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| issn 1669-9092 | konvergencias | KONVERGENCIAS FILOSOFÍAS DE LA INDIA KARNA, ONTOLOGÍA, MITO Y TEMPORALIDAD EN EL MAHÂBHÂRATA Olivia Cattedra1 1. Introducción El marco teórico de las siguientes reflexiones es la filosofía clásica de la India, de carácter profundamente ontológico. La realidad es el ser. Sat Cit Ananda2, descripción más que definición de la realidad ultima, indica la naturaleza de la experiencia del ser. Del mismo modo, la enseñanza aportada por la literatura épica “lo que está lleno de dolor está vacío de realidad3” indica el tenor de la experiencia humana común, envuelta en la “irrealidad” de la 1 Investigadora de CONICET – FASTA- UNMdp, Argentina. Ser-Conciencia-Realidad 3 MBH, libro del rey Yayâti, ver infra nota 32. 2 www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 1 existencia: mâyâ. Desde ella emprendemos el análisis de Karna, un personaje del Mahâbhârata (MBH), épica india donde confluyen los elementos éticos, religiosos y épicos4. Este punto de confluencia queda claro en el inicio del Bhagavad Gîtâ (BG), que es el libro central del MBH. El texto del BG se inicia con el siguiente párrafo que establece una analogía especifica: “Dime Sanjaya, qué sucede en Kurukshetra, qué sucede en dharmaksetra”5; ubicando a través de una sinonimia el nombre geográfico-filial de la dinastía con la noción filosófico religiosa de dharma. En esta instancia queda claramente establecido que la batalla ocurre afuera y adentro, que su simbolismo comprende tanto los hechos externos como los procesos internos. En estos términos, el sentido último del conflicto es la rectitud (dharma) y la realeza, entendida ésta no sólo en su sentido nobiliario sino ontológico. La tesis de A. Hiltebeitel, uno de los dos especialistas contemporáneos más destacados acerca del Mahâbhârata, sostiene que la intención de la épica es la educación del verdadero rey: Yudhisthira6. Otro tema subyacente al Mahâbhârata es la cuestión de la encarnación de los principios espirituales, los dioses, según el concepto clásico del hinduismo, lo cual constituye una particular manera de ubicar la visión antropológica que define al hombre como lo divino que desciende. Esta perspectiva constituye una de las doctrinas7 claves: la de avatar 8 El hombre es concebido como la conciencia divina, el Sí Mismo (Atman) envuelta en los agregados limitantes upâdhi, que constituyen la conformación psicofísica, determinada por el karma de arrastre9 En este contexto, el relato épico del Mahâbhârata (ca. 300 a JC – 400 d JC) presenta una variedad de caracteres representativos no sólo del hombre, sino de diversos aspectos de las 4 Cf. Sullivan, B. (1994) “The Religious Authority of the Mahâbhârata: Vyâsa and Brahmâ in the Hindu Scriptural Tradition” en Journal of the American Academy of Religion, Vol. 62, No. 2, pp. 377-401, U.S.A.: University of Michigan. Este análisis tendrá lugar bajo la perspectiva tradicional que considera la confluencia de los seis sistemas de filosofía (darsana) en un modo complementario y regido por la metafísica o Vedânta. 5 Hill, R. (1977) Bhagavad Gîtâ, Oxford University Press. I.1-2. En adelante citado: BG 6 Fitzgerald, J. L. (Oct-Dic. 2003) “Rethinking the Mahâbhârata: A reader’s guide in the Education of the Dharma King by Alf Hiltebeitel”, en Journal of the American Oriental Society, Vol. 123, No. 4, pp. 803-818, U.S.A.: University of Michigan. 7 En el sentido de enseñanza, aunque no dogma pues no los hay en el hinduismo, cf. Dandekar (1972), “Hinduismo”, en Historia Religionum, Madrid, Ed. Cristiandad. 8 Literalmente, el que desciende, cf. Bhagavad Gîtâ, IV.7-8. 9 Cf. Kârikâ de Gaudapâda III.1-14, utilizamos nuestra traducción: Cattedra, O. (1994) El Maestro Gaudapada, Buenos Aires, Hastinapura. www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 2 fuerzas divinas encarnadas en tales personajes10. Cada erudito parece mostrar su predilección por uno u otro, según los aspectos teológico- metafísicos que le interesa resaltar. Como señalamos, en el caso del Hiltebeitel, el favorito es Yudhisthira; para otros, es Draupadî, y para muchos otros el héroe sobresaliente es aquel central al Bhagavad Gîtâ: Arjuna. En el caso de las presentes reflexiones, nos enfocaremos en Karna, el mayor de los príncipes Pândavas, como ejemplo de una situación humana vigente para esta instancia de la humanidad. La tensión dramática de este personaje se presenta como una disyuntiva ontologica entre el tiempo y la eternidad, concibiendo estas nociones como relecturas del un famoso párrafo del Bhagavad Gîtâ11 y como una manera de expresar otra serie de tensiones que describen la condición antropo-ontolológica en la tradición india: Tiempo - Eternidad Muerte –Inmortalidad Ignorancia-Sabiduría Multiplicidad –Unidad Es en este contexto, es donde debemos preguntarnos en qué consiste la meta propuesta por la filosofía hindú clásica, tal el cuestionamiento del Bhagavad Gîtâ, suerte de catecismo de la India; y hasta qué punto las puede o no cumplir Karna. 2. La grieta de Karna: Queremos referir con esta imagen una determinada instancia ontológica, vivenciada y descripta como un estado de dolor espiritual, una desazón, un sinsentido y una concatenación de consecuencias que aqueja a todo hombre que no se conoce a sí mismo y que aun ignora que debe emprender un camino de respuestas espirituales; incluso aun cuando ya ha emprendido ciertas prácticas espirituales y, advertido intelectual y culturalmente de la necesidad de realizar ciertos cambios profundos, no logra la fortaleza 10 Es importante comprender que no se trata de un politeísmo sino de una manera muy particular de concebir lo divino. Cf. Danielou, A. (1964) Hindu Polytheism, Londres, Routledge. Traducido en el 2009 al castellano como Dioses y Mitos de la India publicado en Girona; y Campbell, J. (1991) Las Mascaras de Dios. Vol. I. Madrid, Alianza. 11 BG VI. 38 www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 3 suficiente para hacerlos. En estos casos, hay que comprender la necesidad de presencia de una situación kármica favorable que habilite12, así como la insistencia y fortalecimiento en las prácticas meditativas u otra clase de trabajo interno que justamente aplique para poder hacer ese tour de force hacia el espíritu, y finalmente recordar el antiguo adagio implícito en las enseñanzas a Nâradâ: “sin fuerza no hay comprensión”13. La práctica ascética, entendida en un sentido amplio, es la encargada de facilitar tales fuerzas. La conexión entre dos de las nociones introductorias al mundo indio, es decir, la relación entre el karma y el yoga, se presenta en el núcleo de ciertos textos tales como las Upanisad del yoga o el Bhagavad Gîtâ. Dichos tratados muestran la recurrencia de ciertos temas universales que hacen al proceso de realización espiritual tal como lo propone y plantea la filosofía clasica india, que puedan quizás sobrevolar la grieta de Karna. Relata el MBH que siendo joven la reina Kuntî, a los 15 años fue requerida por el dios del sol para hacerla su amante. De esta unión, que tuvo una naturaleza especial, Kuntî recibe algunos dones: retener su virginidad y un mantra que le permitía convocar cualquier don de los dioses. El fruto de tal unión fue Karna, hijo del Sol, nacido con brillante armadura y aros de oro, generoso e invencible en la batalla. Sin embargo, su joven madre, avergonzada, lo abandonó en una cesta en el río. Fue recogido por un cochero14, que lo crió. Karna creció con una duda que rasgaba su corazón. Era y no era, quien era15. Ya joven, concurrió a la corte en medio de los príncipes, para aprender la sabiduría del combate, ya que su naturaleza ksatriya lo impulsaba a ello; su brillo anuncio su llegada. Desafió a los Pândavas –sus hermanos, hijos de la misma Kuntî- y en especial a Arjuna. 12 Sankara (2011) El Tratado de las Mil Enseñanzas, Trad. O. Cattedra, Mar del Plata, Eudem, II.1.4-5 13 Chând Up. VII.8-9, en Hume, R. E. (1968) The Thirteen Principal Upanishads, Oxford University Press. 14 Que algunas tradiciones orales identifican como perteneciente a la corte del rey ciego, Dhrtarâstra. El tema de la presencia del cochero nos introduce en un subtema del MBH que es la subcasta de los suta: productos de la unión de un brahmin y un castrilla, es decir de un padre o madre perteneciente a la casta sacerdotal y el otro a la casta principesca, los sutas debían estar en el combate (dharma de la casta guerrera) pero no podían pelear (observación del principio de la no-violencia propio de la casta sacerdotal), por tal combinación el lugar que recibían en las batallas era o bien de bardos o bien de cocheros. 15 Es esta condición ambivalente y ambigua la que pertenece a todo el mundo de mâyâ: la condición anirvacaniya de ser y no ser al mismo tiempo, condición que espanta los rigores de la filosofía occidental pero que cautiva la perspectiva completa de la India. www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 4 Rechazados por estos y aceptado por el malvado Duryodhana16, que lo unge rey de Anga, hizo pacto de lealtad con los enemigos de su vientre materno. Siendo uno de los buenos y virtuosos, actuó entre los malos y confusos. Aunque su mente, residencia del ego, permitió la asimilación y la adaptación a la nueva condición, su corazón sabía la verdad y su accionar se encontró permanentemente jaqueado. De este modo, es posible trazar un triple ethos en los héroes de la batalla: Arjuna, el más noble de los príncipes; Duryodhana, el más turbulento17, definido por esa frase rebelde: “no quiero tranquilizarme”, ante el pedido de su madre la reina Gandhari; y Karna: el príncipe del medio. En Karna, como en todo medio, convergen todas las tensiones. Finalmente, este hijo del Sol representará al “Sol errante del pralaya” según la lucida descripción de Biardeau18 y su destino quedará sellado en el momento que, conociendo la verdad de su origen, rehúsa volver a los suyas, es decir, combatir al lado de los Pândavas y particularmente unido a Arjuna que, como insistiremos reiteradamente es su gemelo ontológico, la otra parte de la dualidad con la que debe integrarse so pena de caer en la nada. Si el Bhagavad Gîtâ es la esencia del MBH, Karna, aun sin figurar en el poema más que subliminalmente, representa la esencia del BG: él nos muestra el arquetipo del hombre común, quien no sabe quién es y se busca a sí mismo. El hombre que lucha entre su corazón sabio y su mente ignorante. Rechazado por su madre, no puede perdonarla cuando ella vuelve. Esa negativa al perdón lo condena. Las oportunidades ofrecidas por ayu, el tiempo de vida designado, se han agotado19. Karna, en el fondo la contrafigura de Arjuna20 –ambos hijos del dios del cielo ya sea bajo su forma de Sûrya o Indra, con la 16 Cf. Gitomer, D. (Apr.-Jun. 1992) “King Duryodhana: The Mahâbhârata Discourse on Sinning and Virtue in Epic and Drama”, en Journal of the American Oriental Society, Vol. 112. No. 2, pp. 222232 U.S.A.: University of Michigan. Esta figura de Duryodhana ha sido comparada con algunos héroes de la épica occidental, al respecto puede verse el clásico y siempre interesante artículo de Duckworth, G. E. (1961) “Turnus and Duryodhana”, en Transactions and Proceedings of the American Philological Association, vol. 92, p. 81-127, U.S.A.: The Johns Hopkins University Press. 17 Aunque sabio, este personaje nos enfrenta al problema de la relatividad del bien y el mal, Cf. Gitomer, D. (1992, 222-232). 18 Es decir, si el sol es la conciencia, y el pralaya es el fin del mundo, este simbolismo admite una extensión y considerar a Karna la conciencia dubitativa que genera el fin del mundo, propio y/o colectivo. 19 BG XVIII.67: Refiere la imposibilidad de enseñar a quien no quiere oír. 20 Cf. Bruin, H. de & Brakel-Papenyzen, C. (Spring 1992), “The Death of Karna: Two sides of a www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 5 consecuente sublectura de ser él mismo21- marca la esencial dualidad de la condición humana y la lucha flagrante contra sí mismo: la resistencia del ego. Finalmente, Karna muere y su muerte, anunciada por diversos designios oscuros, se consuma cuando la rueda de su carro queda atrapada en el lodo. La imagen de Karna, el héroe más trágico de todo el MBH, constituye un ejemplo admonitorio para el hombre común. Desconoce su entidad ontológica, se sumerge en una confusión de valores, ignora quién es y arruina su vida. Mora en una grieta aparentemente insalvable de la vida. La fisura no es significativamente mala, pero es compleja: agrega el karma a un mal estado mental. El espacio que ofrece es particularmente estrecho y no da lugar a equívocos que enturbien aun más la rueda del karma. El resquicio es fino, sus aristas se mezclan con el tiempo y nuevamente la elección se ajusta sobre el filo de la navaja. El plano épico se interioriza definitivamente a través de las tormentas del alma que sufren los diversos personajes. Más allá del símbolo de Karna, debemos advertir que toda la genealogía del Mahâbhârata está regida por una trama especular que muestra el desenvolvimiento de la dualidad en cada una de las generaciones22 y sus consecuencias. Esta trama adquiere un punto de tensión máximo expresado en la antinomia del título de este trabajo: ¿qué vence en el hombre? ¿Su temporalidad finita o su intuición eterna? La decisión final de Karna, dictada en última instancia por su nivel de conciencia, sentencia que implica la negación de su madre y por consiguiente de su propia naturaleza, ya que lo femenino es representativo de la naturaleza, se expresa en la forma en que el héroe muere al quedar su carro atascado por la tierra. Su sentencia es regida por el ego, y así lo instala –como a todo ser humano- en una situación y desata una crisis de consecuencias que lo proyectan a la finitud del tiempo en vez de la inmortalidad que sugeriría el haber decidido por lo eterno. Karna es generoso y entrega sus dones, pero no entrega su ego. No completa su confianza en su sí mismo (âtman) que es su constitutivo ontológico, el ego lo domina y Story”, en Asian Theatre Journal, vol. 9, No. 1, pp. 38-70, Hawai, University of Hawai Press. 21 Debido al simbolismo analógico del sol y de Indra como “reyes” del espacio intermedio. 22 Por ejemplo, del matrimonio original entre Bhârata y Satyavatî, cada uno de los contrayentes posee un hijo extramatrimonial previo: Bhisma y Vyâsa; los dos hijos que ellos tienen Citrângada y Vicitravîrya, representan la tensión entre el ascetismo y el erotismo extremo: ambos mueren; su descendencia engendrada por Vyâsa en ejercicio de levirato: el rey ciego Dhrtarâstra y su hermano Pandu. Este tiene dos esposas, etc. www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 6 Karna muere. En este sentido, también se revela como el espejo de Arjuna, quien logra la inmortalidad ofrecida por el conocimiento y la entrega23. Para esta visión del mundo, la eternidad consiste, concretamente, en el alcanzar la meta final del camino del conocimiento y sabiduría. Dios y el hombre deben cooperar en el mundo encarnado: este mensaje late en el centro de todas las dualidades de la épica, y esencialmente entre Krishna y Arjuna, pero como hemos visto, hay muchos ecos de esta dualidad central24. Amen del libro del Mahâbhârata que le es consagrado, la historia de Karna ha dado lugar a varias obras de teatro en la que se suman fuentes secundarias generalmente provenientes de la tradición oral. Tal el caso de la versión Tamil y javanesa de la muerte de Karna, En ambas se destaca la intensidad psicológica del personaje, centrados en la lealtad conflictiva generada por el conflicto entre sus distintos niveles materiales, psicológicos y espirituales. La versión Tamil presenta mayores características anímicas y dramáticas. Se describe a un Karna extremadamente liberal y generoso, al punto de ofrendar no sólo su armadura y sus aros25, sino dedicar el mérito de sus buenas obras al morir. La complejidad del carácter de Karna resalta a través de sus vínculos con la madre, Kuntî, Duryodhana y su esposa; mientras que la relación con su doble ontológico, Arjuna, está gobernada por los celos. El rechazo final de Karna hacia su madre es acompañado, en la imaginería especular del poema, por el rechazo que de él hace su esposa, quien lo considera un ser inferior26. Los héroes se enfrentan en más de un combate singular y en la versión Tamil, después de la primera lucha es Arjuna quien queda impactado por la similitud entre Karna y su hermano Yudhisthira. Otra vez el juego de reflejos da un símbolo espejado y duplicado: Karna es, en verdad, el Pândava mayor (no reconocido) igual que lo es Yudhisthira (reconocido como tal)27. 23 BG XVIII.73: “Por tu gracia he recordado mi luz, desapareciendo con ello mi engaño. Ya no yengo dudas, firme es mi fe; y bien puedo decir ahora: Que se haga tu voluntad” 24 Cf. Hilteibeitel, A. (Ag. 1984) “Two Krsnas on One Chariot: Upanisadic Imaginery and Epic Mythology”, en History of Religions, Vol. 24, No. 1, pp. 1-16, Chicago, University of Chicago Press. En este artículo se explora la presencia de lo divino en diversas formas de trinidades y sus correlativas sustituciones. El símbolo del doble Krishna es predominante a lo largo de todo el libro de Karna en el MBH. 25 Que aparentemente poseían virtudes mágicas derivadas de su padre, el sol. 26 Bruin, H. de & Brakel-Papenyzen, C. (Spring 1992, 48) 27 Cf. Bruin, H. de & Brakel-Papenyzen, C. (Spring 1992, 53). www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 7 La versión javanesa se enfoca en la batalla, donde Karna y Arjuna son considerados gemelos. La versión javanesa es más amable, el vínculo con la esposa es tierno y secundario, y mucho menos hostil al punto de incluir un diálogo cordial y claro entre Karna y Arjuna donde se pone de manifiesto la tensión entre el amor fraterno y la lealtad al reino al cual pertenece cada uno. Es decir, esa tensión confluye en el consabido y reiterado problema de los “dharmas conflictivos”28. El auriga de Karna es el rey Salya, quien también concibe sospechas y rebeldías pues piensa que sirve a un inferior29, sin embargo, en el momento de la batalla final, el día 17mo., de la batalla, Duryodhana ha designado a Karna como jefe del ejército Kuru, y Salya, rey por propio derecho, se ve obligado a obedecerlo. Salya, jaqueado por su propia interioridad, se inclina hacia la trampa. En una de éstas, se observa como Salya hace oscilar el carro de Karna mientras éste dispara sus flechas hacia Arjuna, provocándole el yerro; por otra parte, los caminos serpentinos de Krishna quedan en evidencia cuando salva a Arjuna hundiendo su carro en la tierra para que otra de las flechas de Karna alcance su diadema pero no su frente30; y una serie de consecuencias funestas anunciaran la muerte de Karna. 3. Conclusiones: En cuanto a los otros dos términos de la ecuación propuesta por una visión ontológica y tradicional del mundo indio: por un lado, Duryodhana el mayor de los Kurus, el personaje que representa la visión del hombre más individualista; y por otro, colectivamente los Pândavas con la presencia predominante de Yudhishtira el rey del Dharma y Arjuna el arquero perfecto, diremos lo siguiente: Si, en efecto, Duryodhana es el malo de la película. ¿Lo es realmente? El ya citado trabajo de Gitomer saca a la luz algunas sugestivas observaciones que, en el impulso general de la investigación del Mahâbhârata realizado a la luz cegadora del BG, pasan desapercibidas. 28 Tema trabajado por Wendy O’Flaherty y relacionado con la irrupción del problema del mal en O’Flaherty Wendy (1976) The Origin of Evil in Hindu Mythology, California, University of Berkeley 29 No debemos olvidar que, a la vista de todos Karna sólo es rey por haber sido ungido como tal por Duryodhana, incluso al precio de ser inculpado de soborno; como procedencia, se lo conoce como “el hijo del cochero”. 30 Cf. Hiltebeitel, A. (Ag. 1984, 11); MBH 8.12.15-16 www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 8 Duryodhana es un muy buen rey. Cumple su función Ksatriya que corresponde a su dharma de casta. Cuando muere, la tierra se queja y el cielo lo premia. Defendió heroica, aunque individualistamente, su bando. Sus transgresiones son muchas, los Pândavas presentan detalladas y largas listas al respecto. Sin embargo, sus ofensas más fuertes son dos: El insulto a Draupadi que es el verdadero detonador que conduce a la guerra; y el no aceptar la superioridad espiritual de Krishna, evidenciada en sus dos teofanías: la que ocurre en la corte del rey ciego y aquella que constituye el poema del Señor (BG). Ante estos datos, debe revisarse la supuesta maldad de Duryodhana dentro del contexto de un sistema de pensamiento que niega la existencia ontológica del mal y que afirma insistentemente la relatividad de toda dualidad, bien y mal incluidos. En esta perspectiva, sí Duryodhana resulta el arquetipo del hombre ciego y, porende, malvado; aunque tal aseveración sólo es válida desde la visión brahmánica y krishnaita. Esta afirmación implica dos derivaciones: una teológica y otra que hace a la historia de la construcción del pensamiento hindú. La primera, es decir, la perspectiva teológica, es clara y nos recuerda los análisis de Hill31 cuando enfatiza el hecho que todo el Mahâbhârata tiene el trasfondo de la incorporación cultural de las “sectas” vernáculas32 dentro de la estructura brahmánica, amen de la tensión interna de esta última entre brahmanes y reyes. Es muy posible que gran parte del BG esté edificado sobre la incorporación de los cultos de Vasudeva Krsna en la tradición central. En ese caso, la deidad fundamental es Krishna y Duryodhana lo niega. Más aun, Krishna es el Señor y como tal es el Ser, la Realidad última, y quien niegue la realidad, se arroja en la irrealidad. La épica se encarga de recordarlo a cada rato: “Lo que está lleno de dolor, está vacío de realidad, es nada…” 33 En el segundo caso, desde la contemplación del tejido de corrientes que van conformando el hinduismo, porque de esto también se trata, dejando en evidencia las tensiones internas que actúan en tal construcción. En cuanto a los Pândavas y por el mismo motivo, son los buenos. Su número, cinco, recuerda la presencia de la naturaleza y la simbología no sólo del Sâmkhya sino de Siva. 31 Hill, W. D. (1974) The Bhagavad Gîtâ, Oxford University Press, pp. 3-17. Es especial el culto de Krsna Vâsudeva. 33 MBH Discurso del Rey Yayâti, Libro I. 32 www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 9 Opone, además, la idea de lo dispersión (lo múltiple representado por los cien hijos de Dhrtarâstra) a lo unificado (los cinco Pândavas siempre relacionados con la palma de la mano que los une en una unidad concentrada y orgánica). Ellos son los buenos entre los que redestacan el mayor, Yudhisthira el hijo-rey y encarnación del dharma universal34, y Arjuna, el blanco príncipe noble, encarnación y presencia de Indra, el rey del cielo. Arjuna es redimido al final del Canto del Señor, aunque una surte de amnesia lo envuelve hacia el final de la batalla. Ellos son los buenos pero como bien nos vuelve a recordar Gitomer, sus acciones se ven frecuentemente atadas y derivadas de la trampa y de los sinuosos caminos del Señor Krishna. De este modo la dualidad se morigera: ni los malos son tan malos ni los buenos lo son tanto. En el centro permanece la figura tensionada y sin resolver de Karna. En él, y a través de él, el símbolo del combate se torna agudo e intenso y sus alcances se extienden a toda la humanidad universalmente: la batalla final será la gran batalla, la interna que todo hombre debe resolver consigo mismo. En todos los casos, Karna es una figura trágica y muere víctima de las ambigüedades y complejidades no resueltas como consecuencia de la no conciliación de sus conflictos internos. Una vez más se verifica que la traición subyace a la tragedia, y en este caso la traición es al sí mismo. Esta es la lección definitiva de Karna, quien cabalgando entre las posibilidades finitas e infinitas se hunde en la nada. Estos ideales míticos que se han volcado y reflejado en relatos literarios e históricos a su vez, refieren y describen cómo un determinado nivel de conciencia se apropia de un contenido mítico arquetípico y ser concreta en las acciones que tejen el devenir histórico. 4. Bibliografía Bruin, H. de & Brakel-Papenyzen, C. (Spring 1992) “The Death of Karna: Two sides of a Story”, en Asian Theatre Journal, vol. 9, No. 1, pp. 38-70, Hawai´i, University of Hawai´i Press. Campbell, J. (1991) Las Máscaras de Dios. Vol. I., Madrid, Alianza. Cattedra, O. (1994) El Maestro Gaudapâda, Buenos Aires, Hastinapura. Dandekar (1972), “Hinduismo”, en Historia Religionum, Madrid, Ed. Cristiandad. 34 Debe observarse la diferencia de los dharma individuales, los grupales y el universal. La presencia de este mundo queda consolidado con la enunciación, por parte de Krishna, de la doctrina del avatar, Cf. BG IV. www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 10 Danielou, A. (1964) Hindu Polytheism, Londres, Routledge. Duckworth, G. E. (1961) “Turnus and Duryodhana”, en Transactions and Proceedings of the American Philological Association, vol. 92, p. 81-127. John Hopkins University Press. Fitzgerald, J. L. (Oct-Dic. 2003) “Rethinking the Mahâbhârata: A reader’s guide in the Education of the Dharma King by Alf Hiltebeitel”, en Journal of the American Oriental Society, Vol. 123, No. 4, pp. 803-818, U.S.A.: University of Michigan. Gitomer, D. (Apr.-Jun. 1992) “King Duryodhana: The Mahâbhârata Discourse on Sinning and Virtue in Epic and Drama”, en Journal of the American Oriental Society, Vol. 112. No. 2, pp. 222-232, U.S.A.: University of Michigan. Hill, R. (1977) Bhagavad Gîtâ, Oxford University Press. Hiltebeitel, A. (Ag. 1984) “Two Krsnas on One Chariot: Upanisadic Imagniery and Epic Mythology”, en History of Religions, Vol. 24, No. 1, pp. 1-16, Chicago, University of Chicago Press, 1-26. Hume, R. E. (1968) The Thirteen Principal Upanishads, Oxford University Press. O’Flaherty Wendy (1976) The Origin of Evil in Hindu Mythology, California, University of Berkeley. Sankara, (2011) El Tratado de las Mil Enseñanzas, Trad. O. Cattedra, Mar del Plata, Eudem. Sullivan, B. (1994) “The Religious Authority of the Mahâbhârata: Vyâsa and Brahmâ in the Hindu Scriptural Tradition” en Journal of the American Academy of Religion, Vol. 62, No. 2, pp. 377-401, U.S.A.: University of Michigan. www.konvergencias.net Año XI, Enero 2012. | 11