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Securitas Vialis Volumen 1 Número 3 Revista Europea de Tráfico, Transporte y Seguridad Vial European Magazine for Traffic, Transport and Road Safety i Editorial 5 i La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad 7 i La asíntota española 17 i Mejoras en el procedimiento de inspección del alabeo en discos de freno 25 i El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) 33 i El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción 49 Securitas Vialis (2009) 3:5-6 5 EDITORIAL Tomato and Road Safety El tomate y la Seguridad Vial Aniceto Zaragoza Published June 2009 © Etrasa, 2009 El estudio de la accidentalidad constituye uno de los retos más difíciles de asumir que se pueden plantear en nuestro mundo global. Dificultad que estriba en el hecho de que la accidentalidad es una de las traducciones de la complejidad de la vida y que difícilmente se recoge bien a través de nuestros simplificados modelos de investigación. Somos capaces de adivinar algunos destellos fugaces del fenómeno, pero resulta casi temerario proponer explicaciones globales. Ante la dificultad, nos veremos sometidos a la tentación de buscar generalidades, o a usar lugares comunes, eso sí, siempre que tengan una buena aceptación social, o los estudios estadísticos que bajo una aparente complejidad son profundamente incapaces de explicar la realidad, y lo que es más importante, o ayudar al diseño de estrategias de gestión. Porque si hay algo que le dé sentido al estudio de la accidentalidad y a la dedicación de recursos públicos y privados que día a día son más importantes, aunque partiésemos de niveles realmente modestos, es el carácter aplicado del avan- Aniceto Zaragoza Ramírez Director General Oficemen C/. José Abascal, 53 - 1º. Madrid azaragoza@oficemen.com ce científico. Queremos comprender qué fue lo que pasó para que no vuelva a pasar. Es más, queremos imaginar qué es lo que puede pasar para evitarlo. Si no somos capaces de cambiar el futuro, esta ciencia carece de sentido. Llegamos aquí al auténtico reto intelectual, reto que esta revista debe canalizar, ¿cómo deducir de un cúmulo enorme de datos políticas activas de mejora de la seguridad vial? Muchos pensarán que el cúmulo de datos es todavía insuficiente, y yo no puedo más que estar de acuerdo; pero si con las bases actuales incompletas los árboles no nos dejan ver el bosque, ¿qué ocurrirá cuando podamos cargar en nuestros ordenadores las “cajas negras” completas de todos los vehículos accidentados? Muchos pensarán que eso sería fantástico, sin embargo, yo soy algo más escéptico ya que considero casi imposible que alguien encuentre lo que no busca. Es aquí donde se detecta una cierta escasez en la investigación actual sobre seguridad vial. Una enorme cantidad de trabajos que se realizan busca razones explicativas limitadas, o muy limitadas, de manera que los resultados de un estudio son contradichos pocos meses después por una nueva investigación que tampoco pervivirá durante mucho tiempo. Es como si un grupo de caminantes fuera recogiendo una a una todas las piezas de un vehículo y cada uno elaborase una teoría extravagante sobre el artilugio al que pertenecía basada en la pieza que 6 recogió, sin darse cuenta de que en conjunto alguien está perdiendo las piezas de un coche. La elaboración de teorías es una actividad de riesgo, pero el avance depende precisamente en saber asumirlo y superarlo, aunque a veces recibamos como premio el desánimo. En cualquier caso, es más honroso fracasar en la elaboración de una tesis que confiar el éxito del paso adelante en los presuntos estudios estadísticos. Recuerdo que hace años, a alguien se le ocurrió comprobar el consumo per cápita de tomate y la accidentalidad y descubrió con sorpresa que a mayor consumo de tomate mayor accidenta- Aniceto Zaragoza lidad. Estábamos en condiciones de afirmar que el tomate tenía un efecto pernicioso en la seguridad de nuestras carreteras. Como es evidente, el consumo del delicioso tomate poco tenía que ver con la accidentalidad, aunque fuese cierto que los países mediterráneos, que son los que consumen más tomate, tuvieran, por otras razones, mayores índices de accidentalidad. Esta revista seguramente va a asumir riesgos y probablemente cobijará hermosas teorías fallidas, pero cualquier cosa es mejor que leer investigaciones sobre la influencia del tomate en la seguridad vial. Securitas Vialis (2009) 3:7-16 7 LEGISLACIÓN • LEGISLATION Tort Law in road accidents. The involvement of police vehicles La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad Félix Francisco Serrano Gallardo Published: June 2009 © Etrasa, 2009 Abstract. Some members of Law Enforcement must use motor vehicles to fulfill its constitutional mission. To face up to traffic accidents, the Spanish Criminal Policy has been implemented criminal, procedural, administrative and civil lines of acting that affect the policemen as citizens and officials. That Policy includes the latest changes in Tort Law for traffics accidents that have increased the amount of the legal motor insurance and enhanced the transaction through a system of compensation offer. In order to the road accident victim could achieve the economic recovery there are interferences between criminal and civil jurisdictions to which one might also add the administrative procedure when there are police officers involved in the accident. In this kind of cases is not always easy know how to choose the mosteffective way to get the damages. In Spain where each Enforcement Law depends on different Administration -Central, Autonomous and Local- needs prevention strategies and full defense of members of Félix Francisco Serrano Gallardo Profesor asociado de Derecho penal Universitat Jaume I its Law Enforcement who are involved in traffic accidents during service. Resumen. Los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad interactúan de continuo en el tráfico rodado en el cumplimiento de su misión constitucional que necesariamente conlleva su motorización. Frente al drama de los accidentes de tráfico la Política Criminal española ha venido implementando en los últimos tiempos líneas de actuación penal, procesal, administrativa y civiles ante las que no resulta ajeno el colectivo de policías como ciudadanos y como funcionarios. Entre tales medidas legales destacan las últimas modificaciones en materia de derecho de daños en la circulación de vehículos a motor que han incrementado las cuantías del seguro obligatorio de automóviles y potenciado la transacción mediante un sistema de oferta de indemnización. A la hora de que la víctima del accidente de tráfico logre el justo resarcimiento económico existen interferencias entre las jurisdicciones penal y civil a las que también cabría añadir la contencioso-administrativa cuando se encuentran implicados Agentes de Policía. En estos supuestos no siempre resulta fácil saber elegir la vía más eficaz para el cobro de indemnizaciones. Las 8 diversas Administraciones Públicas con Cuerpos Policiales en España -Central, Autonómica y Localprecisan estrategias de prevención y defensa integral de los miembros de sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que se vean envueltos en accidentes de tráfico en acto de servicio. Keywords. Tort law, jurisdictions, damages law, criminal policy, road accident, police, insurance, police vehicles. Palabras clave. Responsabilidad civil, jurisdicciones, derecho de daños, política criminal, accidente de tráfico, policía, aseguramiento, vehículos policiales. Félix F. Serrano Gallardo El policía interactúa en el desempeño de las misiones que le impone el art. 104 CE en el seno de una sociedad “del riesgo”1, que de forma consecuente también se ha definido como sociedad “del seguro”2-3, y como ciudadano es parte misma del grupo social que demasiadas veces se ha mostrado anestesiado o inmune frente a las estadísticas de accidentalidad en tráfico o que ha trivializado las conductas infractoras por ser una delincuencia considerada de gente corriente4. Como funcionario, ha de estar respaldado por su Administración recibiendo una asistencia jurídica integral y coberturas suficientes en los accidentes de tráfico en acto de servicio. El panorama general en el que el policía presta su servicio a diario es el siguiente: Introducción El pasado día 2 de abril Europa Press informaba que el Ministerio de Defensa había adjudicado a la compañía “AIG EUROPE” el contrato para el seguro de responsabilidad civil de suscripción obligatoria y voluntaria de la flota de vehículos del Ejército de Tierra –más de 28.000 vehículos- lo que ascendía a 4’42 millones de euros. Aunque pudiera parecer extraño, en España las Administraciones Públicas son libres de adjudicar a una u otra compañía la contratación de la póliza de seguro de su parque móvil siempre que se respete la legislación de contratos, sin que exista la obligación de que sea el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) quien asuma tal compromiso. Así, el aseguramiento de los vehículos oficiales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en España es tan heterogéneo como nuestro propio modelo policial. En el caso de los Cuerpos de Seguridad del Estado –Policía y Guardia Civil- se contrata con el CCS el seguro obligatorio de automóviles para los vehículos oficiales y para los que son adjudicados provisionalmente por el Juez de Instrucción a policía judicial para la lucha contra el narcotráfico (ex art. 374.1.3ª del Código Penal), pudiendo disponer cuando se trata de vehículos alquilados por el llamado sistema de “renting” de coberturas “extras” a cargo de otras aseguradoras -todo riesgo, defensa jurídica, robo, incendio,…- Según el Balance de Siniestralidad de 2007 ofrecido por la DGT en su página web, el número de accidentes de circulación con víctimas en 2007 fue en España de 100.508, con 3.823 personas fallecidas en los 30 días siguientes al accidente. Los accidentes de circulación no son la tipología más numerosa de entre todas las clases de accidentes que ocurren en nuestro país. Según los resultados para el mismo año ofrecidos por el Instituto Nacional del Consumo (del actual Ministerio de Sanidad y Política Social) en el programa DADO (Detección de Accidentes Domésticos y de Ocio) para la prevención de lesiones, hubo 1.754.335 accidentes de este tipo, que no incluyen los de tráfico, laborales (éstos por su parte superiores al millón en 2007), de deportes profesionales, por peleas, atracos ni enfermedades, datos a los que se llegó tras contactar con 64.394 hogares y que revelaron que el lugar más peligroso era el propio hogar con el 58% de tales accidentes. Sin embargo, no resultan comparables las graves consecuencias que conllevan los primeros, señalándose sólo respecto a aquéllos que provocan verdadero “dolor social” por las extensas ramificaciones de sus efectos. La Política Criminal que en los últimos tiempos ha diseñado el Ejecutivo en su lucha contra la proliferación de víctimas de accidentes de tráfico se ha planteado desde el flanco administrativo (Ley 17/2005 del Carnet por Puntos que entró en vigor en verano de 2006, Reglamento General de Conductores apro- La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad. bado por el Consejo de Ministros el pasado día 08 de mayo y la próxima modificación del procedimiento sancionador en esta materia para ganar contingencia), el penal (modificación del CP por la LO 15/2007 de 30 de noviembre) el de la responsabilidad civil (Ley 21/2007 de 11 de julio que modificó tanto el RDLeg 8/2004 de 29 de octubre del Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor como el RDLeg 6/2004 de 29 de octubre del Texto Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, y RD 1507/2008 de 12 de septiembre por el que se aprobó el Reglamento del Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil en la Circulación de Vehículos a Motor) e incluso el procesal penal (sonando de nuevo los tambores por la posible presentación en esta legislatura de un Proyecto de nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, que supere el texto de Alonso Martínez mil veces remendado desde finales del S. XIX, engranada con el CP de 1995, que posiblemente formalice un nuevo reparto de los roles en la investigación penal y en cuanto a la garantía de los derechos en la instrucción del proceso penal, que reformaría el recurso de casación, y que posiblemente conlleve otros cambios en la Ley de Ritos penal que afectasen al sistema de responsabilidades civiles y penales derivadas de los accidentes de tráfico)5. El tablero de juego de la responsabilidad civil derivada del accidente de tráfico El incremento del tráfico rodado como pieza fundamental del desarrollo de la economía y el hecho de que el conducir vehículos a motor se presente como una expectativa cultural y de ocio para los ciudadanos, conlleva la generación de una enorme cantidad de litigios derivados de los accidentes de tráfico. De tal problemática no se libran, por supuesto, los miembros de las FCS, inmersos en la motorización por exigencias de su quehacer diario. El problema ante las consecuencias del accidente es, desde el punto de vista pragmático, siempre el mismo: ¿a quién hay que pedir responsabilidad6 en 9 el supuesto de accidentes de tráfico? Y, específicamente, ¿cuál es la norma material y la jurisdicción de aplicación cuando en dicho accidente esté implicado un vehículo policial en acto de servicio? Empezando desde lo general, DÍEZ PICAZO7 establece sobre la responsabilidad por daños que todo ordenamiento jurídico ha de ofrecer solución al problema de la distribución social de los infortunios que tengan lugar. Ante la desgracia, el accidente, que origine daños personales y materiales ¿quién ha de hacer frente a las responsabilidades civiles que nazcan, y de qué cifras se está hablando aproximadamente? Un estudio elaborado en junio de 2008 por la Fundación del RACC Automóvil Club, y publicado en su página web8, sobre valoración de los dos años en vigor que llevaba en España el Permiso por Puntos, el coste económico de una víctima mortal (sin incluir los daños morales por la dificultad intrínseca de su concreción) se situaba en unos 600.000 euros, estimando que la aplicación de dicha normativa había logrado un descenso de la mortandad en carretera de 800 personas al año, lo que arrojaba un ahorro total de 480 millones de euros por año, cifras que, sin embargo, no incluían el descenso de fallecidos en vías urbanas. Retomando al Profesor DÍEZ PICAZO, la respuesta a la pregunta sobre quién responde, se reconduce por lógica a que, o bien lo soporta la propia víctima -o sus causahabientes- o bien se le reconoce jurídicamente el derecho a exigir que alguien le pague. En el segundo de los casos, el sistema puede ser a su vez de ayudas o auxilio9, o de reconocimiento de un derecho a pedir indemnización a otro, pudiendo hablarse más propiamente en estos supuestos de un verdadero “Derecho de Daños”. En el ámbito de la Seguridad Vial y Tráfico de Vehículos, coexiste una extensa regulación administrativa de aspectos como seguridad de vehículos, vías, transportes por carretera, requisitos y pruebas para habilitar a los conductores, catálogos 10 punitivos administrativos y penales, con una legislación especial del Derecho de Daños en esta materia. La normativa básica y específica que aborda la cuestión indemnizatoria en los accidentes de tráfico es la Ley de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor (LRCSCVM) -RDLeg 8/2004, de 29 de octubre, modificado por la Ley 21/2007 de 11 de julio y desarrollado por el RD 1507/2008 de 12 de septiembre para incorporar al derecho interno la 5ª Directiva Europea en materia de responsabilidad civil derivada de la circulación de vehículos automóviles- cuyos antecedentes se remontaban ya a 1960 con la Ley de Uso y Circulación de Vehículos a Motor, que había sufrido reforma en 1986 tras la entrada de España en la CE y en 1995 con la Ley 30/1995, de 8 de noviembre de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados. Existe una inicial duplicidad de regulaciones, civil y penal sobre imputación y reparación de daños derivados de la circulación de vehículos a motor, que en el caso de implicación de policías-conductores de servicio para las Administraciones Públicas puede, además, dar entrada a la contencioso-administrativa. Las eventuales víctimas, sabedoras de la solvencia de la Administración culpable, pueden no obstante sentirse ante un verdadero laberinto y vacilar en la elección de la vía más eficaz y rápida para la determinación y cobro de su resarcimiento. Todo estriba en acertar en la elección del hilo de Ariadna. Como primera frontera más allá de caso fortuito se exige para el nacimiento de la responsabilidad civil extracontractual o aquiliana10 que la conducta del responsable del accidente de tráfico sea negligente a título de culpa levísima, mínimo exigido por el art. 1902 del Código Civil11. La siguiente frontera que se presenta sería el módulo de la imprudencia penalmente relevante, leve o grave, y más allá, se pasaría el “Rubicón del dolo” –segundo, tercer y cuarto escalón, respectivamente donde el deber de reparar tiene ya su fuente en el art. 109 del Código Penal-12. Félix F. Serrano Gallardo El art. 109 CP al referirse a la obligación de reparación de daños y perjuicios en los “términos previstos en las leyes” lo que está haciendo no es sino una remisión al sistema de responsabilidad civil en la circulación de automóviles fundado básicamente en la LRCSCVM y en su Reglamento. La solución podría parecer sencilla: en presencia de daños por culpa levísima se estaría ante responsabilidad civil extracontractual cuya jurisdicción competente sería la civil y la herramienta procesal la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil (LEC) y en el caso de que se traspasasen los siguientes umbrales, se exigiría responsabilidad penal (y unida la civil si ésta no se reserva). Sin embargo, la habitual presencia de lesiones13 entre las consecuencias del accidente hace que el asunto se residencie en primer lugar ante la jurisdicción penal, competente en virtud de la prejudicialidad establecida en los artículos 114 LECrim, 40 LEC y 10.2 de la LO 6/1985, de 1 de julio del Poder Judicial (LOPJ). Por lo tanto, en el accidente de tráfico la vía jurisdiccional penal suele ser la preferente y en ella se pretenderán zanjar tanto las responsabilidades penales como las civiles (salvo en el caso de que estas últimas se reserven de forma expresa para su ejercicio posterior ante la Jurisdicción Civil14) si bien se constata ya que la responsabilidad civil en cualquiera de los casos va a tener el mismo fundamento15. En el ámbito forense el denominado “juicio de faltas de tráfico” por imprudencia en la Seguridad Vial es el proceso “estrella”, por su frecuencia y por el automatismo que existe en los Juzgados de Instrucción -si no se aprecia temeridad manifiesta, ni alcoholemia, ni otras apreciaciones subjetivas como la “presión de la alarma social”- para ordenar la incoación de un Juicio de Faltas. Al paso, la Fiscalía General del Estado dictó la Instrucción núm. 3/2006 de 3 de julio para implicar al Ministerio Público en la tutela del adecuado deslinde entre la imprudencia leve y la grave para evitar la sistemática degradación a falta de lesiones por imprudencia en este ámbito, siendo ésta debidamente valorada en cada caso y formulándose, si correspondiese, la calificación de delito. La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Tal interferencia proviene sin duda de la condición objetiva de perseguir que se contempla en el art. 621.6 CP, que exige denuncia del agraviado o de su representante legal para la persecución de las infracciones de dicho artículo entre las que se incluyen el resultado de muerte por imprudencia leve (art. 621.2), el de lesiones del art. 147.2 CP (hecho de menor gravedad atendido el medio o el resultado) por imprudencia grave recogido en el 621.1, el de resultado de lesión constitutiva de delito por imprudencia leve (art. 621.3), con castigo para todas estas faltas de multa y de forma potestativa para el caso que se está estudiando la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores entre 3 meses y un año (art. 621.4). Lo mismo ocurre con el delito de daños del art. 267 CP que requiere denuncia de parte y sólo se apreciará cuando exista imprudencia grave y los daños superen los 80.000 euros, lo que supone una despenalización de los casos de accidentes de tráfico donde sólo hay daños imprudentes y no personales. Es por lo tanto el difuso límite entre la imprudencia leve y la grave lo que arrastrará el asunto penal hacia el procedimiento por falta, y, en virtud de la necesidad de persecución de parte, a la retirada de la denuncia por acuerdo o transacción de tipo económico. Todo ello ha trasladado al ciudadano la impresión de que en este tipo de procedimientos penales lo que hay es un mercadeo16-17 donde tras recibirse en el Juzgado de Instrucción el parte médico o el atestado por el accidente de tráfico, por lo común se inicia un Juicio de Faltas decretándose el archivo provisional del procedimiento si en el plazo de 618 meses no hay denuncia de la víctima19, quien acude a esta vía para obtener mayor rapidez en el cobro, un informe pericial gratuito y muy cualificado (el del Médico Forense) y presión a la otra parte para llegar a la transacción económica. El Código Penal no define cuándo se está ante imprudencia leve o grave, lo que ha dado lugar a una amplia casuística, lo que obliga a un esfuerzo de traslación e introducción en el procedimiento de las circunstancias del caso concreto que a la postre calificarán la imprudencia de un tipo u otro. Presentar la 11 hipótesis factual de uno u otro modo, corresponderá a las partes acusadora y de defensa del procedimiento en el ejercicio de sus legítimas pretensiones ex art. 24.1 CE, validando sus argumentos mediante la prueba de los indicios correspondientes. ¿Cómo se puede distinguir la imprudencia leve de la grave? El núcleo duro de la conducta imprudente penal, consiste en una conducta (acción u omisión) no intencional, la previsibilidad (poder saber), la evitabilidad (deber de evitar), infracción de un deber objetivo de cuidado (socio-cultural o dictado en una norma), daño o lesión a bienes jurídicos determinados20, y la existencia de nexo causal entre conducta y resultado. En cuanto a este último, la jurisprudencia ha ido introduciendo los parámetros de la teoría de la imputación objetiva que básicamente consiste en la atribución directa del resultado dañoso a que quien crea un riesgo jurídicamente relevante –art. 1 LRCSCVM-. A pesar de la última modificación legal, el resultado de muerte no determina mecánicamente en nuestro Código Penal la presencia de imprudencia grave ni de delito. Aparte de las posibles consecuencias penales de los accidentes de tráfico, lo que subyace como hemos visto, es un poderoso sistema de responsabilidad civil derivada que impregna la resolución del problema jurídico, forzando la vía penal hacia la negociación. Tal sistema de responsabilidad tiene las siguientes notas: 1.- Una responsabilidad objetiva21 en cuanto a los daños a las personas y de tipo “normal” o subjetiva respecto a los daños materiales (rigiendo aquí el art. 1902 CC y el 109 CP). El art. 1.1 de la LRCSCVM ya determina que el conductor de vehículos a motor es responsable, en virtud del riesgo creado por la conducción de éstos, de los daños causados a las personas o en los bienes con motivo de la circulación22. Y sigue distinguiendo dicho artículo: 12 “En el caso de daños a las personas, de esta responsabilidad sólo quedará exonerado cuando pruebe que los daños fueron debidos únicamente a la conducta o la negligencia del perjudicado23 o a la fuerza mayor extraña a la conducción o al funcionamiento del vehículo; no se considerarán casos de fuerza mayor los defectos del vehículo ni la rotura o fallo de alguna de sus piezas o mecanismos”. Los daños a las personas se cuantifican de forma obligatoria por un baremo24 específico recogido en la LRCSCVM sobre el que, tras una polémica judicial, intervino el Tribunal Constitucional diciendo que era un standard vinculante (STCo 29/06/2000), que recoge mezclándolos la valoración de daños psicofísicos, morales, lucro cesante, y que no se aplica a los daños materiales. Para el caso de daños materiales este art. 1 de la LRCSCVM recoge una responsabilidad distinta, no objetiva sino subjetiva, por lo que no opera una presunción legal basada en el riesgo creado, sino que toca al perjudicado probar la falta de diligencia en el autor de la conducta dañosa y éste puede librarse de pechar por la responsabilidad probando que no incurrió en culpa in operando, in omitiendo, in vigilando, in eligendo, in educando…, y que adoptó todas las precauciones exigibles para evitar los daños. Rige por tanto en este tipo de daños la responsabilidad civil normal que se indemnizarán según valor probado. El propietario del vehículo (persona física o jurídica que consta como titular en los registros), pero no conductor, responderá civilmente de las dos clases de daños (personales y materiales) si el conductor está ligado al primero por las relaciones establecidas en el art. 120.5 CP y 1903 CC (dependiente de aquél, o representante, o autorizado). 2.- El SOA, como garantía para las víctimas. La configuración de un seguro obligatorio de automóviles (SOA) a que viene obligado todo propietario de vehículos a motor con estacionamiento habitual en España (concepto que define el art. 2.1 LRCSCVM y que en general sigue a la matriculación y que en el caso de placas falsas remite al art. 3 del RD 1507/2008 que lleva a atribuir estacionamiento habitual en España al vehículo Félix F. Serrano Gallardo con placas falsas que provoca aquí un accidente a efectos de cobertura del SOA). Según la actual Ley 21/2007 de 11 de julio de modificación de la LRCSCVM la cobertura del SOA es de 70 millones de euros para los daños a personas, estimada por siniestro e independientemente del número de afectados y de 15 millones para los daños a bienes, cantidades que se actualizarán al índice de precios de consumo europeo (lo publicará la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones). Según el Reglamento del SOA, el remanente en un accidente de la indemnización personal acrecerá en caso necesario a la de los bienes si la primera no se ha extinguido. Otra modificación introducida por esta Ley ha sido establecer un nuevo régimen de oferta de indemnización que ha de hacer la aseguradora (Compañía de que se trate, CCS u OFESAUTO) a la víctima si la responsabilidad del conductor es notoria y están cuantificados los daños, en el plazo de 3 meses desde que lo reclame el perjudicado, con un deber de diligencia del asegurador desde que conoce (no necesariamente desde que se le reclama) y una obligación de colaboración de la víctima para que se cuantifique la indemnización, so pena de que se le impongan a la aseguradora sanciones administrativas y el devengo de importantes intereses moratorios25; o bien dará respuesta motivada de porqué no pudo hacer aquella oferta. Con la oferta o la respuesta la aseguradora evita las consecuencias sancionadoras y civiles por los intereses. Si el perjudicado acepta la oferta, en 5 días deberá consignar la cantidad líquida para pago el asegurador o efectuar directamente el pago. Lo normal será que el perjudicado acepte porque ello no implica conformidad ni renuncia a futuras acciones26. 3.- El Consorcio de Compensación de Seguros (CCS): ente público empresarial adscrito al Mº de Economía y Hacienda que se configura como un Fondo de Garantía, que se rige en sus relaciones jurídicas por el Derecho Privado y con un patrimonio separado de la Administración (que puede llegar a alcanzar actualmente unos 6.000 millones de euros27). La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Cubre en España, y hasta el límite del SOA, los daños a personas por vehículo desconocido y, si éstos resultasen significativos (es decir con resultado de muerte, incapacidad permanente o temporal con estancia en hospital mínima de 8 días) también los materiales. Igualmente, el CCS asegura vehículos privados y también cuando su cobertura no la asuma ninguna aseguradora, así como supuestos extraordinarios de daños (ejs: por terremotos o por vientos de más de 135 km/hora). El CCS indemniza en tal límite también en caso de controversia con la aseguradora, los daños (de todo tipo) ocasionados por vehículo español (o asimilado) sin seguro, y todos los daños que ocasione el vehículo robado (estrictamente objeto de robo o robo de uso según los artículos 244, 238 o 623.3 CP ya que si es hurtado responde la aseguradora) con estacionamiento habitual en España y que esté asegurado, repitiendo luego contra los autores. La implicación de vehículos oficiales de las fuerzas y cuerpos de seguridad Las reglas materiales de aplicación para determinar las responsabilidades civiles en los accidentes de tráfico con implicación de vehículos policiales en acto de servicio son las ya señaladas si bien con la particularidad que el art. 106.2 CE garantiza también a los ciudadanos la responsabilidad patrimonial de la Administración, de carácter objetivo, por los daños que tales Agentes ocasionen por la prestación normal o anormal de su servicio. Por ello, la jurisdicción competente en estos accidentes puede resultar la penal, la civil y la contenciosoadministrativa. Así, el contrario en el accidente de tráfico puede instar la vía penal frente el Agente policial, cauce frecuente cuando se está ante la presencia de cualquier tipo de lesiones, con las ventajas antes expuestas para el primero pero con el inconveniente para el funcionario de su sometimiento a pena de banquillo. 13 Respecto a las responsabilidades penales y civiles derivadas de éstas atribuibles a funcionarios entra en juego el art. 109 y ss del CP y el art. 121 del mismo Código que prevé la responsabilidad civil subsidiaria de la Administración en el supuesto de delitos (y también faltas según sentó en 1997 la Sala Segunda del TS) cometidos por sus Agentes en acto de servicio. La responsabilidad civil subsidiaria entraría en juego si declarado culpable el policía éste fuese insolvente, sucediendo en la práctica que la Administración la abona directamente y luego la cobra en regreso a su funcionario. Cuando estas responsabilidades civiles provienen de denuncia o querella ante un accidente de tráfico con vehículo oficial de servicio, la aseguradora del SOA responde de forma directa según el art. 76 de la Ley 50/1980 de 8 de octubre del Contrato de Seguro hasta los límites de dicho aseguramiento (que en la actualidad van a ser suficientes en la mayoría de los supuestos, según las cuantías que ya se dijeron). En el caso de que dicho seguro lo tenga contratado la Administración correspondiente con el CCS, dicho ente suele ser diligente en formular oferta de indemnización cuando la culpa del funcionario es notoria y está evaluada la indemnización, a fin de evitar en lo posible el alargamiento del sometimiento de éste al procedimiento penal28. El contrario puede, no obstante, accionar a través de alguna de estas otras vías para pretender el resarcimiento económico29: a) La LRCSCVM establece para el caso de fin de la vía penal previa sin condena que si en los autos no existe la oferta de indemnización o respuesta motivada de la aseguradora, se convoque a perjudicados, posibles responsables y aseguradoras –en su caso al CCS- para que se realice esa oferta o respuesta, pudiendo presentarse alegaciones. Si se hace dicho documento, se homologa por el Juez como transacción judicial y si no llegan a acuerdo, dicta auto de cuantía máxima que sustentaría el subsiguiente pleito civil de carácter ejecutivo30. b) Mediante acción directa sólo y exclusivamente contra la compañía aseguradora de la Administra- Félix F. Serrano Gallardo 14 ción Pública a la que pertenece el policía involucrado en el accidente de tráfico, por la vía civil establecida en la LEC. Es una vía que se presenta como efectiva cuando no existen lesiones y no se ha obtenido indemnización previa al pleito. c) La vía contencioso-administrativa de la Ley 29/1998 de 13 de julio (LJCA), por responsabilidad patrimonial de la Administración si el procedimiento administrativo previo y necesario31 de los art. 139 y ss de la LRJAP-PAC y el RD 429/1993 de 26 de marzo no satisfizo totalmente al perjudicado. Este cauce, que podría parecer como el que el legislador ha venido bosquejando para hacer efectiva la responsabilidad civil extracontractual (o patrimonial, que en definitiva es lo mismo) de la Administración por el servicio de sus Agentes, sin embargo es el menos aconsejable para el contrario en los supuestos de accidentes con vehículos policiales, ya que exige un procedimiento administrativo anterior y se suele demorar más el resarcimiento en una jurisdicción que presenta las mayores tasas de congestión. La demanda contra la Administración por esta vía arrastra siempre como codemandada a su aseguradora por virtud de la Ley (art. 9.4 de la LO 6/1985, de 1 de julio del Poder Judicial y art. 21.1 LJCA). Mención aparte merece el supuesto no inusual de los daños producidos a vehículos policiales por conductores de vehículos robados. En tales casos, como se indicó, si el vehículo fue objeto de robo (no de hurto) tenía estacionamiento habitual en España y se encontraba asegurado, corresponde su abono en principio al CCS en los límites del SOA, quien luego repetirá contra el delincuente conductor. De manera consecuente, en dichos supuestos: si el estacionamiento habitual del vehículo es en otro país, los daños ocasionados serán abonados por OFESAUTO en los citados límites, y si el vehículo ha sido hurtado (por ejemplo con llaves puestas) la indemnización correrá a cargo de la aseguradora del SOA del vehículo robado. Especialmente problemática resulta la embestida consciente por parte del vehículo policial de servicio al vehículo robado que es perseguido por los primeros y cuyo conductor hace caso omiso a las reiteradas señales de alto, como último medio para lograr su detención. Tales supuestos exigirán al policía conductor hacer en altas condiciones de estrés una ponderación de circunstancias como la necesidad de la acción (oportunidad), la idoneidad del uso de tal medio (congruencia), y la minimización de riesgos (proporcionalidad) a que remite el art. 5.2.c) de la LO 2/1986, de 13 de marzo de FCS, y recoge la reglamentación de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre el uso de la fuerza por las FCSE. En cuanto a la cobertura de los daños a los vehículos policiales del Estado en ese tipo de embestidas activas, la Dirección del Servicio Jurídico del Estado (Departamento de Justicia) elaboró en el año 2000 una Instrucción Civil que concluía proponiendo una solución extrajudicial del asunto de forma que el CCS abonase el 50% y, si no lo aceptaba, la Abogacía del Estado asumiría la defensa de las FCSE. La posible defensa penal, examinaría sin duda la presencia de eximentes como la del cumplimiento de un deber y del estado de necesidad (apartados 7º y 5º respectivos, y por ese orden, del art. 20 CP). El funcionario policial no ha de verse constreñido en el desempeño de sus ya difíciles funciones por miedos inmotivados ante el empleo de una de sus herramientas de trabajo como es el vehículo a motor. Ello exige de la Administración correspondiente el disponer de estrategias preventivas ante la eventualidad del accidente de tráfico con sus vehículos oficiales, mediante formación continua del funcionario, perfeccionamiento de sus habilidades y destrezas, información al mismo, y de estrategias de resistencia como la asistencia letrada integral32 (defensa y acusación particular) y coberturas suficientes para el conductor (ya que el SOA recoge en la actualidad de forma suficiente las de terceros). La responsabilidad civil en los accidentes de tráfico. Sobre la implicación de vehículos de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Referencias 1. De toda índole, véase como ejemplo la actual crisis financiera de expansión global. 2. Vivimos gran parte de nuestra existencia sumidos en una “burbuja” invisible, creyéndonos casi invulnerables y protegidos por los seguros, hasta que como en la película “MATRIX” la realidad nos despierta, a veces de forma muy cruda como en los accidentes de tráfico que nos tocan de cerca, y mucho más a los Agentes encargados de la vigilancia y seguridad del tráfico que por un lado son testigos a diario de tales dramas y, por otro, en muchos casos se convierten en víctimas por su permanente exposición al peligro. 3. “…el seguro de responsabilidad civil podría interpretarse como una incitación a matar con el coche –permítaseme el exceso melodramático-, porque el seguro responde de ello”. “La Seguridad Vial, una responsabilidad compartida”. Miguel Mª. Muñoz Medina. Etrasa. 2007. Pág. 215. De hecho, las Aseguradoras son conscientes de la reducción del cuidado por parte de muchos de los asegurados cuya cobertura es mayor. 4. En este último sentido apuntado, señalaba El Fiscal de Sala Coordinador de Seguridad Vial, D. Bartolomé Vargas Cabrera, en entrevista publicada en el diario El País de 13/12/2006 que “…como te puede pasar a ti y también a mí, no vamos a apretar demasiado, vamos a dejarlo en una falta, porque todos podemos acabar sometidos a juicio…” 5. D. Víctor Moreno Catena, Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad Carlos III de Madrid, en entrevista publicada en la última página del diario El País el día 18/05/2009 en la sección “Almuerzo con…” afirma la presentación por fin en esta legislatura del nuevo proceso penal del siglo XXI. 15 consecuencias entre los contratantes para el caso de incumplimiento. Alguien debe afrontar el daño causado. 12. Art. 109 CP: según su apartado1, la ejecución de un hecho descrito por la Ley como delito o falta obliga a reparar, en los términos previstos en las Leyes, los daños y perjuicios por él causados. Y apartado 2, el perjudicado podrá optar, en todo caso, por exigir la responsabilidad civil ante la Jurisdicción Civil. Art. 110 CP: La responsabilidad establecida en el artículo anterior comprende: 1º la restitución, 2º la reparación del daño y 3º la indemnización de perjuicios materiales y morales. 13. Al menos el socorrido latigazo cervical. 14. En este caso y siguiendo la Ley 1/2000, 7 enero, de Enjuiciamiento Civil, (LEC) las responsabilidades dimanantes de accidentes de tráfico que se sustanciasen en su caso sólo en vía civil se habría de acudir al juicio ordinario artículos 399 a 436 cuando la demanda pretenda indemnización por más de 3.000 € o al juicio verbal artículos 437 a 447 si es inferior. 15. “Seguridad Vial”. Caty Vidales Rodríguez Coord. Valoración de daños y responsabilidad Civil. Carolina Mallach Monferrer. Pág. 404. Tirant Lo Blanch. Valencia. 2008 16. Siguiendo al Dr. D. José Luis González Cussac, Catedrático de Derecho Penal del Dpto. de Derecho Público de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la UJI. Grupo de Estudios sobre Prevención y Seguridad (GEPS), en conferencia impartida en el “III CURSO SOBRE SEGURIDAD VIAL Y SINIESTRALIDAD” que tuvo lugar del 01 al 04 de diciembre de 2008. 6. Etimológicamente, la palabra “responsabilidad” proviene del latín “respondeo”, es decir, responder, dar contestación. 17. La circunstancia de hallarnos ante una materia donde el acuerdo o transacción desde el punto de vista civil es habitual impregna todo el procedimiento, no sólo ab initio, sino posteriormente en el mismo día de la vista…” “El Juicio de Faltas por imprudencia en la Seguridad Vial”. David Velázquez Vioque. Ed. Bosch. Barcelona. 2008. Pág. 11. 7. Siguiendo al Prof. D. Luis Díez Picazo, “Derecho de daños”. Ed. Civitas. 1999. Pág. 41 y ss. 18. Debido a la prescripción genérica de las faltas penales establecida en el art. 131.2 CP. 8. http://www.racc.es/pub/ficheros/adjuntos/adjuntos_microsoft_word_valoracion_permiso_por_puntos_2ano_ jzq_00a18c10.pdf 19. Este Juicio de Faltas es una vía más rápida que la civil, al denunciar se dispone gratuitamente del informe del Médico Forense en cuyas conclusiones fundará normalmente el juzgador su decisión, de otras periciales acordadas por SSª y se pueden instar del Juez de Instrucción la adopción de medidas cautelares sin que se precise prestar fianza para ello a diferencia de lo que ocurre en el proceso civil, además conjuntamente puede ventilarse la responsabilidad civil prácticamente sin límite de cuantía por razón del procedimiento. 9. Beneficencia, Seguridad Social, sistemas de ayudas económicas a víctimas,…que concretan la solidaridad social prevista en la definición de Estado Social del art. 1.1 CE. 10. En la Época Clasica de Roma la acción de la Lex Aquilia (anterior al año 242 a.C. pero de fecha incierta) era una acción penal privada que obligaba en la condena al causante del daño a pagar una suma de dinero a título de pena. 11. El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado. Resulta del principio general de “no dañar a otro”. Los requisitos son pues ACCIÓN – DEBER – INFRACCIÓN para el nacimiento de la obligación de reparar. Los actores son en principio ajenos, lo que diferencia esta responsabilidad de la contractual donde el ordenamiento jurídico establece las 20. Si este daño no existe no estaremos no ya ante responsabilidad penal, sino ni siquiera civil. En cuanto al resultado exigido por el tipo, el art. 147 CP (delito de lesiones) exige que la lesión requiera objetivamente tratamiento médico o quirúrgico para su sanidad aparte de la primera asistencia. No se ha considerado tratamiento médico las radiografías, escáneres, resonancias magnéticas, etc… y sí la fractura de nariz, endodoncia, y el collarín cervical y férulas prescritas Félix F. Serrano Gallardo 16 por médico,… En cuanto al tratamiento quirúrgico es tanto la cirugía mayor como la menor, siendo el caso más usual el de puntos de sutura. Siguiendo de nuevo aquí a David Velázquez Vioque op. cit. en nota 16. 21. Algunos autores la califican como cuasi-objetiva. 22. Es preciso acotar de inicio que se trate de vehículos a motor según el art. 1 del RD 1507/2008 de 12 de septiembre Reglamento del SOA, incluyendo los ciclomotores y excluidos los vehículos que vayan por vías propias (por tanto el autobús eléctrico de la UJI estaría incluido), sea un hecho de la circulación (art. 2) incluyendo cuando sea con ocasión de la circulación, o sea, con causa en el uso y circulación de vehículos (ejemplo: el vehículo que se aproxima a un control policial y aminora la marcha pero luego para eludirlo acelera y atropella a un Agente, se consideraría que sí es un hecho de la circulación asimilado) sin estimar como tal la utilización instrumental del vehículo para cometer un delito doloso contra las personas o bienes (dos personas discuten, uno de ellos se dirige a su vehículo, lo arranca y atropella al otro). El Reglamento sí que va a incluir como hecho de la circulación los delitos contra la Seguridad Vial del art. 382 CP: cuando con los actos sancionados en los artículos 379 (alcoholemia o drogas en el conductor), 380 (temeridad manifiesta) y 381 (temeridad con consciente desprecio a la vida de los demás) se ocasionare, además del riesgo prevenido, un resultado lesivo constitutivo de delito, cualquiera que sea su gravedad, los Jueces o Tribunales apreciarán tan sólo la infracción más gravemente penada, aplicando la pena en su mitad superior y condenando, en todo caso, al resarcimiento de la responsabilidad civil que se hubiera originado. Entonces, por ejemplo, los daños ocasionados por los conductores con alcoholemia, responderá la aseguradora del vehículo hasta el límite del SOA (seguro obligatorio de automóviles) y luego ésta podrá repetir contra el infractor. Secundando en lo anterior al Profesor D. Luis Fernando Reglero Campos (qepd) según la 2ª Edición de su Manual “Accidentes de Circulación: Responsabilidad Civil y Seguro”. Thomson-Aranzadi. 2007 23. Culpa exclusiva de la víctima en cuyo caso la jurisprudencia exige que ésta sea imputable. 24. Sentencia núm. 119, Pleno TS, Sala 1ª de 17/04/2007: sobre indemnización y principio de “deuda valor”, dice que los daños en el accidente de tráfico deben fijarse según el baremo legal vigente en el momento del siniestro pero la valoración económica de los mismos se hará en la fecha del alta definitiva del perjudicado. 25. Sentencia núm. 125 TS, Sala 1ª, Pleno, de 01/03/2007: dicho interés a pagar al accidentado será durante los 2 primeros años siguientes al siniestro del tipo legal incrementado en la mitad y a partir de entonces, al del 20% si aquél no fuera superior. 26. Se seguirá denunciando previsiblemente antes de los 6 meses para “forzar” el acuerdo. 27. De la ponencia impartida por D. Antonio González Estévez, Delegado del CCS en la Comunidad de Madrid, el día 05/05/2009 en el Ministerio del Interior, en las “Jornadas sobre asistencia letrada a los miembros de las FCSE”, titulada “cuestiones jurídicas relativas a los accidentes de circulación. Las funciones del CCS. La jurisdicción competente: civil, penal o contencioso-administrativa. El auto de cuantía máxima. Cuestiones prácticas derivadas de la defensa de estos supuestos por el Abogado del Estado sustituto”. 28. Casos del art. 621 y 268 CP que permiten el cierre de la causa penal por no persecución de la víctima. 29. En adelante de “Problemas de jurisdicción competente y de derecho aplicable en pleitos de responsabilidad civil extracontractual”. Carlos Gómez Ligüerre. Facultad de Derecho Universitat Pompeu Fabra. Artículo publicado en www.indret.com en mayo de 2009. 30. Según el Profesor D. Luis F. Reglero Campos (op. cit. pág. 971), también para el caso de reserva de acciones civiles en el procedimiento penal, cabría el dictado del auto de cuantía máxima ya que la finalidad es la misma, ejercitar dichas acciones en otra jurisdicción distinta a la penal que es para lo que sirve dicho auto. 31. Se ha de agotar la vía administrativa previa según el art. 25 LJCA. 32. El art. 2 de la Ley 52/1997, 27 noviembre, de Asistencia Jurídica al Estado e Instituciones Públicas establece que la Abogacía del Estado defenderá a las FCSE por actos de servicio. Sin embargo en la actualidad dicha asistencia no cubre el ejercicio de la acusación particular que ha de tramitarse para previa aprobación por la Dirección General y ejercicio por abogados externos, ocasionando que numerosos compañeros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil con lesiones graves en acto de servicio hayan de buscarse sus propios abogados para el ejercicio de la acusación, cuando dicha función podría ser llevada a cabo sin gasto para el Estado por los sustitutos que ya ejercitan la defensa de dichos componentes, con informes favorables previos y aprobación del Abogado General del Estado. Securitas vialis (2009) 3:17–23 17 INFRAESTRUCTURA • INFRAESTRUCTURE The Spanish asymptote La asíntota española Enrique Miralles Olivar Published June 2009 © Etrasa, 2009 Abstract. The Road Safety policies implemented in Spain during the last years have promoted an acceleration in the evolution of fatalities reduction, placing our country into a very reduced group of Member States capable of fulfilling the European Union objective of reducing in 50% the number of fatalities on roads in Europe by 2010. The article analyzes some of these policies, explaining their success and their potential life time in Spain. It also presents the uncertainty about what will occur when Spain reaches its asymptote, a period of deceleration or sudden stop in the reduction of fatalities, in the same way as it has happened in some of the most advanced countries on road safety matters. Finally, the article proposes some ideas to overcome that situation with the aim of trying to recover the tendency as favourable as the current one. Resumen. Las políticas de seguridad vial puestas en práctica en España durante los últimos años han Enrique Miralles Olivar Director Técnico Asociación Española de la Carretera favorecido una aceleración en el ritmo de reducción de víctimas mortales, colocando a nuestro país en un reducido grupo de Estados Miembros capaces de cumplir el objetivo de la Unión Europea del 50% de disminución del número de fallecidos para el año 2010. El artículo analiza algunas de estas políticas, tratando de explicar su éxito y el recorrido que todavía tienen en nuestro país. Así mismo, se plantea la incertidumbre de qué ocurrirá cuando lleguemos a la asíntota, es decir, a cierto periodo de desaceleración o estancamiento en el ritmo de reducción de víctimas mortales, tal y como ha sucedido en algunos países muy avanzados en materia de seguridad vial. Finalmente, se proponen algunas ideas para superar dicha situación con el fin de tratar de recuperar una tendencia tan favorable como la actual. Keywords. Asymptote, accidents, road safety, Spain, innovation. Palabras clave. Asíntota, accidentes, seguridad vial, España, innovación. 18 Enrique Miralles Asíntota: línea recta que, prolongada indefinidamente, se acerca de continuo a una curva, sin llegar nunca a encontrarla. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Éxito y asíntota Durante los últimos años, España ha experimentado una importantísima reducción en el número de víctimas mortales en accidentes de tráfico en carretera y zona urbana. Concretamente un 34% en el periodo 2000-2007, lo que nos sitúa en un grupo de países, entre los que se encuentran Francia, Portugal u Holanda, capaces de lograr el objetivo marcado por la Comisión Europea para el año 2010: conseguir una reducción de las víctimas mortales del 50%. Está comprobado que en países con problemas básicos de seguridad vial, donde no se toman las medidas necesarias para mejorar la situación, a medida que aumenta el parque automovilístico y el tráfico, también lo hace el número de víctimas. La explicación es muy sencilla: una mayor exposición al riesgo se traduce en consecuencias graves si no se han adoptado las pertinentes medidas preventivas o paliativas. España experimentó esta certeza hasta el comienzo de la década de los ’90. A medida que aumentaba el parque de vehículos y la movilidad, también lo hacía el número de víctimas mortales. Pero esta tendencia cambió en un determinado momento, que podemos situar en el año 1989, gracias a las acciones y campañas puestas en marcha en aquel momento (ver ilustración 1). Fue una etapa similar a la actual, con una reducción de víctimas del 40% durante el periodo 1988-1996 que significó un cambio en la tendencia y nuestro compromiso por la lucha contra los accidentes de tráfico. Ilustración 1. Comparación de las evoluciones del número de víctimas mortales y del parque de vehículos en España (1900-2007). Fuente: DGT. Este hecho se produjo muchos años antes en otros países europeos. En el caso concreto de Suecia, la ruptura de la ligazón que unía aumento de parque automovilístico con incremento del número de víctimas mortales se produjo casi 20 años antes que en el caso español, concretamente en el año 1970 (ver ilustración 2). Ilustración 2. Comparación de las evoluciones del número de víctimas mortales y del parque de vehículos en Suecia (1935-2007). Fuente: SIKA. La asíntota española El lector de este artículo podría pensar que se está sugiriendo que existe un desfase de 20 años entre los países más avanzados en materia de seguridad vial y España. No es ésa la conclusión que se debe extraer del argumento esgrimido, sencillamente porque no es así. En los últimos años, España ha experimentado un crecimiento sobresaliente en muchos aspectos, tanto económicos como sociales, y la mejora de la seguridad vial no ha sido ajena a esta circunstancia. De hecho, España se ha convertido en espejo para muchos países que desean mejorar sus cifras de accidentalidad, incluso países europeos muy avanzados han puesto sus ojos en nuestro país para estudiar y aprender algunas innovaciones españolas, como la Norma de Ensayos para sistemas de protección de motociclistas, pionera en el mundo. Lo que sí es cierto es que todavía existe una cierta distancia entre España y los países más avanzados en materia de seguridad vial, entre los que se encuentran Suecia, Holanda, Reino Unido o Noruega. Algunos podrán creer que esos países disponen de más y mejores carreteras o que cuentan con un parque de vehículos más moderno y equipado con dispositivos de seguridad, pero lo cierto es que la diferencia radica en el grado de concienciación de la sociedad. España cuenta con una extensa red de carreteras, habiendo desbancado a Alemania como el país con mayor longitud de vías de gran capacidad, por no hablar de las autopistas españolas de nueva generación, las cuales resisten cualquier comparación posible, con excelentes resultados. En cuanto al parque de vehículos, nunca en su historia España ha contado con un parque tan moderno y actualizado como el actual, si bien es probable que esta situación sufra un periodo de estancamiento debido a la actual crisis económica y financiera internacional. En efecto, la diferencia radica en el grado de concienciación y compromiso de la sociedad. En países como Suecia, Reino Unido, Noruega u Holanda, la seguridad vial es exigida como un derecho por sus ciudadanos, los cuales a su vez aceptan una serie de deberes como usuarios. ¿Dónde radica el éxito de España en la espectacular reducción de víctimas mortales experimentada duran- 19 te los últimos años? Muchos opinan que el carné por puntos ha sido el elemento desencadenante y tienen razón, en parte. Lo cierto es que dicho éxito se debe a la aplicación coordinada de una serie de medidas encaminadas a modificar el comportamiento del usuario: carné por puntos, mayor control, reforma del código penal, aparición de plataformas civiles, etc. Por supuesto que se ha invertido en construcción de nuevas infraestructuras y se ha hecho un gran esfuerzo en el mantenimiento de las existentes, tanto en las vías dependientes del Ministerio de Fomento como en las de titularidad autonómica o local. Pero la realidad es que la explicación a la reducción de los accidentes de tráfico en España pasa principalmente por la aplicación de las medidas expuestas anteriormente, cobrando una enorme importancia los controles y campañas de concienciación llevadas a cabo para aumentar la utilización de los cinturones de seguridad, evitar que los usuarios conduzcan bajo los efectos del alcohol y limitar las velocidades inadecuadas. Alcohol, cinturón y velocidad. Son tres de los aspectos más rentables a la hora de actuar para mejorar la seguridad vial en un país. En España, todavía un elevado porcentaje de los accidentes son causados por alguna o varias de estas causas, por lo que el control de estos elementos todavía tiene un apreciable recorrido en nuestro país, favoreciendo una reducción continuada de la accidentalidad durante los próximos años. Pero llegará un momento en que los porcentajes de utilización del cinturón de seguridad, el número de usuarios que conducen bajo la influencia del alcohol o las drogas y el cumplimiento de los límites de velocidad en España sean similares a los existentes en aquellos países que poníamos como ejemplo. Este hecho, junto con el agotamiento de otro tipo de medidas, traerá consigo un inexorable estancamiento o brusca desaceleración en la reducción de víctimas de tráfico en nuestro país. Será el momento en que España alcance su asíntota, entendida ésta como cierto límite difícil de rebasar, a pesar de que se continúen proponiendo e implementando nuevas medidas. Enrique Miralles 20 Es lo que ocurre en la mayoría de los países más avanzados en materia de seguridad vial. Una vez que han alcanzado cierto valor, les cuesta mucho conseguir reducciones significativas en la accidentalidad. La ilustración 3 sirve como soporte para este argumento. 10000 Suecia Holanda 9000 8000 Reino Unido España 7000 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0 1990 1995 2000 2005 2006 2007 Ilustración 3. Comparación de las evoluciones del número de víctimas mortales (1990-2007). Fuente: Statistical Pocketbook 2009. European Comission. En España el cómputo de fallecidos se realiza a 30 días a partir de 1993, por lo que se han aplicado factores correctores para el año 1990, con el fin de que sean comparables con las cifras de otros países. Como se puede apreciar en los casos de Suecia, Holanda y Reino Unido, durante años experimentaron reducciones significativas en el número de víctimas mortales, llegando a una situación de estabilidad de la que, a pesar de sus esfuerzos, es complicado escapar. Podríamos decir que estos países han llegado a su asíntota, de momento… En la misma gráfica se aprecia que la evolución de las víctimas mortales en España está lejos de encontrarse en una situación de estabilidad, todo lo contrario, estamos experimentando una reducción sólo comparable a la conseguida durante el periodo 1988-1996. Llegados a este punto surgen dos preguntas: 1. ¿Cuánto tiempo falta para alcanzar la asíntota española? 2. ¿Qué podremos hacer entonces para romper esa desaceleración y conseguir nuevas reducciones en la accidentalidad? El “Cisne Negro” Debido al comentado retraso histórico respecto de los países más avanzados en materia de seguridad vial, España todavía dispone de cierto margen para seguir cosechando éxitos mediante la aplicación de las políticas puestas en práctica durante los últimos años. Esperemos que la continuación del trabajo desarrollado junto con nuevas medidas complementarias consigan retrasar el momento de desaceleración o “llegada a la asíntota”. Resulta muy difícil predecir cuándo se producirá este hecho, pero lo cierto es que existen ciertos indicadores utilizados por técnicos e investigadores que permitirán alertarnos con cierta antelación de cuándo podría producirse esta situación. Hace algo más de un año cayó en mis manos un libro de un autor libanés llamado Nassim Nicholas Taleb. El libro se titula “El Cisne Negro”, en alusión a la teoría desarrollada por el autor basada en la existencia de ciertos sucesos poco probables que son capaces de alterar en gran medida el entorno donde se producen. El imaginativo título tiene su explicación en que antes del descubrimiento de Australia, todo el mundo estaba convencido de que todos los cisnes eran blancos. La visión del primer cisne negro invalidó una afirmación generalizada derivada de innumerables visiones confirmatorias de millones de cisnes blancos. Según el autor, para que un suceso pueda ser considerado un “Cisne Negro”, debe presentar tres atributos: ser una rareza (algo no esperable), producir un impacto tremendo y ser explicable a posteriori, nunca a priori. De acuerdo a esta teoría existen “Cisnes Negros” positivos (Google, You Tube) y negativos (11-S). Pero volvamos al caso que nos ocupa… Pese a que la tecnología ha experimentado grandes avances en el sector de la carretera y la automoción, con el estado actual de la misma no podemos aspirar a eliminar completamente los accidentes de tráfico, ya que existen demasiados condicionantes en el acto de la conducción de un vehículo, los cuales son sus- La asíntota española 21 ceptibles de producir errores humanos que desencadenen accidentes mortales o graves. de Colonia, Konrad Adenauer, con las siguientes palabras: “Así serán las carreteras del futuro”. Probablemente, llegará un momento en el que hablemos de carreteras y vehículos inteligentes, capaces de interactuar entre sí, reduciendo los grados de libertad del conductor, o por lo menos ofreciéndole nuevos elementos de análisis que le ayuden a tomar decisiones y a evitar errores. De hecho, ya existen numerosas aplicaciones ITS tanto en los vehículos como en la infraestructura, pero aún estamos lejos de una implantación general, homogénea e integral de dichos avances. La solución futura a los accidentes de tráfico pasará probablemente por el desarrollo pleno y real de los sistemas inteligentes de transporte o bien por la aparición de algún “Cisne Negro”, un descubrimiento o avance tecnológico inesperado que cambie de manera radical la concepción que tenemos en la actualidad sobre el transporte por carretera. Corría el año 1901 cuando el escritor H. G. Wells, autor de títulos de ciencia ficción tan conocidos como “La máquina del tiempo”, “La guerra de los mundos” o “La isla del Dr. Moreau” se anticipara a todos sus contemporáneos con el siguiente vaticinio, publicado en su obra “Anticipationes of the Reaction of Mechanical and Scientific Progress upon human Life and Thought”: Mientras tanto, inversión + innovación Pero hasta que ese momento llegue, debemos esforzarnos por encontrar soluciones que ayuden a superar la asíntota, devolviéndonos a una tendencia de reducción de accidentes como la que vivimos en la actualidad. “Probablemente el tráfico empezará a segregarse incluso en la década presente […]. Las carreteras serán utilizadas por aparatos más refinados; las herraduras, la suciedad de los animales y las torpes ruedas de los carros nunca entrarán en ellas. Deberían ser muy anchas […] y el tráfico en dos direcciones estaría estrictamente separado […], donde se cruzan, no lo harían a un mismo nivel, sino por medio de puentes […]. Cuando estas carreteras existan, se podrá experimentar con vehículos de una medida y de una fuerza muy por encima de las dimensiones que las carreteras normales permiten”. La mayoría de las innovaciones en materia de seguridad vial, ya sea desde el punto de vista del diseño de las infraestructuras, como desde la seguridad de los vehículos, provienen de los países mejor situados en este área de conocimiento. Estamos hablando de países como Suecia, Alemania, Holanda, Noruega o Reino Unido, lo cual no sorprende a nadie, porque se trata de países cuyo modelo de crecimiento se basa en la innovación y el desarrollo. Sin embargo, se puede buscar una segunda explicación a este hecho basada en la línea argumental de este artículo. La mayoría de estos países ha alcanzado su asíntota, es decir, presentan un número reducido (considerando la población, motorización y movilidad de cada país) y estable de víctimas mortales. No le faltaba razón a Wells, ya que tan sólo 12 años después de su predicción se comenzó a construir en Alemania la primera autopista (Autobahn) en el mundo, gracias al proyecto “Automobil-Verkehrs un Ubungsstrasse” (AVUS) que perseguía construir, con financiación privada, una gran autopista asfaltada de 9,8 Km de longitud en Berlín, cuya función principal era la de pista de pruebas y competición. La segunda autopista construida fue la que unía Bonn con Colonia, inaugurada el 6 de agosto de 1932 por el Alcalde A estos países ya no les resultan eficaces las políticas empleadas hasta el momento para conseguir nuevas reducciones en el número de víctimas, si bien es imprescindible que sigan llevándolas a cabo para mantener sus bajos ratios de accidentalidad. Llevan años, incluso décadas, poniendo en práctica estas políticas y han conseguido que la sociedad se encuentre comprometida con la seguridad vial, por eso sus porcentajes de uso del cinturón de seguridad son muy elevados y las in- 22 fracciones debido a excesos de velocidad y consumo de bebidas alcohólicas o drogas son menores que en la mayoría de los países, sin olvidar que el control ejercido en sus carreteras es muy elevado. Ellos ya se han encontrado con su asíntota y buscan la manera de reinventarse mediante la innovación y el desarrollo. Así, surgen nuevas visiones o políticas como la “Visión Zero” en Suecia, “Tomorrow’s Roads” en Reino Unido o “Sustainable Safety” en Holanda. Existe un factor diferenciador entre aquellos países y el nuestro a la hora de buscar soluciones imaginativas y eficaces a problemas existentes en las carreteras: los planes e ideas son discutidos y pulidos hasta que son aprobados y entonces son llevados a la práctica, a menudo como estudios piloto o ensayos. Tal es el caso de las carreteras 2+1, la aplicación de bandas sonoras en el eje y la señalización variable en Suecia, o los estudios de impacto en seguridad vial y los espacios compartidos sin señales verticales en Holanda. Existe en estos países el impulso tanto de las autoridades públicas como de la iniciativa privada para probar a escala real lo que antes han discutido en gabinete. En España, debido a distintas razones, muchas ideas nunca acaban de ser probadas por miedo a que los resultados no sean los esperados. Y es normal, ya que si algo no sale como se esperaba, enseguida se busca la responsabilidad civil o penal, que es imprescindible en un Estado de Derecho, pero que no debería maniatar a técnicos y gestores, como no lo hace en otros países, siempre que se guarden las medidas de seguridad oportunas. Escribo estas reflexiones desde mi posición de investigador, ajeno (aunque no ignorante) a las responsabilidades que atañen a mis compañeros de profesión que se dedican a gestionar la amplia red de carreteras española. Es una posición ventajista, puesto que es muy fácil sugerir desde la barrera lo que podrían hacer los demás, pero estoy seguro de que muchos de mis compañeros recordarán alguna situación en la que no han podido llevar a cabo alguna idea novedosa precisamente por eso, por no saber con exactitud cuáles serían sus resultados. Enrique Miralles Frente al “pero, ¿eso lo han probado ya en algún sitio?”, debemos empezar a estar en boca de los demás por haber sido pioneros. Como decía al comienzo de este artículo, muchos países miran a España como modelo y espejo porque se han hecho las cosas bien durante los últimos años, no sólo en el factor humano, sino también en aspectos relacionados con la infraestructura. Contamos con excelentes especialistas en seguridad vial que luchan diariamente por reducir las cifras de accidentalidad. Si queremos romper la asíntota, démosles un voto de confianza para que puedan poner en práctica sus ideas e investigaciones en todos los factores que intervienen en el transporte por carretera, especialmente sobre la infraestructura, que junto con el vehículo, es el elemento que puede ayudar a evitar los accidentes o a minimizar sus consecuencias en caso de que se produzca un error humano. Sólo la inversión, la investigación y el desarrollo ayudarán a mantener la tendencia de reducción de víctimas mortales, hasta que aparezca un “Cisne Negro” que solucione el problema de manera definitiva, o al menos consiga equiparar la accidentalidad del transporte por carretera con la propia de otros modos de transporte, mucho más seguros. La asíntota española Bibliografía 1. Anuario Estadístico General 2007. Dirección General de Tráfico. 2. Anuario Estadístico de Accidentes 2007. Dirección General de Tráfico. 3. European Statistical Pocketbook 2009. Comisión Europea. 4. Transport Trends 1970-2007. OECD. 5. Statens institut för kommunikationsanalys (SIKA). www.sika-institute.se 6. Administración Sueca de Carreteras (Vägverket). www.vv.se 7. Taleb, Nassim Nicholas. “El Cisne Negro”. 2008. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 8. Wells, H.G. “Anticipationes of the Reaction of Mechanical and Scientific Progress upon human Life and Thought”. Londres. 1902. 23 SEVI01.indd Sec1:12 03/02/2009 16:27:37 Securitas Vialis (2009) 3:25–32 25 VEHÍCULO • VEHICLE Improvements in the inspection procedure of brake disc warping Mejoras en el procedimiento de inspección del alabeo en discos de freno D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz Published: June 2009 © Etrasa, 2009 Abstract. The warping of brake discs and ovality of brake drums is one of the main causes of vibration and noise during the braking of a vehicle and of diminishing brake efficiency. Nowadays, the International Motor Vehicle Inspection Committee (CITA) demands an inspection of the warping and ovality during the Periodic Motor Vehicle Inspection (PMVI). However, the measurement is not always carried out in the same way. In this investigation, the warping-ovality has been deeply studied and characterized. Its measurement has been carried out not only from the direct dimensional measurement but also by means of a brake roller tester which is used during PMVI. In this paper a quick, precise and objective methodology to measure the warping-ovality, and which can be applied to the brake roller testers used in PMVI, has been proposed. Resumen. Los fenómenos de alabeo y ovalidad en los frenos de disco y de tambores respectivamente D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz Instituto de Seguridad de los Vehículos Automóviles (ISVA) Departamento de Ingeniería Mecánica Universidad Carlos III de Madrid. Avenida de la Universidad nº 30. 28911 Leganés (Madrid), España e-mail: {dgramos, agauchia, bboada, vdiaz}@ing.uc3m.es suponen una de las principales causas de vibración y ruido en el frenado de vehículos automóviles, contribuyendo, además, en una disminución de la eficacia del mismo. En la actualidad, el Comité Internacional de Inspección Técnica de Automóviles (CITA) exige la verificación de alabeo-ovalidad en las inspecciones técnicas de vehículos (ITV), sin embargo, la realización de la misma no es homogénea en los distintos sistemas de inspección. En este trabajo se ha abordado el estudio del fenómeno de alabeo-ovalidad y su correcta caracterización. Dicha caracterización se ha realizado tanto de manera directa, mediante medida dimensional sobre el disco, como indirecta a través del dispositivo de inspección denominado frenómetro. De este modo, el objetivo principal del artículo ha sido el desarrollo de una metodología rápida, precisa y objetiva de caracterización del alabeoovalidad, aplicable en los distintos sistemas de inspección vehicular. Keywords. Brake system, safety, vehicle, warping, ovality, PMVI. Palabras claves. Sistema de frenos, seguridad, vehículos automóviles, alabeo, ovalidad, ITV. D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz 26 Introducción El incremento de la seguridad en los vehículos automóviles es en la actualidad uno de los principales objetivos de la industria del automóvil, y motivo de gran preocupación para la sociedad. En este ámbito resulta tan importante un diseño adecuado como un correcto mantenimiento de los distintos dispositivos de seguridad que incorpora un automóvil. Es por esto que, cada vez más, se hace imprescindible un sistema de inspección técnica de vehículos que garantice las condiciones de seguridad mínimas exigibles al parque automovilístico (Consejo de Transporte Público, 2002), (Comunidad Europea, 2002), (Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España, 2006). Actualmente, uno de los puntos que se revisa en las Inspección Técnica de Vehículos (ITV) es el estado del sistema de frenos del automóvil (Comunidad Europea, 1996), (CITA, 1999), (Comunidad Europea, 2002), (Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España, 2006). Si bien es cierto que las pruebas que se realizan permiten obtener con objetividad y precisión el grado de equilibrio y efectividad del sistema de frenos de un vehículo, las pruebas hasta ahora realizadas para determinar el alabeo-ovalidad del mismo no resultan adecuadas. Es por esto que en este estudio se aborda un análisis minucioso del fenómeno, y de las repercusiones que este tiene sobre la seguridad, con el fin de caracterizarlo y plantear mejoras en el actual sistema de inspección. Actualmente, la prueba consiste en la medida de la fuerza de frenado mediante frenómetro al mantener el pedal del freno en una posición aproximadamente constante durante unos segundos. A partir de las oscilaciones en la señal de fuerza de frenado, el sistema del propio frenómetro determina el alabeo-ovalidad en tanto por ciento mediante la ecuación. Alabeo-Ovalidadrueda (%)= FMAX−FMIN . 100 FMAX Esta prueba plantea una serie de problemas que la convierten en subjetiva e imprecisa. Así pues, cada frenómetro del mercado exige que la prueba se realice para un valor de fuerza de frenado distinto y durante un intervalo de tiempo diferente, no resultando homogéneo el modo en que se obtienen los datos con los distintos sistemas. Del mismo modo, el análisis que se realiza con los distintos frenómetros de esos datos también manifiesta diferencias. El filtro con que acondicionan los datos y los algoritmos con que procesan la información son diferentes dependiendo del fabricante del frenómetro. Todo esto hace que sea necesario un estudio que permita decidir cuáles son los requisitos mínimos que debe cumplir el proceso de inspección. Para la realización de este estudio se ha utilizado un frenómetro semejante a los utilizados en cualquier estación de ITV. A partir de estos datos se ha determinado el tipo de filtro más adecuado para acondicionar la señal y se ha realizado un estudio experimental para determinar el límite de rechazo más adecuado. De este modo ha sido posible proponer una metodología de ensayo completa. Desarrollo teórico ¾ Influencia del alabeo-ovalidad en el proceso de frenado El alabeo en discos de freno, y la ovalidad en frenos de tambor, es una deformación permanente de los mismos que genera una fuerza oscilante durante el proceso de frenado (Roberto, 2002), (Holger, 2004). Este fenómeno puede dar lugar a vibraciones e ineficacias durante el frenado pudiendo llegar a generar inestabilidad direccional. Dependiendo de las condiciones en que tenga lugar la fluctuación de las fuerzas de frenado es posible encontrar distintos efectos. A continuación se analizan los posibles casos que se pueden encontrar al analizar dicha influencia. Caso I: El fenómeno de alabeo-ovalidad tiene lugar en un sistema de frenos equilibrado, y es aproximadamente igual en los discos-tambores de freno de un mismo eje. En este supuesto la influencia estará localizada en el confort. Mejoras en el procedimiento de inspección del alabeo en discos de freno Caso II: El fenómeno de alabeo-ovalidad tiene lugar en un sistema de frenos equilibrado, siendo la amplitud de la oscilación distinta para ruedas de un mismo eje. En este supuesto la influencia no sólo afecta al confort, también incidirá en la distancia de frenado e incluso en una posible inestabilidad direccional. Caso III: El fenómeno de alabeo-ovalidad tiene lugar en un sistema de frenos desequilibrado, siendo la amplitud de la oscilación distinta para ruedas de un mismo eje. En este supuesto, al igual que para el caso II, la influencia no solo afecta al confort, también incidirá en la seguridad del vehículo. Los casos II y III pueden ser estudiados de un modo muy semejante, dado que es posible considerar para ambos que la fuerza de frenado en una de las ruedas de un eje permanece constante e igual a un cierto valor, F1, y que la fuerza en la otra rueda del eje será distinta y de valor oscilante en virtud del alabeoovalidad y del desequilibrio, de valor F2, tal y como se indica en la Figura 1. Figura 1: Representación de las distintas fuerzas de frenado en ruedas de un mismo eje. Debido al desgaste de los frenos es habitual que exista un cierto desequilibrio entre las ruedas de un mismo eje. No obstante, este desequilibrio puede ser despreciable o, por el contrario, producir un momento de guiñada (momento en torno al eje vertical que pasa por el centro de gravedad) que comprometa la seguridad del vehículo. Al tener en cuenta este desequilibrio, es posible caracterizarlo e introducirlo en el cálculo de las fuerzas de frenado tal y como se indica en las Ec. (2) y (3). 27 Donde F1 es la fuerza de frenado en la rueda anterior izquierda, F2 es la fuerza de frenado en la rueda anterior derecha, B el ancho de vía del vehículo, e Y es el desequilibrio (en tanto por uno y con el signo que le corresponda). El momento de guiñada (MΦ) provocará que el vehículo no describa una trayectoria rectilínea, sino algo semejante a una curva cuyo radio dependerá del grado de desequilibrio en el frenado entre ambas ruedas del mismo eje, tal y como se indica en la Figura 2. Figura 2: Representación de las distintas fuerzas de frenado en ruedas de un mismo eje cuando una de las ruedas presenta desequilibrio y/o alabeo-ovalida. Tal y como se puede ver en la Figura 2 una fuerza de frenado mayor en la rueda anterior derecha que en la anterior izquierda de un vehículo provocará que este gire en sentido horario cuando X>1 y antihorario cuando X<1 (X puede venir generado tanto por desequilibrio como por alabeo-ovalidad). Del mismo modo en que se definía la fuerza F2 en función de F1 para el caso de desequilibrio, es posible definirla para el caso en que exista alabeoovalidad: F2= Z.sin ( 2. ω . t )+F1 Donde w es la velocidad angular de la rueda y Z la semiamplitud de oscilación definida como la semiresta de la fuerza máxima y la mínima. A partir de este valor de fuerza es posible dar un valor del momento de guiñada que se genera en estas condiciones: F2= F1.(1±Υ) MΦ= Y . F1. B 2 B MΦ= Z .sin ( 2 . ω . t ) . 2 D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz 28 Por último, el caso más general será aquel en que se consideren simultáneamente los efectos del desequilibrio y del alabeo-ovalidad: F2= Z .sin ( 2 . ω. t )+F1. ( 1±Y )=F1. X MΦ= ( Z .sin (2 .ω .t )±Y . F1 ) . B 2 De la expresión anterior se deduce que cuando el valor del momento de guiñada, MΦ, sea positivo, este tendrá sentido horario en el vehículo representado en la Figura 2. Por el contrario, cuando tome valores negativos tendrá sentido antihorario. Desarrollo del estudio experimental Se han realizado ensayos experimentales que han permitido obtener relaciones entre medidas dimensionales tomadas directamente sobre el disco de freno y señales obtenidas mediante frenómetro, equipo utilizado actualmente en las inspección técnicas de vehículos. Del mismo modo, también se han realizado medidas mediante frenómetro a diferentes frecuencias de muestreo (10Hz, 100Hz y 1kHz) y se pudo comprobar que la frecuencia de muestreo de 1kHz es la más adecuada, dado que es la que nos permite obtener una señal completa sin pérdidas relevantes de información. A partir de los datos registrados se plantearon distintas posibilidades de filtrado, lo cual dio lugar a pruebas con varios tipos de filtro paso bajo. Finalmente, la señal ha sido tratada con un filtro paso bajo Butterworth de segundo orden y frecuencia de corte 8 Hz, dado que es este filtro el que permite obtener la mejor señal para la determinación de alabeo-ovalidad, tal y como se pudo comprobar en el estudio. Es conveniente resaltar que los modelos de frenómetro disponibles en el mercado tienen diferentes velocidades de rotación de sus rodillos. Así pues, este análisis ha sido particularizado para un frenómetro que impone un giro en el neumático de un vehículo automóvil turismo de aproximadamente 2π radianes/ segundo, es decir, una vuelta completa por segundo (depende del diámetro del neumático). Así pues, la frecuencia en que es de esperar que se encuentre el alabeo-ovalida para este sistema de medida será aproximadamente 4 Hz, hecho que justifica la elección de un filtro con frecuencia de corte de 8 Hz. No obstante, para cualquier velocidad de rotación de los rodillos de un frenómetro sería aplicable el filtro propuesto, solo habría que adaptar la frecuencia de corte del mismo (aproximadamente debe ser el doble de la frecuencia propia de alabeo). ¾ Medida dimensional Las primeras pruebas experimentales consistieron en la selección de vehículos con elevado alabeo-ovalidad, y la medida dimensional de los discos-tambores de los mismos, Figura 3. La información geométrica obtenida al medir los discos-tambores permitió definir con precisión su estado (Holger, 2004), (Talbot, 2002). El límite dimensional que se fija para rechazar un disco de freno nuevo son 8 micras y para el caso de un disco de freno usado 125 micras. Así pues, a partir de esta medida objetiva y precisa fue posible comparar los resultados obtenidos mediante frenómetro. Figura 3: Fotografía de la realización de medidas dimensionales sobre un disco. ¾ Medida mediante frenómetro Determinación de la fuerza de frenado óptima para la prueba de alabeo-ovalidad: Al realizar medidas mediante frenómetro uno de los primeros Mejoras en el procedimiento de inspección del alabeo en discos de freno Alabeo(%) 8 6 4 2 0 50 70 90 130 110 Fuerza frenómetro (daN) Figura 4: Medida de alabeo realizando el análisis a distintas fuerzas de frenado. Diversos ensayos realizados han permitido comprobar que la variabilidad en los resultados es muy pequeña al utilizar o dejar de utilizar un presómetro, resultando más lenta e incómoda la prueba utilizando este dispositivo. Así pues, el uso del presómetro no es necesario para la realización de dicha prueba. Intervalo de tiempo óptimo para la toma de datos: Otro punto importante en el desarrollo de una metodología de ensayo e inspección ha sido la determinación del intervalo de tiempo óptimo para la toma de datos. Para el caso del equipo empleado, sabiendo que la rueda de un vehículo automóvil de turismo da una vuelta por segundo aproximadamente, la mínima ventana temporal tenía que ser de un segundo. El mayor problema de ajustar un intervalo de tiempo demasiado pequeño es que podía perderse información para el cálculo del alabeo, como se puede apreciar en la Figura 5. Por otra parte, un intervalo demasiado grande puede dar lugar a errores, pues dada la dificultad de mantener una fuerza de frenado constante, al obtener el máximo y mínimo en ese intervalo se podían medir valores que no caracterizaban exclusivamente el alabeo. Desviación cuadrática media estudios que se planteó fue el análisis de fuerza de frenado óptima para la obtención de una señal clara de alabeo. Así pues, las medidas se efectuaron para diferentes fuerzas de frenado registradas en frenómetro. Tal y como se puede observar en la Figura 4 para dos de los vehículos ensayados (y en gráficas equivalentes obtenidas para diferentes vehículos a lo largo del estudio), la zona en que se muestra con más claridad el alabeo se encuentra próxima a los 80 daN de fuerza de frenado registrada en el frenómetro (ver Figura 4). Por este motivo las siguientes medidas 14 mediante frenómetro han sido tomadas realizadas %Alabeo (A) 12 %Alabeo (B) entre 70 y 90 daN. 10 29 3,5 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 Intervalo de tiempo (s) 1 2 3 4 5 6 Figura 5: Error cometido al medir el alabeo en diferentes intervalos de tiempo. Es por esto que se han realizado distintas pruebas al respecto, incluyendo el efecto que podrían tener sobre esta variable otras como el valor de la fuerza de frenado. Las medidas realizadas han sido tomadas para fuerzas de frenado de 60, 80, 100, 120 daN con los discos con alabeo, y posteriormente se han repetido para las mismas fuerzas con discos nuevos. Los discos se cambiaron después de realizar todos los ensayos previstos, para verificar que los valores que se habían medido tenían como fuente el deterioro de los discos de freno y no huelgos, desgastes o defectos de otros componentes del sistema de frenado. Por otra parte, se realizaron medidas de 6, 8 y 14 segundos, y se dividieron en subintervalos de dos segundos para realizar las distintas comparaciones. Con todos los datos analizados se pudo concluir que la metodología más correcta para caracterizar el alabeo seguiría los siguientes pasos: • Tomar cuatro intervalos cuyo valor sea aproximadamente el doble del mínimo imprescindible para obtener información completa. Promediar los cuatro valores de alabeo obtenidos. • Comprobar que la serie temporal no muestra tendencia (o ésta es inferior a un cierto valor, para el frenómetro utilizado sería de aproximadamente 1%). • Si muestra tendencia habría que repetir el ensayo, en caso contrario se tomaría como valor final de alabeo la media de los alabeos de los cuatro subintervalos. D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz 30 Determinación de parámetros de influencia: A continuación se analizó la influencia de la presión de los neumáticos y el desequilibrio de los mismos en la medida tomada mediante frenómetro. Se realizaron medias con presiones de 1, 1.5, 2 y 2.5 bares de presión pudiéndose comprobar que las variaciones obtenidas en las medidas estaban dentro de la variabilidad del propio proceso de medida y no suponian cambios significativos. Sólo las medidas a 1 bar resultaban ligeramente diferentes (incremento aproximado del 2% en el alabeo final), no obstante, en estas condiciones se apreciaba con claridad y a simple vista que el neumático no estaba en condiciones adecuadas para hacer la prueba. Por otra parte, se introdujo una pesa de plomo en uno de los extremos de la llanta con el fin de cuantificar la aportación del desequilibrio a la medida final de alabeo. Los ensayos se realizaron para masas de 30 gr, 40 gr y 50 gr dando como resultado variaciones despreciables en la medida. De este modo quedó confirmado que el sistema de medida empleado es robusto frente a variaciones en la presión o en el equilibrado de los neumáticos. Comprobación de albeo en discos nuevos: Una vez realizado el estudio que permite caracterizar el alabeo de forma indirecta, mediante frenómetro, se procedió a sustituir los discos de freno por otros nuevos en los vehículos ensayados. Los valores medidos en las distintas pruebas con discos nuevos dan resultados próximos a cero. Comparación entre diferentes frenómetros disponibles en el mercado: Como se puede ver en la Figura 6 la dispersión de datos obtenidos con distintos frenómetros es muy grande, variando las medidas obtenidas para el alabeo entre un 6% y un 42%. Los datos que se muestran fueron tomados para un mismo vehículo en cinco frenómetros de distinto fabricante (estas pruebas se repitieron con otros vehículos e idéntico resultado). Este hecho justifica la necesidad de unificar criterios en una metodología precisa y objetiva que permita caracterizar de manera unívoca el alabeo-ovalidad en el sistema de frenado. alabeo en frenómetro (%) No obstante, si se toma un único intervalo de cuatro segundos (para la configuración empleada en los ensayos realizados y el frenómetro empleado) se obtienen valores del alabeo próximos a los del método propuesto, siendo este último caso notablemente más sencillo. Así pues, dependiendo del grado de precisión con que se desee caracterizar el alabeo se empleará uno u otro método. 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 0 10 20 30 40 50 Medida dimensional de alabeo (micras) Frenómetro 1 Frenómetro 2 Frenómetro 3 Lineal (Frenómetro 1) Lineal (Frenómetro 4) Frenómetro 4 Frenómetro 5 Aprox. lineal para frenómetro 2 Aprox. lineal para frenómetro 1 Aprox. lineal para frenómetro 5 Figura 6: Comparación de datos registrados mediante distintos frenómetros para un mismo vehículo. ¾ Relación entre medida dimensional y medida de frenómetro Con los datos obtenidos a partir de medidas dimensionales y mediante frenómetro para un número representativo de vehículos se ha podido hacer un análisis estadístico y obtener relaciones concretas entre dichos datos (Vadari, 1999), tal y como se puede comprobar en la Figura 7. Así pues, para resultados experimentales obtenidos en las condiciones de medida y análisis de datos propuestos en este estudio, y respetando el criterio dimensional de rechazo de 125 μm, se ha determinado un límite de rechazo por alabeo del 50%. Mejoras en el procedimiento de inspección del alabeo en discos de freno Alabeo frenómetro (%) 60 31 Referencias 50 Alabeo (%)= 0,3917 Alabeo (micras) R2= 0,9605 40 1. CITA (1999). Uniformización de criterios para la evaluación de defectos diagnosticados durante la inspección de vehículos. 30 2. Comunidad Europea (2002). Directiva 2002/78/CE. Diario Oficial de las Comunidades Europeas, L 267/23, 4 de Octubre de 2002. 20 10 0 0 50 100 150 Alabeo dimensional (micras) Figura 7: Relación entre medida directa dimensional y medida mediante frenómetro. Se muestra la ecuación que relaciona ambas magnitudes para las condiciones fijadas. Conclusiones Teniendo en cuenta cada uno de los puntos llevados a cabo en el estudio descrito se pueden alcanzar las siguientes conclusiones: • El alabeo-ovalidad en vehículos automóviles es un fenómeno que puede comprometer notablemente la seguridad, sin embargo en la actualidad no se inspecciona mediante un sistema objetivo y preciso, de ahí la necesidad de proponer mejoras en el sistema de inspección técnica. • Se ha comprobado que el valor de alabeo obtenido mediante el procedimiento descrito, con frenómetro, viene dado fundamentalmente por este fenómeno y no por huelgos, desgastes o defectos de otros componentes. • Se ha establecido una relación clara entre el alabeo medido dimensionalmente y el alabeo medido de manera indirecta mediante frenómetro. Esto ha permitido establecer un criterio de rechazo objetivo. 3. Comunidad Europea (1996). Directiva 96/96/CE: Aproximación de las legislaciones de los Estados miembros relativas a la inspección técnica de los vehículos a motor y de sus remolques. 4. Consejo de Transporte Público (2002). Reglamento de Obras Públicas y Transporte (España). Secretaría Ejecutiva. Gaceta del 29-4-2002. 5. Dante, R. C., A Basic Overview on Brake Disc Wear, SAE Technical Paper. Document Number: 2002-012184, 2002. 6. Marschner, H., Rischbieter, F., Three-Dimensional Operational Deflection Shape Analysis of Squealing Disc Brakes, SAE Technical Paper. Document Number: 2004-01-2796, 2004. 7. Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España (2006). Manual de Procedimiento de Inspección de las estaciones ITV. 8. Talbot, C.J., Fieldhouse, J.D., Investigations of In-Plane Disc Vibration Using Laser Holography, SAE Technical Paper. Document Number: 2002-01-2607, 2002. 9. Vadar, V., An Experimental Investigation of Disk Brake Creep-Groan in Vehicles and Brake Dynamometer Correlation, SAE Technical Paper. Document Number: 1999-01-3408, 1999.7. Referencias. 1. Arenas R. B., Aparicio I. F., González F. Camino, Gómez M. A. (2009). The influence of heavy goods vehicle traffic on accidents on different types of Spanish interurban roads. Accid. Anal. Prev. 41. 15-24. • Se ha definido un procedimiento de ensayo completo y objetivo para el análisis de alabeo/ovalidad en ITV. 2. Aparicio F., Bernardos, E., Arenas B., Páez J. (2008) Análisis de la seguridad vial española: un modelo integrado para la evaluación de los principales factores de influencia. Congreso Iberoamericano de Seguridad Vial. San José de Costa Rica. Mayo 2008. • Con el fin de generalizar el criterio de rechazo obtenido, sería necesario homogeneizar previamente el procedimiento de adquisición y tratamiento de datos de los equipos disponibles en las inspecciones. 3. Bernardos E. Aparicio F., Gómez A., Arenas B., Páez J. (2008). Aplicación de la metodología DRAG al análisis de la seguridad vial española y la evaluación de los principales factores de influencia. VII Congreso de Ingeniería del transporte. La Coruña. Julio 2008. 32 4. Aparicio F., Bernardos E., Arenas B., Méndez A., Chacón E. (2008). Development of a DRAG-SPAIN MODEL: Application of the DRAG Methodology to the analysis of road safety in Spain. FISITA Automotive Congress. Munich. Septiembre 2008. 5. Dirección General de Tráfico. (2005). Plan Estratégico de Seguridad Vial 2005-2008. 6. Dirección General de Tráfico. Bases de datos de accidentes. Varios años. 7. Dirección General de Tráfico. Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Varios años. 8. Gaudry, M. (1984). DRAG, un modèle de la Demande Routière, des Accidents et de leur Gravité, appliqué au Québec de 1956-1982. Publication CRT-359. Centre de recherche sur les transports, et Cahier #8432, Département de sciences économiques. Université de Montréal. 9. Gaudry, M., Lasarre, S. (2000). Structural Road Accidents Models: The International DRAG family. Elsevier Science Publishers, Oxford. 10. Instituto Nacional de Meteorología. Ministerio de Medio Ambiente y medio rural y marino. 11. Instituto Nacional de Estadística. 12. Liem, T., Gaudry, M., Dagenais, M., Blum, U. (2000). LEVEL: The L-1.5 program for BC-GAUHESEQ (Box-Cox Generalized Autoregressive Heteroskedastic Single Equation) regression and multimoment analysis. In: Structural Road Accident Models: the International DRAG Family, (Gaudry, M., Lasarre, S.), Elsevier Science, Oxford. 13 Ministerio de Fomento. Los Transportes y los Servicios Postales. Informes Anuales. 14. Ministerio de Hacienda y Economía. D. García-Pozuelo, A. Gauchía, B.L. Boada, V. Díaz Securitas Vialis (2009) 3:33–48 33 FACTOR HUMANO • HUMAN FACTOR Crash sequencing events model El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) José Andrés Campón Domínguez Published June 2009 © Etrasa, 2009 Abstract. This work points the need of a new model of the road crash. A sequencing events model is formulated under the name of MOSES. The first step will be to define the main concepts that will establish its framework of application. Then, the scheme of the application methodology of MOSES to a hypothetical actual case will be treated. After this, a matricial graph to expose the results obtained in the investigation under this model will be showed. At the end, the lanes of future research to follow for developing and appling the model MOSES are enumerated. Resumen. Este trabajo apunta la necesidad de un nuevo modelo sobre el siniestro vial. Se formula un modelo secuencial de eventos, denominado MOSES. El primer paso consiste en definir los conceptos fundamentales que establecen el marco de aplicación del modelo. A continuación se expone un esquema de la metodología de aplicación de MOSES a un hipotético supuesto real. Como complemento se presenta una forma gráfica matricial de exposición de los resultados obtenidos en una investigación de acuerdo José Andrés Campón Domínguez Comandante de la Guardia Civil, Departamento de Investigación y Reconstrucción de Accidentes (DIRAT) Escuela de Tráfico de la Guardia Civil Mérida (Badajoz) con el modelo. Finalmente, se articulan las líneas de investigación que pueden seguirse para desarrollar y aplicar el modelo MOSES. Keywords. Model, event, sequence, method, reconstruction, crash, in depth investigation, cinematic, factors, action, condition, analysis, cause. Palabras clave. Modelo, evento, secuencia, método, reconstrucción, siniestro, investigación en profundidad, cinemática, factores, acción, condición, análisis, causa. Introducción Cuando se llega por primera vez a la escena de un siniestro vial1 se obtiene la muestra más palpable de la aplicabilidad real de la teoría del caos. Esta sensación es más fuerte cuanto mayor sea el número de víctimas y más graves las huellas que el siniestro haya dejado en ellas. Incluso cuando se realiza una investigación ordenada de la escena de los hechos, el siniestro vial, como fenómeno, aparece desdibujado bajo una cortina de falta de información disponible y de complejidad en las interrelaciones de los elementos presentes. Esta primera orfandad espiritual que transmite el siniestro vial se agrava cuando se acomete la tarea de 34 reconstruir los eventos que forman parte de su historia particular. Algunas personas afrontan este reto sin método, pero con gran imaginación. Otros, en cambio, lo hacen sin orden, pero acompañando afirmaciones rotundas entremezcladas con profusión de nuevas tecnologías. Finalmente, unos pocos intentan hacerlo de forma sistemática, metódica y rigurosa, adoptando un modelo que debe corroborarse con las evidencias y en el cual las conclusiones se asientan en pruebas reales y no en virtuales posibilidades dibujadas en el aire. J. Andrés Campón Domínguez Hay quien piensa, desde una perspectiva práctica, que los modelos y sus estructuras conceptuales no tienen una verdadera utilidad a la hora de investigar una serie de sucesos reales. En materia de seguridad vial, no falta tampoco quien aduce la indudable complejidad presente en cualquier tipo de siniestro para restar validez y eficacia a los modelos que sobre este tipo de fenómenos se han formulado y a las teorías que los sustentan. con arreglo a un método conocido y aceptado por la generalidad de la comunidad científica. En el caso de un siniestro vial podría parecer obvio que ha existido y existe esta aproximación científica al fenómeno, pero realmente no hay un modelo comprensivo de lo que es en realidad un siniestro y, lo que es peor, un modelo que permita reconstruir esta realidad de acuerdo con un método estructurado y convenientemente asentado sobre conceptos claros y precisos. Podría pensarse que en el caso de un siniestro vial, las inversiones realizadas en investigación y el número de trabajos publicados debería desmentir la afirmación realizada. Sin embargo, sólo hace que reafirmar la problemática dibujada. Cuanto mayor es el campo en el cual se mueve el fenómeno analizado y cuanto mayor es el número de observaciones y experimentos llevados a cabo en ese campo, más difícil es comprender qué es lo que realmente está sucediendo, por qué sucede, qué sucederá en el futuro y qué se debería hacer para solucionarlo o, al menos, paliarlo. Frente a estas posturas, están los que piensan que la ciencia necesita, como requisitos básicos para desarrollarse, modelos y teorías. De hecho puede afirmarse, aunque suene a tópico, que no hay nada más práctico que una teoría adecuada (OCDE, 1997). Esta aseveración puede aplicarse con plena seguridad a la investigación sobre la siniestralidad vial. Concluyendo, resulta necesario que las investigaciones sobre siniestralidad vial se asienten en un modelo de siniestro vial. Lo cual lleva, inevitablemente, a plantearse cuál debe ser el modelo a utilizar, teniendo presente que sea el más adecuado para aplicarlo a todo tipo de investigaciones, tanto policiales como científicas, tanto inquisitivas como preventivas. Al abordar cualquier tipo de fenómeno de acuerdo con un modelo predeterminado, definido de acuerdo con una teoría clara y precisa, se puede conseguir una perspectiva común para afrontar el problema, en la que puedan colaborar científicos e investigadores procedentes de diversas disciplinas. En el caso del siniestro vial, cuya investigación tiene una naturaleza claramente multidisciplinar, la teoría funciona como una plataforma intelectual común, en la cual el armazón conceptual y las definiciones favorecen la cooperación y comunicación interdisciplinar de los investigadores. En definitiva, la investigación sobre seguridad vial necesita un modelo y una teoría para poder estudiar, explicar y predecir los problemas a los que se enfrenta. No existe una aproximación científica a un fenómeno hasta que éste ha sido sistemáticamente estudiado Bases conceptuales del modelo Cuando se afronta una revisión de la literatura científica sobre las teorías que intentan explicar este tipo de fenómenos y los modelos que de ellas se derivan se observa que, en esta materia, existe una pequeña cantidad de literatura directamente aplicable al modelo sobre el siniestro vial (Baker-Fricke, 1986; Lechner et al., 1986; Borrell et al, 1991; López Muñiz, 1997; Brenac,1997) y una literatura mucho más amplia sobre enfoques particulares de este fenómeno, por ejemplo el psicológico (Montoro et al, 2000; OCDE,1997) o sobre teorías y modelos sobre los siniestros, en general, entendidos como catástrofes humanas, como por ejemplo los aplicados en la ingeniería industrial, o en la aviación civil (Haddon, El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) 1972; Benner, 1975; Qureshi, 2008). El principal problema de cada una de esas teorías y su modelo o modelos correspondientes se halla en su renuncia a entender el siniestro vial como el resultado de un conjunto de acciones humanas, reguladas a través de normas jurídicas de comportamiento, enmarcadas en un sistema complejo en el que interactúan personas y vehículos sobre una determinada vía. Unos modelos apuestan por una perspectiva psicológica de comprensión de las acciones u omisiones de las personas implicadas en el siniestro -el conductor, el peatón, o el usuario-, pero olvidando el componente físico-dinámico del mismo; otros, en cambio, desde la ingeniería o la criminalística pretenden reconstruir el siniestro con magníficos y complejos modelos físico-matemáticos, pero dejando de lado completamente al ser humano en su análisis. Por estos motivos se ha elaborado un modelo secuencial de eventos del siniestro vial, denominado por su acrónimo MOSES, que intenta aglutinar, en un solo análisis secuencial, las acciones y las condiciones que han generado la correlación de eventos que han desembocado en un impacto entre dos cuerpos con consecuencias lesivas para las personas y dañinas para las cosas. Se trata de una aproximación multidisciplinar a la materia, pero no de una forma meramente superpuesta, sino de una forma integrada para conseguir de forma científica responder a la pregunta sobre cómo sucedieron los hechos y por qué. MOSES pretende ser una herramienta rigurosa, pero a la vez flexible y versátil que se adapte a la mentalidad y el pensamiento de cualquiera que tenga que analizar un siniestro vial, independientemente de los motivos que lo lleven a ello. Busca ser el lenguaje común que falta en materia de siniestralidad vial. Un modelo es un sistema abstracto en el que los elementos que interactúan son conceptos, igualmente abstractos, y las relaciones entre ellos están formalizadas. No se puede olvidar que todo modelo, incluso los más complejos y avanzados, son simplificaciones del mundo real. MOSES al pretender explicar la dinámica del sistema vial en su punto de inflexión, que es el siniestro, no puede sustraerse a ese necesario proceso de conceptualización. 35 El sistema del tráfico de vehículos de motor por las vías de uso público es un sistema dinámico, extraordinariamente dinámico podría añadirse, compuesto por una serie de elementos que lo conforman y lo definen: • El factor humano compuesto por los conductores de los vehículos, los peatones y otros posibles usuarios de las vías. • El factor tecnológico representado, principalmente, por el vehículo de motor. • El factor medioambiental conformado por la vía, su entorno y las circunstancias en las que se encuentran ambos. • El factor normativo, conformado por la legislación, la reglamentación y los usos y costumbres que disciplinan el comportamiento de los otros tres elementos. Este sistema puede ser representado gráficamente como un tetraedro donde cada vértice sería uno de los elementos que configuran el sistema del tráfico, tal y como puede verse en la figura abajo inserta: Figura 1: Sistema dinámico del tráfico de vehículos. Todos los modelos secuenciales parten de una misma premisa: el siniestro vial, a pesar de su rapidez, no se produce de manera instantánea, sino que sufre una evolución secuencial que se desarrolla en el tiempo y en el espacio mediante una serie de eventos que se van desarrollando ordenadamente hasta llegar a J. Andrés Campón Domínguez 36 producir un resultado final lesivo para las personas o dañino para sus bienes (Borrell et al.,1991). Este tipo de modelos permite tener en cuenta la importancia de la evolución espacio-temporal y las interacciones entre los implicados en el devenir del siniestro (Brenac,1997). ¾ Evento La definición clásica de evento lo describe como el resultado de la acción de un solo actor (Benner, 1975). En otras palabras, es un fenómeno real perceptible por un observador externo consecuencia de la acción de una persona que tiene, a su vez, efectos en el sistema de tráfico vial conformado por los seres humanos, los vehículos, la vía y su entorno dentro de un marco normativo. Un evento produce que el sistema, o uno de sus elementos o subsistemas, cambien los valores de sus parámetros físicos -energéticos, dinámicos o cinemáticos-, desde un estado primario a otro estado secundario. Por ejemplo, si un peatón toma la decisión de salir a correr para evitar un vehículo que se acerca peligrosamente, el evento relevante es el inicio de la acción de correr que produce un cambio de sus parámetros biomecánicos –debido al consumo de energía en sus músculos para conseguir energía cinética–, y cinemáticos, –al aplicar mayor fuerza desde sus pies al suelo para conseguir una aceleración que le permita aumentar su velocidad de desplazamiento–. Actualmente, el evento puede ser consecuencia tanto de las acciones del conductor como de las acciones que realice el subsistema tecnológico montado tanto en el vehículo como en la infraestructura de la vía. Estas cada vez más complejas relaciones entre los subsistemas del tráfico deben ser objeto de una mayor atención, pero sin caer en el error de tender a modelos que por necesidad tengan que ser, a su vez, complejos e indescifrables. El objetivo debe ser conseguir un modelo que explique de forma simple y sencilla las complejas interrelaciones de los elementos del sistema del tráfico que conducen a un siniestro vial. Para las modernas teorías probabilísticas un evento se define a través de los valores que toman las variables del modelo que se encuentran modificadas por el conjunto de valores que toman las variables exógenas a consecuencia de las condiciones reales del sistema. En algunos modelos causales avanzados, las ecuaciones estructurales asociadas con un evento son reemplazadas por declaraciones de trabajo (DavisSwenson, 2004). El concepto de probabilidad puede ser aplicada a MOSES, tanto en la determinación de los parámetros físicos y dinámicos, que configuran el estado del sistema en un momento determinado, como en el análisis del riesgo atribuible a causa del estado de un elemento o subsistema. A la vista de lo anterior, el evento se puede definir, en el marco de MOSES, como el resultado de la acción de un elemento o subsistema dentro del sistema vial que, en determinadas condiciones, produce un cambio de estado total o parcial de dicho sistema. ¾ Secuencia de eventos En un modelo secuencial, inevitablemente los eventos tienen una relación directa lineal con el siguiente evento de la cadena (Qureshi, 2008), que se encuentra expresada en forma de ecuaciones de estado que nos definen el sistema. La evolución de los modelos ha permitido pasar de los lineales, en los que sólo existía una línea de eventos que desembocaba en el siniestro (Heinrich et al., 1980), a otros modelos multilineales que pueden ser objeto de un análisis interrelacional más fructífero, pero también más complejo (Benner,1975). En el modelo de Secuencia Multilineal de Eventos (MES, Multilinear Events Sequencing) cada evento correspondiente a la acción de un actor se coloca en una escala de tiempo que sirve para secuenciar el desarrollo del siniestro. Las múltiples cadenas de eventos, correspondientes a los diferentes actores implicados, se sincronizan utilizando la escala de tiempo (Benner, 1975). Esta idea es francamente útil por diferentes motivos: primero, pueden utilizarse las técnicas de análisis del árbol del error (FTA, Fault Tree Análisis) o de causas; en segundo lugar, El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) la sincronización de eventos en diferentes ramas del árbol permite establecer relaciones de mayor complejidad entre los diferentes subsistemas y, finalmente, se adapta perfectamente para aplicar al modelo secuencial las modernas teorías de sistemas y con la consiguiente posibilidad de realizar simulaciones del modelo en el marco de la dinámica de sistemas. 37 acudido a una discoteca, la fatiga será una condición del factor humano que puede provocar, entre otras cuestiones, un enlentecimiento de la reacción de la persona. La representación matricial de las fases y de los subsistemas considerados se expone a continuación a modo de matriz de Haddon ampliada: Una secuencia de eventos, a efectos de su utilización en MOSES, es un conjunto continuo de eventos que comienza con un evento de entrada y acaba con un evento de salida, de tal forma que los parámetros cinemáticos, dinámicos y energéticos de los diferentes subsistemas se van modificando a lo largo del tiempo. Figura 2: Análisis matricial ampliado en el modelo MOSES. ¾ Fase El concepto de fase ha sido utilizado tanto por el enfoque epidemiológico del análisis del siniestro vial (Haddon, 1972), como por los métodos de investigación aplicados al mismo (Borrell et al, 1991; López-Muñiz, 1995; Campón, 2002), pero mientras aquel diferenciaba tres fases distintas alrededor del impacto, -preimpacto, impacto y postimpacto-, en estos últimos dominaba la distribución perceptiva y reactiva del factor humano a lo largo del tiempo, por lo que las fases se denominan como percepción, decisión y conflicto. El modelo epidemiológico del siniestro vial basa su planteamiento en un análisis matricial de los elementos de la circulación, -hombre, vehículo y medioambiente-, a lo largo de una secuencia de fases, que parte desde los momentos previos al impacto, pasando por el impacto en sí mismo considerado y terminando en el momento en que las personas y vehículos alcanzan su posición final. A las tradicionales fases del modelo epidemiológico, en MOSES se le han añadido dos más: la fase de viaje y la fase de previaje. Ello se debe a que tanto una como otra pueden aportan datos e informaciones relevantes para comprender las acciones o establecer las condiciones en los diversos subsistemas. Por ejemplo, si en la fase de previaje no se ha descansado lo suficiente, por padecer apnea o por haber La utilidad de la aplicación, dentro de MOSES, del enfoque epidemiológico ampliado se centra en la posibilidad de realizar un verdadero análisis multidisciplinar que diseccione el siniestro vial con arreglo a un método matricial pero con la suficiente flexibilidad para que se puedan desarrollar ideas innovadoras sin que estén detrás de ellas ninguna visión singular del fenómeno ni ninguna escuela de pensamiento. Una fase, en el marco definido por MOSES, es el conjunto de posiciones de los vehículos y personas implicadas distribuidas a lo largo del tiempo en que se van desarrollando los eventos y que desembocan en la producción del siniestro y en su posterior devenir hasta que alcanzan su posición final. ¾ Riesgo En el ámbito de la sociología se ha desarrollado un modelo teórico sobre el riesgo presente en la vida cotidiana en torno a lo que se ha venido a denominar como sociedad del riesgo (Beck, 1998). No existe una definición de lo que debe entenderse por tal, sino que, al contrario, solamente se han descrito algunas de sus características esenciales (Mendoza, 2001): • El cambio de potencial de los peligros actuales en relación con los de otras épocas. Además, este J. Andrés Campón Domínguez 38 cambio afecta también a su naturaleza, frente a los anteriores peligros naturales los actuales se presentan como artificiales. Estos peligros son de grandes dimensiones y de ámbito global. turaleza mecánica y proviene de la transmisión de grandes cantidades de energía cinética en el momento del impacto a las personas y a los objetos que se ven afectados por el mismo. • La complejidad organizativa de las relaciones de responsabilidad, fruto del considerable incremento de las interconexiones causales y su desconocimiento o las dificultades en su aclaración, junto con la creciente sustitución de escenarios de acción individuales por otros de carácter colectivo. • Riesgo, entendido como consecuencia, es la probabilidad de ocurrencia de un peligro y de realización de la pérdida. El riesgo cuando se conduce un vehículo se puede definir como la probabilidad de sufrir la muerte o lesiones y daños o pérdidas en los bienes. • Una sensación de inseguridad subjetiva que puede existir independientemente de la presencia de peligros reales. Para cualquier usuario de la vía pública, que está en movimiento, el peligro consiste en verse involucrado en cualquier tipo de impacto con otro objeto o persona y resultar muerto o lesionado. Ahora bien, el riesgo de sufrir el siniestro no es el mismo para un ciclista que para el conductor de un vehículo pesado, como tampoco lo será el riesgo de resultar muerto o sufrir lesiones graves, en uno u otro caso. El peligro es el mismo, pero el riesgo no es ni parecido. Los modelos psicológicos de explicación del comportamiento humano en la conducción de vehículos y del proceso de toma de decisiones en esta actividad enfatizan el aspecto motivacional del concepto de riesgo, compartiendo la idea general de que si se quiere incrementar la eficacia de las medidas preventivas a adoptar, estas medidas deben tener un carácter motivador que empuje a todos los implicados en situaciones de tráfico a percibir y asumir menos riesgos. El postulado básico de los modelos cognitivomotivacionales es que las creencias, expectativas y prejuicios que los individuos tienen respecto a los eventos futuros son un determinante fundamental de su conducta, que se considera por este motivo propositiva, dirigida a metas, y basada en las intenciones conscientes del sujeto. A este concepto de riesgo se le puede calificar como subjetivo. Frente al riesgo subjetivo presente en cada persona, la ingeniería ha desarrollado el concepto de riesgo objetivo y le ha aplicado una serie de técnicas de análisis estadístico para conseguir, no sólo su identificación, sino también su cuantificación. Por otro lado, se puede diferenciar entre los conceptos de peligro y de riesgo, sobre todo a la hora de precisar su significado en relación a la actividad de conducir en el sistema de transporte terrestre: • Peligro es la amenaza potencial a las personas y su bienestar, así como a su patrimonio. En el ámbito del tráfico el peligro, directo y principal, es de na- En el modelo MOSES se pretende tener en cuenta tanto el riesgo objetivo presente en cada evento como el riesgo subjetivo que ese evento supone para cada una de las personas implicadas y que se puede establecer a través de la declaración del propio conductor o usuario o de los testigos del siniestro. ¾ Evento crítico Una de las tesis principales que sustentan los modelos secuenciales es la existencia, en la cadena de eventos, de uno determinado que es el que inicia la secuencia que conduce directamente a que el siniestro se produzca. En los modelos clásicos este evento indeseado o inesperado podía ser considerado como la causa única del siniestro y se pensaba que si se llegaba a identificar ese evento y se lograba suprimir la causa que lo motivaba el siniestro no se repetiría en el futuro. La búsqueda del evento crítico no tiene como objetivo encontrar la causa única del siniestro, ni tan siquiera la principal, sino comenzar a determinar las interrelaciones entre los elementos implicados a raíz El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) de que se produce ese evento. No hay que confundir el análisis de causas, basado fundamentalmente en datos subjetivos, con la secuenciación de eventos en el siniestro, basado fundamentalmente en datos objetivos (la huella de frenada, los restos de piezas y fluidos en el punto de impacto). Nunca existe una sola causa para que un siniestro vial se produzca sino que éste es el resultado de la confluencia de múltiples acciones interrelacionadas en las secuencias de los subsistemas que intervienen en la dinámica del sistema, que en unas determinadas condiciones y en ausencia de control desembocan en la producción del fenómeno dañoso. El evento crítico puede ser codificado de acuerdo con determinadas reglas, generalmente en el marco de investigaciones en profundidad o en la recogida de información para alimentar bases de datos en profundidad. Posteriormente, esta codificación puede ser utilizada para realizar análisis estadísticos y probabilísticos que relacionen los eventos, las acciones humanas y las condiciones de los subsistemas para conseguir priorizar la intervención preventiva en materia de siniestralidad vial. Existen algunos proyectos europeos donde ya se ha acometido la tarea de codificar los eventos críticos, pero sin que conste un modelo formal donde encajar el concepto, para determinar en las investigaciones sobre determinadas tipologías de siniestros viales, por ejemplo, la siniestralidad de vehículos pesados, los elementos comunes y los eventos críticos que con mayor habitualidad están presentes en su desarrollo. El evento crítico es aquel que produce, o debía producir, en los conductores o personas implicadas una activación de su nivel de alerta debido al importante aumento del riesgo objetivo de verse abocado a un impacto. Es el evento que desencadena la ejecución de maniobras evasivas tendentes a impedir que el siniestro tenga lugar. ¾ Secuencia cinemática Para analizar la evolución del siniestro es necesario introducir una serie de conceptos espaciotemporales que nos delimiten las diferentes fases en que se ha 39 dividido el siniestro, desde un punto de vista físicodinámico. Una secuencia cinemática es una entidad espaciotemporal que se distingue de los instantes anteriores y posteriores por la modificación de, al menos, un parámetro cinemático, la mayoría de las veces la aceleración del vehículo implicado. En cada secuencia cinemática definida se puede utilizar a su vez un modelo cinemático elemental. Éste no es más que un modelo matemático que permite calcular el estado final de un sistema mecánico, caracterizado por sus parámetros cinemáticos, a partir de un estado inicial o primario determinado. Por ejemplo, una maniobra evasiva de frenado se puede definir a través de una secuencia de deceleración en la cual se puede aplicar diferentes modelos que van desde una simple fórmula matemática hasta complejos algoritmos informáticos. En el espacio, es decir, tramo de vía en el que se desarrolla el siniestro vial, existirán áreas en las que se desarrolla el siniestro y, dentro de ellas, determinados puntos. Estos puntos son los lugares del espacio en donde se sitúan los eventos concretos. Simultáneamente, el tiempo durante el cual transcurren los hechos, debe ser reconstruido secuencialmente a base de momentos. Finalmente, se puede definir una posición como el conjunto formado por un momento y un punto. Siendo el sistema de tráfico un sistema dinámico, además de complejo, las dos variables que interesa determinar en cada evento que suceda son la velocidad, que relaciona las distancias recorridas con el tiempo invertido en ello, y la aceleración, que nos indica la razón de cambio de la velocidad a lo largo del tiempo. En los vehículos de motor el conductor puede controlar la aceleración e, indirectamente, la velocidad a través del acelerador y el freno, mientras con el primero gana aceleración positiva con el segundo gana aceleración negativa o de frenado. Luego, si se determina la secuencia cinemática completa de los vehículos y las personas implicados se puede saber si el conductor accionó, o no, los mandos de su vehículo que le permiten controlar la aceleración. J. Andrés Campón Domínguez 40 La aplicación de la Teoría del PIEV (Percepción, Intelección, Emoción y Valoración) a las personas que intervienen en la secuencia de eventos, que componen el desarrollo de un siniestro vial, se realiza teniendo en cuenta, desde un punto de vista psicológico, las siguientes posiciones relevantes: pello a peatones, es bastante compleja su fijación. Se parte de la tesis, según la cual en todo siniestro vial existe alguna clase de impacto en la que se ven involucrados al menos dos cuerpos, -vehículos, personas, otros objetos-, y en la cual se produce un traspaso de energía de uno al otro y viceversa. • Posición de Percepción Posible (PPP). Es el momento y lugar donde el evento crítico, entendido como movimiento o condición inesperada o extraordinaria que aumenta el riesgo de sufrir un siniestro vial, puede haber sido percibido, por primera vez, por una persona normal. • Posición Final (PF). Es aquella que adoptan las personas, vehículos y objetos cuando llegan a la inmovilidad tras la sucesión de eventos que dan lugar al impacto. • Posición de Percepción Real (PPR). Considerado como el momento y lugar en el cual el conductor o peatón percibió, realmente, por primera vez el peligro o la situación anormal (Borrell et al., 1991, Mera, 2001). • Posición de Ejecución de la Decisión (PED). Es el momento y lugar en el que el conductor o el peatón reacciona ante el estímulo exterior, es decir, inicia la ejecución de la decisión que ha adoptado, generalmente en forma de maniobra evasiva. Este punto es determinable, mediante cálculos físicodinámicos, cuando existe una evidencia externa de la existencia de maniobra evasiva, por ejemplo una huella de frenada previa al impacto o un cambio de carril. • Posición Clave o de no retorno (PCL). Se entiende que es aquel momento y lugar en el cual el siniestro resulta inevitable, es decir, el impacto se producirá ya independientemente de la voluntad y las acciones del hombre. Este punto es clave para la determinación de la evitabilidad del siniestro y por lo tanto para establecer, en su caso, las posibles responsabilidades jurídicas a consecuencia del mismo. • Posición de Impacto (PIM). Se entiende por tal a aquel momento y lugar en el que se consuma el siniestro vial y que corresponderá a la posición de máximo efecto. Generalmente es fácil de localizar por las huellas y vestigios que se pueden observar en la inspección de la escena de los hechos, aunque en determinadas tipologías, por ejemplo un atro- Estos conceptos serán aplicados a todo tipo de siniestros viales para establecer una adecuada secuencia de eventos que pueda explicar el desarrollo del siniestro y sirva, por ello, para poder determinar las acciones que lo motivaron en concurrencia con las condiciones que lo hicieron factible. ¾ Causa El análisis de las causas de un siniestro es la actividad que se desarrolla para determinar, a partir de la información disponible, incluidos los resultados de la reconstrucción de los eventos del suceso, por qué ha ocurrido el siniestro vial (Baker-Fricke, 1991), o expresado de otra forma, la determinación de la completa combinación de circunstancias que ocasionan una quiebra en el sistema vial, en un lugar y momento concreto, a consecuencia de lo cual se producen uno o varios impactos que producen lesiones a las personas o daños a las cosas. En el campo científico del estudio y la investigación de los siniestros viales se han determinado las siguientes leyes de la causalidad, todas ellas comprobables empíricamente (Elvik, 2006): • La ley universal del conocimiento. El porcentaje de siniestros por unidad de exposición está inversamente relacionado a la cantidad de exposición. • La ley de los impredecibles. Cuanto más rara es una cierta condición o factor de riesgo, mayor influencia tiene como efecto en el porcentaje de siniestros. El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) • La ley de la capacidad cognitiva. Cuanto más reducida se encuentra la capacidad cognitiva, mayor es la probabilidad de siniestro. • La ley de la complejidad. Cuantas mayores unidades de información tiene que atender un usuario de la carretera, mayor es la probabilidad de que el siniestro suceda. Se ha llegado a definir el concepto de causas críticas para el evento crítico como las razones inmediatas para que este evento ocurra y de ellas forma parte, frecuentemente, el último error en la cadena causal. En MOSES no se concede mayor importancia a este tipo de causas que a otras presentes, porque es necesario determinar la completa combinación de condiciones y acciones de los diferentes subsistemas implicados para entender de forma integral la causalidad de este tipo de fenómenos. La causa de un siniestro vial, en MOSES, es toda condición, acción, omisión o combinación de ellas, sin la cual las secuencias de eventos no se hubieran desarrollado tal y como lo hicieron, ni sus consecuencias hubiesen sido las mismas. ¾ Acción El concepto acción, en principio, sólo hace referencia a la consecuencia externa del movimiento de un ser humano realizado de forma voluntaria, pero la tecnología que se está montando en los vehículos y, en algunos casos, en la vía permite en estos momentos extender esta definición a todos los subsistemas que componen el sistema de tráfico. Actualmente es posible que el sistema ABS junto al de estabilización en curva ejecute acciones que modifiquen el comportamiento, generalmente para mejorarlo, del propio vehículo. En el futuro la tendencia en la seguridad vial, preferentemente en la seguridad activa, será contrarrestar los posibles errores y carencias de habilidades del conductor mediante ayudas a la conducción basadas en la tecnología. En este planteamiento, incluso, la vía podrá interactuar con los vehículos y las personas para avisarles de una posible situación de peligro o, directamente, para evitarlo. 41 La omisión, entendida como ausencia de acción, está englobada dentro del concepto de acción. Si un conductor ve a un peatón atravesando la calzada, pero tiene una reacción de pánico que le impide reaccionar, la omisión de la acción evasiva se convierte en un evento importante para determinar las causas del siniestro. ¾ Condición Condición puede ser asimilada al concepto de factor accidentógeno que se define como un estado de un componente del sistema de tráfico, que es necesario pero no suficiente para que el siniestro se produzca, -si se hubiera evitado que este factor estuviera presente, el siniestro no se hubiera llegado a producir-, y sobre el que el posible actuar (Brenac, 1997). En otros trabajos también se utiliza el concepto de factor o factores, con diversos apellidos contributivos, explicativos, operativos, de gravedad, etc. Así por ejemplo, los factores de condición son los que reflejan las deficiencias, con respecto a un estado óptimo, de determinados atributos de la vía, el conductor y el vehículo. Otro concepto que guarda similitudes con el de condición es el de atributo (Baker-Fricke, 1991), que no son acciones -actos-, ni por tanto forman parte del comportamiento, sino que son características que explican el comportamiento o los actos. Por ejemplo, la adherencia del pavimento sería un atributo de la vía. La condición, en el modelo MOSES, es un estado de un subsistema o elemento del sistema vial, que afecta a las acciones realizadas por ese mismo subsistema u otro subsistema provocando que un evento o una secuencia de ellos se produzca de una determinada manera, que si no estuviera presente hubiera ocurrido de forma distinta. MOSES puede ser definido, en este sentido, como un modelo secuencial multilineal de eventos que aplica en una escala de tiempo una sucesión de fases en las cuales se tienen en cuenta una serie de eventos relevantes, entre los que sobresale el evento crítico que actúa como desencadenante de la secuencia que 42 finaliza en el impacto, en cada uno de los cuales se determinan las acciones y condiciones de cada subsistema, para finalizar con el cálculo o estimación del riesgo que el evento, las acciones y las condiciones determinan para el conjunto del sistema. Análisis secuencial de un siniestro La conducción de vehículos de motor por vías de uso común es una actividad humana compleja, de carácter adaptativo, que se aprende, se automatiza en gran medida y se ejecuta en situaciones caracterizadas por la ambigüedad, la incertidumbre y el carácter multiatributivo, en las que intervienen numerosos factores situacionales, físicos y psicológicos (Tortosa, 2008). Cuando se produce un siniestro vial se conforma un rompecabezas cuyas piezas hay que recopilar a través de la correspondiente investigación. Cuanto más rigurosa sea la investigación mejor será la calidad, cuantitativa y cualitativa, de la información disponible, o en otras palabras, mayor será el número de piezas. Se da, entonces, la paradoja de que una investigación más rigurosa sobre un siniestro vial, en lugar de simplificar el camino hacia las conclusiones lo hace más complicado y tortuoso. No vale sólo con tener muchas piezas de información sobre el siniestro, si se tienen dispersas o se desconoce la forma de colocarlas. MOSES es la estructura conceptual donde se deberían encajar de una forma ordenada y metódica cada una de las piezas recopiladas para poder tener una imagen nítida del siniestro vial. En la fase de formulación de un modelo, cualquiera que sea la materia a que pretenda aplicarse, se intenta conseguir la representación de los elementos intuitivos manejados en la fase de conceptualización por medio de un lenguaje formal. Las etapas de aplicación de MOSES a cualquier tipo de siniestro vial y su correspondiente análisis para conseguir una imagen clara y precisa de lo sucedido y por qué ha sucedido son las siguientes: J. Andrés Campón Domínguez ¾ Establecer la secuencia tipo de cada uno de los cuerpos implicados en el impacto que lleva implícito un siniestro En el método INRETS hay dos eventos que tienen especial relevancia. El primer punto de ruptura es aquel evento que constituye una discontinuidad en la evolución normal de la situación de conducción rutinaria para uno de los implicados, marcando la transición a una situación degradada de peligro. El segundo punto de ruptura lo constituye el impacto a partir del cual cada vehículo o cada implicado en esta colisión evolucionan hasta sus posiciones finales (Brenac, 1997). En MOSES se parte de la identificación y localización del PIM, punto en el que se sabe que en un momento determinado han estado situados los diferentes vehículos y personas implicadas, e incluso, a veces se puede afirmar que su velocidad ha sido la misma o muy próxima, pero no tiene la consideración de evento crítico, aunque no se pueda negar su indudable importancia. La determinación del evento crítico sólo puede hacerse después de la realización de una inspección técnico ocular de la escena del siniestro, y haber recogido las declaraciones de los testigos, ocupantes y conductores de los vehículos. No es necesario en esta etapa situar en el cronograma del siniestro la localización exacta del ECRIT sino tan solo identificarlo. ¾ Realizar la reconstrucción cinemática del siniestro Una vez situado el PIM, si avanzamos hacia delante, se pueden localizar las posiciones finales de los vehículos y las personas, a través de las mediciones recogidas en la escena de los hechos. Mientras que si vamos hacia atrás, se puede establecer o analizar la situación del PED. Por ejemplo, el PED de una maniobra evasiva de frenado se encuentra a una distancia determinada del inicio de la huella de frenado. El PPR se encuentra separado del PED por el tiempo de reacción del conductor o usuario de la vía, que El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) puede establecerse de forma estadística de acuerdo a la edad y condiciones de la persona o realizándole un test de reacción. El PPP se encontrará cerca del PPR si el conductor, o la persona de que se trate, estaba atento a las circunstancias del tráfico. En la mayoría de los casos el PPP puede establecerse de forma objetiva en la escena de los hechos. Una vez que se tienen situados los eventos referidos se procede a establecer el espacio, el tiempo y la velocidad que en cada uno de ellos tenía cada vehículo o cada persona que se considere actor en el desarrollo del siniestro. La aceleración se puede calcular como parámetro derivado de los anteriores o utilizarse modelos y métodos de cálculo relacionados con la fuerza de reacción que las ruedas transmiten al vehículo. Puede utilizarse un método de reconstrucción cinemática de naturaleza analítica (Lechner, 1986), donde la única ayuda sea una calculadora, un papel y un lápiz, o bien utilizar las más modernas hojas de cálculo. El investigador experto puede acudir directamente a los módulos correspondientes de las aplicaciones informáticas de reconstrucción y simulación de siniestros para lograr este fin. Este último método acabará por imponerse por su rapidez, seguridad y eficacia, aunque debe tenerse en cuenta que el realizar un acercamiento previo al problema, con el método tradicional, ayuda al investigador a entender mejor la secuencia de eventos y, de esta manera, poder afrontar, con mayores probabilidades de éxito, las siguientes etapas ¾ Analizar el balance energético del siniestro Un siniestro vial desde el punto de vista energético consiste en la transformación de energía cinética, debida a la velocidad de los cuerpos, en otros tipos de energía, por ejemplo, energía de rozamiento en la frenada. Pero el concepto clave para entender de verdad un siniestro se halla en la transferencia de energía de un cuerpo a otro en el momento del impacto (NealSturgess, 2001), realmente lo que produce en un siniestro vial las lesiones a las personas y los daños a las cosas es la energía. Como la energía está íntimamente relacionada con la velocidad, ésta adquiere un protagonismo directo difícilmente discutible. 43 ¾ Investigar en cada evento La investigación de las acciones y condiciones en cada evento debe extenderse a todos los subsistemas (vehículo, persona, vía y marco normativo), de tal forma que se puedan encajar adecuadamente la mayoría de las piezas que se hayan recopilado en primera instancia. En caso de detectarse lagunas en la información o incoherencia entre los datos, MOSES serviría para orientar la nueva búsqueda de datos o fuentes de información que puedan aportar esas piezas perdidas que aporten luz a los aspectos oscuros en la investigación. ¾ Estimar el riesgo objetivo La estimación del riesgo objetivo que representa cada acción o condición es la parte menos asentada del modelo MOSES. En primera instancia, se puede realizar un acercamiento a la cuestión simplemente señalando si la acción, o la condición, han elevado el nivel de riesgo objetivo para que la cadena de eventos acabe en un impacto. La introducción de este paso se ha realizado porque, en futuras investigaciones sobre MOSES, debería darse cabida al estudio probabilístico sobre los eventos y a la determinación de los niveles de incertidumbre en los cálculos. Las diversas curvas de riesgo para determinadas condiciones -alcohol, velocidad, fatiga, etc.-, obtenidas a través de la investigación científica básica, también ayudarán a implementar los análisis de riesgo en MOSES. ¾ Establecer una representación gráfica de los datos relevantes a modo de resumen Cuando se haya aplicado el procedimiento completo que lleve a considerar terminada la investigación de un siniestro, llevada a cabo de acuerdo con el marco conceptual de MOSES, la forma de resumir los conocimientos adquiridos y poder realizar un análisis de causalidad de forma completa e integral, será la representación gráfica de la secuencia de eventos. 44 Métodos de representación del análisis secuencial de un siniestro La representación de los resultados de una investigación puede hacerse de múltiples formas, desde la más común que es la descripción verbal de los hechos, pasando por su plasmación escrita, o en otro soporte apto para contener información, hasta los sofisticados vídeos de realidad virtual. También es posible la mezcla de diferentes técnicas de representación en un solo método de naturaleza mixta. Sintéticamente, el modelo MOSES puede ser representado de una forma gráfica de las siguientes maneras: ¾ Descripción secuencial gráfica de un siniestro J. Andrés Campón Domínguez ¾ Representación secuencial gráfica de un siniestro La representación en este caso se hace sobre la línea del tiempo que sirve para colocar la secuencia de eventos: Figura 3: Representación gráfica simple de la secuencia de eventos de un siniestro. A esta forma unidimensional de representación gráfica puede añadírsele una segunda dimensión que permite a través de una matriz de eventos mostrar las acciones de cada actor, sus interrelaciones y sus relaciones cronológicas, tal y como puede verse en la imagen abajo inserta: Consiste en realizar un relato secuencial de las posiciones de la teoría de la evolución del siniestro en el que se introducen las fotografías de perspectiva de la escena de los hechos tomadas desde la posición que se pretende definir y determinar. Figura 5: Matriz de eventos en una parada de emergencia (Baker-Fricke, 1991) . El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) Figura 4: Representación gráfica matricial de la secuencia de eventos de un siniestro. También se puede utilizar un sistema más sofisticado de representación matricial en el que se tienen en cuenta diversas acciones en la secuencia de eventos. A título de ejemplo se expone a continuación la secuencia de eventos de una parada de emergencia (Baker-Fricke, 1991): El sistema de representación a través de árboles de acciones, de eventos, de errores o de causas permite utilizar el lenguaje lógico y los sistemas algorítmicos de la informática para exponer el desarrollo de un siniestro. En la figura siguiente puede verse un modelo de árbol de causas que desembocan en un siniestro: Buscando una forma de presentar gráficamente los resultados de MOSES se propone utilizar una repre- 45 sentación gráfica matricial en el que un eje representa la distribución temporal de las fases del siniestro y de los eventos que componen cada una de ellas, mientras que las filas de la matriz, denominadas capas y subcapas del modelo, se dedican a la reconstrucción física de cada secuencia de eventos. En cada evento hay que situar las acciones que cada subsistema ha realizado o dejado de realizar y las condiciones en las que se produjeron las referidas acciones para explicar convenientemente la sucesión de eventos. Finalmente, el análisis del riesgo, objetivo y subjetivo, que cada evento ha generado a cada implicado nos permitirá hacernos una idea de los umbrales de riesgo que permiten evitar los siniestros. La verdadera utilidad de este modelo está en el análisis conjunto de las acciones y condiciones de forma coordinada con la secuenciación de eventos para que exista coherencia en las conclusiones que se alcancen sobre las causas del siniestro vial. En la imagen inferior puede verse una representación parcial, para un solo actor, del sistema matricial del modelo MOSES. Como forma más sofisticada de mostrar este modelo MOSES puede apuntarse la posibilidad de utilizar programas informáticos de simulación de siniestros viales -PC-Crash, HVE-, que además de permitir una reconstrucción cinemática automatizada del siniestro, tienen una estructura secuencial de simulación del siniestro que se adapta perfectamente a la estructura de MOSES. Figura 6: Gráfico explicativo a través de un árbol de causas de un modelo genérico de siniestro. J. Andrés Campón Domínguez 46 Figura 7: Representación gráfica del Modelo MOSES. Conclusiones Tras lo expuesto en las páginas anteriores, se pueden extraer las siguientes conclusiones: Primera. Existe una base de literatura científica suficiente, tanto en investigación aplicada a la formulación de modelos sobre siniestros viales como en la investigación básica que puede servir de desarrollo a aspectos parciales de este tipo de modelos, que permite adoptar una nueva aproximación al fenómeno de la siniestralidad vial. niestro vial, aplicable en la realidad sin renunciar a las exigencias del método científico. Cuarta. La simultaneidad en el análisis y en la presentación de los resultados de las diferentes capas y subcapas del modelo permiten enriquecer la investigación de forma cualitativa tanto como sea posible, pudiéndose afirmar que desde este punto de vista es un modelo abierto, ya que permitirá introducir en su seno nuevos enfoques, técnicas y herramientas de tratamiento del siniestro vial. Segunda. Se ha podido establecer un primer armazón conceptual en el que definir un modelo, denominado MOSES, que considera que el siniestro vial es un conjunto multilineal de secuencias de eventos, que puede ser reconstruido física y dinámicamente estableciendo simultáneamente en cada evento las condiciones presentes en cada subsistema que compone el sistema dinámico de tráfico para conseguir determinar con arreglo a este método cómo y por qué sucedieron los hechos. Quinta. El método de representación gráfica elegido, matricial, permite tener en cuenta en uno de sus ejes la escala de tiempo mientras que en el otro se pueden ir introduciendo tantas capas y subcapas de análisis como se consideren necesarias permitiendo de esta forma profundizar en las raíces del siniestro vial. La expansión de esta forma de representar el siniestro vial podría servir para enriquecer su comprensión y para mejorar de esta forma la adopción por los poderes públicos de las medidas necesarias para su prevención. Tercera. El principal objetivo del nuevo modelo es servir como lenguaje común para que pueda existir una auténtica investigación multidisciplinar del si- Sexta. MOSES es compatible con la mayoría de los programas informáticos de simulación y reconstrucción de siniestros viales, que pueden servir de apoyo El Modelo Secuencial de Eventos de un Siniestro (MOSES) para realizar la reconstrucción cinemática, los cálculos energéticos y la secuenciación más precisa de los eventos en que se pueden descomponer los hechos. Futuras investigaciones La primera tarea a acometer con el modelo MOSES es aplicarlo en la investigación de casos reales de siniestros viales, para ver su verdadera utilidad, la aceptación con que es recibido por la comunidad de investigadores, y su adaptabilidad a las posibilidades de recogida de datos y de análisis de una investigación real. En este proceso será necesario proceder a la depuración y refinamiento de las definiciones atribuidas a cada concepto, al objeto de ganar en precisión a la hora de que utilicen el modelo una pluralidad de investigadores. En este estadio de la investigación, MOSES debería ser sometido a una autoevaluación de su aplicabilidad al siniestro vial en base a criterios establecidos en la literatura científica como característicos y definitorios del fenómeno. El análisis por parte de investigadores de distintos ámbitos podría permitir someterlo también a evaluaciones externas más exigentes, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. Un método de evaluación de MOSES sería someter las conclusiones a las que se llegue con su aplicación al dictamen derivado del uso de simuladores de conducción. Con ello se podría analizar la posible consistencia de las acciones y condiciones integradas en la secuencia de eventos y su replicabilidad en una realidad virtual que cada vez se puede parecer más a la auténtica realidad. Una vez que haya sido aplicado a casos individualmente considerados, sería conveniente definir escenarios tipo de cada tipología de siniestros viales. Por ejemplo, los atropellos urbanos en pasos de peatones. Con ello se podrían verificar los resultados que MOSES puede ofrecer en la adopción de medidas preventivas y correctoras. Se debería proceder al desarrollo de procedimientos de recogida de datos orientados al modelo MOSES, implementando un protocolo de investigación de si- 47 niestros para la policía que avance en la calidad de la información recogida, tanto por la cantidad de datos investigados como por la mejora en el análisis conjunto del fenómeno a través de la unificación del método de trabajo y las técnicas utilizadas. En definitiva, el modelo MOSES puede servir como primer paso para la definición de una base de datos en profundidad en España, que superando el mero acopio de información permita hacer análisis relevantes de las causas y condiciones en las cuales determinadas acciones desarrolladas por los usuarios del sistema de transporte terrestre acaban ocasionando un siniestro vial. En este marco MOSES podría ser el lenguaje común que uniese la investigación policial con la investigación científica a través de la estructura de campos y la información contenida en esta hipotética base de datos, cuyas posibilidades de explotación deberían ser amplias. Referencias 1. Nótese que a lo largo de este trabajo, salvo lapsus involuntario, no se utilizará la expresión accidente de tráfico, por carecer de significado jurídico y científico preciso, por considerarla una trampa del lenguaje, y ser una de las causas de la visión trágica y azarosa del fenómeno que se pretende nominar. Bibliografía 1. Baker, J.S. 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The review of different theories, approaches and models shows how it has been moving towards an attitude changing model to reduce accidents. The article includes the development of the basis of what could be the training / educational programmes addressed to different targets. Depending on the cases preven- Mercè Jariot García Universidad Autónoma de Barcelona Departamento de Pedagogía Aplicada Área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación Facultad de Ciencias de la Educación, Edificio G - 6 08193 Bellaterra Merce.Jariot@uab.cat Josep Montané Capdevila Universidad Autónoma de Barcelona Departamento de Pedagogía Aplicada Área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación Facultad de Ciencias de la Educación – Edificio G – 6 08193 Bellaterra Josep.Montane@uab.cat tive actions, educational actions or re-educational actions are considered. They will constitute the steps of the training programmes which aim to change risk attitudes to safety attitudes. Resumen. En el artículo se analiza cómo el concepto de actitud se tiene en cuenta en el ámbito de la reducción de los accidentes de tráfico desde la formación. El repaso a las distintas teorías, enfoques y modelos nos muestra cómo se va avanzando hacia un modelo de cambio de actitudes para la reducción de la accidentalidad. Se incluye el desarrollo de las bases de lo que podrían ser los programas educativos y/o formativos para diferentes colectivos, algunos preventivos, otros educativos y una parte reeducativos y que constituirán las fases de los programas formativos que pretenden cambiar actitudes arriesgadas en actitudes de seguridad. Keywords. Attitude changing, driver’s education, road education, risk behaviours, accidents reduction. 50 Palabras clave. Cambio de actitudes, educación vial, formación vial, comportamientos de riesgo, reducción accidentes. Introducción El enfoque de cambio de actitudes nos ofrece un marco conceptual sólido para la elaboración, aplicación y evaluación de resultados de diferentes programas de prevención y reducción de los accidentes de tráfico y de la intensidad de los daños. Dicho enfoque ha inspirado la elaboración y aplicación de programas aplicados en la Educación Secundaria, a alumnos preconductores, a los conductores infractores para la recuperación de puntos y del permiso o licencia de conducir, a conductores de motocicletas de gran cilindrada, a conductores profesionales de autobuses y camiones en el marco de los Cursos para la obtención del Certificado de Aptitud Profesional (CAP), a los usuarios en régimen de Medidas Penales Alternativas y finalmente también a los internos de prisiones en situación de régimen abierto de tercer y segundo grado. Concepto de actitud Entendemos la actitud como la predisposición a actuar de una manera determinada y dicha predisposición se debe a la incidencia de los componentes cognitivos, afectivos y conductuales. Partiendo de esta premisa nos disponemos a analizar cómo este concepto se tiene en cuenta en el ámbito de la reducción de los accidentes de tráfico desde la formación. El repaso a las distintas teorías que se aplican a la reducción de accidentes de tráfico nos indica que, a pesar de que se utiliza poco el enfoque de cambio de actitudes se avanza hacia este nuevo enfoque de manera completa. La teoría de la disonancia cognitiva y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes Festinger (1957) defendía que el conocimiento se relaciona con el comportamiento y, por tanto, con la Mercè Jariot García • Josep Montané Capdevila actitud. Cooper (1977) en una revisión de las investigaciones que se realizaron durante 20 años de esta teoría descubre la necesidad de que se debe evolucionar hacia teorías que confluyan con la defensa del yo para obtener resultados satisfactorios. Feldman (1966), defendiendo la teoría de la consistencia disonancia, explica que se tiende a unificar la manera de pensar con la de actuar, y cuando existen diferencias entre lo que pensamos y realizamos, mantenemos la disonancia si nos conviene, y si coincide con el yo personal la reducimos. Las teorías cognitivas de Osgoog y Tannenbaum (1955), Cartwrigt y Haray (1956), Abelson y Rosenberg (1958), Heider (1958), y McGuire (1964) describen el conocimiento que se construye como consistente -inconsistente con un objeto o conocimiento con el fin de reestablecer un equilibrio entre las cogniciones o entre un pensamiento y una persona u objeto. Esta primera aproximación al cambio de actitudes es muy reduccionista puesto que contempla casi exclusivamente factores con predominio lógico o cognitivo, sin tener en cuenta factores afectivos y conductuales que intervienen de manera preponderante en el cambio de actitudes. Algunos de estos autores intentaron cuantificar las situaciones atracción -rechazo, disonancia- consistencia; por ejemplo Cartwrigt y Haray (1956) o Abelson y Rosenberg (1958) y Rosenberg y Abelson (1960) intentando transformar los conceptos lógicos del mundo de las relaciones humanas a un proceso de cuantificación. Este proceso adaptado a la formación para la reducción de la accidentalidad se evidencia en la consideración de las franjas riesgo -seguridad como un continuo de riesgo o de seguridad. Para rellenar los vacíos observados en las teorías anteriores, autores como Aronson y Festinger (1958), Steiner y Johnson (1963) analizaron tipologías de resistencia a la disonancia; Bieri (1961) y Rosen (1961) correlacionaron la variable personalidad con las variables género, inteligencia, madurez, edad y disonancia cognitiva. Estas investigaciones demostraron que las personas toleraban la inconsistencia según el esfuerzo que debían hacer para reducirla. El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción También se realizaron esfuerzos para relacionar la disonancia con la motivación. Así Festinger (1957) y Zanna, Higgind y Tabes (1976) compararon la inconsistencia con una motivación primaria como, por ejemplo, el hambre creando un deseo de reducción; Newcomb (1953) defiende que la disonancia-consistencia se interpreta como una motivación ofreciendo más argumentos lógicos que empíricos; Aronson (1968) explicita que sólo se podría entender como una motivación cuando el sujeto tenga una necesidad o interés importante. Todos muestran que los resultados obtenidos con la teoría de la disonancia cognitiva son discutibles puesto que parece que intervienen otras variables, entre las que destacan las de defensa del yo, de valores o expectativas personales. De esta manera Kelman (1953), Festinger y Carlsmith (1959), Hoyt (1972) y Wicklund y Brem (1976) explican que se produce disonancia cuando está presente la responsabilidad personal. Posteriormente, autores como Abelson (1983), Aronson (1992) y Olson y Stone (2005) relacionan los componentes cognitivos con los emotivos o Stone y Cooper (2001) que desarrollan temas socio – cognitivos donde la reducción de la disonancia nos introduce en contextos sociales, en nuestro caso relacionados con la convicción para reducir los accidentes de tráfico. Todas estas aportaciones pueden ayudar a elaborar intervenciones encaminadas al cambio de actitudes, puesto que la relación que dichos autores realizan entre pensamientos, ideas y emociones con comportamientos se parece al concepto de actitud pero siguen priorizando los comportamientos cognitivos. Por último, Beauvois y Joule (1996) nos indican cómo se puede explicar el cambio de actitud desde la radicalidad, es decir, cuando todos los elementos cognitivos presentan su máximo valor junto con los factores de mantenimiento de la consistencia. Desde esta perspectiva, la actitud se infiere de los indicadores de la conducta y de los incentivos externos o del entorno. Así, podemos constatar que los avances de la teoría de la disonancia cognitiva y su evolución hacia las teorías compensatorias y de percepción 51 del riesgo han servido muy poco para avanzar en el ámbito del cambio de las actitudes, sobre todo porque contemplan casi en exclusividad factores de predominio lógico o cognitivo, dejando al margen otro tipo de factores que, en nuestra opinión, intervienen en la reducción de la disonancia y en el cambio de actitudes, como analizaremos más adelante. Si buscáramos una posible aportación al cambio de actitudes aplicado a la reducción de la accidentalidad la encontraríamos en los modelos de optimización que incluyen comportamientos de radicalidad como los denominados “tolerancia cero” al alcohol o a la accidentalidad, sin embargo, distaría mucho del modelo de cambio de actitudes que proponemos en este artículo La teoría de la homeostasis del riesgo y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes Se ha aplicado a diferentes ámbitos como el consumo de tabaco, sustancias tóxicas, riesgos laborales y a los accidentes de tráfico. En el tema de prevención de accidentes de tráfico la intervención desde esta teoría tendería a mantener los resultados en el intervalo óptimo: evitando los dos extremos considerados de riesgo (G. Wilde, 1994, 1998; S. Peltzman, 1975; L. Evans, 1985). Esta teoría representa un avance puesto que interpreta el estado de la cuestión desde la perspectiva del riesgo. La homeostasis del riesgo se puede considerar como el riesgo en proceso de evolución, normalmente moderado o si se prefiere un proceso estable dentro de una franja aceptable. De este modo, uno de los objetivos de esta teoría sería conseguir un nivel medio considerado óptimo y, por tanto, la intervención preventiva sería aquella que evitase los dos extremos considerados de riesgo. G. Wilde (1988) propone un modelo de la homeostasis relacionado con el riesgo que se ejemplifica en el esquema 1: Mercè Jariot García • Josep Montané Capdevila 52 Toma de decisiones. Ajuste Nivel de riesgo Comparación Percepción del riesgo Ajuste a la conducta de riesgo Riesgo a sufrir un accidente Esquema 1: Procesos del mecanismo homeostático (adaptado de Wilde). Del siguiente esquema se deducen los pasos a seguir desde esta teoría: Primer paso: Percepción del coste-beneficio de las actividades alternativas: Se valora y percibe el nivel de riesgo de la actividad y tiende a situarse en la franja de ajuste aceptable. Segundo paso: Toma de decisión supuestamente correcta. Tercer paso: Adquisición de destrezas para aplicar la actividad correctamente. Cuarto paso: Observación de resultados esperados en relación con la reducción de accidentes. Quinto paso: Preparación de la evaluación de resultados a largo plazo. Sexto paso: Percepción de las destrezas y nivel de riesgo. Séptimo paso: Comparación de los resultados y nueva toma de decisiones. El análisis de la teoría de la homeostasis en relación con la reducción de los accidentes de tráfico desde la educación muestra que ésta induce a mantenerse en un nivel determinado de riesgo, con lo que resultaría poco adecuada en la prevención de accidentes de tráfico por dos razones principalmente: por mantener un nivel de equilibrio como situación deseable y por admitir un intervalo aceptable de riesgo. La teoría de la compensación del riesgo y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes Esta teoría incluye diferentes factores de riesgo fruto de la observación de la realidad. Dentro de esta teoría encontramos autores como Peltzman (1975) que aplica un modelo homeostático a situaciones de riesgo relacionadas como el uso de vehículos y protección de los usuarios de la vía; o Wilde (1988) el cual propone la introducción de indicadores que permitan obtener medidas de nivel de riesgo de los conductores; o Evans (1985) que propone diferentes formas de medir la tendencia al riesgo. Sin embargo, una de sus principales limitaciones para fomentar el cambio de actitud es que se fundamenta, de manera prioritaria, en los procesos perceptivos y es excesivamente generalista. La teoría de la compensación del riesgo se presenta como una aplicación de la teoría de la homeostasis y de la percepción del riesgo a los factores del análisis del núcleo del accidente de tráfico. En este sentido los trabajos de P. Ullerberg (2002) parten de la teoría de la compensación homeostática del riesgo e inciden en el factor humano como el que explica los accidentes de tráfico unificados en la figura del conductor y de sus procesos de compensación, pero apenas incluye nuevos factores como la adquisición de hábitos o la educación de las emociones, con lo que es difícil que esta teoría evolucione hacia el modelo de cambio de actitudes. El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción Con los trabajos de Reason (1990) y Parker, Manstead y Stradling (1995) se avanza en el conocimiento de nuevos factores de riesgo pero no en la forma de intervenir para reducir la accidentalidad. La teoría de la toma de decisiones y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes Näätanen y Summala (1976) integraron los factores de riesgo subjetivo, motivos de riesgo y seguridad, comportamientos de inhibición, riesgo sugerido, factores de personalidad, la motivación como impulso, las expectativas, los deseos de cambio, la toma de decisiones, la acción y percepción del riesgo a la conducción segura que, a partir de su relación con la teoría de la toma de decisiones, permitió elaborar un modelo de la toma de decisiones en relación con la conducción segura que presentamos en el esquema 2. Esta teoría describe la conducción como un comportamiento en el que se deben tomar decisiones de seguridad casi permanentemente. Además, como presenta la vigilancia y la atención como elementos que afectan en todas las situaciones, hace que se puedan contemplar todos los factores que están presentes en la conducción desde la seguridad. Sin embargo, al ser un modelo generalista resulta complicado con- Personalidad Riesgo subjetivo Motivación Deseo de acción 53 templar todas las variables de la conducción segura ya que se limita a un aspecto situado entre las expectativas, los deseos y la conducta emitida. Se centra sobre todo en la influencia de la cognición en la emisión de la conducta, tratando en menor medida la mejora de hábitos y la educación de las emociones. La teoría de la percepción del riesgo y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes Ésta es una de las teorías más aceptadas y utilizadas para reducir los comportamientos de riesgo y de los accidentes de tráfico. Dicha teoría se fundamenta en dos principios básicos: 1) La percepción del riesgo y 2) Se presupone que altos niveles de percepción del riesgo se relacionan también con bajos niveles de comportamientos arriesgados. Bajo estas dos premisas la intervención desde esta teoría se realiza en los procesos perceptivos. Así E.M. Peters, B. Burraston y C.K. Mertz (2004) sostienen que las personas tienden a reducir el riesgo en función de los grados de dificultad. Estimulo de seguridad o riesgo Percepción Expectativas Decisión Vigilancia Conducta segura Esquema 2: Representación de los principales factores de la toma de decisiones en un proceso de evolución (Adaptación de Näätänen y Summala (1974, 1976). 54 Las aportaciones de T.C. McDaniels, S.K. Kamlet y G.W. Fisher (1992) y las de A. S. Alhakami y P. Slovic (2004) indican que los cambios en la percepción influyen en la mejora de los comportamientos de riesgo. Estudios más actuales como los de Peters, Burraston y Mertz (2004) afirman que la emoción es la clave para modificar la percepción del riesgo. El sentimiento incluye una situación emocional de atracción o rechazo en relación a un estímulo de riesgo o seguridad que se relaciona con la cognición. El discurso supone una evolución de la teoría de la percepción del riesgo versus la teoría de la actitud, ya que estos autores lo enmarcan en los temas descritos por The Handbook of Attitudes, D. Albarracín B.T. Jonson y M.P. Zanna (2005) en el que tiene lugar una interpretación desde la teoría de las actitudes. Una de las limitaciones de esta teoría es que correlaciona directamente la percepción del riesgo con comportamientos de reducción del mismo como un fenómeno simple de un proceso lógico, y en este sentido los comportamientos de las personas, entre los que se encuentran los comportamientos de riesgo, no dependen solamente de los procesos del pensamiento sino de otros factores concomitantes relacionados con los comportamientos y las emociones. La educación emocional y sus aportaciones al modelo de cambio de actitudes La educación emocional ofrece avances relacionados con la prevención de accidentes de tráfico. La conciencia emocional positiva, controlada, con alto nivel de capacidad social para generar emociones positivas, nos permite conocer sin prejuicios los factores de riesgo y desear aplicar las medidas de prevención más convenientes (Bisquerra 2003). Mercè Jariot García • Josep Montané Capdevila tentan reducir la accidentalidad, conducen a nuestro equipo de investigación a buscar y probar un modelo que promueva cambios en los niveles de riesgo que tengan como objetivo último la “tolerancia cero” a la accidentalidad. Son muchas las definiciones que se han realizado del concepto actitud. Destacamos las realizadas por Thurstone (1931), que la relaciona con el pensamiento y las emociones; G. Allport (1954), que la consideran como un aprendizaje que nos predispone a pensar, sentir y actuar de una manera determinada; Allport (1954), que considera el factor conductual como su tercer componente; Fishbein (1963), que incluye las creencias y la relación con un objeto; Wicker (1970), Ajzen y Fishbein (1980 y 2000), OECD (1994), Montané y Ferrer (1993) defienden la necesaria relación entre ideas, emociones y conducta, siendo éstos los tres componentes que configuraran la actitud. Cuando aplicamos los tres componentes de la actitud a nuestro objeto de estudio nos encontramos que las ideas nos indicarían cómo influye la información en la actitud, las emociones incluirían sentimientos favorables o desfavorables al riesgo y la comprensión de los componentes conductuales nos ayudarían a entender cómo está instalada la actitud y su posible resistencia-facilidad de cambio. Los tres componentes de la actitud están íntimamente relacionados, la intensidad de cada uno de ellos y la interrelación entre sí explicarían, en gran parte, la predisposición a actuar de una manera determinada. Con todo lo dicho, ya se puede adivinar lo difícil que resulta cambiar las actitudes incidiendo sólo en cada uno de sus componentes por separado: las ideas, las emociones o los comportamientos. El esquema 3 pretende resumir la información más relevante del modelo de cambio de actitudes que aquí presentamos. Criterios para la elaboración de un modelo de cambio de actitudes La estabilidad y predisposición al cambio de cada uno de los tres componentes de las actitudes explican hasta qué punto la actitud es un componente estable y susceptible al cambio. Todas las limitaciones anteriormente citadas de los modelos y enfoques que de una manera u otra in- Han existido intentos de aplicar el modelo de cambio de actitudes a los accidentes de tráfico, relacionan- El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción Factor cognitivo 55 Factor emocional Factor conductual La información se refiere a las creencias relacionadas con la predisposición, los niveles de certeza y convicción para actuar Las experiencias motrices relacionadas con los comportamientos ayudan a adquirir costumbres, hàbitos… Los sentimientos que acompañan a los procesos del conocimiento y de los comportamientos favorecen las actitudes. Motivación Actitud Motivación Esquema 3: Los tres componentes que configuran la actitud. do las actitudes con los accidentes para constatar la relación existente entre actitud, presencia, ausencia de riesgo relacionados con la velocidad, el alcohol y la tendencia al riesgo y los accidentes de tráfico; los trabajos de Näätänen y Sumala (1974, 1976) consideran los componentes del factor humano en la conducción presumiendo que su mejora repercutirá en un progreso de la responsabilidad y en la adquisición de las destrezas necesarias para reducir los accidentes de tráfico. Los trabajos de J. Montané y F. Ferrer (1993), M. Rodríguez (2001), J. Montané y M. Jariot (2003, 2004 y 2005), J. Montané, M. Jariot, M. Martínez, M. Amador y M. Rodríguez (2003), J. Montané, M. Martínez y M. Jariot (2004) M. Jariot y D. Rodríguez (2005) y M. Jariot y M. Rodríguez (2006) explicitan que para iniciar el cambio de actitudes hay que considerar que hay que intervenir en las dimensiones de las actitudes y en cada uno de los factores de riesgo presentes durante el proceso de intervención. La aplicación del modelo de cambio de actitudes en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los accidentes de tráfico Desde nuestro posicionamiento, la educación y reeducación de los conductores y usuarios de la vía a partir de programas formativos basados en un modelo de cambio de actitudes, hemos desarrollado las bases de lo que podrían ser los programas educativos y/o formativos para diferentes colectivos, algunos preventivos, otros educativos y una parte reeducativos. Así, Montané y Ferrer (1993) diseñaron, implementaron y evaluaron un programa de educación del conductor (PEC) destinado a conductores con comportamientos temerarios, que aún conociendo los factores de riesgo de accidente buscan el peligro cuando conducen, poniendo en situación de riesgo su vida y la de los demás. El programa PEC es multidimensional puesto que pretende modificar el comportamiento vial combinando los tres grandes bloques de los aspectos relacionados con la conducta temeraria o de alto nivel de riesgo de accidentes: las ideas, los sentimientos y la manera de conducir. Este programa se fundamenta en el cambio de actitudes relacionadas con la conducción temeraria y por ello considera la actitud como una consecuencia de tres factores: las ideas, los sentimientos y el comportamiento relacionado con los factores de riesgo y medidas preventivas. El esquema 4 muestra cómo el PEC incidía en la interacción de los tres factores: Mercè Jariot García • Josep Montané Capdevila 56 Ideas P.E.C. Emociones Conducta vial Esquema 4: Incidencia del P.E.C. en la interacción de las actitudes y conducta vial (Montané y Ferrer, 1993.) Los resultados de dicha intervención mostraron que el programa incidía globalmente en el descenso de las creencias, emociones e intenciones en los conductores de alto nivel de riesgo, así como en los tres factores que se incluyen en el cambio de actitudes: modifica los componentes de las actitudes temerarias (creencias y emociones) e incluso las intenciones. En definitiva, el PEC mejoró las actitudes y la conducta de los conductores entre 18 y 35 años en los principales factores de riesgo. El programa demostró que se pueden cambiar las actitudes y la conducta vial de los conductores de alto nivel de riesgo. Los programas preventivos para la educación primaria (Montané, Martínez, Jariot y Rodríguez, 2001) se estructuran a partir de predictores de riesgo, para educar las actitudes en relación con la seguridad. El esquema de las fases para educar las actitudes se resume en las siguientes fases (esquema 5): Las cuatro fases incluyen todos los pasos a seguir en este nivel educativo para la mejora de la seguridad y prevención del riesgo: 1. Situación inicial del riesgo en el predictor de riesgo escogido. 2. Información de todo lo que se debe saber para evitar el riesgo. 3. Aprendizaje de destrezas y valores relacionados con la aplicación de las medidas preventivas. 4. Consideración de las decisiones tomadas por los alumnos al final del proceso de educación vial. Los programas educativos para la educación secundaria (Montané, Martínez, Jariot y Rodríguez, 2004) siguen los pasos que se muestran en el esquema 6. Esquema 5: Fases incluidas en los programas de educación primaria (Montané, Martínez, Jariot y Rodríguez, 2001). 1. ¿Cuál es mi riesgo y mi seguridad? 2. ¿Qué necesito saber para mejorar mi seguridad vial? 3. ¿Qué necesito hacer para aumentar mi seguridad vial? 4. El futuro es mío: me gusta vivir y disfrutar de la conducción /uso de la vía sin riesgo El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción 57 Esquema 6: Fases incluidas en los programas de educación secundaria (Montané, Martínez, Jariot y Rodríguez, 2004). I. Conozco mi nivel de riesgo y seguridad en relación al predictor de riesgo ____. II. ¿Qué debería conocer mejor para aumentar la seguridad en ___?. III. Aprendo a controlar ___ para mejorar la seguridad. Es el momento de adquirir hábitos de comportamiento seguro de manera automática. IV. Los accidentes no nos convienen, son contrarios a la vida. Me gusta vivir la vida. La seguridad es un valor para vivirla mejor Las decisiones son mías. Un nuevo mundo con menos riesgo y más seguridad Las siguientes fases incluyen todos los pasos a seguir en este nivel educativo para la mejora de la seguridad y prevención del riesgo: sultados obtenidos en relación con los predictores de riesgo iniciales y las tendencias al cambio y a la seguridad deseada. 1. Evaluación del nivel de riesgo inicial a partir de la aplicación de un cuestionario para conocer el nivel de predicción al riesgo. Dentro de este colectivo de secundaria, Rodríguez Parrón (2001) sentó las bases de lo que podría ser una intervención para el cambio de actitudes en jóvenes fundamentado en un estudio de los predictores de riesgo en alumnos de los últimos cursos de secundaria. En su investigación concluye que para que las acciones de educación vial contribuyan de forma decisiva en la reducción de los accidentes, el primer paso ha de consistir en la reducción de los comportamientos de riesgo identificados a partir de un estudio pormenorizado de los predictores de riesgo. Por ello propone desarrollar programas que no sólo tengan en cuenta el conocer cómo se debe conducir y enseñar las destrezas necesarias para hacerlo correctamente, sino también el querer poner en práctica lo que sabemos que se debe hacer para conducir de forma segura (actitudes de conducción). 2. Hoja informativa “Cómo soy” para reflexionar y conocer los factores de seguridad y peligro del comportamiento vial. 3. Actividades relacionadas con la revisión del riesgo y la seguridad asumida, el nivel de facilidad y dificultad de mantener o cambiar los comportamientos y una aproximación real a situaciones de riesgo y seguridad. 4. Actividades donde predomina la integración de emociones favorables a la aplicación de medidas preventivas. 5. Evaluación de intenciones a partir de un cuestionario para constatar los últimos resultados en forma de predisposición a cambiar. 6. Hoja resumen “Así quiero ser como ____” nos ofrece una perspectiva global de los posibles re- Montané y Jariot (2000) elaboran un curso de sensibilización para la conducción segura dirigido a preconductores. Se trata de un enfoque educativo fundamentado en el cambio de actitudes cuyo objetivo general es la reducción de los accidentes de tráfico y todas sus consecuencias. El diseño y la estructura de estos cursos incluyen todos los aspectos necesa- 58 rios para el cambio de actitudes en un marco operativo. Estos aspectos se desarrollan en seis fases: preparación de los preconductores; evaluación de entrada; sesión informativa adaptada al grupo; mejora de las destrezas y hábitos de seguridad (aportaciones del profesor de prácticas de turismo); mejora de las emociones y valores de seguridad (sesión de grupo); y evaluación de los resultados (a corto y a largo plazo). Los resultados muestran que los cursos de sensibilización resultan una herramienta eficaz para el cambio de actitudes de riesgo. En general se observan cambios notables entre la situación inicial y la final. Montané, Jariot, Rodríguez, López y Roche (2006) elaboran un Programa de Sensibilización de Infractores para una Movilidad Segura (SIMS), dirigido a conductores que han perdido algunos o la totalidad de puntos del permiso de conducir. El programa se fundamenta en seis enfoques: el modelo de calidad total o radical, el modelo de cambio de actitudes, el modelo de factores de riesgo y medidas preventivas, los aprendizajes y su aportación a la conducción segura, la inteligencia múltiple y la inteligencia emocional y la evaluación educativa. Sus objetivos generales son disminuir la accidentalidad de tráfico derivada de las conductas de riesgo y del incumplimiento de las normas, así como trabajar los contenidos actitudinales de la seguridad vial con el fin de modificar los comportamientos infractores, eliminar las conductas desajustadas y potenciar conductas seguras alternativas. Estos objetivos se logran a partir de un proceso formativo estructurado por fases: evaluación general de los conductores; selección de los factores específicos de riesgo; mejora de la información; revisión de hábitos y costumbres de seguridad y riesgo en la conducción; integración de experiencias, emociones y valores relacionados con las consecuencias de los accidentes; y evaluación de salida: debate, reflexiones y compromisos de salida. Montané, Jariot, Rodríguez; Roche y Sánchez (2000) el Curso Taller de Conducción Segura, que tal y como lo definen sus autores, es un primer paso para iniciar el proceso de sensibilización y cambio de actitudes hacia la conducción segura. Este programa tiene una función claramente reeducadora y de concienciación para motivar a los conductores Mercè Jariot García • Josep Montané Capdevila penados a transformar la conducta transgresora hacia una conducción más segura. Parte de los mismos enfoques teóricos que el programa SIMS, sin embargo, los objetivos que pretende tienen ciertos matices. Por un lado pretende disminuir la accidentalidad del tráfico derivada de las conductas de riesgo y del incumplimiento de las normas; también pretende trabajar los contenidos actitudinales de la seguridad vial para modificar los comportamientos infractores y eliminar las conductas desajustadas; por otro lado también pretende compensar, en parte, las consecuencias de los accidentes de tráfico, así como la colaboración en la tarea de prevención social – institucional. Para lograr estos objetivos el programa se divide en cinco fases: evaluación de entrada y selección de los factores específicos de riesgo; mejora de la información; mejora de los hábitos y costumbres de seguridad; educación de valores y emociones favorables a la conducción segura; y evaluación de resultados. Se ha realizado una evaluación diferida del impacto del curso y, en general, el curso ha mejorado el comportamiento vial de los usuarios después de un tiempo, puesto que ha habido permanencia de los compromisos alcanzados en relación al alcohol (factor de riesgo tratado de manera casi exclusiva) y se ha producido un cambio de valores relacionado con los factores de riesgo y las medidas preventivas. Estos cursos constituyen un buen impacto para el colectivo destinatario. Conclusiones De las distintas investigaciones y acciones presentadas podemos resumir que los programas diseñados para promover el cambio de actitudes (tal y como nosotros los entendemos) en diferentes colectivos constan de cinco fases: 1. Evaluación inicial: Con el fin de conocer el riesgo-seguridad inicial en relación a un/os determinado/s factor/es de riesgo a preparar la intervención de una manera personalizada. 2. La mejora de la información: se debe trabajar de manera personalizada, por ello se confecciona teniendo en cuenta cada uno de los ítems que conforman el cuestionario de evaluación inicial. El modelo de cambio de actitudes y su aplicación en el diseño y desarrollo de programas formativos para la reducción de los comportamientos de riesgo en la conducción 59 Se realiza en función de los ítems más deficitarios de manera adaptada a las necesidades de los usuarios; ésta se adquiere cuando se parte de las demandas de cada usuario. 4. Deducir las necesidades de formación que muestran los conductores y/o usuarios de la vía y las que, consecuentemente, deberían integrar desde la seguridad. 3. La revisión de hábitos o mejora de las destrezas: contempla hasta qué punto el comportamiento de riesgo en el factor velocidad está instalado y qué alternativas tenemos para transformar esos comportamientos de riesgo en costumbres, hábitos y automatismos de seguridad en relación con la velocidad. 5. Constatar las teorías y modelos a utilizar en el proceso formativo del cambio de actitudes. 4. La transmisión o integración de sentimientos o emociones: ayudan a fortalecer las ideas con los comportamientos de seguridad. Incluye la transmisión de emociones, sentimientos y valores relacionados con la comprensión experiencial de las consecuencias de la velocidad en los accidentes. 5. La evaluación final: permite detectar a corto y medio plazo las ganancias obtenidas al comparar las diferencias entre la evaluación de entrada y la de salida después del desarrollo del proceso formativo. La formación para el cambio de actitudes en relación con los distintos factores de riesgo sigue, desde el modelo que nosotros defendemos, los siguientes pasos: 1. Se inicia la observación del factor de riesgo para deducir cómo debería ser la conducción/uso de la vía segura/o: cómo debería ser el comportamiento del conductor o del peatón para reducir los accidentes de tráfico desde ese factor de riesgo. 2. Definir los objetivos operativos de la conducción segura y eficaz o del uso de la vía con seguridad: “Reducir el número de accidentes y la intensidad de los daños como consecuencia de éstos”. 3. Evaluar los comportamientos de riesgo del colectivo al que va a ir dirigido el programa de intervención. 6. Contemplar los criterios de optimización en la elaboración de los programas de intervención. 7. Elaborar el programa para la mejora de la conducción segura o del uso de la vía seguro y responsable. 8. Detectar necesidades y formar a los profesionales que aplicaran los programas. 9. Aplicar el programa de formación, tomando como referencia un diseño de investigación pretest postest. Referencias 1. Abelson, R.P. y Rosenberg,, M.J (1958): Simbòlic pyicologic: a model of attitudinal cognition. Behavior Science, 3, 1-13. 2. Abelson, R.P. (1983): Whatever became of consistency theory? Personality and Social Psychology Bulletin. 9, 37-54. 3. Ajzen, I. & Fishbein, M., (Eds.) 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