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Tratamiento de la hipersomnia diurna ■ La hipersomnia diurna (HSD), a la que también se hace referencia como somnolencia excesiva diurna, es una queja frecuentemente expresada por muchos pacientes y es una de las principales causas de búsqueda de atención en las clínicas del sueño. Los expertos en este tipo de problemas aconsejan no iniciar ningún tratamiento sin antes llevar a cabo una exhaustiva evaluación clínica que identifique si es una condición idiopática, o si está relacionada con la presencia de enfermedades comórbidas que contribuyan a su desarrollo. La HSD es una condición que, bien sea de manera aislada o en conjunto con otras manifestaciones, representa un problema importante en la vida de las personas que la padecen. Los objetivos de su tratamiento deberán reducirla al igual que la aparición de episodios súbitos de sueño, mejorar el funcionamiento psicosocial y ocupacional de quienes la presentan e incrementar la seguridad tanto de los pacientes como del público en general. De igual manera no se deberá dejar de lado el tratamiento de los síntomas de otros padecimientos presentes que sean la causa o que contribuyan al desarrollo del problema. Los requerimientos de sueño varían de persona a persona y entre las diferentes etapas de la vida. De acuerdo a lo recomendado por las guías clínicas, un adulto saludable deberá dormir entre siete y nueve horas diarias por la noche. Sin embargo, habrá personas que con dormir seis horas les sea suficiente mientras que otras requerirán hasta 10. Dormir menos de seis horas no es recomendable en absoluto si se quiere mantener una buena condición de salud general. El primer paso en la valoración de la HSD, independientemente de la causa, es corroborar que el individuo que la presenta esté durmiendo lo suficiente de acuerdo a su edad y a las recomendaciones mencionadas. El dormir de manera insuficiente puede ser una de las causas de la HSD, por lo que si se aumentan las horas de sueño nocturno el problema deberá desaparecer. Para quienes tienen en asociación otros trastornos del dormir, se requerirá utilizar intervenciones adicionales para poder mejorar el problema. No todos estos trastornos del sueño que se asocian a la HSD tienen tratamientos específicos recomendados por las guías terapéuticas, muchos de ellos carecen de un tratamiento eficaz suficientemente establecido. A continuación se revisan las causas más frecuentes. 1. Narcolepsia. Quienes presentan este problema, particularmente aquellos que experimentan síntomas de cataplexia, requerirán de un tratamiento permanente a lo largo de la vida, ya que la producción insuficiente de orexina Vol. 26, Número 10, Octubre 2015 (que es la causa subyacente) es un fenómeno permanente. El manejo ideal es con fármacos y terapia conductual; esta última incluye aspectos tales como mejorar la higiene del sueño y adicionar estratégicamente siestas programadas. Esto deberá reducir la somnolencia diurna y los ataques de sueño, sin embargo en la mayoría de los casos la medicación será indispensable. Hay varios medicamentos disponibles para tratar la HSD asociada a la narcolepsia; el oxibato de sodio puede ser considerado como la primera línea de intervención debido a que es el único que tiene evidencia suficientemente sustentada de ser eficaz para mejorar los cuadros. No obstante tiene limitaciones: su vida media farmacológica es corta por lo que hay que administrarlo al ir a dormir y adicionar durante el sueño de la noche una dosis más, puede ocasionar graves síntomas de abstinencia y la sobredosis es fatal. Además, en algunos pacientes puede generar síntomas ansiosos y depresivos. Adicionalmente, es una sustancia con posible riesgo de abuso ya que se usa para bajar la hiperactividad producida por sustancias estimulantes. Los fármacos promotores del estado de alerta como el modafinil y otros psicoestimulantes también se utilizan para el manejo de la HSD asociada a narcolepsia. En aquellos casos en los que no existe cataplexia, se consideran como las alternativas de primera elección. La dosis inicial suele ser de 200 mg diarios pero puede incrementarse hasta 400 mg en dosificación dividida. Si bien no tiene problemas de tolerancia, hay que recordar que puede reducir la efectividad de algunos anticonceptivos orales, además pueden causar diversos grados de reacciones alérgicas en la piel. Es importante recordar que si bien el modafinil mejora la HSD no tiene efectos sobre los síntomas de la narcolepsia. Otros tratamientos para la cataplexia incluyen a los antidepresivos, aunque no es una indicación oficializada. La evidencia más clara es para los inhibidores de la recaptura de noradrenalina e incluyen a la venlafaxina y la duloxetina. Estos fármacos mejoran la cataplexia pero también sirven para reducir los síntomas de la parálisis de sueño y de las alucinaciones hipnagógicas. Sin embargo, no mejoran la HSD. Este grupo farmacológico tiene efectos colaterales bien conocidos que incluyen a la disfunción sexual, malestar gastrointestinal y boca seca. La atomoxetina, que es un medicamento cuya indicación principal es el trastorno por déficit de la atención, también puede tener un cierto efecto benéfico para la cataplexia y mejorar la HSD. Hay otros compuestos que aún están en fase de investigación como es el caso de los antagonistas y agonistas inversos del receptor H3 de la histamina, nuevos inhibidores de recaptura de monoaminas, inmunoterapias y tratamientos que modifiquen la actividad de las orexinas. 81 2. Hipersomnia idiopática. No existe tratamiento oficialmente avalado para esta condición, sin embargo se considera que debe ser similar al de la narcolepsia. Algunas guías recomiendan el uso de modafinil, de metilfenidato y de otros estimulantes. Varias revisiones sobre el tema indican que la mayor parte de los pacientes se benefician con alguna de estas alternativas en monoterapia. Hay algunas teorías que asocian a la hipersomnia idiopática con alteraciones de las vías GABA de señalización. Por ello, pueden ser promisorias para su tratamiento opciones alternas con antagonistas del GABA tales como el flumazenil y la claritromicina, sin embargo aún se encuentran en fase de experimentación. 3. Apnea obstructiva del sueño. Cuando la HSD se asocia a esta condición, el requisito es mejorar primero el problema obstructivo de las vías aéreas. En casos no complicados, la reducción de peso y el entrenamiento en posiciones para dormir suelen ser suficientes y ayudar mucho. Otros requerirán del uso de aparatos de presión positiva intermitente (PAP). En el caso de que el problema continúe se recomienda el uso de psicoestimulantes como el modafinil. 4. Trastorno por cambio de fase laboral. Esto sucede en aquellos individuos que deben mantenerse despiertos y alertas cuando el reloj circadiano de su organismo indica que deben dormir. Por ello es necesario dar tratamientos que ayuden a estar despiertos cuando se requiere y a dormir en periodos diferentes de lo acostumbrado. Como en otros casos, lo recomendable de manera inicial es mejorar la higiene del sueño y utilizar siestas programadas cuando sea necesario. Se pueden indicar hipnóticos y melatonina para combatir el insomnio y mejorar el desempeño funcional. Muchos de estos sujetos suelen consumir cafeína para mejorar el estado de alerta. Esta opción es válida siempre y cuando se termine al menos seis horas antes del tiempo que tienen programado para dormir. En conclusión, la HSD es un fenómeno relativamente común y muy molesto para quienes la presentan. La mejor recomendación para reducirla es incrementar el tiempo de sueño total y mejorar los procedimientos de higiene del sueño. Un reciente trabajo de investigación comparó 82 las distintas evoluciones que tienen los pacientes con HSD. Fue un estudio retrospectivo y observacional llevado a cabo en un laboratorio del sueño y en un servicio de consulta externa de un hospital universitario. Se efectuaron estudios polimonográficos y prueba de latencias múltiples a 108 individuos cuya queja fundamental era la HSD. De acuerdo a los resultados se catalogó a los pacientes en estas categorías: 1) narcolepsia con cataplexia (n = 29), 2) narcolepsia sin cataplexia (n = 22), 3) hipersomnia idiopática (n = 24) y 4) hipersomnolencia subjetiva (n = 33). La remisión de la HSD y la respuesta a los tratamientos se determinó en función de las valoraciones clínicas, haciendo un análisis Kaplan-Meier de sobrevida. Los autores encontraron que las tasas de remisión fueron significativamente diferentes entre las categorías, con excepción de lo encontrado entre pacientes con narcolepsia sin cataplexia e hipersomnia idiopática. Por otra parte, la narcolepsia con cataplexia no mostró tendencia alguna a mejorar. La predicción de remisión en los narcolépticos sin cataplexia y en los hipersomnes idiopáticos a cuatro años de seguimiento fue del 44.3% y 32.5%, respectivamente. Mientras que tres años después del diagnóstico los hipersomnes subjetivos tuvieron una tasa de remisión del 71.2%. Estos resultados llevan a los autores a concluir que, en apariencia, la narcolepsia sin cataplexia y la hipersomnia idiopática pueden estar más relacionadas etiológicamente y ser diferentes a la narcolepsia con cataplexia. Estos resultados aportan información importante que deberá complementarse con otro tipo de estudios. Mientras esto se logra, los clínicos deberán conocer mejor el manejo de este tipo de condiciones clínicas que son más frecuentes de lo que se piensa. Bibliografía HIRSHKOWITZ M, WHITON K, ALBERT SM y cols.: National Sleep Foundation’s sleep time duration recommendations: methodology and results summary. Sleep Health, 140-43, 2015. THORPY MJ: Update on therapy for narcolepsy. Curr Treat Options Neurol, 17:347-350, 2015. KIM T, LEE JH, YOON IY: Different fates of excessive daytime sleepiness: survival analysis for remission. Acta Neurol Scand, doi: 10.111/ane. 12504. 2015. Vol. 26, Número 10, Octubre 2015