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TOLERANCIA POLÍTICA DE LOS CIUDADANOS DE PAÍSES CENTROAMERICANOS EN SITUACIÓN DE POSCONFLICTO Nadia Jimena PÉREZ GUEVARA njperezg@usal.es Rodrigo RODRIGUES -SILVEIRA rodrodr@gmail.com Juan Mario SOLÍS DELGADILLO juanmsd@usal.es Universidad de Salamanca RESUMEN El presente artículo analiza la relación entre tolerancia política y democratización en países en situación de posconflicto. Se parte de la hipótesis que países con reciente democratización tienden a ser menos tolerantes hacia la participación de la oposición en la política, en donde el tiempo en democracia juega un papel fundamental. Para ello se estudian cuatro casos representativos de la región en los años 2004, 2006 y 2008: Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que tienen un pasado común en el conflicto armado y Costa Rica que a diferencia de sus homólogos centroamericanos ha gozado de estabilidad democrática. Uno de los principales hallazgos es que si bien se encuentra una diferenciación en la tolerancia política de los casos estudiados, ésta resulta no ser suficiente para entender su desarrollo democrático, la marcada diferencia encontrada entre los países en posconflicto es prueba de ello. Palabras clave: Posconflicto – Tolerancia Política – Democracia – Centroamérica Key Words: Postconflict – Political tolerance – Democracy – Central America RÉSUMÉ Cet article analyse la relation entre la tolérance politique et de démocratisation dans les pays post-conflit. Il est supposé que les pays qui ont récemment démocratisation ont tendance à être moins tolérant envers l'opposition de la participation en politique, dans une démocratie où le temps joue un rôle crucial. À cette fin, nous avons étudié quatre cas, représentant la région dans les années 2004, 2006 et 2008: Nicaragua, El Salvador et au Gua temala, qui ont un passé commun dans le conflit armé et le Costa Rica, qui, contrairement à leurs homologues d'Amérique centrale a connu la stabilité démocratique. L'une des principales conclusions est que si il ya une différence de politique de tolérance des cas étudiés, il ne suffit pas de comprendre leur évolution démocratique, la différence marquée entre les pays post-conflit en est la preuve. Mots Clefs: La tolérance politique - La démocratie - Amérique centrale INTRODUCCIÓN ¿Cuál es el efecto de la tolerancia política de la oposición en el proceso de democratización en los países centroamericanos en situación de posconflicto? ¿Se puede afirmar que un mayor nivel de tolerancia necesariamente conlleva mayor enraizamiento de la democracia? ¿Qué diferencias hay a la hora de considerar el efecto de haber vivido una situación de conflicto armado sobre las posibilidades de democracia? Las últimas dos décadas han dejado profundas marcas en los cuerpos y la memoria de los ciudadanos de muchos países de Centroamérica. Los conflictos armados, verdaderas guerras civiles, dividieron a las poblaciones y dejaron una fuerte herencia de desconfianza y resentimiento que constituyen retos significativos a la democratización. Con este cuadro como telón de fondo para análisis de la democracia en la región, el objetivo del presente artículo es 1 analizar la relación entre la tolerancia política de los ciudadanos hacia la oposición y el nivel de libertades democráticas en países que han salido recientemente de situaciones de conflicto en Centroamérica. El Salvador, Guatemala y Nicaragua han sido seleccionados como casos para el estudio dado su historial de conflicto y su reciente democratización. A su vez, también se incluye a Costa Rica como caso “negativo” o de control por razón de su continuidad institucional y ausencia de enfrentamientos armados. El caso costarricense resulta, por tanto, útil en la medida que actúa como un contraste democrático en una región altamente conflictiva y marcada por numerosas rupturas institucionales. Se pretende demostrar que un pasado de conflicto asociado a un proceso reciente de democratización produce, por un lado, niveles reducidos de tolerancia política hacia la oposición. Por otro lado, el tiempo en democracia desempeña un papel fundamental en el aumento de la tolerancia política. En ese sentido, se busca averiguar cómo los casos elegidos se encuadran en las teorías de consolidación de la democracia y de cultura política. La metodología consiste en el análisis de las últimas 3 olas de encuestas de los indicadores de tolerancia política hacia la oposición contenidos en las encuestas realizadas por la Vanderbilt University en su proyecto Latin American Public Opinion Project ( LAPOP). Por medio de dichas olas se podrá averiguar la existencia de tendencias o estándares en los valores de la población de los países seleccionados y si éstos revelan el comportamiento esperado. El trabajo está dividido en cuatro partes. La primera discute la relación entre tolerancia política y situación posconflicto. La segunda evalúa el proceso particular de transición a la democracia de los países de Centroamérica, enfatizando el modo de la institucionalización democrática en cada uno de ellos. La tercera parte presenta la metodología de investigación empleada y los indicadores utilizados. Finalmente, la cuarta parte presenta y discute los resultados obtenidos. TOLERANCIA POLÍTICA Y SITUACIÓN POSCONFLICTO Se entiende por sociedad en posconflicto, a aquella que sufrió en el pasado los embates de un conflicto interno y que en la actualidad goza de un gobierno legítimo reconocido por la comunidad internacional. Al no ser pocos los casos o países en este contexto, es necesario tener en cuenta sus especificidades y dinámicas. No obstante, el paso hacia una situación de posconflicto que es sin más un proceso de transición, implica tener en cuenta tres aspectos clave: En primer lugar que se trata de una transición de la guerra a la paz, en donde la desmovilización de combatientes, la reinserción a la vida civil y el control civil del 2 poder político, son sus características fundamentales; a su vez, que es una transición económica, la cual considera la adopción de reformas macroeconómicas y la protección de los derechos de propiedad; y por último una transición de orden político hacia el establecimiento de un régimen democrático que garantice los derechos y libertades de sus ciudadanos. (Kumar y de Zeeuw, 2006) En este orden de ideas, hablar de sociedades o países en situación de posconflicto implica hablar de democracias nuevas y en proceso de consolidación, las cuales convergen con la tercera ola democratizadora. Sin embargo, pese a que en la mayoría de estos países la democracia electoral existe, en muchos de ellos, fenómenos como la corrupción, la no rendición de cuentas, el solapamiento de los poderes del Estado, entre otros fenómenos, impiden su buen funcionamiento y por ende su consolidación. Autores como Diamond (1999, 2002) y O’Donnell (2007), siguiendo a Dahl (1990), llaman la atención sobre la existencia de otras dimensiones de la democracia que van más allá de las elecciones, como las libertades políticas, el Estado de Derecho, la independencia de las ramas del poder público, el control civil de las Fuerzas Armadas FFAA, la libertad de asociación, los derechos de las minorías, etc. Por otra parte, también se da importancia a la necesidad de que exista un soporte cultural que permanezca a través del tiempo, en donde todos los actores además de obedecer e internalizar las leyes y las normas, confían en que sus opositores y adversarios pueden acceder al poder y hacerlo bien (Diamond, 2002: 214), esto es la existencia de una cultura política cívica. Pese a que existe cierto consenso entre las condiciones necesarias para que una democracia sea estable, a la hora de abordar la cultura política y su relación con la democracia se presenta una interesante discusión en torno a su relación causal. En primer lugar Inglehart1 con su trabajo sobre modernización y cambio cultural, argumenta que la expansión y el desarrollo económico, incrementaron la satisfacción de la ciudadanía con la vida y la confianza interpersonal, a las que denomina como valores de autoexpresión. En el proceso en el que se presenta un “cambio de valores”, identifica una relación causal entre la cultura y las instituciones, en la que los valores hacen movilizar las fuerzas sociales en pro de la democracia. (Inglehart y Welzel 2006: 230) Por su parte Seligson, a través de varios estudios empíricos realizados en su mayoría en el contexto latinoamericano, se contrapone a los argumentos de Inglehart, al encontrar que valores como la satisfacción con la vida y la confianza interpersonal, si bien propenden a la democracia, no son estáticos y pueden ir en contravía uno del otro. En sus trabajos se aprecia 1 La obra de 2006, parte de trabajos realizados por el autor años atrás, siendo la base de su argumento el artículo publicado en el año 1988 en American Political Scien ce Review denominado The Renaissance of Political Culture. 3 que en un mismo caso, la confianza interpersonal se encuentra en aumento y a la vez la satisfacción con la vida en declive, siendo los primeros un soporte de la democracia y los segundos un riesgo para su estabilidad (Seligson y Cordova, 1995). Así, llama la atención sobre el problema que presenta el uso de estas variables a la hora de explicar la consolidación y estabilidad democrática, al no encontrarse directamente relacionadas con el sistema político. También plantea que la relación causal establecida entre cultura política y tipo de régimen no puede verse tal y como la plantean los llamados culturalistas (donde se encuentra entre otros Inglehart), pues no necesariamente se encuentra una congruencia entre estas dos variables. En primer lugar, porque varias experiencias han demostrado que altos niveles de satisfacción con la vida no necesariamente significaron una transición democrática, y segundo, porque en casos con trayectorias económicas, sociales y culturales similares se esperaría que operaran bajo un mismo régi men político, sin embargo la experiencia demuestra lo contrario2 . Se podría pensar entonces que lo que defiende Seligson es una visión institucional del desarrollo y consolidación democrática, en la medida que los valores democráticos emergen a través del “aprendizaje institucional” de vivir en instituciones democráticas. Sin embargo, al testear empíricamente la relación entre instituciones democráticas y cultura política (Seligson y Booth, 1993) se concluye que cultura política y democracia no guardan una relación causal unilateral, su relación es más bien recíproca. En este orden de ideas arguye Seligson, que la discusión entre cultura política y democracia debe ir más allá y escudriñar sobre las actitudes que se adoptan frente a una especificidad del sistema político: la democracia (Seligson y Cordova, 1995: 44). De esta manera el concepto de tolerancia política surge como una de las variables más indicadas para medir la cultura política y su relación con la democracia, en la medida que refleja actitudes (de la ciudadanía) directamente relacionadas con la estabilidad democrática. Específicamente la tolerancia política, porque menoscaba en las actitudes de los ciudadanos frente a temas como las libertades civiles y la participación política, dos dimensiones importantes a la hora de abordar la cultura política democrática, que es a su vez el soporte de un gobierno democrático. En este sentido, la tolerancia política se define como el nivel del consenso ciudadano en la ampliación o sesión de derechos democráticos a grupos 2 Este es el caso de Nicaragua y Costa Rica, dos países cultural y económicamente similares, pero con tradiciones políticas y regímenes políticos distintos, uno de tradición autoritaria y el otro democrática, que presentan una tendencia similar en torno a la tolerancia y al apoyo al régimen democrático. (Seligson y Both, 1999) 4 impopulares o que promueven causas de este tipo3, así como también como consenso existente para cambiar las reglas del juego en pro de esta ampliación de derechos4 (Sullivan y Transue, 1999). En el caso latinoamericano, donde la inestabilidad política marcada por las interrupciones a la democracia y la presencia de conflictos armados y guerras civiles como en Centroamérica, se ha definido la tolerancia política como principio básico inherente a l a democracia, que consiste en el grado de aprobación de los ciudadanos sobre la concesión y disfrute de derecho y libertades civiles de las personas, los grupos de oposición o de quienes proponen causas impopulares. Es decir el grado de aceptación de que estas personas o grupos tengan derecho a votar, manifestarse públicamente y a postularse en cargos públicos. (Seligson y Cordova, 1995; Seligson, Cruz y Cordova, 2006) Estas libertades se convierten en las cuatro variables utilizadas por Seligson para medir los niveles de tolerancia política, que se miden en una escala de “1” a “100” donde “1” significa menos tolerante y “100” más tolerante, agregándose en un índice de tolerancia política dividido en dos variables: alta (>51) y baja (<50) de acuerdo a las respuestas dadas por los entrevistados en el Latin American Public Opinion Project (LAPOP)5. Es así como la tolerancia política resulta ser pertinente a la hora de analizar las sociedades en transición, en este caso específico las sociedades en posconflicto, en la medida que después de la instauración de la democracia y su institucionalización en el tiempo, se espera que la sociedad sea más tolerante hacia la apertura al sistema y la inserción de nuevos actores en el sistema político. DE LA GUERRA A LA PAZ Y DE LA PAZ A LA INTOLERANCIA El camino de la guerra a la paz en Centroamérica marcó el preámbulo de la paz negociada a la guerra por otros medios en sociedades caracterizadas por una tendencia a la polarización. Las sociedades posconflicto centroamericanas (Guatemala, El Salvador y Nicaragua) presentan, pasado el tiempo de la paz, enormes rezagos en diversos indicadores 3 Principalmente las investigaciones se enfocaron en un principio a estudiar hasta qué pu nto la sociedad estadounidense, aceptaba la ampliación de los derechos civiles a la comunidad negra a mediados del siglo XX y la aceptación y convivencia con grupos opositores ya sea por causas religiosas o ideológicas. (Stouffer, 1955; Prothro y Grigg, 1960; Sullivan, 1982; en Sullivan y Transue, 1999) 4 Estudios como el de McClosky (1964) estudia cómo los activistas de los partidos políticos apoyan y promueven el cambio en las reglas del juego democráticas con el fin de ampliar la participación a ciudadanos del común y a grupos minoritarios. (Sullivan y Transue, 1999) 5 Como se especificará en la metodología, los cuatro indicadores de tolerancia política se tomarán de forma desagregada, con el fin de observar la variabilidad de cada indicador en cada uno d e los casos. 5 que dejan de manifiesto un preocupante déficit que despierta comprensibles dudas sobre el devenir de la democracia en estos países. Tras los largos conflictos armados en las sociedades centroamericanas, el consenso por alcanzar la paz significó un gran reto que tuvo como protagonista esencial, en mayor o menor medida, a la ONU, que desplegó un notable esfuerzo diplomático por conseguir la pacificación de estos países en medio de un contexto internacional marcado por el fin de la guerra fría. Es decir, la experiencia de la paz en Centroamérica fue un reducto de reposicionamiento internacional de la ONU en un nuevo orden mundial. Sin embargo, no sólo se trató de procesos exitosos en función de la mediación internacional, sino que invariablemente contaron con la voluntad de las partes en conflicto para llegar a acuerdos duraderos a pesar de que no en todos los casos los procesos fueron tan lineales como se pudiera pensar6. En efecto, los diferentes procesos de paz en la región se caracterizaron porque las partes en conflicto cayeron en cuenta sobre la futilidad e insostenibilidad de la guerra y la adopción de un sentido de la historia que los hiciera trascender7. Con base en esto, la paz estuvo condicionada, entre otras cosas, por la aceptación de institucionalizar al adversario e incorporarlo al juego político, como ocurrió en El Salvador y Guatemala o de aceptar elecciones libres, competitivas y limpias, en el caso de Nicaragua que vivía una lógica inversa a la de los otros dos países en cuestión8. De esta forma, los otrora actores de las guerras civiles pasaron al ámbito institucional sus disputas, pero sin conceder un viaje al centro del espectro ideológico que hiciera posible acuerdos básicos para pilotar la nueva democracia. El resultado de esto ha devenido en democracias en permanente tensión, cruzadas por posiciones irreconciliables, con discursos autorreferenciales y buenas dosis de intolerancia política. En otras palabras, tras los procesos de paz, en Centroamérica se estila la guerra por otros medios (ahora institucionales) en donde los actores de las guerras del pasado, son en muchos casos, los actores políticos del presente9 , en un contexto que además está marcado 6 El carácter no vinculante de los informes de las comisiones de la verdad en estos países trajo consigo un efecto de decepción entre las víctimas del conflicto que percibieron de este modo un proceso de paz sin justicia 7 Al respecto, Pásara hace énfasis, por poner un ejemplo, en el protagonismo que quisieron asumir los presidentes guatemaltecos (Serrano y Arzú) para alcanzar la paz, conseguir protagonismo internacional y trascender a la historia (2004: 19-29). 8 En tanto en El Salvador y Guatemala, el FMLN y la URNG se institucionalizaron como partidos políticos, en Nicaragua el FSLN tuvo que aceptar la celebración de elecciones para amainar la sangría que había supuesto la contra en ese país. 9 En este sentido, basta echar un vistazo a determinados actores políticos del presente que durante las guerras civiles fueron personajes clave en la profundización de los conflictos armados. Por ejemplo, Efraín Ríos Montt y Otto Pér ez Molina en Guatemala; Salvador Sánchez Cerén en El Salvador o Daniel Ortega en Nicaragua 6 históricamente por el patrimonialismo y la concentración del poder en pocas familias, una aguda conciencia de casta, un modelo de sociedad vertical, la ausencia de Estado de Derecho, la cooptación de las instituciones, la debilidad de los partidos y su inconsistencia en el tiempo, la aparición de liderazgos efímeros y una larga tendencia de voto conservador10. La sumatoria de todos estos elementos y algunos más que se quedan por fuera, son el caldo de cultivo de la intolerancia política que encuentra sus insumos primarios en los conflictos no cerrados del pasado, desde el ámbito de la incompleta instrumentación de los acuerdos de paz. En la estrategia de optar por el “mal menor”, los países centroamericanos, así como otras experiencias posautoritarias, confundieron la paz con el olvido y el silencio con la reconciliación. No obstante, como sostiene Calveiro, la memoria, la delimitación de responsabilidades y la reparación son momentos clave en la posibilidad de asumir socialmente la historia para pasar a “otra cosa” (Calveiro, 2007: 302) o bien, que para pasar página, primero hay que leerla (Amnistía Internacional, 20/11/2008). En función de ello, los altos niveles de intolerancia política en sociedades posconflicto en Centroamérica obedecen quizás al modelo gamonalista de sociedad que ahí ha imperado, a las extendidas prácticas de exclusión social o tal vez, a que la paz aterrizó en estos países en una atmósfera de tierra arrasada en la que la gente no tenía trabajo ni especialización alguna, pero seguía en principio armada (Cruz, 2003: 19-59). En otras palabras, una explicación preliminar sobre la intolerancia política en esta región se deba quizás a que los conflictos del pasado continúan en el presente, ahora bajo el paraguas de la democracia, y con el telón de fondo de unos fallidos acuerdos de paz que han sido incapaces de reconciliar a estos países, porque quizás, como se sostiene en el informe Memoria del silencio de Guatemala (CEH, 1999), nunca han estado siquiera conciliados. METODOLOGÍA Y DATOS Para el análisis de la relación entre el proceso de redemocratización y la tolerancia política, han sido utilizados datos de la Latin American Public Opinion Project ( LAPOP) llevada a cabo por la Vanderbilt University. El periodo analizado corresponde a las últimas tres olas de encuestas realizadas en 2004, 2006 y 2008. 10 No resulta extraño que en diferentes estudios: LAPOP , ASIES, Development Associates, etc., los países centroamericanos presenten tendencias al castigo (represión) como método disciplinario incluso a costa de la libertad. Tampoco resul ta extraño, bajo estas circunstancias, que en países como Guatemala o El Salvador, los partidos de derecha tengan un amplio apoyo y éxito electoral cuando promueven acciones de mano dura para combatir a la delincuencia que generalmente se asocia como un producto de los jóvenes y no como una variante de la tensión del sistema político de esos países. 7 Como unidades de análisis se han elegido tres países de Centroamérica que viven procesos de transición a la democracia a partir de situaciones posconflicto (Guatemala, El Salvador y Nicaragua) y un caso de control que no se ha involucrado en conflictos civiles de esta naturaleza y ha presentado mayor estabilidad democrática en los últimos 30 años (Costa Rica). El método utilizado para averiguar si las medias realmente eran significativamente distintas ha sido el análisis de varianza unidireccional ( ONEWAY ANOVA) que consiste en testar estadísticamente si las medias de un indicador son distintas para un conjunto de grupos determinado; en el caso específico de este trabajo los países analizados (Iversen & Norpoth, 1976). Por tanto, se presentarán las medias para cada grupo de indicadores (tolerancia política, apoyo al sistema y confianza en las instituciones y el índice de libertades democráticas) y luego, el resultado del ANOVA averiguando cuál es la relación que cada país guarda con los demás considerando cada uno de los indicadores. Variables utilizadas Los indicadores utilizados en el presente trabajo están organizados en tres grupos: tolerancia política hacia la oposición, apoyo al sistema democrático y confianza en las instituciones y el índice de libertades democráticas. El primero busca medir el grado de tolerancia de la población de cada país analizado en que la oposición tenga la oportunidad de participar en pie de igualdad en el sistema político y pueda expresar sus perspectivas. El segundo tiene como objetivo averiguar el nivel de apoyo a la democracia y a las instituciones políticas de cada país. Entre el primer grupo y el segundo se supone que existe una relación directa, es decir, cuanto mayor es el apoyo al sistema mayor será la tolerancia con relación a la oposición. Finalmente, el tercer grupo corresponde al índice de libertades democráticas publicado por Freedom House, que clasifica a los países conforme un conjunto de indicadores que miden el grado de libertades presentados por ellos. a) Indicadores de tolerancia a la oposición Como indicadores de tolerancia política frente la oposición se utilizan: el derecho de voto, el derecho de realizar manifestaciones pacíficas (expresión), el derecho de postularse a 8 un cargo público y el derecho de utilizar la televisión como instrumento político. Operacionalmente, han sido extraídas de los cuestionarios de LAPOP las siguientes preguntas: 1. Hay personas que siempre hablan mal de la forma de gobierno, no solo del gobierno de turno, sino de la forma de gobierno. ¿Con qué firmeza aprueba o desaprueba el derecho de votar de esas personas? 2. ¿Con qué firmeza aprueba o desaprueba el que estas personas puedan llevar a cabo manifestaciones pacíficas con el propósito de expresar sus puntos de vista? 3. ¿Con qué firmeza aprueba o desaprueba que estas personas puedan postularse para cargos públicos? 4. ¿Con qué firmeza aprueba o desaprueba que estas personas salgan en la televisión para dar un discurso? Cada uno de los indicadores extraídos de LAPOP corresponden a una escala de apoyo que va de 1 –menor o ningún apoyo- a 10 –apoyo fuerte o integral-. Por tanto, las medias utilizadas aquí corresponden al tratamiento de estas variables ordinales como discretas. b) Apoyo al sistema y confianza en las instituciones Los cuestionamientos de LAPOP seleccionadas para este grupo son los siguientes: 1. Puede que la democracia tenga problemas pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno. ¿Hasta qué punto está de acuerdo? 2. ¿Hasta qué punto tiene respeto por las instituciones políticas del país? Índice de libertades democráticas Este grupo está compuesto por el indicador de libertades democráticas calculado por la organización Freedom House y mide el nivel de derechos políticos y libertades civiles presentados por un país en un determinado momento del tiempo. A partir del cómputo de diversos aspectos de la vida política y civil de un país, se calcula un índice que encuadra cada caso en una escala de 1 a 7. Aquellos países que presentan valores de 1 a 2,5 son considerados libres; los de 3 a 5 se clasifican como parcialmente libres; y aquellos con más de 5 se rotulan como no-libres (Freedom House, 2008). Los datos utilizados para los fines de este trabajo comprenden el período entre 2002 y 2008. 9 RESULTADOS Y DISCUSIÓN Al considerar la clasificación de cada país por Freedom House, los países analizados se dividen en dos grupos: los libres y los parcialmente libres (cuadro 1). Costa Rica y El Salvador presentan índices de libertades democráticas inferiores a 3 mientras que Guatemala y Nicaragua se encuadran en el grupo entre 3 y 5. Cuadro 1: Medias de los indicadores de interés para cada país Guatemala El Salvador Nicaragua Costa Rica Tolerancia hacia la oposición Voto de la oposición Realizar manifestaciones pacíficas Postularse a un cargo público Uso político de la televisión 5,5 5,8 4,9 4,9 6,1 6,4 5,3 5,7 6,0 6,3 5,2 5,5 6,5 7,0 5,8 5,9 Apoyo al sistema Democracia como mejor forma Respeto a las instituciones 4,3 4,8 5,1 5,0 4,6 5,0 5,5 5,7 Índice de libertades democráticas 3,5 2,5 Fuentes: LAPOP (2004,2006,2008); Freedom House (2002 a 2008). 3,0 1,0 Un primer vistazo a los demás indicadores, teniendo en cuenta dicha clasificación ayuda a entender la variación entre los países. Sin embargo, no termina de explicar las diferencias entre ellos. Claramente se pueden observar dos países antípodas: Guatemala como el caso extremo de menor nivel en todos los indicadores y Costa Rica como el caso más acentuado. El primero, se considera una democracia posconflicto limitada mientras que el segundo presenta alto grado de libertad política y cívica sin haber pasado por ningún conflicto armado. Los dos casos intermedios, no obstante, presentan un interesante rompecabezas a la hora de explicar la relación entre situación posconflicto, democracia y tolerancia hacia la oposición. Ambos corresponden a países cuyas democracias han sido establecidas luego de conflictos armados bastante intensos. A su vez, los dos presentan niveles de tolerancia muy semejantes (cuadro 1), pero El Salvador se considera un país libre mientras que Nicaragua se encuadra en el grupo de casos parcialmente libre. El problema que se presenta es que se supone que países con niveles 10 democráticos distintos también deberían presentar niveles de tolerancia distintos. ¿A qué se debe esta división? Antes de analizar a fondo las diferencias y similitudes entre los casos, es recomendable averiguar si las medias de cada país se distinguen estadísticamente entre sí. Con este propósito, se ha realizado un análisis de varianza ( ANOVA). El cuadro 2 reúne los resultados. Los valores contenidos corresponden a la diferencia entre la media del país X menos la media del país Y, si el valor es negativo significa que la media del país Y es superior que aquella del país X. Además, los valores señalizados con asteriscos representan el hecho de que dicha diferencia entre medias es estadísticamente significativa. Cuadro 2: Diferencia entre medias de los países para cada indicador seleccionado a. Tolerancia hacia la oposición Voto de la oposición Realizar manifestaciones pacíficas Postularse a un cargo público Uso político de la televisión A-B A-C A-D B-C B-D C-D -0,627* -0,582* -0,311* -0,770* -0,549* -0,463* -0,427* -0,569* -1,049* -1,234* -0,842* -0,999* 0,078 0,119 -0,116 0,201 -0,422* -0,653* -0,530* -0,229* -0,500* -0,771* -0,414* -0,430* -0,036 0,528* -0,699* -0,663* -0,365* -0,894* Apoyo al sistema Democracia como mejor forma -0,211* -0,247* -0,910* Respeto a las instituciones políticas -0,808* -0,280* -1,173* Fuente: LAPOP (2004,2006,2008) a A - Guatemala; B - El Salvador; C - Nicaragua; y D - Costa Rica * Significativo a 99%; Significativo a 95%. En términos generales, se puede sostener que los resultados del cuadro 1 se confirman. Guatemala presenta medias significativamente inferiores a todos los demás países y Costa Rica superiores. Por otro lado, El Salvador y Nicaragua se mantienen como un bloque distinto, casi indistinguible. Sin embargo, al comparar las diferencias entre las medias, El Salvador y Nicaragua se distinguen en una característica: el respeto a las instituciones democráticas. Pese a ello, en ninguno de estos casos los indicadores de tolerancia política resultan ser suficiente para distinguir a los dos países (a 99% de significancia). Eso significa que las poblaciones de ambos países son igualmente tolerantes con relación a la oposición obligando a analizar más a fondo, qué factores determinan que dos países con trayectorias políticas muy semejantes presenten niveles democráticos distintos (aunque ligeramente). Una posible explicación a este hecho podría residir en la intensidad de la guerra y sus vías de pacificación. En efecto, en ambos países los conflictos estaban en un punto muerto de 11 empate militar y tanto la guerrilla en El Salvador como la contra en Nicaragua tenían un importante respaldo entre algunos sectores de la población en sus respectivos países. De esta forma, mientras en El Salvador los acuerdos de paz llevaron a institucionalizar al FMLN y con ello a que participara en condiciones de igualdad en la arena política, en Nicaragua la aceptación de realizar elecciones en un contexto hostil, no supuso la derrota de la revolución sandinista, sino la posibilidad de que ésta pudiera entregar el poder pacíficamente al adversario como en efecto ocurrió. Es decir, que en ambos casos, la intensidad y paridad de los conflictos obligaron a los actores a poner fin a una sangría que de otro modo no hubiera tenido final, pero sobre todo, supuso que la sociedad civil, la más castigada, exigía irremediablemente la paz. No obstante, en Guatemala el derrotero de la paz ha sido distinto en tanto la asimetría del conflicto fue ostensiblemente mayor, la prolongación del mismo fue muy larga y el peso político de la guerrilla una vez institucionalizada ha sido sintomáticamente marginal porque como sostienen otros autores (Ajenjo Fresno y García Díez, 2001; Alcántara, 2004; Pásara, 2004), el sistema tiene un sesgo muy cargado a l a derecha, que en este caso supone la cara militar del conflicto ( FFAA). En definitiva, en Guatemala si bien existen autoridades electas a través del voto, tanto los partidos como los ciudadanos transitan por caminos diferentes, se ignoran mutuamente y viven “bajo la inercia de la destrucción” (Pásara, 2004: 115). Los datos en general revelan un aspecto importante a ser considerado. Aunque exista una diferencia significativa con relación al nivel de democratización de países que pasaron por situaciones de conflicto armado y otros que no, el primer grupo presenta una heterogeneidad que no debe ser desconsiderada a la hora de estudiar el efecto del conflicto sobre la democracia. El caso de Guatemala es canónico al presentar valores relativamente bajos de tolerancia, apoyo a la democracia y a las instituciones políticas. No obstante, países con niveles de tolerancia y apoyo a la democracia relativamente iguales pueden presentar niveles democráticos distintos. Los resultados del presente trabajo revelan que la diferencia clave en este caso es la confianza depositada en las instituciones del país. El esfuerzo de institucionalizar la oposición en El Salvador puede ser una posible respuesta a esta diferencia. 12 BIBLIOGRAFÍA (2008). Manifiesto “Para pasar página, primero hay que leerla”. Ma drid. 20 de noviembre de 2008. 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