartida por todos los historiadores de Chile. Sin embargo, los ejemplos de esa identificación entre Chile y Flandes son lo suficientemente importantes como para pensar que se trata de una imagen recurrente, como lo era también en la península al hablar de Cataluña o las posesiones españolas en Italia. El rastreo que hemos podido llevar a cabo en la correspondencia de los virreyes del Perú y de los gobernadores de Chile ha sido insuficiente de cara a poder analizar con seguridad el grado de implantación de esta imagen en los gobernantes de aquella tierra de frontera. Sería interesante ver hasta qué punto esa imagen de un “Flandes indiano” pudo haber estado presente, más allá de una aparición puntual en una carta de García Hurtado de Mendoza al rey, en el día a día de la administración virreinal con anterioridad a que fuera llevada al papel por la pluma de los cronistas. Y sería interesante también ver si en esta documentación la presencia de la comparación con Flandes responde también a problemas o sucesos concretos. Así como en el viejo continente hemos podido ver con claridad cómo la imagen de un nuevo o segundo Flandes aparece asociada a un hecho concreto (Aragón en 1591, Cataluña en 1642 y Messina en 1673), en el caso de Chile, por la propia naturaleza de las fuentes empleadas, no queda clara la causa que pudo dar lugar a la asociación de ideas, más allá de la presencia constante de la guerra. Evidentemente, las crónicas chilenas carecen de la inmediatez de la documentación y no podemos establecer esa relación de causa/efecto. No era ese, en cualquier caso, el objetivo del presente trabajo y esta idea queda pendiente para una futura ocasión. La dureza de la guerra en la Araucanía, la prolongación de dicha guerra en el tiempo y su presencia constante en la vida chilena, la imposibilidad de encontrar un final al conflicto, el enorme coste económico que suponía para las arcas reales junto a otros aspectos más concretos como la presencia en el país andino de veteranos de la guerra en los Países Bajos, la constitución de un cuerpo de soldados que se estableció en la región de manera permanente y los intentos holandeses de aliarse con los araucanos y asentarse en la región, fueron sin duda aspectos que propiciaron la asociación de ideas entre Chile y Flandes. He tratado de mostrar de qué formas se fue explicitando esa asociación y en qué contextos y con qué significaciones se plasmó. Se trata, sin duda, de un tópico, pero que cobra formas nuevas y que se llena de nuevos significados en contextos históricos y literarios diferentes. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 174 15-11-13 9:22 Chile como un “Flandes indiano” en las crónicas de los siglos xvi y xvii 175 Por otra parte, no parece que el recuerdo de la guerra de Flandes haya tenido una lectura en clave identitaria en las obras consultadas. No se trata, evidentemente, de acontecimientos que permitan una interpretación elogiosa de la Monarquía Hispánica, pero sí podrían haber servido para elaborar un discurso del enemigo de España que, sin embargo, no hemos encontrado. El ejemplo que en este sentido resulta más ilustrador tal vez sea el de Diego de Córdoba. Una excepción serían las obras de Santiago de Tesillo, que bien merecen un estudio aparte. Quedan, como se puede comprobar, muchas preguntas por resolver, pero espero haber mostrado al menos el proceso y los contextos en que Flandes se hizo presente en el discurso que se elaboró sobre el Reino de Chile en las crónicas de los siglos XVI y XVII. Bibliografía Anadón, José. Pineda y Bascuñán, defensor del araucano. Vida y escritos de un criollo chileno del siglo XVII. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1977. ________ Prosistas coloniales del siglo XVII: Rosales y Pineda Bascuñán. Santiago de Chile: Seminario de Filología Hispánica, 1978. ________ “Estudio preliminar”. Núñez de Pineda y Bascuñán, Francisco. Suma y epílogo de lo más esencial que contiene el libro intitulado “Cautiverio feliz, y guerras dilatadas del Reino de Chile”. Ed. J. Anadon y R. A. McNeil. Santiago de Chile: Sociedad Chilena de Historia y Geografía/Ediciones Universidad Católica de Chile, 1984. 13-31. Barbier, Jacques A. Reform and Politics in Bourbon Chile, 1755-1796. 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En este giro, la América española jugó un papel de gran interés no tanto por su implicación en los incidentes militares o por el envío de remesas para el sostenimiento de las guerras europeas, sino porque sirvió de moneda de cambio para que este giro diplomático tuviera efecto y pudiera servir de freno y contrapeso a la estrategia hegemónica de Francia. Este papel jugado por las Indias quedó reflejado en crónicas, panfletos y “relaciones de sucesos”. Palabras clave: América española, política internacional europea, 1648-1697, crónicas, relaciones de sucesos. * Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto HAR2009-09987, Autoridad y poder en la España del Siglo de Oro: la representación del Imperio, la imagen de una política exterior, subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. La consulta de parte de las fuentes ha sido posible gracias, entre otros, a los fondos digitalizados contenidos en el “Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII)” mantenido por el Grupo de Investigación sobre Relaciones de Sucesos (S.XVI-XVIII) de la Universidad de La Coruña, y por la exposición virtual “Relaciones de sucesos en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 179 15-11-13 9:22 180 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 After the peace of Westphalia (1648) Spanish-French rivalry continued for the rest of the century, despite of the signing of various treaties of peace. This was a gradual shift in Spanish foreign policy that sought an offensive and defensive agreement with its old enemies, the maritime powers of the Netherlands and England. In this situation Spanish America played a very interesting role not for its involvement in military incidents or for sending precious metals for the support of European wars, but because it served as a bargaining chip and as a check and balance to the hegemonic strategy of France. This role played by the Spanish Indies was reflected in chronicles, pamphlets and “relaciones de sucesos”. Key words: Spanish America, European International Policy, 1648-1697, Chronicles, “Relaciones de sucesos”. El recurso a la publicación de las relaciones de sucesos para dar a conocer a la opinión pública los éxitos militares de la Monarquía, tiene un particular interés para el estudio de las relaciones internacionales. A través de estas publicaciones se llega a apreciar a veces de forma clara, otras más sutilmente, el tono que las autoridades querían dar a sus políticas: el acercamiento o la guerra con Francia, la guerra contra el infiel Turco, la guerra o la paz con la hereje Inglaterra, la guerra o la paz con los rebeldes holandeses, etc. Su publicación respondía no solo al interés por dar a conocer el genio militar de sus capitanes, las hazañas de sus navíos, las heroicidades de los soldados o de las poblaciones frente al enemigo; no servía solo para vilipendiar al adversario por su cobardía o su crueldad. También venía a ser una justificación del porqué de una determinada decisión política. Además de las relaciones de sucesos, la difusión de diferentes panfletos y de crónicas, más o menos breves, nos ayudan a comprender mejor los estados cambiantes de la opinión oficial que se transmite a un público más o menos amplio. Esto puede apreciarse muy bien a través de los diferentes ejemplos de la publicística española de la segunda mitad del siglo XVII: un momento particularmente complejo y apasionante en las relaciones internacionales europeas en las que América jugó un papel –al menos es lo que pretendemos demostrar– que fue más allá del de mero dispensador de recursos pecuniarios o materiales. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 180 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 181 1. Las relaciones de sucesos, los tratados internacionales y los conflictos europeos en Indias (1648-1688) Tras 1648 y la firma de la paz de Münster son escasas las relaciones de sucesos publicadas que hagan referencia a los enfrentamientos entre potencias europeas en el continente americano. El protagonismo que hasta entonces habían tenido los holandeses, especialmente por sus incursiones en el Brasil portugués y en el Caribe (Usunáriz, América en la política internacional) quedó relegado tras el tratado entre la República y la Monarquía Hispánica. En efecto, el acuerdo de 30 de enero aseguraba el mantenimiento del tráfico comercial con las Indias Orientales y Occidentales, y reconocía las posesiones de ambos en América, Asia y África. Esto incluía la posesión de las plazas holandesas en Brasil que habían sido recuperadas por los portugueses en 1641, y especialmente de Curaçao que se convertiría en la base del comercio legal e ilegal holandés en la América española; pero también los centros neerlandeses para el comercio de las especias en las Molucas (Martínez Shaw 80-81). Se daba plena libertad a las Compañías holandesas de traficar libremente en los territorios europeos de la Monarquía Hispánica (Artículo 5). Se ponían serios límites al comercio con las Indias Occidentales: ambas partes debían abstenerse de traficar en los puertos y ciudades que poseían en ellas (Artículo 6). En definitiva, España lograba mantener el monopolio en América, al menos relativamente; sin embargo, permitió la entrada de comerciantes holandeses en Sevilla y Cádiz y con ello, el acceso de la república a las remesas de plata y en general, al mundo colonial hispánico, gracias a que el tratado reconocía a la república el estatuto de nación amiga (Martínez Shaw 86; Usunáriz, España y sus tratados 308-309). De hecho, las referencias a los holandeses en las relaciones publicadas en España a partir de entonces se limitan, fundamentalmente a los enfrentamientos entre armada holandesa y las flotas portuguesas en 1651 y en 1654. La paz con Holanda no interrumpió la guerra hispano francesa abierta desde 1635, es más, fue un acicate para continuar la lucha contra una Francia sumida en las revueltas internas de La Fronda (1648-1653). Esta rivalidad no tuvo un especial impacto en América, salvo en 1654 cuando la armada española quiso expulsar –por tercera vez a lo largo del siglo– a los piratas franceses e ingleses que controlaban la isla de Tortuga, desde la que lanzaban sus ataques en el Caribe y amenazaban especialmente los enclaves españoles de Santo Domingo. En la Relación de la famosa vitoria, se narraba la difícil situación de La Española: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 181 15-11-13 9:22 182 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Hallándose la isla Española (dicha comúnmente de Santo Domingo) muy apretada de algunos años a esta parte por las amenazas, robos, invasiones y entradas que los franceses, ingleses y holandeses piratas hacían en ella y en sus calas y puertos… (1r) Tras la conquista de la isla, ordenada por Juan Francisco Montemayor de Cuenca, gobernador de Santo Domingo, refiere el cronista: Desta isla de la Tortuga salían los enemigos a piratear las costas de las Indias, corriendo desde Cartagena hasta el seno mexicanos y costas de tierra firme, robando tantas haciendas de mercaderes que es imposible reducirlas a suma y solo el año pasado de 53 confesó el gobernador francés haber enviado 22 piratas en otros tantos navíos de corso por diferentes partes. Los cuales esperaban esta primavera juntarse con otro pirata y conquistar la isla de Jamaica que es de los señores duques de Veragua (4v). La recuperación española de la isla de Tortuga fue, sin embargo, efímera, y no parece que se diera a la isla una especial importancia. Más peligrosa resultó ser Inglaterra. Si bien con Carlos I Estuardo se había firmado un tratado de cooperación y comercio en 1630 1, la revolución de 1642 y el inicio de la república de Oliver Cromwell (1649), dificultaron las relaciones. Bien es cierto que muy pronto se entablaron negociaciones con Inglaterra, pues era clave en el conflicto hispano-francés, tanto para la protección de Flandes como para la seguridad de las flotas. De hecho, el 27 de abril de 1652 Felipe IV concedió plenipotencia a D. Alonso de Cárdenas, embajador ante el Parlamento de Inglaterra, para capitular con el Parlamento de la república nuevos tratados, pues: Siendo al mundo tan notorio la antigua amistad y mutua correspondencia que ha habido y hay entre los reinos y súbditos de esta corona y de la de Inglaterra, no solo por las antiguas alianzas, que entre las coronas de Castilla e Inglaterra se han platicado, sino también por la renovación y reunión que en diferentes tiempos se han celebrado después que con esta corona se juntó la casa de Borgoña, mostrando la continua experiencia la grande y promiscua utilidad que de esta Sobre las negociaciones, contenido y repercusión del tratado de 1630, ver Sanz Camañes102-108 y Cruz Barney 31. 1 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 182 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 183 alianza ha resultado siempre a los súbditos de entrambos dominios (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VI 152). Y autorizaba a su plenipotenciario a hacer “todos los oficios y insinuaciones que se acostumbran entre reyes y príncipes amigos”, para lograr “más estrecha unión que afirmasen y corroborasen la antigua amistad, frecuencia y felicidad de comercios a entrambas naciones, uniendo los intereses de ambos dominios en una sincera, firme y honesta alianza y confederación” (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VI, 153). No obstante, como bien señala Abreu, Cromwell optó por apoyarse en Francia, especialmente gracias a la firma del tratado de París de 9 de mayo de 1657 (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VI, 321-331), por ser España “menos poderosa”, estar más distante de Inglaterra “y no ser capaz de turbarla” y porque esperaba “encontrar en sus minas de oro tesoros que enriqueciesen la nación y le hiciesen algún día dueño de la Europa” (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VI, 153). La república también llegaría a acuerdos con Portugal con quien Cromwell firmaría, el 10 de abril de 1654, un tratado de libre comercio que afectaba directamente a los intereses neerlandeses en el Brasil (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VI, 261-287) 2. Este clima de enfrentamiento con España tuvo su principal repercusión en la publicística, en lo que América se refiere, con la incursión del inglés William Penn en 1654 contra La Española y, posteriormente, su arribo a las costas de la isla de Jamaica. La expedición es narrada en varias relaciones. Diego Gamboa en su Grandiosa vitoria que ciento y sesenta hombres de lanza de la isla de Santo Domingo tuvieron contra siete mil ingleses (1655) relata brevemente el fracaso inglés en su desembarco en Santo Domingo. En la Relación de la vitoria elaborada a partir de las noticias enviadas por Bernardino Meneses y Bracamonte (1655) se aseguraba que el objetivo de la armada de Cromwell era tomar Santo Domingo “y que de aquí habían de pasar a Xamaica, Cuba, Cartagena y otras plazas de las Indias”. Fue en la Relación de lo sucedido a la armada inglesa (1655), en donde, además de referirse al fracaso militar inglés en Santo Domingo, se describían los sucesos de Jamaica donde los españoles abandonaron sus casas y propiedades y William 2 Fue vano y papel mojado el tratado secreto firmado por Felipe IV y el exiliado Carlos II Estuardo el 12 de abril de 1656. En él, el rey inglés se comprometía a la restitución de todas las posesiones ocupadas en las Indias por los súbditos ingleses desde 1630 (Abreu, Felipe IV, Parte VI, 307). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 183 15-11-13 9:22 184 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Penn decidió dejar una guarnición, tras “haber tomado posesión de la isla de Jamaica”. No obstante, y aunque la toma de Jamaica ha sido contemplada como un hito en la historia de las Antillas (Haring 111), el panfleto Relación de lo sucedido (1655) lo vio como una derrota de Cromwell, al haber salvado los españoles Santo Domingo: Con que se reconoce que la majestad divina ampara con su grande misericordia a la monarchía española y que ha oído las súplicas, rogativas y penitencias que por toda España se han hecho, pues ha librado los galeones de la plata de las invasiones de dos armadas inglesas tan poderosas, como ya es notorio y ha enviado a la de Guillermo Pen el destrozo que se ha referido. Con que se ha postrado la soberbia de Cromvell y le ha puesto en estado que cuando trataba coronarse emperador del norte y rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda, se contenta hoy con quedar hecho vasallo de aquella república, y aun en este estado no se tiene por seguro, mediante las muchas conjuraciones que cada día contra él se levantan. E incluso su autor, a partir de los datos proporcionados por el embajador español en Londres, Alonso de Cárdenas, estimó que la expedición tuvo una repercusión popular negativa para el régimen republicano. La expedición de Penn provocó las protestas del embajador español y su salida de la corte, lo que alentó la alarma popular, favorable a la paz. Cárdenas fue a despedirse de Cromvel a quien dijo todo su sentimiento y los malos procedimientos que había tenido con España, de que se había de tomar satisfación. Vistiose de color la familia de su excelencia y a ocho de agosto corrió voz en Londres que el embajador de España se había despedido, con que dejaba intimada la guerra con Inglaterra. Apenas se comenzó a divulgar esta nueva por la ciudad cuando la gente popular comenzó a dar voces diciendo ‘Paz con España’. Todo lo cual, reconocido por el protector envió uno de sus gentileshombres al señor don Alonso de Cárdenas pidiéndole no saliese de Londres hasta ver la satisfación que se le podría dar al rey don Felipe Cuarto, nuestro señor, por no llegar a los términos del total rompimiento. Con que los ingleses han quedado con alguna esperanza viendo que no ha salido de Londres su excelencia juzgando que por este medio se ha de proseguir la paz que Inglaterra tiene con España, de que a aquel reino se le sigue tan grande aprovechamiento (Copia de carta). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 184 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 185 Es necesario advertir que en la mayoría de estas relaciones se ha ido abandonando un tono providencialista3, en donde la lucha contra Inglaterra sería un episodio más de la secular lucha de los españoles contra la herejía. Solo el padre Portilla Duque, en la obra dedicada en 1661 a exaltar la cruz y la defensa de la misma que los españoles hicieron a lo largo de la historia, llegaría a contemplar el enfrentamiento con la armada de Penn desde esta perspectiva (Portilla Duque 370-371). Tras la firma de la paz de los Pirineos (1659) las esperanzas de la Monarquía Hispánica de lograr la estabilidad se verían frustradas en apenas una década, cuando Francia inició toda una campaña para apoderarse de las posesiones españolas en los Países Bajos (Usunáriz, España y sus tratados, cap. IV; Usunáriz, 1659). Así se apreciaría años más tarde cuando el tratado de los Pirineos llegó a considerarse un fracaso y un aliento para la ambición francesa, no solo en Europa, sino también en América: Concluida la paz de los Pireneos mediante el casamiento de la infanta de España con el rey de Francia, esta alianza duplicó su ambición. Consideró a este matrimonio como el camino más breve para llegar a su fin, esperando (como sucedió) no vivirían por ser muy débiles los dos pequeños príncipes hermanos de su esposa, la cual en este caso llegaría a ser la heredera presumptiva de la corona, junto aquel supuesto con el otro de que el rey Felipe IV ya en su mayor edad no tendría otro hijo. Así creyó que aquella sucesión no le podía faltar y que unida al reino de Francia quedaría dueño de las Indias y de los dos mares. Que los reinos de Nápoles y Sicilia con el ducado de Milán y las islas españolas del Mediterráneo le sujetarían a toda Italia y que finalmente los Países Bajos junto a la Alsacia a la Lorena y a sus otras conquistas el Imperio y la Holanda estarían inevitablemente necesitados de admitir su yugo (Verdades incontrastables 5). Esta es la razón que explica que, a partir de entonces, la determinación de la política exterior española pasara, a pesar de la amenaza constante de piratas y corsarios4, por el mantenimiento de los tratados con las Provincias Unidas, Así lo advierte también Fernández Nadal 1030 cuando analiza las discusiones de los Consejos de Estado e Indias sobre la colaboración con holandeses e ingleses. 4 Los peligros de la constante amenaza inglesa en el Caribe y en la costa atlántica en estos años quedaron también descritos en las desventuras narradas en la titulada Relación del viaje (1657) del padre Diego Portichuelo. 3 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 185 15-11-13 9:22 186 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de restablecer los acuerdos con Inglaterra, y que estos conciertos se reforzaran para lograr una acción defensiva y ofensiva frente a Francia. Tras la caída del régimen de la Commonwealth, las relaciones con Inglaterra fueron difíciles dados los equilibrios que el rey Carlos II Estuardo tuvo que sortear, tanto a nivel interno como externo, lo que le hizo oscilar entre Francia y España, al mismo tiempo que emprendía nuevas guerras contra la república neerlandesa. El 11 de septiembre de 1660 se renovaban los acuerdos del tratado de 15 de noviembre de 1630 (Abreu, Colección. Felipe IV. Parte VII, 413-414). Este se ampliaría el 17 de diciembre de 1665 con 16 nuevos artículos secretos (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 1-27) en donde por su artículo 21 por lo que toca a ambas Indias y otras partes cualesquiera respectivamente en todo, la Corona de España concede al señor rey de la Gran Bretaña y sus vasallos todo lo que tiene concedido a los señores estados unidos de los Países Bajos y los vasallos dellos por su tratado de Münster del año de mil seiscientos y cuarenta y ocho, capítulo por capítulo y punto por punto sin faltar nada de ello (14). Es decir, venían a reconocerse las posesiones que ambos poseían en el continente americano, e Inglaterra disfrutaría de las ventajas comerciales de una nación amiga. El tratado sería renovado el 23 de mayo de 1667 (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 145-191), ratificado en septiembre de ese año (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 191-194). De hecho, a la altura de 1667, el 27 de julio, en el momento de iniciarse la llamada guerra de Devolución, es significativa la plenipotencia concedida al Marqués de Castel-Rodrigo, para proponer y asentar ligas ofensivas y defensivas con la Gran Bretaña, las Provincias Unidas y los príncipes del Imperio “para oponerse a los designios de la Francia” (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 212-213). No obstante, el 11 de julio de 1667, Carlos II de Inglaterra firmaba un tratado de paz y cooperación con Luis XIV (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 216-230). Pero, como bien sabemos, esta alianza anglo-francesa duró poco: el 23 de enero de 1668 se pactaba en La Haya la alianza entre Inglaterra y las Provincias Unidas (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 279-289) a la que se sumaría poco después Suecia (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 289-292) que desembocaría en la firma de la Paz de Aquisgrán de 1668. Es significativo que el embajador español en Londres, conde de Molina, enviara un despacho desde Londres el 24 de mayo de 1668 por el que daba su opinión sobre el tratado: una paz injusta y que no iba a durar. El embajador se hacía eco de los rumores que vaticinaban que Francia emprendería, según 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 186 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 187 unos, una nueva guerra contra las Provincias Unidas, contra Alemania, Milán o Cataluña, según otros, y que su política se centraría en el acrecentamiento del comercio con el consiguiente peligro para las Indias: Si emprende lo primero, la pérdida de los Países Bajos seguirá inefablemente a la de los Estados de Holanda; si entra en Alemania la ruina del señor emperador llevará tras sí la de Italia; si se aplica a hacerse dueño del comercio, la pérdida de las Indias será casi inevitable; y al fin por poco que aumente su poder, todos los demás potentados vendrán a ser sus tributarios y estarán obligados a seguir su ley, de manera que el estado de los príncipes de Europa vendrá a ser más desdichado por la paz que lo fue por la guerra; porque si desarman se exponen a la voluntad de este conquistador; y si quedan armados se consumirán por sí mismos (Maura 508). Para el citado embajador, la posible solución pasaba por la recuperación de la reputación española y con ella la de buscar alianzas para restablecer lo que llama “la balanza” e incluso, para inclinarla hacia el lado español. Así, proponía asegurarse el apoyo del emperador, Inglaterra, los Estados generales, Suecia y los esguízaros. El caso de Inglaterra era fundamental, pero eran necesarias contrapartidas. Según el conde, el rey inglés necesitaba dinero, y para ello debía sacudirse de la dependencia constante del Parlamento. Es por esta vía por la que le había tentado Francia, aunque había resistido: pero es muy seguro que si no hallan en nosotros algún recurso, se verá obligado a arrojarse en los brazos de la Francia para eximirse de la servidumbre en que le tiene su Parlamento. Y si la Francia le viniere a ganar, entonces despreciará a todos los demás potentados, porque junto con Inglaterra sería dueño de la mar, y por esta unión sería inevitable la pérdida de las Indias, por lo cual de nada tiene hoy la Francia más cuidado que de apartar al rey de Inglaterra de la alianza con los holandeses y de impedirle que haga alguna con nosotros, previendo bastantemente, que cuando estuviéremos unidos ella no podrá emprender cosa considerable y que estaremos siempre en estado de arruinarla el comercio (Maura 511). Por eso abogaba de nuevo en atraerse la amistad de Inglaterra, por las siguientes razones: la primera para impedir que no se junte con Francia, de que resultaría nuestra total ruina; la segunda por la reputación de nuestro partido; 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 187 15-11-13 9:22 188 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la tercera porque los hugonotes de Francia le tienen por su principal apoyo y pondrán los ojos en él siempre que trataren de removerse; la cuarta porque sin él la Holanda ni la Suecia no osarán nunca emprender nada en nuestra favor, por la aprensión que tendrán de que Inglaterra no se junte con la Francia; sobre lo cual también se ha de considerar que la Suecia está totalmente conjunta a Inglaterra y que su máxima fundamental es seguir los intereses y movimientos de las potencias marítimas; la quinta que tendremos siempre la retirada segura en sus puertos, que no son muy necesarios en caso de rompimiento y, al contrario, si estuviese unido con Francia, podría quitarnos la comunicación por mar con los Países Bajos e incomodarnos en las Indias; la sexta que en todo acontecimiento podremos sacar de este reino muy buena milicia y a precio razonable y tener también navíos que costarán mucho menos que los que V.M. hará armar a su costa; la séptima que en caso de rompimiento, cuando no haga otra cosa sino tener en la mar una flota de cincuenta bajeles de guerra, para inquietar las navegaciones y comercio de los mercaderes franceses haría a la Francia un daño irreparable y pondría a sus súbditos en desesperación (Maura 512). Las acciones diplomáticas emprendidas por Carlos II de Inglaterra conducirían al tratado de Madrid de 18 de julio de 1670 (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 498-513), ratificado en Westminster el 12 de agosto y en Madrid el 8 de octubre (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 522-526). Si bien son evidentes las ventajas económicas para la Gran Bretaña, el tratado firmado con España en 1670 fue un considerable avance en las pretensiones españolas de hacer frente a la amenaza francesa. Iniciada la guerra de Holanda en 1672, España y las Provincias Unidas firmarían un tratado de alianza en 1673 (Abreu, Colección. Carlos II. Parte I, 603-623). De esta forma, durante esa década, España había logrado sortear, mediante importantes concesiones, la presión holandesa e inglesa sobre las flotas españolas, para así poder hacer mejor frente común en el continente a Francia5. En este nuevo período, las relaciones que hablan directamente de los hechos bélicos en América reflejan la prolongación en el nuevo continente de la lucha contra Francia. En 1678, durante la guerra de Holanda, se publicó en España una relación del francés Gillan Chachal de Tribulan sobre la derrota De hecho, el acuerdo sería renovado el 10 de junio de 1680, por su artículo XII (Abreu, Colección. Carlos II. Parte II, 430-431). Ver Cruz Barney 31-32. 5 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 188 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 189 de la armada francesa al mando del conde d’Estress en la isla de Aves, cerca de la costa venezolana. El panfleto venía a reconocer el desastre francés, achacado a la impericia del conde, que murió en la expedición, y abogaba por pedir la firma de la paz ya que: si el inglés quebranta las paces se nos cierra el comercio por todas partes. Y habiéndonos hecho aborrecibles en la Europa, no hay duda que los potentados de Italia, si saca la espada el rey de la Gran Bretaña, a cuya mira están, han de procurar vengarse de los agravios que han recibido de nuestras fuerzas marítimas. Todas estas cosas consideramos ya muchos días sin haber previsto el daño referido de nuestra armada, lo hemos manifestado a su majestad cristianísima, para que en su consideración abrace una honesta paz, tan deseada de toda la Cristiandad. Más aunque lo reconoce su majestad y se inclina a ella, como son tantos los interesados en la guerra viendo tan de su parte la fortuna, no creyendo es voltaria y que al primer balance que contra nosotros dé, no ha de príncipe ni señoría que no tome las armas en nuestro daño, pues todos se sienten ofendidos de nuestras armas, no quieren sino que la guerra continúe, proponiendo a su majestad dilatarse su monarquía […] Dios nuestro Señor permita inspirar en los de los perturbadores de la paz y ambiciosos de la guerra a que amen y abracen una verdadera amistad y recíproca unión con los príncipes de Europa. Un escrito anónimo de 1678 redactado por un “inglés católico”, La Europa esclava si la Inglaterra no rompe sus cadenas y publicado en español en 1689, respaldaba que Inglaterra cortara sus lazos con Francia, ante el imparable avance militar de las tropas de Luis XIV. Una acometida que ya había amenazado los intereses británicos en las Indias (la citada expedición d’Estress): Y sobre adelantar sus progresos por tierra en las dichas provincias del País Bajo español en las fronteras de Alemania, en las de Cataluña y dentro la Sicilia, para que no se pueda dudar su formidable poder, toda Europa mira con espanto que de dos años a esta parte, con el pretexto de la guerra de Sicilia, se ha adquirido el Imperio absoluto del mar Mediterráneo sobre las costas de España y las de sus estados en Italia. Y aun con el exceso de sus fuerzas, de pocos meses a esta parte ha tenido aliento para enviar a las Indias, con una armada naval al conde de Etre, el cual, con ignominia de ingleses y holandeses, está actualmente haciendo conquistas por donde estas dos naciones no pueden dejar de ser con el tiempo cruelmente atormentadas y 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 189 15-11-13 9:22 190 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 incomodadas en lo más esencial y capital de sus intereses de estado y de comercio (La Europa esclava 10). Criticaba además los amaños franceses para conseguir el apoyo o la neutralidad inglesa con la promesa de entregarle sus conquistas en las Indias a fin de lograr la conquista de los Países Bajos: Porque habiendo el gobierno de Francia conocido prudencialmente que era imposible pasar a la conquista de las provincias del País Bajo español sin ofrecer plato que sazonase el gusto de su majestad británica, tuvo ardid para desunirle del interés de su reino, habiéndole hecho sugerir que si sacrificaba a su majestad cristianísima las provincias del País Bajo español, le cedería y dispondría las conquistas de las Indias españolas, por medio de cuyas riquezas se fortalecería y saldría de las dependencias del Parlamento. Aquí cierto el ñudo esencial de Francia y Inglaterra, que subsiste todavía en su todo (17). De esta forma, Francia había logrado el apoyo de Inglaterra en su lucha contra la república holandesa, que adornó además con la cuestión religiosa impulsando el catolicismo en la isla, para lo que contó con el apoyo de Roma. Gracias a ello, Francia estaba a punto de lograr la conquista de los Países Bajos y tras ello, según el autor, el rey de Inglaterra, apoyado por Francia, impondría el catolicismo y se impondría sobre el Parlamento. Con ello, además, Francia lograría el control de Inglaterra. Para evitarlo e impedir las ambiciones francesas, el autor animaba a que Inglaterra se uniese a la casa de Austria y a Holanda, a que se convocase un nuevo Parlamento –pues el actual estaba sobornado por Francia–, a expulsar a los delegados franceses, ordenar el regreso de todas las tropas británicas al servicio del rey de Francia y crear una armada poderosa para defender sus cosas. El autor del panfleto venía a rechazar cualquier argumento confesional o religioso, y advertía del peligro que para la supervivencia del Parlamento tendría un acuerdo semejante: Finalmente todas estas operaciones necesitan tanto de la ejecución cuanto me obligan a decir la verdad para que no entiendan mis hermanos que se trata de alguna disputa de religión, no siendo sino capa de lo que se fomenta para detener y hacer inútiles todas las juntas del Parlamento. Porque si su majestad cristianísima no falta a la palabra con su majestad británica, las Indias españolas y sus riquezas deben ser suyas, por medio de las cuales no tendrá ya necesidad nuestro monarca de juntar su Parlamento, y podrá entretener en Inglaterra cuantas tropas extranjeras querrá y por medio de ellas suprimir las 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 190 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 191 leyes y establecer nuevamente las que le convienen. Y si su majestad Cristianísima falta a la palabra con su majestad británica y conquista para sí las Indias españolas (como parece verosímil, según la política de Rocheliu que Luis XIV sigue punto por punto, no embarazándose con la fe de los tratados, como cruelmente lo experimenta España) considere cada uno lo que sucederá de Inglaterra que no dista más de siete leguas de Francia cuando el monarca desta nación habiendo añadido a sus conquistas las Indias españolas, por el oro y riquezas que le frutarán, se hallará en estado de reducir siempre y cuando quisiere la Inglaterra a el hambre y también de conquistarla si le pareciere, sin que ningún poder en adelante sea bastante para impedirlo (20). Por todo ello apelaba, a la postre, por un cambio de política: Por esta última reflexión se puede conocer que España está cayendo y con ella toda Europa, sin que se exceptúe Inglaterra, y que no habiendo otro que la pueda librar deste precipicio, es preciso acudir al remedio, así como se debiera correr al fuego si se hubiese emprendido en el palacio real; quiero decir, que no hay que perder los instantes si Inglaterra no quiere perecer con la que perece. La caridad, la religión y el interés propio de la patria requieren esta diligencia y piden que mi cara patria se anime y auxilie sus socorros a su antigua aliada y con esto salvándose a sí misma se adquirirá heroicamente la gloria de haber salvado todo el cuerpo cristiano del naufragio universal que el furor francés le amenaza (20). Faltaban, sin embargo, algunos años, para que esto se produjera. 2. Las Indias como argumento para hacer frente a Francia en Europa (1688-1697) Tras la firma de los tratados de Nimega en 1678 (Abreu, Colección. Carlos II. Parte II, 321-360), los años que siguieron fueron críticos para la Monarquía. Los tratados con Inglaterra y con las Provincias Unidas seguían siendo endebles ante la fuerza desplegada por la diplomacia gala. Inglaterra, agobiada por los problemas internos y financieros de Carlos Estuardo, y posteriormente de su hermano Jacobo II, siguió su política dubitativa y deudora de los subsidios franceses para que el rey pudiera hacer frente a sus problemas con el Parlamento. En Holanda, a pesar de 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 191 15-11-13 9:22 192 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la actitud decidida de Guillermo de Orange de construir un frente común anti-francés, amplios sectores se inclinaban por la paz y por pactar con Francia. Así las cosas, Francia emprendió su política de “reuniones” y a la altura de 1684 había avanzado sobre Luxemburgo y Alsacia sin apenas oposición, sin que España contara tampoco con el apoyo del Imperio. La tregua de Ratisbona (1684) (Abreu, Colección. Carlos II. Parte III, 84-93; Usunáriz, España y sus tratados, 455 y ss.) no frenó los avances franceses lo que causó, una vez más, la alarma en toda Europa y desembocó en la creación en 1686 de la Liga de Augsburgo, patrocinada por el Imperio y a la que se sumaron numerosos príncipes alemanes y España, todos ellos amenazados por la creciente expansión francesa. Por otra parte, el inicio de la revolución gloriosa en Inglaterra en 1688 que culminaría con la entronización de Guillermo de Orange, estatúder de las Provincias Unidas, y la declaración de guerra de Luis XIV contra los Estados Generales de la república y contra España, acabarían por condicionar la política exterior y por lograr lo que la monarquía hispánica había procurado durante décadas: una alianza defensiva y ofensiva contra Francia con las potencias marítimas. En estos momentos, como en épocas anteriores, para España, Inglaterra era la solución y así se publicó en varias relaciones. En el citado panfleto titulado Espíritu de Francia firmado por un tal Quirante del Toboso (1689), se atacaban las pretensiones de monarquía universal de Luis XIV. También se criticaba la apatía de España, que “hoy está adormecida” y que si no fuera por sus aliados “ya hubiera espirado”(16). Los aliados eran Inglaterra y las Provincias Unidas, sobre todo porque se jugaban mucho, y los intereses ingleses en las Indias corrían un serio peligro: el rey de Inglaterra tiene grande interés por su propia conservación y bien de su comercio de oponerse a las conquistas del rey de Francia en los Países Bajos pues si no lo hace antes que se pierda el país y la desdicha quisiese que Francia se apoderase de todas las diez y siete provincias, que es su designio y puede suceder si no ayudan a los estados y quedan solos, entonces ¿cómo le irá a Inglaterra? Francia tendrá más fuerzas en el mar y en las Indias que no ella, impediría su comercio a cada momento, teniendo una buena flota sobre el mar y principalmente en el canal, que no dejaría salir de ningún puerto de Inglaterra el más pequeño barco sin su permiso y con el más mínimo motivo su pérdida segura y sin remedio, no habiendo nadie que se osase mover para venir a defenderla (33). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 192 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 193 O, como se señala en otro panfleto, La salud de la Europa (1694), Francia era la principal beneficiaria del comercio indiano –a través de la venta de sus manufacturas– perjudicando tanto a España –por su debilidad y mal gobierno– como a Holanda e Inglaterra, por lo que la guerra era necesaria para los aliados (38-40). En Indias, el conflicto de los Nueve Años tuvo un especial impacto en la isla de Santo Domingo. En 1691, la armada francesa fue derrotada. Ese mismo año, Carlos de Sigüenza y Góngora narró las acciones en la isla de Santo Domingo en dos trabajos, El trofeo de la justicia española (1691) y la Relación histórica de los sucesos de la armada de Barlovento (1691), en donde Francia, por razón de Estado, se había convertido en el máximo peligro para los intereses españoles en el Nuevo Mundo: Ya llegan hasta la América las centellas de los incendios marciales con que se abrasa Europa, pero si allá se desempeñan las católicas armas, como acá se ha hecho, solo será el arrepentimiento y pesar lo que se inferirá de sus violentas resoluciones el cristianísimo rey de Francia. Allá, aunque sean aparentes y mal fundados, de necesidad ha de haber prestado motivos para el rompimiento, pero para hacer lo propio en las Indias, ni aun aquellos tiene, pues cuanto en ellas ocupan sus vasallos solo es a título de sinrazón y violencia con que, como siempre lo hacen, roban lo ajeno. Adelantarle los límites a su imperio sin más justicia que la que aseguran las armas es máxima de aquella corona, porque se lee entre las que escribió Maquiavelo y como al ejemplar de las cabezas supremas ordena el vulgo sus procederes, monstruoso, fuera en la nación francesa no hacer lo propio, pero así lo hacen (Sigüenza y Góngora, Trofeo 51). Se temía, como anotaba el padre Escalante en su Sermón fúnebre (1694) –en donde narraba además la victoria sobre los galos en Guárico y Yucatán–, la vecindad francesa, pues podía hacer lo mismo que había hecho en el continente: El día cuatro de julio de 1690 firmó V.E. en México un despacho para el general de la armada de Barlovento, don Jacinto López Gijón con orden de que no se abriese el pliego sino en presencia del gobernador y capitán general de la isla Española. Careáronse los dos y abierto el pliego se halló que ordenaba V.E. a dicho general de la armada asistiese con ella al general de la isla en caso de necesitar del socorro en las hostilidades de los franceses, que recelaba prudente la 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 193 15-11-13 9:22 194 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 gran comprehensión de V.E. sin más fundamento que saber estaban declaradas las guerras entre las dos coronas y padecer estas islas la mala vecindad de franceses en otras que han usurpado a la corona de España. Fue tan a tiempo la prevención que el mismo día cuatro de julio de dicho año había hecho llamada con una trompeta monsiur Coussy, general de un ejército francés y electo gobernador de la isla de la Tortuga a los españoles de la ciudad de Santiago de los Caballeros intimándoles la entrega de la ciudad… En definitiva, las Indias formaban parte de las aspiraciones a la “monarquía universal” de Francia, y salvar las Indias de tal pretensión debía ser el compromiso de España, pero también de aquellas naciones que se habían beneficiado de las concesiones españolas. Por carta de Quirós a Borgomanero de Bruselas, 1694, julio, 2 se dice: Es indispensable que subsista después de la paz la alianza defensiva existente y ella es la que principalmente procurará desbaratar Luis XIV para obtener la monarquía universal a que aspira. De seguro que no ha de cejar mientras no obtenga la sucesión de España (Baviera y Maura, Documentos inéditos II, 214). Fue este temor el que impulsó la colaboración, por ejemplo, con los ingleses a partir de 1692 (Fernández Nadal 1029). Bien es cierto que no tuvieron unos resultados especialmente buenos: las expediciones en la Martinica, las Barbados, San Pedro o Guadalupe protagonizadas por tropas inglesas apenas tuvieron repercusión alguna y resultaron un fracaso, por lo que decidieron atacar las factorías francesas en la bahía del Hudson, siempre en medio de un clima de desconfianza de los españoles, temerosos de que una presencia importante de barcos y soldados ingleses podría poner en peligro en un futuro la seguridad en la posesión. Además, una nueva expedición de la armada francesa al mando de Pointis en 1697 recuperaría el empuje galo en el Caribe, especialmente gracias al ataque, rendición y saqueo de Cartagena6. Fernández Nadal 1038-1040. Un resumen de la capitulación de Cartagena ante la armada francesa en Abreu, Colección. Carlos II. Parte III 433-435. 6 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 194 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 195 3. Una perspectiva diferente del papel de las Indias en la política exterior En 1697, el franciscano fray Agustín de Vetancurt resumía en su Teatro mexicano el papel que, según el autor, había desempeñado y desempeñaba América en la política exterior española: Y si no, ¿quién hace temblar al turco? ¿Quién hace parar sobre las manos al desbocado Flandes? ¿Quién pone espanto a Inglaterra? ¿Quién terror y miedo en Alemania, donde no está segura la herejía como lo está el Alcorán y barbarismo en Mauritania? ¿Quién alienta propias y extranjeras guerras en el mar del Norte y de Lepanto? El Nuevo Mundo de la Nueva España y Perú lo hace todo cuanto de su estómago robusto por tantos hilos y arterias de plata y oro reparte y deriva su sustancia a todos los términos del orbe (Ventancurt 49). Ciertamente, la historiografía tradicional ha venido tratando la posición de la América hispánica en la política exterior española como dispensadora de los fondos necesarios para su sostenimiento de tal forma que, cuando estos disminuyeron, la posibilidad de acción de la monarquía en Europa se vio seriamente afectada. Bien es cierto que en los últimos años esta afirmación, ligada estrechamente a una imagen de decadencia, ha sido matizada y revisada. En este sentido son de gran interés las tesis de Oliva Melgar para quien la falta de regularidad y el descenso del número de galeones de las Indias en el siglo XVII se debería no tanto a una crisis del comercio (la tesis clásica) como a una pérdida del control del sistema7, a causa del contrabando, del fraude “legalizado” y de la participación extranjera que durante la segunda mitad del siglo XVII, gracias a diferentes tratados, acabaron con el monopolio hispano (Oliva Melgar 61). En esta línea de revisión es muy atractivo el presupuesto de John Lynch de que el imperio español sobrevivió gracias al peso que adquirió América, convertido en el centro de gravedad de un sistema en el que España pasaría a un segundo plano (Lynch 24). Tesis que han sido desarrolladas notablemente por Noejovich, para quien el siglo XVII permitió la autonomía de los territorios americanos, en un proceso de adecuación a la realidad circundante (301). A Oliva Melgar 19-20. Similares tesis a partir de los datos del virreinato peruano las defiende Noejovich 287-305. 7 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 195 15-11-13 9:22 196 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 su vez Maltby, en su síntesis sobre el gobierno de los Austrias apunta que el sistema comercial imperial se adaptó a las circunstancias: la debilidad económica de España hizo que el comercio americano cayese bajo el control extranjero de holandeses e ingleses y la península pasó a ocupar un lugar secundario que afectó también a su capacidad de hacer frente a las guerras europeas (190). Sin embargo, creo que se olvida que la citada cesión del control comercial de las Indias sirvió para algo más que para poner fin a un ciclo en la organización comercial con el nuevo continente. América, en la desgastada baraja de la monarquía, fue el naipe útil para que el desastre continental no llegara a los extremos de la más absoluta descomposición. América fue utilizada en esa estrategia para hacer frente a sus problemas europeos, especialmente contra Francia y, al menos, durante el último tercio del Seiscientos, y a pesar de sucesivas derrotas, la alianza con las potencias marítimas tuvo una compensación. En este sentido son muy reveladoras las tesis de Díaz Blanco. En sus conclusiones perfila la rivalidad existente entre los Consejos de Indias y de Hacienda a la hora de establecer la política comercial con el Nuevo Mundo. Mientras que el primero abogaba por el mantenimiento de un sistema comercial tradicional y de monopolio, el segundo consideraba que el comercio y la carrera de Indias debía centrarse de forma prioritaria en la financiación de las guerras europeas de la monarquía, un tira y afloja que viviría diferentes etapas (Díaz Blanco 284-285). Es por esta razón que considero, a partir de los testimonios citados de relaciones y panfletos, que habría que enfocar las relaciones de la Monarquía Hispánica con los territorios americanos en esta segunda mitad del siglo XVII desde una perspectiva diferente –o al menos añadirla a las anteriormente expuestas–; es decir, desde la inmersión de los territorios americanos en la estrategia diplomática de la Monarquía para enfrentarse a los retos de la política europea tras las paces de Westfalia de 1648. Como bien señala Sánchez Belén, el expansionismo francés y la crisis financiera española hicieron que la diplomacia española definiera bien su programa de política exterior continental (Sánchez Belén 137-138), que, obligadamente, rompía con presupuestos ideológicos y estratégicos anteriores. Y en este diseño los territorios americanos jugaron un papel fundamental, más allá de ser una fuente –ciertamente no poco importante– de recursos. A partir de 1617, especialmente tras la firma del tratado de Oñate (Usunáriz, El tratado), dos fueron los objetivos de la política internacional de la Monarquía Hispánica: uno, confesional, la defensa del catolicismo frente a las fuerzas 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 196 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 197 protestantes europeas; otro, geopolítico, la preservación de la hegemonía de la casa de Austria en el continente. Ambos fines estuvieron indisolublemente unidos durante las primeras décadas del siglo XVII y formaron parte del diseño de una estrategia política: la defensa del catolicismo sería el fundamento “ideológico” de la Monarquía. Gracias a ello se pretendía aunar en torno a España, inmersa en un secular clima de providencialismo, a todos aquellos príncipes amenazados por el avance protestante en Alemania, en Inglaterra o en las Provincias Unidas o por la presión otomana en el Mediterráneo o en Centroeuropa. Gracias a este basamento confesional podría sostenerse el designio geopolítico: una casa de Austria hegemónica o al menos árbitro de las relaciones internacionales en el continente. La defensa de la religión se esgrimía, además, como un recurso que aunaba diferentes Estados o principados, para hacer frente a una Francia que, paralizada por los problemas internos, pretendía poner trabas al diseño estratégico de los Habsburgo. Sin embargo, estos fundamentos no eran, ni mucho menos, tan sólidos como podía pensarse. Los éxitos de los Austrias en Alemania al inicio de la guerra de los Treinta Años (1618), o en los Países Bajos con el reinicio de las hostilidades con las Provincias Unidas (1621), intentaron ser frenados por Francia mediante intervenciones locales que pusieran en entredicho el sistema de comunicaciones español o mediante el apoyo, directo o indirecto, a aquellos príncipes que podían hacer frente a las pretensiones habsbúrgicas, como Dinamarca primero, o la más temible y peligrosa Suecia, después. Eliminada la primera en 1629 y derrotada la segunda, especialmente tras la batalla de Nordlingen en 1634, la Francia de Richelieu –superados o controlados los problemas internos con los hugonotes y con los príncipes de sangre– optó por la intervención directa, poniéndose a la cabeza de un frente anti-Habsburgo. La declaración de guerra de Luis XIII en la primavera de 1635 tuvo consecuencias que fueron más allá de las militares. El principio sostenedor de la estrategia de los Austrias, la defensa del catolicismo, se vino abajo paulatinamente, con la entrada de Francia, católica, en el conflicto europeo, y la actitud, entre dubitativa y conciliadora, cuando no plenamente profrancesa, de la Santa Sede. La siempre difícil y tensa coalición con los Estados católicos alemanes, especialmente Baviera, se debilitó notablemente al privarla de su principal elemento de cohesión. Como bien se temía el preclaro Saavedra Fajardo, por carta escrita al conde duque en enero de 1633 desde Roma: Si [Baviera] se acordase con Francia, lo que hoy es causa de religión sería después de Estado, o a lo menos fácilmente se les daría este título, con que perderían mucho las armas imperiales, siendo esto 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 197 15-11-13 9:22 198 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 quien las acredita hoy con los príncipes católicos para que le asistan y no tengan por sospechoso a su poder (Cit. en Aldea 147, Apéndice I, doc. nº 2). El diseño de esta estrategia, también estuvo presente en el Nuevo Mundo, cada vez más determinante en la política del viejo continente. Durante la primera mitad del siglo XVII, y especialmente tras la ruptura de la tregua con las Provincias Unidas en 1621, la defensa de las posesiones ultramarinas fue prioritaria y los autores contemporáneos constataron la importancia de las Indias en el desarrollo de los acontecimientos en Europa. Esta defensa fue contemplada desde la doble perspectiva que hemos descrito en trabajos anteriores. La lucha contra los holandeses en América, especialmente en Brasil, fue vista como un conflicto religioso, como un episodio más de la lucha contra la herejía. Pero la lucha contra los holandeses era fundamental también para mantener la hegemonía continental de la casa de Austria, pues el entramado estratégico y comercial de la Monarquía Hispánica había sido puesto en peligro por la fuerza marítima neerlandesa y su defensa del principio de mare liberum, cuando se era consciente de que, en buena medida, el sostenimiento de la política exterior y el equilibrio de fuerzas en el continente dependía del flujo regular de la plata y del comercio americano. El objetivo de los holandeses de conseguir bases permanentes en el continente americano se basaba no solo en la búsqueda mercados y recursos sino también en la ruptura de la llegada de remesas que financiaban la política exterior española que ponían en peligro su capacidad de resistencia militar ante el ejército español y, por ende, su independencia (Usunáriz, América). Sin embargo, poco a poco, al igual que en el viejo continente, la confesionalidad dejó de ser, salvo como recurso retórico, uno de los argumentos. Y el peligro mayor para la seguridad del Imperio español, especialmente en Europa, no vendría tanto de los holandeses como de Francia. En efecto, la entrada de Francia en el conflicto bélico de la guerra de los Treinta Años en 1635, las rebeliones, entre otras, de Cataluña y de Portugal (1640) o la presión holandesa debilitaron la política de los Habsburgo que se vio abocada a un cambio de rumbo. Una mudanza que suponía, por un lado, el abandono de una política confesional de lucha permanente contra la herejía; por otro, la dejación paulatina de la defensa de la hegemonía de la casa de Austria. Estos pasos ya se habían dado con anterioridad, especialmente con la firma del tratado con Inglaterra en 1630. En el primer caso, y a partir de 1648, se buscó de forma consciente la paz e incluso la alianza con las potencias hasta entonces enemigas, como la república neerlandesa o Inglaterra. En el 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 198 15-11-13 9:22 América, la política internacional europea y las “relaciones de sucesos” españolas... 199 segundo supuesto se abandonó cualquier pretensión de hegemonía en beneficio del principio de equilibrio de poderes ante la amenaza creciente del poder hegemónico galo. América se adaptaría así a las nuevas circunstancias de la política exterior de la Monarquía y sirvió no tanto como sostén económico como para forjar una alianza continental que hiciera frente a las pretensiones hegemónicas francesas. No obstante, tras la paz de Ryswick (1697), el problema de la sucesión y las soluciones que ofrecieron unos y otros romperían esta política de alianzas con las potencias marítimas, a fin de lograr el mantenimiento de la unidad de los territorios de la Monarquía para el heredero. En este nuevo escenario, las Indias también jugaron su papel en la estrategia que adoptó la Corona española, apoyada ahora en la hasta entonces enemiga Francia. Bibliografía Abreu, José Antonio. Colección de los tratados de paz, alianza, neutralidad, garantía, protección, tregua, mediación, accessión, reglamento de límites, comercio, navegación, etc. hechos por los pueblos, reyes y príncipes de España […]. Reinado del señor D. Felipe IV. Parte VI. 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Se trata de una comedia genealógica de encargo, que formó parte de la campaña de propaganda emprendida por la familia de los Hurtado de Mendoza para prestigiar la figura de don García Hurtado de Mendoza, cuarto marqués de Cañete, quien como gobernador de Chile (1557-1561) había logrado notables avances en la pacificación del rebelde territorio de Arauco, pero cuyos méritos no quedaron reconocidos por Alonso de Ercilla en La Araucana. Se estudia, sobre todo, la imagen que la pieza ofrece del noble personaje en el contexto de su actuación en la guerra de Arauco, la cual generó en el Siglo de Oro un abundante corpus de obras literarias. Palabras clave: teatro español del Siglo de Oro, comedia genealógica, teatro y mecenazgo, García Hurtado de Mendoza, guerra de Arauco, Luis de Belmonte Bermúdez, comedia en colaboración. Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, collaborated play by nine playwrights headed by Luis Belmonte Bermúdez, was represented and published in Madrid in 1622. It´s a genealogical comedy, which was part of the propaganda campaign launched and paid by Hurtado de Mendoza’s family, in order to give prestige to the figure of don García Hurtado de Mendoza, 4th Marquis of Cañete, who as Governor of Chile (1557-1561) had achieved remarkable progress in pacifying the rebellious territory of Arauco, but whose merits were not recognized by Alonso de Ercilla in La Araucana. The article studies the image of don García in the context of the Arauco War, which generated a rich corpus of literary works in the Spanish Golden Age. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 203 15-11-13 9:22 204 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Key words: Spanish Drama of the Golden Age, genealogical comedy, theatre and patronage, García Hurtado de Mendoza, Arauco war, Luis de Belmonte Bermúdez, collaborated comedy. En el teatro español del Siglo de Oro existen varias piezas que tienen como tema la conquista de Chile y la prolongada guerra de Arauco. Dentro de ese corpus, hay algunas comedias que fueron encargadas por la propia familia de los Hurtado de Mendoza (primero por el mismo don García y luego por su hijo don Juan Andrés) con la finalidad de prestigiar la figura del cuarto marqués de Cañete, quien en su etapa como gobernador de Chile (1557-1561) había logrado notables avances en la pacificación del rebelde territorio de Arauco, pero cuyos méritos e importancia no quedaron reconocidos por Alonso de Ercilla en su famosa Araucana. Para tratar de contrarrestar aquel voluntario olvido se preparó un amplio programa de propaganda que incluyó no solo varias obras de teatro, sino también crónicas, biografías, poemas épicos, etc. Las tres piezas teatrales que presentan ese carácter de “obras de encargo” 1 son Arauco domado de Lope de Vega, la más famosa y conocida, la que más bibliografía ha generado (¡Lope es Lope!) y asimismo la que parece estar al comienzo de la serie (aunque su publicación se produce en 1625, su fecha de redacción es bastante más temprana, en torno a 1599-1603); El gobernador prudente de Gaspar de Ávila (puede datarse en torno a 1624-1625, pero no sería publicada hasta 1663); y la obra que hoy me ocupa, Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, comedia “perpetrada” –y con la elección de esta palabra adelanto ya un juicio valorativo sobre su escasa calidad dramático-literaria– por nueve ingenios capitaneados por Luis de Belmonte Bermúdez, la cual se representó y publicó en Madrid en 1622 2. 1 Algunas hazañas es una obra que hay que estudiar en el contexto del mecenazgo teatral y literario, concretamente en la categoría de las comedias genealógicas de encargo (también denominadas comedias histórico-políticas). Ver Ferrer, Sommer-Mathis et al. y Zugasti. Como es de suponer, estos encargos nobiliarios para escribir elogiosas piezas genealógicas de algún personaje de la familia dejaban pingües beneficios a los dramaturgos (o a los autores literarios, en general, pues también hay encargos en otros géneros distintos del teatro). 2 Para el análisis de esta pieza ver especialmente Vega García-Luengos 204-210; Antonucci 32-35; Lee 184-203; Dixon 84-85; Lerzundi, Arauco 25-32 e “Introducción”; y Castillo 115-125. Cito por la edición moderna de Lerzundi, que cuenta con numeración de los versos, pero modificando levemente, sin indicarlo, algunas grafías y la puntuación. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 204 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 205 En sus cuatro años de gobernación, 1557-1561, el marqués de Cañete había impulsado la pacificación de aquel “Flandes indiano” 3 que fue Chile (tras la muerte de Pedro de Valdivia, la rivalidad por el poder entre Aguirre y Villagra había favorecido la rebelión araucana, comandada por Lautaro, que se prolongaría, con intermitencias de paz más o menos estable, durante muchas décadas). Las citadas tres comedias de encargo presentan, como es natural en piezas que nacen con voluntad panegírica, varios puntos en común a la hora de mostrar la figura de don García con perfiles positivos, si bien cada una de ellas ofrece sus propias peculiaridades o focaliza su atención en aspectos diferentes. No puedo detenerme ahora en un comentario detallado de lo que sucede en Arauco domado y en El gobernador prudente 4, pero baste recordar que en estas dos piezas –y lo mismo sucederá en Algunas hazañas– el elogio de don García lo vamos a encontrar puesto en boca de muy distintos personajes y se va a llevar a cabo desde múltiples perspectivas. Todos, incluidos los enemigos, ponderarán su nobleza, prudencia, valor, generosidad, sentido de la justicia, etc. Y, por supuesto, también sus propios hechos y sus palabras en escena servirán para trazar su idealizado retrato teatral. El reconocimiento de sus méritos y virtudes se reitera de forma continuada: lo elogiarán todos, españoles y araucanos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, con frases y expresiones que, consideradas en su totalidad, vienen a conformar un acabado panegírico del personaje. En efecto, todas las comedias nos lo presentan como un general valiente y previsor, generoso, nada codicioso (no son posibles las acusaciones de codicia porque, se insiste, la tierra chilena es pobre), un magnífico gobernador, piadoso y cristiano (esto, sobre todo, en El gobernador prudente), fiel a su rey y con un firme proyecto de pacificar el rebelde territorio araucano para lograr la consecución de una monarquía católica y universal. En suma, en estas piezas dramáticas se destacan las virtudes de don García como vasallo leal a su monarca, militar avisado y gobernador justo. El resultado de conjunto, como no podía ser de otra manera, es una visión Por emplear el marbete que acuña el jesuita Diego de Rosales en el título de su crónica; la asimilación de Chile con Flandes, con distintos valores y significados, ya tenía precedentes de uso en otros autores (ver ahora el valioso trabajo de Baraibar, en este mismo volumen). 4 En otros trabajos he analizado la imagen idealizada que de don García ofrecen Arauco domado y El gobernador prudente. Ver Mata Induráin, “El imaginario indígena en el Arauco domado” y “El imaginario indígena y la justificación…”. 3 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 205 15-11-13 9:22 206 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 altamente idealizada y panegírica del personaje. Ahora bien, cabe añadir –para cerrar estos comentarios preliminares– que ninguna de estas obras logró elevar a don García a la categoría de héroe histórico-literario, mítico, capaz de pervivir en el imaginario colectivo, tal como concluyera con certeras palabras Germán Vega García-Luengos: En resumidas cuentas, esta historia que rematan los nueve ha sido una empresa de todos contra Ercilla, pero con Ercilla, con sus armas y con su admiración. A pesar del sólido prestigio de tantos espadones en lucha, decidieron el triunfo final los méritos literarios. Y es que Alonso de Ercilla cantó pro domo sua, con el calor de las cosas cordiales, mientras que Lope, Mira, Belmonte, y tantos otros asalariados de los Hurtado, lo hicieron por la casa y por la causa de los demás. El Marqués de Cañete nunca consiguió desplazar, ni siquiera acompañar a Caupolicán en la galería de los mitos áureos (210; ver también Morán Martín 86; y Castillo 90-91). Sin duda, al momento de componer La Araucana, Ercilla no habría olvidado todavía el grave incidente personal que tuvo lugar entre él y don García en la ciudad de La Imperial en 1558, y esta es la razón que explicaría el no haber dado el suficiente relieve a la figura de don García Hurtado de Mendoza. Recordaré que Pedro de Oña, en el exordio de su Arauco domado, dejó consignado que una de las razones que le movían al componer su poema era “ver que tan buen autor, apasionado, / os haya de propósito callado”. Y si, como ingeniosamente señala Vega García-Luengos, “La mancha de literatura con literatura se quita” (201), es fácil de comprender que la familia Hurtado de Mendoza encargara y patrocinara económicamente una extensa e intensa campaña de propaganda que se desarrolló, a lo largo de una treintena de años aproximadamente, en América y en España, en dos etapas cronológicas cuyos principales hitos pueden resumirse así: en Perú, con la redacción de obras encargadas por el marqués de Cañete, como la crónica de Mariño de Lobera (1589) y el Arauco domado de Oña (1596); y más tarde en España, primero por iniciativa del propio don García (Arauco domado de Lope, en el quicio de los siglos XVI y XVII), y luego, tras su muerte ocurrida en 1609, por encargo de su hijo don Juan Andrés, correspondiendo a esta nueva fase la biografía de Cristóbal Suárez de Figueroa del año 1613 y las comedias genealógicas de los nueve ingenios (1622) y de Gaspar de Ávila (en torno a 1624-1625, coincidiendo con la entrega a las prensas, en ese año de 1625, de la comedia lopesca). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 206 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 207 1. Datos externos, estructura interna y fuentes Resumiré a continuación, de forma muy somera, los principales datos externos sobre la comedia (autoría y datación, representación y publicación), así como los relativos a su estructura interna y las fuentes manejadas por los autores, dejando para otro apartado el comentario de algunas valoraciones que ha ofrecido la crítica acerca de Algunas hazañas. La pieza que nos ocupa, que ha sido calificada por Patricio C. Lerzundi como “tragicomedia histórica” 5, fue escrita en colaboración por nueve ingenios, siendo el coordinador del proyecto el sevillano Luis de Belmonte Bermúdez, quien estaba en México hacia 1604 y en 1605 había pasado a Lima; allí conoció a Pedro de Oña y al propio don García Hurtado de Mendoza, de forma que “pudo informarse en detalle de todos los hechos históricos relacionados con la conquista de Chile” (25) 6. Los demás dramaturgos que colaboraron en la escritura de la pieza fueron Juan Ruiz de Alarcón, Luis Vélez de Guevara, Antonio Mira de Amescua, Guillén de Castro, Fernando de Ludeña, Jacinto de Herrera y Sotomayor, Diego de Villegas y Francisco de Tapia y Leyva, conde del Basto 7. Y aunque varios de ellos eran dramaturgos de reconocido prestigio y competencia (los cuatro primeros ocupaban un lugar destacado en el panorama teatral del momento, mientras que los otros cuatro eran menos importantes), la calidad del producto resultante de esta colaboración a tantas manos no podía menos que resentirse. La existencia de piezas dramáticas escritas en colaboración es fenómeno bien conocido –y últimamente bastante estudiado– en el teatro del Siglo de Oro español: para atender la fuerte demanda del público de los corrales de comedias, que exigía continuas novedades en los títulos representados, los dramaturgos debían trabajar muchas veces contra el reloj para cumplir con los plazos de los compromisos acordados con los autores de las compañías, y una forma de hacerlo con más comodidad consistía precisamente en repartirse el trabajo entre varios. Lo más habitual era la colaboración entre tres ingenios, a razón de una jornada para cada pluma, y en cambio resulta mucho más “Publicada en 1622 con el rótulo de comedia, atendiendo a su temática, Algunas hazañas… cabe dentro de la clasificación de ‘tragicomedia histórica’” (Lerzundi 2). 6 Para el personaje histórico, ver la biografía de Cristóbal Suárez de Figueroa, Hechos de don Hurtado García de Mendoza…, y el trabajo moderno de Campos Harriet. 7 Datos de los nueve autores en Lerzundi, Arauco 25-30. 5 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 207 15-11-13 9:22 208 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 excepcional –aunque sin ser tampoco caso único– el de una comedia escrita a nueve manos 8. Como bien señala Lerzundi, “Lo que llama la atención en Algunas hazañas…, más que el hecho de que sea una obra escrita en colaboración, es que es una de las pocas que cuenta con nada menos que nueve autores” (25). Ya Luis Fernández-Guerra y Orbe evocaba, a la altura de 1871, varias de las características de esta redacción en colaboración, al tiempo que apuntaba otras circunstancias atingentes a la representación y publicación en formato lujoso de la pieza que nos ocupa: Muerto el piadoso príncipe [Felipe III], sucediéndole su hijo, con destinada afición a las musas del teatro, juzgó don Juan Andrés que en la escena se debía también presentar con toda su grandeza la figura del noble don García; y encomendó la tarea de disponer una comedia en su elogio al poeta Luis de Belmonte Bermúdez, que le había conocido y debido atenciones, siendo virrey del Perú, en el año de 1605. Belmonte, para dar mayor importancia y realce a la ofrenda, llamó a la parte del trabajo y de la gloria a algunas personas a quienes estimaba por amigos y muy sutiles ingenios. Reuniéronse nueve colaboradores, sin duda como observa con su habitual penetración el señor Hartzenbusch, para representar las nueve musas; y tomando por guía el libro del doctor maldiciente [los Hechos… de Suárez de Figueroa], trabajaron la comedia intitulada Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, dedicándola a su hijo y sucesor el gentilhombre de la cámara de Su Majestad. Representose, con extraordinario aparato, riqueza de trajes y admirable perspectiva, el año de 1622; y se imprimió lujosamente, aderezándola con dedicatoria y prólogo al lector y con los nombres de los poetas, y expresión de la parte de trabajo que a cada cual había correspondido (358). ¿Cuál es la relación que unía a los nueve colaboradores, y a ellos a su vez con Lope, autor de la precedente comedia del mismo tema Arauco domado? Reduciéndolo a lo esencial, se trata de la coincidencia de casi todos ellos 8 Se suele recordar el caso similar de La mejor luna africana y Rey Chico de Granada, estudiada por Carrasco Urgoiti y más recientemente por Matas Caballero. En cualquier caso, no me detengo en los mecanismos de la escritura en colaboración (tema que cada vez va contando con más bibliografía: ver Matas Caballero, “El Arte nuevo” y Cassol y Matas Caballero, en prensa), sino que me centro en la caracterización del personaje a lo largo de la comedia en su conjunto, haciendo abstracción de la autoría de cada segmento. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 208 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 209 en las justas poéticas madrileñas en honor de San Isidro de los años 1620 y 1622, tal como ha explicado Lerzundi, entre otros críticos: Se ha visto que el interés de Lope por el tema de Arauco se remonta a 1598 y a través de muchas fuentes no necesariamente por conseguir el favor de los Cañete. Por otra parte, Luis de Belmonte estuvo en contacto directo con Pedro de Oña y con don García Hurtado de Mendoza entre los años 1605 y 1606 en el Perú. Durante las justas poéticas de San Isidro de 1620 y 1622, en donde se reúne la mayoría de los nueve ingenios, Lope había servido como secretario y organizador de ellas. En la justa de 1620 concurrieron Luis de Belmonte, Jacinto de Herrera, el conde del Basto, Guillén de Castro y Diego de Villegas; en la justa de 1622 concurrieron Mira de Amescua, Guillén de Castro, el conde del Basto, Diego de Villegas y Fernando de Ludeña. Se deduce que es a partir de la justa de 1620 cuando comienza a formalizarse el proyecto de Algunas hazañas… (31). ¿Y cuál fue la intervención que tuvo cada uno de ellos en el proyecto común? No es mi propósito analizar las características de esta comedia en cuanto tal obra en colaboración, para valorar la aportación de cada poeta y explicar cómo se produce el ensamblaje de las distintas piezas, sino presentar cómo aparece tratada la figura de don García en el conjunto. Me limitaré aquí a dejar constancia del orden de las aportaciones hechas por cada dramaturgo y del número de versos de que constan. Hay que recordar que la dedicatoria a don Andrés Hurtado de Mendoza, así como las palabras dirigidas al “Lector”, son de Belmonte, como seguramente es suyo también el plan organizativo general de la obra y la labor de coordinación de los distintos ingenios. Los versos de la comedia se distribuyen así: en la Jornada I, los vv. 1-260 (un total de 260 versos), son de Antonio Mira de Amescua; los vv. 261-404 (144), de Francisco de Tapia y Leyva, conde del Basto; y los vv. 405-1218 (814), de Luis de Belmonte. En la Jornada II, los vv. 1219-1584 (367) corresponden a Juan Ruiz de Alarcón; los vv. 1585-1956 (372), a Luis Vélez de Guevara; y los vv. 1957-2119 (163), a Fernando de Ludeña. En fin, en la Jornada III escribe los vv. 2120-2471 (352) Jacinto de Herrera y Sotomayor; los vv. 2472-2701 (230), Diego de Villegas; los vv. 2702-3045 (344), Guillén de Castro, y remata la faena Belmonte, que es el único que repite, con los vv. 3046-3195 (150). En cuanto al contenido, a los hechos de la guerra de Arauco referidos por la comedia, tampoco es este el momento de copiar por extenso el resumen 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 209 15-11-13 9:22 210 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 argumental 9; baste para mi propósito con decir que la acción se inicia tras la muerte de Valdivia y la llegada del nuevo gobernador, el mozo don García, y termina con el cautiverio, la conversión al cristianismo y la muerte del toqui Caupolicán. Por lo que respecta a las fuentes manejadas por los autores –aspecto que en esta ocasión no puedo detenerme a comentar con detalle–, baste con decir que los nueve ingenios se remontan, en última instancia, a aquella original de la que bebieron todos quienes escribieron sobre la guerra de Arauco y sus gentes: La Araucana de Ercilla, a la que hay que sumar el Arauco domado de Oña, los Hechos de don García Hurtado de Mendoza… de Cristóbal Suárez de Figueroa y también el Arauco domado de Lope (recordemos que, aunque publicada en 1625, la comedia del Fénix habría sido la primera de la serie, con probable fecha de redacción en el período de 1599-1603)10. No existen, en cualquier caso, mayores pretensiones de fidelidad a los hechos históricos, aspecto resaltado por Vega García-Luengos: “La comedia no sólo es la culminación de ese empeño de mitificación interesada de Don García, también marca el extremo al que llega la deformación de unos hechos ocurridos tres cuartos de siglo antes” (206). Gracias a los asientos contables correspondientes a los gastos de la comedia, recuperados y estudiados por Varey y Shergold 11, sabemos que fue representada en Palacio, en el cuarto de la Reina, entre el 5 de octubre de 1622 y el 8 de febrero de 1623, en la que fue la primera campaña teatral cortesana de Felipe IV; y que la obra se llevó a las tablas con mucha pompa y riqueza de decorados, a cargo de dos compañías, la de Cristóbal de Avendaño y la de Pedro de Valdés, algo que no resultaba estrictamente necesario atendiendo al reparto. El objetivo habría sido entonces el de dar la mayor vistosidad Ver Lerzundi, Arauco 31-32; y Vega-García Luengos 208-210. Ver Lerzundi, Arauco 74-76. Escribe Antonucci que “La secuencia argumental es la misma de Arauco domado de Lope; pero ahora el influjo del poema de Oña es prácticamente nulo, y la comedia sigue más bien los cantos XVI-XXXIV de La Araucana de Ercilla” (32). 11 Ver Varey y Shergold, “Some Palace Performances” y Comedias en Madrid, 128. Escribe Ferrer: “No podemos saber a ciencia cierta hasta qué punto la obra compuesta por Juan Ruiz de Alarcón, Mira y los otros dramaturgos sobre las hazañas de García Hurtado de Mendoza se escribió bajo el impulso de la familia o a iniciativa de los mismos dramaturgos, pero la obra fue representada ante la reina entre octubre de 1622 y febrero de 1623” (116). Vega García-Luengos recuerda el detalle de que “En la documentación palatina la comedia recibe los títulos de Las victorias del Marqués de Cañete y Las hazañas del Marqués de Cañete” (199, n. 2). 9 10 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 210 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 211 posible a las escenas bélicas, a los combates de españoles y araucanos, según argumenta Germán Vega: “El número de dramatis personae no lo exige. Se trataría de engrosar los ejércitos castellano y araucano en aras de una mayor espectacularidad” (205). En la misma línea, Fausta Antonucci ha puesto de relieve que nos encontramos con un texto que supone un espectáculo de cierto aparato: 18 actores en el reparto más comparsas y dos coros de música, desfiles de ejércitos, peñas que se abren y figuras que se hunden, sonidos de guerra y tempestades fingidas (32). Por su parte, Miguel Zugasti ha comentado la abundancia de medios económicos con que se contó para la ocasión, lo que parece desprenderse no solo de la rumbosa representación sino además del hecho de que el texto se imprimiera exento, y con mucha calidad en comparación con lo que era habitual, ese mismo año de 1622: Especial consideración merece el magno estreno que tuvo lugar en palacio en 1622 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, que corrió a cargo de dos compañías: la de Cristóbal de Avendaño y la de Pedro de Valdés […] El texto se imprimió de forma independiente y en edición lujosa, lo que junto a la cantidad de colaboradores hace suponer que los Hurtado de Mendoza seguían perseverando en su tarea de autopromoción, ahora con el nuevo rey Felipe IV, recién llegado al trono (58). En efecto, la publicación en Madrid, por Diego Flamenco, 1622, no se corresponde con la de una suelta al uso, sino de una edición mucho más cuidada en la que el texto de la comedia va antecedido por una portada que incluye el escudo nobiliario familiar y el pie de imprenta; se utiliza una buena tipografía y se añaden filetes y grabados de adorno, a lo que hay que sumar la inclusión de varias hojas preliminares con los “Personajes desta comedia”; una dedicatoria “Al marqués de Cañete” firmada por Belmonte (comienza: “Rasgos humildes y dibujos pequeños de las hazañas ilustres de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, padre de Vuestra Señoría, están pidiendo con dichoso acuerdo un heroico mecenas que los ampare…”); y unas palabras dirigidas a los lectores, que van sin firma pero son también de Belmonte, donde los araucanos son presentados como “los indomables bárbaros de Chile” y se lee además lo siguiente: “El estado de Arauco, breve en el sitio, pues contiene solas diez y ocho leguas, está labrado con güesos 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 211 15-11-13 9:22 212 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de españoles, que con menos soldados de los que ha costado Chile se hizo Alejandro señor de todo Oriente”; y, en fin, la tabla de “Poetas que escribieron esta comedia”, con una sumaria indicación de las partes redactadas por cada uno de ellos. Son, por tanto, dos los indicios –el de la representación a cargo de dos compañías y el de la cuidada impresión exenta– los que parecen estar indicando que la familia apoyó con abundantes recursos económicos el proyecto de esta comedia. Y es que, como han destacado varios críticos (Ferrer, Vega, Dixon…), los Hurtado de Mendoza intentaron su autopromoción con Felipe IV, por medio de una campaña que se extendió por más de treinta años, para tratar de alcanzar –“al parecer sin el éxito esperado”, matiza Ferrer (116)– las mercedes regias en reconocimiento a los muchos y buenos servicios prestados a la Corona por don García. Otro detalle interesante que ha señalado la crítica, y que conviene hacer notar aquí, es que Algunas hazañas fue una pieza bastante popular que contó con numerosas representaciones en el Chile del siglo XVIII, según refiere el historiador Francisco Encina: En la segunda mitad del siglo [se refiere al XVIII, y al territorio chileno] se generalizó la representación de verdaderas piezas teatrales, todas de autores españoles o peruanos. Parece que la más popular fue la intitulada Algunas hazañas de las muchas de Don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, escrita en colaboración por siete [sic] ingenios (citado por Lerzundi, “Introducción”, 7). 2. Algunas hazañas ante la crítica La crítica se ha mostrado unánime al señalar la mala calidad de esta comedia, que se resiente precisamente, como ya he indicado, del propio carácter de obra en cuya composición intervinieron muchas plumas. En realidad, el principal defecto deriva de la circunstancia de la autoría múltiple, lo que hace que la acción no sea unitaria ni se desarrolle de forma coherente, sino que asistamos más bien a una sucesión de parlamentos excesivamente largos colocados unos detrás de otros. Mediocridad, falta de coherencia organizativa y de intensidad dramática, yuxtaposición de episodios y parlamentos (la palabra prevalece con mucho sobre la acción, grave defecto tratándose de una obra de teatro…), reiteraciones innecesarias, cabos sueltos e hilvanes a 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 212 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 213 la vista en el “cosido” de las distintas piezas que forman la comedia, tales son los mayores defectos señalados por distintos estudiosos, algunas de cuyas opiniones acopiaré a continuación. Muy negativa fue, por ejemplo, la de Marcelino Menéndez Pelayo, radical y tajante como otras muchas suyas: “En conjunto, la obra es monstruosa, como podía esperarse de un poema dramático repartido entre nueve personas que destrozan un texto histórico para hacer mangas y capirotes de él” (289). Bernard Moses se refería a ella como “mediocre work by a number of authors” (210). Para Rodolfo Usigli, se trata de un “vergonzoso engendro en general; se perciben todas las junturas, y caracteriza en su falta de unidad y en su desequilibrio los defectos capitales del teatro romántico español y ninguna de sus virtudes líricas” (citado por Lerzundi, 326-327). Lohman-Villena la presenta como “la desatinadísima comedia que compuso Belmonte con ocho ingenios más” (110); y opiniones similares de valoración negativa han sido vertidas por otros muchos críticos. Veamos por ejemplo este comentario de Mónica Lucía Lee: En el análisis de Algunas hazañas… deben considerarse, pues, dos factores determinantes: el carácter apologético y la autoría múltiple. Ambos imponen restricciones que alteran el producto final; al primero se debe que la obra sea un compendio de escenas y desarrollo de temas destinados a ensalzar la figura de don García, en tanto que el segundo resulta en una obra estructurada como un “mosaico”, cuyas piezas, si bien caben dentro de un patrón intencional y argumental común, difieren una de otras. Esta fragmentación resta coherencia al nivel de la fábula, resultando en una pieza pobremente estructurada (184). También Vega ha insistido en la falta de coherencia organizativa, en el carácter deshilvanado de los distintos segmentos escénicos, así como en el desorden cronológico y la libertad en el uso de los datos por parte de los autores: En relación con estos aspectos intertextuales, hay que subrayar la libertad en el manejo de los datos. La figura de Don García está ligada a una serie de episodios, gestos, palabras, que tienen un orden, más o menos respetado en las obras anteriores, aunque se pueden mencionar unos y callar otros. En nuestra comedia se selecciona y trastrueca la secuencia con total desparpajo. Cada autor parece gozar de más autonomía de la conveniente, para la coherencia del producto final, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 213 15-11-13 9:22 214 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 a la hora de escoger del plantel de episodios los que considera más oportunos (207) 12. En fin, para Castillo, “la múltiple autoría fragmenta y deslavaza el hilo argumental y las conexiones internas de la acción para dar como resultado una comedia muy pobre” (116). 3. El retrato de don García Hurtado de Mendoza en Algunas hazañas Pero me centraré ya en la imagen que de don García nos ofrece esta pieza dramática. Acierta Antonucci al señalar: “Evidentemente la comedia quiere construir en el personaje de don García un modelo de noble guerrero, y con este fin acentúa sus virtudes caballerescas” (33); y al añadir después: El don García de los nueve dramaturgos no remite pues, a todas luces, al modelo lopesco del jefe-padre severo, sino a un modelo más moderado (aunque por lo visto también paternalista), el del jefe cortés, del jefe-amigo, que trata de entablar relaciones de paridad, más favorables al éxito de su programa de conquista (34). Para Germán Vega: El planteamiento de estos nueve plumíferos aduladores no ha sido el de erigir a D. García en protagonista de acciones virtuosas, como le correspondería al género dramático, sino, más bien, el de sacar a escena gente, de variada condición, que proclame una y otra vez que es virtuoso (207). En fin, coincido plenamente con Castillo cuando afirma: “Se trata de una obra completamente encomiástica de la conquista y colonización de Chile sin la menor crítica a la actuación española en dicha empresa” (115). 12 Y añade: “Aunque la obra pretende conducirse intermitentemente por los cauces habituales del género de la comedia ‘histórica’, es decir, la guerra y el amor, son pocos los pasos que logran darse en la maraña de intervenciones desorganizadas. Más pendientes de hablar que de actuar, los guerreros andan huidizos y los enamorados se despistan. Toda la acción se resuelve en conatos de enfrentamiento, en idas y venidas de espías, traidores, desertores y amantes” (207). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 214 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 215 A continuación, iré comentando los hitos principales de la comedia, aquellos pasajes que me parecen más significativos en la construcción dramático-literaria del protagonista. 1) La primera mención de don García. Está puesta en boca de Galvarino, que se presenta con las manos cortadas en medio de la fiesta con que los araucanos están celebrando la victoria obtenida sobre Valdivia y Villagrán, bebiendo sangre en la calavera del primero, convertida en macabro vaso (ver para este motivo el trabajo de Donoso), y compitiendo entre ellos en pruebas de fuerza y habilidad. La alegría generalizada se ve interrumpida por la irrupción de Galvarino, quien avisa de la llegada de los españoles en seis navíos: Galvarino Domar quieren a Arauco sobre los reinos de Neptuno y Glauco, y su gente gobierna un joven de valor y fama eterna que llaman don García Hurtado de Mendoza, luz del día. El marqués de Cañete victorias desde Lima al rey promete; la Fama al Virrey dijo que Arauco está rebelde, y a su hijo, mancebo bravo y fuerte, envía con poderes de la muerte (vv. 230-241). En este pasaje, correspondiente a la parte escrita por Mira de Amescua, me parece que no resulta gratuita la elección del verbo domar, en tanto en cuanto todos los espectadores sabrían que el resultado final de la acción del nuevo gobernador sería un Arauco domado (con un claro eco de los títulos de Oña y Lope). 2) La genealogía del marqués de Cañete. Cuando los araucanos, espoleados por la briosa arenga de Galvarino, van a lanzarse al combate, los detiene el anciano Colocolo, quien traza la genealogía del preclaro enemigo español: Colocolo ¿Dónde vais a morir determinados cuando se os llega el postrimero día? ¿Habéis previsto el orden de los hados? ¿Sabéis quién es aqueste don García? Volved a detener los pies airados: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 215 15-11-13 9:22 216 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 no os admiréis de que la lengua mía os refiera de quién ha procedido, que en libros españoles lo he leído. Deste, pues, don García, cuya extraña majestad es de Júpiter desmayo, pues ya le tiembla la divina hazaña, de aquestas Indias generoso rayo, su primero ascendiente fue de España tan gran restaurador como Pelayo (vv. 260-273). Ciertamente, en la realidad histórica era imposible, y así lo ha puesto de relieve la crítica13, que Colocolo hubiese leído esa ascendencia de don García, y nada menos que “en libros españoles”, pero la mención resulta especialmente significativa, precisamente porque el autor (se trata aquí de la contribución debida al conde del Basto) muestre al personaje araucano habiendo asimilado ya por completo el discurso del enemigo, de su futuro vencedor. Escribe Castillo a este respecto: Algunas hazañas sigue en esto [en el resumen genealógico] los Hechos de Don García de Suárez de Figueroa; lo interesante es que aquí las gestas las narra un indio –mientras que en Ávila lo hace Don Luis y en Lope, Rebolledo– añadiendo así un grado más a la gloria que supone la empresa de los peninsulares (120). Este pasaje estrictamente genealógico es bastante extenso (va desde el verso 274 hasta el 375) y se remonta desde los orígenes más remotos de la familia hasta el padre de don García. Concluye con una nueva alusión elogiosa, con la petición de Colocolo a los suyos para que no peleen contra quien es dominador de los elementos de la naturaleza (vv. 356-363). 3) La humildad de don García. En el siguiente bloque dramático, de Belmonte Bermúdez, el presunto coordinador de los nueve ingenios y autor él de un mayor número de versos, asistimos a la construcción de un fuerte. La escena sirve en esta ocasión para subrayar la humildad y el valor del capitán 13 Escribe Lee: “Las posibilidades de que Colo Colo supiera leer español y, más aún, de que tuviera acceso a textos sobre la genealogía del joven gobernador son más que escasas. Sin embargo, lo que interesa es cómo el autor da por sentado el proceso de asimilación del discurso español por el Nuevo Mundo” (189); y Vega García-Luengos: “nunca comprenderemos cómo se las ha arreglado para leer tantas crónicas españolas” (207). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 216 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 217 español, quien no duda en poner su esfuerzo y sus riquezas al servicio de la conquista. Reinoso pondera el ejemplo que da don García, quien ayuda a los soldados transportando él también espuertas de tierra con las que reforzar la fortificación, acción con la que dilata su fama “con prudencia y con valor” (v. 456). El ejemplo de un noble tan encumbrado que no le hace ascos al trabajo físico anima, claro está, a los soldados; pero no es solo eso, sino que don García ha mandado sacar las bandejas de plata de su ajuar para acarrear con ellas la tierra. Cuando don Felipe le indique que el valor se enoja de verlo en tan humilde acción (recordemos la idea extendida en aquella sociedad de que el trabajo manual era impropio de nobles, pues deshonraba), estas serán las palabras de respuesta de don García: Marqués Hoy haré mi nombre eterno donde el vuestro el tiempo escriba, porque en esta tierra estriba el peso de mi gobierno. Y así, dejando apariencias de culpadas gravedades, siembro en la tierra humildades para coger obediencias (vv. 500-507). Así pues, este episodio cumple en la comedia de los nueve ingenios la función de poner de relieve la humildad de don García, pero no aparecerá aquí, en cambio, la escena del tenderse el gobernador al paso del Santísimo Sacramento (para que el sacerdote que lo porta pase por encima de él), de gran eficacia dramática, que está presente en el Arauco domado de Lope y en otras piezas. 4) La clemencia de don García. Toda la escena siguiente se refiere al episodio de Rebolledo (que tiene su precedente en la comedia lopesca), que ha quedado de posta en el lugar más peligroso, mirando a la campaña por donde se presume atacarán los araucanos. El soldado, solo, da muestras del miedo que le embarga y termina por quedarse dormido. Don García, general previsor que acude a supervisar personalmente las postas (porque “el descuido no dejó / honra ni lugar seguro”, vv. 582-583), lo descubre pero lo perdona, pese a la gravedad de la falta, en atención al mucho trabajo y cansancio de la jornada. Don García se marcha y el soldado se vuelve a dormir. Reaparece el general, ahora muy enfadado y dando muestras de su rigor al mandar colgar de un roble al descuidado posta, porque la reiteración de una falta tan grave está poniendo en peligro la vida de todos, sin que le convenzan los ruegos de 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 217 15-11-13 9:22 218 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Reinoso ni de don Felipe: “Si este delito sufrimos, / no habrá en los demás cuidado” (vv. 674-675). Rebolledo pide al general que no lo mate, porque ya ha quedado muerto en la opinión (la pérdida del honor, según los códigos sociales del momento, era peor que la propia muerte física), pero afirma que renacerá como un hombre nuevo, “afrentado por dormir / y honrado por pelear” (vv. 706-707). Hecho este propósito de enmienda, don Felipe pide que le den una bandera a Rebolledo y, efectivamente, lo nombran inmediatamente alférez. La tensión dramática acumulada se diluye al rematarse la escena con un chiste del gracioso Chilindrón14, quien señala que, si se conceden banderas por dormir, él perfectamente podría ser maestre de campo15. 5) Su perspicacia para descubrir los engaños de los enemigos, que se evidencia en el episodio de la falsa embajada de Guacolda. Don García intuye que se trata de una falsa embajada de paz que tiene por objeto distraer a los españoles de las verdaderas intenciones de los araucanos, por lo que ordena dar tormento a Coquín, lo que suscita las quejas de la bella araucana: “No publica esa crueldad / tu fama” (vv. 772-773a). Pero aplicado efectivamente el tormento al indio, cuenta este que vienen contra ellos tres escuadrones de indígenas. Don Felipe comenta el malintencionado intento de entretenerlos por parte de la bárbara, pero el marqués, a fuer de español y caballero, perdona generosamente a Guacolda (vv. 826-836). 6) Las hazañas europeas de don García se recuperan en un diálogo entre Guacolda y Rebolledo, en el que además se acumulan varios calificativos como “hijo del Sol hermoso”, “Gran discípulo de Marte”… (vv. 857-875). El soldado se refiere a su paso por Italia y Flandes, donde llevó a cabo numerosas hazañas: … que aunque es un rayo su espada, como la vio vencedora Marte, la juzgó prodigio y el Sol valor de Mendoza (vv. 884-887). 14 El contrapunto cómico de las acciones serias lo ponen los dos graciosos, el español Chilindrón y el araucano Coquín (ver Antonucci 35). 15 En Arauco domado se salva por el ingenio, al mencionar que Cristo perdonó a los discípulos que se quedaron dormidos en el Huerto de los Olivos mientras él oraba. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 218 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 219 Y se mencionan expresamente algunas de las batallas en las que participó antes de pasar al Perú (vv. 904-911), concluyendo de esta manera: Rebolledo Este es el rayo de Arauco, que desde el cielo de Europa, Filipo, Júpiter nuevo, para abrasaros lo arroja (vv. 932-935). 7) Escasa presencia del elemento religioso, aspecto que en esta comedia no adquiere la importancia que sí tiene en otras piezas del corpus, en especial en El gobernador prudente 16. Todo queda aquí en ligeros apuntes, como el contenido en este pasaje. Reinoso comenta que don García no quiere salir a la campaña hasta que pase el invierno. Los indios, argumenta un soldado, tal vez juzgarán esa decisión como señal de temor, pero Reinoso sentencia: “Verán su engaño las obras” (v. 971). Más adelante don García arengará a sus hombres para animarlos a pelear contra los araucanos, y es en las palabras de su hermano don Felipe donde apunta levemente el sentido providencialista de la conquista: “Si son de Dios las vitorias, / Él las dará a quien le sirve” (vv. 1039-1040). 8) El enfrentamiento personal con Caupolicán. Se da en algunos pasajes de la comedia la caracterización en paralelo de ambos caudillos, que no solo rivalizan en armas, sino también en cortesía17. En efecto, en el momento del ataque de los indios al fuerte español, don García se enfrentará cuerpo a cuerpo al toqui araucano (vv. 1041-1049). En medio del combate, Orompello logra entrar en el fuerte, mientras que el reformado Rebolledo, que ha perdido su arma, se echa fuera de la empalizada para pelear contra los indios. Caupolicán, que ve el valor con que se defiende, ordena que no lo ataquen varios, sino solamente Orompello. A su vez, cuando los españoles vayan a disparar sus Es aspecto ya señalado por Antonucci: “El protagonista aquí también es don García, cuyo personaje encarna sin embargo un modelo muy distinto del modelo lopesco. Es, en primer lugar, un modelo más laico, en el que faltan todos los episodios de devoción religiosa representados en Arauco domado. La humildad de don García se nos presenta ahora como la virtud del jefe que no rehúsa compartir el trabajo y las dificultades de sus inferiores” (32-33). 17 Es algo muy similar a lo que sucedía en los romances fronterizos, o en la deliciosa novela morisca Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, entre personajes moros y cristianos que entablaban una lucha caballeresca de valor, honor y galanía. Ver Antonucci 33-34. 16 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 219 15-11-13 9:22 220 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 arcabuces, don García lo impedirá por ser “acción vergonzosa”: “¿Pues no fuera afrenta / que estos bárbaros conozcan / la ley de la cortesía, / pues la publican con obras, / y que me faltase a mí?” (vv. 1092-1096). Y luego Caupolicán y don García pelearán cuerpo a cuerpo (ver vv. 1179-1217 acot.). Luego, al comienzo de la segunda jornada, en el tramo dramático de Ruiz de Alarcón, don García en diálogo con Chilindrón pondera que su actuación se mueve por el deseo de aumentar la fama y el honor de sus antepasados (vv. 1258b-1275). 9) Su cortesía con el enemigo, incluso cuando este intenta atentar contra su vida. La excusa es una nueva embajada de paz cuyas condiciones (que incluyen la retirada de los españoles) él no puede aceptar. Rechaza igualmente una corona de flores que se le ofrece, pues la acción de ser coronado –explica– corresponde únicamente a su soberano. En realidad, la embajada de paz ocultaba un plan de atentado contra don García, que falla porque a Nacol se le cae la daga que lleva escondida entre las flores. Una vez más, don García da muestras de su nobleza al perdonar a sus agresores (ver vv. 1516-1525 y 1532-1543), y ambos, Tucapel y Nacol, no pueden menos que reconocer su valor (vv. 1568-1571) y dedicarle nuevos elogios. 10) La resolución militar de don García. En el pasaje siguiente, correspondiente a Vélez de Guevara, don García dialoga con su hermano. Comentan que los indios les temen ya, pues tratan de paces. Un indio mensajero del Cagueyano, cacique amigo, advierte al “general noble y valiente” (v. 1591) para que salve su vida, pues se lanzan contra él copiosos escuadrones que suman más de 40.000 indios, y enumera a sus principales caudillos. Don García decide ir a esperarlos cruzando al otro lado del río, “y así será el despreciarlos / comenzarlos a vencer” (vv. 1614-1615). Esa arriesgada decisión de cruzar el caudaloso Nibequetén se equipara a la de César de pasar el Rubicón (vv. 1636-1649; se trata de un elemento de la Antigüedad romana puesto al servicio del panegírico). 11) Su carácter galante o, por mejor decir, su caballerosidad con las damas. En esta comedia no vemos a don García implicado en una trama amorosa con una india (ver Mata Induráin, “Cautivo quedo en tus ojos”), pero sí apunta algún detalle de su caballerosidad en la escena en que describe cómo cruza el río Gualeva. Don García usa un lenguaje galante, con imágenes y metáforas cultistas, al describir la acción de la india y su belleza (vv. 1678b-1695). A su vez, las palabras de la india acumularán nuevos elogios dedicados al 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 220 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 221 gobernador: “español Atlante” (v. 1710), “Hijo del sol, dios del mar, / Apó de la Europa” (vv. 1816-1817), etc. 13) Su valentía en el combate, peleando al frente de los suyos para contagiarles su valor. El acto tercero comienza con el pasaje de don Jacinto de Herrera en el que don García arenga a los españoles para que ganen una montaña a los araucanos, de la misma forma que Caupolicán lo hace con los suyos; pero él da ejemplo a todos corriendo el primero al asalto (vv. 21312134). Después, el mágico Leocotán vaticina la derrota de los araucanos y el creciente poder de don García, quien (se trata de un motivo muy reiterado) vencerá nueve batallas y fundará nueve ciudades (vv. 2261-2300), añade todavía un largo elogio (vv. 2303-2330) con una clara función de prolepsis: de la misma forma que don García ha heredado el valor de su padre, el hijo que en España le cría su mujer heredará sus virtudes: don Juan Andrés, impulsor por estos años de la campaña de propaganda familiar y mecenas, por tanto, de esta comedia donde se le elogia en vaticinio por boca del mágico araucano. En fin, concluye Leocotán que para los suyos lo mejor es rendirse, pues todo está a favor de los españoles (vv. 2361-2380). 14) Nuevos elogios de don García como soldado valeroso y general prudente. Cuando Reinoso prende a Caupolicán no está presente don García, pero el capitán español reconoce que todo lo pueden los que pelean con su general: “Tu osadía / no en mí solo el triunfo emplea, / que esto puede quien pelea / en nombre de don García” (vv. 2467b-2470). Más adelante, en la contribución de Guillén de Castro, don García se asombra de ver tan bien labrado un fuerte que han preparado sus hombres, y su hermano don Felipe le ofrece esta explicación: “tú los enseñaste / a ser soldados, señor” (vv. 2807-2808). Se preparan para el ataque 14.000 araucanos, y los españoles solo son 200, pero no hay nada que temer porque don García pelea al frente de los suyos (vv. 2827-2832). Ya señalaba antes que el elemento religioso se hace poco presente en esta obra, pero apunta de nuevo brevemente en estas palabras de don García: Marqués Siendo Dios de nuestra parte, la ventaja es nuestra: vea, pues por nosotros pelea nuestro Dios, que es nuestro Marte. ¡Ea, ea, al arma toca! ¡Santiago, Santiago! (vv. 2833-2838). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 221 15-11-13 9:22 222 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Don García alienta a los soldados españoles cuando se retiran (vv. 28452852 y 2855-2856) y su valor es ponderado por Chilindrón, en una escena ticoscópica (vv. 2857-2872). Se ensalza, pues, su esfuerzo personal en el combate, al pelear al frente de los suyos, arriesgando su vida. Don Felipe, su hermano, le dice que es locura que se exponga en la batalla el general en jefe de las tropas, pero él responde que “Alejandro peleó / y Julio César también” (vv. 2879-2880). 15) Su actuación, en la parte final, con relación al bautismo y muerte de Caupolicán (los acontecimientos finales, igual que sucede en El gobernador prudente de Ávila, se presentan aquí de forma distinta al desenlace del Arauco domado de Lope, diluyendo la responsabilidad de don García en la muerte del toqui araucano). El soldado que llega a anunciarle que Reinoso ha prendido a Caupolicán lo saluda de esta manera: Soldado Ilustre blasón de España, Mendoza al fin, que has traído yugo a Arauco no vencido, terror ya de su campaña, el cielo tu esfuerzo ayuda (vv. 2901-2905). Le cuenta que aquel ha sentenciado a muerte al indio: Reinoso es sobrino de Valdivia, y quiere vengar ahora el escarnio de la calavera convertida en copa para las libaciones. Don García señala que tal acción ha sido excesivamente rigurosa; don Felipe y Rebolledo interceden por Caupolicán y don García indica: “Hoy pienso, por socorrelle, / pasar sin pisar el valle” (vv. 2935-2936). Vemos luego que Caupolicán, bautizado como Pedro18, se muestra feliz: “muriendo estoy por morir” (v. 2968). Gualeva le reprocha su rendición, pues se ha humillado y los ha humillado a todos, y se ofrece para ser su verdugo. Caupolicán le responde: “dichosamente tengo / honor nuevo y alma nueva” (vv. 2999-3000). Y estando ya empalado reconoce que “El gran Dios de los cristianos / es solo Dios verdadero” (vv. 3005-3006), en un pasaje en el 18 Un nuevo Pedro/piedra sobre la que asentar la Iglesia de Cristo en Arauco; escribe Castillo: “Es este ‘Pedro’, a imagen y semejanza de la figura bíblica, el personaje sobre el que Don García edificará la evangelización de todo el territorio” (123). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 222 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 223 que, tanto en las palabras como en las acciones, podemos apreciar ciertas reminiscencias cristológicas19. En fin, al propio Luis de Belmonte le correspondió, o él mismo se reservó para sí, la redacción del tramo final de la obra, siendo así el único dramaturgo que aporta dos pasajes al conjunto. Al llegar don García, reprocha duramente a Reinoso por haber matado a un enemigo que tenía rendido como prisionero indefenso, y no frente a frente en el campo de batalla (vv. 3051-3060). Emplea un tono muy duro, y apela incluso a razones de Estado al decir que habría sido mucho más útil conservar la vida de un preso tan valioso (vv. 3061-3086). Don Felipe intercede por Reinoso, pero don García está resuelto a castigarlo: “Sepa el rey que a un hecho injusto / castigo justo le doy” (vv. 3099-3100). El hermano del gobernador alega en defensa del capitán el argumento, ya antes mencionado, de que el caudillo araucano había matado a su tío Valdivia, pero este razonamiento no le sirve a don García. La cita que sigue es importante: Marqués No, hermano: jamás alcanza la vitoria la venganza. Este es el oficio mío: pues premio, he de castigar (vv. 3114-3117). Por su parte, Caupolicán, en medio de su tormento –sigue empalado en escena–, se muestra agradecido a su enemigo: Caupolicán Don Felipe, mucho debo al gran Marqués, pues que miro que voy por su causa al cielo por tan seguro camino (vv. 3129-3132). Tras la cristiana muerte del toqui, los indios de la belicosa Arauco quedan por fin sojuzgados al poder, no de don García sino del rey de España, en cuyo nombre sabrá ser clemente y gobernar con justicia (tal como refleja el diálogo de los vv. 3148-3174). Finalmente, se procede al reparto de premios y mercedes. Don García se ofrece para ser el padrino en la boda de Rengo y Guacolda, que se convierten al cristianismo y se van a bautizar. Afirma que el rey premiará a Rebolledo; y ninguno de sus soldados quedará “sin el 19 Detalle interesante para relacionarlo con el auto sacramental de La Araucana, donde Caupolicán con el tronco a hombros es trasunto de Cristo con el madero de la cruz. Ver Mata Induráin, “La Guerra de Arauco en clave alegórica”. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 223 15-11-13 9:22 224 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 premio merecido, / aunque de mi hacienda sea” (vv. 3190-3191). El ultílogo le corresponde al propio Rebolledo: Rebolledo Y aquí Arauco, aquí su invicto conquistador tenga fin, aunque en la fama infinito (vv. 3192-3194). Un detalle importante, para finalizar. El interlocutor último (o el primero, según se mire…) de este mensaje relativo a premios y mercedes no podía ser otro, dada la intencionalidad de la obra, que el propio rey de España, el cual habría asistido a la representación de la comedia en Palacio. La lección estaba clara y, además, a buen entendedor pocas palabras bastan: si don García había sabido ser generoso con los suyos, con todos los que le habían servido bien, igualmente debería serlo el monarca premiando espléndidamente a la familia de los Hurtado de Mendoza, en justa recompensa de los magníficos esfuerzos y servicios prestados a la Corona por uno de sus mejores servidores en Europa y América: don García Hurtado de Mendoza. 4. A modo de conclusión Cabe destacar que en esta comedia de nueve ingenios, la cual forma parte de la campaña de propaganda que la familia Hurtado de Mendoza desarrolló durante tres décadas largas, se pone más de relieve la actuación militar de don García, como sucede también en el Arauco domado de Lope, y no se atiende tanto a su faceta de gobernador prudente, nuclear en la obra de Ávila ya desde su propio título, ni se incide tampoco en los elementos religiosos. Desde el punto de vista literario, Algunas hazañas se nos presenta como una obra de desigual calidad y de poca enjundia dramática. Con escasa acción sobre las tablas, pese a las idas y venidas de tantos personajes, se deja todo a la fuerza de la palabra y prevalece la yuxtaposición de largos parlamentos por sobre la acción, que no queda dramáticamente bien imbricada20. Es posible que 20 Escribe Vega García-Luengos: “La coordinación de los distintos ingenios se esmeraría tan sólo en los insoslayables compromisos panegíricos. El único instrumento para llevarlos a cabo son las palabras, las muchas palabras enhebradas en interminables parlamentos. Hay una confianza sin límites en la fuerza de las palabras, tanto en las dichas como en las escritas. […] Por el contrario, la acción, sustancia específica de lo dramático, no va a ningún lado” (207). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 224 15-11-13 9:22 Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza... 225 la colaboración de los nueve ingenios pretendiera emular, como sugirieron algunos estudiosos, a las nueve musas; pero ya se ve que estas debían de andar distraídas en aquella ocasión, u ocupadas tal vez en otros asuntos más importantes, pues resulta patente que no les brindaron toda su inspiración y que, en justa consecuencia, los resultados dramático-literarios logrados por los nueve dramaturgos dejan mucho que desear. Bibliografia Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete. En Madrid: por Diego Flamenco, año 1622. Ejemplares en la Biblioteca Nacional de España (BNE), signs. 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A continuación, el trabajo, que se enmarca en un estudio más amplio de los modelos sociales en la obra lizardiana, revisa la presencia del militar (soldados, oficiales, milicianos) a partir de sus rasgos modélicos y antimodélicos en las novelas, artículos de prensa y otros escritos del autor. Palabras clave: México (1810-1827), Fernández de Lizardi, instituciones militares en España y América, figura del militar, modelo social. This article analyses the presence of the military man in the journalistic and literary work of the Mexican José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827). Firstly, it offers a contextualization of the military structure in the transition between colonial and independent periods in Mexico; and its link with the general regulation of the army state in the Spain of the Enlightenment. Following, the essay –which is part of a more extensive study of the social models in the work of Lizardi– revises the image of the military man (soldiers, officials, militiamen) taking into account the exemplary and non-exemplary features in the author’s novels, journalistic articles and other texts. Key words: Mexico (1810-1827), Fernández de Lizardi, military institutions in Spain and Hispanic America, military man image, social model. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 229 15-11-13 9:22 230 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 En trabajos anteriores se ha planteado que la prolífica y polémica obra del mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) puede ser leída en su conjunto como una “escuela de ejemplaridad cívica” que propone un esquema de rasgos modélicos para diversas figuras sociales con la finalidad de aportar los fundamentos para la construcción de un estado feliz y ordenado1. En esta ocasión me centraré en la configuración de la imagen del militar propuesta por el Pensador Mexicano tanto en sus textos literarios como periodísticos. Antes de entrar propiamente en el análisis del tratamiento de la figura castrense en la obra lizardiana, me referiré a la nueva matriz de rasgos del militar como sujeto social en España y en América –especialmente en Nueva España– en el período ilustrado. Durante el siglo XVIII se produce en España la normativización del estado militar que se relaciona con un fenómeno más profundo, el de las innovaciones en el mundo de la guerra2. Bajo la impronta de la monarquía borbónica comienzan a organizarse ejércitos regulares y permanentes con sus propios mandos profesionales y el militar pasa a completar su función bélica con la de mantención del orden interno del país. Como indica Sánchez-Blanco, surge una institución dentro del complejo social, lo cual genera toda una literatura teórica que aborda las nuevas atribuciones de la profesión militar, el renovado prototipo del hombre de armas, sus cualidades y obligaciones, las virtudes que ha de ostentar y los vicios más punibles en él (110-114). Entre estos rasgos definitorios destacan especialmente dos, que se verán abordados además en la obra lizardiana: la disciplina y la uniformidad (Sánchez-Blanco 114). Esta redefinición del comportamiento que se espera del militar modélico en la Ilustración española, aplicable también en la América hispana, se materializa en las Ordenanzas de S. M. [Carlos III] para el régimen, disciplina, subordinación y servicios de sus ejércitos de 1768 3, basamento de la reforma militar de la época (Terrón-Ponce 168-169). Tal como señala Pérez de Tudela y Bueso, esta normativa se diferencia de la precedente Ordenanza del Ejército de 1728 en que no está centrada únicamente en la 1 Ver Insúa, La mujer casada…, “El modelo del maestro…”, “El retrato del periodista…”, “La falsa erudición…” y “El ciudadano trabajador…”. 2 Una sistematización de este tema puede verse en García Hernán, “La guerra en el siglo XVIII…”. 3 Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicios de sus ejércitos, Madrid, por don Antonio Marín, Impresor de la Secretaría del Despacho Universal de la Guerra, 1768. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 230 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 231 valoración de la disciplina que tiene como centro al monarca, sino también en la fundamentación moral de los deberes de todas las jerarquías militares, desde los soldados hasta la oficialidad. Con ello se enfatiza el papel del militar en la sociedad con unas responsabilidades éticas determinadas (382). Así, por ejemplo, en el Tratado II de la nueva Ordenanza se conmina a que se entere al soldado desde que sienta plaza de que “el valor, prontitud en la obediencia, y grande exactitud en el servicio, son objetos a que nunca ha de faltar, y el verdadero espíritu de la profesión” (Ordenanzas, Tratado II, Título I, 5, 58-59) o que los oficiales han de valorar como su principal cometido el “cumplir exactamente con las obligaciones de su grado; […] acreditar mucho amor al servicio, honrada ambición, y constante deseo de ser empleados en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga, para dar a conocer su valor, talentos y constancia” (Ordenanzas, Tratado II, Título XVII, 3, 167). De este modo, la actuación militar empieza a regirse ahora por unas normas definidas y el heroísmo pasa a estar al servicio de la colectividad (García Hernán 360, siguiendo a Corvisier 200-201). Este intento edificante de los distintos estratos del escalafón militar se observa también en otras obras de ámbito castrense con un marcado sesgo moral, como es el caso de la Instrucción militar cristiana de 17884. Este catecismo se centra en la máxima de que el militar debe ser ante todo un hombre de bien, amante de la religión, porque solamente así podrá cultivar las virtudes del auténtico héroe que mira hacia la santidad, que actúa pensando en su salvación más que en la gloria terrena. De este modo, se abordan en el texto cuestiones como las prendas que han de adornar al perfecto militar –el amor a la religión, la subordinación al superior, la fortaleza, la disciplina, el celo patriótico… (53)– y también los vicios más reprobables en un hombre de armas –la blasfemia, el excesivo gusto por el juego, la embriaguez, la lujuria, la injusticia, la cólera, la sed de venganza, la ociosidad… (26 y 47)–. Con ello el militar, como cualquier mortal –y de acuerdo con la idea tópica de la vida humana como una milicia contra la malicia–, habría de librar la principal guerra consigo mismo, en lucha permanente con las tentaciones del mundo5. Instrucción militar cristiana para el ejército y armada de S.M., Madrid, Pedro Marín, 1788. Corresponde a la reedición de un texto precedente de 1774 titulado Instrucción militar cristiana para uso de caballeros cadetes del Colegio Militar de Segovia que provenía a su vez de la traducción de 1735 de un texto francés de 1729. Ver Gil Muñoz 143. 5 Como señala Ignacio Arellano en su edición de Los sueños de Quevedo, el motivo de la vida del hombre como guerra tuvo gran presencia en el Siglo de Oro (181, n. 58) y su influencia, como vemos, alcanza también al período ilustrado. 4 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 231 15-11-13 9:22 232 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Por otro lado, un aspecto que se debe destacar en la configuración de estas nuevas pautas de comportamiento del militar durante la Ilustración se refiere no ya a su hacer desde la esfera moral, sino a su actitud frente a los otros grupos de la población, es decir, a su incorporación a las prácticas de la sociabilidad 6. Con ello el hombre de guerra se convierte también en un actor más en el engranaje social que participa en instituciones civiles, Reales Academias, Sociedades Económicas de Amigos del País y tertulias, que asiste a los cafés… Actuaciones que serán valoradas, pero también en algunas ocasiones criticadas, como veremos en el caso de Lizardi. El amplio programa de reformas impulsado por Carlos III, cuyo eje central lo constituyen la hacienda y el ejército, se adapta al ámbito americano y a las urgentes necesidades defensivas frente a las incursiones extranjeras. Una de las cuestiones que más preocupaba a la Corona era la de la sustentabilidad económica del estado militar en las colonias. Por ello se desarrolla un plan de acción que contempla la participación de los americanos en las tareas militares y en el costo material de la defensa, a fin de poder asegurar la continuidad del imperio (Suárez 112-113 y Archer 18-19). Esta total reorganización del estado militar indiano se afirma, como señala Marchena Fernández, en la dignificación de esta institución y en el enaltecimiento de la carrera de las armas (92). Así, a comienzos del siglo XVIII, se reforman en América las guarniciones: las conocidas como “compañías de presidio” se transforman en unidades regulares, desaparece la figura del “soldado de fortuna” y en su lugar nace una oficialidad que trae consigo una serie de requisitos, entre ellos el de la nobleza de sangre, que más adelante será también compatible con la “nobleza de vida” propia de la elite criolla. Del mismo modo que en España, este hecho trae aparejado que la profesión de oficial comience a vincularse al prestigio social y a un estatus de privilegio (Marchena Fernández 93-94 y 167-168)7. La otra cara social del estado militar la encontramos en los soldados, en la tropa que vive en condiciones miserables, que necesitaba ejercer oficios complementarios alejados de las armas –y en ocasiones negocios que bordeaban la ilegalidad– para poder mantenerse (Marchena Fernández 184-187). 6 Para un análisis de la inserción del militar en la sociedad ilustrada ver Franco Rubio, “Militares ilustrados…”. 7 Para el caso español ver también Andújar Castillo 403-410. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 232 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 233 En concreto, en Nueva España la reforma militar se mostró más orgánica y ambiciosa que en el resto de América. Fue llevada a cabo por el lugarteniente general Juan de Villalba y Angulo, quien arribó a Nueva España en 1764 proveniente de Nueva Andalucía, en donde era capitán general (Suárez 239240). El objetivo de su plan de restructuración, aplicado al ejército regular y también a las milicias, era conseguir un estado militar más numeroso y disciplinado. Sin embargo, los resultados no fueron satisfactorios, principalmente porque se dio un gran desajuste en las relaciones entre el poder político y el poder castrense8. Otro de los escollos lo constituyó el hecho de que el pueblo llano se mostraba reacio a sumarse a los cuerpos milicianos, lo que llevó a tener que sostener la fuerza bélica con los militares veteranos, del ejército regular. Más allá de todos los factores posibles del fracaso, como señala Archer, el problema central para la plasmación de esta reforma fue la propia Nueva España, por su variada constitución social que conllevaba prejuicios de uno y otro lado (29). Otro aspecto importante en este contexto de reformas es el de la aplicación en Nueva España del fuero, un conjunto de prerrogativas legales que amparaba a los miembros del estado militar otorgándoles privilegios jurídicos y económicos, las cuales se sustentaban en las ordenanzas militares de 1768. En el caso novohispano, este fuero se aplicaba al ejército regular, pero también se extendió en algunos puntos a las milicias para fomentar el alistamiento (Marchena Fernández 108-109). Estos privilegios, que en teoría eran beneficiosos, en la práctica se convirtieron en una especie de salvoconducto para que muchos de los miembros del estado militar “escaparan de la ley” (McAlister 33) y adoptaran comportamientos alejados del modelo castrense que se estaba procurando construir. Por ello, Francisco Crespo –un subinspector general al que el virrey Gálvez encargó un estudio del estado del ejército en Nueva España– señalaba en su “Dictamen” de 1784 que los privilegios de la milicia eran perjudiciales para su buen gobierno (Cit. en McAlister 69). En un sentido similar, Fernández de Lizardi, cuarenta años después, cuando ya soplan otros vientos políticos y se vela por la construcción ordenada de la república mexicana, señalará en un folleto que el fuero militar no es positivo y que todos los ciudadanos han de ser iguales ante la ley (“Mañas viejas, gobiernos nuevos” (1824), en Obras XIII, 75-76). Sirva como ejemplo de estas relaciones conflictivas la disputa entre el virrey Joaquín de Monserrat, marqués de Cruillas, y Juan de Villalba y Angulo recogida en Archer 25-27. 8 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 233 15-11-13 9:22 234 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Con respecto al paradigma del militar ejemplar en el ámbito mexicano, puede ayudarnos para entrar en materia lo expuesto por el capitán Manuel de la Sotarriba hacia 1798-1799 en una causa por adulterio contra un subteniente del Regimiento de Infantería de Nueva España. En este texto expresa el letrado de la defensa que es imprescindible que el militar actúe siempre conforme a la rectitud moral, y que en ello reside el verdadero heroísmo, pues “los militares virtuosos son los modelos que presenta la historia al referir las acciones grandes y sublimes. En medio de los combates, de las más sangrientas acciones y difíciles conquistas, brillan el honor, la piedad, la sabiduría, la verdad y las otras excelencias que los adornaron” 9. En la obra de Fernández de Lizardi abundan las referencias a cómo debe ser el comportamiento del hombre de armas. Una reflexión muy ilustrativa se halla inserta en El Periquillo Sarniento (1816) y corresponde al capítulo en que el coronel, mentor del protagonista durante su travesía a Manila, entre otras muchas lecciones edificantes, dedica varios parlamentos a la profesión militar10. Así, el narrador cuenta que el virtuoso coronel era consultado con frecuencia por los fiscales militares para saber cómo actuar y destaca que junto a él se podía aprender el profundo sentido de esta disciplina. Es decir, que las armas no estaban reñidas con las letras y que un militar también podía ser sabio (El Periquillo 698-699). Aconseja asimismo a su discípulo que, si quiere ser militar, vista “decente sin afeminación”, sea “franco sin llaneza”, “valiente en la campaña”, “jovial y dulce en su trato”, “moderado en sus palabras”, en suma, un caballero y “hombre de bien en todas sus acciones” (700). Insiste además en que estos atributos deben ser cultivados con especial atención por los oficiales, porque “lo que en un soldado merece pena como dos, en un oficial debe merecerla como cuatro” (700). Esta misma idea de caballerosidad ejemplar será retomada por Lizardi en Don Catrín de la Fachenda (aprobada por la censura en 1820, publicada post mortem en 1832), cuando el militar Modesto intenta que el pícaro 9 Fragmento extraído del discurso del capitán de Regimiento de Infantería de la Corona, Manuel de la Sotarriba, letrado de la defensa en la causa por adulterio seguida a Manuel Cubillas, subteniente del Regimiento de Infantería de Nueva España (Archivo General de Simancas, Secretaría de Despacho de Guerr., Leg. 6979, exp. 33, 1798/1799). Tomo la cita de Díez Martín 374. 10 Corresponde al capítulo II del tomo IV: “Aquí cuenta Periquillo la fortuna que tuvo en ser asistente del coronel, el carácter de este, su embarque para Manila y otras cosillas pasaderas”. En adelante citaré por El Periquillo Sarniento, ed. Ruiz Barrionuevo. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 234 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 235 Catrín y Tremendo, un soldado sinvergüenza, asuman la carrera militar con seriedad. Modesto les explica que el ser militar resulta incompatible con la vida disoluta y que “el oficial que tiene el honor de militar bajo las banderas del rey, debe ser atento, comedido, bien criado, humano, religioso y de una conducta de legítimo caballero” (Vida y hechos 201)11. Como se puede apreciar, en los dos casos señalados el Pensador Mexicano está equiparando la figura del militar con el modelo de vida por excelencia de la Ilustración, el del hombre de bien, que sabe ser mesurado en todos los aspectos de su vida y actuar siempre “desde el justo medio”12. Cabe señalar que en su novela La Quijotita y su prima (1818-1819), Lizardi encarna este actuar modélico del cabal hombre de bien en un coronel, don Rodrigo Linarte, padre y maestro de la virtuosa Pudenciana. Otro de los aspectos abordados por Lizardi para la profesión militar, y que también se relaciona con este modelo ilustrado del hombre de bien, es el de la función social que ha de desempeñar quien la sigue. Tanto el soldado como el oficial han de ser útiles a la comunidad, como debe serlo cualquier trabajador13. Por ello señala en sus artículos de prensa que una de las mayores lacras para la tropa y la oficialidad, cuna de todos los vicios, es el ocio mal entendido14, coincidiendo con lo expuesto en otros textos formativos de la época como la citada Instrucción del militar cristiano. Pero el autor mexicano no se queda exclusivamente en la teoría; sugiere ideas prácticas para mejorar el sistema y entrega una serie de pautas para el provecho de distintas figuras sociales: lo hace con los maestros, con las esposas y madres, con los trabajadores15 y también con los militares. De este modo, en 1824, en el momento en que la nación mexicana procura consolidar su independencia, ofrece en su periódico Conversaciones del Payo y el Sacristán un “Proyecto sobre milicias cívicas” (tomo I, núms. 4-5, en Cito por la edición de Insúa 2012. Para una síntesis del concepto de hombre de bien en el período ilustrado ver Álvarez Barrientos 101-105, Insúa, La mujer casada 28-32. 13 Por ejemplo en “Decimasexta conversación del Payo y el Sacristán”, Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo I, en Obras V 191; y en “Pescozón de El Pensador al Ciudadano Censor”, en Obras X 299. 14 Así en “Constitución política de una república imaginaria”, Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 24, en Obras V 522. 15 Un análisis de estos modelos sociales en la obra lizardiana puede encontrarse en Insúa, La mujer casada…; “El modelo del maestro…” y “El ciudadano trabajador…”. 11 12 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 235 15-11-13 9:22 236 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Obras V, 101-113). Ante el peligro de la invasión de la Santa Liga, sugiere por boca del Sacristán una serie de puntos que pueden ayudar a optimizar la defensa. Expone que lo que necesita la tropa mexicana es disciplina; que los soldados pueden ser aguerridos como lo eran los valerosos insurgentes, pero que no basta con ello, pues en la guerra se requieren “reglas fijas y seguras” (núm. 4, en Obras V, 103). El Sacristán considera imperioso que el sistema defensivo cuente con milicias cívicas bien formadas y nutridas que refuercen al ejército regular. Para aumentar el número de alistados propone una sencilla estrategia: que les cambien el uniforme, porque el que estaba en uso era poco atractivo y parecía más atuendo de lacayo que de hombre de armas; y también que se les retribuya económicamente a través de una prest decente, acorde con la patriótica actividad de defensa de la libertad que estaban llevando a cabo (núm. 5, en Obras V, 108-110). Era esencial, por tanto, para que el sistema de milicias funcionara disciplinadamente que hubiese una retribución económica, y eso es lo que Lizardi está subrayando en este proyecto (núm. 5, en Obras V, 110) 16. En otro artículo de este mismo periódico, el Payo aconseja que el presidente cree unos cuerpos de milicia activa denominados “batallones de las legiones de honor de la República” y señala las cualidades que deberían tener los aspirantes a formar parte de ellos: “En el soldado, talla, robustez, edad de veinte a treinta años, disposición, valor y conocimiento de la causa que iba a defender. En los cabos y sargentos, además de esto, instrucción en la ordenanza; y en los oficiales y jefes, honor, valor y patriotismo” (Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 5, en Obras V, 308). La participación nunca debería ser forzada y ningún vicioso podría ser aceptado. El tema de la milicia nacional se retoma en la “Constitución política de una república imaginaria”, inserta igualmente en la Conversaciones del Payo y el Sacristán. El Pensador Mexicano considera primordial aumentar el número de hombres preparados y dispuestos a luchar libremente. Para ello habría que despertar en los ciudadanos el espíritu patriótico (tomo II, núm. 24, en Obras V, 520-521) y nunca contar con soldados que proviniesen de levas, porque estos son los más prontos a desertar. En este punto, Lizardi parece 16 Ver también Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo I, núm. 12, en Obras V 163; y “Verdades peladas, reniegue quien renegare, o segunda aparte del impreso titulado: Si el gobierno se descuida, trabajos hay con la Liga”, Folletos (1824-1827), en Obras XIII 742-743. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 236 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 237 hacerse eco de Cadalso –uno de sus autores favoritos– cuando proponía en las Cartas marruecas que el principal estímulo para un héroe es el patriotismo (164). Cabe señalar, por otro lado, que ya antes de exponer estos proyectos de milicias cívicas Lizardi había adelantado en El Periquillo Sarniento la idea de una defensa sostenida por toda la ciudadanía. Recordemos que en el episodio utópico de Saucheofú, el tután insular contaba que en su sociedad no existía la carrera de soldado porque todos los habitantes debían velar por la seguridad de la isla (El Periquillo 754-755). Otro aspecto que atiende el Pensador en su Constitución es el del ejercicio de la disciplina. Considera que el pilar de las fuerzas armadas, ya sean veteranas o cívicas, es la subordinación, pero la disciplina habrá de ejercerse con moderación y siempre de acuerdo a las ordenanzas, y así, toda la oficialidad, incluidos los grados más altos, habrán de tener en cuenta que “los soldados no son sus esclavos sino sus compañeros de armas” (Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 24, en Obras V, 521). Por ello, en los artículos que siguen se señalan multas, a beneficio del cuerpo de inválidos, para aquellos oficiales que maltraten a los soldados de obra o de palabra. En el artículo 107 se ofrece un listado de normas de actuación para un oficial ejemplar: no tutear a los soldados, no proferir delante de ellos términos obscenos, ni actuar escandalosamente, es decir: no embriagarse, no seducir mujeres, ni jugar con los soldados, porque a fin de cuentas el oficial es modelo para la tropa y ha de ser además “flor de los ciudadanos honrados” (Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 24, en Obras V, 521-522). La ociosidad, como ya se ha señalado, resulta peligrosa y por ello Lizardi se preocupa también de reglamentar los momentos libres para la tropa. En el artículo 111 se esboza un plan de educación de los soldados en el que recomienda introducir el sistema lancasteriano de enseñanza (que consistía en que los alumnos más aventajados enseñaran al resto) para que todos aprendieran a leer, escribir y contar, otorgando premios a los que lo consiguiesen; crear un sistema de instrucción de oficios en los cuarteles como armeros, sastres, barberos o zapateros, etcétera (Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 24, en Obras V, 523-524). En otros pasajes de su producción, el autor ilustrado, con el objetivo siempre presente de criticar con finalidad aleccionadora, se vale de figuras antimodélicas para mostrar los comportamientos errados. En el caso del militar observamos, por ejemplo, una sátira del tipo del soldado bravucón en su obra de teatro Todos contra el payo y el payo contra todos (en Obras II), cuya acción se ubica en el hospital de dementes de San Hipólito, donde han 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 237 15-11-13 9:22 238 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 sido encerrados varios representantes de la sociedad. El militar, caracterizado como arrogante, matachín y aspaventoso, aparece en escena con un fusil de palo y actúa con exageración. En el acto tercero, el payo visita el manicomio y todos los locos quieren enseñarle algo. El militar, haciendo gala de su marcialidad, quiere que aprenda a marchar como granadero, pero esto resulta imposible porque el payo es patituerto. Todo queda, pues, en una escena que ridiculiza las actitudes exageradas del militar valentón. En “El pleito de las calaveras” denuncia Lizardi a los desertores: aparece allí una calavera de soldado exponiendo que ha sido recogido en la leva y ha desertado ya dos veces; que para él no hay honor de militar que valga, y que solo le importan la plata, la libertad y las hembras (Suplementos al Pensador Mexicano, en Obras III, 328). En otros artículos se refiere al excesivo interés por la apariencia de los militares coquetos. Así, por ejemplo, en Cajoncitos de la alacena menciona la ridícula costumbre militar de llevar “terribles bigotes y enmarañadas barbas” y se pregunta si eso es ferocidad o más bien mera imitación de una moda extranjera (Cajoncitos de la alacena, 3, en Obras IV, 186). Asimismo, en otro artículo se critica a unos militares elegantones, falsos patriotas que se hacen pasar por republicanos, pero que en realidad fueron quienes antes habían ayudado a sofocar la libertad nacional batiéndose con los insurgentes. Aparecen estos oficialitos con guantes de cabritilla carmesí y luciendo sus sables; son de los que saben decir armas al hombro, ahu y otras “catrinadas”, que bailan el vals, pero que jamás han oído el silbido de una bala. Frente a ellos destacan los insurgentes, quienes, aunque se presentan haraposos, son en realidad los verdaderos patriotas (“Preguntas del pensador al Noticioso general”, Conversaciones del Payo y el Sacristán, tomo II, núm. 8, en Obras V, 351) 17. De este modo, Lizardi se suma a la crítica a la afectación en todos los órdenes sociales que se da durante el período ilustrado y que se ve retratada, para el caso particular del hombre de armas, en El buen militar a la violeta (publicado póstumamente en 1790) de Cadalso. Esta obra se adecua a la 17 La contraposición del militar bonito y el soldado pobre pero valeroso se aprecia también en el folleto de 1821, “Cincuenta preguntas de El Pensador a quien quiera responderlas”, en Obras XI 342-343. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 238 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 239 censura de los comportamientos tachados entonces de “marciales”18, haciendo alusión no exactamente a las prácticas de Marte sino al actuar desenfadado y de costumbres relajadas que bordeaba en muchos casos la inmoralidad. En este tratadito satírico un oficial alecciona a sus cadetes acerca del arte militar de la “violetería”, como lo hiciera otro maestro cadalsiano con la ciencia universal en Los eruditos a la violeta. La primera máxima para la juventud militar es que todos los principios se sujeten al imperio de la moda (El buen militar 6). A continuación se jalonan los consejos clave para conseguir el éxito en la carrera de las armas: irreligión, libertinaje, locuacidad, conquista amorosa, constante presencia en cafés y mesas de truco, vestido esmerado y amaneramiento, así como el estar dispuesto a desafiar a duelo al menor agravio. Estos rasgos del militar violeto son encarnados a la perfección por Taravilla, Precioso y Tremendo en la novela lizardiana Don Catrín de la Fachenda. De estos tres personajes, cuya caracterización nominal es evidente, destaca Tremendo, oficial de regimiento y vividor a toda prueba que conmina al cadete Catrín a que pasee, juegue, se enamore y riña, que sea al fin “corriente, franco y marcial” (Vida y hechos 200). En contraposición, nos encontramos con el oficial Modesto que defiende los principios auténticos de la carrera de las armas. Para ello introduce un extenso alegato contra los militares pendencieros y los duelos y se apoya en autoridades como la Escuela de costumbres de Blanchard 19 o las mismas Ordenanzas militares de 1768 que incluyen la “Pragmática sobre duelos y desafíos”. Catrín sigue los consejos del maestro rufián y, como es de esperar, sus enseñanzas lo llevan a ser expulsado del cuerpo, siguiendo su camino por la senda equivocada. Las referencias que aporta Lizardi acerca de los vicios de estos militares de pacotilla en Don Catrín y otras más puntuales en sus artículos de prensa20 se corresponden con lo que sucedía efectivamente en la época. En este sentido, señala Marchena Fernández que de cada tres oficiales en América uno no mantenía una conducta acorde con el reglamento. En este contexto, los vicios 18 Para el concepto de marcialidad en la Ilustración ver Álvarez Barrientos 116-117 y para su aplicación a la figura del militar ver Sánchez-Blanco 129-130. 19 Obra muy citada por Lizardi en otros pasajes de su producción, especialmente en La Quijotita y su prima. 20 Así por ejemplo, en un artículo de 1826 del Correo Semanario de México se refería a los frecuentes excesos que cometían los jefes militares en estado de embriaguez. Ver “Despotismo hispano militar”, Correo Semanario de México, en Obras VI, 54-55. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 239 15-11-13 9:22 240 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 que van a la cabeza son el juego, el alcohol, el mal carácter y la desidia (248-250), todos ellos representados en los mencionados textos lizardianos. Conclusión En 1820, Lizardi responde a un texto de fray Mariano Soto conocido como Proclama militar en el que el dominico calificaba a los soldados españoles como “ángeles en la tierra”. En su folleto, el Pensador Mexicano rebate que los militares son hombres, no ángeles ni iluminados, y que como tales deben actuar rectamente cumpliendo los deberes que tienen como soldados y como ciudadanos (“La palinodia de El Pensador”, en Obras X, 376). El padre Soto responderá a este folleto con otro texto en el que tachará a Lizardi de “antimilitar”21, el cual a su vez será rebatido por el periodista en uno nuevo en el que increpa al dominico por tratar de malquistarlo con la tropa (“Defensa de El Pensador y epístola al padre Soto”, en Obras X, 421). Más allá de la polémica por esta etiqueta de “antimilitar”, se puede afirmar que Fernández de Lizardi fue un hombre de paz más que de guerra y que en los momentos culminantes de la historia de México en su paso de colonia a nación independiente, de los que fue testigo y actor, siempre mantuvo –más allá de las veleidades políticas de las que se le acusaron– la premisa de que las armas no debían estar reñidas con el buen juicio. Así también, en 1820 afirmaba que en la batalla los contrincantes de uno y otro bando –en este caso puntual, realistas e insurgentes– tienen los mismos vicios e irrumpen con el mismo ímpetu en el fragor de la lucha. No obstante –recuerda a pie de página–, aquel que pudiese conservar la serenidad de ánimo, la reflexión juiciosa y la quietud de conciencia en medio del caos bélico, ese podría ser llamado héroe (“Aún ha quedado a las zorras el rabo por desollar”, en Obras X, 414). En este mismo sentido, y más allá de la simple exaltación patriótica, alababa en 1821 al Ejército Trigarante al valorar a sus componentes sobre todo por su ejemplaridad y por ser “cúmulo de virtudes” (“El Pensador a las valientes divisiones de los señores Bustamante y Quintanar”, en Obras XI, 316). 21 Lo hace en “Descubierto el carácter de la pluma impía blasfema y antimilitar del Pensador Mexicano en su papel titulado ‘La palinodia en respuesta al padre Soto’ y defendida teológicamente la Proclama militar de este autor”, México: Oficina de D. J. M. Benavente, 1820. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 240 15-11-13 9:22 Figuraciones modélicas y antimodélicas del militar en la obra de Fernández de Lizardi 241 Como se ha podido apreciar en este recorrido por las referencias lizardianas al tema castrense, es en el comportamiento modélico donde se manifiestan para el Pensador el acto heroico y el amor decidido por la patria22. Unos llevaban a cabo este cometido desde las filas, y él, con la pluma que fue su arma. En efecto, el planteamiento de la ejemplaridad responde al plan general de Lizardi de ofrecer a sus lectores un conjunto de modelos de vida que aporte a la sociedad mexicana normas de conducta abocadas a organizar el Estado naciente. Fernández de Lizardi, en sintonía con los planteamientos ilustrados europeos, defiende la máxima del orden y el respeto mutuo –es decir, la norma del bien común– y para ello se vale de la presentación de figuras ejemplares y antiejemplares que han de ilustrar con claridad y sin ambages, de modo pedagógico, los comportamientos dignos de emulación y aquellos que se han de evitar para no romper la armonía social. La figura del militar, como agente que ha de velar por ese orden social interno y externo, ocupa un lugar destacado en el mapa social mexicano de aquellos años de cambios políticos tan complejos. El Pensador supo otorgar a los hombres de armas una función señalada en su obra periodística y literaria, a sabiendas de que su rol sería fundamental en la plasmación del México del futuro y que su actuar antimodélico podría ocasionar graves perjuicios a la nación. Bibliografía Álvarez Barrientos, Joaquín. Ilustración y Neoclasicismo en las letras españolas. Madrid: Síntesis, 2005. Andújar Castillo, Francisco. Los militares en la España del siglo XVIII. Un estudio social. Granada: Universidad de Granada, 1991. Archer, Christon I. El ejército en el México borbónico (1760-1810). México: Fondo de Cultura Económica, 1977. Cadalso, José de. Cartas marruecas. Noches lúgubres. Ed. Rusell P. Sebold. Madrid: Cátedra, 2002. Cadalso, José de. El buen militar a la violeta. Sevilla: Imprenta Mayor, 1790. Corvisier, André. Armées et sociétes en Europe de 1494 a 1789. París: P.U.F, 1976. Así lo señala en su folleto “Por la salud de la patria se desprecia una corona”, en Obras XII, 337-338. 22 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 241 15-11-13 9:22 242 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Díez Martín, María Teresa. “Representaciones y prácticas de género en la proyección del colectivo social de la oficialidad militar. Una estrategia de la política colonial en el siglo XVIII”. Destiempos 14 (2008): 354-396. Franco Rubio, Gloria. “Militares ilustrados y prácticas de sociabilidad”. Revista de Historia Moderna (Anales de la Universidad de Alicante) 22 (2004): 7-86. Fernández de Lizardi, José Joaquín. El Periquillo Sarniento. Ed. Carmen Ruiz Barrionuevo. Madrid: Cátedra, 1997. ________ Obras II. Teatro. Ed. Jacobo Chencinsky y pról. Ubaldo Vargas. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1965. ________ Obras III. Periódicos. El Pensador Mexicano. Ed. María Rosa Palazón y Jacobo Chencinsky. 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Una de las bibliotecas más importantes del siglo XVII fue la de don Lorenzo Ramírez de Prado, erudito y bibliófilo, que reunió en su casa madrileña por lo menos unos 8.951 volúmenes. Quizás la especial relación que tuvo don Lorenzo con América a lo largo de su vida –fue ahijado del humanista Pedro de Valencia, cronista de Indias; fue Consejero de Indias desde 1626 hasta su muerte, como también lo fue su hermano Alonso; otro de sus hermanos, Marcos, fue obispo de Michoacán, etc.–, influyó en que entre los fondos de su biblioteca se encuentren las principales obras de tema americano y algunas editadas en el Nuevo Mundo. En este trabajo pretendemos, tras el examen exhaustivo del inventario, ofrecer una relación de los registros del fondo americano (tema americano y obras impresas en América) que existían en la librería en el momento en que se inventarió, seguido del análisis y las conclusiones de este. Palabras clave: inventarios, bibliotecas, Lorenzo Ramírez de Prado, América. The study of library inventories of the Golden Age is of great interest to those who study the culture of this period, as it reveals much about their owners, and also about readings, plays, copies, etc. about which otherwise we would not know. 1 Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación Biblioteca digital. Siglo de Oro IV (código FFI2012-3436) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, en el marco del VI Plan Nacional de I+D+i 2008-2011. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 247 15-11-13 9:22 248 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 One of the most important libraries of the seventeenth century was that of Don Lorenzo Ramirez de Prado, erudite and bibliophile, who collected in his Madrid home at least 8,951 volumes. Don Lorenzo was godson of the humanist Pedro de Valencia, chronicler of the Indies, he was Counselor of the Indies from 1626 until his death, as was his brother Alonso; another brother, Marcos, was Bishop of Michoacan. Perhaps the special relationship that Don Lorenzo had with America throughout his life was the reason that among the volumes of his library are the major works on the subject of the Americas, some of them published in the New World. In the present paper, after a thorough examination of the inventory, we strive to provide a list of records about the subject of America or printed in America that were in the library at the time it was inventoried, followed by analysis and conclusions. Key words: Inventories, Libraries, America, Lorenzo Ramírez de Prado. Una de las figuras de gran relevancia en la vida política y cultural de los reinados de Felipe III y Felipe IV fue don Lorenzo Ramírez de Prado 2. Formado en leyes en Salamanca bajo el magisterio de Sánchez de las Brozas, se mostró muy inclinado a las bellas letras, convirtiéndose en un distinguido erudito y bibliófilo. Mantuvo contacto con los círculos y academias poéticas madrileñas, escribió más de una veintena de obras filológicas, históricas y políticas y fue, también, editor de otras obras de gran relevancia, como los Sucesos principales de la monarquía de España en el año de 1639 de Virgilio Malvezzi 3. Su dedicación humanista, su gran interés por el mundo de los libros y su labor como mecenas llenaron de alusiones a su talento, capacidades y oficios en las dedicatorias y demás preliminares de los impresos coetáneos, como puede leerse en este: “Al señor don Lorenzo Ramírez de Prado, dignísimo consejero del Rey de las Españas, diserto embajador destacado en Francia por el mismo, asaz avezado gracias a la gran agudeza de su talento y al vigor de su memoria en las dos ramas del Derecho y demás Bellas Letras...” (Francisco de Araoz 103) 4. Precisamente, gracias a la lectura de estos paratextos podemos resumir en unas líneas la gran cantidad de cargos que ocupó a lo largo de su vida: fue 2 No podemos detenernos en detallar aquí la interesante biografía de don Lorenzo, que ya ha sido trazada por varios investigadores (García Hernán 2002; Solís de los Santos 2012, etc.). 3 Autor que alcanzó extraordinaria difusión (como ha demostrado Simón Díaz 1965). 4 Cito por la edición de José L. Solís de los Santos. El ingenioso bibliólogo don Francisco de Araoz. Sevilla: Servicio de Publicaciones, 1997. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 248 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 249 miembro del Consejo del Rey, de Hacienda, de Estado, de Indias, de Nápoles, embajador de Francia, caballero de la Orden de Santiago, etc. El gusto por el coleccionismo y por los libros –según parece heredado de su padre, don Alonso Ramírez de Prado, que llegó a reunir una biblioteca de 402 impresos y 24 manuscritos– le llevó a formar una de las bibliotecas más destacadas de la España del siglo XVII. Situada en su casa de la calle del Arenal en Madrid, la biblioteca de don Lorenzo Ramírez de Prado fue considerada entonces, y lo sigue siendo en la actualidad, como una de las más representativas del Siglo de Oro español, no solo por la cantidad de volúmenes que albergaba –8.951 “cuerpos” según el inventario realizado tras su muerte5– sino también por la variedad de materias, la calidad de sus obras y ediciones y la riqueza de los ejemplares que se disponían en sus estantes. La lectura de textos de la época nos permite constatar que era notoria la magnificencia de la biblioteca – a la que, según parece, no fue fácil el acceso y quienes pudieron disfrutarla solían mostrarse muy agradecidos6–. Con respecto a su contenido, no solo era excelente en cuanto a libros (y solo con ojear el inventario se comprueba) sino también por el valor “papeles” manuscritos Llegó a tal desparaje la profusión y desbarato de los papeles más importantes de la monarquía y su reservado gobierno que se hizo negociación de ellos por parte de los extranjeros para hacerse ricos con ellos… Sea prueba de esta verdad, que por real Decreto de 16 de septiembre de 1664, dirigido al Presidente del Consejo, expresó En 1658, tras fallecer don Lorenzo, su viuda decidió vender la voluminosa biblioteca de su marido, pero, debido a que había algunos libros prohibidos o expurgables (Ramírez de Prado tenía permiso expreso del Papa que le permitía el acceso a estas obras), fue necesario someterla a un examen por parte de la Inquisición antes de que pudiera ponerse a la venta, que no pudo llevarse a cabo hasta 1662. En el proceso de inventariado de la biblioteca con vistas a su venta, doña Lorenza de Cárdenas, su viuda, decidió imprimir un catálogo de la misma, editado por Entrambasaguas (1943), que solo parece recoger los impresos. Tras algunas indagaciones, todo indica que muchos de sus manuscritos se incorporaron al fondo del Colegio de Cuenca y ahora se conservan en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca en su mayor parte (como por ejemplo un autógrafo de Libro de la Cámara Real de Gonzalo Fernández de Oviedo). En cuanto a los impresos, parece que al menos algunos pueden encontrarse también en Salamanca, aunque también en otras bibliotecas como la Real Biblioteca (Palacio Real de Madrid). 6 Francisco de Araoz le agradece “la gracia que me procuró vuestra merced, excelentísimo señor, de visitar vuestra colmadísima y muy selecta biblioteca…”(103), en el prólogo a su opúsculo, en el que le ofrece un original sistema de ordenación bibliográfica. 5 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 249 15-11-13 9:22 250 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 S. M. había entendido estaba ajustado vender á un extranjero la librería de Don Lorenzo Ramírez de Prado, con todos los papeles manuscritos, en los cuales se juzgaba había muchos secretos, y de importancia; así del tiempo que asistió en Francia, como á otros negocios particulares que se le encargaron, y algunos que adquiría por curiosidad. Y conviniendo no pasasen á otras manos, ordenó S. M. que con la mayor diligencia y recato se recogiesen todos en parte segura, y se formase relación de ellos, para remitirla á sus reales manos (Valladares de Sotomayor 1789). Aunque algunos estudiosos han tratado ya sobre el contenido y disposición de esta biblioteca (Entrambasaguas, Rodríguez Moñino, Dadson, etc.), quizás no se ha incidido suficiente en uno de los aspectos singulares de esta librería: la presencia de América (temas, autores, obras impresas en el Nuevo Mundo, etc.)7. Nuestro propósito en este trabajo, tras un análisis exhaustivo del inventario, es, precisamente, señalar esta particularidad y ofrecer la relación de registros del fondo americanista de la biblioteca acompañada de unas conclusiones, resultado del análisis, tanto del número de obras y su temática, como del conocimiento que podía tener un consejero de Indias sobre estas tierras, sus costumbres y su gente, aún sin haber viajado nunca allí. Antes de proseguir, no puede dejar de advertirse que la presencia de fondos sobre el Nuevo Mundo en la librería de don Lorenzo no es casual, pues varios acontecimientos familiares y profesionales lo relacionaron con América desde su nacimiento. El humanista Pedro de Valencia, cronista de Indias, que era primo de su padre, lo apadrinó al poco de nacer (en 1583). Don Alonso Ramírez de Prado, padre de don Lorenzo, fue Consejero (Oidor) del Consejo Real y Supremo de las Indias8. Don Lorenzo fue nombrado miembro 7 Trevor J. Dadson (1993-94) estudió hace tiempo la presencia de libros sobre el Nuevo Mundo (incluyendo las Indias Occidentales y Orientales) en 67 bibliotecas privadas. En la biblioteca Ramírez de Prado localizó 126 ejemplares, aun advirtiendo que por ser un inventario muy largo podría no haber sido un recuento exacto. Para más información, vid. Schäfer. 8 El Real y Supremo Consejo de Indias fue el órgano más importante de la administración indiana pues asesoraba al rey en la función ejecutiva, legislativa y judicial. Se creó en 1511 como una sección dentro del Consejo de Castilla, y luego, en 1524, pasa a constituirse como entidad propia. Los Consejeros de Indias eran normalmente elegidos entre personas de gran versación jurídica y eruditos en temas americanos, la gran mayoría eran hombres con experiencia funcionaria en las Indias, aunque poco a poco el sistema de privanzas que se impone en el siglo XVII hace que reduzca su eficacia, el número de miembros crece significativamente, dando 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 250 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 251 del Consejo de Indias en 1626, cargo que ocupó durante 32 años, hasta su muerte en 1658 9, como también fue su hermano Alonso hasta su muerte en 1664 10, llegando a ser decano del tal Consejo. Otro de sus hermanos, Marcos Ramírez de Prado, fue obispo de Chiapas, Michoacán –donde contribuyó a la restauración de la catedral de Valladolid con la ayuda de los Consejeros de Indias– y, más tarde, arzobispo de México (aunque falleció antes de desempeñar este oficio). Y, además de todo esto, don Lorenzo dotó a su mujer, doña Lorenza de Cárdenas, con una encomienda en Indias. Es, por lo tanto, bastante evidente que a su curiosidad natural, las circunstancias personales y profesionales hicieron que se desarrollase en él un interés especial por el tema americano, y no es coincidencia que en la biblioteca de don Lorenzo se encuentren obras fundamentales sobre las Indias occidentales11. En el trabajo que nos ocupa pretendemos ofrecer una relación completa del fondo americano (obras sobre América o publicadas allí), que el humanista poseyó que nos permitan extraer conclusiones acerca del interés que despertaba el Nuevo Mundo y el conocimiento que podía tener un erudito del siglo XVII, consejero de Indias, aun cuando no hubiese cruzado el Atlántico. A propósito de esto, resultan válidas para esta librería las palabras de P. Cátedra al referirse a la colección americana de la biblioteca de otro ilustre bibliófilo, don Alonso de Osorio, marqués de Astorga: “la colección americana de Osorio, prácticamente formada antes de 1574, por cuanto apenas se añaden títulos después, es muy buena y muestra que no se puede afirmar, como a veces se ha hecho, que haya un desinterés por incorporar a las bibliotecas asuntos americanos” (Cátedra García 227). Efectivamente, también la curiosidad de erudito, el interés de bibliófilo y las circunstancias, como hemos señalado, suponen que la librería de Ramírez de Prado sea una muestra, todavía más clara, de la sensibilidad hacia el tema. cabida a nuevos oficiales e incluyéndose consejeros de capa y espada. Para más información, vid Schäfer. 9 Las huellas de su labor pueden seguirse en el Archivo de Indias, e indican que este cargo no fue uno más en su larga lista de “oficios”. 10 Sobre ambos, inserta una larga alabanza Lope de Vega en su Laurel de Apolo: “dos ínclitos varones / dos Prados, dos hermanos, dos Catones …”. 11 Trevor Dadson (1992) contabilizó 106 relativas a las Indias occidentales en el inventario de su librería. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 251 15-11-13 9:22 252 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Tras la lectura detenida y el estudio del inventario –teniendo en cuenta las limitaciones que estos suelen ofrecer (Infantes 281-292) – y gracias a las posibilidades de análisis que nos brindan las bases de datos12 que permiten cruzar información de manera ágil, flexible y rápida, hemos obtenido resultados sobre la investigación en el tema que nos ocupa que ofrecemos a continuación: Como ya se ha señalado, según el inventario, la librería se compone de 8.951 “cuerpos”. Entre las ausencias que más se dejan notar están los impresos menores y los manuscritos; es probable que algunos formen parte de los más de 200 que el doctor don Esteban de Aguilar y Zúñiga –el sacerdote que se ocupó de expurgar las obras conforme al Índice de libros prohibidos y redactó el inventario–, el librero Baltasar Velero y algunos amigos se llevaron, según denuncia la viuda de Ramírez de Prado. Si tenemos en cuenta estos datos, podemos advertir que es posible que el número de ejemplares de esta librería llegase, por lo menos, a los 9.200 volúmenes. De los 8.951 cuerpos inventariados, 136 hacen referencia a América. Su contenido es variado, abarcando los temas más diversos: conquista, historia natural, crónicas, leyes, informaciones y consultas, lengua, prodigios, autos de fe, fiestas, etc. En la biblioteca hubo, pues, buena representación de los asuntos de Indias (puede consultarse al final la relación de títulos, extraída del inventario): las obras esenciales, que surgen como consecuencia de los cambios que supone el conocimiento del Nuevo Mundo –legislativos, intelectuales, científicos, etc.– están casi todas. La más antigua de las inventariadas es un ejemplar de la obra de Martín Fernández de Enciso, Suma de geographia que trata de todas las partidas y provincias del mundo en especial de las Indias, publicada en Sevilla en 1519; le sigue un ejemplar de la obra de Pedro Mártir de Anglería, De orbe novo13, publicada en Alcalá, por Miguel 12 Me refiero, especialmente, a la base de datos de Inventarios y Bibliotecas del Siglo de Oro, IBSO, <http:www.bidiso.es/IBSO>, integrada ahora en el portal Biblioteca Digital Siglo de Oro, que ha creado y mantiene equipo de investigación de la Universidad de A Coruña formado por Sagrario López Poza. El principal objetivo de esta base de datos es reunir y poner al alcance de los investigadores el resultado de varios tipos de trabajos que frecuentemente se encuentran dispersos; IBSO permite el acopio y la recuperación y consulta cruzada de información en torno a cuatro vías: inventarios y bibliotecas, bibliotecas ideales, bibliotecas hipotéticas, ediciones del Siglo de Oro (puede obtenerse más información, sobre sus funcionalidades y contenido en Fernández Travieso y López Poza 1-30). 13 Obra realizada por encargo de la reina Isabel la Católica para la elaboración de las crónicas sobre la aventura oceánica. En el inventario aparece sin datos de edición, solo el título, por lo que no puede certificarse que se trate de la primera. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 252 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 253 de Eguía en 1530. Entre las piezas más famosas de su colección está una de las dos versiones manuscritas de la Historia del Pirú de Martín de Murúa14, o La historia verdadera de la conquista de nueva España por Hernán Cortés de Bernal Díaz del Castillo, que permaneció inédita mucho tiempo hasta que fray Alonso Remón la publicó en 1632. Otra presencia notable es la obra de fray Bartolomé de las Casas, tanto su Apologética historia de las gentes de estas Indias, en primera edición de Sevilla, 1552, como su Historia de la destruyción de las Indias, en este caso en edición veneciana, en español e italiano, de 163015; también está la obra del que sería su opositor, J. Ginés de Sepúlveda, De conuenientia militaris disciplinae cu[m] christiana religione dialog[us], qui inscribitur Democrates, publicada en Roma, en 1535. No podían faltar otras obras como la Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León, en dos ediciones, Sevilla, 1553 (editio princeps) y Amberes, 1554; Francisco López de Gómara, en su edición de 155416 (aunque solo la 2ª parte); Gonzalo Férnandez de Oviedo, Historia general de las Indias, Sevilla, 154717; la Relación del Gouernador Aluar Núñez, de dos viages de las Indias, impresa en Valladolid por Francisco Fernández de Córdoba, en 1555 (en editio princeps); José Acosta, De natura novi orbis, Salmanca, Guillelmum Foquel, 1589, (editio princeps) y, en segunda edición, la Historia natural, y moral 14 Es sabido que Fray Martín Murúa ofreció esta versión como regalo a Felipe IV en 1616; sin embargo, este ejemplar acabó en la librería de Lorenzo Ramírez de Prado. 15 Istoria ó breuissima relatione della distruttione dell’ Indie Occidentali di Don Bartolomeo dalle Case ó Casaus conforme al suo vero originale spagnuolo già stampato in Siuiglia tradotta in italiano dall’ sig. Giacomo Castellani già sotto nome di Francesco Bersabita ..., In Venetia: presso Marco Ginammi, 1630. Podemos ver un ejemplar de esta edición, ya accesible en Internet, en la Biblioteca Digital Hispánica http://bdh.bne.es/bnesearch/ detalle/2683725 16 Suponemos que será la edición impresa en Zaragoza por Pedro Bernuz el 12 de octubre de 1554 (en portada 1555, véndese en casa de Miguel de Çapila), profusamente ilustrada, de la que hoy se conserva un ejemplar, en la Biblioteca del Dr. Francisco Guerra, en la biblioteca histórica de la Universidad Complutense de Madrid (Fernández Valladares 6). 17 Aunque no tenemos otra noticia de esta edición [ni en CCPB, ni en otros catálogos], así que, o bien se trata de una edición perdida o puede que, simplemente, sea un error de quien hizo o compuso en la imprenta este inventario. La única edición documentada de esta obra en este año es la de Salamanca, en casa de Juan de Junta, 1547, con ilustraciones xilográficas intercaladas en el texto [Simón Díaz. BLH, Tomo X, n. 1102]. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 253 15-11-13 9:22 254 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de Indias, Barcelona, 1591; o un ejemplar de los Varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos, Madrid, 158918. También las obras sobre el Nuevo Mundo que tuvieron más repercusión en el siglo XVII están en el inventario de la librería de Ramírez de Prado. Así, podrían destacarse varias ediciones de Historia general de los hechos de los castellanos en las Indias, de Antonio de Herrera, Madrid, 1601 y Valladolid, 1606 y también de su Descriptio Indiae Occidentalis, ab Antonio de Herrera, in Latinum, versa a C. Barlzo, cum pluribus, additionibus, & Mappis19; los Comentarios reales, del Inca Garcilaso de la Vega, en su primera edición de Lisboa, 1609; el Tratado de confirmaciones Reales de oficios de Indias, Madrid, Juan González, 1630, que, según parece, fue encargado por el propio don Lorenzo a Antonio de León Pinelo, cronista Oficial de Indias; o la Histórica relación del Reyno de Chile, de Ovalle Santarém, publicada en Roma, por Francisco Cavallo en 1648. No puede dejar de notarse que, según pasan los años, el número de obras de tema americano en la librería de don Lorenzo aumenta, como puede comprobarse en el anexo III (lám. 1). Mención especial merecen las obras de cosmografía, geografía, mapas, atlas… Destacan: la Suma de geographia de Martínez de Enciso –una de la primeras que incluye América– con ejemplar de la edición prínceps sevillana, de 1519; la Cosmographía de Pedro Apiano, en romance, Amberes, en casa de Gregorio Bontio, 1548, del que parece poseer, según se desprende del inventario, dos ejemplares de esta edición, otro de una edición de 1575, también en romance, y una edición en latín de 154920; cuatro ediciones de Ortelius, Theatrum Orbis Terrarum, (de 1579 21 en la que ya se incluían mapas de América, de Amberes, 1588, y otras dos de 1624 y 1630). . A. Rodríguez Moñino (14) señala que ya don Alonso Ramírez de Prado, padre de don Lorenzo, poseyó la cuarta parte de esta obra, y que es probable que don Lorenzo la heredase. 19 No hay referencias en el inventario a su lugar de edición, por lo que puede que en la biblioteca se conservase un manuscrito de esta obra o que se trate del Novvs orbis sive descriptio Indiae Occidentalis, publicado en Amstelodami, Michael Colinivs, 1622. 20 Aunque la obra se editó por primera vez en 1525 y con las correcciones de Gemma Frissio en 1529, contó con varias reediciones: hasta la edición de 1544 no aparece Méjico en el mapa mundi de la Cosmografía. 21 En el inventario indica “illuminatum”. 18 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 254 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 255 Lámina 1: Abraham Ortelius, Americae sive Novi Orbis. No falta la obra que relata el viaje de los hermanos García de Nodal a reconocer el estrecho de Magallanes, Relación del viaje que por orden de su Majestad y acuerdo del Real Consejo de Indias hicieron los capitanes Bartolomé García de Nodal y Gonzalo de Nodal, hermanos... al descubrimiento del Estrecho nuevo de S. Vicente y reconocimiento del de Magallanes, en Madrid, por Fernando Correa de Montenegro, 1621. En lo que se refiere a los libros jurídicos sobre el tema, el inventario registra, además de la obra de León Pinelo a la que se ha aludido antes, títulos tan notables como De indianarum iure, Madrid, 1629, de Juan de Solórzano, que se convirtió en libro de cabecera de los que ejercían el gobierno de Indias, labor que prosiguió en un segundo volumen (también registrado en la librería) publicado en Madrid en1639, así como unas observaciones a su obra, que hizo Antonio Lelio, publicadas en Roma en 1641. También poseyó la versión castellana de la extensa obra de Solórzano, que apareció en 1647 con el título de Política Indiana (obra fundamental para conocer el siglo XVII en la América española) y que fue algo más que mera traducción, pues modificó, amplió y seccionó varias partes de la obra anterior. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 255 15-11-13 9:22 256 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Algunos asientos del inventario muestran libros de informaciones de Indias que recuerdan las ocupaciones y quehaceres como miembro del Consejo de Indias de don Lorenzo: Un libro de informaciones de Indias, tocante a justicia; Un libro de informaciones de visitas en las Indias; Un libro de informaciones de Indias, todas Fiscales; Vn libro de informaciones de Indias, en materia de marauedís, etc. También se registran obras de interés filológico como: Tesoro de la lengua guaraní, Gramática de la lengua del Perú, por Diego Gonzalez Holguín, Lima, 1607, o la Gramática de la lengua del Nueuo Reyno, por Fr. Bernardo de Lugo, Madrid, 1619, etc. Entre las obras de creación que sugiere América, no puede olvidarse que en los estantes de esta biblioteca figuraban, entre otras, El Mundo Nueuo, de Tomaso Stigliani, publicado en Roma en 1628, en su versión final de 34 cantos, dedicado al papa Alejandro VII y anotado por Pompeyo Colonna, que es una trasposición épica de la empresa colombina. Tampoco falta el gran poema épico, La Araucana de Alonso de Ercilla, en edición de Madrid, en la imprenta del Reino, 1632. No solo la cultura clásica y lo atemporal tuvo asiento en la erudita biblioteca de don Lorenzo, también se registran varios impresos que dejan constancia de fiestas y otros acontecimientos circunstanciales en el Nuevo Mundo: Fiestas de México al Conde de Salvatierra y al Marqués de Villena y Obispo Palafox; Auto de Fe en México, 1649; Exequias de la Reyna Margarita en Perú, Lima, 1612; Relación del Martirio de unos jesuitas, en Paraguay, año 1628, etc. Sin embargo, son llamativas las ausencias de algunas obras esenciales sobre el tema22 como las cartas de Colón o las de Hernán Cortés, de las que es probable que don Lorenzo poseyese algún ejemplar, impreso o manuscrito, que no llegó a ser inventariado, quizás por quedárselo algún familiar, quien hizo el inventario, o venderse aparte. 22 Y otras que no vienen aquí al caso por no tratar del tema que nos ocupa, obras de divertimento, como las primeras ediciones de El Quijote, por ejemplo, que es extraño que no poseyese, en el inventario solo figura: “D. Quixote de Ceruantes I y 2 en vn tomo, Madrid 1655” y “Nouelas de Ceruantes, Madrid 1655”; tampoco libros de caballerías, la Diana, o el Guzmán de Alfarache… obras que sí están en inventarios de otras bibliotecas contemporáneas, como la del conde de Gondomar o la de Vincencio Juan de Lastanossa. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 256 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 257 En definitiva, según el inventario de la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, un 1,50 % del total de las obras (137) trataban sobre América o se imprimieron en el Nuevo Mundo23 (25 impresos: 14 en México y 11 en Lima). La rica biblioteca de Ramírez de Prado, en lo referente a América, puede decirse que presenta un panorama nutrido de lo que se escribía y publicaba en el momento y ofrecía información útil para quien quisiese documentarse sobre cualquier aspecto relacionado con el Nuevo Mundo: geografía, costumbres, historia natural, jurisdicción, medicina, fiestas, etc. Como dato curioso, debe tenerse en cuenta que, según el inventario (y aunque muchas obras se registran sine notis), apenas hay año del que no se registre, por lo menos, un libro impreso. De entre los títulos que presentan datos de edición, los lugares de impresión más frecuentes de las obras de tema americanos son Madrid, México, Lima, Sevilla. Entre los autores están presentes los fundamentales de la historiografía americana: Anglería, Fernández de Oviedo, Acosta, Bartolomé de las Casas, Ginés de Sepúlveda, P. Cieza, Monardes, Herrera, Garcilaso, León Pinelo, etc. No debe olvidarse, además, que la librería estuvo también nutrida de papeles anónimos, colecciones de ordenanzas de Indias, acuerdos del Consejo de Indias, mapas, etc. Estas conclusiones, aunque se basan en datos empíricos, han de considerarse con cautela, pues, como ya se ha señalado en ocasiones los inventarios revelan tanto las ausencias como las presencias en las librerías. Como advierte S. López Poza (19-48): “Trabajar con inventarios para intentar hacerse una idea de la realidad de una época tan lejana requiere mucha prudencia, pues podemos creer relevantes algunos datos presentes, pero no juzgamos otros ausentes de tanta o mayor importancia”. A la vista de estos datos, es evidente en el inventario que don Lorenzo Ramírez de Prado estaba muy documentado sobre el Nuevo Mundo y, como Consejero de Indias, poseía una nutrida librería profesional, además de piezas de experto bibliófilo y coleccionista. Parece claro en el siglo XVII que ser Consejero de Indias requería estar bien informado y conocer, por lo menos, lo que se había escrito sobre el tema. Por otra parte, es evidente que la suma de la afición bibliofílica de don Lorenzo y el cargo de Consejero de Indias tuvieron mucho que ver en la conformación de su librería y su colección americanista. Pero, ténganse en cuenta que estos impresos no trataron siempre de temas americanos, (vid., por ejemplo, la Ortografía de la lengua castellana, escrita por Mateo Alemán). 23 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 257 15-11-13 9:22 258 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 ANEXO I- AMÉRICA EN LA BIBLIOTECA DE DON LORENZO RAMÍREZ DE PRADO (obras sobre América o impresas en el Nuevo Mundo) 24 Título Lugar de publicación Fecha de publicación 1. Exequias del Príncipe D. Balthasar, en Nueua España, quatro duplicados 2. Palafox, Semana Santa México 1644 3. Palafox, Varón de deseos México 1642 4. Confessión en lengua mexicana México 1565 5. D. Iuan María de Gueuara, Corona de la Virgen Lima 1643 6. Discurso breue contra los Indios, en Portugués Lisboa 1622 7. Doctrina Christiana, en lengua Mystica, por Fr. Benito Hernández México 1568 8. Symbolo Cathólico Indiano, por Fr. Gerónimo de Ore Lima 1598 9. Fr. Iuan Baptista, Aduertencias a Confessores, 2 part. México 1600 10. Felicianus de Vega, Relect. in 2 decreti Lima 1633 11. Additiones Ludouici de Lima Lima 1634 12. Ordenanças del Consejo de Indias Valladolid 1603 13. Antonio de León, tratado de confirmaciones Reales para oficios, y encomiendas de Indias Madrid 1630 14. Discursos sobre los priuilegios de las órdenes de Indias, por Don Iuan Ceuicos México 1623 15. Memorial sobre la protección de los Indios del Perú Madrid 1636 16. Memorial sobre la protección de los Indios del Perú Madrid 1636 17. Escrito en la causa de la Puebla de los Ángeles 0 Se han respetado las grafías y el orden del inventario, pues nos permite vislumbrar, en ocasiones, la existencia de varios ejemplares y, posiblemente, la disposición de la librería. 24 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 258 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 18. Planeta Cathólico, o Memorial, para que el Rey embíe Predicadores a las Prouincias del Perú, de Fr. Balthasar Campuçano 19. Memorial de la Compañía de Iesús de Nueua España, en respuesta de Palafox 20. 259 Madrid 1646 Razonamiento al Conde de Castrilo, en fauor del Colegio de S. Felipe de Lima Madrid 1633 21. Estado de las Filipinas, y sus conueniencias, por D. Gerónimo Bañuelos México 1638 22. Apol. de Fr. Barthol. de las Casas, por los Indios. Otro. Sevilla 1552 23. Ordenanças de las Indias, 4 tom. Madrid 1596 24. Sumario de todas las leyes, y ordenanças de las Indias por Don Rodrigo de Aguiar Madrid 1628 25. Discurso sobre la importancia de las leyes de Indias, por el Licenciado León 26. Acuerdos del Consejo de Indias, recopiladas por Don Antonio de León Madrid 1658 27. Ordenanças del Consejo de Indias Madrid 1636 28. Aparato Político de las Indias, Don Antonio de León Madrid 1635 29. Perfecta razón de Estado, contra Polit. Atheit. por Don Iuan Básquez Mayoralgo México 1646 30. Duarte Gómez, sobre los comercios e las dos Indias 31. Antonio de León, tratado de confirmaciones Reales de oficios de Indias Madrid 1630 32. Relación de los Obispados de España, y Indias, por Alberto Mireo; y otra en Latín de las reglas Monásticas; y otra de los Obispados de Italia Amberes 1613 33. Ordenanças del Obispado de Mechoacan, por D. Fr. Marcos Ramírez México 1645 34. Vn libro de informaciones de la Cruzada, tocante a Indias 35. Veinte y tres informaciones tocantes a materias de Indias 36. Ordenanças del Consejo de Indias Valladolid 1603 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 259 1622 15-11-13 9:22 260 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 37. Varios papeles tocantes a cosas de Indias 38. Cosas tocantes al Reyno de Chile 39. Vn libro de informaciones de Indias, tocante a justicia 40. Otro libro de informaciones de Indias, tocante a justicia 41. Vn libro de informaciones de visitas en las Indias 42. Vn libro de informaciones de Indias, todas Fiscales 43. Vn libro de informaciones de Indias, en materia de marauedís 44. Otro libro de informaciones de Indias, todas Fiscales 45. Otro libro de informaciones de Indias, todas Fiscales 46. Otro libro de informaciones de Indias, todas Fiscales 47. Otro libro de informaciones de Indias, todas Fiscales 48. Mapas del Puerto de la Habana, y Isla de Santo Domingo 49. Gramática de la lengua del Perú, por Diego Gonçález Holguin Lima 1607 50. Gramática de la lengua del Perú, por Diego Gonçález Holguin Lima 1607 51. Ortographía Castellana de Matheo Alemán México 1609 52. Elegías de varones ilustres de Indias, por Iuan de Castellanos Madrid 1589 53. Fiestas de México al Conde de Saluatierra, y al Marqués de Vullena, y Obispo Palafox, en vn tomo 54. La Nueua México de Villagra Alcalá 1610 55. Abraham Hortel, Theatrum orbis, tres tomi, cum Parergis, & tabulis Geograph. Amstel. & Ant. AmberesÁmsterdam 1624-1630 56. Abraham Hortelio, Theatro de la tierra Amberes 1588 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 260 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 57. Abraham Ortelij, Theatrum orbis 58. Doze Mapas iluminadas del Perú, todas en vn quaderno 59. Regimiento de Nauegación, por orden del Consejo Madrid de Indias, por Andrés García de Céspedes 1602 60. Summa Geographica, General, y especial, de Indias Sevilla 1519 61. Repertorio de los tiempos de Nueua España, por Henrico Martínez México 1606 62. Repertorio de los tiempos de Nueua España, por Henrico Martínez México 1606 63. Diálogos Militares de Diego García de Palacio México 1585 64. Plantas, y animales de la Nueua España, y sus virtudes, por Francisco Hernández, y de Latín en Romance, por Fr. Francisco Ximénez México 1615 65. Plantas, y animales de la Nueua España, y sus virtudes, por Francisco Hernández, y de Latín en Romance, por Fr. Francisco Ximénez México 1615 66. Historia de Simplex, Aromáticos, y otras drogas de Indias, que escriuió en Portugués Don García de Huerta, en Italiano, por Aníual Briganti Venecia 1605 67. Historia Medicinal de cosas de Indias, por Monardes Sevilla 1580 68. Aduertencias para beber frío de nieue, del Doctor Matías de Porres Lima 1621 69. Historia Medicinal de las Indias, de Monardes Sevilla 1580 70. El mismo Teatro de las Iglesias de Indias. Tres Tomos, Primero, abaxo ay más Madrid 1649 71. Historia Plantar. & animalium Brasili, Guillelmi Pisonis Batau 1648 72. Teatro Eclesiástico de las Iglesias de Indias, por Gil Gonçález Dáuila, dos tomos Madrid 1655 73. Historia Peruana, Ordinis S. Agustini, à Ioachimo Brulio 74. Chrónica moraliçada de la Orden de San Agustín, en el Perú, por Fr. Antonio de la Calancha Barcelona 1639 75. Chrónica de la misma Orden. en Nueua España por Fray Iuan de Grijalua México 1624 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 261 Amberes 261 1579 1651 15-11-13 9:22 262 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 76. Chrónica de la misma Orden. en Nueua España por Fray Iuan de Grijalua México 1624 77. Andrés Pérez de Ribas, de las Missiones de la Compañía en Nueua España Madrid 1645 78. Relación Histórica del Reyno de Chile, por Alonso de Oualle Roma 1648 79. Petrus Martyr, Decades de Orbe nouo, liber Acephales, & Apodos 80. Historia del Perú, por Diego FernándezSevilla 1571 81. D. Fernando Pizarro, Varones ilustres del nueuo Madrid Mundo 1639 82. Conquista de tierra firme en Indias Occidentales, por Fray Pedro Simón Cuenca 1625 83. Historia de la conquista de la Nueua España, por Madrid el Capitán Bernal Díaz, y publicada por Fr. Alonso Remón 1632 84. Historia de las fundaciones de Dominicos en México, por Fr. Agustín Dáuila Padilla Bruselas 1625 85. Historia general de las Indias, de Gonçalo de Vuiedo, y la conquista del Perú Sevilla 1547 86. Historia de las Indias, de Antonio de Herrera, 4 tomos Madrid 1601 87. Historia general de las Indias, de Gonçalo de Vuiedo, y la conquista del Perú 1547 88. Historiarum Americae admirandae narraciones, à varijs Authoribus compilatae 89. Hist. Antigua de las Indias, hasta el año de 1551 90. Comentarios Reales del Perú, por Garcilaso, dos tom. Lisboa 1609 91. Historia del Perú, por Diego Fernández Sevilla 1571 92. Conquista del Perú Salamanca 1547 93. Chrónica del Perú, de Pedro de Cieza, Primera Parte Sevilla 1553 94. Historia de la Prouincia de Sen Vicente de Chiapa, Madrid y Guatemala del Orden Dominico, por Fr. Antonio de Remesal 1619 95. Decimatertia pars historiae Americanae, Franc. ad Maenum 1634 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 262 Sevilla 1590 Medina del Campo 1553 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 96. Relación del sitio de México, y su desagüe, de Don Fernando de Cepeda 97. Ioannes de Laet Americae, vnisque descriptio Latinae, con estampas 98. Viage del Marqués de Villena a Indias, con poesías 99. Auto de Fe 263 1637 Lugduni 1633 1640 Lima 1639 100. Memorias diarias del Brasil, hasta el año de 1630. por Duarte de Albuquerque Madrid 1654 101. Auto de Fé México 1649 102. D. Bernardo de Vargas, Milicia, y descripción de las Indias Madrid 1599 103. Tesillo, guerra de Chile Madrid 1647 104. Exequias de la Reyna Margarita en Perú Lima 1612 105. Exequias de la Reyna Margarita en Perú Lima 1612 106. Memorial de noticias sacras, y Reales del Imperio de las Indias Occidentales, por Iuan Díaz de la Calle Madrid 1646 107. Chrónica de la Prouincia de Mechoacan, de Agustinos, por Fr. Iuan de la Puente México 1624 108. Historia de la destruyción de las Indias, por D. Bartolomé de las Casas, Hispano, Itálico Venecia 1630 109. Vida de Don Toribio Alfonso Mogrouejo, Arçobispo de Lima, por Antonio de León Madrid 1653 110. Vida del Doctor Don Bernardino de Aluansa, Arçobispo de Santa Fe, por Don Pedro de Solís Lima 1646 111. Memorial del Nueuo Mundo, Perú, y Lima, por Fray Buenauentura de Salinas Lima 1630 112. Memorial del Nueuo Mundo, Perú, y Lima, por Fray Buenauentura de Salinas Lima 1630 113. Antigüedad del linage de vera, por Francisco de la Puente Lima 1635 114. Relación del Gouernador Aluar Núñez, de dos viages de las Indias Valladolid 1555 115. Descripción del Reyno de Chile, por Fray Francisco Ponce 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 263 15-11-13 9:22 264 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 116. Discursos sobre la Centinela del Reyno de Chile, de Don Andrés Méndez Lima 1641 117. Catálogo de Varones de virtud de la Compañía, en Perú Sevilla 1632 118. Discursos sobre la Centinela del Reyno de Chile, de Don Andrés Méndez Lima 1641 119. Sucessos de las islas Filipinas, por Antonio de Morga México 1609 120. Antigüedad de la lengua Vascongada, por Baltasar de Echaue México 1607 121. Antigüedad del linage de Vera, por D. Francisco de la Puente Lima 1635 122 Madrid 1641 Nueuo descubrimiento del gran Río de las Amazonas, año de 1639 por el Padre Christóual de Acuña 123. Relación del martirio de unos jesuitas en el Paraguay 1628 124. Hugo Groth, de Origine gentis, Americanae Amstelod 1643 125. De rebus Iaponicis, & Peruanis Epistolae recentes Amberes 1605 126. Historia trágica de don Enrique Castro en Chile, por don Francisco Loubayssin París 1617 127. Historia de las Indias, de Gomara, 2 parte Amberes 1554 128. Origen de los Indios del nueuo mundo, por Fray Gregorio García Valencia 1611 129. Chrónica del Perú, de Pedro de Cieza, I p. Amberes 1554 130. Historia natural, y moral de Indias, por Ioseph de Acosta Barcelona 1591 131. Historia del Perú, de Agustín Zárate Amberes 1555 132. Viages a Africa, Asia, Indias, de Iuan Mocquet, en Francés París 1617 133. Iosephus Acosta de natura noui orbis Salamanca 1589 134. La misma, por el Licenciado Lossa México 1613 135. Missiones de la Compañía en Nueua España, por Andrés Pérez Madrid 1645 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 264 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 265 136. Relación del primer descubrimiento del Río de las Amazonas 137. Georgius Hornus, de Origine Gentium, Americar Hagae 1652 ANEXO II- OBRAS EDITADAS EN EL NUEVO MUNDO, DE TEMA AMERICANO O NO México Palafox, Semana Santa, México, 1644. Palafox, Varón de deseos, México, 1642. Confessión en lengua mexicana, México, 1565. Doctrina Christiana, en lengua Mystica, por Fr. Benito Hernández, México, 1568. Fr. Iuan Baptista, Aduertencias a Confessores, 2 part. México 1600. Estado de las Filipinas, y sus conueniencias, por D. Gerónimo Bañuelos, México, 1638. Perfecta razón de Estado, contra Polit. Atheit. por Don Iuan Básquez Mayoralgo, México, 1646. Ordenanças del Obispado de Mechoacan, por D. Fr. Marcos Ramírez, México, 1645. Ortographía Castellana de Matheo Alemán, México, 1609. Diálogos Militares de Diego García de Palacio, México, 1585. Auto de Fe, en México 1649. Sucessos de las islas Filipinas, por Antonio de Morga, México, 1609. Antigüedad de la lengua Vascongada, por Baltasar de Echaue, México, 1607. La misma, por el Licenciado Lossa, México, 1613. Lima D. Iuan María de Gueuara, Corona de la Virgen, Lima,1643. Symbolo Cathólico Indiano, por Fr. Gerónimo de Ore, Lima, 1598. Gramática de la lengua del Perú, por Diego Gonçález Holguin, Lima, 1607. Aduertencias para beber frío de nieue, del Doctor Matías de Porres, Lima, 1621. Auto de Fe, en Lima, 1639. Exequias de la Reyna Margarita en Perú, Lima, 1612. Vida del Doctor Don Bernardino de Aluansa, Arçobispo de Santa Fe, por Don Pedro de Solís, Lima, 1646. Memorial del Nueuo Mundo, Perú, y Lima, por Fray Buenauentura de Salinas, Lima, 1630. Antigüedad del linage de vera, por Francisco de la Puente, Lima, 1635. Discursos sobre la Centinela del Reyno de Chile, de Don Andrés Méndez, Lima, 1641. Antigüedad del linage de Vera, por D. Francisco de la Puente, Lima, 1635. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 265 15-11-13 9:22 266 REVISTA CHILENA DE LITERATURA Nº 85, 2013 ANEXO III- GRÁFICOS Obras sobre América en la biblioteca de Ramírez de Prado Sobre América TOTAL LIBROS 0 2.000 TOTAL LIBROS BIBLIOTECA 8.951 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 266 4.000 6.000 8.000 10.000 Sobre América 126 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 267 Ejemplares en la biblioteca Ramírez de Prado según su fecha de publicación 165 5 164 5 163 5 162 5 161 5 160 5 159 5 158 5 157 5 156 5 155 5 154 5 153 5 152 5 151 5 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 267 15-11-13 9:22 268 REVISTA CHILENA DE LITERATURA Nº 85, 2013 ANEXO IV Marca de posesión que aparece en algunos de los libros de Ramírez de Prado. Base de datos de exlibris y marcas de propiedad. Real Biblioteca. <http://encuadernacion.realbiblioteca.es/index.php?p=searchexlibris&t=identific acion&i=39> Retrato de don Lorenzo Ramírez de Prado realizado por juan de jáuregui, en los preliminares de su obra Pentecontarchus, Antuerpiae, 1612. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 268 15-11-13 9:22 América en la librería de don Lorenzo Ramírez de Prado, Consejero de Indias 269 BIBLIOGRAFÍA Araoz, Francisco de. De bene disponenda bibliotheca. Madrid, 1631. Cátedra García, Pedro. Nobleza y lectura en tiempos de Felipe II. La biblioteca de don Alonso Osorio, marqués de Astorga. Valladolid: Junta de Castilla y León, 2002. Dadson, Trevor. “La presencia del Nuevo Mundo en bibliotecas particulares españolas del Siglo de Oro. II: Inventarios”. Las Indias (América) en la literatura del Siglo de Oro: homenaje a Jesús Cañedo. Kassel: Reichemberger, 1992, 213-264. ________ “La presencia del Nuevo Mundo en bibliotecas particulares españolas del Siglo de Oro”. 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De qualquer modo, quando, em vários trabalhos, procurei me opor a certas divisões periodológicas e psicologizantes que pareciam determinar grande parte das leituras da obra de Vieira, era sobretudo essa biografia que tinha de enfrentar. Quais os procedimentos narrativos que a tornam tão especialmente convincente? -- esta a pergunta que tento responder em meu texto. Palavras chaves: Padre Antonio Vieira; João Lúcio de Azevedo; biografia; historiografia luso-brasileira; história positivista; retrato; personificação. To a large extent, the fact that Father Antonio Vieira (1608-1697) is still seen as a man who was divided among very diverse actions, politically ambitious, temperamental, contradictory, driven by chimeras, slightly attracted by his own eloquence, but at the same time as somebody with a great character; brave and decided, is due to father Vieira’s biography written by the Portuguese historian João Lúcio de Azevedo (1855-1933). This image has been so firmly settled that it is now difficult to think of different convincing interpretations of father Vieira’s actions. New biographies have done nothing but provide more information about the same terms. As a matter of fact, when I tried, in several works, to oppose to certain periodological and psychologizing divisions that seemed to determine a large part of Vieira’s readings, it 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 271 15-11-13 9:22 272 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 was especially that biography what I had to face. What narrative procedures make Vieira’s biography so particularly convincing? That is the question that I try to answer in this article. Key words: biography, Luso-Brazilian historiography, positivist history, portrait, personification. Em larga medida, a imagem do Padre Vieira, que se faz ainda hoje, como um homem dividido entre atuações muito diversas, ambicioso politicamente, temperamental, contraditório, movido a quimeras, seduzido um pouco por sua própria lábia, mas também sempre um caráter grandioso, valente, pertinaz, deve-se às páginas eletrizantes da História de Antônio Vieira, do historiador português João Lúcio de Azevedo (1855-1933). Para o bem e para o mal, esta imagem se sedimentou a tal ponto, senão no imaginário corrente, ao menos entre os admiradores e estudiosos do Padre, que é difícil imaginar outras interpretações para a sua vida. Quando, há mais de vinte anos, em minha tese de doutoramento, procurei me opor a certas divisões periodológicas e psicologizantes que pareciam determinar grande parte das leituras da obra de Vieira, era sobretudo a biografia do jesuíta feita por João Lúcio que tinha de enfrentar. Por exemplo, gostaria de poder evitar imagens como as de “revoltado”, que reduz a grandeza de sua passagem por Roma, ou de “vencido”, que dá tintura melancólica ao seu período final na Bahia, que se estende por mais de quinze anos bem animados. Certamente, havemos todos de ser vencidos pela morte, mas caracterizar Vieira como “vencido”, à maneira da geração 70, em Portugal, ou ter uma visão patética de seu período final na Bahia, não é, a meu ver, a única interpretação verossímil de um homem que, até o fim dos seus dias, ainda escreve diariamente a amigos e autoridades, além de palpitar sobre todo tipo de assunto, como sabemos pelo próprio trabalho de Azevedo, que, não por acaso, também é o principal editor das cartas do jesuíta. Como disse, penso que é mais do que hora de articular a totalidade de sua atuação, como pregador, escritor, teólogo, missionário, valido, conselheiro político, diplomata, analista de profecias e especulador de prodígios de vária ordem, de forma menos etapista. Nada que for feito nesse sentido, entretanto, pode ignorar o tremendo êxito da narrativa biográfica de Vieira produzida por João Lúcio de Azevedo. Afora o interesse que o livro tem para o debate historiográfico do início do século XX, no qual a naturalização positivista dos fatos começa a ser criticada em nome de aspectos filológicos e interpretativos que consideram com maior cuidado o lugar e a autoridade das fontes, também 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 272 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 273 não há como desdenhar a arquitetura documental e analítica montada por ele para dar um retrato verossímil do biografado. O que mais espanta, contudo, é que, ao mesmo tempo em que falamos deste incontornável Antônio Vieira construído vastamente por João Lúcio de Azevedo, o livro responsável por essa construção simplesmente não havia sido editado no Brasil até 2008, isto é, 90 anos depois de ter sido editado em Portugal! Quer dizer, a força de sua invenção se impôs por meio de leituras intermediárias, pela vulgarização das suas palavras originais, nem sempre atribuídas limpamente a seu criador. Não são sequer muitos, no Brasil, os que têm lembrança de sua importância como historiador, mesmo sem falar da biografia de Vieira. Sérgio Buarque de Holanda está entre os que o leram e souberam reconhecer sua contribuição para a historiografia portuguesa e brasileira. Por exemplo, em “O Pensamento Histórico no Brasil nos últimos 50 anos”, editado originalmente no Correio da Manhã, em 15 de julho de 1951, Sérgio afirma: Sobre o extremo norte existia, desde 1901, o importante trabalho do historiador português João Lúcio de Azevedo consagrado aos Jesuítas do Grão-Pará. Ao mesmo historiador devemos uma história do padre Vieira, impressa pela primeira vez em 1918, e também uma edição nova e enriquecida das cartas de Vieira, que vieram enriquecer consideravelmente nosso conhecimento da vida e obra do grande pregador (Buarque de Holanda – Perspectivas). Nessas circunstâncias, aproveito a oportunidade deste fórum, para me ocupar justamente dessa História de Antônio Vieira, cuja primeira edição, em dois volumes, saída em 1918-20, foi ainda corrigida pela segunda de 1931. Antes, permitam-me apenas uma breve apresentação do biógrafo, sem que eu mesmo tenha qualquer pretensão biográfica. Vão aqui apenas algumas linhas gerais a seu respeito. I No Dicionário de História de Portugal, dirigido por Joel Serrão, consta, no primeiro volume, o verbete “Azevedo, João Lúcio de (1855-1933)”, de autoria de Maria Antonieta Soares de Azevedo, do Instituto de Odivelas. Anota ela que o biógrafo de Vieira nasceu em Sintra, a 16 de abril de 1855, fez estudos elementares em Mafra e se diplomou em Comércio, em Lisboa. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 273 15-11-13 9:22 274 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Aos 18 anos, teria emigrado para o Brasil, fixando-se em Belém do Pará. De empregado numa livraria, tornou-se seu proprietário, tendo feito fortuna no negócio. Ao buscar explicação plausível para o salto de próspero comerciante a historiador de bom coturno, a autora combina sociologia de meio cultural com psicologia da personalidade inata, e escreve: Em contacto com o mundo dos livros e levado por natural curiosidade, aumentou a sua cultura e depressa manifestou o pendor para os temas histórico (264). Se não chega a ser muito elucidativo, ao menos não atrapalha os fatos, pois, em 1893, ainda em Belém, João Lúcio já é autor de vários trabalhos historiográficos, reunidos e publicados num volume intitulado Estudos da História Paraense. Segundo a mesma Maria Antonieta, a obra garantiu o seu ingresso no Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, no ano seguinte, “por proposta assinada por José Veríssimo, José Luís Alves e T. Alencar Araripe”. Em 1900, João Lúcio regressa à Europa e passa alguns anos em Paris, antes de retornar definitivamente a Portugal e dedicar-se exclusivamente aos estudos historiográficos. Ingressou na Sociedade Portuguesa de Estudos Históricos, fundada em 1911, por Fidelino de Figueiredo, a qual, entre outros nomes de historiadores conhecidos, reunia Braamcamp Freire, Edgar Prestage e Oliveira Lima. Segundo anota ainda Maria Antonieta, João Lúcio deve ser visto como “um historiador luso-brasileiro”, devido ao “objecto da maior parte dos seus estudos”. Além disso, diz ela: Ao Brasil o uniam ainda laços afectivos. A José Veríssimo o ligou sempre grande amizade e por ele se estabeleceram também as suas amistosas relações com Capistrano de Abreu (264). Deixando a relação com José Veríssimo para outro momento, assim como o ponto historiograficamente ainda mais relevante da amizade com Capistrano, convém destacar três juízos emitidos por Maria Antonieta de Azevedo a propósito da atuação historiográfica de João Lúcio. Dois positivos: o de que a ele se deveu a “primeira e talvez, ainda única, história econômica” (265) de Portugal, –o Épocas de Portugal Econômico, de 1929–, e o de ter ele abordado “pela primeira vez, temas de grande interesse para a história de Portugal, abrindo, como pioneiro, o caminho a futuras e proveitosas investigações” (265). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 274 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 275 A ler com má vontade os elogios, ambos acentuam mais o pioneirismo dos seus trabalhos do que a qualidade deles propriamente dita. O terceiro parecer é já um franco reparo: “hoje” –a autora escreve, como ficou dito, no início da década de 60– consideram-se “limitadas as suas interpretações históricas”, as quais “nem sempre” lhe permitiram aproveitar bem “o vasto material de que se serviu” (265). Ao tentar equilibrar os pontos citados, Maria Antonieta de Azevedo afirma: O seu inegável mérito foi reconhecido pela Real Sociedade de História de Londres e pela Academia das Ciências de Lisboa, de que foi membro (265). Enumera ainda a “sua variada e numerosíssima contribuição à historiografia luso-brasileira”, a qual, afora os livros já citados, inclui os seguintes: “Os Jesuítas no Grão-Pará, Lisboa, 1901 (2ª ed., Coimbra, 1930). O Marquês de Pombal e a sua época, Lisboa, 1909 (2ª ed., emendada, Rio de Janeiro, 1922). A evolução do sebastianismo, Lisboa, 1918. A [sic] História de António Vieira, em 2 volumes, 1918-1921[sic], 2 vols. (2ª ed., 1931). História dos Cristãos-Novos Portugueses, Lisboa, 1922. (...) Novas Epanáforas. Estudos de História e Literatura [sic], Lisboa, 1932 (Dicionário de História de Portugal 265). De fato, a relação profunda de João Lúcio de Azevedo com a historiografia brasileira é informação relevante para se compreender o processo retórico de confecção da História de Antônio Vieira. Para começar, em seu prefácio, João Lúcio afirma que foi ... incitado a convertê-la em acto por José Veríssimo, o crítico e polígrafo, de que se honram as letras do Brasil; ajudou-o com atilados conselhos e preciosas indicações Capistrano de Abreu, o cultor exímio da ciência histórica em que é naquele país mestre acatado (Azevedo citação às 8-9). O diálogo com este último, que em vários momentos refere questões de produção e de recepção da biografia, está em sua maior parte preservado na edição organizada e prefaciada por José Honório Rodrigues da Correspondência de Capistrano de Abreu. Já na introdução do primeiro volume, José Honório observa que a “correspondência entre João Capistrano de Abreu e João Lúcio de Azevedo” havia sido “oferecida à Biblioteca Nacional a 7 de março de 1928 pelo próprio João Lúcio de Azevedo”. Escrevia este, quando de sua oferta: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 275 15-11-13 9:22 276 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Por espaço de onze anos tive a fortuna de entreter ativa correspondência com Capistrano de Abreu, e tão interessantes achei suas cartas que as guardei tôdas ou quase tôdas. (...) Pareceu-me por isso que agora, por morte dêle, o lugar adequado para estas cartas seria a Biblioteca Nacional do Rio (...). Aí ficarão sob boa guarda e acessíveis aos amigos e admiradores do finado que, se a família não fizer objeção, as poderão ver, copiar ou publicar, se assim quiserem, porque da minha parte não me oponho a isso (Correspondencia I: IX ) De acordo com José Honório, a correspondência entre os dois historiadores é a “mais volumosa” de todo o livro, “talvez pelo cuidado com que João Lúcio de Azevedo a conservou” (Correspondencia XVIII). E continua: “Onze anos de correspondência erudita, histórica, literária, variada, ligaram o mestre brasileiro ao grande historiador português daquela época” (XVIII). No prefácio ao terceiro volume, José Honório ainda amplifica a declaração: Nenhuma correspondência tem para os historiadores tanta importância quanto a escrita por João Lúcio de Azevedo, pois estende-se de 1916 a 1927 e trata das pesquisas e das obras que ambos andavam fazendo (III: II-XIII). Por ora, a respeito dessa correspondência, é quanto basta. A tarefa que me cabe aqui, e da qual não quero me desviar, é examinar os procedimentos retóricos aplicados por João Lúcio de Azevedo em sua biografia do Padre Vieira. Para que isso seja possível, será preciso considerar, por um momento, qual era a situação biográfica de Vieira antes dele. II Entre as principais biografias de Antônio Vieira, a contar do panegírico fúnebre escrito pelo Padre João Antônio Andreoni, Reitor do Colégio da Companhia de Jesus na Bahia, em 20 de julho de 1697, dando conta da morte de Vieira e referindo alguns dos principais feitos de sua vida, estão as seguintes: Vida do Apostólico Padre Antonio Vieira, da Companhia de Jesus, chamado por antonomásia o grande, Lisboa, do jesuíta André de Barros (Officina Sylviana, 1746); Discurso histórico e crítico acerca do Padre Antônio Vieira e das suas obras, de Francisco Alexandre Lobo (Coimbra: Imprensa da Universidade, 1823); Vieira, sa vie et ses oeuvres, de E. Carel (Paris: Gaume et Cie., 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 276 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 277 1879); Vida do Padre Antonio Vieira, de João Francisco Lisboa (Lisboa: Typ. Mattos Moreira & Pinheiro, 1901); História de Antonio Vieira, com factos e documentos novos, de João Lúcio de Azevedo (Lisboa: Clássica, 1918-1920, em 2 vol.); Padre António Vieira, de Hernâni Cidade (Lisboa: Agência Geral das Colônias, 1940); A great luso-brazilian figure: Padre António Vieira, S.J., 1608-1697, de Charles Boxer (London: The Hispanic & Luso-Brazilian Councils, 1957); Padre António Vieira, de João Mendes (Lisboa Verbo, 1972); António Vieira: o homem, a obra, as idéias, de José Van den Besselaar (Lisboa: ICLP, 1981). De todas essas biografias, como ficou dito, a História de Antonio Vieira, de João Lúcio, é a melhor documentada e a mais influente produzida até hoje. Afora a primeira, de André de Barros, nenhuma outra se compara a ela como incursão na vida do jesuíta. Mas, claro, a de André de Barros, também da Companhia de Jesus, escrita em período próximo ao da morte de Vieira, tem um escopo inteiramente diverso: edificante, encomiástico e panegírico, e não analítico ou documental. Isto não significa que a História..., de Azevedo, seja definitiva, ou que tenha resolvido todas as questões da vida e obra de Vieira. Trata-se de um relato historiográfico muito eficaz, o que se prova amplamente com a naturalização do retrato que produziu, mas é evidente que não se trata de nenhuma verdade factual revelada e narrada por vontade dos próprios fatos. Já mencionei, por exemplo, que as divisões periodológicas que o historiador português imprime ao relato são convincentes e duradouras, mas, a meu ver, precisam receber revisões mais integradoras. De qualquer modo, mesmo protestando modéstia, o próprio Azevedo, na Explicação Prévia da primeira edição de sua História de Antonio Vieira, acentua aspectos que considera meritórios em sua biografia, a saber: a) uma posição que supõe imparcial, ou, como ele diz, sem “achaque de parcialidade” (Azevedo História de Antônio Vieira I:7), nem favorável, como a de André de Barros, “religioso, que de outro religioso, seu consócio, escrevia” (I:7), nem contrária, como ocorre na biografia de João Francisco Lisboa; b) o aspecto não condensado de sua história em oposição à “memória histórica”, como a que produziu o Bispo de Viseu, aspecto que lhe permitia vista mais larga e tempo mais dilatado para a exploração documental; c) a vasta e inédita documentação, oriunda de diferentes acervos e arquivos; 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 277 15-11-13 9:22 278 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 d) uma nova maneira de “considerar o sentido dos acontecimentos” (I:8), que ele supunha facultada tanto pela multidão de novos documentos que localizara, e que assim lhe permitiria maior certeza dos fatos, quanto pelo método “crítico”, que já não se contentava com a anotação simples do fato, mas buscava uma compreensão mais complexa dele em função da complexidade de seus agentes históricos; e) a “ausência de toda a pretensão literária” (I:8), e o que supunha ser o desaparecimento da “personalidade do narrador” em favor da “expressão da verdade” (I:8), que lhe permitiria “retratar com alguma fidelidade” a “grande figura” (I:8) de Vieira. A rigor, entretanto, a não ser no tocante ao critério de ampla investigação documental, todos os outros pontos podem ser facilmente relativizados no tocante a História de Antônio Vieira. Assim, primeiro, se não resta dúvida sobre o desejo de isenção de João Lúcio de Azevedo face aos compromissos mais diretamente religiosos ou institucionais, evidentemente não há, nem pode haver neutralidade decorrente desse desejo, dado que ele próprio se encontra posicionado no campo historiográfico. Mais acertado seria dizer que Azevedo se esforça para que seus instrumentos retóricos demonstrem que é verossímil o Vieira que ele imagina verdadeiro. É evidente, de resto, que a história que produz é toda ela muito argumentativa. Segundo ponto a destacar: o método historiográfico chamado “crítico” que adquire de suas leituras germânicas (Niebuhr, Ranke etc.), assim como aguça a interpretação do fato, também o psicologiza seguidamente, nem sempre com instrumentos adequados. Terceiro ponto: a ausência de qualquer pretensão literária, nem é preciso dizer, não passa de aplicação adequada da tópica retórica da modéstia afetada. O seu gosto pelo idioma e a sua preocupação com as questões de elocução são permanentes ao longo deste livro e de todos os outros que escreveu. Por outro lado, não convém esquecer que “pretensão literária”, no conjunto da conversa travada entre os historiadores do período, é também referência pejorativa a trabalhos com defeito de documentação, que se disfarçam com a estilização ornada, querendo passar o gato do enfeite esvaziado pela precariedade da lebre informativa. Se tais observações, como disse, relativizam os argumentos de João Lúcio, de modo algum relativizam a qualidade de seu trabalho biográfico, nem fazem com que perca a sua singularidade em meio aos demais estudos 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 278 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 279 vieirianos. Além do esforço principal de busca arquivística e documental, é notável o conjunto de procedimentos retóricos de que lança mão para compor a sua biografia do padre. Apresento a seguir os principais deles, detendo-me exclusivamente em passos do primeiro e do segundo períodos da divisão estabelecida pela biografia, a fim de não tornar demasiado prolixa a exemplificação. A. Proposição de origem Em muitos lugares, a História de Antonio Vieira pretende estabelecer uma espécie de origem particular, bem marcada, para certas constantes da ação de Vieira. O efeito desse procedimento é duplo: de um lado, gera um horizonte teleológico para os acontecimentos narrados, já que eles deixam de ser apenas referência a um determinado momento histórico para ganhar foro de anúncio ou explicação de um viés da vida de Vieira que se sedimentará posteriormente. De outro, tende a formular inícios marcantes, algumas vezes traumáticos, para as ações correntes posteriores. O duplo efeito, em conjunto, tende a dramatizar a narrativa, de modo que eventos aparentemente simples se tornam cenas ou matrizes originais de futuras ações importantes. Por exemplo, João Lúcio afirma que a “impressão profunda” dos tempos de noviço, “jamais havia de se apagar” (Azevedo 17), e que “não admira impressionarem-se com isso as imaginações juvenis” (19). Em outro lance, referindo-se ainda a um Vieira muito jovem, diz: “Acaso data daí o seu interesse pela política” (35). Em outra ocasião, ao comentar o jovem padre que prega na Bahia contra os holandeses, muito distante ainda do embaixador extraordinário que seria das futuras negociações pela paz de Holanda, anota surpreendentemente: “Sem dúvida o primeiro germe do célebre Papel forte de 1648 lhe surdiu então no cérebro” (41). Ou então, quando anuncia como coisa certa o momento em que Vieira caiu nas graças do rei: “Na audiência, que foi a 30 de Abril, começou de nascer a afeição de D. João IV” (48). B. Composição de lugar ou ambiente próprio Outro procedimento constante empregado por João Lúcio de Azevedo na construção retórica da biografia é a tentativa, referida explicitamente na correspondência que manteve com Capistrano de Abreu, de recriação dos ambientes frequentados pelo biografado. Muitas vezes, as situações vividas por Vieira, como as do noviciado, ou a passagem pelas diferentes cortes 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 279 15-11-13 9:22 280 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 europeias, entre outras, são destacadas de modo a fazê-las dotadas de um espírito próprio, marcante, cujo contato é sempre impressionante para o neófito. De certa maneira, trata-se de um procedimento afim ao primeiro, uma vez que acentua um marco de origem, mas aqui ele é menos relativo a um acontecimento do que a meios sociais tratados como ordens fechadas nelas mesmas, e, por isso mesmo, como que imantados por uma grande “tensão moral”. Tudo que é próprio da Companhia de Jesus, por exemplo, recebe esse tipo de eletricidade. Falando da prática dos exercícios espirituais, João Lúcio não se contenta em referir o texto ou a estrutura dos exercícios, mas acentua o conjunto dos efeitos que o ambiente produz: “O período é de extraordinária tensão moral para todos” (Azevedo 21); ou então: “Todos os sentidos toca a alucinação; nem uma só corda do instrumento humano que não vibre” (23). Também Portugal, ou a nação portuguesa, muitas vezes, ganha esse estatuto de ambiente com vontade própria. Referindo, por exemplo, a expectativa geral no país de que surgisse um rei que os livrasse do domínio espanhol, a própria enumeração é eloquente dessa vontade que penetra a tudo e todos: De quando em quando vinha um caso prodigioso confirmar essas esperanças. Na praia de Sesimbra encontravam-se pedras misteriosas trazidas pelo mar, nas quais se lia claramente a palavra duque: modo de apontar o céu ao povo quem seria o redentor. Em Lamego um louco desatava aos brados de Viva el-rei D. João!.. (Azevedo 59). As instituições em geral, com base nesse tipo de construção discursiva, jamais são apenas estruturas, hierarquias e conjunto de funções impessoais: isso tudo ganha vida orgânica com uma “mentalidade” própria. Desse ponto de vista, a “mentalidade” jesuítica é um agente constante na biografia: “(...) prodigalizando a lógica das disputas da escola, que é a força motriz do cérebro jesuíta” (Azevedo 61); ou: “(...) nos familiarizemos com tais recantos deste intelecto singular” (61); ou ainda: “[Em Paris] Passava-lhe o mundo diante sem que seus olhos vissem dele mais que o ponto em que havia fitado o pensamento” (84), o que se explicava pela “mentalidade” que lhe fora incutida desde cedo: Tenha-se por plausível que seu espírito, formado na rígida disciplina jesuítica, possuía capacidade de abstração maravilhosa. Seguia a sua idéia, desinteressado do mundo que o rodeava, e bastando-lhe a vida interior (Azevedo 102). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 280 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 281 Ou ainda: (...) por muito apartado que ele andasse da verdadeira observância quanto à disciplina, o seu afecto à Companhia é certíssimo. Amava-a como filho extremoso, com gratidão e ternura; dedicava-lhe as suas ambições e os seus êxitos; e prezava as satisfações do amor-próprio igualmente que por si como glória para ela (Azevedo 138). E se o meio institucional, na biografia, é animado de uma mentalidade marcante, o outro lado dessa mentalidade recai sobre o impacto profundo que ela provoca sobre as consciências individuais frágeis e sempre muito impressionáveis dos homens do tempo: O mundo novo em que chegando à corte entrara tinha-o deslumbrado, e o fazia viver como em sonho, esquecido das virtudes do cenóbio, da humildade, da modéstia, do silêncio, tão recomendado pelos ascetas; algumas vezes também acaso da oração (Azevedo 74). C. Confronto de tipos e de mentalidades Por vezes, João Lúcio tem gosto em produzir situações nas quais as mentalidades que chamei de imantadas são postas em confronto para explicar o que se passa entre os indivíduos. Isto é, o historiador constitui uma espécie de ágon ou disputa entre duas figuras que, a dizer como ele, possuem ‘estruturas mentais’ distintas. Por exemplo, a disputa entre Portugal, dotado de uma vontade nacional autonomista, e o Padre Vieira, definitivamente apegado a seus próprios arrazoados escolásticos, desassistido de uma real compreensão do ambiente onde os produzia: O Papel forte descambava afinal em arrazoado inane, e a magia da argumentação sólida perdia o condão ante a vontade nacional manifestada com vigor... (Azevedo 130). Ou: A quem lhe estranhasse o desapego da ideia fundamental, de autonomia completa, com que através dos séculos tem persistido a nacionalidade... (Azevedo 144); 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 281 15-11-13 9:22 282 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 ou ainda: Aqui fica o capcioso argumentador, e não diz como por tal a autonomia do país integrado de novo na vasta monarquia espanhola se assegurava e a espinha se retirava da garganta dos portugueses (Azevedo 144). D. Divisão etapista e disposição causal com peripécias Já mencionei os períodos biográfico-psicológicos, em seis etapas, nos quais João Lúcio de Azevedo dispõe a longa vida de Vieira, referindo-se distintamente a “o religioso”; “o político”; “o missionário”; “o vidente”; “o revoltado”; “o vencido”. O efeito desse etapismo é, em certa medida, estancar aspectos que se apresentam entrelaçados no conjunto de sua vida, como política, missionarismo e profetismo, afora dar um tom melancólicopatético ao período final de sua vida na Bahia. A vantagem que ele extrai dessa segmentação é o estabelecimento de uma diretriz dominante a organizar o conjunto da ação de Vieira em intervalos menores e mais concentrados. Quer dizer, por meio desse artifício, estabelece um princípio de economia entre a multidão dos dados. Ademais, na mesma direção desse esforço de segmentação e ordenação dos acontecimentos, Azevedo procede a operações análogas no interior de cada um dos períodos propostos. Em particular, tende a definir uma espécie de móvel único ou principal para ações bem variadas, de tal modo que tudo o mais (que a própria divisão não contempla) aparece como esquecido por um temperamento volúvel ou excessivamente caprichoso. Por exemplo, ele diz: “... o norte de sua razão era a política. Todo o seu pensar ia aos negócios de Estado” (Azevedo 74); ou então: Em todo este período só o vemos ocupado na política, e só a política o domina. Que tempo lhe restaria para os estudos, para o ensino, para o mister de confessor, objectos primaciais da actividade do jesuíta? (Azevedo 96). Dentro da mesma perspectiva de subordinação de todos os atos de cada período a um único móvel dominante, João Lúcio é obrigado a considerar que Vieira passa por diferentes e radicais transições de um período a outro. Isto é, a aplicação da figura dominante, obriga-o a entender as mudanças como sucessivas peripécias: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 282 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 283 ...a transição dera-se já. Volvia-se o político religioso outra vez, mas não deixava de atacar os adversários de antes... (Azevedo 150-51). E. Biografia como autobiografia: narrativa como autópsia Outro procedimento decisivo na caracterização da biografia de João Lúcio é dar-lhe forma ou aparência de autobiografia, com a sistemática introdução de escritos do próprio Antonio Vieira em meio à narrativa–, em particular, de trechos dos sermões. Outras vezes, os sermões não são diretamente citados, mas sim parafraseados pela narrativa, como ocorre longamente no passo relativo à invasão holandesa, que corre paralelo à Carta Ânua (Azevedo 27). O artifício permite a João Lúcio introduzir a multidão de papéis que levanta no corpo do relato, sem perda da fluência narrativa, e ainda com o ganho de uma espécie de fiança da fidedignidade do relato, uma vez que se dá em vista do próprio testemunho de Vieira. F. Distância do biógrafo em relação ao biografado O testemunho vieiriano não é, entretanto, absoluto. Muitas vezes, João Lúcio submete-o a uma dura avaliação ou processo judicial do qual a palavra do jesuíta sai chamuscada com o veredicto implacável de duvidosa ou mesmo de falsa. Isto é, João Lúcio pretende surpreender no texto de Vieira exageros ou mentiras, cuja denúncia tanto contribui para dar uma imagem do caráter duvidoso do jesuíta como afiança a posição imparcial, ajuizada do biógrafo; por exemplo: Daqui se vê que exagerava Vieira, mais tarde, dizendo ter D. João IV posto à disposição dele para esta empresa nada menos que 600 mil cruzados. Igual crédito merece a afirmação, no memorial de serviços a D. Pedro II, de lhe ter mandado aquele abonar em Paris, pelo marquês de Niza, 20 mil cruzados para comprar livros. Nem se encontra na correspondência do embaixador indício de que tal fosse ordenado, nem tinha D. João IV inclinação para generosidades semelhantes, e quando as tivesse, não lhas permitiriam na ocasião as circunstâncias do erário (Azevedo 142-43). Outro exemplo de descrédito do que afirmava Vieira: É crível ser tão verdadeira a oferta desta embaixada [em Turim], como a nomeação para suceder na de Sousa Coutinho na Holanda, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 283 15-11-13 9:22 284 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de que igualmente se jactava o padre. Basta reparar em que não teria de se tratar o assunto em Sabóia, mas em Paris, residência do príncipe... (Azevedo 155). De modo geral, ainda, o biógrafo, escrevendo a partir de uma perspectiva racionalista e pós-positivista, considera tudo o que diz respeito a profetas e profetismos como um tipo de produção intelectual que se deixa corromper pela fantasia, e não hesita em censurá-la: “Desde aí entrou no caminho que levava ao delírio do Quinto império do mundo e da História do Futuro” (Azevedo 60). G. Testemunhos e paráfrases do tempo A aplicação de figuras de distanciamento da biografia em relação ao herói dela não se faz sem o contraponto interessante de, por vezes, Azevedo aproximar ficticiamente o ponto de vista da enunciação daquele do próprio Vieira ou do que julgava ser a “mentalidade” das pessoas ou do tempo em questão. O caso do “estalo” é especialmente interessante. Não apenas porque não é questionado enquanto acontecimento verídico, mas apenas transferido da esfera mística em que o inventara André de Barros para outra basicamente fisiológico-moral, como também porque João Lúcio tende a dramatizar o caso como se ele, narrador, fosse uma testemunha viva dos supostos milagres ocorridos a Vieira. Por exemplo: Como só recurso encomendou-se ao anjo da guarda, e com poucas passadas, eis lhe salta da escuridão um menino envolto em luz... (Azevedo 18). Outro exemplo, ainda sobre o estalo: É de imaginar que orando à Virgem das Maravilhas lhe suplicasse a de o tornar mais hábil para os estudos. Em um de tais lances, a meio da súplica, sentiu como estalar qualquer coisa no cérebro, com uma dor vivíssima, e pensou que morria; logo o que lhe parecia obscuro e inacessível à memória, na lição que ia dar, se lhe volveu lúcido e fixo na retentiva. Dera-se-lhe na mente uma transformação de que tinha consciência. Chegado às classes pediu que o deixassem argumentar, e com pasmo dos mestres venceu a todos os condiscípulos. Daí por diante foi ele o primeiro e mais distinto em todas as disciplinas. Refere o caso o padre André de Barros, de uma testemunha que o 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 284 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 285 ouviu de Vieira; este se isso contava aos contemporâneos, não deixou em escrito conhecido, memória de um acontecimento, de que seria interessante encontrar a explicação na fisiologia (Azevedo 16). O mesmo procedimento de produzir uma paráfrase dramática do acontecimento suposto para depois reclamar uma explicação naturalista dele, João Lúcio utiliza em relação aos inúmeros achaques alegados pelo próprio Vieira, muitas vezes, tendo o jesuíta manifesto interesse de tergiversação ou de encarecimento de sua situação. João Lúcio, desta vez sem contestar a veracidade do alegado, trata de amplificar o dramático e o interpretar como caso de fisiologia natural ou nervosa: A saúde dele era delicada: o trabalho excessivo e a paixão com que se dava todo aos objectos em que se empregava sacudiam-lhe o organismo, imensamente vibrátil, e o prostravam extenuado” (Azevedo 18). Ou ainda: A cada passo caía em cama, deitava sangue pela boca; mas tão robusta era a constituição no fundo, que resistia a isso e ao tratamento brutal das sangrias, a esmo aplicadas, e o pôde levar aos 90 anos, activo de corpo, escorreito de intelecto, e como na quadra juvenil ardido e pugnaz (125). H. Dramatis personae ou composição das personagens Outro aspecto importante da retórica biográfica de João Lúcio de Azevedo é o que na correspondência com Capistrano mais se discute: a “psicologia do biografado”. Não é um ponto simples. É preciso entender mais precisamente que tipo de psicologia interessa à biografia daquele momento histórico, e, sobretudo, o papel que ela cumpre na construção do crível historiográfico que está em jogo aqui. Em primeiro lugar, é correto dizer que a documentação que permite alguma ilação desse tipo sempre é valorizada por João Lúcio. Isto fica claro quando diz, por exemplo: “(...) no discurso avulta uma nota de interesse para a psicologia do orador” (Azevedo 39). Mas convém perceber logo que a “psicologia”, em muitos casos, tem o sentido de composição de um “retrato moral”, próximo por vezes do que era costume nas letras seiscentistas e neoclássicas. É o que se lê, por exemplo, nos seguintes passos: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 285 15-11-13 9:22 286 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Tão alto [quanto o das virtudes sublimes] não subiu Vieira; nunca porém em toda a sua longa existência deixou de ser honrado e recto, por o terem mestres e superiores julgado hábil para ensinar, aos que vinham depois dele, essas condenadas doutrinas [casuístas]. Fraquejou, é certo, na caridade com o próximo e no desprezo das injúrias; de versátil pode ser increpado; e algumas vezes o acharemos, por orgulho, em conflito com a verdade. Isso era questão de temperamento e não de teorias...(Azevedo 33); O carácter impetuoso de Vieira, seu patriotismo ardente, seu zelo de católico fervido, não lhe consentiam manter-se fora das batalhas (35). Em descrições desse tipo, é bem marcante a pintura de “caráter” ou “temperamento”, onde importa muito mais a determinação de paixões e humores típicos que os móveis inconscientes ou profundos. Apesar de ser rigorosamente contemporâneo de Freud, Azevedo passa batido pelas categorias psicanalíticas e lida com traços de uma espécie de fisiologia moralizante. Eis mais alguns rápidos exemplos interessantes: ...a vaidade era um dos seus muitos pontos fracos; mas é certo que ele nas prosopopéias traduzia um sentimento íntimo, profundo e verdadeiro, que tinha em comum com os ouvintes, o amor da terra e da raça, que por sua vez falava em tom estranho e audaz... (41); A quem estuda a pessoa moral de Vieira mais do que os seus dotes literários, não passará despercebido...(43); Suposto o feitio de Vieira, seu arrojo natural, sua loquacidade, o apreço em que tinha a própria pessoa, não será temerário imaginar que logo tomou a palavra, e que esta, fluente e persuasiva, cativou com seu encanto o monarca (48); Lançou-se ardidamente na luta com o ímpeto do seu gênio batalhador... (68-69); ... a vaidade que foi sempre achaque seu...(72); (...) otimista como sempre, pelo sestro de não ter em conta os obstáculos, via ele já luzir a decisão final (109). Para João Lúcio, a “imaginativa”, “a paixão”, “a fantasia”, “a retórica” de Antonio Vieira são tudo formas afetivas similares de um buliçoso moral, em larga medida formado pelo caráter da própria Companhia de Jesus, em parte 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 286 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 287 pelo “gênio” inato do autor. É irresistível citar alguns passos muito reveladores de sua forma de conceber o complexo psico-fisiológico do jesuíta: O plano encantava-o por singular, arriscado e –o que tanto dizia com a sua compleição mental– adverso ao senso comum (111); Com a usual facilidade, mal delineado ainda na imaginativa o projecto, já ele o via realizado (118); ...fantasia de um espírito singular e irrequieto, apaixonado mais que reflectido... (119); ... agente em demasia buliçoso, e exorbitante nas iniciativas... (124); ...meras criações da fantasia, artefactos da retórica como os tropos de que adornava os seus discursos... (128); O esquecer as ofensas não era a sua fundamental virtude. O sacerdote, todavia, tinha de o recomendar. Quanto a si, não o cumprindo, se bem que não podia dizê-lo, mostrava o desdém que sentia aos inimigos, e como folgava de os ter, cônscio de que era isso tributo pago à sua valia...(134); ....de nenhum modo em harmonia com o assunto aparente dos escrúpulos de consciência, que servia de pretexto, e através do qual, em chispas, transpareciam remoques fulmíneos; o apaixonado do ataque; o desprezo absoluto dos riscos... (135); Assim entre a cólera e a resignação súplice flutuava como todas as afeições traídas. No fim vencia o despeito... (154). I. Composição de retratos morais Já pelas citações anteriores, é fácil perceber que aquilo que Azevedo chama de “psicologia” talvez se traduza melhor pelo que refere também como “pessoa moral”, aspecto que não deixa de dar traço arcaizante a sua concepção de Psicologia. Como disse, ele a entende de maneira muito mais próxima à composição perspicaz e aguda do “retrato” do que de qualquer análise da personalidade com base em categorias psíquicas, então em grande desenvolvimento. Como procedimento argumentativo, distingo-o aqui do anterior apenas pela disposição particular de, em determinados momentos, e com personagens destacadas de sua história, o historiador sustar a via narrativa e preparar- 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 287 15-11-13 9:22 288 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 se denodadamente para uma composição acabada, lapidar dessas figuras proeminentes. De todos os exemplos que poderia levantar aqui, nenhum ultrapassa em interesse a composição de caráter que o historiador faz do próprio Padre Antonio Vieira, talvez o passo mais conhecido e referido de toda a biografia. Como se costuma dizer, a citação é longa–, mas quebrá-la não seria justo com o rasgo estilístico do biógrafo, quando se encontra cara a cara com seu herói: Alto e de porte majestoso; na tez o moreno peninsular carregado de um golpe, já distante, do sangue de África; cabelos abundantes e negros, levemente crespos, e um tanto em desalinho. A barba, se já então a usava toda, como quando missionário, espessa e curta, só porém no contorno das faces até o mento, deixando o rosto limpo, menos o bigode caído nas pontas a um e outro lado; assim a máscara nada perdia da expressão, e mais brilhavam abaixo da fronte, maior que um terço do rosto, os olhos grandes, vivíssimos e em que a espaços um lance da pupila, distante e vago, traía o sonhador. A boca engraçada, fácil ao sorriso que cativa ou malicioso; com um metal de voz rico de inflexões, que abrangia roda a escala da sensibilidade humana; soando ora arrebatada e vibrante, ora insinuante e meiga; grave, persuasiva, suplicante, irônica, piedosa, conforme a natureza do discurso. Acaso também uma ponta do sotaque, que já nesse tempo adoçaria a fala do Brasil; pela novidade um atrativo mais. Compleição de artista hábil em penetrar a vida secreta do vocábulo, erudição vasta, magnetismo pessoal, talento de atrair de dominar, tudo que dele podia fazer um orador raro e triunfador. Tudo menos a emoção sincera e espontânea; e por isso deleita, prende, convence, deslumbra, mas não enternece nunca nem verdadeiramente arrebata. Só quando perora em causa própria lhe sai da alma a cólera ou o despeito. No mais é um retórico exímio na sua arte, e não um apóstolo incendido em fervor (Azevedo 61-62). Uma composição desse teor está a um passo de fazer com que o juízo moral do retratado se estenda também à gente do seu tempo. E Azevedo não tarda a dá-lo, juntando Vieira e os ouvintes agudos numa só feição de época, concebida com base num viés ilustrado, que via já os hábitos e práticas seiscentistas com distância, e mesmo com algum desagrado e descaso: Também os ouvintes não lhe pediam emoções vivas; o gozo provinhalhes da novidade dos conceitos e da surpresa da combinação verbal. Iam, como ele diz, a “ouvir subtilezas, a esperar galantarias, a avaliar 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 288 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 289 pensamentos”; e era o que, embora proteste o contrário, lisonjeava o pregador. Por isso, a tais ouvintes –os de sentimento agudo de que dizia não gostar– prodigalizava subtilezas, galantarias e finos pensamentos. No sério da doutrina falava o moralista e o sacerdote; era a obrigação; no lavor subtil da idéia exibia-se o literato insigne, e isso era o prazer (62) E não para aí esse tipo de retrato moral: se de Vieira o biógrafo passa rapidamente ao juízo de seu público e mesmo ao juízo de toda uma época, de ambos facilmente passa a uma avaliação estilística dos sermões: O elevado do seu [discurso] era de bom quilate, e mesmo quando atingia os cumes da eloqüência nunca usou das galas da palavra de modo a sair-lhe velada a nitidez do pensamento. Acaso se lhe pode exprobar algumas vezes o decair no rasteiro; aí o satírico, entregue à sua paixão, olvida um tanto o decoro da tribuna sagrada, Mas estava dentro da arte, e do natural que ele não queria como os culteranistas encontrar; e se as facécias deleitavam ou confundiam, que era o fim procurado, não vinham por elas sacrificadas as regras da boa oratória (62-63). É certo que João Lúcio lê com estreiteza a censura de Vieira aos culteranos, assim como a sua defesa de um estilo “natural”, pois, para o jesuíta, a idéia de “natureza” ajustava-se antes à de natureza cristã, efeito da criação e do engenho divino, que à de clareza ou à condenação do artifício engenhoso nele mesmo. O decoro de púlpito, ainda que prescrevesse arte ou naturalidade, prescrevia antes e primeiramente o ajuste à finalidade cristã da prédica. De modo que, havendo esta, o estilo era sempre adequado e natural. Mas não é apenas no retrato de Vieira que João Lúcio se esmera. Ocorrem vários outros retratos na biografia, nos quais igualmente se percebe o quanto sua ideia de historiografia se liga mais à composição do caráter dos grandes do tempo que à investigação dos processos históricos de base – aspecto certamente implícito no reparo de “não ter ido além da linha tradicional da historiografia do século XIX”, tal como se lê no interior do verbete sobre João Lúcio, no Dicionário de História de Portugal, que citei anteriormente. No entanto, o talento literário de João Lúcio de Azevedo, se não elimina o reparo historiográfico, faz com que a leitura da biografia, como um todo, ganhe em interesse, e mesmo em atualidade. Quando o texto alcança seu melhor grau de efetuação retórica, o leitor se depara com uma admirável galeria de 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 289 15-11-13 9:22 290 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 retratos morais, que enquadra um movimentado romance de intriga política, de feição naturalista, que a João Lúcio agradaria conceber como um estilo próprio do “realismo crítico” historiográfico. Entre tantos retratos, avulta, por exemplo, o de D. João IV: No caráter do rei havia todos os defeitos dos tíbios. Era, como várias vezes mostrou, pusilânime, ingrato, vingativo e, na hora da vingança, cruel. Fácil de dominar, tinha com a plasticidade a inconstância que arrastava a catástrofes súbitas o valido (Azevedo 53). Não menos interessante é a pintura da Grande Mademoiselle, que a Corte chegou empenhadamente a cogitar como esposa para D. Teodósio, contra a opinião de Vieira: Mais velha sete anos que o príncipe, alta em demasia –por tal lhe chamavam a Grande Mademoiselle– robusta e de voz grossa, desleixada no trajar, nos modos e na resolução uma virago, tal era a rainha destinada aos Portugueses (99). Da mesma qualidade é o esboço do embaixador, correspondente e amigo de Vieira, D. Francisco de Sousa Coutinho: Foi este uma das mais interessantes personalidades da Restauração, e à luz dos documentos realiza bem o tipo de português antigo, brusco de modos, solto no falar, impetuoso, valente, chalaceador e astuto. Com o rei, a quem servira desde que era ainda Duque de Bragança. Tinha liberdades de criado velho, certo de lhas não tomarem a mal; discutia as ordens, desobedecia, ralhava, escrevia com rude franqueza, a queixar-se, a dar conselhos, a repreender (108). A composição desses retratos morais particulares algumas vezes se combina com o procedimento, já destacado, de produzir confronto entre mentalidades agônicas. Nesses momentos, a narração conflui para um verdadeiro duelo de caracteres entre pessoas, ou entre pessoas e instituições. É este embate dramático que parece interpretar, a quente, em primeira mão, os movimentos sucessivos da história: Seu espírito [de Vieira], em moção perpétua, turbulento e dominador, em breve submeteu a fraqueza nativa de D. João IV (53); 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 290 15-11-13 9:22 Retórica de uma biografia: Padre Antonio Vieira por João Lúcio de Azevedo 291 Ou: Coutinho [Francisco de Sousa] pelo desassombro, quase atrevimento que falava e se impunha; Vieira pela sugestão pessoal, própria dos oradores de lei, pela verbosidade que entontecia e quase lançava em hipnose o lento D. João IV (54). São dois exemplos menores, entre dezenas de outros de mesmo teor nos quais as personalidades dos grandes se batem entre si e determinam por si mesmos os rumos da história. III Em resumo e para finalizar de maneira mais abrupta e parcial do que seria conveniente: boa parte dos procedimentos retóricos aqui relacionados deixa claro que, seja pela invenção dramática, pelo apuro estilístico ou pela disposição cuidadosamente prevista –bem diversamente do que ele alega– ao biógrafo João Lúcio de Azevedo nunca lhe faltou pulso nem gosto para o desenho vivo do biografado morto. Ao empregar, porém, esse vasto leque de recursos retóricos, João Lúcio mantém sempre firme a preocupação de apagamento da habilidade de desenhista. Para que, ao fim e ao cabo, após a aplicação de uma meticulosa arte de esconder a arte, como que desaparecesse o biógrafo -- e o biografado se deixasse naturalmente contar pelo legado quase intocado de seus papéis. Qualquer coisa parecida com o que, em nossos dias, se poderia chamar de “Vieira por ele mesmo”. Como se o acerto da biografia residisse na habilidade retórica para apresentá-la ao público com a face histórica limpa de retórica. E não será fácil desmenti-lo, uma vez que “História de Antônio Vieira” é um caso de êxito duradouro. Bibliografia Abreu, Capistrano de. Correspondência de Capistrano de Abreu. Prefacio de José Honório Rodrigues. Rio de Janeiro: Instituto Nacional do Livro, 1954-56, em três volumes. Azevedo, João Lúcio de. História de Antônio Vieira. Clássica Editora, 3ª ed., 1992. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 291 15-11-13 9:22 292 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Buarque de Holanda, Sérgio. Perspectivas. Organização de Pedro Meira Monteiro e João Kennedy Eugênio. SP/RJ: Editora da Unicamp/ eduerj, 2008. Dicionário de História de Portugal, dirigido por Joel Serrão. Iniciativas Editoriais, 1963. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 292 15-11-13 9:22 REVISTA CHILENA de Literatura Noviembre 2013, Número 85, 293-318 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República: temas coloniales en la revista Tierra Firme Carmen de Mora Universidad de Sevilla demora@us.es RESUMEN / ABSTRACT En este artículo se examina la revista española Tierra Firme (1935-1937) atendiendo, en primer término, al contexto de la política cultural de carácter regeneracionista que, tras la crisis finisecular, se propuso restablecer los vínculos con las repúblicas hispanoamericanas. En segundo lugar, tras una descripción de las características más significativas de la revista, así como del equipo de colaboradores que trabajó en ella, se comentan algunas muestras representativas de artículos y reseñas sobre temas coloniales organizados en tres apartados: fuentes documentales, crónicas de Indias y otros textos coloniales y, por último, artículos en los que prevalece un enfoque transatlántico. Palabras clave: Segunda República, política cultural, temas coloniales, relaciones trasnacionales. In this article, the Spanish magazine Tierra Firme (1935-1937) is examined, paying attention, in first place, to the context of cultural politics of regenerational character that planned to reestablish the bonds with the Spanish American republics, after the turn-of-the-century crisis. In the second place, after a description of the magazine’s most significant characteristics as well as the team of collaborators working in it, some representative samples of articles and reviews about colonial topics are commented, which are organized in three sections: documentary sources, chronicles of the Indies and other colonial texts and, finally, articles with a predominant transatlantic focus. Key words: Second republic, cultural politics, colonial topics, transnational relations. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 293 15-11-13 9:22 294 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 La creación de la revista Tierra Firme (1935-1937) fue resultado de la feliz convergencia de un grupo selecto de estudiosos y del apoyo oficial recibido gracias a la política cultural de la Segunda República. Profundizar en sus orígenes y en su lectura nos ilustra sobre la génesis de un americanismo liberal en España. Después de la crisis moral y política del 98, es conocido que el inicio del siglo XX fue un período de cambios sociales en España marcado por la industrialización y la modernización de la sociedad, los desplazamientos de la población rural hacia las ciudades, la secularización y la reducción del analfabetismo. Un afán de renovación y de estar al día favoreció la penetración de corrientes intelectuales procedentes de Alemania, Francia e Inglaterra. Tales factores dieron lugar, durante las primeras décadas del siglo XX, a un florecimiento cultural, conocido como la Edad de Plata, que se veía reflejado en las producciones artísticas y literarias, en los periódicos y revistas y, en fin, en numerosos ámbitos del conocimiento. Contribuyeron de manera notable a esa modernización social la reforma educativa llevada a cabo por la Institución Libre de Enseñanza, creada por Francisco Giner de los Ríos en 1876, e iniciativas como la creación en 1907 de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), que desempeñó un papel preeminente en el diseño de la política cultural de España con el extranjero y hacia América1, si bien en el balance final, debido a la escasez de medios, los resultados no fueran los previstos: “Su logro más notable radicó en poner en valor el cambio modernizante que en esos años se produjo en España, proyectando hacia América una imagen que la homologaba con los países europeos más desarrollados” (Sepúlveda 60). Ese mismo organismo creó, a su vez, el Centro de Estudios Históricos de Madrid y la Residencia de Estudiantes, dos de las instituciones que contribuyeron a consolidar la reforma cultural emprendida El surgimiento de las políticas culturales en Europa se produjo al final de la Gran Guerra, cuando las relaciones internacionales entraron en una nueva fase y los Estados se implicaron directamente en la vida cultural de sus respectivos países. A través de los ministerios de relaciones exteriores se fueron creando en Francia, Alemania, la Unión Soviética e Italia, entre otros países, organismos cuya función era principalmente promover la difusión de la cultura nacional en el exterior como medio de influencia. En ese contexto, aun en condiciones desfavorables, también en España se tomaron medidas para fomentar las relaciones culturales con el extranjero que se canalizaron a través de los servicios diplomáticos. En esa labor fueron ciertos sectores intelectuales los que llevaron la iniciativa aprovechando el impulso regenerador de la Institución Libre de Enseñanza. Ver Delgado Gómez-Escalonilla (9 y ss.) y Sepúlveda (60-61). 1 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 294 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 295 por la JAE. Vinculada al Centro de Estudios Históricos, en el marco de las medidas que se tomaron a partir de 1911 para favorecer las relaciones científicas con los países americanos de lengua española, se creó la Escuela de Filología Española2 constituida por un equipo de filólogos reunidos en torno a Menéndez Pidal. La Revista de Filología Española (1914) fue su órgano de expresión y en ella empezó a manifestarse una proyección americanista mediante la colaboración de Alfonso Reyes, primero, y de Pedro Henríquez Ureña algo más tarde3. Las Instituciones Culturales Españolas en América –cuyo modelo podría considerarse la de Buenos Aires, donde se fundó el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires (1923)4– permitieron desarrollar la orientación americanista de la Escuela de Filología Española y canalizarla a través de la actividad docente e investigadora, cuyas aportaciones fundamentales sobre el estudio del español de América sentaron las bases para trabajos posteriores (García Mouton 163-184). Por tanto, dentro del proceso regeneracionista que se inició en España tras la crisis finisecular el restablecimiento de los vínculos culturales con Hispanoamérica fue una tarea prioritaria. La voluntad de impulsar la proyección internacional de España mediante el factor cultural dio lugar a la creación, dentro del Ministerio de Estado (ME), de una Oficina de Relaciones Culturales Españolas (ORCE), en 1921, que 2 Fue la sección más importante del CEH. Menéndez Pidal contó con colaboradores de la talla de Américo Castro, Tomás Navarro Tomás, Federico de Onís y Antonio García Solalinde (Bernabéu y Naranjo 56). 3 Las disposiciones tomadas por la JAE para favorecer el intercambio universitario entre España y los países americanos tuvieron su contrapartida en las instituciones que se crearon en la otra orilla: La Institución Cultural española de Buenos Aires (1914), la Institución Cultural Española del Uruguay (1918), el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires (1923), el Instituto Hispano-Mexicano de Intercambio Universitario (1925), el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de San Juan de Puerto Rico (1927), creado por indicativa de del rector Thomas E. Benner y Federico de Onís, y el Instituto de las Españas de New York, a cargo de Federico de Onís (Véase Bernabéu y Naranjo 31 y ss., y Granados 103-124). Los dos ejes básicos de las acciones en América eran el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires y el Departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico (…). A ellos habría que sumar el del Instituto de las Españas y la Institución Cultural Española de Nueva York (Granados 174). 4 El primero en dirigirlo fue Américo Castro, discípulo de Menéndez Pidal. Como publicación oficial del Instituto apareció la Revista de Filología Hispánica (1939-1946), dirigida por Amado Alonso, de características similares a la creada en España por Menéndez Pidal. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 295 15-11-13 9:22 296 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 completaría las funciones desempeñadas por la JAE y actuaría en coordinación con ella. La iniciativa fue promovida por Américo Castro, gran conocedor de las cuestiones relativas a la política cultural exterior5 y, en coincidencia con las ideas de Altamira, entre sus objetivos figuraba recuperar el prestigio cultural entre las repúblicas hispanoamericanas. Para ello se programaron diversas acciones que contemplaban el apoyo a instituciones culturales ya existentes en ambos lados del Atlántico, entre ellas, el intercambio de profesores6, la atracción de estudiantes hispanoamericanos, convenios de carácter académico, difusión de libros y publicaciones periódicas, y la promoción de artistas y compañías dramáticas españolas7. No otra era la visión de Luis de Zulueta, quien llegó a ser Ministro de Estado de la Segunda República con el gobierno de Azaña (1931-1933). En un artículo titulado “La política exterior de la República” (Tierra Firme, 1935, nº 3)8, al tratar de las relaciones con las naciones hispanoamericanas las enfocaba como un problema espiritual antes que económico: Los problemas hispanoamericanos, pues, se sitúan en el terreno de la cooperación intelectual y de la labor cultural. Publicaciones, revistas internacionales en nuestra lengua, discursos, conferencias, trabajos científicos emprendidos en común, instituciones para la investigación científica o para la enseñanza, cambio de profesores y cambio de alumnos, congresos universitarios, reuniones pedagógicas entre los educadores de los distintos países que integran nuestra familia de naciones (23). Pensaba Zulueta que tal empresa era necesaria para que la República española completara su labor interna de reconstrucción nacional con una obra exterior “de gran aliento y vasto porvenir”. En ese contexto hay que situar el proyecto 5 Llegó a desempeñar el cargo de embajador de la República española en Berlín desde abril de 1931 hasta febrero de 1932. 6 El propio Castro, durante la dictadura de Primo de Rivera, pudo viajar a Hispanoamérica para impartir cursos y conferencias, lo que le permitió conocer de cerca países como Argentina, Chile, México, Puerto Rico y Cuba. 7 Para una relación más completa de las medidas que se tomaron véase Delgado Gómez-Escalonilla 24-25. 8 Todas las citas de la revista Tierra Firme están tomadas de la edición facsimilar en 8 volúmenes (Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales –CSIC- Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2008). Dicha edición lleva un excelente estudio introductorio e índices, a cargo de Salvador Bernabéu Albert y Consuelo Naranjo Orovio. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 296 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 297 de Tierra Firme concebido por Américo Castro. Durante la Segunda República, gracias al aumento del presupuesto destinado al Centro de Estudios Históricos, se originaron tres nuevas secciones (“Literatura Contemporánea”, “Estudios clásicos” y “Estudios americanos”, dirigida esta última por Américo Castro y conocida más tarde por el nombre de “Sección Hispanoamericana”) y se editaron diversas publicaciones periódicas, una de ellas fue la revista Tierra Firme (1935-1937). Tanto la Sección Hispanoamericana como la revista fueron creadas por la Junta de Relaciones Culturales9. A la política cultural de la Segunda República se debió igualmente la creación, en 1931, de un Centro de Estudios de Historia de América en la Universidad de Sevilla, dirigido por el historiador José María Ots Capdequí, discípulo de Rafael Altamira y colaborador de Tierra Firme. La Sección Hispanoamericana (1933-1938) del Centro de Estudios Históricos estuvo integrada en un principio por un reducido número de colaboradores de Castro especialistas en estudios lingüísticos y literarios: Ramón Iglesia10, su esposa Raquel Lesteiro y Ángel Rosenblat. Ellos se ocuparon de los estudios americanistas durante el curso 1934-1935; más adelante se unieron al grupo el salvadoreño Rodolfo Barón Castro, Antonio Rodríguez Moñino, el mexicano Silvio A. Zavala y Manuel Ballesteros Gaibrois. Todos ellos, animados por Américo Castro, integraron la redacción de la revista. Varios de los estudiosos que colaboraron en ella se habían formado en las clases de doctorado que impartía Rafael Altamira11, catedrático de Historia de las Instituciones de América, en la Facultad de Derecho de la Universidad Central Este organismo había sido creado con el nombre de Oficina de Relaciones Culturales Españolas, pero durante la dictadura de Primo de Rivera se transformó en la Junta de Relaciones Culturales (diciembre de 1926). 10 Leoncio López-Ocón Cabrera reivindica la labor desarrollada por los representantes del americanismo liberal, como Iglesias, y recoge el testimonio de Ramón Ezquerra Abadía, primer bibliotecario del Instituto Fernández de Oviedo, sobre el “ninguneo” que se practicó con Iglesias Parga ante la falta de reconocimiento de su obra (López-Ocón 391). 11 Desde muy pronto mostró Rafael Altamira su preocupación por la regeneración de España. Tras haber ganado la cátedra en la Universidad de Oviedo, en 1897, le fue encargado preparar el discurso de inauguración del curso siguiente. En él animaba a sustituir el pesimismo por una actitud positiva que restituyera el crédito de nuestro pasado histórico y señaló la importancia de las élites formadas en la Universidad para esta tarea. Entre las numerosas cuestiones que trató en aquel discurso una de las más importantes fue la necesidad de fortalecer los lazos con las naciones hispanoamericanas (véase Abellán 23 y ss.). Sobre estas ideas de Altamira y sobre su teoría americanista consúltese el estudio riguroso y esclarecedor de Eva Mª Valero, Rafael Altamira y la “Reconquista espiritual” de América. 9 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 297 15-11-13 9:22 298 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de Madrid, de las que resultaron valiosas investigaciones y un utilísimo fichero a disposición de todos los investigadores: El fichero era muy completo, pues a los autores clásicos –como Las Casas, Oviedo, Sahagún, etc. –se unían otros cronistas y autores contemporáneos españoles que tratasen indirectamente de la colonización americana. Gracias a estos materiales se pudieron realizar trabajos tan completos como los del peruano Raúl Porras Barrenechea o los del mexicano Zavala. (…) Estos volúmenes, que se gestaron en realidad en las clases de Altamira, ayudaron a cimentar los nuevos estudios americanistas del Centro de Estudios Históricos (Bernabéu y Naranjo 100). Hacia mediados de 1935, Castro ya había llevado a cabo con éxito los objetivos que se había trazado. Había creado una sección dedicada a Hispanoamérica para que en España pudieran formarse especialistas; y también una revista y una colección de monografías. Los temas americanistas de los que se ocuparon principalmente fueron: cartografía, demografía, arqueología, edición crítica de textos y estudios históricos sobre instituciones coloniales12. La nueva sección creada por Castro fue presentada en el XXVI Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Sevilla en aquel mismo año.13 Cuatro miembros del grupo que intervinieron como ponentes publicaron sus trabajos en la revista Tierra Firme, ya que la edición de las Actas se retrasó 12 Esas eran también las cuestiones que dominaban el americanismo internacional (Bernabéu y Naranjo 107). 13 Tuvo lugar en Sevilla, del 12 al 20 de octubre de 1935. Ballesteros Gaibrois hizo una detallada reseña de este Congreso en Tierra Firme (nº 4, 1935). El Comité español estuvo presidido por Gregorio Marañón y colaboraban con él Rodríguez de Viguri, Ots y Capdequí, Ballesteros-Beretta, Torroja y Castañeda. Dado que el evento se celebró en Sevilla, el interés recayó en los problemas del descubrimiento, de la conquista y la colonización. El tema que más repercusión tuvo entre los congresistas fue El Descubrimiento de América desde el punto de vista de la valoración de sus fuentes y la figura más controvertida resultó el Padre Las Casas, cuyo valor historiográfico fue puesto en duda por el Dr. Carbia (véase al respecto el artículo de Emiliano Jos (Tierra Firme nº 1, 1936) sobre el XXVI Congreso). Para Ballesteros el valor fundamental del Congreso consistió quizá en haber revelado a España en el campo del americanismo y señalar el renacimiento de una España americanista, pues, en efecto, después de las iniciativas que se llevaron a cabo a raíz de la conmemoración del IV Centenario del descubrimiento de América y de los grandes encuentros que se celebraron, el interés por lo americano había decaído: “Y esto sucedía cuando naciones o grupos científicos, más apartados históricamente, intensificaban su producción americanista” (Tierra Firme nº 4, 1935, 134). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 298 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 299 trece años: Ramón Iglesia (“Bernal Díaz del Castillo y el popularismo en la historiografía española”), Ángel Rosenblat (“Los otomanos y taparitas de los Llanos de Venezuela. Estudio etnográfico y lingüístico”), Juan Dantín Cereceda (“Atlas histórico de la América hispano-portuguesa”) y Manuel Ballesteros Gaibrois (“Pieles pintadas de bisonte”). La guerra civil impidió que la sección continuara desarrollándose, pues una buena parte de sus miembros se exiliaron y se dispersaron. Ballesteros Gaibrois, que se alineó en las tropas franquistas, fue el encargado de organizar el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo en el Nuevo Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La aprobación de la publicación de la revista tuvo lugar en la reunión de la Junta de Relaciones Culturales del 5 de julio de 1933. Fue una revista de carácter trimestral de la que solo se imprimieron cuatro números en 1935 y otros cuatro en 193614, pues dejó de editarse como consecuencia de la Guerra Civil15. El director de Tierra Firme fue el poeta y crítico literario Enrique Díaz Canedo16. El primer número de 1935 contenía cuatro secciones: Sumario, Investigación, Documentos y Notas. A partir del segundo número se añadió la sección “América en las Revistas”, donde se ofrecía un índice de revistas que trataban sobre temas americanos con una selección de los artículos más importantes publicados en las mismas. En el número 4 de 1935, y en los números 1 y 2 de 1936 se suprimen las secciones de Investigación y Documentos y se mantienen las demás. Los números 3-4 de 1936 constan de Sumario, Miscelánea, Notas Bibliográficas y Testimonios. Estos últimos representan un balance de la labor cultural desarrollada por la República Española realizado mediante distintas firmas: A. Ballesteros Usano, A. En siete entregas, ya que los dos últimos se editaron en un solo volumen. Aunque figura con la fecha de 1936, el último volumen de la revista, que incluye los números 3-4, se imprimió en 1937, en Valencia, adonde se había trasladado la revista. 16 En el año 1935 aparecía también como jefe de redacción, pero solo en el volumen 1º, José Fernández Montesinos, y, como secretario, Antonio Morón (en los tres primeros volúmenes). En los números 1 y 2 del año 1936, además del director, figuraban J. Francisco Cirre, como secretario, y Manuel Ballesteros-Gaibrois, R. Barón Castro, Américo Castro, Ramón Iglesia, Antonio R. Rodríguez Moñino, Ángel Rosenblat y Silvio A. Zavala, como redactores. En el número 2 de 1936 el equipo se amplía. El consejo directivo estaba formado por Américo Castro, Enrique Díez Canedo, Genaro Estrada, Fernando Ortiz, Alfonso Reyes y Ricardo Rojas. El redactor jefe era Ramón Iglesia Parga, Manuel Ballesteros-Gaibrois, el secretario, y Rodolfo Barón Castro, J. Dantín Cereceda, V. Loriente Cancio, Antonio R. Rodríguez Moñino, Ángel Rosemblat, Silvio A. Zavala, los redactores. Por último, en los números 3-4 de 1936 ya no figura ningún nombre para los cargos de director y secretario. 14 15 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 299 15-11-13 9:22 300 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Bernárdez, José María Ots, Luis Santillano, Timoteo Pérez Rubio, T. Navarro Tomás, Emilio G. Nadal, Teresa Andrés, A. R. Moñino, María Zambrano y Enrique Naval. El número 1 de 1935 va precedido de una declaración de principios en la que se describen los objetivos de la revista, su carácter pluridisciplinar, las características del público al que va dirigida y donde se define su actitud. El objetivo principal era ser espíritu de las principales publicaciones literarias o científicas sin dejar de lado “ninguna aportación fundamental entre las manifestaciones múltiples del pensar de nuestros días” y ofrecer un campo abierto a todas las tendencias, “en donde se contrasten depuradas de sus movimientos apasionados”. Estaba destinada a un público hispanohablante interesado en obtener una información precisa y un índice de temas diversos. Para ello, reconocidos especialistas abordaban los problemas españoles y del mundo hispano, así como las tendencias del pensamiento universal que el hombre moderno necesitaba conocer; pues la idea era que España, tras el desastre del 98, dejara de permanecer aislada y saliera del ensimismamiento, que se integrara con su gran familia cultural; en suma, definía su actitud como “un mediador de buena fe”. Otro de los valores que se perseguían era la búsqueda del rigor: “Queremos sustituir la retórica y divagación con que se han tratado los más vitales temas hispánicos por el dato exacto y la comprensión más severa” (6). Y puede decirse que lo cumplió con creces. Cabe entender el título desde un punto de vista geográfico y también en sentido literal. El primero se refiere al nombre que se le dio en los primeros tiempos del descubrimiento a la parte continental del Nuevo Mundo situada al sur de las Antillas. El segundo tiene el sentido de bases sólidas y de seguridad. Sin embargo, al comienzo de esta declaración de principios se explica que el título Tierra Firme tiene el sentido de aspiración “más que de seguridad y confianza en sí misma”, lo que evocaría el deseo de los españoles que viajaban a América de llegar a tierra y olvidar la larga e insegura travesía marina17. De la lectura detenida de la revista se desprende que los autores e intelectuales que la dirigieron y los que colaboraron en ella adoptaron un enfoque bastante avanzado y certero, muy acorde con las orientaciones que se dieron a nivel 17 Apuntan Bernabéu y Naranjo que “en principio no se editó como revista americanista, sino como puente cultural entre España y América. Así ocurrió durante el primer año de la publicación trimestral, pues al año siguiente sí se convirtió en el Órgano de la Sección Hispanoamericana, como empezó a rezar su subtítulo (128-129). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 300 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 301 internacional, sobre todo si se tiene en cuenta que la tradición americanista en España era relativamente reciente. Además, la participación de especialistas hispanoamericanos satisfacía la actitud dialogante con América que era uno de los principales objetivos de la revista. Por razones de extensión, me limitaré a comentar algunas muestras representativas de artículos y reseñas sobre temas coloniales publicados en Tierra Firme. Una toma de conciencia americanista. Las fuentes documentales No es un hecho casual que la mayor parte de los artículos y notas de carácter americanista publicados en la revista tuviera que ver con la época virreinal. Unos años antes, Rafael Altamira, uno de los principales ideólogos del americanismo en aquellos tiempos, en el discurso que pronunció en la Universidad de Oviedo con motivo de la inauguración del curso 1898-1899, titulado “El Patriotismo y la Universidad”18, había planteado que una de las condiciones imprescindibles para la regeneración nacional de España era restaurar el crédito de nuestra historia, vindicar la historia intelectual y civilizadora de España para la resolución del problema presente y para salir del pesimismo que afectaba a la sociedad y, principalmente, a la clase intelectual española. En este sentido, frente a las críticas demoledoras de algunas potencias europeas movidas por intereses económicos, defendió en diversos escritos la empresa colonizadora española en América, aun reconociendo los errores del pasado, y sostuvo la necesidad de un acercamiento entre España y las repúblicas hispanoamericanas para recuperar la confianza19. En concordancia con estas 18 El discurso se imprimió, en tres entregas, con el título de “El patriotismo y la Universidad” en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (1898). Mª Dolores de la Calle Velasco señala la huella en este discurso de Discursos a la nación alemana (Madrid, 1899), de Fichte, que Altamira había traducido (véase prólogo a La huella de España en América, n.19, XV). 19 A propósito del hispanoamericanismo, precisa Sepúlveda: “como movimiento su objetivo explícito era la articulación de una comunidad trasnacional sostenida en una identidad cultural basada en el idioma, la religión, la historia, las costumbres o usos sociales. Esa “comunidad imaginada” pretendía reunir a España con el conjunto de las repúblicas americanas, otorgándole a la antigua metrópoli un puesto al menos de primogenitura, cuando no de ascendente” (Sepúlveda 76). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 301 15-11-13 9:22 302 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 ideas, dos de los objetivos principales eran contribuir a “la organización y metodización de los estudios americanistas científicamente considerados” y “continuar la obra de vindicación de España en lo que se refiere a su actuación colonizadora” (Altamira y Crevea, La huella 5). Para conseguir el primero de ellos proponía ligar las cátedras y centros de investigación españoles al Archivo de Indias, con objeto de que se llevaran a cabo las necesarias investigaciones, y reorganizarlo científicamente de modo que pudiera cumplir la función que le correspondía, “el Archivo de Indias debía ser la verdadera Casa de América en el orden de las investigaciones históricas” (Altamira y Crevea, La huella 29), “el centro espiritual de los americanistas” (32). En suma, todo estaba por hacer en la apreciación crítica de las fuentes documentales. Siguiendo de cerca el programa trazado por su maestro, José María Ots, en el artículo titulado “Sevilla y la moderna historiografía hispanoamericana” (nº 3, 1935), directamente relacionado con su actividad al frente del Centro de Estudios de Historia de América, de Sevilla, creado durante la Segunda República20, presta atención a los fondos, manuscritos o impresos conservados en el Archivo General de Indias, en el Archivo de Protocolos y en la Biblioteca Colombina de Sevilla, los tres faros de la investigación americanista en la ciudad hispalense, y evalúa el extraordinario interés de dichas fuentes documentales para futuros estudios. Se refiere, además, a otra institución sevillana, el Instituto Hispano-Cubano de Historia de América21, como un ejemplo a seguir en la preservación sistemática de fondos documentales. Fue iniciativa de Rafael González Abreu, vizconde de los Remedios, la fundación de este centro en el antiguo convento de los Remedios. Contaba con una Biblioteca especializada en la historia de América, en general, y, más específicamente, en la historia de Cuba durante el período post-colombino. El personal del Instituto elaboró inventarios sistemáticos de los libros y manuscritos de interés para la historia de América conservados en las bibliotecas Colombina, Universitaria de Sevilla y la de la Facultad de Filosofía y Letras. Se inició la catalogación de legajos en el Archivo General de Indias, en el Archivo de Protocolos Hispalense y en los Archivos más importantes de Córdoba y su provincia. Enumera asimismo los estudios históricos realizados en el Archivo Después de la guerra civil, el centro se transformaría en la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. 21 Para obtener información sobre este Centro puede consultarse El Instituto HispanoCubano de Historia de América (Sevilla), Madrid/Barcelona/Buenos Aires, Compañía Iberoamericana de Publicaciones [1931?]. 20 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 302 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 303 de Protocolos y en el Archivo Municipal, ambos de Córdoba, por José de la Torre, sobre Garcilaso de la Vega, el Inca, y sobre Jiménez de Quesada, el fundador de Nueva Granada. Otro organismo fue el Centro de Estudios de Historia de América de la Universidad. Continuador oficial de las actividades historiográficas iniciadas por el Instituto Hispano-Cubano, estaba destinado principalmente a actividades de carácter docente de nivel universitario para la formación de nuevos investigadores sobre los problemas fundamentales de la historia de América22. Resultado de la labor investigadora del Centro fue la tesis doctoral23 del historiador argentino Rómulo D. Carbia sobre la Crónica oficial de Indias24, trabajo que, sin embargo, mereció una reseña no muy favorable de Ramón Iglesia, publicada en el número 2 (1935) de Tierra Firme. Iglesia reconocía la sólida documentación manejada por Carbia, pero criticaba la visión unilateral que ofrecía de la historia y que contrastaba con la expresada por Fox Morcillo en su De Historiae Institutione: “La historia como exaltación de valores vitales, en un ansia de inmortalidad” (209)25. La actitud de Iglesia es la misma que mantuvo el grupo con respecto al trabajo científico y que se percibe en las numerosas notas y comentarios publicados durante los dos años de vida de la revista: la voluntad de anteponer el rigor y el espíritu crítico a la complacencia. Gracias a los ficheros del Instituto Hispano-Cubano de Historia de América, B. Bernal Ulecia, que trabajaba por entonces en la biografía de Hernando 22 Completa esta información una relación de las publicaciones de carácter histórico planificadas o ya editadas y el proyecto de una Revista Española de Historia de América. Véase Valdés 199. 23 La tesis fue defendida el 7 de diciembre de 1933, y el tribunal estuvo formado por Jorge Guillén, José María Ots Capdequí, Juan de Mata Carriazo, Juan Tamayo y José de la Peña. Dos años más tarde regresó a Sevilla como delegado de la Universidad Nacional de La Plata y ponente en el XXVI Congreso Internacional de Americanistas, presidido por Gregorio Marañón. 24 Se publicó con el título de La crónica oficial de las Indias Occidentales. Estudio histórico y crítico acerca de la historiografía mayor de Hispano-América en los siglos XVI a XVIII. Con una introducción sobre la crónica oficial de Castilla.La Plata, 1934. Biblioteca de Humanidades, vol. XIV. 25 Iglesia cita un párrafo de Fox Morcillo en latín cuya traducción en castellano es la siguiente: “Al mirar el origen de la historia, me parece que la causa de su creación fue el que los hombres quisieron conocer no sólo la suya sino la de sus mayores y aquellos que eran tenidos en gran estima, y esto por un apetito de honor e inmortalidad que en todos existe por naturaleza” (Fox Morcillo 14). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 303 15-11-13 9:22 304 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Colón, localizó un documento revelador que servía para aclarar relaciones y situaciones económicas en la familia de los Colón. Como se sabe, una de las tareas que realizaba el Instituto, bajo la dirección de Ots Capdequí, consistía en inventariar los documentos conservados en el Archivo de Protocolos que fueran de interés para la historia de América. De ese modo pudo encontrar “una escritura de concierto o concordia celebrada entre los hermanos don Diego y don Hernando Colón, en la Coruña, el 12 de mayo de 1520” 26. Hernando Colón había llegado hasta La Coruña con la escuadra del rey Carlos I, a quien solía acompañar en sus viajes al extranjero, antes de zarpar rumbo a Flandes. Supone Bernal Ulecia que Hernando debió hablarle a su hermano, virrey de las Indias, de su mala situación económica y reclamarle la parte que le correspondía de la herencia de su padre. De ahí que en la escritura Diego Colón se comprometiera a fijarle a su hermano una pensión anual vitalicia pagadera por semestres a cambio de la renuncia de su hermano a la herencia. Sin embargo, como demuestra el autor, tres años más tarde, en su segundo testamento, Diego Colón disponía que se buscara ese contrato entre sus papeles y que se cancelara cuando él muriera porque no quería dejarle esa carga a su sucesor. “No creemos nosotros –escribe Bernal Ulecia– que esta cláusula fuese debida a motivos de desafecto. Y no lo creemos por actos realizados posteriormente por el mismo virrey, que demuestran hasta la saciedad el gran cariño y el alto concepto en que tenía a su hermano” (307). A través de la revisión de varios documentos se afianza en la tesis de que los pleitos en que se vieron envueltos los miembros de la familia Colón se debieron a la injusta situación económica que padecían habida cuenta de la posición social relevante que ocupaban. Sostiene, además, que las relaciones entre los hermanos Diego y Hernando nunca se entibiaron: Hernando fue albacea de su hermano y, después de la muerte de este, intervino siempre activamente en el mejor desarrollo de los famosos pleitos colombinos. Al final del artículo aporta un apéndice documental que consta de la citada escritura de concordia y una Real Cédula de confirmación del documento anterior, firmado en Madrid, el 3 de marzo de 1525. Otra muestra del interés por las fuentes documentales son las reseñas de los catálogos de manuscritos que se iban publicando: dos de manuscritos americanos que complementaban la importante serie madrileña de manuscritos de América: Manuscritos de América (Catálogo de la Biblioteca de Palacio t. 26 (nº 2, 1936: 305). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 304 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 305 IX), Madrid, Talleres de Blass, 1935, a cargo de Jesús Domínguez Bordona27, y Catálogo de los manuscritos de América existentes en la “Colección de jesuitas” de la Academia de la Historia, Badajoz, “La Minerva Extremeña”, 193528. Barón Castro dio cuenta (nº 1, 1936) de la publicación, en 1935, de dos nuevos tomos de las series parejas que el Instituto Hispano-Cubano de Historia de América iba editando sobre catálogos de documentos relativos a América: Documentos americanos del Archivo de protocolos de Sevilla. Siglo XVI (Madrid) y Catálogo de los fondos cubanos del Archivo General de Indias. Tomo II. Expedientes diarios. 1642-1799 (Sevilla). El primero fue editado por el Comité organizador del XXVI Congreso internacional de Americanistas29; el segundo catálogo se debió al trabajo realizado por José María de la Peña y de la Cámara, profesor de la Universidad hispalense y del Centro de Estudios de Historia de América. Barón dedica también un comentario a la publicación Arte en América y Filipinas (Publicación de la Universidad de Sevilla), Cuaderno I. Sevilla, 1935. Reconocía que el americanismo no había llegado a tomar cuerpo en España, como sí había ocurrido en otros países, a pesar de disponer de elementos fundamentales para la investigación americanista. Una situación que ahora consideraba superada, como demostraba la publicación objeto de la reseña. Se trataba del primero de los cuatro cuadernos anuales sobre Arte en América y Filipinas que el Centro de Estudios de Historia de América de la Universidad de Sevilla, en colaboración con el Laboratorio de Arte de la Facultad de Filosofía y Letras, había proyectado publicar bajo la dirección de Diego Angulo Iñiguez. En el ámbito hispanoamericano, con motivo del IV Centenario de la ciudad de Lima, en 1935, se editaron dos tomos de Monografías históricas sobre la ciudad de Lima y los Libros de Cabildos de Lima, descifrados y anotados por Bertrán T. Lee, con prólogo de Riva Agüero, publicados en cinco volúmenes. Dichos tomos comprenden las actas de los libros de Cabildos de Lima de los años 1534 a 1561, con vistas a abarcar también las actas de la primera mitad del siglo XVII. Silvio Zavala, que se hizo cargo de la reseña, valora el enriquecimiento de las fuentes municipales de la colonización española Reseñado por Rodolfo Barón Castro (nº4, 1935). Reseñado por Antonio Rodríguez Moñino (nº4, 1935). 29 Barón Castro elogia la labor desempeñada por José María Ots Capdequí en la dirección del Instituto, ya que la riqueza del archivo de Protocolos apenas era conocida hasta ese momento. 27 28 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 305 15-11-13 9:22 306 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 con esta publicación, que se sumaba a las actas de los cabildos de México, Guatemala, Buenos Aires, etc., ya publicadas con anterioridad30. Crónicas de Indias y otros textos coloniales El grupo de Tierra Firme –y su entorno intelectual– había tomado conciencia de que una de las deficiencias a subsanar en el ámbito del americanismo era el estudio y edición de las crónicas de Indias. Ya Altamira, en una comunicación leída en el Congreso de Historia y Geografía hispano-americanas (Sevilla, 1914), titulada “La condición inicial para escribir la historia americana”, había llamado la atención sobre la necesidad de llevar a cabo un estudio crítico de las crónicas31 en cuanto “fuentes originales” para contrarrestar la utilización interesada que algunos países europeos hicieron de la historiografía americanista. Y citaba los nombres de los más representativos cultivadores de la bibliografía americanista que le habían precedido en ese mismo afán: Juan Bautista Muñoz, en el prólogo de su Historia del Nuevo Mundo (1793), Navarrete, en la introducción a su Colección de los viajes y descubrimientos (1825) y Harisse, en el prólogo a su Bibliotheca Americana Vetustísima. Por su parte, Ramón Iglesia, en las palabras que escribió a propósito de una reseña al libro de J. Eric Thompson, traducido al francés y editado por Payot, La civilisation aztèque (Mexico before Cortez, en versión original), a semejanza de Altamira, se lamenta del olvido en que habían permanecido los textos cronísticos, resaltando su interés para el conocimiento de la historia: Resulta doloroso para nosotros, vernos obligados a buscar en inglés o francés libros que, como éste que nos ocupa, se han hecho con materiales españoles. Salvo uno o dos capítulos, todo lo demás ha sido compuesto, según lo hace constar el mismo Thompon, utilizando a nuestros cronistas de los siglos XVI y XVII. Los nombres de Torquemada, Durán, Sahagún, Bernal Díaz del Castillo, asoman (nº 1, 1936). Al hablar de exigencias críticas, Altamira se refería a aspectos como la historia externa de cada libro, sus ediciones y variantes (La huella 59). En esa misma comunicación enumera cada una de las cuestiones que debía plantearse el estudioso que se adentrara en el estudio americanista de las crónicas y cita algunos de los trabajos meritorios que se habían llevado a cabo en ese dominio (Confróntese La huella 59-62). 30 31 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 306 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 307 a estas páginas, en las que de continuo se extractan sus noticias y descripciones” (nº 4 de 1935, 150). Precisamente en ese mismo número publicaba Iglesia su “Bernal Díaz del Castillo y el popularismo en la historiografía española”32, presentado en el XXVI Congreso de Americanistas. Conocía bien la obra de Bernal porque –como se sabe– estaba preparando junto con su esposa, Raquel Lesteiro, una edición crítica de la Historia verdadera, labor para la que contaron con la valiosa colaboración de Rodríguez Moñino33. El autor parte de una idea tomada de Huizinga, según la cual la historia es la que más se acerca a la vida de todas las ciencias. Esta premisa se cumpliría a rajatabla en el caso español, de forma que –a su juicio– “nuestras producciones históricas más valiosas son las que se han escrito al filo de los hechos, las que han nacido de una visión directa, de una vivencia de los acontecimientos relatados” (5). Pone como ejemplo el fracaso de las crónicas oficiales de Indias frente a las escritas por quienes fueron testigos de los hechos, y va rastreando otros muchos ejemplos sacados de las obras históricas españolas, desde la época medieval, que corroboran su punto de vista. Los casos antitéticos de Gonzalo Fernández de Oviedo y Pedro Mártir de Anglería, de un lado; de Bernal Díaz y López de Gómara, de otro, vendrían a confirmarlo. El núcleo del artículo lo constituye su defensa de la Historia verdadera escrita por Bernal, frente a las acusaciones de los historiadores que, por el contrario, juzgaron acertado el dictamen de Antonio de Solís, amparado en una tesis aristocratizante –que contraponía el héroe, Cortés, frente al vulgo–, 32 (nº 4, 1935). El artículo fue recogido más tarde en el libro de Iglesia El hombre Colón y otros ensayos, junto con otros tres artículos sobre Bernal: “Las críticas de Bernal Díaz a la Historia de la Conquista de México de López de Gómara”, “Introducción al estudio de Bernal Díaz del Castillo y de su Verdadera Historia” y “La Historia Verdadera de Bernal Díaz del Castillo”. Aunque en el primero de ellos critica a Bernal por su fobia desmedida contra Cortés y contra Gómara, y rectifica la defensa incondicional que hacía del autor de la Historia verdadera frente a Gómara en el artículo de Tierra Firme, aquellas primeras observaciones siguen siendo válidas en cuanto a las diferencias entre los dos tipos de crónicas. 33 A causa de la guerra civil, Iglesia no pudo concluir la edición, se alistó en el ejército republicano, y, al terminar la guerra, se exilió a Francia; emigró después a México y años más tarde a Estados Unidos. En 1945 el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo publicó el primer volumen de la edición crítica de la Historia verdadera, pero sin que figurara el nombre de Iglesia Parga, ni tampoco los de Raquel Lesteiro y Rodríguez Moñino. En 1967, el CSIC editó la obra, en dos volúmenes, preparados por Carmelo Sáenz de Santamaría, por lo que los nombres de quienes habían trabajado originalmente en la edición quedaron solapados. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 307 15-11-13 9:22 308 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 sobre las razones que animaron a Bernal Díaz a escribir su crónicas34, actitud que le lleva a preferir el trabajo de Cunnighame Graham sobre el cronista, antes que el de Prescott. Para Iglesia, la imagen de Cortés que ofrece Bernal, a diferencia de la de Solís, es válida por ser humana, sin idealizaciones: “Y Solís, que calzaba el coturno a Cortés, no podía ignorar que el calzado usado por el caudillo y sus soldados en la conquista era la alpargata” (Iglesia 16). En segundo lugar, sale al paso de la acusación hecha por Genaro García, editor de la crónica, a Bernal, al afirmar que “rebaja a los indios y encumbra a los españoles más de lo debido”, y considera más humana la conducta de los conquistadores que “la de cualquier tropa colonial de nuestros días” (17). La conclusión a la que llega Iglesia es que a partir de los Reyes Católicos, y más concretamente, con las crónicas de Indias, la tendencia culta que se había mezclado con la popular en Pero López de Ayala (s. XIV) se rompe a favor de la última y, especialmente, con la prosa de Bernal; pero la situación cambió en el siglo XVII con la excesiva preocupación por la forma, y “la historiografía popularista ya no levantará cabeza. Quedó enterrada en América con los soldados que la escribieron” (18). Aunque más tarde rectificara algunas de estas ideas en otro artículo35, Iglesia reconoció unos valores en la Historia verdadera que son los que le dan relevancia a este texto en el imaginario sobre la conquista, los mismos que más tarde recuperaron grandes novelistas hispanoamericanos, como Azuela o Fuentes. Antonio R. Rodríguez Moñino36 escribe una nota esclarecedora motivada por una publicación de Clemente Palma sobre Don Alonso Henríquez de Guzmán y el primer poema sobre la conquista de América. Rodríguez Moñino 34 “Pero aunque le asiste la circunstancia de aver visto lo que escribió, se conoce de su misma obra que no tuvo la vista libre de passiones para que fuesse bien governada: muéstrase tan satisfecho de su ingenuidad como quexoso de su fortuna; andan entre sus renglones muy descubiertas la envidia y la ambición; y paran muchas vezes estos afectos destemplados en quexas contra Hernán Cortés, principal héroe desta historia, procurando penetrar sus designios para deslucir y enmendar sus consejos (…)” (Antonio de Solís, Historia de la conquista de México. Barcelona: 1711, 5. Datos tomados de Ramón Iglesia, Tierra Firme, 1935, nº 4: 10). 35 Me refiero al artículo “Las críticas de Bernal Díaz del Castillo a la Historia de la Conquista de México, de López de Gómara” ya citado. 36 En 1935 ganó la plaza de catedrático de Lengua y Literatura Españolas y empezó a colaborar en el Centro de Estudios Históricos, y ese mismo año fue nombrado redactor de la revista Tierra Firme. Es encomiable su intensa labor en la custodia de archivos y bibliotecas públicas y privadas; uno de sus más importantes hallazgos fue el descubrimiento, en casa 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 308 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 309 rectifica la opinión de Clemente Palma sobre cuál era el poema más antiguo relativo a la conquista de América –para el erudito limeño era La Araucana– y señala el trabajo publicado por José Toribio Medina: El primer poema que trata del descubrimiento del Nuevo Mundo (Santiago de Chile, 1916). Se refería a Carlo Famoso de Luis Zapata, impreso en Valencia, en 1566, poema que el autor había empezado a escribir trece años antes. A continuación se refiere a otro dato aportado por Clemente Palma: Nueva obra y breve en metro y prosa sobre la muerte del Adelantado D. Diego de Almagro, hecha por un testigo de vista por los años 1550. Los dos textos que se conocen de este poema no llevan nombre de autor ni fecha: uno está inserto en la Vida y hechos de D. Alonso Henríquez de Guzmán, y fue publicado por los compiladores de la Coldoin en 1886; el otro se conserva en un manuscrito del Archivo de Indias, y existe una copia moderna en la Biblioteca Nacional de Lima. Palma argumenta que el poema pertenece a Henríquez de Guzmán, pero Rodríguez Moñino, basándose en diversos datos que lo contradicen, lo considera anónimo y demuestra que la Nueva obra es el primer poema que se ocupa de la conquista, anterior, por tanto, en tres años a Carlo Famoso de Luis de Zapata. No ofrece menos curiosidad el artículo de Rodríguez Moñino sobre “Cómo se publicaba un libro en Indias a principios del siglo XVII. Andanzas inquisitoriales de La Ovandina, crónica de linajes coloniales” (1936, nos. 3-4). Las dificultades a las que se veían sometidos los escritores de la época colonial cuando querían publicar sus obras en el Nuevo Mundo ha sido una cuestión ineludible al hablar de la literatura de ese período, sobre todo cuando se buscaban argumentos para explicar la escasez de novelas. Los trámites por los que debía pasar un libro antes de su publicación eran la censura, la Licencia Real, la tasa y la intervención del Corrector. En Indias, la dificultad se incrementaba a causa de la escasez de imprentas, de ahí que en los círculos literarios coloniales la publicación de un libro en varios tomos, cuando su contenido no era exclusivamente religioso, como de costumbre, constituía un acontecimiento muy comentado, según explica Rodríguez Moñino. Eso sucedió con los cuatro tomos del libro de genealogías que se disponía a dar a la prensa, en Lima, Pedro Mexía de Ovando. Tras haber pasado con éxito la censura de Don Alonso Bravo de Sarabia y Sotomayor, perteneciente al del murciano José Alegría, de un manuscrito, desconocido hasta ese momento, de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 309 15-11-13 9:22 310 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Consejo del rey, oidor de la Real Audiencia y Cónsul de la Inquisición, y de haber obtenido la licencia del Príncipe de Esquilache, La Ovandina, título de la obra, pasó al taller del impresor limeño Jerónimo Contreras, quien lo dio a la luz en 1621. Enseguida empezaron las murmuraciones y las críticas por diversos motivos, inclusive empezó a circular un romance anónimo que acusaba a Ovando de haber recibido buenas cantidades de dinero por haber incluido en su libro a algunas personas. Informado el Santo Oficio, tras comprobar la veracidad de las acusaciones, ordenó que se retirasen los ejemplares, los cuales pasaron a manos de los inquisidores. Para que examinase las materias de Fe, el Tribunal comisionó a fray Antonio de Peñaranda y para las noticias históricas y genealógicas tocantes a la limpieza de sangre, al licenciado D. Gaspar de Valdespina. Rodríguez Moñino comenta detalladamente los informes de uno y otro. Al ver los resultados tan negativos para su libro Mexía de Ovando decidió marcharse a Nueva España para imprimir allí el resto y presentar una apelación en Madrid contra las acusaciones de que aquel había sido objeto. Los inquisidores limeños, al conocer las intenciones del autor les escribieron a los colegas mexicanos para ponerlos en antecedentes y también al Consejo de la Santa General Inquisición, en Madrid, para que resolviese. Al parecer, los censores de Madrid se divirtieron con ambos, con la obra y con los informes: Fr. Diego de Barrasa y Fr. Francisco Verdugo reciben juntamente la voluminosa Ovandina y el nada flaco informe de la Inquisición de Lima. Y si les divirtió la obra con su sarta de genealogías absurdas y disparatadas, no menos tuvieron que reír con el informe. ¡Cuánto distingo, cuánta sutileza lógica, cuánto argumento, silogismo y retorcimiento de frase, cuánta cita de teólogos, cuánto Santo Padre traído al retortero para destruir las esperanzas económicas de un pobre diablo! (427-428). A pesar de que la censura de Barrasa y Verdugo fue exculpatoria con Ovando, no se permitió la circulación del libro; reunido el Supremo Consejo mandaron que se recogiesen los ejemplares que todavía se conservaban en Lima, lo que las autoridades limeñas cumplieron con creces: Este fue el broche puesto por la burocracia –escribe el crítico– a una aventura de la que un pícaro español en Indias aguardó un día obtener provechos, gloria, gratitud y unos quilates de nobleza, no por ilegítimamente adquiridos menos gratos en una época vanagloriosa y pagada de la sangre azul: en los principios del fin español (431). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 310 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 311 El mismo Rodríguez Moñino, en “¿Una crónica dominicana del siglo XVI?”37, comenta una curiosa anécdota ocurrida en un lago de la isla Española, tomada del Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada, quien dice a su vez haberla tomado de una crónica que hizo un alcalde de Santo Domingo. Deja constancia de ella por aportar un dato más para el estudio del elemento fantástico en la conquista y colonización de América. Poco considerada hasta ahora como modalidad discursiva, el diario, sin embargo, es una fuente de gran valor para el estudio de la sociedad colonial. Silvio A. Zavala reseña el Diario de Lima de Juan Antonio Suardo (1629-1634)38, correspondiente a las anotaciones que, por cédulas de 16 de Diciembre de 1623 y 23 de Noviembre de 1631, se ordenó registrar sobre los acontecimientos diarios que ocurriesen en el virreinato del Perú. Este diario fue hallado por Rubén Vargas Ugarte en el Archivo de Indias, gracias a una indicación del investigador argentino Torre Revello. Menciona Zavala otros volúmenes similares como el Diario de José y Francisco de Muguburu, publicado por el Concejo Provincial de Lima y editado por Carlos A. Romero; y el mexicano Diario de Sucesos Notables, por D. José Manuel de Castro Santa Ana (1752-58), publicado por Genaro García en sus Documentos Inéditos o muy raros para la Historia de México (México, 1854). Mucho antes de que el tema de la comida se pusiera de moda con los llamados estudios culturales, Juan Dantín Cereceda redactó un sustancioso estudio sobre los “Primeros contactos entre los tipos de alimentación antillano y mediterráneo”39 que resulta paradigmático de este tipo de trabajos. Se basa en la certeza de que cada dominio geográfico se puede caracterizar por una masa de alimentos que proporciona el propio medio, aunque ello no impide que se enriquezca con nuevos alimentos ya sea a través de la conquista o del comercio pacífico. Así, repasa la presencia de los alimentos mediterráneos fundamentales, el pan, el vino y el aceite de oliva, sirviéndose de diversos textos, literarios unos y de carácter más historiográfico otros: el Cantar de Mío Cid, El Sacrificio de la Misa de Gonzalo de Berceo, la Historia General y Natural de las Indias de Fernández de Oviedo, El sí de las niñas Se publicó en la sección titulada “Miscelánea (nos. 3-4, 1936). Publicado por el Concejo Provincial de Lima, IV Centenario de la Fundación de la Ciudad. Con introducción y notas por Rubén Vargas Ugarte, Lima: 1935. La reseña figura en la sección de “Notas” (nos. 3-4 de 1936). 39 (1936, nos. 3-4). 37 38 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 311 15-11-13 9:22 312 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 de Moratín, Vida del almirante de Hernando Colón, la Historia de las Indias de las Casas y los testimonios reunidos por Fernández de Navarrete en los Viajes de Cristóbal Colón, por citar algunos de los más representativos. A través de estos últimos, sobre todo de los relatos de Colón, el autor evoca el descubrimiento sorprendente de alimentos americanos llevado a cabo por los españoles que llegaron a las Antillas. Y si en el primer viaje todavía se resistieron a introducir los alimentos indígenas en su dieta, en el segundo, debido a las circunstancias se fue relajando poco a poco la resistencia: “La fusión de ambas alimentaciones, la antillana y la mediterránea, que se elabora en el curso de los años 1493-1496, está ya consumada al terminar este segundo viaje” (412). Una actitud transatlántica Por razones obvias, los aspectos jurídicos de la conquista han sido siempre una de las vertientes más cultivadas del americanismo, y, dado que varios colaboradores de Tierra Firme habían estudiado Derecho –Silvio A. Zavala, José María Ots, Rodolfo Barón Castro y Antonio Rodríguez Moñino, entre otros–, hay varios artículos sobre esta especialidad en las páginas de la revista. Aquello que más llama la atención es el acierto de enfocar los aspectos tratados tendiendo puentes entre ambos continentes, no por simples razones de confraternización sino por una búsqueda de rigor, pues una de las líneas de actuación de estos estudiosos, en cualquier dominio, era la reescritura de la Historia depurándola de prejuicios, errores e interpretaciones alejados de otros intereses que no fueran el propósito de conocer en la medida de lo posible la verdad de los hechos40. Un ejemplo representativo de la mirada 40 Desde el numero 1 (1935) de la revista se cultivó ese método de trabajo, aunque, en este caso, interesa menos porque es el que menos contenido americanista presenta. Tan solo incluye la primera entrega de Ángel Rosenblat sobre “El desarrollo de la población indígena de América” –que continuó en los números 2 y 3 de 1935. En las conclusiones que obtiene Rosenblat de su extenso estudio, juzga que las apreciaciones de los contemporáneos, cronistas e historiadores principalmente, que jugaban con los millones, están falseadas por distintos motivos, o bien para exaltar la obra misionera de una orden (Juan Díez de la Calle o Pedro Fernández de Quirós), o bien para destacar el valor de los soldados o su maestría de capitán (Hernán Cortés), o para engrandecer e idealizar el pasado indígena (Clavigero) o por espíritu polémico y defensa apasionada de la causa de los indios (Las Casas). Frente a las 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 312 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 313 transatlántica que imperaba en este grupo es el libro de Silvio A. Zavala, Las instituciones jurídicas en la conquista de América41, del que da cuenta la reseña de Santiago Magariños42. Fue el primer volumen perteneciente a la Sección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos y en él Zavala se proponía estudiar las principales ideas e instituciones jurídicas que influyeron en el desarrollo de la conquista de América por los españoles. Al valorar el aspecto jurídico de aquel período reconocía que merecía estudiarse dentro de la historia jurídica de España, ya que procedía de la rama medieval del Derecho español, si bien señalaba la posibilidad –hasta entonces no explorada– de indagar en la transformación de esas viejas instituciones españolas trasladadas a tierras americanas. La contribución de Zavala en este ámbito consistía en considerar el tema de la conquista y de la primera colonización como base del Derecho indiano y a la vez como antecedente de las instituciones de la América independiente. La diferencia entre la actitud de los historiadores españoles y la de Zavala era que los primeros enfocaban la cuestión teniendo en el punto de mira los orígenes españoles exclusivamente, mientras que para Zavala y otros investigadores americanos esos orígenes constituían la “base primera del Derecho que las tierras americanas han vivido hasta hoy” (211). Por haberse desenvuelto entre ambos mundos, Zavala supo renovar con un enfoque más ecuánime y actualizado para su época la vertiente jurídica de la conquista y colonización. En concordancia con este mismo tema, apareció en Tierra Firme43 la comunicación presentada por Ots en el XXVI Congreso Internacional de Americanistas con el título de “La expansión del derecho español en las Indias”, donde desarrolla algunas observaciones sobre las características que presenta exageraciones de cronistas y viajeros, para las estadísticas consideraba más objetivo recurrir al número de pobladores, censos parciales, repartimientos de indios realizados al día siguiente de la conquista y en ocasiones la magnitud de los ejércitos. Y tiene en cuenta el desarrollo histórico, el medio de vida de las poblaciones precolombinas y los restos arqueológicos de sus culturas. 41 Centro de Estudios Históricos. Sección Hispanoamericana. Vol. I. Madrid: 1935. 42 Este profesor falangista ocupó en 1940 la cátedra de Historia de la Universidad de Madrid y, poco después, la presidencia del Instituto de Cultura Hispánica. Fue desposeído de sus cargos por autorizar la publicación de un libro del poeta Miguel Hernández y se vio obligado a exiliarse a Venezuela, donde prosiguió su carrera académica desarrollando una importante labor docente e intelectual. Fundó el Instituto de Arte de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Caracas. 43 nº 1 de 1936. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 313 15-11-13 9:22 314 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la expansión del Derecho español peninsular en los territorios de las Indias occidentales a lo largo del período colonial. Observaba Ots que, a pesar de que el Estado aplicaba en las Indias el mismo régimen municipal que había establecido en la metrópoli, en la práctica existían notables diferencias no ya con la metrópoli, sino entre los distintos virreinatos, y lo mismo sucedía con el sistema de Encomiendas. De ahí que al final de su estudio reclame que los estudios históricos del derecho hispanoamericano del período colonial se realicen no sobre las base de las fuentes legales, sino con el complemento obligado y esencial de los documentos de aplicación del derecho. Para esta tarea era necesaria la colaboración de todos los investigadores de los países hispanoamericanos, con la finalidad de que se pudieran contrastar las informaciones contenidas en las series documentales conservadas en el Archivo General de Indias con las que se encuentran en los archivos judiciales y de Protocolos de las naciones americanas (87). En la misma línea se sitúa el estudio comparativo de Silvio A. Zavala entre “Las conquistas de Canarias y América”, que publicó en dos entregas44. Basó el estudio en la existencia de un nexo de continuidad entre ambas conquistas, pues, a su juicio, los Reyes Católicos encauzaron las empresas españolas en América mediante normas muy similares a las aplicadas en la conquista de Canarias; no obstante, debido a las diferencias espacio-temporales, experimentaron cambios significativos que él se encargó de precisar. Junto con los aspectos jurídicos, las cuestiones lingüísticas estuvieron en el foco de atención tanto en lo referente a las lenguas indígenas45 como a la evolución del español de América. Con motivo de la publicación de El problema de la lengua en América46, de Amado Alonso, escribió Américo Castro una reseña que aprovechó para entrar en el debate y reflexionar sobre una cuestión que trascendía lo puramente lingüístico y concernía a lo que él 44 La primera parte apareció en el nº 4 de 1935 y la segunda, en el nº 1 de 1936. En 1991 fue reeditado por el Cabildo Insular de Gran Canaria. 45 Véase el extenso artículo de Ángel Rosenblat titulado “Los otomanos y taparitas de los llanos de Venezuela. Estudio etnográfico y lingüístico”, que fue publicado en tres entregas –la primera apareció en el nº 1 de 1936– y del que ya había presentado un resumen en el XXVI Congreso Internacional de Americanistas. Rosenblat, basándose en dos vocabularios inéditos de la Biblioteca del Palacio Nacional de Madrid, llevó a cabo un estudio comparativo entre la lengua de los otomanos y la de los taparitas intentando ubicarlas en el cuadro lingüístico del continente. 46 Madrid: Espasa-Calpe, 1935. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 314 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 315 denominaba “lo hispánico”. Llamaba la atención Alonso en el libro sobre el “relajamiento social del sentido de la norma” que se había producido en Buenos Aires a causa de la oleada de inmigración extranjera que invadía la ciudad y que había dado lugar en la vida colectiva a una especie de “lingua franca” caracterizada por la ausencia de normas reguladoras. Por su parte, Castro ya había tratado el tema en unos artículos suyos publicados en El Sol 47 acerca del uso del lunfardo y la aspiración a una lengua nacional argentina: atacaba a aquellos que defendían los giros vulgares y el lunfardo para adoptar un idioma peculiar con el propósito de separarse del idioma peninsular, afirmar la independencia lingüística y, con ella, la nacional, pues pensaba que solo dentro del castellano podía Argentina continuar modelando su fisonomía nacional: “Rojas, Lugones, Larreta, Gálvez, Capdevila, Obligado, Gerchunof, la Storni, Ghiraldo, Luisa Israel, Borges y cien más que acuden al azar de la memoria (…) figurarán en la literatura de lengua española, o castellana, según ellos prefieren” (184). En la situación idiomática argentina, distinguía entre un idioma conversacional “angostado y pobre” y la lengua literaria, que seguía el desarrollo del idioma en España. Y termina el artículo reclamando para Argentina el rechazo del fantasma de la lengua nacional y, por contra, propone nacionalizar a base del castellano de Sarmiento. No hace falta recordar que estas mismas ideas desarrolladas con más amplitud en La peculiaridad lingüística rioplatense48 recibieron una crítica irónica y mordaz de Borges en “Las alarmas del doctor Américo Castro”49. Por último, me referiré a un curioso artículo del poeta vanguardista Juan Larrea, cuya vinculación con el Perú está asociada principalmente a la amistad, llena de admiración, que le unía a César Vallejo: “Un vaso peruano del museo de Madrid” (nos. 3-4, 1936). En este trabajo revela su interés apasionado por las piezas arqueológicas, las cerámicas, los metales y maderas de origen precolombino. Su aportación consistía en las distintas interpretaciones y teorías existentes sobre los orígenes y elementos decorativos de un vaso de cerámica peruano conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, mediante 47 Madrid, el 22 y el 25 de septiembre de 1927. Castro consideraba que las ideas contenidas en esos artículos eran como un prólogo adventicio y pospuesto al libro de Alonso. 48 Buenos Aires: Losada, 1941. 49 Está incluido en Otras inquisiciones, Buenos Aires: Sur, 1952. Más tarde, Piglia, sin citar a Castro, retomó la discusión, actualizándola y reorientándola hacia la revisión del canon literario argentino, a partir del uso de la lengua y del estilo, en la segunda parte de Respiración artificial (1980). 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 315 15-11-13 9:22 316 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 una donación del Gobierno de Perú, tras haberse exhibido en la exposición celebrada con motivo del Cuarto Centenario del descubrimiento de América. Emprende Larrea esta labor por considerar que hasta ese momento no se había logrado la verdadera comprensión del objeto y que su estudio podía enriquecer el conocimiento de la más brillante de las culturas del antiguo Perú: la nazca. El escritor llega al convencimiento de que el motivo decorativo consistía en un extraordinario instrumento de terror, después de cotejarlo con una descripción que aparece en las noticias ofrecidas por el conquistador Alonso de Mesa en la Información que por mandato del virrey Toledo se realizó en el Cuzco el 22 de febrero de 1572: “Tan estrecha es la correspondencia existente entre este texto y la representación del vaso, que bien podría pasar ésta por una simple ilustración de aquél” (519). Al interés del artículo, de indudable alcance antropológico, se unen las curiosas circunstancias que le llevaron a escribirlo y el hecho de que se publicara precisamente en Tierra Firme. En 1930, Larrea viajó a Perú y quedó tan fascinado por las culturas andinas que en dos meses se gastó todo el dinero de la herencia que acababa de recibir en piezas arqueológicas incaicas50. La colección, constituida por más de 600 piezas, se exhibió primero en Francia, en 1933, y, al saberlo, el gobierno republicano invitó a Larrea a exponerla en España. Así, la exposición “Arte Inca” fue inaugurada por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, el 15 de mayo de 1935 en la Biblioteca Nacional de Madrid. Ese mismo año, el XXVI Congreso Internacional de Americanistas editó un libro de la colección, que también había sido expuesta en Sevilla, titulado Arte peruano51. Ante tan exitosa acogida el poeta optó por dejarla en depósito 50 Larrea 40. El 12 de octubre de 1937, en plena guerra, vio satisfecho su deseo de que se creara un Museo de Indias, al crearse oficialmente, mediante decreto, el Museo y Biblioteca de Indias (41). Para un desarrollo detallado de este viaje y de cómo formó Larrea su colección, véase el artículo de Jorge Gutiérrez Bolívar. 51 Con motivo de la exposición, en las conclusiones del Congreso se aprobó la necesidad de constituir en España un Museo y una Biblioteca de Indias, un proyecto que fue asumido por el gobierno. La base del Museo estaría formada por los fondos de la Sección Etnográfica Americana y Filipina del Arqueológico Nacional y la colección de Larrea, además de otros fondos existentes en depósitos del Estado. En cuanto a la Biblioteca, estaría integrada por fondos impresos y manuscritos de la sección Ultramar de la Biblioteca Nacional; de la Hispanoamericana del mismo establecimiento, así como “fondos que puedan ser desglosados tanto de la Nacional, como de otras bibliotecas” (véase la pormenorizada relación que hace de dichos fondos Rodríguez Moñino, Tierra Firme nos. 3-4, 1936: 609). Así, en 1937, en plena guerra civil, el gobierno creó el Museo-Biblioteca de Indias, pero la guerra y la derrota 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 316 15-11-13 9:22 El impulso renovador del americanismo durante la Segunda República... 317 en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, es decir seguía siendo el propietario, pero la cedía para su gestión y exhibición (Gutiérrez Bolívar 10). El 14 de abril de 1937, en apoyo de la República, Larrea decidió donar su colección de antigüedades incaicas al pueblo republicano español porque quería marcar “la relación existente entre el destino del Nuevo Mundo del porvenir y el de la República nacida en España”52. Conclusión Ha pasado casi un siglo, y a quien todavía no haya leído la revista le sorprenderá la actualidad de muchos de sus planteamientos. El afán de universalidad y el entusiasmo americanista que animaba el proyecto de Tierra Firme, el espacio preferente que se les daba a las fuentes documentales existentes en archivos y bibliotecas sobre la época colonial, el interés por la edición y estudio de las crónicas de Indias, la perfecta integración en sus páginas de colaboradores españoles e hispanoamericanos, así como la aplicación de enfoques transatlánticos; la calidad, en suma, de los artículos y reseñas que se publicaron en ella la convierten en una de las muestras más representativas del americanismo progresista español. Prueba de ello es que algunos de aquellos artículos han seguido reeditándose años más tarde. Con el estallido de la guerra civil, la revista dejó de publicarse, pero el proyecto americanista republicano que había propiciado su creación dejó sentadas algunas bases en la Península y, sobre todo, seguiría dando sus frutos en tierras americanas a través de los españoles en el exilio. 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Una lectura a sus libros encontrados en la Biblioteca Nacional de Chile. Santiago: Ocholibros, 2012. 208 pp. Cuánto más conocemos sobre Athanasius Kircher, menos logramos abarcarlo, como si las máscaras barrocas se sumaran para configurar un saber que, desde su propia construcción, carece de límites precisos, ya que abarca todo aquello que es creación divina y por ello también destino humano. El hallazgo de dieciocho libros originales en la Biblioteca Nacional de Chile es el punto de partida de la investigación que da origen a este libro y a la exposición La imagen barroca en la Biblioteca Nacional, inaugurada en diciembre del 2011, curada por Constanza Acuña, la editora de la publicación. El apartado final del volumen permite aproximarnos al despliegue visual que acompañó la exhibición de los libros, que habían permanecido ocultos por siglos desde la expulsión de los jesuitas, sus últimos lectores. Unos selectos objetos indican desde dónde se propone leer, ahora, esta biblioteca develada: el San Francisco Javier yacente, obra de Jacobo Kellener, de la Catedral de Santiago; el mapa de América de Theodor De Bry; una custodia andina del siglo XVIII y boleadoras tehuelches. Nos ubican temporal y territorialmente, pero dos instalaciones activan la lectura para generar paralelismos contemporáneos: Demián Schopf interpreta Mundus subterraneus, una obra reactiva, donde juegan la causalidad de los sismos y las palabras, la ciencia y lo contingente, intenta revelar el mecanismo de asociación que sustenta el plan divino, entre lo geológico y lo humano, entre el lenguaje y lo experimental. En contrapunto a la vitrina de Schopf, los artistas Joaquín Cociña y Cristobal León elaboraron, en 16 mm, un film que parte de la simpatía entre razón y fe para plantear el arca del futuro. Si las visiones del futuro siempre parecen pagar una deuda al pasado literario, aquí hay una sintonía estética: el futuro es de obligado barroquismo. ¿Por qué comenzar a pensar este libro sobre Kircher desde los artistas contemporáneos? Porque, sin duda, es desde las imágenes desde donde mejor podemos comprender el mundo de Kircher. Si las indagaciones más diversas sobre su figura se han activado aún más en la última década, en este caso se acoplan con el actual esplendor de los estudios sobre el barroco americano. La centralidad de Kircher en los ensayos ilumina la iconografía, la música, la exploración de la naturaleza, las redes intelectuales de los jesuitas entre Roma y el sur del continente, entre otras cuestiones. Nicolás A. Trujillo Osorio entrega una correcta obertura, ya que en su presentación de la figura de Athanasius Kircher surgen los motivos que se retomarán en otros ensayos. No solo Trujillo cumple con el desafío de alcanzar el pensamiento del jesuita a un público no especializado, sino que lo logra desde la sutil correspondencia entre biografía, azar, 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 319 15-11-13 9:22 320 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 curiosidad, visión mística y hermetismo. El “telón lleno de pliegues y vuelcos” de la Roma contrarreformista barroca es el escenario teatral donde hace actuar la ars combinatoria y la ambición desmesurada de alcanzar el conocimiento de todo. Una de los episodios historiográficos más notables dentro de los estudios del barroco americano ocurrió hace unos veinte años: la interpretación de la iconografía de los arcángeles arcabuceros llevada a cabo por Ramón Mujica Pinilla y José Emilio Burucúa. Ambos llegaban a conclusiones similares desde lecturas compartidas, sin estar en contacto entre ellos. El ensayo actual de Burucúa es un nuevo capítulo en la larga conversación intelectual que busca descifrar aquella singularidad iconográfica del Altiplano. Ya entonces la referencia al Libro de Enoch, citado en Oedipus ægyptiacus, formaba parte de la cadena de argumentación sobre la influencia de la tradición hermética; ahora el hallazgo en la biblioteca de Santiago de los dos primeros volúmenes de la obra de Kircher otorga la prueba de su circulación americana, antes solo sospechada. Burucúa establece la relación entre el texto de Kircher y los ángeles arcabuceros en los pasajes del segundo tomo de los Phrontisterii o Gimnasio. Es sugerente la lectura de que, en la memoria de los jesuitas que idearon la iconografía de los arcángeles arcabuceros, perduraba la extensa cita de Kircher a la Philosophia de San Isaac de Nínive, con sus términos militares. La complejidad de la cultura jesuita se vislumbra en el sutil encadenamiento de arte de la memoria, interpretación cabalista y cosmologías que propone Burucúa: Kircher, Antonio Vieira y Manuel Lacunza. En el tercer ensayo, Víctor Rondón explora las relaciones intelectuales entre Kircher y Alonso de Ovalle, ambos estudiosos de lo sonoro y lo musical, en un juego entre centro y periferia de la red jesuita. Al reconstruir la figura de Ovalle, establece una larga digresión en el texto: la intención precursora de Ovalle de traer operarios a Chile. También la relación entre Ovalle y Kircher es central en la argumentación del ensayo de Sandra Accatino, centrado en Ars magna lucis et umbræ y la Histórica relación del Reyno de Chile, publicados ambos en 1646. En particular sobresale el análisis del vínculo entre la Virgen en la Peña de Arauco y las anamorfosis del barroco romano. Imagen que deviene expresión tanto de la observación de la naturaleza –fundamentos de un método científico– como metáfora de la intervención divina. La cuestión de cómo el conocimiento científico elaborado por Kircher se transformó en “metáforas más que en razones” es el nudo conceptual del análisis de Pablo Chiuminatto. El Arca de Noé y La Tierra de Babel son ejemplares del “método hermenéutico infinito” para reconstruir los orígenes de la historia humana. Kircher, comprueba Chiuminatto, presenta una necesidad iconográfica para sus explicaciones. Las imágenes de los libros de Kircher trasmiten una imaginación prodigiosa para entender los textos bíblicos, pero también una racionalidad constructiva, más la precisión alegórica del saber simbólico. El ensayo de Constanza Acuña inicia con la afirmación de que la riqueza de las bibliotecas coloniales jesuitas permitió que, en el extremo del mundo, se formaran humanistas de la talla de Manuel Lacunza, Juan Ignacio Molina y Miguel de Olivares. Entre los propietarios iniciales de los libros, Acuña rescata la figura de Nicolás Mascardi, discípulo de Athanasius Kircher, que, estimulado por Alonso de Ovalle, se trasladó a América del Sur hacia 1632. Un conjunto de siete cartas subrayan el lazo entre Mascardi y su maestro; además, Acuña comprueba cómo este epistolario es relevante para el libro 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 320 15-11-13 9:22 Reseñas 321 Mundus subterraneus de 1665. En el mismo sentido, comenta los intercambios entre Kircher y el sacerdote mexicano Alexandro Favián, de modo tal que se construye una red de estudiosos jesuitas para el conocimiento del mundo, cuyo centro es el gabinete romano. Las búsquedas de Mascardi en la Patagonia, entre las maravillas de la naturaleza y la Ciudad de los Césares, es un capítulo asombroso de esa ansiedad por el todo. Fernando Pérez Villalón estudia China monumentis illustrata a partir de la manera en que “concibe y representa Kircher el lenguaje chino”; para ello, analiza el rasgo curioso de tratar de demostrar que la religión, la lengua y las costumbres provienen de Egipto. A pesar de la especificidad del objeto que estudia, Pérez Villalón logra confirmar estrategias, prácticas y métodos del pensamiento de Kircher, marcando de este modo la unidad conceptual de su búsqueda tenaz del conocimiento que afirme el plan divino, pero, principalmente, la noción de la escritura como imagen pictórica, que, aplicable al origen de los ideogramas chinos, sirve también para indagar en el corpus bibliográfico del jesuita. Existen varias lecturas que convertirán a este libro en indispensable –como si el objeto de estudio, ese conjunto de dieciocho libros, afinase las combinaciones posibles– para revisitar el mundo jesuita chileno, donde cuentan el Altiplano y la Patagonia, Santiago y Roma; pero también para explorar la circulación de las imágenes y los textos que las originan –más complejo que el tópico sobre los grabados de la evangelización. La interpretación de los frontispicios de los libros de Kircher, por los diversos autores, puede conformar un bello folleto de complejas alegorías, condensación visual del ars combinatoria de Kircher, pero, especialmente, de clave sobre el plan divino, la conquista espiritual universal y el fin de los tiempos. Tal vez la fascinación creciente con la obra de Kircher se deba a que el programa continúa inconcluso: alcanzar la armonía universal entre el universo, la naturaleza y los hombres. Roberto Amigo Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires) Universidad Nacional General Sarmient / Universidad de Buenos Aires amigorob@hotmail.com 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 321 15-11-13 9:22 322 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Almesto, Pedrarias de. Relación de la jornada de Omagua y El Dorado. Ed. Álvaro Baraibar. New York: IDEA, 2012. 154 pp. Mira, mira, Rey español, que no seas cruel a tus vasallos, ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla, sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos, a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Carta de Lope de Aguirre a Felipe II. No hace falta haber leído El giro, ese magnífico ensayo con el que Stephen Greenblatt ganó en 2012 el Premio Pulitzer, y que narra cómo el humanista Poggio Bracciolini redescubrió el De rerum natura de Lucrecio, para sentir que la publicación de un manuscrito inédito es uno de los hechos fundamentales de la cultura, en general, y de la filología, en particular. Si a esto le sumamos la polémica que el libro Crónica de la eternidad (2012), del antropólogo francés Christian Duverger, ha levantado al afirmar que el verdadero autor de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España fue Hernán Cortés, y que lo más probable es que no sea más que un ridiculus mus frente a la apabullante edición que Guillermo Serés publicó a comienzos de ese mismo año en la Biblioteca Clásica de la Real Academia, es normal que recibamos con renovada emoción la noticia de la publicación de un manuscrito inédito de Pedrarias de Almesto como es la Relación de la jornada de Omagua y el Dorado. Tanto la cuidada edición de dicha obra, que se ve acompañada por la reproducción facsímil del manuscrito de Pedrarias de Almesto, como el prólogo, corren a cargo de Álvaro Baraibar, investigador del Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra, quien ha sabido unir el rigor de la historia y la filología junto con la capacidad de los estudios culturales para generar interpretaciones de interés antropológico, social y político, todo ello con un estilo claro y conciso, que siempre es indicio de inteligencia y probidad intelectual. La Relación de la jornada de Omagua y el Dorado viene a sumarse a una gran cantidad de testimonios acerca, precisamente, de la jornada de Omagua y Dorado (1559), de carácter jurídica y políticamente problemático, ya que se inició con la muerte de su capitán, Pedro de Orsúa y acabó con la rebelión y desnaturalización de Lope de Aguirre y sus hombres, lo que exigió que lo sucedido fuese narrado prácticamente por todos los supervivientes de dicha expedición. Se trata, pues, de un texto que viene a completar lo que podríamos llamar “corpus de la jornada de Omagua y Dorado”, que, en una especie de Rashomon americano, aporta “una visión poliédrica de lo sucedido” (17), enriquecida por la publicación de la presente obra. Ciertamente, la pluralidad de versiones, entre las que cabe contar la fascinante carta de Lope de Aguirre a Felipe II, suscita todo tipo de reflexiones historiográficas y filosóficas acerca de la posibilidad de los hombres para captar y comunicar la realidad, en general, y la historia, en particular. Perplejidades que no tuvieron que esperar a nuestra sobrevalorada posmodernidad, como muestra el famoso “Valeat tandem Pyrrhonismus!” (“Al diablo con el pirronismo”) que el historiador Perozonius exclamó en pleno siglo XVII. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 322 15-11-13 9:22 Reseñas 323 Regresando a nuestro tema, el caso particular de Pedrarias de Almesto es especialmente interesante, pues llegó a escribir dos relaciones. Hasta el momento solo conocíamos la segunda, que, además, durante mucho tiempo se publicó, no por error sino de modo consciente, a nombre de Francisco Vázquez, por considerarse, equivocadamente, según demuestra Baraibar, que el texto de Almesto era una simple versión más completa, cuando lo cierto es que deben ser tenidos por dos textos distintos, por la sencilla razón de que, a pesar de que la apropiación es muy notable, ambos tenían dos finalidades muy diferentes. De la primera, en cambio, escrita en 1562, no sabíamos nada, y es precisamente la que Baraibar nos ofrece, junto con un interesante estudio que compara las dos crónicas de Pedrarias de Almesto, mostrando las estrategias de reescritura y reapropiación, tanto del texto de Francisco Vázquez como de su propio texto inicial, con el objetivo de construir un personaje que gozase a la vez de toda la credibilidad del testigo de vista, sin que se viese, por el mismo hecho de haber estado presente, manchado por la más mínima sospecha de colaboración con los rebeldes. El estudio de Baraibar muestra certeramente ese arte de estar sin estar, que Pedrarias de Almesto practicó y que, mutatis mutandis, anuncia la triste tradición moderna de los funcionarios de los regímenes dictatoriales que, una vez pasado su momento, acaban reivindicando su condición de testigos, cuando no de víctimas. Todavía más interesante es el apartado en que Baraibar estudia los diferentes modos en que Lope de Aguirre y sus hombres escenificaron los procesos de desnaturalización y renaturalización, pero, sobre todo, de desautorización y reautorización de los que fueron protagonistas. Según las apasionantes páginas de Baraibar, la nueva autoridad de don Fernando de Guzmán, quien había matado a Pedro de Ursúa, “hombre de paja” de Aguirre, fue escenificada y vivida bajo la forma de la parodia, como muestra la escena carnavalesca en la que los hombres de la expedición le piden al nuevo “rey” mercedes impropias, que este va concediendo sin que nadie crea realmente en su capacidad para cumplirlas. Frente a esta parodia o sátira de una falsa autoridad o autoridad sin poder, que no dejaba de ser una caricaturización del mal gobierno del rey y de sus representantes, que concedían mercedes y cargos de forma injusta, desproporcionada y, en muchas ocasiones, sin voluntad o posibilidad de cumplir con sus promesas, se alza el poder sin autoridad de Lope de Aguirre, quien no quiere ser tratado con la misma ostentación con la que fue tratado el efímero rey del Amazonas, ya que le basta, simplemente, con detentar el poder que proporciona el terror. Para acabar, baste señalar que el rigor ecdótico de la edición de Baraibar es impecable y que sus notas al pie iluminan el texto con la misma claridad y profundidad interpretativa que prometía el prólogo. Bernat Castany Universidad de Barcelona bcastany@ub.edu 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 323 15-11-13 9:22 324 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Burckhardt, Jacob. O retrato na pintura italiana do Renascimiento. Organização, Apresentação e tradução de Cássio Fernandes; prefácio e notas de Maurizio Ghelardi. Campinas / São Paulo: Editora da Unicamp/Fap-Unifesp, 2012. 212 pp. Desde finales del siglo pasado, la obra del historiador suizo de la cultura y del arte Jacob Burckhardt (1818-1897) ha sido objeto de un renovado interés. La preparación de una monumental edición crítica de sus obras completas, la traducción de sus textos y la edición de algunos de sus escritos antes inéditos constituyen algunos de los resultados que ha tenido la revisión de su legado por parte de estudiosos de numerosas universidades. Reconocido como uno de los exponentes de la vertiente clásica de la historia cultural y por sus esfuerzos por generar una síntesis historiográfica del Renacimiento italiano, Burckhardt es célebre sin duda por su libro Die Kultur der Renaissance in Italien (La cultura del Renacimiento en Italia), que vincula dicho período al desarrollo del individuo moderno, la recuperación del mundo clásico y el surgimiento de nuevos géneros como la biografía y la autobiografía, entre otros. Sin embargo, como afirma Cássio Fernandes, traductor de la edición que aquí se presenta, La cultura del Renacimiento en Italia constituye solo la primera etapa que abre aquella indagación de largo alcance que Burckhardt realizó durante el resto de su vida, y que intentó comprender el Renacimiento italiano aunadamente desde la historia cultural y desde la historia del arte. La traducción al portugués llevada a cabo por Cássio Fernandes de una de sus obras póstumas, Beiträge zur Kunstgeschichte von Italien (O retrato do pintura italiana do Renascimiento/El retrato en la pintura italiana del Renacimiento), publicada originalmente en 1898, se sitúa como parte de este esfuerzo crítico por difundir y estudiar la obra de Burckhardt como conjunto. Este texto, a diferencia de La cultura del Renacimiento en Italia, no ha sido aún traducido al español. La edición portuguesa elaborada por Fernandes se basa, por un lado, en la obra en alemán, específicamente su reedición en Jacob Burckhardt Werke publicada el año 2000 y de su traducción italiana, elaborada por Maurizio Ghelardi y Susanne Müller en el año 1999. Los vínculos que esta traducción portuguesa establece con la versión italiana son particularmente relevantes. No solo posee un prefacio del mismo Ghelardi, reconocido hoy como uno de los investigadores más relevantes del historiador basileo, sino que también mantiene las notas de la traducción italiana, generando un interesante diálogo entre estas, las notas del propio Fernandes y las de Burckhardt. La confluencia de estas notas al pie de página da cuenta del interesante debate crítico que ya pesa sobre la obra del historiador suizo y enriquece el texto para sus lectores contemporáneos, tanto mediante la inclusión de las ediciones actuales, en las que se pueden encontrar las fuentes a las que recurrió Burckhardt, como en los alcances específicos que propone respecto de las aseveraciones del texto. Como es sabido, Beiträge zur Kunstgeschichte von Italien (El retrato en la pintura italiana del Renacimiento) es un ensayo pionero en el estudio del retrato y propone un seguimiento histórico del mismo desde los primeros índices de individualización de los personajes de algunas obras pictóricas italianas del siglo XIII, hasta la consolidación del retrato individual como género autónomo en los siglos XV y XVI. Tal como ocurre en otros textos de Burckhardt –cualidad que mantiene su traducción al portugués–, su prosa ágil y fresca va presentando dicho desarrollo a través de una serie de “cuadros” 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 324 15-11-13 9:22 Reseñas 325 o imágenes vívidas y sugestivas que “pintan” este seguimiento del retrato ante los ojos del lector, de modo que a este le pareciese estar recorriendo una galería animada. Ya fuere en su descripción de las obras que él mismo conoció en sus viajes por Italia, o en las que detalla a partir de otras fuentes, destaca el modo en que el retrato parece exigir en Burckhardt la escritura, como sucedió en su momento también a Petrarca, cuando escribió sus célebres sonetos dedicados a la imagen de Laura (“Per mirar Policleto a prova fiso / con gli altri ch'ebber fama di quell'arte / mill'anni, non vedrian la minor parte / de la belta che m'ave il cor conquiso”). La correspondencia entre el ejercicio ekphrástico que el retrato provocó en los siglos siguientes a su consolidación en la obra de autores como Quevedo, Góngora, Paraviccino, Shakespeare o Donne, y el relato historiográfico en “imágenes” que nos presenta Burckhardt siglos después permite inferir la particular compenetración que el basileo establecía respecto de sus objetos de estudio. La traducción de Fernandes de los textos de Burckhardt que ahora se presentan logra reflejar, sin duda, este carácter profundamente personal que tuvo su ejercicio de la historiografía. La edición de Cássio Fernandes incluye asimismo, a modo de apéndice, tres escritos breves de Burckhardt: “Rafael retratista”, de 1882, “As origens da retratística moderna”, de 1885, y “Michelangelo Furioso” de 1895. El primero de ellos, “Rafael retratista”, está constituido por una serie de notas o apuntes para una conferencia en la que Burckhardt trató aisladamente las aportaciones de Rafael para el desarrollo del género; estas notas, que pueden ser cotejadas con las apreciaciones del historiador en O retrato na pintura italiana do Renascimento, amplían su opinión sobre el artista y su vinculación con el contexto de producción de las obras. En segundo lugar, su conferencia “As origens da retratistica moderna” propone un seguimiento resumido de la evolución del retrato, constituido como un “sumário da história da semelhança, da capacidade e da intenção de produzi-la” (187). Este texto es un valioso antecedente respecto de su obra principal, con una variación interesante en el énfasis otorgado a la influencia de la pintura flamenca en la individualización del retrato italiano y europeo. En “Michelangelo furioso”, un texto publicado por primera vez solo en 1991 por Maurizio Ghelardi, se explaya la opinión de Burckhardt sobre la representación del ser humano en la obra escultórica de Miguel Ángel, artista cuya aparición en el texto principal es casi nula. La inclusión de estos tres textos, así como la presentación de Fernandes, buscan abrir la lectura de O retrato do pintura italiana no Renascimiento hacia horizontes más amplios, en este caso no solo respecto de la tradición crítica, pero también en relación con el lugar que esta obra ocupa respecto a otros escritos de Burckhardt sobre retratística y sobre historia del arte renacentista italiano en general. En su valiosa presentación, titulada “O lugar de O retrato na pintura italiana do Renascimento na obra de Jacob Burckhardt”, Fernandes enfatiza que dicho escrito, al igual que las últimas obras del historiador basileo, debe considerarse como parte de su esfuerzo por pensar el Renacimiento italiano desde la historia del arte, completando de ese modo una dimensión que, dada la monumentalidad de la tarea, había sido imposible incluir en La cultura del Renacimiento en Italia. De este modo, la edición presenta al lector el desafío implícito de valorar en qué medida este acervo fragmentario de escritos sobre retrato se acopla o se pone en tensión con el resto de la obra de Burckhardt y con la evolución de su pensamiento en general. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 325 15-11-13 9:22 326 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 En síntesis, la importancia de esta cuidada edición en portugués de O retrato na pintura italiana do Renascimento que nos ha legado Cassio Fernandes radica en varios aspectos. En primer lugar, destaca su afán por recoger y complementar los esfuerzos ya realizados anteriormente en la traducción de la obra de Burckhardt, presentando un texto que explicita las contribuciones de la versión italiana elaborada por Gherardi y Müller, así como sus propias aportaciones, generando así un interesante diálogo con la tradición crítica. En segundo lugar, la apertura que otorga la presentación preliminar al situar la obra en el conjunto de lo escrito por el historiador suizo hace de esta una edición un aporte tanto para el estudioso de Burckhardt como para el lector no especializado. La inclusión de textos solo recientemente editados y difícilmente accesibles, como “Michelangelo furioso”, presenta nuevas aristas de la concepción del autor sobre el retrato, entregando un panorama más diverso y completo de sus aportaciones en ese ámbito. De este modo, la edición contribuye a mantener vigente el legado de Burckhardt, ahora para sus lectores del portugués y, por qué no, para sus lectores del español. Javiera Lorenzini R. Universidad de Chile. javieralorenzini@gmail.com 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 326 15-11-13 9:22 Reseñas 327 Blanca López de Mariscal y Nancy Joe Dyer. Eds. El sermón novohispano como texto de cultura. Ocho estudios. New York: IDEA, 2012. 166 pp. Como explica su editora, López de Mariscal, este interesante libro es el resultado de un proyecto de investigación de dos equipos, el de Texas A & M University y el del Tecnológico de Monterrey, poseedoras ambas instituciones de importantes bibliotecas (la Biblioteca Cushing y la Biblioteca Cervantina), con notables colecciones, entre ellas sermonarios barrocos que revelan datos cruciales sobre los valores religiosos, las costumbres y las prácticas vitales propias de los novohispanos. Complementaria a los trabajos reunidos en este libro se halla la tarea de elaboración de catálogos temáticos y descriptivos que permitan al usuario explorar y analizar con facilidad este corpus, y que se anuncia como una próxima entrega de los equipos investigadores involucrados. En lo que se refiere al libro mismo, en las páginas introductorias Blanca López de Mariscal traza una especie de reseña informativa que puede ilustrar muy bien sobre el contenido. El volumen se abre con el artículo de Perla Chinchilla, “De la Compositio Loci a la República de las Letras” (17-48), en que se define el sermón y las partes que lo componen en el marco de la retórica eclesiástica. Destaca la estudiosa las vertientes de la religiosidad y también las artísticas que integran los sermones y analiza la importancia del sermón como “texto de cultura” y su relevancia como documento histórico y social. Muy bien documentado y escrito con gran claridad, el trabajo de Chinchilla es una excelente introducción a los diversos matices del uso y función de los sermones en la Nueva España. El artículo de Nancy Joe Dyer, “Sermons of Colonial New Spain and their Women Printers, a family business” (49-74), traza la historia de las mujeres impresoras en la Nueva España, a partir de los sermones que forman parte del acervo de la Cushing Library, historia que “follows the long and rich tradition” (51) de mujeres viudas, esposas o herederas de impresores, que toman en sus manos el negocio y que en algunos casos lo desempeñan con extraordinaria eficacia. Destacan en este panorama las mujeres de la familia Calderón y Benavides, empezando por Paula Benavides, viuda de Bernardo Calderón, primera de una importante saga de la ciudad de México. Abundante e ilustrativa documentación apoya la biografía de estas empresarias de la imprenta. En “Los sermones de vidas de santos y su función ejemplar” (75-85), Blanca López de Mariscal estudia con gran inteligencia el sermón hagiográfico en el ámbito jesuita, poniéndolo en relación con el género de las vidas de santos. Como es lógico, los predicadores jesuitas muestran especial predilección por San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga, pero no falta alguno dedicado a Catarina de San Juan, conocida popularmente como “la China poblana”, cuyo proceso de canonización estaba siendo apoyado por la orden. En “Exequias distantes: la oración fúnebre del padre Salinas y Córdoba en honor de Don Baltasar Carlos de Austria (1647)” (87-105), Adrián Herrera Fuentes realiza un análisis de un sermón fúnebre predicado por fray Buenaventura de Salinas y Córdoba, calificador de la Santa Inquisición de Lima, para el virrey de la Nueva España, conde de Salvatierra, en honor de Don Baltasar Carlos de Austria, príncipe heredero de la Corona española. Incluye contexto histórico y análisis semántico, pragmático y sintáctico de diversos pasajes, para mostrar el objetivo de establecer lazos estrechos entre la Monarquía y la Iglesia Católica. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 327 15-11-13 9:22 328 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Alejandra Soria, en su trabajo “Lengua, ojos y oídos de un sermón mariano en defensa de la Inmaculada Concepción” (107-127), estudia el sermón del fraile franciscano José Jardón, en presencia del virrey don José Sarmiento Valladares. El tema de la Inmaculada Concepción fue muy importante en todo el Siglo de Oro y los principales poetas y dramaturgos defendieron su elevación a dogma (que se produciría muy tardíamente). Abundaron fiestas y celebraciones en defensa de la doctrina y este sermón es un ejemplo más, en que se trasluce igualmente la alianza del trono y la Iglesia, según apunta Soria: Así, desde la perspectiva histórica, este sermón mariano es relevante porque no solo tiene como finalidad persuadir al auditorio, en el momento de la predicación oral, y a los lectores, al ser llevado a la imprenta, de la pureza libre de culpa en el primer instante de la concepción de la Madre de Dios, sino de demostrar la unión –en este asunto– entre el Virreinato, la Iglesia y la Universidad (108). Margarita Fernández de Urquiza, en “Un sermón panegírico jesuita acerca de la Virgen de Guadalupe en el siglo XVIII” (129-138), parte del sermón del jesuita Juan de Dios Ruiz en la catedral de Zacatecas, en 1758, con motivo de los festejos por la designación de la Virgen de Guadalupe como patrona de la Nueva España, para relacionar las figuras retóricas y las representaciones plásticas de pinturas y retablos. “El Salomón de España: Un sermón de transición”, artículo de Aurelio Collado Torres (139-151), analiza un sermón pronunciado en la circunstancia de la elevación al trono de Carlos III. La transición advertida se refiere a la que va de la premodernidad a la modernidad y Collado propone una lectura desde la teoría general de sistemas hasta la sociedad de la segunda mitad del siglo XVII. Gregory Cuellar, finalmente, en su artículo “The Imposed Silence of Idealized Memories” (153-166), estudia el sermón en recuerdo de cuatro mártires franciscanos muertos en 1781 por los indios yuma. En su trabajo, Cuellar destaca la forma en que el sermón del padre Bringas utiliza las sagradas escrituras para respaldar el prestigio de los mártires misioneros. Como indica una de sus editoras, estos estudios “nos introducen de alguna manera al complejo mundo de los sermones como ‘textos de cultura’ y nos permiten vislumbrar las múltiples posibilidades de acercamiento a este género textual”. Estos ocho estudios son muy útiles, no solo como acercamiento privilegiado (aunque necesariamente parcial, bien representativo) al panorama novohispano, sino como indagación de las múltiples formas, mecanismos retóricos, objetivos sociales y políticos, dimensiones religiosas y reflejo de numerosos aspectos de la sociedad y la cultura que evidencian los sermones barrocos en todo el ámbito hispánico. El volumen puede, por tanto, acogerse con agradecimiento y merece la bienvenida de todos los interesados en el género del sermón, pero también de todos los interesados en el Siglo de Oro y en las manifestaciones culturales y religiosas de la Nueva España. Ignacio Arellano GRISO-Universidad de Navarra iarellano@unav.es 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 328 15-11-13 9:22 Reseñas 329 Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio. Edición, estudio y notas de Blanca Oteiza. Madrid: Real Academia Española, 2012. 377 pp. El teatro del Siglo de Oro español se ha convertido, sin duda, en uno de los géneros literarios más estudiados y editados por los especialistas de la literatura de nuestra época áurea. En este género ocupa un lugar especial fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina. Desde hace tiempo, el Instituto de Estudios Tirsianos de la Universidad de Navarra, en colaboración con la revista Estudios, se ha embarcado en la tarea de editar y estudiar la obra dramática y no dramática de este fraile mercedario. La misión no ha estado exenta de complicaciones, debido a los problemas de paternidad que presentan algunas de las más conocidas (El burlador de Sevilla y El condenado por desconfiado, por poner las dos más famosas). Hay que recordar aquí que un sobrino heterónimo del dramaturgo afirmaba que Tirso había escrito más de 400 obras, aunque hoy los tirsistas aceptan en torno a 60 comedias de autoría segura. Una de las comedias de paternidad tirsiana indiscutible es El vergonzoso en palacio, que ha editado cuidadosamente Blanca Oteiza en la colección de la “Biblioteca Clásica de la Real Academia Española”. La comedia pertenece al género palatino, por el que el fraile parece haber tenido preferencia. Se inicia el volumen con unas breves palabras introductorias, en las que Blanca Oteiza sitúa al autor y su obra, recordando la definición de Marc Vitse del teatro tirsiano como un “teatro de la felicidad”, a lo que Oteiza apostilla, “pero no de la facilidad” (X). A continuación, tenemos la comedia. Para fijar el texto tirsiano, Blanca toma como base la príncipe, incluida en la primera edición de Cigarrales de Toledo, publicada en Madrid por Luis Sánchez en 1624. Pero como esta edición tiene errores, la editora los subsana con dos reediciones posteriores de Cigarrales de Toledo, impresas en 1630 y en 1631; además, coteja la edición de 1624 con dos manuscritos del siglo XVII que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, con las signaturas 16912 y 14996. La doctora Oteiza ha decidido, creo que con buen criterio, prescindir de algunos de los testimonios impresos de los siglos XVIII y XIX, que no aportan nada a la historia textual de la comedia. En este aspecto, su finalidad es explícita: “ofrecer un texto de la comedia depurado y coherente, a partir de la príncipe, que se apoya en los manuscritos, pero no se mezcla con ellos” (180). Esta edición ocupa las páginas 5-146 del volumen y presenta un texto magnífica y precisamente editado, en el que se han solucionado los problemas textuales y de interpretación que presentaban las ediciones anteriores, suprimiendo las erratas. A pie de página nos encontramos con breves notas en las que, como es norma de la colección, se aclara el significado de ciertos vocablos o de fragmentos que pueden dificultar la comprensión del texto por parte del lector actual no especializado en textos áureos. A continuación, aparece la sección dedicada al estudio de los distintos aspectos de la obra: “Estudio y Anexos”. La primera sección (“Biografía y datación”) aborda la biografía del mercedario hasta el año 1621, en el que, como ya hemos apuntado, apareció la primera edición de Cigarrales. La estudiosa navarra presenta una semblanza vital limpia de las invenciones de tirsistas anteriores, sobre todo de doña Blanca de los Ríos, para la que se basa en los documentos existentes y en los trabajos de prestigiosos críticos que han establecido los datos sobre los que sustentar la carrera vital y teatral del fraile: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 329 15-11-13 9:22 330 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 la primera, desde 1579, año de su nacimiento y la segunda, durante las dos primeras décadas del siglo XVII: específicamente, desde 1606, año en el que se supone empezó a escribir comedias, hasta 1621. El segundo aspecto que trata en este apartado es el de la datación de la obra, tema siempre complicado, como bien sabemos los que nos dedicamos a la edición y estudio de los textos áureos. Oteiza afirma que la obra pudo ser compuesta entre los años 1606 y 1611, “en los primeros años de la actividad dramática de Tirso en Toledo, que sin embargo se corresponden ya con su madurez como dramaturgo” (152). También trata brevemente la cuestión de si el texto inserto en Cigarrales es el mismo que fue escrito entre 1606-1611 o si se trata de una redacción retocada para su inclusión en la miscelánea, opinión esta última defendida por Ríos, Kennedy, Dixon o Florit y que comparte nuestra editora, apoyándose en otros casos similares: El amor médico, La Peña de Francia o Celos con celos se curan, entre otros ejemplos. El segundo apartado está dedicado al estudio del género y fuente de la comedia. Oteiza sitúa esta comedia en el género de la comedia palatina, caracterizado por el alto rango social de los personajes, la lejanía espacio-temporal y la extensión del elemento cómico. Dentro de este género, Oteiza la encuadra en el subgénero de la “comedia de secretario”, comparando la comedia tirsiana con El perro del hortelano de Lope de Vega, máximo representante del subgénero. El tercer apartado analiza la historia crítica y lleva a cabo el análisis literario de la comedia. Oteiza destaca, en primer lugar, la figura de Tirso como defensor y practicante de la “comedia nueva” lopesca, tal y como queda patente en Cigarrales de Toledo. Resalta la editora el hecho de que en esta obra el propio Tirso recordara las circunstancias de la representación de la comedia, y su fracaso porque el actor que interpretaba al protagonista de la obra, Fernán Sánchez de Vargas, era más viejo de lo que debía ser el personaje y porque no se sabía su papel. En el análisis literario pone de manifiesto Oteiza la diversidad de sucesos que se dan en El vergonzoso, rasgo característico del teatro del mercedario. En las páginas 159 a 162 nos presenta un esquema de la estructura, teniendo en cuenta las coordenadas de acción, espacio, tiempo y métrica. Señala cómo Tirso respeta el modelo lopesco, pues la acción transcurre en poco más de tres días. Para finalizar esta sección, la estudiosa navarra refleja el desequilibrio en la extensión de los tres actos: el primero tiene 1110 versos, el segundo, 1184 y el último, 1660. La siguiente sección se centra en el estudio de los 20 personajes que aparecen en la comedia con funciones precisas. En esta parte del estudio, Oteiza pone de manifiesto cómo Tirso reinventa la historia, para lo cual se centra en el personaje de don Pedro, duque de Coimbra. Tirso se defendió de los ataques respecto de no respetar la historia en Cigarrales, defendiendo la superioridad de la poesía frente a la historia. Analiza después las relaciones de ciertos personajes: interesantes dobles parejas de amos (Ruy-Mireno) y criados (Vasco-Tarso). A continuación, el estudio se centra en los cuatro protagonistas: Mireno, Antonio, Madalena y Serafina. Echa por tierra la idea del lesbianismo de Serafina, recordando que se trata de un disfraz carnavalesco. Después demuestra cómo Mireno se supera gracias a Madalena, tanto en lo personal, como en lo social. La editora le dedica un interesante apartado al tema de la representación de la comedia, que, como ya dijimos, supuso un gran fracaso comercial por los problemas del actor que representó el papel de Mireno. Se destaca aquí el importante desdoblamiento de Serafina 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 330 15-11-13 9:22 Reseñas 331 (en hombre y mujer), de Madalena (voz masculina y voz femenina) y de don Antonio (que debe desdoblarse en don Dionís). Termina con un análisis escenográfico, que caracteriza como “sobrio”, en el que “la variedad de espacios se da a entender mediante la palabra y el vestuario” (171). Los dos siguientes apartados se centran en el esquema métrico de la comedia y en la historia del texto. En el primero de ellos, Oteiza señala que Tirso sigue la fórmula de la comedia nueva lopesca y que “la elección y frecuencia de estas formas métricas, en consonancia con el principio de la variedad, están sujetas a funciones expresivas y estructurales intencionadas y precisas” (174). En la sección dedicada a la historia del texto, estudia la edición de Cigarrales, así como los dos manuscritos del siglo XVII, ninguno de los cuales es autógrafo. Tras este análisis, llega a la acertada conclusión de que M2 es copia de M1 y que ambas son copias de un texto de representación. Por lo que se refiere al resto de los testimonios, considera que las ediciones de Guzmán, Hartzenbusch y Castro son las ediciones “nucleares” (179). Cierran el volumen un completo aparato crítico en el que se recogen las variantes de 16 testimonios con fechas que abarcan desde 1624 hasta 1994, unas muy interesantes y aclaradoras notas complementarias, una amplia bibliografía y un muy valioso índice de notas. En conclusión, creo que nos encontramos ante una excelente edición de una de las obras maestras de nuestro teatro áureo: El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina. Blanca Oteiza ha manejado todos los testimonios existentes y presenta un texto muy cuidado y limpio de erratas que nos permite leer la comedia casi como debió concebirla el mercedario. Las notas que acompañan la edición nos permiten desentrañar la ideología tirsista y, al mismo tiempo, entender mejor el teatro español del siglo XVII. Se trata, pues, de un paso más en la recuperación de nuestro legado cultural, reflejado en uno de los géneros fundamentales en el Barroco español: el teatro. Victoriano Roncero López Stony Brook University vroncero@notes.cc.sunysb.edu 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 331 15-11-13 9:22 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 332 15-11-13 9:22 REVISTA CHILENA de Literatura Noviembre 2013, Número 85, 333-343 III. RED DE REVISTAS Desde el año 2012 hemos iniciado una Red de colaboración con revistas literarias y culturales publicadas en América Latina, Europa y Estados Unidos (hemos seleccionado un total de 25 revistas). Dicha Red implica canje, intercambio de avisos con las revistas que así lo estimen, colaboración ocasional con respecto a pares evaluadores y también estudiar la posibilidad de realizar dossiers o números en conjunto. En números recientes de Hispamérica nuestros suscriptores han podido leer ensayos y notas Borges, Arlt, Vallejo, Arreola, Wilcock, Neruda, Cortázar, Carpentier, Mariátegui, Parra, Silvina Ocampo, Puig, Pauls, Lamborghini, Ribeyro, Vargas Llosa, Monsiváis, Diamela Eltit, Viñas, Lucio V. Mansilla… entrevistas a Sergio Ramírez, Ena Lucía Portela, Leonardo Valencia, Leopoldo Brizuela, Edgardo Rodríguez Juliá, Isaac Goldemberg, Esther Cross, Amir Hamed… poesía de Cristina Peri Rossi, Raúl Zurita, Félix de Guaranía, Ernesto Cardenal, Darío Jaramillo Agudelo, Verónica Zondek, David Huerta, Luisa Futoransky, Julio Pazos Barrera, Diana Bellessi, Mónica Sifrim, Jorge Boccanera, Rocío Cerón, Myriam Moscona, Claribel Alegría… documentos que incluyen textos sobre Horacio Coppola, Enrique Espinoza-Samuel Glusberg, Héctor Libertella… testimonios de Iris Zavala, Mario Satz, Leonel Giacometto, Abdón Ubidia, Manuel Mujica Lainez… teatro revista de literatura de Patricia Suárez, Ariel Barchilón, Laura Coton… ficción de Luisa Valenzuela, Bárbara Jacobs, Rafael Courtoisie, Mario Szichman, Elvio Gandolfo, Claudia Piñeiro, Mario Goloboff, Sylvia Iparraguirre, Margo Glantz, Juan Martini, Eduardo Berti, Liliana Heer, Teresa Porzecanski, Gloria Guardia… Suscripciones y correspondencia a: Saúl Sosnowski P.O. Box 2009, Rockville, MD 20847 — U.S.A. e-mail: sosnowsk@umd.edu 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 333 Suscripción anual: Personales: US$ 33.00 Instituciones y bibliotecas: US$ 45.00 Patrocinadores: US$ 75.00 15-11-13 9:22 334 ibero48(14x21).qxd 06/01/2013 23:56 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 Page 1 IBEROAMERICANA A MÉRICA L ATINA E SPAÑA - P ORTUGAL Ensayos sobre letras historia y sociedad Notas. Reseñas iberoamericanas IBEROAMERICANA es una revista interdisciplinaria e internacional de historia, literatura y ciencias sociales, editada por el Instituto Ibero-Americano de Berlín (IAI), el GIGA - Instituto de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo y la Editorial Iberoamericana / Vervuert, Madrid y Frankfurt. IBEROAMERICANA aparece en forma trimestral e incluye cuatro secciones: Artículos y ensayos de crítica literaria y cultural, historia y ciencias sociales. Los Dossiers que en cada número se dedican a un tema específico. El Foro de debate con análisis de actualidad, comentarios, informes, entrevistas y ensayos. Reseñas y Notas bibliográficas. ÚLTIMOS NÚMEROS PUBLICADOS: Nº 46: Espacios, fronteras, 48 territorios: acerca de las prácticas culturales de la Frontera Norte. Nº 47: Exilio republicano e historiografía: nuevas lecturas. Nº 48: Entre espacios: entrelazamientos y movimientos en América Latina en la globalización histórica y actual. Suscripción anual (4 números): € 80 Instituciones y Bibliotecas, € 45 Particulares € 40 Estudiantes Número individual € 20 (gastos de envío no incluidos) IBEROAMERICANA Editorial Vervuert, Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid, Tel.: +34 91 429 35 22 / Fax: +34 91 429 53 97 - VERVUERT Verlagsgesellschaft, Elisabethenstr. 3-9 D-60594 Frankfurt am Main, Tel.: +49 69 597 46 17 / Fax: +49 69 597 87 43 info@iberoamericanalibros.com - www.ibero-americana.net 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 334 15-11-13 9:22 Red de Revistas 335 BULLETIN of SPANISH STUDIES 9e0ar thof Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America Previously titled theBulletin of Hispanic Studies Y Publication BULLETIN OF SPANISH STUDIES (1923-1948) BULLETIN OF HISPANIC STUDIES (1949-2001) BULLETIN OF SPANISH STUDIES (2002-) 8 issues per year Online access included with institutional subscriptions University of Glasgow Visit the homepage for the latest news on the journal here: www.tandfonline.com /cbhs 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 335 15-11-13 9:22 336 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 CUADERNOS AMERICANOS Cuadernos Americanos Revista dedicada a la discusión de temas de y sobre América Latina Solicitud de suscripción / Subscription order Adjunto giro bancario núm. / Enclosed money order nº. __________________________________ Por la cantidad de / Amount: $ _____________________________________________________ A nombre de Cuadernos Americanos, importe de mi / made out to Cuadernos Americanos for my Suscripción / Subscription Renovación / Renewal Nombre / Name: _______________________________________________________________ Dirección / Address _____________________________________________________________ Ciudad / City _______________________________ Código Postal / Zip Code ____________ País / Country _______________________________ Estado / State ______________________ Precio por año (4 números) / Price per year (4 numbers) México $408 Otros países / Other countries $235 USA dls (tarifa única) Redacción y Administración: 1er. piso, Torre II de Humanidades, Ciudad Universitaria, 04510, México, D.F. tel.: (52 55) 5622-1902; fax: 5616-2515, e-mail: <cuadamer@servidor.unam.mx>. Normas para la presentación de originales Las colaboraciones deberán enviarse vía correo electrónico, con un máximo de 30 páginas para artículos y 5 para notas y reseñas. Cada página tendrá aproximadamente 250 palabras, incluyendo las notas; las imágenes deberán enviarse en archivo JPG con 300 dpi de resolución; los cuadros JPG con 300 dpi de resolución; páginas y notas deberán tener numeraDiscurso desde la marginación y la barbarie, Barcelona, Anthropos, 1988 (Col. Pensamiento crítico/pensamiento utópico, núm. 35), p. 291. En hoja aparte deberá incluirse nombre, dirección y correo electrónico del autor y un brevísimo resumen de sus datos académicos y profesionales enviar un resumen (no mayor de 60 palabras, en español y en inglés) y cuatro palabras clave. Enviar al correo electrónico: cuadamer@yahoo.com.mx 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 336 15-11-13 9:22 Red de Revistas 337 Bulletin of Hispanic Studies This Bulletin has been published continuously from Liverpool since its foundation by Edgar Allison Peers in 1923. Edited in one of the leading British University Departments of Hispanic Studies by an editorial team specializing in a wide range of Hispanic scholarship, and supported by a distinguished international Editorial Committee, the Bulletin of Hispanic Studies is the foremost journal published in Britain devoted to the languages, literatures and civilizations of Spain, Portugal and Latin America. It is recognized across the world as one of the front-ranking journals in the fi eld of Hispanic scholarship. The journal’s interests are broad-ranging and cover the linguistic areas of Spanish, Portuguese, Galician, Catalan, Basque and Amerindian. While contributions are mainly in the areas of literature, linguistics, cultural history, film and visual arts, cultural and gender studies, it likes to reflect and engage with all aspects of ‘Hispanic Studies’, both traditional and modern. ISSN: 1475-3839 (Print), 1478-3398 (Online) 2013 Subscription Rates (for 8 issues) Online Only rates: Institutions £445.00 (EU/ROW) $764.00 (USA & Canada), Individuals £114/$203, Students £59/$92 Print and Online rates: Institutions £557.00 (EU/ROW) $954.00 (USA & Canada), Individuals £144/$254, Students £72/$116 Premium Backfile rates (Print and Online): Institutions £624.00 (EU/ROW) $1,070.00 (USA & Canada), Individuals £161/$284 Liverpool University Press Tel: +44 (0)151 794 2233 Email: lup@liv.ac.uk For sample copies/advertising queries contact Jonathan Branney: jbranney@liv.ac.uk For more info visit: BHS.liverpooluniversitypress.co.uk 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 337 15-11-13 9:22 338 REVISTA CHILENA DE LITERATURA Nº 85, 2013 Literatura: teoría, historia, crítica es una publicación semestral del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional de colombia que se propone principalmente impulsar y presentar trabajos de investigación sobre literatura. Son bienvenidas todas las colaboraciones de rigor académico que debatan cuestiones relativas a la teoría y crítica literarias, y a la historia de la literatura. En el pasado hemos publicado ensayos de académicos y críticos como Roberto González Echevarría, Eduardo camacho Guizado y Vladimir just, y artículos y entrevistas de escritores como Nuno júdice, Eduardo chirinos, Ricardo cano Gaviria y Roberto Burgos cantor. Recibimos únicamente trabajos originales e inéditos, así como traducciones de trabajos destacados en el campo de los estudios literarios o reseñas de libros especializados en el ámbito de la crítica, la historiografía y la historia literaria. La revista utiliza la citación por autor y año según los lineamientos del Chicago Manual of Style. Editor: Diógenes Fajardo Valenzuela correo electrónico: revliter_fchbog@unal.edu.co 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 338 15-11-13 9:22 Red de Revistas 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 339 339 15-11-13 9:22 340 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 CONFLUENCIA REVISTA HISPANICA DE CULTURA Y LITERATURA is a journal that publishes scholarly articles and notes in Spanish and English. It encompasses the three principal areas of the Hispanic world: Spain, Latin America, and the United States. Submission guidelines and subscription information can be found at: 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 340 15-11-13 9:22 Red de Revistas 341 U N I V E R S I T Y O F P E N N S Y LVA N I A PRESS Journals Hispanic Review edited by román de la campa Hispanic Review is a quarterly journal devoted to research in Hispanic and Luso-Brazilian literary and cultural studies. Published by the University of Pennsylvania since 1933, Hispanic Review features essays and book reviews on the diverse cultural manifestations of Iberia and Latin America, from the medieval period to the present. Recent and forthcoming HR articles: Slavery and the Creation of Metropolitan Agency in Cervantes’s Jealous Man from Extremadura by Eduardo Ruiz Memorias del derrumbe: representaciones de la historia y del nacionalismo mexicano en Materia dispuesta de Juan Villoro by Iván Pérez Daniel Una reflexión sobre el judaísmo desde el exilio republicano español: sobre Arte y Torá, libro inédito de Máximo José Kahn by Mario Martín Gijón Checkmate: The Gifting Game and Gender Performance Anxiety in Lope de Vega’s La Dorotea by Jennifer Barlow Subscribe ONLINE: http://hr.pennpress.org Subscribe by PHONE: call 717-632-3535 and ask for subscriber services EMAIL requests to pubsvc.tsp@sheridan.com Send a CHECK, made payable to “University of Pennsylvania Press” with HR13 in the memo line to: The Sheridan Press Attn: Penn Press Journals P. O. Box 465 Hanover, PA 17331 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 341 2013 Subscription Rates Quarterly • ISSN: 0018-2176 Print and Online Subscriptions: Individuals: $55 Institutions: $98 Full-time Students: $30 (Add $18/year for delivery to non–U.S. addresses) Online-Only Subscriptions: Individuals: $49 Institutions: $80 Visit Hispanic Review on the web at hr.pennpress.org 15-11-13 9:22 342 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 342 Revista Chilena de Literatura Nº 85, 2013 15-11-13 9:22 Red de Revistas 343 Publicación del Departamento de ISSN 0210-4547 ISSN-e 1988-2351 Anales de Literatura Hispanoamericana Publicación del Departamento de Filología Española IV Filología Española IV Universidad Complutense de Madrid Universidad Complutense de Madrid Fundada en en 1972, 1972, Anales Anales de deLiteratura Literatura Fundada Hispanoamericana es esuna unarevista revistade de Hispanoamericana periodicidad anual que publica estudios periodicidad anual que publica estudios especializados en Literatura Hispanoespecializados en Literatura Hispanoamericana. americana. Presencia datos y direcPresenciaen enBases Basesdede datos y directorios: Arts Humanities Citation CitationIndex, Index, Arts & & Humanities L’Année Philologique Philologique (APH), (APH),Dialnet, Dialnet, Francis, ISOC-Ciencias Sociales y HumaFrancis, ISOC-Ciencias Sociales y Humanidades,Periodicals PeriodicalsIndex IndexOnline Online (PIO), (PIO), nidades, Philosopher’s Index Index (PHI), (PHI), Repertoire Repertoire BiBiPhilosopher’s bliographique de la Philosophie de Louvain bliographique de la Philosophie de Louvain (RBPH), Ulrich’s. (RBPH), Ulrich’s. Plataformas de evaluación: CIRC, DICE, Plataformas evaluación: CIRC, DICE, RESH, MIAR,de IN-RECH, Latindex. RESH, MIAR, IN-RECH, Latindex. Enlace: Enlace: http://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/ http://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/ Colaboraciones: Colaboraciones: alh@filol.ucm.es PUBLICACIONES UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 343 alh@filol.ucm.es Suscripciones: Suscripciones: http://www.ucm.es/pedidos-suscripcion http://www.ucm.es/pedidos-suscripcion 15-11-13 9:23 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 344 15-11-13 9:23 Revista Chilena de Literatura Alcance y política editorial La Revista Chilena de Literatura, fundada en 1970, depende de la Rectoría de la Universidad de Chile y está adscrita a la Facultad de Filosofía y Humanidades. Esta Revista aparece con regularidad, dos veces al año. Publica escritos inéditos y en castellano. Su temática es amplia, en cuanto abarca el estudio de escritores y obras literarias y afines, tanto de Chile como del extranjero, de épocas anteriores o actuales, siempre desde una perspectiva literaria. La Revista se estructura en cuatro secciones: 1) Estudios: artículos científicos sobre literatura que hagan avanzar los conocimientos de la materia abordada; 2) Notas: de ordinario más breves y sin todo el aparato científico propio de los Estudios, pero igualmente coherentes y adecuadamente fundados; 3) Documentos relativos a autores y sus obras, como entrevistas, nuevas traducciones, inéditos que faciliten o estimulen su mejor conocimiento, y 4) Reseñas bibliográficas de obras de reciente publicación. La Revista cuenta con un Comité de Redacción que podrá aceptar o rechazar los trabajos enviados, así como hacer pequeñas modificaciones formales. Forma y preparación de manuscritos 1) Formato: El autor titulará su trabajo de la forma más breve posible, sin nombre ni filiación; e indicará, en documento aparte, nombre, institución a la que pertenece, dirección postal y electrónica. El texto no deberá exceder de 25 páginas (Times New Roman 12) a espacio y medio, incluyendo notas, bibliografía y anexos. 2) Presentación del texto: Formalmente, el texto debe ajustarse, en lo posible, a las normas establecidas por MLA Style Manual 2003. Las notas a pie de página deben ser solo notas de contenido o de comentario bibliográfico. Las referencias bibliográficas de las citas textuales, indirectas y remisiones, deberán señalarse entre paréntesis indicando apellido del autor y páginas (Mignolo 151) o, en el caso de que se indique claramente en el texto el autor de la fuente, solo el número de páginas. En el caso de trabajar con varias obras de un mismo autor, se agregará el inicio del título correspondiente, en cursiva, separado por un espacio de la indicación de páginas (Ortiz, Contrapunteo 29-32). Especificamos a continuación algunos usos: Una fuente con dos autores: (Altamirano y Sarlo 45) Una fuente con más de tres autores: (Debesa et al. 113-32) Citando una fuente indirecta: (Cit. en Montes 206) Citando obras literarias: (Wolff 321; esc. 2) 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 345 15-11-13 9:23 Citas textuales e intratextuales Las citas breves, cuando no sobrepasen cuatro líneas, deberán ir entre comillas en el texto. Las más extensas deberán ir en párrafos marcados por medio de sangría a la izquierda del texto. Al final debe colocarse la referencia bibliográfica según las indicaciones señaladas en el punto anterior. Ejemplos: Como señala Ángel Rama, “dentro de ese cauce del saber, gracias a él, surgirán esas ciudades ideales de la inmensa extensión americana” (38). Como señala Ángel Rama en La ciudad letrada: Desde la remodelación de Tenochtitlan, luego de su destrucción por Hernán Cortés en 1521, hasta la inauguración en 1960 del más fabuloso sueño de urbe de que han sido capaces los americanos, la Brasilia de Lucio Costa y Oscar Niemeyer, la ciudad latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de la inteligencia... (35) Las comilllas de las citas y las llamadas a pie de página que se refieran a comentarios, explicaciones o notas bibliográficas, se anotarán de la siguiente manera: “…la inmensa extensión americana” (38). ...problema que ha sido objeto de extensa bibliografía². Bibliografía La bibliografía, al final del texto, deberá incluir solo las obras efectivamente citadas. A continuación se indicarán las principales modalidades de citación en ejemplos. a) Cita de libros Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue: Apellido del autor, nombre. Título del libro (cursivas). Lugar de publicación: Editorial, año. Ejemplos: Autor individual: Zea, Leopoldo. Discurso desde la marginación y la barbarie. Barcelona: Anthropos, 1988. Mención año primera edición: Donoso, José. El obsceno pájaro de la noche. 1970. Santiago: Alfaguara, 1997. Obra de dos autores: Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo. Ensayos argentinos: de Sarmiento a la vanguardia. Buenos Aires: Ariel, 1997. Obras de varios autores: Zea, Leopoldo, et al. José Martí a cien años de Nuestra América. México: Universidad Autónoma de México, 1993. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 346 15-11-13 9:23 Editor o compilador: Colón, Cristóbal. Textos y documentos completos. Ed. Consuelo Varela. Madrid: Alianza, 1984. Zea, Leopoldo, comp. Sentido y proyección de la conquista. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. Traductor: Lispector, Clarice. Lazos de familia. Trad. Cristina Peri Rossi. Barcelona: Montesinos, 1988. Capítulos de libros: Goic, Cedomil. “La novela hispanoamericana colonial”. Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo I. Época Colonial. Coord. Luis Iñigo Madrigal. Madrid: Cátedra, 1982. 369-406. Tesis no publicada: Suárez, Mariana Libertad. “Dos veces mujer: representación del sujeto femenino en la novela hispanoamericana finisecular escrita por mujeres”. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 2002. b) Cita de artículo en revistas y publicaciones periódicas Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue: Apellido del autor, nombre. Título del artículo (entre comillas). Nombre de la revista (cursiva) volumen/número (año de publicación): páginas. Artículo en revista: Invernizzi, Lucía. “Imágenes de mujer en testamentos chilenos del siglo XVII”. Revista Chilena de Literatura 61 (2002): 21-37. c) Cita de publicaciones electrónicas Debe incluir los datos en el orden y formato que sigue: Apellido del autor, nombre. Título del artículo (entre comillas). Nombre del sitio (cursiva). Fecha de publicación o última actualización. Indicación URL Ejemplo: Villoro, Juan. “El cielo artificial”. MEXartes-berlín.de Septiembre-diciembre 2002 http://www.mexartes-berlin.de/esp/02/villoro-print.html Reseñas críticas Las reseñas versarán sobre obras literarias y libros o revistas especializados en temas vinculados a la literatura. El título de la reseña consigna el nombre del autor, el título del libro y los datos de publicación. Al final de la reseña, el nombre del autor y la institución, cuando corresponde. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 347 15-11-13 9:23 Reproducción Los autores que publican en esta Revista ceden sus derechos a la Universidad de Chile. Los artículos publicados pueden ser reproducidos previa solicitud a la Revista, siempre que se indique la fuente y que, posteriormente, se envíen tres ejemplares. Envío de artículos Las colaboraciones se enviarán sin nombre ni filiación, en dos ejemplares en papel y su correspondiente versión electrónica en CD a Revista Chilena de Literatura, Av. Ignacio Carrera Pinto 1025 Ñuñoa – Santiago – Chile. El envío debe incluir un resumen en castellano y un abstract en inglés que no exceda las 10 líneas. El autor debe sugerir, además, las 5 palabras clave de su artículo. Se debe indicar, en documento aparte, el nombre del autor, el título del trabajo, la institución a la que pertenece, su dirección postal y electrónica. No se devolverán los artículos originales, ni los CD, independientemente de que sean o no publicados. El autor recibirá un ejemplar del número en que aparece su artículo y las separatas correspondientes. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 348 15-11-13 9:23 Convocatoria Revista Chilena de Literatura Número especial: Brasil en el siglo XX: transformaciones en el campo cultural En el transcurso del siglo XX, Brasil comenzó a convertirse, en términos de economía y población, en una de las naciones importantes del mundo. No obstante, a pesar de la integración económica y política de América Latina en las últimas dos décadas, continuamos, al nivel cultural, en la tradición del “Tratado de Tordesillas”, que dividió el continente en dos regiones que viven de espaldas una a la otra. Esta situación tampoco ha cambiado a través del deporte, el turismo y los medios de comunicación; la cultura de masas atraviesa las fronteras nacionales y produce imágenes del otro, que, sin embargo contribuyen poco a un verdadero conocimiento recíproco de las culturas latinoamericanas, sea en sus diferencias o en sus afinidades. Las imágenes e ideas que producen y divulgan los mass media tienen la tendencia a fortalecer clichés y preconceptos en vez de disolverlos, o reproducen los discursos dominantes, en los cuales la diversidad y la multiplicidad de los sujetos culturales no tienen cabida. Contribuir a un conocimiento más detallado y mejor fundamentado, estimulando además el diálogo entre Hispanoamérica y Brasil, será el motivo principal del número especial de la revista a que estamos convocando. El proceso de modernización de Brasil, de su sociedad y su cultura en el transcurso del siglo XX ha tenido características particulares, que se arrastran desde la Colonia y que se deben al desafío que significó la construcción de una nación bajo las condiciones de pluralidad étnica y cultural, de extensión geográfica y de su situación geopolítica en un continente hispanohablante. A estos desafíos la cultura brasileña o las culturas brasileñas del siglo XX han respondido con estrategias y manifestaciones bien diversas, tanto hacia dentro como hacia fuera. Como Oswald de Andrade lo ha reivindicado en el Manifiesto 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 349 15-11-13 9:23 Pau Brasil, la cultura brasileña se ha convertido en el contexto internacional en una cultura de exportación, gracias a sus prácticas “antropofágicas” que no temieron la incorporación ni apropiación de culturas “ajenas”. A nivel nacional, el campo cultural brasileño se ha transformado en un espacio en el cual se manifiestan los sujetos y actores culturales más diversos: representantes de las élites, sectores populares y grupos marginales. La diversidad de los actores y los múltiples diálogos y negociaciones que estos realizan, usando tanto los medios tradicionales como los de tecnologías avanzadas, han convertido al campo cultural en una instancia decisiva en el proceso de articulación de nuevos sujetos políticos que demuestran su presencia, tanto a nivel nacional como internacional. Examinar cómo ello se manifiesta sobre todo en la literatura (entendida en sentido amplio), pero también en el cine y en la música, es el propósito fundamental del número al que estamos convocando. Invitamos en este número especial de la Revista Chilena de Literatura a la publicación de artículos que investigan esta transformación del campo cultural en Brasil y su expresión en la literatura y en otras artes durante el siglo XX y hasta el presente. Palabras clave: Brasil: cruce de culturas; contactos culturales y apropiaciones; internacionalización; globalización; mediatización; nuevos sujetos y nuevas ciudadanías; alta cultura - cultura popular - cultura de masas- literatura. Plazo: 15 mayo 2014. Se aceptan artículos en portugués. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 350 15-11-13 9:23 UNIVERSIDAD DE CHILE Facultad de Filosofía y Humanidades Fundada en 1842 Departamento de Literatura REVISTA CHILENA DE LITERATURA Dirección: Ignacio Carrera Pinto 1025 Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad de Chile. Santiago Teléfono: 29787022. Fax: 29787184 Correo electrónico: rchilite@gmail.com Periodicidad: Dos números al año (además, ocasionalmente, un número especial). Suscripción anual: En el país, $ 32.000 En el extranjero, US$ 90 (dos números al año, incluye costos de envío) pedidosrevistasfilosofia@uchile.cl y rchilite@gmail.com Pedidos: Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Departamento de Literatura, Casilla 73, Santiago de Chile Diagramación y corrección de textos: Reditext. Fono: 2239 9194 Impresión: Gráfica LOM. Fono-fax: 2672 2236 Revista Chilena de Literatura está incluida en: • I.S.I. • JSTOR. • Arts & Humanities Citation Index (A&HCI) and Current Contents/Arts & Humanities (CC/A&H). Web of Science. • Scientific Electronic Library on line SciELO www.scielo.cl • ERIH (European Reference Index for the Humanities). • MLA Bibliography (Modern Language Association). • HAPI. Hispanic American Periodical Index. Estados Unidos. • Review of Review del Bulletin of Hispanic Studies. Liverpool, Inglaterra. • Bibliografía Española publicada por el Ministerio de Cultura Español. • CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades) UNAM desde 1997 solo acceso vía Internet. • Ulrich’s International Periodical Directory. Estados Unidos. • Servicio al día, ofrecido por el SISIB de la Universidad de Chile. • Google Scholar. 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 351 15-11-13 9:23 10068i - Revista Chilena de Literatura 85, Definitivo.indd 352 15-11-13 9:23