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DOMINGO 22 DE JULIO DE 2001 Del hecho al dicho NO. 04 Por: Alfredo López Austin ¿Qué dijo Cuauhtémoc? Hechos, dichos ¿Cuántas frases célebres habrán sido, en verdad, pronunciadas? Tal vez muchas menos de las que circulan en los libros de texto. La frase célebre, más que al hecho, pertenece al registro del hecho. Por ello es parte de la llamada historia de bronce, más dedicada a la exaltación de las glorias patrias que al estudio de los procesos de transformación social. Como la historia de bronce, la frase célebre tiene múltiples usos. Es un recurso mnemotécnico de quien educa; es un paradigma de quien inculca valores morales. Inflama las pasiones; fortalece la fe de los secuaces; embellece discursos; ostenta erudiciones; forma parte del escrito en las cartelas de los pedestales… Y nos es muy próxima. Junto al lápiz, al cuaderno y a la escuadra, viajó en nuestras mochilas escolares. El uso hace de la frase célebre un mensaje claro, preciso, exacto, contundente, rígido en su composición. Pero, si tal es la regla, como toda regla debe tener sus excepciones. Hay frases ambiguas; las hay oscuras; las hay también de dudosa correspondencia con la realidad histórica en que se supone que nacieron. En estos casos es interesante inmiscuirse en el embrollo. Un hecho Tras una lucha tenaz por la defensa de su pueblo, Cuauhtémoc cayó prisionero de los españoles el día 13 de agosto de 1521. Garcí Holguín interceptó la canoa en que viajaban el tlahtoani mexica, su familia y nobles prominentes. Según algunas fuentes – indígenas– Cuauhtémoc iba a entregarse a sus enemigos para pactar las condiciones de la rendición; según otras –españolas–, Cuauhtémoc huía. Cuauhtémoc fue llevado ante Cortés. Días más tarde los españoles dieron tormento al señor mexica en el intento de arrancarle el secreto del paradero del oro. Cuauhtémoc y uno de sus allegados fueron atados a sendos maderos y fue- ron atormentados con aceite hirviendo y fuego. El episodio del tormento de Cuauhtémoc, pese a ser uno de los más terribles de la historia de la conquista, es oscuro. Existen textos, tantos tempranos como tardíos, que no lo mencionan; otros hablan de él en términos escuetos y vagos. Por ejemplo, una fuente tan importante como la historia de la conquista del Códice Florentino concluye el episodio con la petición del oro, sin referirse al tormento. Con el correr de los siglos, obras importantes eludirán el relato. Es el caso de uno de los más célebres tratados de la conquista de México, el extenso en trabajos eruditos. Dejemos mento, Tetlepanquetzaltzin, y le dijo: los asuntos históricos sustanciales y “¿Acaso estoy en un lecho de rosas?” vayamos a uno más sencillo y banal, el La autenticidad de la frase que comde las frases célebres. para el tormento con un “lecho de rosas” no ha sido aceptada por algunos Dos dichos historiadores. William H. Prescott, en su Historia de la conquista de MéxiLas principales fuentes que relatan el co (1843), al citar las palabras contormento de Cuauhtémoc dicen que su signadas por Francisco López de Gócompañero, desesperado por el sufri- mara, dice: “Estas expresiones no son miento, pidió con los ojos al señor tan poéticas como el lecho de flores mexica que revelase el lugar donde que es como generalmente se refiere estaba el oro. Cuauhtémoc le respon- esta exclamación de Cuauhtemoctzin”. dió con mirada iracunda y le dijo en Manuel Orozco y Berra seguirá a Prestono de reproche: “¿Estoy en un de- cott en su Historia antigua y de la leite o baño?” Esto lo narra Francisco conquista de México (1880-1881): “Esta frase [la registrada por López de Gómara] parece ser realmente la pronunciada por el rey, siendo más verdadera y auténtica, aunque menos poética, que la adoptada después por los autores: ‘¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas?’” No obstante lo anterior, el “lecho de rosas” sigue siendo vigente en las versiones populares del episodio, por ejemplo en The Ancient Past of Mexico, de Alma M. Reed, la célebre “Peregrina” a quien cantara Ricardo Palmerín. Del dicho al lecho Arqueología mexicana. Serie tiempo mesoamericanoI, no. 43, pág. 21 de Antonio de Solís, escrito en el siglo XVII: termina la historia con la aprehensión de Cuauhtémoc y la rendición de Tenochtitlan. Por otra parte, entre las fuentes que sí se refieren al tormento de Cuauhtémoc existen discrepancias: sobre el grado de responsabilidad de Cortés, a quien se trata de disculpar por la presión que sobre él ejercieron los soldados, instigados por el tesorero real, Alderete; sobre si fue Tetlepanquetzaltzin, tlahtoani de Tlacopan, el compañero de tormento, como lo asegura Bernal Díaz del Castillo; sobre si se aplicaron fuego y aceite sólo a los pies, o también a las manos, como lo declaró el médico Alonso de Ojeda en el juicio de residencia… Pero estos y otros temas han sido discutidos por López de Gómara, capellán de Cortés, en su Historia de la conquista de México. Lo repetirán otros, entre ellos fray Juan de Torquemada, y la frase se consagrará en una trayectoria de obras históricas que llega a nuestro siglo con autores de la talla de Héctor Pérez Martínez –biógrafo de Cuauhtémoc–, Eulalia Guzmán –incansable defensora de la autenticidad de los restos atribidos al tlahtoani–, Josefina Muriel –buscadora de discrepancias en la biografía del héroe–, José Luis Martínez –biógrafo de Cortés– y muchos má que sería prolijo enumerar. Sin embargo, al lado de la frase “oficial”, otra frase célebre ha sido ampliamente autorizada por la fama pública. Se dice que Cuauhtémoc miró con desprecio a su compañero de tor- Extraña frase, sin duda. Sin embargo, ¿Es tan descabellada? Empezaré por referirme a la palabra “rosa”, que en el español del tiempo de la conquista tenía el sentido genérico de “flor”. Este significado genérico quedó en el español de México en términos como “rosa de cacao”, equivalente a la cacahuaxóchitl, y “rosa amarilla” o flor del pochote. La palabra, usada genéricamente con el sentido de “flor”, aparece, por ejemplo, en la obra de fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España, cuando, al hacer “la relación de la diosa que llamaban Xochiquétzal” traduce el nombre de la diosa como “plumaje de rosas” y dice de su fiesta: “Tenían en este día tanto contento Pase a la página dos Del hecho... Viene de la pág. 1 cuanto era y es el contento que reciben y deleite en oler rosas de cualquier género que sean, agora tengan buen olor, agora malo.” Y pasamos a otros puntos: ¿qué significado simbólico tenían las flores entre los antiguos nahuas? Las flores eran el símbolo del fuego, y por ello el temazcal o baño de vapor recibía como nombre metafórico el de xochicalli o “casa de flores”. Así lo señala Rémi Siméon en su Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana. ¿Y por qué lo de lecho? En un conjuro recogido por Hernando Ruiz de Alarcón se da al horno en que se quema la cal el nombre mágico de “mi petate florido” (noxochípetl). Otros ejemplos en los que aparece la relación entre flor y fuego son tlexóchitl o “flor de fuego”, para significar “brasa”, y tlexochtla o “enflorarse de fuego”, para significar “ahogarse de calor”. Desde Tetelcingo un cuentito de como fue el Diluvio Universal Recopilado por la Mtra. Catalina Bollera Cassasanero becaria del Instituto de la Cultura de Morelos asignada al proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México al inicio del Nuevo Milenio INAH (Morelos) Este cuento contiene elementos de la constante reelaboración cultural por la que ha transitado la vida religiosa de los pueblos en Morelos. Muestra elementos de la religión prehispánica como el árbol y el humo de copal. También presenta elementos de la religión católica como es la idea del diluvio universal, ambas como partes de una reelaboración constante tanto de sus conceptos como de sus símbolos y prácticas religiosas. Dentro de la complicadísima red de rituales, ceremonias y prácticas religiosas de este pueblo, hay ámbitos donde destaca de manera sobresaliente esta reelaboración con un tinte cargado de las enseñanzas católicas resignficadas. Estamos publicando el texto respetando la manera en que fue escrito por la Maestra Catalina ya que el escrito en sí mismo revela también diferentes destellos culturales. Vale la pena dar algunos datos que ella que ayuden a ubicar a esta extraordinaria mujer indígena de Morelos. Nace en Tetelcingo, Mor. Alrededor de la década de los sesenta. Transcurre su vida entre el mundo de tradiciones de su comunidad y el ámbito semi-urbano de Cuautla donde padece una enorme discriminación por su origen y lengua indígenas que la obligan a renunciar a la escuela. Se casa con un joven de Cuentepec, donde vive hacen más de quince años, ajustándose a un pueblo muy distinto al suyo. Próximamente, Del hecho a los dichos no hay tan- publicaremos una breve autobiografía escrita por ella misma. Dejemos que la maestra nos muestre este cuento que tiene, aunque fragmentado un carácter de mito de origen. (L. Miguel Morayta-Centro INAH Morelos). to trecho Si acaso Cuauhtémoc se dirigió a Tetlepanquetzaltzin con un término semejante a “lecho de flores” o “casa de flores”, se estaba refiriendo al temazcal. Tetlepanquetzaltzin se quejaba de los dolores provocados por el fuego; Cuauhtémoc le contestó que él no estaba, precisamente, en un baño de vapor. La respuesta es lógica. ¿Y la frase “oficial”? Significa lo mismo. Al decir algo semejante a “deleite o baño”, Cuauhtémoc no se refería, obviamente, a un baño de agua fría, sino al baño de vapor. Otra cosa no tendría sentido. No sabemos si Cuauhtémoc dijo lo que se le atribuye en el momento del tormento; pero lo que se le atribuye, en cualquiera de las dos versiones que la historia de bronce ha acuñado, tienen un sentido pleno, y el mismo. Son, tal vez, versiones paralelas de una misma tradición. Me platico a mi abuelita de tetelcingo nos dice que la otra gente que se perdieron ase muchísimos años que se perdió el mundo en unda- ción de agua. Y que dios dijo, un señor va a quedar en la tierra para semilla, entonces es así que vino un ángel platicar con esta persona y le dijo ándale búscate un palo gordo que tu entraras ay, tienes que meter todo lo que vayas a necesitar, porque tu te vas a quedar cuando el mundo se limpiara. Entonces el señor empezó a meter todo lo que el iba a necesitar y si fue llego el momento de la lluvia y empezó a llover, a llover tardo mucho tiempo hasta que toda la gente fue undida y esas personas se volvieron peces y le dijeron al señor tu vas a sentir cuando sientas el palo del árbol anda arriba es que quiere decir que todavía no esta seca y cuando sientas el palo ya se asentó en el suelo entonces tu te abrirás y es así como fue. Nada más que este señor la regó porque el tenia mucho gusto de que al abrirse o salirse del palo el no podía observar nada porque todo era brilloso pero poco apoco fue viendo lo que le rodeaba alrededor del y entonces el tenia mucha hambre. Empezó a tomar muchos peces a cocinarlos porque el tenia hambre entonces empezó a quemar leña y empezó asarlos los peces para comerlos como pescados. Y de pronto aparece un ángel y le dice oye tu por que estas humiando dice el señor que se encuentra en cielo dice que los estas humiando que apagues todo ahora vas a tener un castigo por aprovecharte de los peces, que ahora en adelante tendrás que sufrir para comer, tendrás que trabajar mucho para sostenerte en la vida. Versión en Moussiehuale Trascrito por Adriana Saldaña Ramirez Ketua no kokosin nun Chante tetelncingo, ketua kuo upoleke nu yneka tiempo ketua upokeka ka nu asintle, sa se tlakasintle unoka panin tlaktepatle; ketua nun tlakatl umake te sente kuauetl tomaua, umpa umake utlakalake noche tlenun kekuas. Ukele sente angel ketua nu to dios nun paka tlakpak tkujuo te mokauas punin mundo. Para neseske useke gentes de tejua, chekalake tlenun tekuas porque nuasinte nekaues para nun nanakes, ke leia nun angel she kalake tlenun tekuas,kelia chimochekua yekuale ye peuas ki- yves. Uan melava upekiyaue ueleke nun tlaka sintle ukula Tejnunkuavele tomauak kilia samimatekmates kua un asintle ayekmo payes kua ye navatka, nun kuaetl temus tlalpa uan tejuo to mo tlapues, uo nun tlakatl umotlapo, ukimeta uleke nun kikimistle. Uyejuo upe ki majase ipan tlakuas porque ueleke apesmiki upe kinkua nun kikimiste umpa utemok sente tototl uan kilia tlalcatl tleka ueleke te tlapoposa nun to dios veleke ipan tlapopoka. Kelia que amo te tlachia amo te teketa ini mundo o mo patlaka kelia non tlakatl nun tototl, ye ualen tekuas mo tenaninmimiste ketua non totolt ano uan nuutlacatl kua umo tlapo kua ukis tek nun kuatl ueleke ismikek auele tlatlachia inun te chilia un kakatsi aska kanu tletl te poleueske paskea ni ka Tecate panin mundo te ketaske tletl. DOMINGO 22 DE JULIO DE 2001 II Aihuitl o hierba del agua. Hierba del ángel El género Eupatorium al que pertenece esta planta incluye aproximadamente 600 especies de orígen americano, distribuidas especialmente en regiones tropicales y subtropicales y algunas de zonas templadas, como es el caso de las plantas reportadas para el estado de Morelos. En fuentes históricas del siglo XVI reportan y describen el uso medicinal de diferentes especies de México que pertenecen al género Eupatorium. En Morelos se han identificado como “axihuitl” a cuatro especies del género Eupatorium como: Eupatorium aschenbornianum Schauel., (E. bustamante DC) E. macrophyllum L. Actualizado taxonómicamente como Hebeclinium macrophyllum (L.)DC. E. petiolare Mociño ex DC también conocida como “hierba del ángel”. El ejemplar al que hacemos referencia fue colectado en el estado de Morelos y forma parte de la Colección Nacional de Plantas Medicinales del Jardín Etnobotánico del Centro INAH Morelos. Algunas de sus características para reconocerla en el campo, es una planta siempre verde, perenne, de aspecto arbustivo, sus hojas grandes que se distribuyen en forma opuesta, su borde es aserrado; sus tallos son cuadrangulares y huecos, de color verde con manchas de color rojizo obscuro, con flores pequeñas y agrupadas, de color blanco. Prefiere lugares soleados y clima templado. En base a las entrevistas con curanderos, parteras, comerciantes y amas de casa y Por: Biol. Margarita Avilés y Biol. Macrina Fuentes Foto: Macrina Fuentes Eupator um sp. familia: Asteraceae/Compositae en las referencias bibliográficas a nivel regional, las especies conocidas como “Axihuitl” en el estado de Morelos se reportan para problemas de piel, del sistema músculo-esquelético, digestivo y ginecológicos. Con las hojas frescas se prepara una bebida curativa llamada “paglaposon” que está elaborada a base de numerosas plantas y una de ellas es el axihuitl. Tam- bién se elabora alcoholatos con la planta fresca, la dejan reposar aproximadamente 20 días, su uso es muy común en problemas musculares. Recientemente es una de las especies a la que se le da atención en investigaciones científicas en los aspectos farmacológicos y fitoquímicos, lo cual es de suma importancia para valorar la efectividad de su uso tradicional. Nuestro Patrimonio desconocido Por Teresita Loera y Anaite Monterforte Siguiendo por nuestro recorrido por el poblado de Atlatlahuacan, en una de las pocas capillas abiertas de Morelos y denominada de los Reyes, se encuentra el retablo mayor del mismo nombre; el material con que está constituido es de madera y es un colateral dorado para esculturas, compuesto por dos cuerpos y tres calles con pilastras estípites adosadas al tablero, por lo cual se define de estilo barroco estípite. No hay ninguna imagen original ya que, según la comunidad, se encuentran guardadas por seguridad; el cromo central es reciente y representa una Virgen de Guadalupe. La predela tiene al centro un sagrario sin puerta que carga al nicho central. Esta obra se distingue por ser muy plana; solo sobresalen las peanas y los roleos. Retablo de los Santos Reyes Se encuentra en muy mal estado de conservación, ya que el edificio acumula mucha humedad provocando desajustes y grietas en la madera. DOMINGO 22 DE JULIO DE 2001 III La conversión de los indios de la Nueva España ◆ Arqueóloga Laura Ledesma ◆ Segunda y última parte. Con esta propuesta y sus dos vertientes, los franciscanos fundaron los conventos de México, Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo, su quinta fundación fue en el otrora señorío de Cuauhnáhuac, la que dedicaron al venerable San Francisco. Además del templo y el claustro, cada uno de estos establecimientos contaba con escuela para los niños nobles indígenas, capilla abierta o del patio, atrio, huerta y quizá hospital, espacios en los que se desarrollaban todas las actividades relacionadas con la misión y la incorporación de la población a un nuevo orden social, el occidental. El Proyecto Misional Dominico Los dominicos, encabezados por fray Tomás Ortiz, encontraron alojamiento en el convento de los franciscanos, en donde permanecieron por un lapso de tres meses, hasta que una familia de apellido Guerrero les donó una casa que adaptaron para capilla, y que más tarde pasó a ser la Inquisición4. Respecto a las actividades misioneras de fray Tomás no se tiene gran conocimiento, al parecer su personalidad un tanto conflictiva generó diferencias entre el capitán Hernán Cortés y el licenciado Ponce de León, quien más tarde murió en condiciones poco claras, que se atribuían al extremeño. Este hecho afectó a la Orden, que parecía estar inmiscuida en problemas de tipo político, avergonzándola entre la población peninsular y aún entre la indígena. Por otro lado el dominico y cuatro frailes más se vieron seriamente afectados por la “modorra”, motivo por el que regresaron a España a fin de recuperar la salud. De tal suerte de los doce dominicos que se esperaban en Nueva España, quedaron tres, fray Gonzalo Lucero, fray Vicente de las Casas y fray Domingo de Betanzos, quien asumió el cargo de vicario general. Fray Domingo de Betanzos se distinguió por llevar a la práctica la estricta observancia e implantarla en la vicaría, no aceptando rentas, ni propiedades, ni especie alguna para su sustento, su ideal era claro, establecer una provincia “monacal” en territorio de misión, en la que la observancia y la piedad claustral fueran el objetivo fundamental para la santificación personal, pero el dinamismo de la vocación apostólica estaba ausente5. Sus cualidades le granjearían la simpatía y afecto de grandes personalidades eclesiásticas y civiles, como la del obispo fray Juan de Zumárraga, y más tarde del virrey Antonio de Mendoza. Sin embargo, debido a que el padre Betanzos no concebía la posibilidad de un clero indígena, ni aún criollo, estos dominicos se dedicaron a llevar una verdadera vida. Esta vida religiosa de los predicadores duró tan solo dos años, pues en agosto de 1528 llegó a México fray Vicente de Santa María, también con título de Vicario General, lo que creó una situación molesta para Betanzos, por lo que tuvo que salir con rumbo a Guatemala. Fray Vicente de Santa María consideraba que los religiosos deberían de vivir entre los indios en pequeñas casas o conventos, aunque fuera perjudicial para la solemnidad, pero sería benéfico para la evangelización6. De hecho, esa era la justificación de la presencia, no sólo de los dominicos, sino de los europeos en las tierras nuevas. En un intento de reorientar a la Orden, fray Vicente de Santa María puso en marcha su proyecto expansionista. Envió algunos religiosos al pueblo de Oaxtepec, para que fundaran casa –la primera entre indígenas-, y al mismo tiempo aprendieran la lengua náhuatl y doctrinaran a los indios. Seguirían las fundaciones de las casas de ChalcoChimalhuacán y Coyoacán. Así como las casas iban aumentando, también se incrementaba el número de frailes, ya en el año de 1531 la vicaria contaba con cincuenta frailes7. Finalmente los dominicos optaron, para la conversión de los indígenas, el procedimiento que iba de acuerdo con el juicio que fray Vicente de Santa María había planteado, establecer casas en los pueblos de indios; las que deberían ser atendidas por sus propios ministros. El Proyecto Misional Agustino Un poco antes de que los primeros siete agustinos pasaran a las Indias, el provincial de Castilla puso algunas objeciones, por considerar que la catequización y el bautismo de los indios y el andar de un pueblo en otro, perjudicarían la observancia de las reglas monásticas; pese a esos temores, los misioneros pasaron a la Nueva España. Lo primero que los frailes hicieron fue instalarse con los dominicos, pues traían orden expresa del rey de no fundar en la capital novohispana, ya que tres conventos resultarían demasiada carga para los vecinos; después iniciaron los trámites para que la Audiencia les procurara un territorio para misionar, dado que el proceso de expansión de las otras dos ordenes ocupaba, sino todo, sí gran parte de él. Mientras tanto se dedicaron aprender la lengua mexicana y conocer las doctrinas que circulaban para la administración de los sacramentos; la primera tarea, aprender el nahuatl, por estar reconocida como lengua franca; familiarizarse con las doctrinas, porque eran las herramientas básicas de los prelados. Meses más tarde los agustinos lograron que los gobernantes de la Segunda Audiencia aceptaran la fundación de conventos en Ocuituco, y en el marquesado, así como en la región de Tlapa y Chilapa, ya en Guerrero. En su camino hacia esos lugares, en la tierra caliente, los agustinos se dedicaron más a la cura pastoral que a la evangelización, ya que en muchos de sus pueblos franciscanos y dominicos habían iniciado la misión y fundación de conventos, por lo que los indígenas tenían alguna noticia de la nueva religión. No sin grandes trabajos, dos frailes, Agustín de Coruña y Jerónimo de San Esteban, llegaron a Tlapa y Chilapa. La dispersión y la enconada resistencia de los indígenas retrasaron el trabajo de los misioneros, pero poco a poco fueron venciéndola, hasta que lograron cierto auditorio; pese a que los caciques no se presentaron, tampoco se opusieron a que el resto de la población se acercara a los padres. A partir de entonces, los frailes cayeron en la cuenta que primero deberían poner a las poblaciones en orden y concierto, es decir, congregarlas para dar paso a su objetivo, la conversión de los indios.8 La formula que los agustinos adoptaron para dar a conocer el discurso cristiano a los indígenas fue la de la enseñanza masiva de los sacramentos y del rito cristiano; de entre la población sólo un grupo selecto aprendería la doctrina y los ejercicios de la iglesia, a fin de que la colaboraran con los frailes en la instrucción de sus correligionarios.9 Ya establecidos formalmente, los religiosos también crearían escuelas para indíge- nas, pero de artes y oficios, como el caso de Tiripetío, Michoacán, o escuelas de estudios superiores como el de San Pablo de México, o el de San Agustín Yuririapúndaro, Guanajuato, donde se instruiría a religiosos en teología. Este método agustino tomaba algunos principios tanto de los franciscanos como de los dominicos. De los primeros la instrucción masiva y la administración de los sacramentos; de los predicadores la erección de colegios, a manera de seminarios, donde se prepararían los intelectuales de la religión, más que nada para la instrucción en las aulas. Mediante fundaciones conventuales concertadas, cada orden mendicante trazó los límites de las regiones que administrarían en lo sucesivo, no sólo en el plano religioso, también en el económico, el político y el social, pues la manera en que esas edificaciones se distribuyeron en el territorio es indicio de las actividades que los frailes desarrollaron y cómo tuvieron que organizar a la población, en la introducción de nuevos cultivos, en la creación de establecimientos hacendarios, y en la conformación de patrones de asentamientos y trazas urbanísticas diversos. 1 El término ha sido tomado de el historiador Edmundo O´Gorman, Destierro de sombras, México, UNAM, 1977. 2 Robert Ricard. La conquista espiritual de México., México, FCE, 1986, PP. 82-83. 3 Cfr. Sonia Corcuera de Mancera, El fraile, el indio y el pulque. Evangelización y embriaguez en la Nueva España. México, FCE, 1992. 4 Agustín Dávila Padilla. Historia de la fundación y discurso de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores por las vidas de sus varones insignes y cosas notables de Nueva España. México, Ed. La Academia Literaria, 1955, cap. Introductorio. 5 Daniel Ulloa. Los predicadores divididos. Los dominicos en Nueva España, siglo XVI. México, El Colegio de México, 1977, p. 101. 6 Ibidem. pp108-109. 7 Antonio de Remesal O.P. Historia general de las Indias Occidentales y particularmente de la Gobernación de Chiapas y Guatemala. México, Biblioteca Porrúa, 1987. (vols), lib II, cap. I, nº6. 8 Juan de Grijalva. Crónica de la orden de N.P.S. Agustín en las provincias de la Nueva España. México, Ed. Porrúa, 1985, Biblioteca Porrúa n. 85, pp. 35-36 9 Ibidem, p. 44 Consejo Editorial: Teresita Loera Cabeza de Vaca, Lorenza del Río de Icaza, Ricardo Melgar, Lizandra Patricia Salazar, Barbara Konieczna Coordinación: Patricia Suárez Ortega Formación: Sandra S. Acevedo Martínez cimor@prodigy.net.mx Calle Jalisco No 4, Las Palmas Tels/fax. 3-18 39 08 y 318 39 16 DOMINGO 22 DE JULIO DE 2001 IV