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PPersonalidad C_15º Página 1 de 13 CAPÍTULO 15º: PROCESOS DE AUTORREGULACIÓN 1. AUTODIRECCIÓN DE LA CONDUCTA. “Autorregulación hace referencia a aquellos procesos, internos y/o transaccionales, que capacitan al individuo para guiar sus actividades dirigidas al logro de metas a lo largo del tiempo y de las cambiantes circunstancias...” (Karoly, 1993) 1.1 Conducta autorreguladora ¿En base a qué mecanismos los objetivos y metas fijados, la intención de conducta, se traduce en conducta manifiesta?. Para responder es preciso tener en cuenta el carácter propositivo de la conducta. Para lograr este ajuste entre su conducta y los objetivos y estándares de comportamiento que se ha marcado, el individuo chequea constantemente su conducta y la contrasta con los valores, objetivos y estándares de conducta que le sirven de referencia. Si en este proceso de contraste observase discrepancias, intentará reducirlas introduciendo en la conducta los ajustes que fuesen necesarios para que el proyecto, lo que inicialmente era puro deseo e intención, se convierta en realidad. El individuo intenta mantener la correspondencia entre conducta y valores de referencia. Una vez logrado el ajuste, lo que indicaría que se ha alcanzado el objetivo previsto, se ha solucionado con éxito el problema al que nos enfrentábamos, este punto de equilibrio se tomará como nuevo punto de referencia contra el que contrastar la conducta futura, o, como base desde la que lanzarse a la conquista de objetivos y metas más ambiciosos. La gama de intereses que guían la conducta, objetivos que se pretenden alcanzar, es ciertamente extensa y variada. No todos revisten la misma importancia para el individuo. Ni dan sentido por igual a la trayectoria vital del individuo. Hay motivaciones que le pueden acompañar a uno toda la vida. Mientras otras son particularmente importantes en determinados períodos de la vida o en situaciones específicas. Esta diversidad y multiplicidad de objetivos motivacionales es, sin embargo, más aparente que real. Los distintos intereses, objetivos, motivaciones que impulsan y guían la conducta, están estrechamente interconectados en una estructura jerárquica, de forma que proyectos y motivaciones aparentemente distintos, pueden estar sirviendo para satisfacer una motivación superior. Entre las implicaciones de esta estructura motivacional jerarquizada y al mismo tiempo interrelacionada, podemos destacar las siguientes: - la gente frecuentemente se comporta de forma que pueda alcanzar, o satisfacer, varios objetivos simultáneamente. Objetivos que pueden estar en un mismo nivel o en diferentes niveles, dando entrada a posibles conflictos cuando concurran distintas metas que pueden resultar incompatibles. mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º - Página 2 de 13 El significado de una acción concreta puede variar en función del nivel que esté guiando su ejecución. De esta manera se entenderían las frecuentes discrepancias en la valoración que hacemos de nuestra propia conducta y la que de ésta realizan otras personas, en la medida en que cada fuente de información esté interpretando la misma conducta como estado al servicio de objetivos distintos, como el esfuerzo por acercarse a estándares de conducta y valores de referencia distintos. Una misma conducta puede ser categorizada como sirviendo a distintos niveles en la jerarquía motivacional, con referencia los seres humanos tendemos a interpretar los niveles reguladores más elevados posibles. En otras palabras, daría la impresión de que las metas situadas en los niveles superiores de la jerarquía motivacional sirven siempre como telón de fondo sobre el que contrastar en último término el significado de nuestros actos. Este sesgo a la hora de seleccionar las metas que han de guiar nuestra conducta ayudaría a entender la discrepancia que a veces muestra la conducta de un individuo con relación a las demandas objetivas de la situación. En ocasiones la conducta del individuo parece estar respondiendo a algo más que las simples y directas demandas que está planteando la situación a la que en cada momento uno se enfrenta. El exceso de esfuerzo y emocionalidad con que a veces respondemos a una situación concreta, puede ser reflejo de que se está respondiendo no tanto a las exigencias propias de tal situación, sino a otras metas y objetivos para cuyo logro puede servir como paso intermedio el resultado alcanzado en la situación específica en que nos encontramos. Si esta tendencia se mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 3 de 13 tradujese en una desproporcionada autoadscripción de metas, podría llevar al individuo a una constante infravaloración de las conductas emprendidas y resultados obtenidos en la medida en que ninguno de ellos satisfaga plenamente el nivel fijado como contraste, con el riesgo de generar importantes niveles de insatisfacción de negativas consecuencias emocionales y motivacionales. ¿Cómo elegir una meta y otra?. El individuo se deja llevar esencialmente por la valoración que hace, por una parte, de la meta a conseguir y, por otra, de las posibilidades que cree tener de alcanzarla. Así, cada persona se empeñará y esforzará por alcanzar aquellos objetivos a los que conceda mayor valor, le merezcan más el esfuerzo; pero siempre que, al mismo tiempo, crea que tiene recursos suficientes para conseguirlos. Factores que determinan la valoración de una meta u objetivo de comportamiento Significación: - ¿Es congruente con la imagen que se tiene de sí mismo? - ¿Es importante; ayuda a conseguir otros objetivos? - ¿Es consistente con el propio sistema de valores? - ¿Produciría satisfacción su logro? Estructura: - ¿Se tiene control sobre la situación? - ¿Surge el proyecto como iniciativa propia o ajena? - ¿Se dispone de tiempo suficiente para intentar conseguirlo? Apoyo social: - ¿El proyecto es entendido y apoyado por las personas que le rodean? - ¿Se ha sido capaz de convencer a los demás de la bondad y conveniencia del proyecto y de que participen en el mismo? Eficacia: - ¿Qué probabilidad se tiene de lograrlo? - ¿Se ha sido eficaz hasta hora en proyectos similares? Estrés: - ¿Genera demasiada tensión? - ¿Resultará difícil en exceso? mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 4 de 13 En la medida en que se responda afirmativamente a las cuatro primeras categorías, aumentará la valoración de la meta y la posibilidad de que se pongan en marcha las conductas apropiadas para su logro. Lo contrario ocurrirá, si se contesta negativamente a estas mismas categorías, o si se percibiese un elevado nivel de estrés asociado a la situación. 1.2 Procesos generales de autorregulación El control que el individuo lleva a cabo sobre su propia conducta se desarrolla a través de la constante interrelación entre tres funciones o procesos de autorregulación, mediante los cuales el individuo, en primer lugar, observa y analiza su comportamiento; en segundo lugar, valora el grado de ajuste existente entre su conducta y los objetivos previstos, entre lo conseguido y lo que debería haber logrado; y finalmente, se premia o castiga en función de los datos aportados por el proceso de autoevaluación. 1.2.1 Proceso de autoobservación Para que el mecanismo de comparación y reducción de discrepancias, que hemos identificado como núcleo de la conducta autodirigida, pueda desarrollarse, el individuo ha de tener información constante sobre su conducta. Es sobre la base de esta información que las personas pueden introducir correcciones en el curso de comportamiento y/o evaluar o redefinir los objetivos hacia los que dirigen su conducta. Las personas necesitan para guiar su comportamiento de unos objetivos hacia los que dirigen su esfuerzo y de la información suficiente acerca de la eficacia y pertinencia de su comportamiento con relación a tales objetivos. Sometiendo la conducta a chequeos periódicos, puede detectar discrepancias entre lo previsto y lo realmente logrado. Es esta discrepancia la que realmente dinamiza la conducta, en la medida en que el individuo se siente impulsado por la evaluación negativa de sí mismo que pone de manifiesto la discrepancia y, al mismo tiempo, es atraído por la anticipación de evaluación positiva de sí mismo asociada a la reducción de tal discrepancia. Es más, desde esta perspectiva adquiere sentido la aparente insatisfacción que el individuo presenta en ocasiones en su comportamiento. Una explicación a esta dinámica motivacional es precisamente la elevación de la percepción de autoeficacia que produce el logro de una meta. Este incremento en autoeficacia lleva al individuo a plantearse nuevos retos, generando nuevas discrepancias que, a su vez, activarán nuevos esfuerzos dirigidos a su reducción. Así, el valor motivacional que para la conducta tiene la meta en sí misma, se une el asociado a la reducción de discrepancias entre expectativas y logros, que genera estado emocional positivo y ofrece información del grado en que uno va logrando los objetivos que se ha trazado en la vida. mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º 1.2.2 Página 5 de 13 Proceso de autoevaluación Para que la observación de la propia conducta sea eficaz para dirigir la conducta, es preciso valorar la actuación en contraste con unos criterios igualmente autorreferidos, asumidos por el individuo. En la adopción de estos criterios conviene ser realista. Por un lado, el establecimiento de metas exclusivamente ambiciosas puede llevar al individuo a un estado permanente de frustración, y por otro lado, la adopción de objetivos y criterios de conducta situados muy por debajo de nuestras posibilidades reales, proporcionaría escasa información acerca de nuestra competencia, motivando poco, en consecuencia, el mantenimiento de la conducta. Así, la investigación existente sobre esta cuestión tiende a indicar que el mayor efecto regulador sobre la conducta lo produce la adopción de metas que están situadas ligeramente por encima de nuestra percepción de competencia, sirviendo así de estímulo efectivo para mantener e incrementar el esfuerzo en la conducta orientada a su logro. 1.2.3 Proceso de autorreacción En la vida diaria uno no recibe siempre feedback externo indicativo de lo meritorio de nuestra conducta. Ésta en gran medida está guiada por patrones de valoración y refuerzo internos, cuanto más débiles sean las demandas externas con relación al rendimiento, más dependerá éste de la autorregulación. Esto es particularmente claro en el caso de actividades continuadas para las que no se obtienen beneficios externos tras cada pequeña realización. En estas condiciones, la conducta se mantiene porque el individuo valora periódicamente el desarrollo de la conducta, otorgándose recompensas y satisfacciones si se va progresando, o introduciendo correcciones, ensayando nuevas estrategias, e incrementando el esfuerzo, si se aprecian desviaciones respecto del plan establecido. Incluso en aquellas actividades dirigidas y controladas externamente, es el individuo quien dirige el ritmo, esfuerzo, calidad del trabajo, etc. Con frecuencia resulta problemática la implantación de conductas nuevas en el repertorio de conductas del individuo, o el mantenimiento de cambios introducidos en alguna ya existente. Una de las más importantes razones para explicar estos hechos radica en que en tales casos normalmente se coloca al individuo en una situación de esfuerzo, a la que no siguen a corto plazo reforzadores positivos. En tales circunstancias, la introducción y puesta en marcha de programas y estrategias de autoincentivación puede servir de eslabón en tanto las nuevas conductas adquieren valor reforzante por sí mismas. La investigación al respecto tiende a desconfiar esta sospecha. El tipo y cantidad de refuerzo que el individuo se concede tiene a ser contingente al logro de los objetivos y estándares de conducta fijados. De forma que al ir elevándose estos criterios de conducta, el individuo elevará de igual modo las exigencias para autorrecompensarse. El reforzarse por logros que están por debajo del estándar mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 6 de 13 de conducta fijado, es como reconocerse incapaz de obtener mejores resultados, devaluar el sentido de la propia estima y valía personal. 2. SITUACIONES Y ESTRATEGIAS DE AUTORREGULACIÓN. Podemos considerar dos grandes conjuntos de alternativas situacionales en las que puede ponerse a prueba la capacidad autorreguladora de los individuos. Situaciones en las que, una vez tomada una decisión, fijada una determinada meta, el mantenimiento del esfuerzo por lograrla depende en gran medida de la capacidad autorreguladora del individuo. Por una parte, tenemos aquellos casos en que el individuo desea llevar a cabo aquello que ha decidido hacer; por otro lado, tenemos aquellas situaciones en que el individuo se esfuerza por no hacer algún tipo de conducta habitual que ha decidido dejar de hacer, abandonar. En ambos supuestos, es muy posible que el individuo abandone su propósito ante las dificultades que presumiblemente encontrará, o que le cueste retomar la conducta programada para el logro de la meta, cuando se han producido interrupciones o abandonos temporales. Esto puede ocurrir por razones diversas. Para hacer frente a estas dificultades y poder lograr los objetivos que se han propuesto alcanzar, las personas pueden emplear distintas estrategias, como evitar distracciones, introducir cambios en la situación eliminando posibles elementos distractores, poner en marcha ante situaciones tentadoras conductas incompatibles a las que, por el aprendizaje previo, suscitarían dichas situaciones, buscar equilibrio e integración de la meta propuesta en el conjunto de otras metas e intereses que constituyen el sistema motivacional propio de cada individuo, planificar adecuadamente el desarrollo de la conducta, o revaluar la situación haciendo una lectura de la misma en términos estructurales, fríos. 2.1 Control de la atención Una de las estrategias más solidamente establecidas se apoya en la abundante evidencia experimental que siguiere que el manejo que se hace de los procesos atencionales es importante para entender la conducta autorreguladora. En situaciones específicas en las que se requiriere resistir a situaciones tentadoras, el saber hacia dónde dirigir la atención para alejarla de la situación tentadoradistractora puede ser un factor relevante. La investigación llevada a cabo por Patterson y Mischel es ya clásica en este contexto. La cuestión es que una vez que sabemos que es preciso alejar nuestra atención de la estimulación distractora, ¿cómo llevamos a cabo esta operación?. En esta investigación se pusieron a prueba dos mecanismos, centrar la atención sobre la tarea, sobre el objetivo a lograr y, por otra, suprimir de manera activa la atención a la estimulación distractora-tentadora. La estrategia más eficaz fue esforzarse por no prestar atención a la estimulación distractora, seguida de la estrategia combinada. En ambos casos, el rendimiento fue mejor que en la condición de control o cuando la reacción del sujeto ante la mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 7 de 13 estimulación distractora se dirigió esencialmente a incrementar la concentración u el esfuerzo en la realización de la propia tarea. Otros datos de la misma investigación pusieron igualmente de manifiesto la mayor eficacia de la estrategia dirigida a inhibir la tentación, la estimulación distractora, en comparación con la otra estrategia atencional encaminada a la focalización e incremento de la atención sobre la tarea que se estaba realizando. En resumen, sobre la base de estos datos parece demostrado que las estrategias más eficaz para mantener el desarrollo de la conducta que uno desea llevar a cabo y resistir las tentaciones que pudieran distraernos del objetivo que nos hemos fijado, consiste en esforzarse por suprimir la atención (evitar prestar atención) a tales elementos potencialmente distractores. En apoyo de esta conclusión podemos interpretar igualmente los resultados relativos a la conclusión combinada que son muy parecidos a los mostrados por los sujetos de la condición inhibición, pero no los mejoran. Esto indicaría que su efecto se debe a su práctica totalidad al ya atribuido a la condición en la que el esfuerzo se dirige a inhibir, evitar activamente, prestar atención a las circunstancias distractoras, aportando relativamente poco esfuerzo por alejarse, cognitivamente hablando, de la estimulación distractora, intentando concentrarse en la tarea e incrementando el esfuerzo por hacerla lo mejor posible. 2.2 Integración motivacional Teniendo en cuenta la interrelación existente entre las distintas metas que persigue el individuo y la estructura jerárquica existente entre las mismas, el persistir ante las dificultades en una determinada tarea o conducta, o retomarla tras episodios de fracaso, va a depender también en gran medida del grado en que definamos la meta a lograr en términos que la hagan consistente con los otros objetivos que tiene el individuo y permitan su integración en el entramado motivacional que activa sus diversos patrones de conducta. En este sentido, la persistencia en la conducta dirigid a una determinada meta, puede verse influida de manera significativa por aspectos como, el propio valor de la tarea o conducta que se esté llevando a cabo, la fuerza y valor de las necesidades y metas superiores con las que dicha conducta está relacionada, y finalmente, la instrumentalizad de la tarea o conducta para satisfacer tales necesidades y metas superiores. Un par de experimentos nos permiten ver estos temas, el primero de ellos se estudió la intención del esfuerzo a invertir en una tarea, en función del nivel de dificultad de la misma y del grado en que la obtención de un premio atractivo se presentaba como contingente al logro de éxito en la tarea. El sujeto parece mejor preparado para afrontar la tarea, cuando ésta reúne características que le permitirían obtener feedback acerca de su competencia, y al mismo tiempo, el resultado en la tarea se percibe como medio eficaz para alcanzar otros resultados positivos apetecibles. mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 8 de 13 En la segunda investigación se parte de la hipótesis de autorrealización, sugerida por Wicklund y Gollwitzer, según la cual las personas se definen e identifican a sí mismas en función de ciertas metas de orden superior que les guardaría alcanzar y se esforzarán por conseguir tales metas que contribuyen de manera importante a definir sus identidades personales. Cuando uno se está esforzando por conseguir uno de estos indicadores y se encuentran dificultades o se fracasa, una forma de persistir en el esfuerzo por lograr la meta superior, puede consistir en buscar indicadores alternativos de la meta deseada, para compensar el déficit que tal fracaso supondría para la propia identidad. Si bien esta hipótesis se ha puesto a prueba casi siempre analizando el predicado efecto compensatorio sobre tareas relacionadas, presumiblemente el mismo efecto compensatorio podría lograrse de igual modo retomando la conducta en que se ha fracasado e incrementando el esfuerzo sobre la misma, siempre que dicha conducta se perciba como elemento definitorio de alguna de las metas, o del conjunto de metas, con las que el individuo se siente personalmente identificado. Una vía para persistir en conductas que uno ha decidido llevar a cabo, es integrarlas como indicadores de metas más importantes, que uno ha asumido como definitorias de la propia identidad personal. Es muy importante que el individuo se sienta comprometido con la decisión que ha tomado. En la medida en que el desarrollo y maduración de la propia imagen personal es un proceso gradual, la integración de distintas metas dentro de este proyecto global, permite verlas como algo que se puede ir logrando poco a poco, no como algo que en lo que se produzcan logros o fracasos definitivos en un solo acto. Esta visión de la conducta como ensayos mejorables, favorece el que ante la experiencia de fracaso, no se activen necesariamente expectativas negativas y que se mantenga la motivación por intentarlo de nuevo o ensayar nuevas vías. Estos datos, apoyan la hipótesis que sugiere la puesta en marcha de una especie de mecanismo motivacional compensatorio, cuando uno se ve enfrentado a una experiencia de fracaso que de alguna manera señala al individuo que podría no llegar a alcanzar una meta que es importante para él. En tales circunstancias, el individuo incrementa su esfuerzo por rendir lo mejor posible en otra tarea tomada igualmente como indicativa de la meta que se pretende alcanzar. Por el contrario, dicho mecanismo compensatorio no entra en juego cuando, tras la experiencia de fracaso, al sujeto se le pide que trabaje en otra tarea que no se percibe como relevante para alcanzar la meta que el individuo está persiguiendo, o que no sirve para informar al sujeto acerca de su competencia para alcanzar la meta futura. En este supuesto, los datos indican más bien que la experiencia de fracaso lo que hace es disminuir la motivación. 2.3 Contextualización de la conducta autorreguladora No era suficiente el tomar una decisión, para que se desarrollarse a continuación la conducta consistente con tal decisión y cómo estrategias como la simple mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 9 de 13 planificación de las circunstancias en que se llevaría a cabo la conducta intencional, facilitaba su puesta en marcha. Si esta estrategia pede resultar también de utilidad para mantener la conducta hasta alcanzar la meta. Lo que nos planteamos a continuación es si el planificar las circunstancias en que llevar a cabo la conducta apropiada para alcanzar la meta, facilita el que se haga frente de manera más eficaz a las situaciones tentadoras o que se frene la activación automática de las conductas habituales, cuando de lo que se trata es de omitir ciertos hábitos y/o sustituirlos por otras formas de conducta. 2.3.1 Planificación y resistencia a la tentación En un experimento llevado a cabo por Schaal se pidió a los sujetos que trabajasen en la realización de series de ejercicios aritméticos que requerían una gran concentración, mientras a intervalos aleatorios se les presentaban estímulos distractores muy atractivos. Los sujetos se distribuyeron en tres grupos, intención, implementación 1 y 2. La contextualización de la intención de conducta, presente en las dos condiciones de implementación, pareció beneficiar el desarrollo de la conducta que el sujeto había aceptado llevar a cabo, al cortocircuitar el potencial efecto interferente de la estimulación distractora presentada a lo largo del tiempo de tarea. Un segundo dato a tener en cuenta es el relativo a la diferencia existente a su vez entre las dos condiciones de implementación. Las investigaciones complementarias vinieron a poner de manifiesto que en todos los casos la estrategia de centrar el esfuerzo en inhibir l a fuente de distracción produjo mayor beneficio para el desarrollo de la tarea, que el intentar incrementar el esfuerzo y concentración en la realización de la propia tarea. Esta estrategia (concentrarse en la tarea), por su parte, ejercía también efectos beneficiosos, frente a la simple declaración de intención, pero sólo cuando la tarea era poco atractiva o cuando escapar a la estimulación distractora era relativamente fácil; o sea, en aquellas condiciones menos motivantes. En todo caso, incluso en estas circunstancias, su efecto beneficioso como estrategia para contrarrestar el efecto interferente de la estimulación distractora, resultó siempre menor que el proponerse como estrategia inhibir la estimulación distractora siempre que ésta se presentase. Una posible explicación a las diferencias existentes entre las dos estrategias de implementación, estaría en el efecto motivador que supone la estrategia centrada en incrementar el esfuerzo sobre la tarea, en aquellas situaciones poco motivantes, el incremento motivacional asociado al esfuerzo resultaría beneficioso. En cambio, cuando la tarea es muy atractiva y/o eludir la distracción supone un reto importante, las instrucciones dirigidas a incrementar el esfuerzo sobre la tarea podrían generar un estado de sobremotivación que podría resultar incluso perjudicial. Este efecto sobremotivacional y la consecuente activación emocional no ocurriría, en cambio, cuando el individuo se dedica a inhibir la tentación-distracción sin que mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 10 de 13 ello suponga, al mismo tiempo, incrementar el esfuerzo y concentración sobre la tarea que se está llevando a cabo. 2.3.2 Planificación e inhibición de respuestas automáticas Otro tipo frecuentemente de situaciones en las que puede observase la capacidad del ser humano para ejercer control sobre la propia conducta, viene representado por aquellos casos en los que uno ha decidido abandonar determinado tipo de conducta y sustituirla por otra distinta, para lo que deberá enfrentarse a los potenciales beneficios que le aporta la conducta actual que se desea abandonar, así como a la fuerza que la misma tenga en el repertorio de conductas del individuo. Un ejemplo de este tipo de situaciones lo tenemos si uno intentase abandonar o disminuir el empleo de estereotipos a la hora de categorizar y juzgar a las otras personas. ¿Bastará en estos casos con el firme propósito de abandonar la conducta que no se desea seguir haciendo o aportaría también en estos casos algún beneficio la planificación detenida del modo y circunstancias en que uno pretende llevar a cabo tal propósito? Gollwitzer, Schall, Moskowitz realizaron una investigación en la que analizaron la acción de potenciales mecanismos de autocontrol sobre la activación de respuestas estereotipadas. En concreto, estudiaron el grado en que la formulación de la intención de no emplear términos estereotipados de género al juzgar a otra persona, era suficiente para disminuir, o impedir, la activación y empleo de tales términos, o, si por el contrario, podría resultar beneficioso acompañar la intención con la planificación precisa del modo y circunstancias en que la misma se iba a ejecutar. La simple formulación de la intención sirvió muy poco para frenar la activación de la respuesta estereotipada. Mientras que las instrucciones de implementación hicieron disminuir significativamente la activación de los términos sesgados estereotipadamente, disminuyendo, en consecuencia, su posible interferencia con las demandas de la tarea, como se refleja en la menor latencia empleada para emitir la respuesta. 2.4 2.4.1 Otras estrategias Activación de respuestas incompatibles Una de las estrategias, cuando uno se enfrenta a una situación tentadora, podría consistir en activar otras respuestas incompatibles con la que suscitaría el estímulo tentador. Esto se puede lograr, por ejemplo, pensando en cosas agradables distintas a las del estímulo o situación a evitar. Es mejor en estas circunstancias sugerirle al sujeto aquello en lo que debe pensar, en lugar de pedirle que no piense en el estímulo a evitar. mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 11 de 13 El mismo efecto puede lograrse si pedimos al sujeto que lleve a cabo algún tipo de actividad que le distraiga, le haga más llevadera la espera de la recompensa y le ayude a inhibir el impulso de satisfacción inmediata. Sin embargo, no cualquier actividad sirve como distractor eficaz, como facilitador del autocontrol. El valor de la actividad distractora, es mayor, cuanto más emocionalmente atractiva sea, cabe esperar que se contrarreste mejor la tentación con una estimulación alternativa, que con una anodina, emocionalmente neutra. 2.4.2 Reevaluación del estímulo La autorregulación puede verse facilitada si nos fijamos en aspectos estructurales, neutros, no activadores, del estímulo. La presentación fría de l objeto potencialmente tentador atenuaría la activación del sistema emocional, activaría el procesamiento cognitivo de la información y facilitaría los esfuerzos de autocontrol. La vida diaria nos presenta múltiples ejemplos de la facilidad con la que perdemos el control sobre la propia conducta cuando nos calentamos, esto es, cuando nos dejamos llevar por la emocionabilidad, en vez de por el análisis frío de la situación. Probablemente, la recomendación común de contar hasta 50 antes de responder a una provocación es un buen ejemplo. 2.5 Balance cognición-emoción y autorregulación Metcalfe y Mischel vienen a sugerir que el ejercicio del autocontrol o voluntad dependería del equilibrio entre dos grandes sistemas de procesamiento de la información estimular, el cool system y el hot system, es decir, el procesamiento cognitivo y el emocional. El primero de ellos, de carácter esencialmente racional, emocionalmente neutro, basado en el análisis objetivo de las peculiaridades de la situación concreta a la que nos enfrentamos, flexible, coherente, sería el núcleo del autocontrol y autorregulación. El hot system sería la base de la emocionabilidad, gobernado por la naturaleza de la situación concreta más que por la reflexión y decisión ponderada, facilita la respuesta impulsiva y constituye el factor fundamental que puede dificultar el autocontrol. Así como el análisis racional de la situación posibilita el no dejarse atrapar por las circunstancias de cada momento y dirigir la conducta proyectándola hacia el futuro; la emocionabilidad produce el efecto opuesto, mantiene al individuo atado a las circunstancias concretas que han activado la reacción emocional, dificultando que uno pueda sustraerse a su influencia y regular la conducta de acuerdo con el conjunto de intereses y planes que uno se ha ido trazando. En el análisis global de la conducta autorreguladora es preciso tomar en cuenta los mecanismos implicados en estos dos sistemas. El análisis de la interrelación entre estas dos facetas del procesamiento de la información estimular, permite analizar la práctica totalidad de las conductas, mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 12 de 13 tanto las adaptativas como las problemáticas, en términos del equilibrio/desequilibrio entre estas dos vías del procesamiento de la información. La posibilidad de autocontrol y autorregulación de la propia conducta va ligada a la capacidad para reconducir tanto la dimensión cognitiva como la emocionabilidad de la estimulación, facilitando de esa manera la realización del tipo de conducta que uno ha decidido llevar a cabo. En resumen, no es mejor un sistema que otro, en abstracto y aisladamente; lo importante es el equilibrio entre los mismos. 3. DIFERENCIAS INDIVIDUALES EN AUTORREGULACIÓN. Dos fenómenos son igualmente evidentes. Por una parte, la presencia de variabilidad intraindividual en el uso que cada uno hace de la voluntad, de la capacidad de autorregulación, en distintas situaciones y momentos temporales. Por otra, la existencia de diferencias interindividuales en las diversas manifestaciones de competencia autorreguladora. Estas diferencias intra e interindividuales se deben a la específica conjunción que en cada momento y para cada persona se da entre los distintos elementos que contribuyen al desarrollo de la conducta autorreguladora. Elementos todos ellos cuya significación puede variar de una persona a otra, y a su vez, de un momento o situación a otros en cada individuo. De igual modo, a estas diferencias intra e interindividuales pueden contribuir de manera importante la percepción que cada uno tiene, en cada situación especifica, acerca de su competencia para llevar a cabo la conducta que está intentando desarrollar. Otros muchos factores pueden contribuir igualmente a estas diferencias intra e interindividuales en autorregulación, como puede ser el estado emocional por el que uno atraviesa en cada momento. Junto a estas diferencias debidas a las diferencias a su vez existentes en los distintos elementos y procesos que contribuyen a la conducta autorreguladora, puede apreciarse en cada persona una cierta coherencia en el ejercicio de la capacidad autorreguladora, tiende a presenta mayor tenacidad y desarrollar mayor esfuerzo en unas situaciones que en otras, cuando están implicados determinados intereses y no otros. Grado de coherencia que es fuente de diferencias interindividuales relativamente estables y que se pueden observar cuando analizamos la conducta autorreguladora de los individuos a lo largo de períodos de tiempo relativamente dilatados. La base de estas diferencias radica en las diferencias individuales en capacidad para generar por sí mismos estrategias eficaces para dirigir la propia conducta. De hecho, esta relación tiende a desaparecer cuando la capacidad de autorregulación en la infancia se midió en situaciones en las que al sujeto se ofrecía por parte del experimentador las estrategias a seguir para resistir la tentación de tomar la recompensa inmediata en vez de la diferida. Podemos ver al respecto los principales resultados alcanzados en la investigación llevada a cabo por Shoda, Mischel y Peaje, en la que analizaron la relación existente entre la capacidad de autocontrol de los sujetos cuando eran niños y distintos indicadores mprosado@eldivanrosado.com PPersonalidad C_15º Página 13 de 13 de capacidad de autorregulación y características de personalidad significativamente asociadas con tal capacidad, cuando los sujetos eran adolescentes. En esta investigación se analizó también la relación entre capacidad autorreguladora en la infancia y datos del rendimiento académico en la adolescencia, observándose igualmente una significativa asociación entre ambos aspectos de la conducta. El rendimiento es en parte importante fruto del esfuerzo, tenacidad y capacidad de autorregulación, es indicativo al mismo tiempo de la capacidad para resolver problemas, competencia adaptativa y éxito personal. En este sentido, la capacidad de autocontrol mostrada ya en la infancia y que parece presentar una apreciable estabilidad en etapas posteriores del desarrollo, parece igualmente un buen predictor de la capacidad adaptativa global del individuo y de las diferencias individuales existentes al respecto. La competencia autorreguladora presenta notables concomitancias con lo que otros denominan inteligencia social, haciendo referencia a este tipo de recursos que facilitan el hacer frente de una manera eficaz a los problemas cotidianos y por ende mejorar la competencia adaptativa de los individuos y el logro de mayores niveles de equilibrio psicosocial y bienestar personal. 4. RESUMEN Y CONCLUSIONES El comportamiento no es sólo reacción o respuesta a estados internos de tensión o desequilibrio, que un o debe reducir, o a presiones externas que uno debe satisfacer para obtener unos beneficios o evitar unos perjuicios. La conducta de los seres humanos es esencialmente acción intencional y orientada al futuro, propositiva. Gran parte de la conducta de las personas se caracteriza por el esfuerzo continuado por satisfacer unos intereses y proyectos, que el individuo se ha trazado, que dan sentido a su vida y que le hacen persistir en el esfuerzo, aunque no se obtengan beneficios inmediatos. Una parte muy significativa del logro radica en la capacidad para regular y dirigir la propia conducta. Las personas ejercen el control y dirección sobre la propia conducta en la medida en que chequean periódicamente su comportamiento, valoran si el mismo responde a los estándares y requerimientos que se había fijado como necesarios y apropiados para conseguir satisfacer los intereses y objetivos que se ha trazado y reacciona de manera consistente al balance que le proporcione dicha evaluación acerca del nivele en que va alcanzando las metas fijadas, introduciendo, si fuese preciso, las correcciones necesarias. mprosado@eldivanrosado.com