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El sistema inmunológico: una máquina darvinista El sistema inmunológico ofrece un ejemplo de transición entre la selección natural en el sentido más clásico, evolución de las especies, y un tipo de selección natural capaz de explicar la racionalidad individual, evolución de configuraciones neuronales en el cerebro. En realidad, el sistema inmunológico es ya un sistema inteligente, pues es capaz de reconocer de modo discriminante a los enemigos del cuerpo. hecho científico 9: Y lo más interesante es que el mecanismo Clarificada la naturaleza de la vida mental que usa en este reconocimiento es asimilable como interconexión de todas las neuronas al algoritmo de selección natural. Se basa en con todas las otras neuronas, las la existencia de replicadores, los anticuerpos, humanidades también se aclaran, puesto que que se reproducen inicialmente en forma la teoría del significado adquiere ahora la aleatoria, como preparación para su posible conectividad cerebral como un modelo físico uso contra eventuales invasores cuyas formas y tangible. son todavía desconocidas para el cuerpo (una feliz ilustración del concepto de la necesidad de libertad creativa frente a la ausencia de conocimiento). Los anticuerpos se reproducen constantemente y crean variaciones aleatorias que los preparan frente a lo imprevisto, de manera parecida a como los organismos lo hacen, solo que a una velocidad muchísimo mayor. Cuando ocurre la llegada de un germen nuevo, algunos de los anticuerpos aleatoriamente diversificados resultan capaces de enfrentar al invasor, con distintos grados de efectividad. Por un mecanismo de "reconocimiento al mérito", isomórfico al que utilizan los algoritmos genéticos de inteligencia artificial, los más eficientes entre ellos resultan reproducidos con generosidad, lo que produce en una mayor capacidad del organismo para resistir sus futuras invasiones. Pero además, producen mutaciones que con el tiempo incrementan su efectividad. Tenemos aquí un interesantísimo caso de evolución "intraorganísmica", que nos orienta ya hacia el marco que necesitamos para comprender los procesos mentales como basados también en la selección natural. El cerebro como máquina darvinista Gerald Edelman utiliza en su teoría sobre el origen y naturaleza del razonamiento humano al sistema inmunológico como una analogía y punto de partida. Para entender su explicación debemos hacer referencia a algunos hechos de la macroevolución. La diferencia principal que nos aleja de nuestros primos más cercanos en el árbol de los primates, los chimpancés, estriba en el hecho de que nuestra corteza cerebral es cuatro veces más extensa. La corteza humana extra, con la excepción de las zonas ya mencionadas que se refieren a la producción o comprensión del lenguaje, parece estar vacante en su mayor parte. Son las famosas "regiones asociativas", como se las llamó en el siglo pasado. Esta falta de asignación de la mayor parte de las neuronas corticales a un propósito motor o relacionado con la sensibilidad (en el caso del chimpancé y los otros mamíferos, prácticamente todas las zonas del cerebros están asignadas a una de estas dos clases de funciones) ha dado origen a la popular humano ocupa más que una fracción de su leyenda de que ningún ser cerebro. Lo correcto, desde luego, es decir que no ocupamos la mayor parte de la corteza cerebral en las funciones motoras o de la sensibilidad, como nuestros hermanos los otros primates. Pero está demostrado que las partes supuestamente vacantes las ocupamos constantemente en las funciones de planeamiento de nuestros movimientos o en la interpretación o anticipación de nuestras percepciones. hecho científico 10: Un "experimento crucial" de la teoría de que la riqueza de las naciones es creada por la división del trabajo y la libre competencia ha tenido lugar masivamente y en paralelo entre muchos estados socialistas y economías de libre mercado, con resultados concluyentes. La tesis de Edelman, cada vez más aceptada por otros neurólogos y neurofilósofos, estima que esas actividades de planeamiento e interpretación se producen en las zonas asociativas de la corteza precisamente bajo la forma de procesos de tipo genético, basados en el algoritmo de "genere y seleccione". Es decir, aquí las neuronas se organizan en configuraciones que se reproducen, a inmensa velocidad, utilizando neuronas vacantes en otras partes de esa misma corteza, entre las cuales se realiza una selección de las "más aptas". Excepto que aquí no se trata de prepararse para contener un invasor, como en el caso de los anticuerpos, sino de que las configuraciones que van mutando evolutivamente actúen como candidatas a la solución de problemas particulares, sean estos de interpretación de los datos de los sentidos o anticipación de una actividad motora, o bien problemas no directamente ligados a ninguna de estas dos funciones sino de carácter simbólico. Podemos tomar por ejemplo la escritura de este mismo párrafo leído ahora: un sinnúmero de configuraciones neuronales, solo algunas pocas de las cuales presentes en algún momento en la conciencia, se habrían ofrecido a sí mismas como candidatas antes de que esta forma particular de expresión obtuviera la preferencia como definitiva sobre todas las otras. Los replicadores en este caso son configuraciones o patrones neuronales, es decir alianzas de muchísimas neuronas conectadas entre sí. Bellísima confirmación de la teoría darvinista en un terreno muy distinto al de la evolución de las especies, que se da, no solo en un campo intraorganísmico –como en el caso del sistema inmunológico– sino también en el campo intelectual o racional, con lo que aclara de paso la tremenda incógnita de la naturaleza de la inteligencia. Pero ¿qué es lo nuevo en nuestro humanismo? Hasta aquí venimos trazando un paisaje de datos científicos que supuestamente sirven de base para la edificación de un nuevo humanismo. Pero podríamos preguntarnos por qué un humanismo basado en las ideas de la evolución por selección natural, formuladas ya por primera vez a mediados del siglo pasado, deba ser considerado como nuevo. Las razones son varias y diversas. Pero ante todo digamos que nuestra posición es una posición de continuidad histórica, no de rompimiento con la historia. Si hay una realidad bien comprobada es el carácter eminentemente temporal de la cultura humana. A pesar de las tragedias de que está jalonada la trayectoria de la humanidad, muchas de las cuales han ocurrido durante nuestro propio siglo XX, es un hecho incontrovertido que el pasado vive en el presente y que cada época se vierte en la siguiente con el mismo tipo de compenetración orgánica con la que una edad de la vida humana se convierte en la que la continúa. Los intentos de detener la historia, o de pretender comenzarla de nuevo, no pueden ser calificado de otra forma que de obtusos o frívolos y no merecen ser tratados seriamente. Pero por supuesto, y precisamente porque la cultura se desarrolla en la historia, cada período la enriquece de una manera única e irrepetible con su propio aporte de creatividad y de descubrimiento de lo inédito. En ese sentido, las viejas ideas que valían la pena son repensadas y renovadas, de modo que el paso del tiempo contribuye aun más a su vigorosa vigencia. En el caso de la concepción evolucionista, varios hechos nuevos la hacen hoy brillar con mayor luz y asentarse en el suelo cultural con más profundas raíces y más trascendentales implicaciones. Veámoslos. Hecho 1: El descubrimiento y desarrollo descomunal de la genética molecular, un producto netamente de este siglo, ha dotado al evolucionismo de la pieza que le faltaba, que Darwin y Mendel evocaron sin sospechar su verdadera naturaleza. Con el descubrimiento del ADN y el desciframiento del lenguaje genético, el mecanismo de la replicación de la vida, y también de su variabilidad aleatoria, quedaron expuestos como un contenido al mismo tiempo transparente y tangible. Hecho 2: El microscopio electrónico y otros métodos de la biología molecular, hasta llegar a la manipulación e inventario de los genes, pusieron al descubierto la naturaleza causal o "mecánica" de los fenómenos de la vida, desterrando para siempre de la concepción científica la idea mitológica de un élan vital o fuerza misteriosa para explicar los fenómenos orgánicos. La equiparación entre la biología y la físico-química es hoy completa y total. Hecho 3: La comprensión del lenguaje genético ha puesto de manifiesto la naturaleza digital de los fenómenos vitales. Esto ha llevado a entender el código genético como un verdadero lenguaje de programación, que no difiere en nada esencial de cualquier lenguaje de programación informático. Las únicas diferencias son de estilo: número de instrucciones, mucho más compacto en el lenguaje genético que en Pascal, por ejemplo; y sistema de direccionamiento, por acoplamiento de formas en genética, frente a direccionamiento por coordenadas en los lenguajes de programación ordinarios. Pero aun aquí las diferencias no son ni generales ni irremovibles: lenguajes de orden superior (para investigación en inteligencia artificial) como Prolog usan direccionamiento por acoplamiento de formas, y sistemas evolucionados de cómputo (como el sistema RISC de IBM) son también parcos en el uso de instrucciones. Hecho 4: Durante este siglo se produjo la formalización y aclaración definitiva del concepto de algoritmo en matemáticas, por obra de Alan Turing y otros grandes teóricos metamatemáticos. Un derivado de esta conceptualización ha sido la invención maravillosa de la computadora electrónica, con las consecuencias científicas, sociales y económicas que todos conocemos. Pero la conceptualización de "algoritmo" como proceso puramente mecánico constituye por sí misma un hito en la historia de la cultura, de carácter monumental. Una de las consecuencias culturales mayúsculas de este acontecimiento ha sido la aplicación del concepto de algoritmo, como proceso ordenado y recurrente de pasos perfectamente identificados y distintos entre sí, en campos en los que no se sospechaba que este concepto matemático fuera atinente. Su aplicación a la teoría de la evolución, por ejemplo, ha producido una mejor inteligencia del proceso lógico implicado en la selección natural, hasta tal punto que ha sido posible producir evolución artificial en una computadora (RAY 92). Con esto, la compenetración de la genética, la biología molecular y la informática queda asegurada, sobre bases lógicas, matemáticas y filosóficas muy firmes. Hecho 5: El carácter algorítmico de la selección natural permite hoy asimilar, en su naturaleza fundamental, los procesos de la evolución biológica de las especies y los procesos de research and development propios de la actividad creativa de la industria contemporánea. Los procesos de la historia de la cultura quedan incluido en la línea del tiempo entre esos dos extremos, y devienen explicables según los mismos principios algorítmicos, dentro de una gran teoría general del diseño. Esa teoría tiene la particularidad de no postular la intervención de un diseñador personal: el algoritmo por sí solo explica el diseño, pudiendo los procesos estar asociados con la actividad de una o muchas personas, o por el contrario solamente con fenómenos naturales de carácter fractal (es decir, recurrentes a muchos niveles) a lo largo de muy extendidos períodos de tiempo. Lo característico aquí es que la actuación de cada agente, personal o no, condiciona y crea constreñimientos para la acción de los otros agentes, haciendo lo improbable probable y lo imposible necesario (DENNETT 95). Como un corolario, lo sobrenatural queda exorcizado de la concepción científica del mundo exterior a nosotros, como una hipótesis totalmente innecesaria para explicar los fenómenos. Hecho 6: Una consecuencia de esta teoría generalizada del diseño es la total asimilación entre la biología y la ingeniería, que solo difieren ahora en cuanto disciplinas por la dirección que en ellas tiene el movimiento del pensamiento: de materiales preexistentes y constreñimientos anteriores hacia productos resultantes (máquinas, edificios, etc.), en el caso de la ingeniería; de productos resultantes (organismos) hacia materiales y constreñimientos anteriores (otros organismos más elementales, sistemas, tejidos, células, organelas, ADN, etc.), en el caso de la biología. Esta interpretación de la biología, la más rica de las disciplinas científicas, como una ingeniería inversa, produce una síntesis entre el pensamiento contemplativo y el pensamiento creativo, de incalculables consecuencias para la perspectiva humanista del futuro. Hecho 7: La firme cimentación de la biología en la genética, por medio del análisis detallado del ADN, fundamento esencial de todos los organismos, ha permitido demostrar la naturaleza homogénea y única de todas las formas conocidas de vida sobre el planeta. La unidad entre todos los seres vivos, con la complementaria y concomitante destrucción del concepto espúreamente científico de "raza", lleva a la humanidad a entender su fundamental unidad y su fraterna consanguinidad con todos los seres vivientes. La ecología adquiere así una riqueza y urgencia ontológica irresistible que marcará con su huella toda forma de humanismo futuro, con una abundancia de importantísimas consecuencias. Hecho 8: La investigación neurológica con los instrumentos de la biología molecular comienza por primera vez a aclarar, en las dimensiones anatómica y fisiológica, los secretos de la actividad del cerebro. La búsqueda del fenómeno de la conciencia (CRICK 94) ha comenzado a dar sus primeros frutos, aclarando en forma contundente que no hay sede central ni cuarto principal en el cerebro donde se esconda el alma o el homúnculo para el cual se proyecte el drama de la experiencia subjetiva (DENNETT 91). El descubrimiento de la interconectividad neuronal como sede de toda la actividad cerebral, establece la teoría de la personalidad sobre nuevas bases. La existencia virtual del yo sustituye a su reificación mitológica anterior, que llevaba al absurdo concepto de la mente como infinita sucesión de muñecas rusas, unas entre las otras, o al no menos absurdo del "fantasma dentro de la máquina" que nos recetaba el racionalismo cartesiano. Hecho 9: Aclarada la naturaleza de la vida mental como virtualidad, como interconexión de todas las neuronas con todas las neuronas (de las cien mil millones de neuronas corticales que tenemos cada una se conecta en promedio con diez mil otras), todas las disciplinas del espíritu se aclaran en consecuencia. La teoría del significado, que caracteriza las disciplinas humanistas y sociales, tiene ahora un modelo físico y tangible en la conformación de interconexión cerebral y la virtualidad de lo mental resultante. El pensamiento dialéctico, que siempre ha insistido en el viaje recurrente de ida y vuelta entre lo particular y lo general, el todo y las partes, obtiene aquí su mejor vindicación. El hipertexto como mejor instrumento expresivo de la nueva realidad cultural, y la Internet como el mejor vehículo de comunicación social, obtienen un lugar de privilegio en este nuevo humanismo. Lo espiritual pasará a entenderse como la virtualidad substancial y dinámica que resulta de la actividad del cerebro, así como de la conflagración universal de todos los cerebros, presentes y pasados. Como corolario, de nuevo, lo sobrenatural queda exorcizado, esta vez de la concepción científica del mundo interior y transubjetivo. Hecho 10: Una de las raíces del pensamiento evolucionista de Darwin fue el pensamiento económico clásico: la teoría de la formación de la riqueza de las naciones por la división del trabajo y el intercambio en un mercado libre, obra principalmente de Adam Smith, en el siglo XVIII. Esa idea tan poderosa no es, como muchas personas creen, una resultante del darvinismo (el llamado darvinismo económico) sino su principal precursor e inspirador. Aquí tenemos un caso impresionante de una idea fuerza de carácter mayúsculo que la humanidad está durando doscientos años para asimilar. El mayor enriquecimiento de esta idea, operada en nuestro siglo, es el "experimento crucial" realizado en forma masiva y paralela por los estados socialistas y las economías de mercado abierto. La forma en que este experimento ha concluido, en los casos de multitud de "parejas" (USA vs. URSS, Alemania Oeste vs. Alemania Este, Corea del Sur vs. Corea del Norte, China vs Taiwan, etc.), con tal catastrófica descalificación del modelo socialista y vindicación del modelo liberal que hoy por hoy nadie puede pensar lo mismo sobre la materia que antes de ese experimento. Ya nos referimos antes a las reacciones extremas de Fukuyama y Gorbachev. La reacción ponderada en este campo es comprender que el "algoritmo económico", el que relaciona de manera rigurosa y formal la producción de riqueza de las sociedades con el grado de libertad que impere en ellas, es tan válido e importante en el plano de lo social como el "algoritmo biológico" –la selección natural que ha producido la explosión de vida en el planeta– lo es en el plano de lo orgánico.