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Prevalencia, sintomatología y distribución del trastorno negativista desafiante Enrique Emberley Moreno1 y Manuel Pelegrina del Río2 1 Centro del Profesorado Campo de Gibraltar 2 Universidad de Málaga Resumen El objetivo de este trabajo consistió en averiguar la evolución epidemiológica del Trastorno Negativista Desafiante (TND) entre los adolescentes, tomando como muestra alumnos de IES de la comarca del Campo de Gibraltar (Cádiz). El rango de edad de los alumnos se situó entre 12 y 16 años. Se realizaron dos evaluaciones, la primera durante el curso escolar 2001-2002 y la segunda en el curso escolar 2006-2007. La muestra estuvo constituida por 2.310 estudiantes en el primer estudio y por 2.351 estudiantes en el segundo. Se utilizó una metodología comparativo-selectiva. Los resultados de la comparación resultaron ser consistentes con una prevalencia de entre un 3,77% y un 3,83%, manteniéndose la sintomatología predominante, pero con ciertos cambios en su distribución por cursos. En efecto, el registro de datos mostró más casos en los cursos finales (1er estudio) frente a una mayor concentración de casos en los cursos iniciales (2º estudio). En cuanto a la frecuencia del TND según el sexo, encontramos que mientras que en el primer estudio (2001-2002) la relación entre niños y niñas fue de 3,5:1, en el estudio del curso 2006/2007 el número de niños cuadruplicó a la de niñas. Los trastornos del comportamiento representan un frecuente y grave problema en nuestra sociedad actual y suelen provocar desajustes familiares y problemas escolares de importante relevancia. Entre estos trastornos se encuentra el Trastorno Negativista Desafiante. Cuantitativamente hablando, se estima que entre un 2-16% de los niños presentan TND (APA, 2000; Jensen et al., 1995; Maughan, Rowe, Messer, Goodman y Meltzer, 2004; Pelham, Gnagy, Greenslade y Milich, 1992). En cuanto a la diferencia con otros trastornos de conducta perturbadora, hay estudios que obtienen un 5,7% para el TND y 3,4% para el Trastorno de Conducta (TC) en muestras de niños de 11 años (Anderson, Williams, Mc-Gee y Silva, 1987). Otros autores obtienen RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013 un 8,7% para el TND y un 6% para el TC en muestras de 14 a 16 años (Kashani et al.,1987). Esta última comparación es solo relativa debido a las diferencias de edad: 11 años y 14 a 16 años respectivamente. Para los distintos tipos de problemas de conducta se han señalado las siguientes cifras: para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) un rango que va desde el 0 hasta el 16,6%, con una media de 2%; para el TC, los límites van desde el 0 hasta el 11,9%, con una media de 2%, y, finalmente, para el TND, el rango oscila desde el 0,3% que propugnan Lewinson, Hops, Robert, Seeley y Andrews (1993), hasta el 22,5% de Velez, Johnson y Cohen (1989); la media para el TND la establecen en el 3,2% (Lahey, 3 Miller, Gordon y Riley, 1999). Una dificultad añadida en la determinación de la prevalencia de estos trastornos es la elevada comorbilidad que presentan entre ellos y con otros desajustes psicológicos como, por ejemplo, los trastornos de ansiedad (Presentación y Siegenthaler, 2005). En España, sobre muestras de niños de 14 a 17 años, se registran conductas disociales moderadas en más del 80% de los niños, al menos en una ocasión, y casi en el 50% con una cierta frecuencia. Además, y esto es importante, se presentan, alguna vez, conductas disociales severas en el 50% (vandalismo y agresión), y en el 25% en robos. Y, en relación con el sexo, son los chicos quienes con más frecuencia presentan estas conductas (Mirón, Serrano, Godás y Rodríguez, 1997). En cuanto a población clínica pediátrica se encontraron resultados de una prevalencia de 18,5% en oposicionismo desafiante, como síndrome externalizante en la infancia, en niños de 6 a 12 años, arrojando cifras del 19,8% para los niños y el 15,7% para las niñas (López-Soler, Castro, Alcántara, Fernández y López, 2009). Especial interés reviste la profundización en la diferencia de la prevalencia del TND en función del sexo. Estos resultados contrastan con muchos de los trabajos que suelen mostrar datos bastante inconsistentes y muy dispersos (Lahey et al., 1999). Así, hay dos estudios que encuentran mayor número de casos entre los niños que entre las niñas (Aneshensel y Sucoff, 1996; Offord et al., 1996), mientras que otro, de tipo longitudinal, de Lewinson et al. (1993), encuentra diferencias en la prevalencia del TND, según el sexo, en el primer análisis; pero las diferencias desaparecen cuando se realiza una segunda evaluación un año más tarde. Mc-Dermott (1996) también encontró diferencias entre sexos en los chicos y chicas de 5 a 8 años, pero no en adolescentes ni en niños mayores. Otros autores como Bird, Gould, Yager, Staghezza y Canino (1989); Williams, McGee, Anderson y Silva (1989); Velez et al. (1989); Cohen et al. (1993); Verhulst, van der Ende, Ferdinand y Kasius (1997) no encontraron diferencias entre los sexos. 4 Por todo ello, el objetivo que nos planteamos en este trabajo consistió en averiguar la situación epidemiológica del trastorno negativista desafiante en la comarca del Campo de Gibraltar (Cádiz), incluyendo diferencias de edad y sexo, estableciendo procedimientos comparativos entre diferentes estudios, siguiendo la propuesta de Emberley (2009): estudio de la realidad existente contando con toda la población que accedió a nuestra petición, obtención de los estadísticos adecuados al estudio y comparación de los resultados obtenidos con otros estudios relevantes. Participantes Método Participaron en la investigación seis institutos de Educación Secundaria del Campo de Gibraltar en dos períodos (cursos escolares 2001-2002 y 2006-2007). Centros rurales y urbanos estuvieron representados. Los centros participantes corresponden a poblaciones de distinto tamaño y con alumnado proveniente de contextos sociales diversos. Los centros se seleccionaron en función de la disponibilidad y aceptación del profesorado para participar en este trabajo, es decir, contamos con aquellos que quisieron colaborar. La muestra estuvo constituida por todos los alumnos de ESO de estos centros, que en el primer estudio (curso escolar 2001-2002) sumaron un total de 2.310 alumnos, de los cuales 1.131 eran chicos (48,96%) y 1.179 eran chicas (51,04%). Constituyeron un 22,11% de la población total de la comarca, que era de 10.450 alumnos. En la segunda parte del estudio (curso escolar 2006-2007) la población ascendió a 11.148 alumnos y la muestra fue de 2.351 alumnos. De ellos, 1.179 eran chicas (50,15%) y 1.172 chicos (49,85%). La muestra representaba el 21,09% de la población total (Tabla 1). Instrumentos A cada uno de los orientadores y tutores de clase de cada centro se le entregó un cuestionario de obtención de datos para el registro de las conductas perturbadoras. Los ítems de este cuestionario eran los criterios diagRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013 nósticos propuestos por el DSM-IV para el TND. En esta ficha-cuestionario se registraron las conductas perturbadoras observadas en clase y áreas comunes, además de la edad, el curso y el sexo de los alumnos que presentaban dichas conductas. Además se realizó una entrevista personal directa con orientadores y tutores siguiendo un procedimiento clínico. A partir de aquí se estableció el diagnóstico por un especialista en Psicopatología y Salud (primer autor), siguiendo los criterios del DSM IV. Hemos de añadir que el procedimiento clínico mantiene una buena fiabilidad test-retest con otras pruebas estandarizadas (véase Angulo, et al., 2010). Procedimiento Se realizaron dos registros temporales, autorizados por los equipos directivos de los institutos correspondientes a los cursos escolares 2001-2002 y 2006-2007. Asumieron la actividad como propia de la intervención psicopedagógica del centro, por ello no se consideró necesario, en esta primera evaluación y dado que no había intervención directa personal, pedir autorización a los padres. Toda la información procesada provenía de los informes de los tutores y orientadores correspondientes, que aplicaron directamente los ítems del DSM-IV para detectar el TND. Las dudas y comentarios, así como los datos generales de matrícula, se fueron complementando en sucesivas entrevistas. Se desestimó, de acuerdo con el orientador del centro, un único informe de un tutor porque comprobamos que no era objetivo, ya que según él, prácticamente toda la clase cumplía los criterios del TND. En general, distintos estudios indican que los informes del profesorado son fiables y consistentes (Kelter, 2008). En todo momento se mantuvo la confidencialidad de los datos y participantes. Por ello, se trabajó con datos encriptados que solo podían identificar en el centro de procedencia los profesionales participantes en la detección y análisis de las conductas. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013 Para poder comparar los datos en ambos trabajos se mantuvo la misma metodología, formas de obtención de los datos, analogía de las muestras, en la medida de lo posible, y del análisis, objetivos fundamentales en el presente trabajo. Análisis de datos Se calcularon las proporciones y los intervalos de confianza del TND entre dos momentos, 2001-2002 y 2006-2007 (test-retest). En ambos momentos se utilizó toda la población disponible: 2.310 alumnos/as en el primer momento y 2.351 en el segundo momento. Se aplicó una correlación de Pearson entre ambos conjuntos de datos. Tabla 1. Datos de la población y la muestra Estudio 2001- 2002 N (%) Muestra: alumnos de los IES participantes Relación porcentual muestra-población n = 2.310 Alumnos: 1.131 (48,96) Alumnas: 1.179 (51,04) 22,11 Estudio 2006- 2007 N (%) n = 2.351 Alumnos: 1.172 (49,85) Alumnas: 1.179 (50,15) 21,09 Resultados En el primer período analizado (curso escolar 2001-2002) 87 alumnos de la muestra, lo que significa un 3,77% (IC al 95%: 3,38-4,16), cumplían plenamente los criterios de diagnóstico (DSM-IVTR, APA, 2000) del TND. Otros estudiantes presentaban algunos de estos criterios, pero no llegaban a cuatro, umbral mínimo para aceptar el diagnóstico. A estos alumnos, que también presentaban conductas perturbadoras y que influyen en el desarrollo de las clases y que también alteran la convivencia, los hemos considerado y evaluado como TND subclínico (TND sc.). Fueron 25 alum- 5 nos en total, constituyendo el 1,08% de la muestra (IC al 95%: 0,66-1,5). Los dos grupos juntos conformaron un total de 112 alumnos. Ambos grupos, el 4,85% del total (IC al 95%: 3,98-5,72), presentaron algún tipo de síntomas de este trastorno. En el curso escolar 2006-2007 encontramos que 90 alumnos cumplían los criterios mínimos señalados como condición en el DSM-IV-TR para poder ser diagnosticados como adolescentes con TND. Estos chicos representaban el 3,83% (IC al 95%: 3,06- 4,6) del total examinado. El número de alumnos con sintomatología por debajo de los mínimos fue de 41, que representaban el 1,74% del total (IC al 95%: 1,21-2,27). Si consideramos los dos colectivos conformaron un total de 131 alumnos, que mostraron comportamiento perturbador en clase. Ello representa el 5,57% (IC al 95%: 4,64-6,5) de los estudiantes de ESO en los centros estudiados. Si asumimos lo anterior, podemos considerar que mientras que en el período escolar 2001-2002 podríamos encontrar en la comarca un total de 394 adolescentes con TND, en el curso 2006-2007 el número probable de adolescentes con el trastorno ascendería a 426. No obstante, si tenemos en cuenta a los alumnos que presentan síntomas subclínicos, los números son de Tabla 2. Algunos datos de prevalencia del TND en distintas zonas Autor/es Zona 507 y 621, respectivamente, para cada período. Para tener una idea comparativa incluimos algunos datos obtenidos por otros autores en distintas zonas de estudio. En la tabla 2 podemos observar que nos situamos por encima de los umbrales encontrados en Brasil (Fleitlich-Biliyk y Goodman, 2003) o Nueva Zelanda (Feehan, McGee y Williams, 1994), pero bastante alejados, afortunadamente, de los obtenidos en algunas zonas de Estados Unidos, como Nueva York (Cohen et al., 1993). Por otra parte, en cuanto a los síntomas, ambos períodos coinciden en la primacía de tres síntomas fundamentales aunque con diferentes valores. En el primer estudio obtuvimos mayor preponderancia de los criterios 2 (discute con adultos), 3 (desafía a los adultos) y 4 (molesta deliberadamente a otros), que se presentan en el 91,96% (IC al 95%: 86,93-96,99), el 84,82% (IC al 95%: 78,18- 91,46) y el 83,03% (IC al 95%: 76,0889,98), respectivamente, de todos los casos. En el segundo período los resultados fueron del 79,39% (IC al 95%: 72,47-86,31) en los criterios 2 y 3, y el 85,5% (IC al 95%: 79,47-91,53) en el criterio 4 (Figura 1). La correlación de Pearson entre ambos períodos fue: r = 0,95, p = .01. Año Cardo et al. Baumgaertel et al. Carlson et al. Wolraich et al. Wolraich et al. West et al. Fleitlich-Bilyk y Goodman Cohen et al. Mallorca Alemania Texas (Estados Unidos) Tennessee (Estados Unidos) Tennessee (Estados Unidos) Oeste de Escocia Sudeste de Brasil New York 2009 1995 1997 1996 1998 2003 2003 1993 Loeber et al. Pittsburg (Estados Unidos) 1998 Feehan et al. Nueva Zelanda 1994 Emberley * Campo de Gibraltar Cádiz. España primera cifra para los niños y la segunda para las niñas solo niños 2004 Edades 5-12 5-11 5-11 5-11 15 7-14 10-13 14-16 17-21 7 11 13 11 18 12-16 Prevalencia, % 10,3; 5,4* 5,6 9,3 4,9 5,7 4,0 3,2 14,2 ; 10,4* 15,4 ; 15,6* 12,2 ; 12,5* 2,2** 4,8** 5,0** 3,6 ; 2,1* 8,8* 3,77 ** 6 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013 En cuanto a la incidencia del sexo en la presentación del TND, encontramos que, según los datos, el trastorno se hace más patente en los chicos que en las chicas y el desfase entre los dos sexos es cada vez más apreciable. Mientras que en el primer estudio (20012002) la relación entre niños y niñas fue de 3.5: 1, en el estudio del curso 2006/2007 el número de niños cuadruplicó a la de niñas. Discusión y conclusiones Los datos obtenidos son, en términos generales, consistentes con otros estudios citados anteriormente, pero hemos de añadir algunos resultados específicos de esta investigación dignos de destacar. Así, podemos asumir que el TND en la comarca es un problema que se mantiene en el tiempo, e incluso se observa un pequeño incremento, que alcanza su máxima expresión en la franja de edad de 14-15 años, observándose una Tabla 3. Comparativa por sexos de ambos estudios Curso escolar 2001- 2002 Muestra Niños Niñas n = 1131 n = 1179 Curso escolar 2006- 2007 Muestra Niños Niñas n = 1172 n = 1179 TND 68 19 TND 73 17 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013 % del total TND 78,16 21,84 % del total TND 81,11 18,89 Figura 1. Comparación de la sintomatología de los alumnos diagnosticados con TND en los dos períodos estudiados (DSM-IV) 100 90 80 70 Porcentajes Se puede ver cómo, en el primer período, la presencia máxima del TND se daba en el tercer curso, con un número de casos un poco menor en cuarto, mientras que en el segundo período son más numerosos en los dos primeros cursos, desapareciendo prácticamente en el cuarto. Aunque encontramos una correlación negativa entre los dos períodos, ésta no era estadísticamente significativa. mayor expresión del problema en los cursos intermedios de la ESO. La diferente distribución del TND por cursos encontrada en ambos estudios (Figura 2) puede deberse (según los orientadores y equipos directivos consultados) a la nueva normativa, que permite la repetición de curso en el primer ciclo. 60 50 40 30 20 10 0 1 2 3 4 2001-2002 5 6 2006-2007 7 8 1. A menudo se encoleriza e incurre en pataletas 2. A menudo discute con adultos 3. A menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas 4. A menudo molesta deliberadamente a otras personas 5. A menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento 6. A menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros 7. A menudo es colérico y resentido 8. A menudo es rencoroso y vengativo Figura 2. Distribución de alumnos con TND por cursos de la ESO 50 Porcentajes TND En lo que se refiere a la distribución del TND por edades surge el pico de mayor amplitud en el tramo de los 15 años, aunque, en la gráfica de cursos, existen tendencias fuertemente inversas como podemos apreciar en la gráfica correspondiente (Figura 2). 30 20 10 0 40 38,89 40 34,48 27,59 22,99 18,89 14,94 2,22 1º 2º 3º Cursos de la ESO 2001-2002 4º 2006-2007 7 En lo referente a la distribución del TND por sexos recordamos que en nuestro estudio hemos encontrado que la proporción fue de 3.5:1 en el curso 2001-2002, mientras que en el segundo trabajo (2006-2007) el número de chicos cuadruplicó al de las chicas. Asimismo, hemos observado en los datos de matrícula general de los centros que la proporción de chicos y chicas, que están más o menos igualados en los primeros cursos, se desajusta a favor de las chicas en cuarto curso, por repetición de curso y abandono de los chicos al llegar a los 16 años. Con ello se entiende que el número de casos disminuye debido a que el TND tiene una mayor incidencia en los alumnos que en las alumnas. El trastorno parece un fenómeno esencialmente masculino, aunque las diferencias, quizá, se deban a que las niñas muestran una menor agresividad expresada en actos externos y la conducta sea más encubierta, más relacional y menos disruptiva en clase, con manifestaciones tales como insultos, extender rumores, chismes, aislamientos sociales, etc., comportamientos estos más sutiles y difíciles de detectar (Cardo et al., 2009). Estas variables no se incorporan a los criterios de evaluación del DSM-IV. En resumen, estas diferencias de conducta disruptiva entre los sexos constituyen actualmente un campo de estudio bastante interesante. En este sentido cabe señalar que las diferencias pueden deberse a las distintas formas de socialización que reciben las niñas y los niños (McGee, Feeham, Williams y Anderson, 1992). Hemos de añadir que no encontramos limitaciones a los criterios diagnósticos para el TND en cuanto a la descripción de conductas observables externas, pero sí en cuanto que no identifican los pensamientos internos ni las motivaciones relacionadas con dichas conductas (Moravecek, 2007). También se ha constatado que las niñas con TND tienen una incidencia más alta de abuso infantil o violencia doméstica en sus familias y son derivadas a tratamiento debido a conflictos con sus padres en una proporción mucho mayor que los niños (Marsh, 2005). Por ello, sería necesaria una investigación distinta para detectar diferencias entre chicos y chicas. En este sentido, el concepto de equifinality se 8 describe como los diferentes caminos de desarrollo que pueden conducir a pautas similares de conducta. Por ejemplo, ver en este contexto si alumnos y alumnas desarrollan un TND de forma más o menos explícita o encubierta (Kazdin y Weisz, 2003). Lo anterior supone ciertas limitaciones a nuestro estudio actual, por lo que sería necesario replicar, y en su caso confirmar, la evolución y extensión del trastorno en relación con el género (Lumley, McNeil, Herschell y Bahl, 2002; Ohan y Johnston, 2005), el género y otros desórdenes relacionados (Waschbusch y King, 2006), la edad (Loeber, Burke, Lahey, Winter y Zera, 2000), la edad y otros trastornos relacionados (Serra-Pinheiro, Mattos y Regalla, 2008), o finalmente incluso extender el desarrollo de la investigación a niños enfermos en el ámbito de la pediatría (Michaine, Kunst y Margulies, 2007). Un campo de investigación muy relevante para el ámbito educativo consiste en relacionar el TND con los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (Ersan, Dogan, Dogan y Sümer, 2004), así como la comorbilidad o concurrencia del TND (Drabick, Gadow y Loney, 2007, 2008; Lahey et al., 2000). Otra de las limitaciones de nuestro trabajo es haber utilizado solo la información proporcionada por los tutores de clase y orientadores. Aunque los trabajos realizados al respecto, y en referencia a los padres (Angulo et al., 2010), indican poca concordancia padres-profesores en la identificación y gravedad de los síntomas. Sin embargo, sería oportuno utilizar en el futuro dicha información y contrastar los resultados, sobre todo pensando en su apoyo en una intervención preventiva. Finalmente, indicar que nuestra investigación actual y futura se centra en aspectos aplicados y/o clínicos que, junto con la detección precoz en etapas educativas previas a la ESO, nos permitirá proponer y adoptar, en su caso, medidas preventivas. La Bibliografía y las tablas de los artículos se la pueden pedir a: avellanedaguri@gmail.com. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 69 - 2013