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MISION EN LA TIERRA LOS LAICOS Lumen gentium 31: “Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia”. Características de los laicos según Vaticano II: Lumen gentium 31: “El carácter secular es propio y peculiar de los laicos... A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo desde dentro, a modo de fermento. Y así manifiesten a Cristo ante los demás”. Elementos que distinguen a los fieles laicos, según Vaticano II: 1.- Ser llamados por Dios a vivir en el mundo: no simple presencia física, sino presencia vital, de compromiso y de inserción en el orden temporal. 2.- Santificar el mundo desde dentro: Christifideles laici 16 (Juan Pablo II, exhort. apost., 30.12.1988): “Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de Ella, reciben y comparten la común vocación a la santidad”. “Santificar el mundo desde dentro” especifica el deber común de santidad. 3.- Gestionar los asuntos temporales: modo de contribuir a la santidad y al apostolado de la Iglesia = acción libre y responsable en el seno de las estructuras temporales. Virtudes a vivir en la profesión, la familia, las relaciones sociales, etc. La contribución a la misión de la Iglesia es un derecho-deber radicado en el bautismo, que los laicos han de realizar precisamente en el mundo y desde el mundo. Al hablar de la participación de los laicos en la misión de la Iglesia, no cabe expresarse en términos de potestades, porque sólo los ministros sagrados poseen la “sacra potestas” para actuar en el nombre y con la autoridad de Cristo, en virtud del sacramento del Orden. Es preciso expresarse en términos de oficios, encargos y deberes. Los laicos participan, con pleno derecho, en la misión que Cristo ha querido asignarles en la Iglesia, sólo conforme a su condición secular, y en comunión con la jerarquía. Cierto que corresponde a los laicos “una parte propia en la función de santificar, participando activamente, según su modo propio, en las celebraciones litúrgicas y especialmente en la Eucaristía” (CIC 835, 4). Pero ni los actos litúrgicos, ni las oraciones y obras de caridad y de penitencia, son válidos por sí solos para que los laicos cumplan su oficio santificador. Necesitan unir su esfuerzo en las tareas seculares con los canales divinos de santificación. Basándose en el sacerdocio común de los fieles, el Concilio Vaticano II (Lumen gentium 34) habla así de los laicos: “todas sus obras, oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso espiritual y corporal, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo, que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen con toda piedad al Padre junto con la oblación del Cuerpo del Señor. De este modo, también los laicos... consagran el mundo mismo a Dios”. El apostolado recorre los tres oficios de los laicos, pero más en especial el de enseñar. Consiste en acoger el Evangelio y darlo a conocer a los demás. En esto consiste la función profética de los laicos. Es decir: 1. adquirir la mejor formación posible en la doctrina católica, 2. hacer que la luz de la fe y de la moral cristianas resplandezcan en sus obras y decisiones, 3. “trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y aceptado en todas partes” (Apostolicam actuositatem 3). El apostolado es un derecho-deber de todos los laicos, enraizado en el Bautismo y en la Confirmación, y en particular en las circunstancias en que sólo por medio de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo. Hay muchos modos de poner en práctica este derecho-deber: conversación privada, enseñanza, catequesis, escritura, medios de comunicación, etc., y su lugar abarca todo el ámbito de la sociedad civil: lugar de trabajo, hogar familiar, etc. El deber de hacer apostolado de los laicos no se limita a un testimonio callado. Condición primera de todo apostolado es siempre el ejemplo, la coherencia cristiana o unidad de vida personal, pero que avala con eficacia lo que se enseña. San Josemaría Escrivá (Es Cristo que pasa 122): “para el cristiano, el apostolado resulta connatural; no es algo añadido, yuxtapuesto, externo a su actividad diaria, a su ocupación profesional”. Lo específico de los laicos en este campo es ordenar hacia el Reino de Dios las estructuras temporales y la entera sociedad humana. Christifideles laici 14: “Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del universo, los fieles laicos participan en su oficio real y son llamados por El para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia (...). Están llamados de modo particular para dar de nuevo a la entera creación todo su valor originario. Cuando mediante una actividad sostenida por la vida de la gracia, ordenan lo creado al verdadero bien del hombre, participan en el ejercicio de aquel poder con el que Jesucristo resucitado atrae a sí todas las cosas”. VIDA CONSAGRADA La constituyen los “institutos religiosos”, los “institutos seculares” y los ermitaños. A ella se asemejan las “sociedades de vida apostólica” y el orden de las vírgenes. Es una forma estable de vivir que se origina por la profesión de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en un instituto aprobado por la autoridad eclesiástica. Rasgos esenciales:- forma estable de vivir, - nueva consagración a Dios, - testimonio público de la vida nueva y eterna de Cristo Redentor, en virtud de la profesión (votos u otros víncu- los sagrados) de los consejos evangélicos, - en vistas a una misión apostólica determinada. Otros elementos, como la vida en comunidad o la separación del mundo, no entran en el concepto genérico de vida consagrada, porque no son aplicables a todas y cada una de sus formas. Los consagrados pueden ser tanto clérigos como laicos: o se es ministro sagrado por haber recibido el sacramento del Orden, o no cabe más opción que ser incluido entre los laicos. Pero CIC 588: “el estado de vida consagrada, por su naturaleza, no es ni clerical ni laical”. Y Vita consecrata 31 (25.03.1996): es “una vocación distinta y una forma específica de consagración, en razón de una misión peculiar”. La Iglesia elevó la vida consagrada a la dignidad de “estado canónico”. Existen varias clasificaciones: contemplativos o activos, de clérigos o de hermanos, de derecho pontificio o diocesano, etc. Dos tipos principales:- institutos religiosos: tienen como denominador común la emisión de votos públicos, la vida en comunidad y el apartamiento del mundo; - institutos seculares: vida de consagración porque sus miembros, que viven en el mundo, realizan la profesión de los consejos evangélicos, aunque pueda ser de modo privado. Las constituciones particulares determinan qué tipo de vínculos sagrados emiten, si han de vivir en comunidad, etc. Sociedades de vida apostólica: semejante a religiosos (vida en comunidad, fines, pero no profesión pública de los tres consejos evangélicos). 1.- ¿Quiénes son los laicos? Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia 2.- ¿Cuál es la labor principal de los laicos? Santificar el mundo desde dentro (desde su trabajo, desde su familia y deberes) 3.- ¿Qué es el apostolado? Consiste en acoger el Evangelio y darlo a conocer a los demás. Es decir: 1. adquirir la mejor formación posible en la doctrina católica, 2. hacer que la luz de la fe y de la moral cristianas resplandezcan en sus obras y decisiones, 3. “trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y aceptado en todas partes. 4.- ¿Qué es la vida consagrada? Es una forma estable de vivir que se origina por la profesión de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en un instituto aprobado por la autoridad eclesiástica. 5.- ¿La vida consagrada está hecha solo para los clérigos (si-no porque)? Los consagrados pueden ser tanto clérigos como laicos: o se es ministro sagrado por haber recibido el sacramento del Orden, o no cabe más opción que ser incluido entre los laicos. Pero dice el CIC 588: “el estado de vida consagrada, por su naturaleza, no es ni clerical ni laical”. Y Vita consecrata 31 (25.03.1996): es “una vocación distinta y una forma específica de consagración, en razón de una misión peculiar”. La Iglesia elevó la vida consagrada a la dignidad de “estado canónico”.