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7 de diciembre Día de los Derechos Humanos El Cilindro de Ciro. Se cree que la primera declaración mundial de derechos humanos. Photo: © Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons Por Donn Mitchell E n 2008, el Día de los Derechos Humanos celebrará el 60o. aniversario de un evento transcendental. El 10 de diciembre de 1948, en medio de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la valiente voz de la recién formada Organización de las Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, convocando al comienzo “de un mundo donde los seres humanos pueden disfrutar de libertad de expresión y de creencia, y libertad del miedo y la necesidad…” De acuerdo con la profesora de leyes y teóloga católica Mary Ann Gleason, durante los siguientes 60 años, la Declaración Universal “transformó el lenguaje y la textura de las relaciones internacionales, dio legitimidad a los movimientos anticolonialistas, inspiró una nueva forma de activismo Eleanor Roosevelt y ayudó a derrocar regímenes totalitarios.” En su libro “A World Made New,” publicado en 2001, Glendon usó la oración vespertina de la Primera Dama Eleanor Roosevelt, quien presidió la preparación de la Declaración. Mrs. Roosevelt fue miembro de la Iglesia de Santiago, Hyde Park, Nueva York. Todas las mayores religiones mundiales ayudaron a redactor la Declaración que reconoce y define una mayor variedad de derechos que los mencionados en la Carta Magna, la Declaración de la Independencia y la declaración francesa de los Derechos del Hombre. En un cambio que anticiparía los pronunciamientos del Concilio Vaticano II, reunido 17 años más tarde, la Iglesia Católica Romana se unió al Consejo Mundial de Iglesia y a la Conferencia de Lambeth respaldando las provisiones de la Declaración sobre libertad religiosa, posiblemente unos de los más antiguos conceptos de derechos humanos. La Biblia nos dice en el libro de Ezra que “el Señor movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo una proclama en todo el reino y además la puso por escrito…” Esta proclama, escrita en caracteres cuneiformes babilónicos sobre un cilindro de arcilla fue descubierta por los arqueólogos en 1879 y estableció una política de tolerancia religiosa y promovió el bienestar material de los pueblos conquistados. Una replica de este cilindro ocupa un lugar de honor en la sede las Naciones Unidas en Nueva York. SUSCRIBIR Pero la Declaración Universal es mucho más que una declaración de tolerancia. El artículo 18 dice que todas las personas tienen “el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión”, incluyendo el derecho a cambiar su religión o creencia, y la libertad de expresar sus creencias públicamente por medio de la “enseñanza, práctica, culto y observación.” La Declaración de 1981 de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Intolerancia y Discriminación Basada en la Religión o Creencias refinó más estos conceptos para incluir el derecho de las comunidades religiosas para escoger los líderes laicos y ordenados de acuerdo con sus propios criterios. En los Estados Unidos este derecho se encuentra afianzado por una tradición legal que también garantiza el de derecho de los individuos a servir en cualquier capacidad para la cual su comunidad religiosa los considera calificados. El gobierno no puede interferir y es ilegal para los ciudadanos u otros grupos religiosos colaborar cruzando fronteras para frustrar el libre ejercicio de estos derechos y de otras actividades protegidas constitucionalmente. En términos prácticos para la Iglesia Episcopal esto significa que, por ejemplo, un obispo o un guardián mayor tienen el derecho constitucional y eclesiástico a servir en dicha capacidad si la iglesia lo ha autorizado y la iglesia tiene el derecho constitucional para autorizarlo. Por lo tanto, las personas que no están sujetas a la Constitución y Cánones de la Iglesia Episcopal no pueden interferir con el ejercicio de estos derechos. La promoción de la libertad religiosa y otros derechos humanos en la sociedad estadounidense forma parte integral del impulso para su logro en aquellas naciones donde son frágiles o inexistentes. El Día de los Derechos Humanos conmemora la creación de un modelo para un mundo donde la misericordia y la verdad se encuentran, donde la justicia y la paz se besan, un mundo que todavía no existe. Y la epístola para el 7 de diciembre nos recuerda que “para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” Ahora que esperamos y nos preparamos para el adviento de nuestro Señor, oremos que esta esperanza para un nuevo mundo pueda hacerse una realidad viviente. Donn Mitchell es editor del “The Anglican Examiner”, una publicación electrónica sobre religión y política www.AnglicanExaminer.com. Recursos: Texto completo de la Declaración en español y otros idiomas: www.unhchr.ch/udhr/lang/spn.htm Informe del Departamento de Estado sobre la Libertad Religiosa Internacional [en inglés]: www.state.gov/g/drl/rls/irf/2007 Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos: www.ohchr.org/SP/Pages/WelcomePage.aspx Episcopal Public Policy Network: www.episcopalchurch.org/eppn.htm Oración por la justicia social D ios todopoderoso, que nos has creado a tu propia imagen: Concédenos la gracia valiente para luchar contra el mal y no hacer paces con la opresión; y para que nosotros usemos reverentemente nuestra libertad, ayúdanos a usarla en el sostenimiento de la justicia en nuestra comunidades y entre las naciones, para la gloria de tu santo Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén. —Libro de Oración Común, pág. 145 Suscríbase a la lista de correo electrónico en español de Episcopal Life Online, enviando un mensaje en blanco desde la dirección de correo electrónico desde la cual usted quiere suscribirse a join-listaens@epicom.org, indicando en la línea de referencia: Suscribir