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EDIFICIOS ESCOLARES EN MIRANDA DE EBRO 1889 - 1985
Conferencia 24 de noviembre Patrimonio Cultural Mirandés y CFIE de Miranda
de Ebro (Burgos)
Resulta ciertamente complejo efectuar una descripción y selección de
edificios referidos al tema de la conferencia, dado el reducido tiempo disponible
para hacer una exposición con la presencia de cada uno de los inmuebles, no
encontrando documentación suficiente en todos los casos, lo que obliga a
omitir algún edificio, aún contemplando la casi totalidad de centros escolares
construidos en esos años.
La premisa fundamental es la búsqueda de lo más reseñable, bien por lo
que cada edifico aporta en cada momento, por lo que representa o por ser fiel
reflejo de los tiempos en el que se construye, siendo expuestos por orden
cronológico.
Se trata pues de situar cada edificio en su contexto, explicando sus
peculiaridades, su razón de ser y el porqué de cada solución.
- El primer ejemplo es el Colegio de los Sagrados Corazones. Es de
promoción privada (religiosa) y su construcción se realiza entre 1889 y 1.893.
Es interesante analizar que se promueve un colegio de grandes
dimensiones (rivaliza con al Iglesia de San Francisco y el convento anexo), con
una gran y ambiciosa visión de futuro pensando en un elevado número de
alumnos internos y externos, si se piensa que el primer curso es de 1888 y se
imparte a 28 alumnos, frente a una población de 4.942 habitantes en Miranda
de Ebro) y que tiene un enorme volumen, lo que se traduce inevitablemente en
un gran impacto visual.
Se elige Miranda por parte de la Congregación de los Sagrados
Corazones, por su situación geográfica, la cercanía a Francia y sus cuatro
líneas de ferrocarril, por entonces.
El edificio actual no es el original que cuando ya estaba casi completa su
tercera planta, se vino abajo en la madrugada del 26 de octubre de 1.889,
provocando la demolición casi total de lo construido, análisis de la cimentación
para tratar de averiguar las causas, el consiguiente enfrentamiento con el
constructor y la decisión de reiniciar de nuevo las obras, pero eliminando la
cuarta planta prevista, con lo cual, de haberse construido ésta, el impacto
visual sería todavía mayor.
Como centro escolar responde a un esquema en L, en torno a un amplio
patio con tejavana en la planta baja, desde la que se accede a las aulas y a las
cajas de escaleras con la fachada principal al norte, dejándose las plantas altas
para los internos y los apostólicos. Un pasillo que da al patio, permite el acceso
a las distintas estancias, desde las dos cajas de escaleras.
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La estructura es a base de muros de carga de mampostería muy sobrios
con discretos recercados en las ventanas y forjados intermedios de madera, al
igual que la estructura de la cubierta que se remata con teja plana francesa.
- En 1.927 se puede ver por primera vez, el anteproyecto de promoción
municipal del Colegio de Real Aquende del entonces arquitecto municipal
Fermín Álamo que presenta el mismo proyecto en Logroño, de donde también
es primer técnico municipal para el grupo escolar Gonzalo de Berceo .
Es dos años después cuando se concreta y se dibuja el proyecto
definitivo que contempla una única planta con dos cuerpos paralelos, el
principal con las aulas, servicios y la zona de profesores y el posterior con la
cocina-comedor, biblioteca, museo y enfermería.
Cuenta con un patio central cubierto y sendos patios al aire en cada
extremo. La composición de la fachada principal es muy limpia y clásica,
dominada por unas pilastras como elementos de ritmo y con una
ornamentación más elaborada en la parte central, la del acceso principal.
Sin otra documentación disponible, nos encontramos con una
perspectiva de 1.929, año de la construcción que muestra el mismo proyecto,
pero ahora de dos plantas que es lo que finalmente se construyó, respetando
casi en su totalidad la idea inicial, pero magnificando el patio central cubierto,
con una cota inferior a la del resto del centro y creando una zona porticada
interior a su alrededor para el acceso a dos nuevos cuerpos en planta baja y
primera que surgen ocupando una importante parte de los patios descubiertos
del proyecto inicial que quedan reducidos a su mínima expresión.
Indicar que Fermín Álamo hace un estudio del entorno que rodea al
centro en su proyecto, teniendo contemplado todo el tratamiento del exterior
que inicialmente no se realiza, llegando incluso al diseño de un muro ataluzado
en el río, a las barandillas y a unas elegantes farolas que lamentablemente se
quedaron en dibujo.
- Es en el año 1942 cuando las Hermanas de la Sagrada Familia que
disponen desde los años veinte de un colegio de planta rectangular, contenido
y sobrio, encargan a los arquitectos vitorianos Jesús Guinea y Emilio de Apraiz
un proyecto de ampliación muy ambicioso.
La imagen final debía ser de una gran majestuosidad con dos volúmenes
en los extremos y un cuerpo anexo en el ala central que sería la capilla. Lo
proyectado consta de un primer cuerpo perpendicular al edificio existente que
debía rematarse con otro cuerpo exactamente igual al de los años veinte y
entremedias y al lado contrario situarse la iglesia motivo principal, debiendo
tener finalmente una planta en forma de L.
El esquema interior es muy clásico con pasillo lateral y aulas dando al
patio en el ala de la L y a ambos lados en los dos edificios de los extremos: el
existente y el de nueva creación que nunca llegó a realizarse, de ahí el peculiar
y atípico aspecto externo del colegio, en uno de cuyos extremos pueden
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apreciarse las esperas del ladrillo de las fachadas para la ejecución del último
cuerpo inexistente a fecha de hoy.
El tratamiento exterior impregnado de un pseudo-goticismo, en boga en
esa época en la que se mezclan deliberadamente educación y religión, queda
definido por los huecos ojivales utilizados tanto en la capilla como en el patio
porticado, adquiriendo esos elementos el protagonismo que los proyectistas
deseaban.
No se escatima en los medios de construcción con un cuidado
tratamiento exterior en raseo y abundante uso del ladrillo y otros buenos
materiales, pero el proyecto no se puede completar.
- De promoción privada (también religiosa como el colegio de los
SS.CC.), es el Colegio de las Monjas Josefinas con un elaborado proyecto,
obra del arquitecto Anastasio de Arguinzoniz, solicitándose la licencia de obras
en marzo de 1.950.
Se trata de un edificio exento en medio de una parcela de generosas
dimensiones y que cuenta con una vivienda unifamiliar de dos plantas en uno
de los extremos de la propiedad. Es de planta cuadrada y tres alturas y tiene un
patio porticado en la planta baja. Dispone de una escalera principal y dos
laterales. La planta baja acoge tres grandes aulas, la recepción, las zonas de
comedor y lavandería, despensa y cocina, así como una capilla para el culto.
En la planta primera están los dormitorios para las internas, el convento
propiamente dicho con las celdas, plancha, ropería, salas de labor, cocina,
enfermería y salas de estudio, quedando casi diáfana y sin uso continuo la
segunda planta.
En la ejecución de las obras se simplifican detalles en la cubierta
principal respecto al proyecto, eliminando un vistoso peto y lo mismo ocurre en
la puerta principal de acceso, quitándose también los recercados de la planta
segunda que queda en un plano continuo, sin resalte alguno.
Se trata de un edificio singular, con notable utilización de medios y con
recursos estilísticos poco propios de edificios religiosos, en esa época como los
remates cilíndricos de las cuatro esquinas del edificio que aligeran visualmente
el conjunto haciéndolo más liviano que si se hubiese recurrido a aristas vivas.
- También en 1957 se solicita licencia de obras para la construcción de 8
escuelas unitarias que constituyen el denominado Colegio Altamira, entrando
en funcionamiento en 1961 por lo que celebra sus bodas de oro en 2011.
El proyecto es obra de Marcos Rico Santamaría, arquitecto asesor del
ministerio de Educación que plantea una solución totalmente lineal, sin
sorpresas, repitiendo el esquema de pasillo y aulas a un costado y al fondo y
únicamente “sorprendiendo” con sendas escaleras de descansillos curvos que
se manifiestan en el exterior, rompiendo el volumen tan canónico y predecible
del edificio.
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De nuevo se recurre casi inevitablemente al ladrillo caravista en las
fachadas, junto a los recercados de las ventanas para tratar de aligerar en lo
posible los volúmenes resultantes, pero sin mayores alardes.
- Como 1957 es un año prolífico para los centros educativos en Miranda,
se empieza la construcción de la segunda fase del Poblado Obrero de Fefasa
(la primera se inicia en 1951) y en ella como elementos estrella figuran una
generosa zona deportiva, una espectacular iglesia y sendos Centros
Escolares, para niños y para niñas a ambos lados del centro citado,
acabándose en 1958.
El proyectista del Poblado es el arquitecto Antonio de Aldecoa y elabora
soluciones distintas para cada uno de los centros. El de los niños regido por los
hermanos de la Salle es de disposición canónica, muy racional con amplios
pasillos y abundancia de superficies acristalas en la mayoría de las estancias,
particularmente en las aulas, lo que proporciona una agradable y casi
imperceptible sensación de ligereza visual que hace el centro más atractivo que
uno convencional de esa misma época.
El centro escolar de las niñas dirigido por las Misioneras de Acción
Parroquial sorprende agradablemente porque es completamente diferente,
adoptando en la zona de enseñanza una planta con dos pasillos paralelos, pero
de diferente longitud que recogen las aulas y sus servicios, girados respecto al
eje del pasillo, con orientación sur, lo que proporciona una movilidad visual y
una gran frescura al edificio que acoge también todas las estancias específicas
destinadas a la estancia y oración de las hermanas cuidadoras del centro.
Se repiten las amplias superficies acristaladas en la práctica totalidad de
las estancias de día, dando una sensación muy notable de ligereza y amplitud.
Los materiales empleados son fundamentalmente el ladrillo caravista
junto al hormigón armado en ciertos paños, siendo las cubiertas originales de
ambos centros de fibrocemento que posteriormente serían sustituidas por
paneles sándwich con acabado metálico, como puede apreciarse en el actual
Colegio Los Angeles (antes centro escolar de niños), único vestigio del
conjunto original, al ser demolido lamentablemente en los años ochenta, el
grupo escolar de las niñas.
- El Instituto Laboral, hoy Fray Pedro de Urbina, se edifica en 1.957,
un año muy significativo para los centros escolares mirandeses, como se ve.
El proyecto es obra del arquitecto José Antonio Corrales, en esa época,
una de las referencias de la arquitectura más moderna.
Proyecta dos bloques paralelos en planta unidos por una rampa,
huyendo de las escaleras de siempre. Dispone las aulas en dos plantas con un
gran porche frente al patio posterior descubierto.
Llama la atención que frente a la escasez de medios económicos de esa
época, recurre al hormigón armado que deja visto en todas las zonas de
circulación y lo trata mediante abujardado, mezclándolo con ladrillo caravista
con las cubiertas a una sola agua rematadas con placas de fibrocemento y con
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unos elementos móviles del mismo material delante de los ventanales que
fueron eliminados a mitad de los años ochenta. Se aprecia otro tipo de detalles
como la colocación de placas de madera prensada como absorvente acústico.
Corrales hace una obra espontánea, natural, más próxima a tendencias
del exterior que a lo que se “lleva” en la arquitectura española del momento.
Los volúmenes que crea tienen frescura y protagonismo.
En 1.985 se revisa el proyecto tratando de actualizar algunos aspectos
que o bien no se habían contemplado en origen o surgen como consecuencia
de las nuevas políticas educativas. Así los arquitectos Miguel Ángel Martínez y
Fernando Zapater llevan a cabo la Adaptación y Reforma del centro que pierde
los elementos móviles, las placas de fibrocemento que son sustituidas por
sándwich metálico de un llamativo color rojo y se modifican las oficinas de
secretaría, el bar, se revisa la iluminación del gimnasio, se sustituye toda la
carpintería exterior, inicialmente de madera por otra de aluminio también de
color rojo y se actualiza toda la electricidad.
Inevitablemente se desvirtúa bastante la imagen original, si bien hay que
señalar que este edificio está considerado como uno de los mejores ejemplos
arquitectónicos con sello propio de finales de los años sesenta, en el ámbito de
la arquitectura escolar.
- En octubre del año 1964, los Hermanos de la Inmaculada Concepción,
conocidos en Miranda como “los Holandeses” por estar en ese país la base de
la congregación, presentaron en el ayuntamiento el proyecto de un gran
complejo escolar, destinado inicialmente para los postulantes a entrar en su
orden, concebido por el arquitecto riojano Rafael Gil-Albarellos de las Rivas
que inaugurado en 1967, se denominaría Juan XXIII.
En 1984 pasa a ser propiedad de los Jesuitas y actualmente es el
Instituto Técnico Miranda, centro de formación profesional de la Cámara de
Comercio de Miranda.
Se trata de un conjunto con varias zonas diferenciadas a partir de un
cuerpo central de cuatro alturas, al que se articulan varios bloques de
diferentes alturas que acogen de modo específico distintos tipos de servicios,
tales como el propio convento, la zona religiosa con la capilla, el área de
administración, la zona docente, el gimnasio y el área de juegos y la zona de
residentes en la planta más alta.
Todo se relaciona a través de grandes y espaciosos pasillos y
conceptualmente, si bien en una primera mirada todo aparenta un claro orden,
en la práctica queda un tanto desdibujado por las distancias entre las diferentes
estancias y servicios.
La funcionalidad está presente en cada una de las zonas, sin
concesiones ni experimentos arquitectónicos de ningún tipo. Incluso la zona
más vistosa, la de la capilla con cubierta en sierra, presenta un aspecto
hermético y muy sobrio, relazado siempre como en el resto del centro por la
omnipresente presencia del ladrillo caravista de color rojo que parece una
constante en los edificios escolares durante ésta y las siguientes décadas.
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- La Junta Provincial de Construcciones Escolares construye en 1.968
según proyecto del arquitecto Marcos Rico, el Colegio Cervantes,
sustituyendo a las antiguas Escuelas Unitarias de Allende que resultaban
escasa de capacidad y con instalaciones muy obsoletas.
El nuevo edificio es de sencilla factura con un bloque lineal en planta
articulado con la caja de escaleras central y un esquema tradicional exento de
soluciones nuevas: pasillo lateral y aulas a un lado con tres alturas, siendo la
tipología que se impulsa desde el Ministerio en esos años, tratando de
simplificar la solución arquitectónica con ánimo de abaratar costos.
Estructuralmente se recurre al hormigón armado, junto al ladrillo
caravista en entrepaños y sorprende por lo inhabitual, la elevada proporción
entre hueco (zonas acristaladas) y lleno de la fachada de las aulas,
recurriéndose a sencillos ventanales apaisados para iluminar y ventilar los
pasillos.
Como es bastante habitual, se utiliza el porche bajo el edificio, como
patio cubierto que se abre al patio tradicional.
- El colegio Príncipe se levanta en 1.970 en el entonces extrarradio de
la ciudad. Es obra del arquitecto Luis Vázquez de Castro y presenta una
solución muy tradicional de sendos bloques paralelos que acogen una sala
central de usos múltiples y otras dos laterales para trabajaos manuales, todo
ello en planta baja. El centro se desarrolla en tres alturas: planta baja y dos
alzadas, unidas por dos cuerpos de escaleras.
En planta baja el cuerpo trasero contiene los servicios, tales como
aseos, vestuarios, cocina y almacén y el cuerpo delantero da forma al porche
cubierto situado frente al patio abierto, tan repetido en la arquitectura escolar
“oficial”. En las plantas superiores, dos aulas a uno y otro extremo de las cajas
de escaleras y los aseos entre ellas, componen una solución formal simple y
funcional por encima de cualquier alarde arquitectónico.
Las soluciones constructivas son muy similares a las del centro antes
descrito, salvo que el ladrillo se rasea y que se utilizan unos lucernarios en el
techo de la sala de usos múltiples como elementos distintivos.
- En el barrio de Las Matillas a lo largo de 1.976 se edifica el colegio
público del mismo nombre. Estamos en la estela de la crisis del petróleo de
finales de 1.973 y las directrices del Ministerio son muy claras en lo referido a
máxima simplicidad y soluciones contenidas.
El arquitecto Jaime de Alvear proyecta un bloque lineal, extremadamente
sencillo de tres plantas y que cuenta con el repetido porche en un extremo de
la planta baja. En ese tiempo la religión sigue teniendo un peso específico
importante en la educación y es curioso observar como la sala de uso múltiple,
cuenta incluso con una zona dedicada al culto para cuando se celebren actos
religiosos. Por primera vez se ve también que se incorpora la vivienda del
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conserje dentro de la edificación y en la planta baja los servicios generales y
del profesorado ocupan gran parte del espacio.
En las plantas primera y segunda que son casi perfectamente
simétricas, un pasillo central articula y da acceso a la vez a las aulas situadas a
uno y otro lados, con un aula central dedicada a la tecnología, materia que se
empieza a enseñar por entonces.
Los materiales y acabados son de una gran sencillez y en la
composición de las fachadas, no hay prácticamente concesión alguna a
cualquier detalle arquitectónico. Es un fiel reflejo de los tiempos que corren.
- A comienzos de 1982, encontramos otro de los últimos ejemplos de
centro escolar de promoción pública, el Colegio de Anduva.
Se trata de un proyecto modular del Ministerio de Educación repetido por
toda la geografía española indiscriminadamente. Es obra del arquitecto José
Martínez Villaseñor y recoge el esquema tradicional de dos bloques paralelos.
Las dimensiones son mayores que en otros centros anteriores y el patio central
que tiene en sus extremos sendas escaleras que recorren verticalmente todo el
edifico, está en esta ocasión cubierto en la última planta, originalmente la
tercera.
Tal y como puede apreciarse en la documentación gráfica, el proyecto
que se presenta al Ayuntamiento de Miranda de Ebro, para la solicitud de la
licencia de obras, el edificio se asienta sobre una superficie perfectamente
horizontal que contrasta con la topografía sobre la que está construido que
presenta una elevación importante. De hecho el aparcamiento de vehículos
frente a la fachada principal que figura en el proyecto, no es viable, porque se
necesita una rampa de considerable pendiente para acceder, lo que impide en
la práctica el citado aparcamiento. De igual modo aparecen de nuevo porches
bajo el edificio en la parte posterior como consecuencia de la diferencia de
cotas entre el terreno propio y el circundante, dando lugar a una nueva planta
que se recoge en la documentación que se presenta de manera casi
esquemática como Documentación Final de Obra.
Es el proyecto estrella del Ministerio que con soluciones de detalle
elaboradas, como el diseño muy simplificado de tabiques que fácilmente
podían hacerse desaparecer o modificar para adaptar el centro a las distintas
necesidades o planes educativos y otros detalles menores en carpinterías,
presenta unos alzados recios, con una composición muy clara con los pilares
de hormigón armado acanalados, envolviendo las bajantes de aguas pluviales,
marcando las verticales para aligerar el importante volumen del conjunto y
jugando con acierto con los entrepaños de ladrillo caravista y la presencia de la
considerable cubierta de teja que remata el conjunto.
Sin ser una solución autóctona de ninguna región española, sino
pensado para todas ellas, es sin duda una muestra muy válida de proyecto en
el que forma y función dan lugar a un aceptable conjunto.
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- Finalmente en 1.985 se solicita la licencia para la construcción del
Colegio de E.G.B La Charca en el que interviene en la redacción del proyecto
los arquitectos Marcos Rico, J.L. García-Gallardo y Gonzalo Olano, que celebra
este año su 25 aniversario, dado que su inauguración y puesta en servicio se
hizo durante 1986.
Respecto al centro anteriormente descrito, éste resulta muy sencillo, con
soluciones simples, el porche cubierto en planta baja que inevitablemente se
sigue repitiendo y si bien el esquema de pasillo central y aulas a ambos lados,
no aporta nada novedoso, llama la atención la existencia de dos escaleras, la
interior a la que se accede desde el propio centro del edifico y otra en un lateral
que comienza en el porche exterior, no se sabe bien con que objeto o por qué.
El tratamiento exterior con cubierta a cuatro aguas y fachadas de
caravista repite esquemas de siempre y compositivamente y a nivel funcional,
no aporta nada nuevo.
Con posterioridad en 1988 se proyectó y construyó otro pequeño centro
anexo que albergaba dos unidades de preescolar y una de educación especial.
Con un planteamiento y un programa totalmente diferentes al estar todo el
edificio desarrollado en planta baja, las aulas se orientan fundamentalmente al
sur con grandes superficies acristaladas y estéticamente una fuerte y marcado
elemento horizontal de remate en su cubierta plana, totalmente extraña en
Miranda, define el carácter del edificio claramente opuesto al del centro
principal.
Julio Santamaría López-Linares
Arquitecto
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