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EL DIR COMO INSTRUMENTO CLAVE PARA LA TAREA EDUCATIVA Figura: Caravaggio, La cena de Emaús (1601-1602) Introducción Pueden servir como punto de partida unas palabras del Papa Francisco dirigidas a los universitarios de Cerdeña. En ellas ofrece una visión del mundo en el que vivimos, así como los puntos que pueden marcar la actuación de nosotros los cristianos: (…)Y por esto me dejo guiar por un párrafo del evangelio, haciendo una lectura 'existencial', la de los discípulos de Emaús: dos discípulos de Jesús que después de su muerte retornan a su pueblo. He elegido tres palabras clave: desilusión, resignación, esperanza. Estos discípulos (…) están desilusionados por como acabaron las cosas. Un sentimiento análogo lo encontramos también en nuestra situación actual: la desilusión, debido a una crisis económico-financiera, pero también ecológica, educativa, moral. Ante esta realidad ¿Cuáles son las reacciones? Volvamos a los dos discípulos de Emaús: desilusionados delante de la muerte de Jesús se muestran resignados y buscan huir de la realidad, dejan Jerusalén.(…) Delante de la crisis nos podemos resignar, ser pesimistas hacia cualquier posibilidad eficaz de intervención. Pienso que no sea una vía que debemos recorrer, pero que justamente el momento histórico que vivimos nos empuja a buscar y encontrar las vías de esperanza, que abran nuevos horizontes a nuestra sociedad. Y aquí está el precioso rol de la universidad como lugar de elaboración y transmisión del saber, de formación de la 'sapienza' en el sentido más profundo del término, de educación integral de la persona. 1 1. Los desafíos del individualismo y el relativismo El Documento de trabajo para el Sínodo de los obispos en la XIII Asamblea General Ordinaria sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana, 2012, dice en el capítulo IV titulado “Transmitir la fe, educar al hombre”: “Las raíces de la emergencia educativa actual pueden ser descubiertas en el imponerse tanto de una antropología caracterizada por el individualismo, como de un doble relativismo, que reduce la realidad a una mera materia manipulable y la revelación cristiana a un mero proceso histórico privado de carácter sobrenatural” (n. 151). Efectivamente, vivimos unos momentos en los que fruto del individualismo el hombre busca desarrollarse sólo por sí mismo, sin imposiciones de nadie, es decir, excluye a los demás de su desarrollo como persona eludiendo cualquier tipo de diálogo. Por su parte, el relativismo rechaza cualquier tipo de imperativo moral, dejando a la decisión del consenso la valoración de conceptos básicos para la vida del hombre. También la revelación de Dios, al ser vista como un acontecimiento histórico pasa a considerarse relativa, eliminando cualquier huella sobrenatural. En conclusión, se vive en un mundo sin Dios, o en el que Dios no tiene ninguna relevancia para el comportamiento personal y social. Ante este panorama claramente nuestro objetivo desde las instituciones educativas es educar mostrando qué y cómo es la identidad cristiana. ¿ De qué modo? Primeramente, en el supuesto de que los docentes son cristianos que procuran hacer viva su fe contando con la ayuda imprescindible de los sacramentos, y en segundo lugar tratando de conciliar fe y razón tanto en las inteligencias de los profesores, como en el contenido curricular de las asignaturas que se imparten y en el de las actividades a las que se anima a participar, evitando, además del relativismo y del individualismo, dos peligros: el voluntarismo y el fideísmo. Para evitar el individualismo imperante, se ve necesario recuperar el sentido de la Iglesia como germen de solidaridad que nos introduce en la “solidaridad de Dios”. La educación necesita la cercanía y confianza que nacen del amor y la participación de la vida divina nos hace profundamente solidarios entre nosotros. La Iglesia es, debe ser, el marco en el que se “educa la fe”. 2 En segundo lugar, para combatir el relativismo hemos de educar desde la relación entre la fe y la razón, lo que implica un doble movimiento: Ensanchar los límites de la razón (cf. el siguiente apartado sobre el “orden de la razón” y cf. también la sesión sobre la interdisciplinariedad). La razón analiza la captación de la realidad que le ofrece la experiencia de los fenómenos a través de los sentidos externos e internos, y se mantiene abierta a la comunicación con los demás y al amor. Mantener la apertura de la persona hacia la trascendencia. Esto lo aporta ya, a través de la confianza y del amor, una razón humana suficientemente abierta, pero lo garantiza en sentido pleno la fe cristiana. (cf. encíclica Lumen fidei, 29-VI-2013, partícularmente en el capítulo 2º). 2. ¿En qué consiste el “orden de la razón”? En su tratado sobre las virtudes fundamentales (Rialp, 3ª ed, Madrid 2010, pp. 225-228), se pregunta Josef Pieper en qué consiste el “orden de la razón” como marco antropológico de una recta moral. Y pone cuatro condiciones para que la razón humana pueda considerarse como tal, es decir, auténticamente humana: 1. La razón tiene relación no sólo con un esquema mental, sino con la realidad. Es decir, no una razón conceptualista (que se queda en las ideas), sino abierta a toda la realidad (en conexión con la evangelización, vid. las reflexiones del Papa Francisco en Evangelii gaudium, nn. 231-233). 2. La razón humana no se limita a lo que se pueda conocer del orden natural, sino que está también abierta a lo que aporta la Revelación divina (es razonable estar abierto a lo que nos supere de la realidad). Es decir, no una razón racionalista, sino abierta a la razón misma de Dios, y de este modo la razón humana no deja de ser razonable sino que se abre a una razón mayor que garantiza al hombre su propia razón. En esta perspectiva hacer caso a la Revelación no sólo es razonable, sino el ejercicio más alto de la razón; esto no quiere decir que la razón humana de por sí pueda conocer las cosas divinas, pero sí tiene acceso a ellas por la Revelación. 3 3. La razón no debe ser entendida en sentido “ilustrado”, es decir, una razón que se erige a sí misma como dios que dictamina la verdad y el sentido de las cosas (eso no es razonable). No, por tanto, a una razón “ilustrada”, si por ello se entiende una razón atea que niega por ejemplo el pecado original en nombre de una bondad natural del hombre que no necesitaría de ninguna redención. 4. La razón no se reduce a la consideración de los aspectos espirituales del hombre, esto lleva a decir no a una razón “espiritualista”, que no considera la bondad originaria y, por tanto, no aprecia el lugar de la materia, del cuerpo y de las demás realidades creadas y de la vida ordinaria en relación con el sentido de la vida y el destino último de las personas. Todo esto tiene indudablemente grandes repercusiones sobre la educación. Bastaría preguntarse si la dimensión razonable de la fe que tratamos de educar cumple esas condiciones en la práctica: (1) Una razón no “conceptualista”; preguntarnos si enseñamos a razonar sobre la fe, si damos argumentos sólidos (adecuados a cada etapa educativa) y si esos argumentos están al servicio de la vida cristiana, es decir, a la oración y a los sacramentos, a la preocupación por las necesidades materiales y espirituales de los demás. (2) Una razón no racionalista; preguntarnos por el lugar que tiene en nuestra tarea educativa la gracia de Dios, si damos la debida importancia a la Sagrada Escritura o a la liturgia como manifestaciones concretas de Dios en el mundo y caminos por los que nos ofrece su propia vida. (3) una razón no ilustrada en el sentido de la ilustración atea; preguntarnos si tenemos en cuenta el realismo de la historia de la salvación, por ejemplo en cuanto al sentido del pecado, para educar curando las “heridas” que ha dejado en la inteligencia, en los afectos, en la relación con los demás. (4) una razón no espiritualista; preguntarnos si efectivamente damos valor a todo lo que Dios ha creado, y por tanto, a las auténticos avances de las ciencias y de las humanidades y de las artes; si educamos para mejorar el trabajo humano, la vida de familia y las relaciones humanas, sabiendo que todo eso puede y debe mejorarse con la ayuda de Dios. 4 3. Jesús es la Palabra que ilumina e impulsa nuestra vida Volviendo al pasaje de los discípulos de Emaús, vemos que Jesús es la REVELACIÓN CRISTIANA en plenitud, que ilumina sus inteligencias: les ayuda a comprender que todo lo sucedido se explica como cumplimiento de las Escrituras y ellos le reconocen en la fracción del pan. Podemos distinguir en los discípulos de Emaús a muchas de las familias de nuestros colegios, así como a los profesores del s.XXI, pues todos estamos necesitados de una profundización en nuestra tarea educativa en el horizonte de la verdad, del bien y de la belleza. La experiencia cristiana de los discípulos de Emaús, es una experiencia que tiene aspiración de totalidad. Conduce a la conversión personal, a la FE en Cristo y a comunicar esa fe, como dice Lc 24, 33 “Y al instante se levantaron y regresaron a Jerusalén, y encontraron reunidos a los once….y se pusieron a contarles lo que había pasado en el camino…”. Analicemos lo sucedido. En la experiencia de su caminar con Cristo, Él les ilumina sus inteligencias de modo que les interpela totalmente, hasta el punto de hacer que su corazón arda mientras les hablaba en el camino. Esto puede hacernos ver cómo La dimensión intelectual de la fe, cuando está bien integrada en la totalidad de la persona, puede ser, y es con frecuencia el inicio de una auténtica conversión cristiana (que es una conversión religiosa, y tiene también dimensiones intelectuales y morales, culturales y sociales) en las vidas de padres-profesoresalumnos. También nosotras tenemos la experiencia de que Él nos ha hablado (¡a mí y a cada una!), de modos diversos, en el camino que hemos ido recorriendo en estos últimos años. 4. El DIR como instrumento para la educación en la fe El DIR (Departamento Interdisciplinar de Religión, o también podría traducirse Departamento Interdisciplinar de Razón y Fe, en terminología anglosajona IRD), tiene como misión iluminar las inteligencias para ayudar al Espíritu Santo a que actúe en el corazón y la voluntad de las personas que integran el colegio, actuando externamente como un Equipo Técnico más que ilumina a todo el resto de equipos técnicos. Es instrumento para poder hacer frente tanto al individualismo como al relativismo. 5 La asignatura de Religión se debe impartir con altura en todas las etapas escolares. Por eso, los miembros que componen el DIR han de comprobar concretamente el nivel de conocimiento de la fe, o, como suele decirse, el nivel de formación “doctrinal” en las familias, en las profesoras (tanto a nivel personal como en el contenido de las asignaturas que imparten), y en las alumnas. En el caso de colegios con minoría de creyentes, el DIR debe seguir sobre todo los caminos de la antropología cristiana que iluminan el sentido de la vida. En un colegio el DIR depende de jefatura de estudios por dos razones: 1ª Por articular la relación entre fe y razón, y de este modo mostrar la realidad como algo no manipulable. Cada una de las disciplinas impartidas en el colegio, a la hora de organizar tanto el contenido como las actividades, debe acudir al DIR para articular dicho contenido, haciendo ver cómo la Fe vivifica e ilumina a la Razón, al mismo tiempo que la Razón ayuda a comprender, vivir y manifestar la fe. Claramente esto necesita emplear una razón más amplia que la puramente experimental, es decir, una razón humana abierta a los sentidos internos (memoria, imaginación, estimativa, sentido común), a las tradiciones humanas (dimensión social) y a la trascendencia (en nuestro caso, abierta a la fe cristiana y, por tanto, a los contenidos de la Revelación). La reflexión sobre esos contenidos desde una “fe vivida” es la teología (cf. Francisco, Mensaje a las Academias Pontificias, 28-I-2014; R. Pellitero, La teología ciencia de la fe vivida, en www.analisisdigital.com, 3-II-2014). 2ª (EL DIR debe depender de la jefatura de estudios) porque la Teología es una “ciencia” sagrada. Ciencia no menor que las otras sino al contrario, pues es participación del conocimiento de Dios que es a la vez su amor (cf. S. Th, I, q2, a2). Las fuentes de la teología son sagradas, pero no por eso son peores o inferiores sino mejores y superiores fuentes de información verdadera, cierta. Realmente hoy se habla de una sola fuente: la Revelación, que, al realizarse en una historia de la salvación, se hace tradición; una tradición que va fijando la Sagrada Escritura y cuya interpretación garantizada por el Magisterio de la Iglesia. Por tanto, podemos contar con tres elementos que están interconectados: Tradición, Sagrada Escritura y Magisterio. 6 Algunos medios fundamentales para trabajar este objetivo Entre los medios de que disponemos para trabajar en la educación de la fe, proponemos comenzar por tres: - En primer lugar, el CEC, que hemos de redescubrir como instrumento de referencia propuesto por la Iglesia Católica para el siglo XXI (cf. libros de A. Aranda y R. Pellitero citados en la bibliografía). - Segundo, la Sagrada Biblia, libro que recoge la Revelación, tal como se nos entrega a través de la Historia de la salvación, cuya plenitud es Jesucristo. - Tercero, trabajar el vocabulario cristiano recuperando el sentido original de los conceptos que ayudan a educar en la fe cristiana. Y no porque la fe cristiana consista sin más en una pura colección o sistema de conceptos. Como bien dice Santo Tomás, nuestra fe no se queda en los enunciados (en las ideas, en las fórmulas de la fe), sino que se dirige a las realidades que esos conceptos expresan (cf. S. Th, II-II, q1, a2, ad2: “Actus credentis non terminatur ad enuntiatum, sed ad rem”). 5. Objetivos a corto plazo: formación, diálogo, trabajo interdisciplinar. Para llevar a la práctica nuestro trabajo, desde sus presupuestos, con los desafíos que tenemos y los instrumentos que contamos, cabe proponer tres objetivos a cortos plazo: 1. Formación permanente en cada curso escolar para el profesorado de religión y así conseguir que aprendan a programar, ya que educar en la “trascendencia” no es tarea fácil y requiere mucha reflexión; aprender a calificar basándose en las fuentes de la revelación como argumentos de fondo y en actividades que faciliten el aprendizaje como argumentos de conveniencia. Hay que tener en cuenta que lo que buscamos no es una formación “doctrinal” separada de la vida, sino una formación como luz que lleva a vivir y como luz que surge del vivir humano cristiano de cada persona, para vivificar e iluminar a otros, también en su vida humana. 2. En la elaboración de la programación de dicha asignatura deberá estar establecido de forma sistemática el diálogo padres-profesoresalumnos mediante actividades que aporten formación para facilitar la reflexión y suscitar una apertura a la Fe, una auténtica “conversión familiar”. Dichas actividades están enfocadas a mostrar los perfiles intelectuales, morales y sociales del cristianismo. Todo ello, en continuidad con un auténtico humanismo y, al mismo tiempo, 7 señalando la novedad del cristianismo, que es precisamente lo que lleva a plenitud la vida humana cuando es auténticamente vivido. 3. Articulación de proyectos de investigación interdisciplinares en todas las etapas educativas sobre dos temas de fondo: compatibilidad fe-razón y devolver la Memoria Histórica a la Iglesia. Las bases para trabajar desde la relación entre fe y razón ya han sido expuestas más arriba. En cuanto a devolver la Memoria Histórica a la Iglesia, se trata de distribuir los acontecimientos históricos en los que la Iglesia ha sido protagonista para elaborar documentos que ayuden a cambiar la visión negativa que hasta ahora han tenido. CONCLUSION Hemos visto como el DIR es un buen instrumento para asumir los presupuestos de la educación en la fe, responder a los desafíos que tenemos, utilizar los instrumentos más eficaces de que disponemos y trabajar de modo interdisciplinar. Para esto se requiere un equipo concreto, proyectos y planes concretos, aunque se comience poco a poco. 8 BIBLIOGRAFÍA BÁSICA - Cf. Papa Francisco, Encíclica Lumen fidei, sobre la fe, capítulo segundo: “Si no creéis, no comprenderéis (cf. Is 7, 9)”; exhortación “Evangelii gaudium”, sobre la alegría del Evangelio, 24-XI-2013, nn. 231-233. - Documento de trabajo del Sínodo para la Nueva evangelización y la transmisión de la fe cristiana (2012), n. 151 - Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, q2, a2; II-II, q1, a2, ad2. -J. Pieper, Las virtudes fundamentales, 3ª ed, Rialp, Madrid 2010, pp. 225-228 - A. Aranda (ed.), “Creemos y conocemos”. Lectura teológica del “Catecismo de la Iglesia Católica”, Pamplona 2012 - R. Pellitero, Algunas claves para la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio, en “Servicio de Documentación Montalegre” (Barcelona), nn. 982-983, octubre-noviembre 2012; La sinfonía de la fe. Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica, ed. Promesa, San José de Costa Rica 2013; La teología, ciencia de la fe vivida, en iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com, 5-II-2014. - Mª Jesús Carrión, Papel formativo de la interdisciplinaridad, Departamento Interdisciplinar de Religión, Colegio Senara, Madrid 2013. 9