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MEDITACIONES CUARESMALES-IV
4. LA CONVERSIÓN, UN TIEMPO PARA BUSCAR ESPACIOS PARA DIOS
EN NUESTRO CORAZÓN
La “misericordia” no es algo que afecta sólo al corazón, a los sentimientos; sino que
tiene que ser algo que, saliéndonos del corazón, se encarne en nuestro compromiso real
y efectivo por ser como Dios: misericordiosos.
Hay una serie de frases que corren de boca en boca y que quizás, de tanto usarlas, están
tan manidas que ya han perdido su significado:
-“De la abundancia del corazón habla la boca”.
-“Quien vive (hace) como no piensa, acaba pensando como vive (hace)”.
-“La felicidad está en amar lo que se tiene, y no andar continuamente llorando por lo
que no se tiene; por lo tanto: ama lo que tienes (haces) y serás feliz”.
¿Cómo llevar a la práctica todo esto cuando no sabemos muy bien qué pensamos y/o
qué queremos, cuando la sociedad en la que vivimos nos invita continuamente a no
comprometernos con nada, cuando el ambiente en el que nos encontramos nos pide que
seamos “tolerantes” y no nos definamos en/con nada ni con nadie?
____________________
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,8)

Para Jesús lo importante no es lo que entra o sale de la boca, sino lo que hay en
el corazón de cada uno.
A lo largo de la jornada pueden pasar por nuestra cabeza un sinfín de cosas; y a
la mayoría de ellas no les prestamos la más mínima atención; sin embargo, no
todo es indiferente: hay cosas que se convierten para nosotros en preocupación,
que nos quitan el tiempo y nos ocupan el pensamiento.

Es limpio de corazón quien aparta de sí todo lo que le impide acercarse a Dios.
El atleta que va a participar en una carrera, cuando está en la línea de salida sólo
tiene un pensamiento: la meta. A lo largo de su carrera le pueden venir muchas
cosas a la cabeza: la posición de sus contrincantes, el gritería de las gradas, las
recomendaciones de su entrenador...pero él, si quiere centrarse en lo suyo, tiene
que hacer el esfuerzo de prescindir de todo lo que le aparte de su objetivo, de la
meta.
Lo mismo nos sucede a los cristianos: la única preocupación en nuestra vida, al
comenzar la carrera de cada día, tiene que ser la meta; saber que estamos
construyendo el Reinado de Dios, sentir que estamos haciendo presente a Dios
en nuestra vida y en la vida de los demás. Ya en la carrera, envueltos en las
muchas ocupaciones que tenemos, pueden venir a nuestra cabeza un montón de
cosas...Limpio de corazón es quien, sabiendo que muchas de esas cosas no son
malas, es capaz de renunciar a ellas para centrarse en lo único importante: Dios.
No se trata de que, como se ha hecho en otros tiempos, apliquemos a esta frase
ciertos “moralismos” o “puritanismos”...
No seamos moralistas o puritanos: seamos realistas. ¿Qué cosas ocupan de vrdad
nuestro corazón? ¿Cuáles son los valores que, a la hora de la verdad,
defendemos en nuestras opciones?
Es posible que tengamos las ideas calas, que conozcamos muy bien qué es lo que
tenemos que hacer o...pero Jesús no se mueve ni en el campo de las ideas ni en
el campo de los conocimientos; va mucho más lejos. ¿Qué es lo que en verdad
nos mueve?

Quien tiene la boca llena de Dios y l corazón lleno de otras cosas no es limpio
de corazón.
A Don Bosco, un santo muy reciente, le gustaba decir: “Dejemos que hablen
nuestras obras”. Yo puedo creer que mi corazón dice que...pero a la hora de la
verdad, lo que anida en mi corazón es lo que me mueve, lo que está en el fondo
de lo que hago...No son palabras o sentimientos lo que busca Dios, sino lo
profundo del corazón.

Es limpio de corazón quien, en medio de lo que es, lo que hace y lo que dice, es
capaz de ver a Dios.
La promesa que hace Jesús se sitúa en el futuro: los limpios de corazón verán a
Dios. Pero es algo que ya se está cumpliendo; quien es capaz de ver a Dios en su
vida, en el futuro seguirá viéndole; pero no porque tenga que hacer algo especial,
sino porque Dios ya está en lo que es, en lo que dice, en lo que hace...en lo más
profundo de su corazón.
ORACIÓN
Sé, Señor,
que para ti soy especial;
y no por lo que haga
sino por lo que soy.
Sé, que Tú miras el corazón del hombre
y no te fijas en las apariencias,
en lo que uno dice o hace,
sino en lo que anida en lo más profundo de su ser.
Por eso, Señor, algunas veces tengo miedo.
No sé si realmente soy como digo ser,
si soy coherente con lo que pienso...
porque hay situaciones en las que,
por encima de mis ideales o de mis proyectos,
sitúo otras cosas:
el miedo al qué dirán,
al ridículo, a quedarme solo
porque los demás no sientan o piensen como yo.
Cada mañana me digo a mí mismo
que sólo hay dos cosas importantes:
tú, y lo que yo quiera hacer con mi vida,
pero a la hora de la verdad,
te desplazo de mi corazón
para seguir otras cosas
y me aparto de lo que quiero ser.
Ayúdame, Padre, a ser limpio de corazón,
a no venderme a cualquier postor
o a cualquier ideal “de quita y pon”;
a ser coherente con lo que quiero,
con lo que queremos los dos.
Ayúdame, Señor,
para que en mis decisiones
no traicione lo que soy y lo que quiero ser,
para que, por encima de todo,
sea limpio de corazón.