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CREO QUE JESÚS DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS El Símbolo de los Apóstoles confiesa en un mismo artículo de la fe el descenso de Cristo a los infiernos y su resurrección de entre los muertos al tercer día: “Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos”. Es uno de los artículos de la fe cristiana más desconocido y sorprendente. Para comprender su significado y grandeza debemos beber en diversos manantiales: 1 – En la Escritura: Entre varios textos que nos ofrece, elegimos este: “Jesús bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que subió”(Efesios, 4, 9-10). 2 – En los Padres: Los Padres de la Iglesia han sido muy fecundos en su enseñanza sobre el tema. Estas son palabras de San Cirilo de Jerusalén: “Quien murió y fue sepultado bajó a los infiernos y subió con muchos. Pues bajó a la muerte, y muchos cuerpos de santos fueron resucitados por El. ¡Quedó aterrada la muerte, al contemplar Aquel muerto nuevo que bajaba al infierno, no ligado con sus vínculos! ¿Por qué, oh porteros del infierno, os pasmasteis al ver esto? ¿Qué sorprendente miedo se apoderó de vosotros? Huyó la muerte, y su huída argüía terror. (…) Y comenzó cada uno a decir: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, infierno, tu aguijón?» (1Cor 15,55). ¡Nos ha redimido el Vencedor!”. San Ireneo predicó así: “El Señor descendió a los lugares inferiores de la tierra para anunciar el perdón de los pecados a cuantos creen en El. Ahora bien, creyeron en El cuantos antes ya esperaban en El (Ef 1,12), es decir, quienes habían preanunciado su venida y cooperado a sus designios salvíficos: los justos, los profetas, los patriarcas. Como a nosotros, también a ellos les perdonó los pecados, no debiendo por tanto reprocharles nada, para «no anular la gracia de Dios» (Gál 2,21).” 3 – En los Catecismos: El clásico Catecismo Romano (1,6,3) enseña:“Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abrahán, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos”. Nuestro actual Catecismo de la Iglesia Católica (637) ratifica la enseñanza: “Cristo muerto, en su alma unida a su perdona divina, descendió a la morada de los muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido”. 4 – En la Liturgia: La Oración del Sábado Santo, en la Liturgia de las Horas, reza así: “Señor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo en el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna”. Y la página más sabrosa y conocida la encontramos en la 2ª lectura del Oficio de Lectura del Sábado Santo:“¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo. Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y Eva. El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: “Mi Señor esté con todos” Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: “Y con tu espíritu”. Y, tomándolo de la mano, lo levanta, diciéndole: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz”. Florentino Gutiérrez. Sacerdote Salamanca, 15 de marzo de 2008