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Año 2010, Volumen 26 nº 5 Redacción: CADIME Escuela Andaluza de Salud Pública. Cuesta del Observatorio, n.º 4 Aptdo. 2070. 18080 Granada. España. Tfno. 958 027 400, Fax 958 027 505 www.easp.es e-mail: cadime.easp@juntadeandalucia.es ‑EN ESTE NÚMERO … 1 • Utilización de medicamentos Tratamiento de la obesidad El pilar básico del tratamiento de la obesidad consiste en cambiar el estilo de vida, con el objetivo de mejorar los hábitos alimenticios y evitar una vida sedentaria. El Boletín Terapéutico Andaluz (BTA) es una publicación bimestral, que de forma gratuita se destina a los sanitarios de Andalucía con el fin de informar y contribuir a promover el uso racional de los medicamentos. Este boletín es miembro de la Sociedad Internacional de Boletines Independientes de Medicamentos (I.S.D.B.). Utilización de medicamentos Tratamiento de la obesidad RESUMEN andaluz Boletín Terapéutico Depósito Legal: GR–356–1984. ISSN 0212–9450. Año XXVI, n.º 182 Septiembre-Octubre 2010, Franqueo Concertado 18/30 1 La obesidad constituye un importante problema de salud pública en el mundo, asociándose a un elevado riesgo de presentar ciertas comorbilidades: enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, ciertos tipos de cáncer, etc. Afecta a un gran porcentaje de la población general de los países desarrollados; en nuestro medio se ha puesto de manifiesto un alarmante incremento de la prevalencia del sobrepeso en la población, en la edad infantojuvenil en particular. Los pilares del tratamiento de la obesidad son la dieta y el ejercicio físico. Los objetivos del tratamiento no se centran en alcanzar el peso ideal, sino en conseguir pequeñas pérdidas de peso mantenidas a largo plazo y mejorar o eliminar las comorbilidades asociadas; siendo de gran importancia, especialmente en la población infantojuvenil, conseguir cambios mantenidos en los hábitos de alimentación. INTRODUCCIÓN La obesidad (OB) es una enfermedad crónica multifactorial, consecuencia de la interacción medioambiental con el genotipo, que se caracteriza por un exceso de masa corporal grasa que afecta de forma negativa a la salud y suele ser el resultado de un balance energético positivo, en el que los aportes de calorías exceden al gasto (1-4). Esta enfermedad afecta a un gran porcentaje de la población en países desarrollados como el nuestro, abarcando todas las edades, sexos y condiciones sociales, si bien es más frecuente en las clases desfavorecidas (1,2). De hecho, los estudios epidemiológicos de los últimos años ponen en evidencia un incremento alarmante de la prevalencia de sobrepeso (SP) y OB en la población general y en las edades infantiles y juveniles en particular, estando España y concretamente Andalucía, entre las regiones con cifras más elevadas de su entorno (4). La OB y el SP son perjudiciales para la salud, tanto por sí mismas, como por ser factores predisponentes para otras enfermedades crónicas; así –entre otras enfermedades- se relaciona con ellas el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, ciertos tipos de cáncer y otras enfermedades muy prevalentes; constituyendo la segunda causa de mortalidad prematura y evitable después del tabaco (1,4-6). De forma adicional, las personas con OB pueden sufrir problemas de autoestima, rechazo social y discriminación laboral (4-6) y resulta bien conocido que el inicio de la OB en la edad infantil tiende a persistir en la edad adulta (4). Los cambios en la alimentación y ciertos estilos de vida parecen ser los principales responsables del aumento de la OB (5); que ha incrementado su prevalencia -en todas las edades- de forma alarmante en las últimas décadas en todo el mundo, en lo que la OMS ha definido como “Epidemia Global del S. XXI”. En la actualidad el número de personas con OB en el mundo es el triple de las que había en los años setenta del siglo pasado. De manera que, la OB y el SP son, por tanto, condiciones clínicas que están muy lejos de constituir un simple problema estético (4). Asimismo, la OB supone una elevada carga económica para los sistemas sanitarios, debido a que su abordaje y tratamiento consumen muchos recursos, calculándose que los costes directos e indirectos asociados a ella suponen en nuestro país un 7% del gasto sanitario total, lo que representaría unos 2.500 millones de euros anuales (1,5). La preocupación creciente por este problema ha determinado el diseño por parte de la OMS de una estrategia mundial dirigida a combatir la epidemia de OB, cuyo principal objetivo radica en la creación de un entorno favorable que permita la adopción de medidas en el ámbito individual, comunitario, nacional y mundial que, en conjunto, permitan una reducción de la morbilidad y la mortalidad asociadas a una alimentación poco sana y a la falta de actividad física. En España, el Ministerio de Sanidad y Consumo dictó las directrices para la elaboración del Plan Integral de Obesidad, Nutrición y Actividad Física en enero 2004; desarrollándose un año más tarde la estrategia NAOS, en la que se definen los ámbitos en los que se desarrollaría el trabajo (5). En Andalucía, la Consejería de Salud ha elaborado el Plan Integral de Obesidad Infantil de Andalucía 2007-2012, que se ha diseñado como una herramienta estratégica que permita dar respuesta a este problema de salud con los objetivos de: frenar la tendencia ascendente de las tasas de OB infantil, mejorar la atención sanitaria y reducir la aparición de complicaciones y mejorar la calidad de vida de las personas con OB (4). EPIDEMIOLOGÍA En nuestro medio, el porcentaje de población adulta (25-60 años) con OB es del 14,5% mientras que el SP asciende al 38,5%; de manera que uno de cada dos adultos presentarían un peso superior al recomendable. La OB resulta más frecuente en las mujeres (15,7%) que en los varones (13,4%); aumentando su prevalencia con la edad (33,9% y 21,6%, respectivamente). En la población infantil y juvenil (2-24 años) la situación es aún más preocupante, al haber aumentado la prevalencia de manera alarmante durante los últimos treinta años en los países desarrollados e incluso, de forma incipiente, en los países considerados “en vías de desarrollo”; situándose la OB en el 13,9% y el SP en el 26,3%. Entre los más jóvenes, la OB es superior en el género masculino (15,6%) que en el femenino (12%); detectándose las cifras 18 Bol Ter Andal 2010; 26 (5) Clasificación de la obesidad en la población adulta según la seedo* Categoría Valores límite de IMC (Kg/m2) Peso insuficiente <18,5 Peso normal 18,5-24,9 Sobrepeso grado I 25,0-26,9 Sobrepeso grado II (preobesidad) 27,0-29,9 Obesidad de tipo I 30,0-34,9 Obesidad de tipo II 35,0-39,9 Obesidad de tipo III (mórbida) 40,0-49,9 Obesidad de tipo IV (extrema) ≥50 * SEEDO: Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad Tabla 1. Tomada de 1. más elevadas antes de la pubertad y, en concreto, en el grupo de edad comprendido entre 6 y 12 años, con una prevalencia del 16,1%. La probabilidad de padecer SP y OB parece mayor entre los habitantes de las áreas rurales que en las urbanas, siendo más frecuente entre la población con menor nivel socioeconómico y educativo (5). Aunque resulta difícil realizar comparaciones entre países o regiones, debido a que no siempre se utilizan los mismos criterios para definir la OB, en comparación con los países de Europa, España se sitúa en una posición intermedia en relación al porcentaje de adultos con OB; mientras que en relación a la población infantil, nuestro país se sitúa en las posiciones más elevadas, encontrándose Canarias, Cantabria, Murcia y Andalucía entre las que tienen las cifras más elevadas (4,5). DIAGNÓSTICO Y CLASIFICACIÓN Aunque existen otros métodos para valorar la cantidad de grasa del organismo, basados en medidas antropométricas (relación peso-talla, índice ponderal, relación cintura-cadera, pliegues cutáneos), en la actualidad existe consenso internacional acerca de utilizar los valores de Índice de Masa Corporal (IMC) como la medida más adecuada de la adiposidad (7). El IMC es el indicador más utilizado en la mayoría de los estudios epidemiológicos, recomendándose por diversas sociedades médicas y organizaciones de salud internacionales para el uso clínico. Es fácil de utilizar y refleja la adiposidad en la mayoría de la población; si bien, no es útil en personas musculadas/deportistas y ancianos (1,4). Se calcula aplicando la fórmula: IMC = Peso en Kg/altura2 (en metros) (8). El IMC es también la medida que se utiliza para valorar el estado nutricional en la infancia, tanto la OB y el SP, como la desnutrición; si bien, los valores del IMC son muy variables durante la infancia y la adolescencia, reflejando las fases del desarrollo del tejido adiposo; por eso no hay un punto fijo de IMC para definir la OB infantil (9). Para establecer la OB se acepta como punto de corte un valor de IMC de 30 Kg/m2 o superior. En un principio se utilizó una definición de la OB y el SP infantiles basadas en percentiles (P) poblacionales (locales) del IMC (1,8); sin embargo, la OMS recomienda utilizar los P 85 y P 95 de las tablas de los Centers for Disease Control and Prevention de los EE.UU. para establecer la presencia de SP y OB. Recientemente se está valorando el empleo de la medida del perímetro de la cintura, como indicador de la distribución abdominal de la grasa, por presentar mayor fiabilidad a la hora de la atribución de riesgos para la salud, sobre todo de riesgo cardiovascular, al menos en la edad adulta (4). En la Tabla 1 se presentan los criterios utilizados por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) para definir la OB y el SP en grados, según el IMC en adultos (1). En relación a los pacientes pediátricos, el Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil del Centro Cochrane Iberoamericano señala que para realizar el diagnóstico de SP y OB en la infancia y adolescencia se recomienda utilizar las curvas y tablas de crecimiento del estudio semilongitudinal de Hernández et al. 1988 (10): – Diagnóstico de SP: IMC debe ser ≥al P90 y <al P97 para su edad y sexo. – Diagnóstico de OB: el IMC debe ser ≥al P97 para su edad y sexo. En personas mayores de 60 años, se utilizará el IMC siguiendo los mismos criterios que en adultos; mientras que en la población infantil y juvenil la SEEDO recomienda la utilización de las tablas de Cole (1) que utilizan los valores específicos por edad y sexo de los percentiles 85 y 97 del IMC, respectivamente (9). Lo cual permite establecer comparaciones con estudios internacionales (1). TRATAMIENTO El objetivo terapéutico de la pérdida de peso es mejorar o eliminar las comorbilidades asociadas a la OB y disminuir las complicaciones relacionadas con el exceso de peso. No se orienta hacía alcanzar el peso ideal, sino a conseguir pequeñas pérdidas de peso (5-10% del peso inicial) mantenidas a largo plazo. Un requisito para alcanzar el éxito terapéutico es la motivación del paciente, por lo que los objetivos deberán establecerse de forma individual, desde una perspectiva realista, y pactados con el paciente (1,8). En la infancia y adolescencia el mantenimiento del peso se considera un objetivo aceptable o la disminución del IMC manteniendo el crecimiento; siendo un objetivo fundamental la adquisición y el mantenimiento de hábitos en el estilo de vida para el control de peso (4,10). El abordaje integral de la OB debe ser multidisciplinar, utilizándose todos los recursos terapéuticos disponibles (4). Entre ellos, cabe destacar: 1) cambios en el estilo de vida (plan de alimentación, actividad física, modificación de la conducta); 2) tratamiento farmacológico cuando el objetivo propuesto no se haya conseguido con los cambios en el estilo de vida en un plazo máximo de seis meses; y, 3) tratamiento quirúrgico en caso de OB de especial gravedad (1,6,8). El momento y la forma de trata‑ miento a emplear en los pacientes con OB dependen de diversas variables; no siendo fácil estandarizar un protocolo de actuación general. Así, variables tales como la edad, el IMC, la distribución de la grasa corporal, la existencia de comorbilidades, y el sedentarismo, conducirían a diferentes intervenciones en el tratamiento del paciente con OB (1). En la Figura 1 se representa un algoritmo de decisión ante el paciente con OB en Atención Primaria establecido por el Foro ACTUA (Abordaje y reComendaciones de acTuación Útil sobre el exceso de peso en Atención primaria), un foro de debate y consenso, en el que participaron expertos endocrinólogos, psicólogos y médicos de Atención Primaria (8). 1. CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA a) Plan de alimentación En el tratamiento de la OB el plan de alimentación constituye un pilar básico para alcanzar un balance energético negativo, ya que para conseguir perder peso es imprescindible que el consumo energético sea inferior al gasto energético (1,11,12). Una restricción de 500 a 1.000 Kcal/día respecto a la dieta habitual, supondría una pérdida ponderal de 0,5-1,0 Kg/semana, representando un promedio de pérdida de un 8-10% ALGORITMO DE DECISIÓN ANTE EL PACIENTE CON OBESIDAD EN ATENCIÓN PRIMARIA ¿Cumple los siguientes criterios objetivos? – IMC >40 Kg/m2 – IMC >35 Kg/m2 + 2 factores de riesgo Cintura >102 cm (varones) v > 90 cm (mujeres) + 2 factores de riesgo NO SÍ Derivar a Atención Especializada ¿Cumple los siguientes criterios objetivos? – IMC >30 Kg/m2 – IMC = 25-29 Kg/m2 + comorbilidades – IMC >25 Kg/m2 + cintura de riesgo Cintura de riesgo + comorbilidades NO SÍ ¿Desea perder peso y está motivado por ello? SÍ PACTAR con el paciente unos objetivos ASUMIBLES Y REALISTAS No precisa intervención NO No precisa intervención sobre el peso. Actuar sólo sobre las comorbilidades El paciente tiene: – IMC >30 Kg/m2 – IMC >27 Kg/m2 con comorbilidades o factores de riesgo cardiovasculares NO Iniciar tratamiento: – ALIMENTACIÓN hipocalórica – EJERCICIO FÍSICO individualizado. Seguimiento al menos mensual. SÍ Iniciar tratamiento: – ALIMENTACIÓN hipocalórica El paciente no ha conseguido disminuir el peso <5% en 6 meses. – EJERCICIO FÍSICO individualizado. – FÁRMACOS (orlistat) Seguimiento al menos mensual Añadir tratamiento farmacológico Figura 1. Modificada de (8). Bol Ter Andal 2010; 26 (5) 18/I del peso inicial en un plazo de 6 meses. Dicha restricción energética no debería restringir el aporte calórico de la dieta por debajo de 1.200-1.600 Kcal/día en varones y 1.000-1.200 Kcal/día en mujeres. Con cualquier plan de alimentación, se recomienda ingerir de 20-40 g de fibra al día, respetando las necesidades nutricionales diarias de vitaminas/minerales y mantener un adecuado estado de hidratación (1). En la población infantil y adolescente más que una restricción calórica definida se trata de modificar los hábitos saludables de alimentación incluyendo frutas, verduras y comidas y bebidas pobres en grasas y azúcares, etc. (2,4,10). Uno de los principales retos del seguimiento del plan alimenticio es conseguir una buena adherencia al mismo, mantenida en el tiempo y con el menor esfuerzo posible, para lo cual la variedad de alimentos del plan debe permitir que el sujeto incorpore las modificaciones propuestas; realizándose la distribución de los nutrientes de forma individualizada en cada paciente (1). En los últimos tiempos han proliferado diferentes modelos de dietas con distintos porcentajes de macronutrientes con la finalidad teórica de optimizar la pérdida de peso (1,11). Se ha podido observar que –por lo general– la mayoría de las dietas extremas (cualquiera que sea su proporción de macronutrientes) se asocian con el tiempo a un mal cumplimiento por parte de la mayoría de los pacientes (1). En función de la distribución de macronutrientes, se dispone de distintos tipos de dietas, entre las que cabe destacar: – Dietas bajas en grasas. Se restringen las grasas a menos del 30% del total de la ingesta calórica. Resultan difíciles de mantener a largo plazo (11). – Dietas bajas en hidratos de carbono. Muy populares en los últimos tiempos, contienen menos de 60 g de carbohidratos diarios. Su seguimiento permite reducir los niveles de glucemia (en pacientes con diabetes) y de triglicéridos, aumentando los niveles de colesterol HDL y con tendencia a elevar el colesterol LDL. Al producir cetosis se produce un aumento de la a diuresis (por pérdida de sodio) con disminución acusada de agua intra y extracelular que se traduce en una disminución llamativa de peso. No obstante, en los ensayos clínicos se ha mostrado que la eficacia de las dietas bajas en carbohidratos a largo plazo (12 meses) resulta similar a la de las dietas bajas en grasas (1,11). – Dietas de bajo índice glucémico. Evitan aquellos alimentos que au- 18/II Bol Ter Andal 2010; 26 (5) mentan los niveles plasmáticos de glucosa dos horas después de su consumo (índice glucémico). En los estudios clínicos no se han mostrado reducciones adicionales en el peso, aunque disminuyen los niveles de insulina; desconociéndose si esto supondría una mejoría de los resultados en la práctica clínica (11). – Dietas hiperproteicas. La ingestión de una cantidad elevada de proteínas produce un efecto saciante mayor que el obtenido con las otras dietas, favoreciendo una autolimitación en la ingesta energética diaria (1,11). En diversos ensayos clínicos controlados se ha mostrado que este tipo de dietas son muy eficaces en la pérdida de peso a corto plazo (6 meses), sin modificar el perfil lipídico ni la sensibilidad a la insulina; no obstante, a largo plazo (12 meses) su eficacia es similar a la de las dietas bajas en grasas (1). b) Ejercicio físico El ejercicio físico es el segundo pilar del tratamiento de la OB para alcanzar un balance energético negativo; debiendo adaptarse a las diferentes etapas de la vida. En adultos se recomendarán actividades encaminadas a mejorar el rendimiento cardiovascular y la fuerza muscular, evitando posibles lesiones osteomusculares. Algunas sociedades científicas recomiendan –en adultos– realizar 30 o más min/día de ejercicio moderado, preferentemente todos los días de la semana. Sin embargo, la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad realiza dos recomendaciones separadas para los pacientes con OB que quieran perder peso y mantenerlo a largo plazo: 1) realizar entre 45-60 minutos de actividad física diaria (315-420 min/sem) para evitar que pacientes con SP puedan evolucionar hacia la OB; y, 2) realizar 60-90 min/día (420-630 min/sem) de actividad física de intensidad moderada para mantener el peso perdido (1). En la población infantil y adolescente con SP u OB, se recomienda aumentar la actividad física espontánea más de una hora al día para la pérdida de peso y la salud cardiovascular (jugar al aire libre, participar en las tareas domésticas, ir al colegio o instituto caminando, subir y bajar escaleras en lugar de utilizar el ascensor, etc.). El ejercicio físico se adaptará a la edad y al interés del menor o adolescente, empezando lentamente y aumentando la intensidad y su duración de forma progresiva. Asimismo, es muy importante reducir el sedentarismo; aconsejándose limitar las horas de televisión o videojuegos a un máximo de 1,5 h al día, retirar la televisión, videoconso- las y ordenadores de las habitaciones de niños/as y adolescentes si presentan SP u OB (10). c) Modificaciones de la conducta Las intervenciones sobre la conducta se dirigen a favorecer la incorporación de las modificaciones en la dieta y la actividad física del sujeto. La aplicación de técnicas cognitivo-conductuales permite desarrollar nuevas pautas de alimentación (masticar despacio, raciones más pequeñas, no comer mientras se ve televisión, etc.); corregir creencias erróneas que distorsionan el comportamiento; establecer contratos de contingencias (pactos o contratos terapéuticos con el paciente, incluyendo recompensas); control de estímulos ante diferentes situaciones; aprendizaje de técnicas de relajación para reducir la ansiedad y el estrés; así como corregir estados emocionales inadecuados, con la finalidad de controlar la sobre-ingesta y mejorar la percepción del autocontrol en pacientes con OB, en especial en el entrenamiento para la prevención de recaídas (1). 2. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO El tratamiento farmacológico de la OB constituye un complemento a las terapias básicas (modificaciones en la dieta, actividad física y cambios conductuales) (1,13,14). En la actualidad, el único medicamento disponible en nuestro país para el tratamiento de la OB es orlistat (15,16). Aunque con anterioridad estaban disponibles rimonabant y sibutramina, su comercialización fue suspendida de forma cautelar en 2008 (17) y en 2010 (18) respectivamente, debido a los riesgos asociados a su uso. Orlistat es un inhibidor de la lipasa gastrointestinal que actúa localmente en el intestino delgado; impidiendo la absorción de un 30% de las grasas de la dieta (8,14,19,20), que resulta en una pérdida mayor de peso que la conseguida con la dieta hipocalórica sola (8). La dosis recomendada de orlistat es una cápsula (120 mg) administrada con cada comida principal; omitiéndose la dosis si una comida no se toma o no contiene grasa (15). El orlistat asociado a una dieta hipocalórica moderada está indicado en el tratamiento de pacientes con OB con un IMC ≥30 Kg/m2 o en pacientes con SP (IMC ≥28 Kg/m2) y factores de riesgo asociados. Si los pacientes no consiguen al menos reducir un 5% el peso corporal después de 12 semanas, el tratamiento con orlistat debe interrumpirse (13,15). Se dispone de un meta-análisis realizado para evaluar la eficacia a largo plazo de los fármacos antiobesidad, en el que se revisaron 30 ensayos clínicos aleatorios realizados en un total de 10.631 pacientes adultos (edad >18 años); empleándose el tratamiento con orlistat en 16 de estos estudios. Sus resultados muestran que orlistat redujo el peso una media de 2,9 Kg más que placebo (95% IC 2,5–3,2 Kg); asimismo, disminuyó la incidencia de diabetes, mejoraron las concentraciones de colesterol total y LDL-colesterol, la tensión arterial y el control glucémico en pacientes con diabetes; si bien, disminuyó ligeramente el HDL-colesterol (21). Los efectos adversos gastrointestinales asociados a orlistat (malestar gastrointestinal y tenesmo rectal) suelen ser de carácter leve y transitorio; pudiendo aumentar cuando se asocia a dietas ricas en grasa (13,20). Asimismo, puede ocasionar pancreatitis y alteración de la función renal por hiperoxaluria. Puede interaccionar con levotiroxina y anticonvulsivantes, reduciendo su absorción y ocasionando hipotiroidismo y convulsiones, respectivamente. En la práctica, el perfil de efectos adversos asociados a orlistat van aumentando, mientras que su eficacia continúa siendo marginal y limitada (22). En adolescentes, orlistat no ha presentado resultados consistentes en dos ensayos clínicos aleatorios en los que se ha evaluado su eficacia. En estos ensayos se han descrito efectos adversos gastrointestinales asociados a orlistat que provocaron el abandono del 2% de los participantes. No obstante, en adolescentes (de 12 a 18 años) con OB y comorbilidades graves que no han respondido al tratamiento con dieta y cambios en el estilo de vida, puede valorarse el tratamiento con orlistat (120 mg con el desayuno, la comida y la cena), dentro de un programa de modificación del estilo de vida supervisado por especialistas en endocrinología y nutrición, medicina de familia o pediatría con formación en el tratamiento de la OB (10). 3.TRATAMIENTO QUIRÚRGICO: CIRUGÍA BARIÁTRICA Tiene como objetivo disminuir la ingesta de alimentos al reducir la capacidad gastrointestinal. Está recomendada en pacientes adultos con OB grave que cumplan los siguientes criterios (6,13,23): – IMC ≥40 Kg/m2; IMC comprendido entre 35 Kg/m2 y 40 Kg/m2 con factores de riesgo asociados (ej.: diabetes mellitus tipo 2 o hipertensión arterial) y que podrían mejorar al perder peso; y como primera línea de tratamiento en pacientes adultos con un IMC >50 Kg/m2 candidatos a esta intervención. – Tras utilizar todos los tratamientos disponibles no se consiga mantener una pérdida de peso durante al menos 6 meses. – Que han sido tratados sin éxito por médicos especialistas o en centros especializados. – Aptos para someterse a la anestesia y a la cirugía. – Susceptibles de someterse a un seguimiento a largo plazo. PRODUCTOS ALTERNATIVOS El hecho de que los resultados obtenidos con los tratamientos disponibles sean lentos y difíciles de mantener a medio y largo plazo y que no respondan a las expectativas del paciente (24), unido al impacto que ha supuesto asociar la imagen de la delgadez como éxito social en los medios de comunicación, ha conducido a la búsqueda de “remedios milagrosos” con los que conseguir una pérdida de peso rápida e intensa a cualquier precio, sin tener en cuenta su seguridad y los resultados obtenidos a medio y largo plazo (25). Se trata de productos de origen vegetal o animal que no siendo considerados legalmente como medicamentos, sino suplementos dietéticos, se promocionan como sustancias con capacidad adelgazante. En general, estos productos no son recomendables para el tratamiento de la OB al ser muy escasas –o inexistentes– las evidencias disponibles sobre su eficacia. Además, una gran parte de estos productos, contienen sustancias con un grado variable de actividad laxante, diurética, o estimulante del sistema nervioso, junto a cantidades variables de fibra o vitaminas antioxidantes. En este grupo también se incluyen los productos homeopáticos y la prescripción de fórmulas magistrales de productos “milagro” (“cápsulas adelgazantes”). Éstas consisten en mezclas de cantidades variables de diversos principios activos que, utilizadas conjuntamente, producen efecto anorexígeno, saciante, laxante, diurético y tranquilizante; con el objetivo facilitar la pérdida de peso. Su prescripción y la dispensación de asociaciones de estas sustancias están expresamente prohibidas por Orden del 14 de febrero de 1997, del Ministerio de Sanidad y Consumo (25,26). – Los objetivos terapéuticos del tratamiento de la OB deben ser individualizados, realistas y consensuados con el paciente; siendo fundamental la motivación del paciente para alcanzar el éxito. Los objetivos no se centran en alcanzar el peso ideal, sino en conseguir pequeñas pérdidas de peso mantenidas a largo plazo y mejorar o eliminar las comorbilidades asociadas; siendo de gran importancia, especialmente en la población infantojuvenil, conseguir cambios mantenidos en los hábitos de alimentación más que un peso determinado. – El tratamiento de la OB debe ser multidisciplinar; siendo los pilares básicos del tratamiento un plan de alimentación y de actividad física adecuados para cada individuo junto al empleo de técnicas que promuevan cambios conductuales. – La utilización de fármacos en el tratamiento de la OB no debe realizarse de forma aislada, sino como complemento a las terapias básicas. El tratamiento farmacológico se iniciará cuando los objetivos propuestos no se hayan conseguido con los cambios en el estilo de vida en un plazo máximo de seis meses. Asimismo, en pacientes seleccionados que presentan OB de especial gravedad, el tratamiento quirúrgico puede constituir una opción de tratamiento. – En la actualidad, no se dispone de un fármaco ideal para el tratamiento de la OB en términos de seguridad y tolerabilidad. El único fármaco disponible en nuestro país es orlistat, un inhibidor de la lipasa gastrointestinal que actúa localmente en el intestino delgado; impidiendo la absorción de un 30% de las grasas de la dieta. En la práctica, la eficacia mostrada por orlistat parece marginal; mientras que la lista de efectos adversos asociados a su uso se va incrementando. BIBLIOGRAFÍA 1- Rubio MA et al. Consenso SEEDO 2007 para la CONCLUSIONES evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéuti- – La OB es una enfermedad crónica, que afecta a un elevado porcentaje de la población en países desarrollados, abarcando todas las edades, sexos y condiciones sociales. En la actualidad se acepta para definir la OB un valor de IMC ≥30 Kg/m2. – La OB se asocia a un elevado riesgo de presentar ciertas comorbilidades: enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, ciertos tipos de cáncer, etc. ca. Rev Esp Obes 2007; 7-48. 2- Lama More RA et al. Obesidad Infantil. Recomendaciones del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría. Parte I. Prevención. Detección precoz. Papel del pediatra. An Pediatr (Barc) 2006; 65(6): 607-15. 3- National Medicines Information Centre. Management of obesity & metabolic syndrome. St James’s Hospital Bull 2007; 13(4). 4- Consejería de Salud. Plan Integral de Obesidad Infantil de Andalucía 2007-2012. Sevilla: Junta de Andalucía, Consejería de Salud, 2006. Bol Ter Andal 2010; 26 (5) 19 5- Agencia Española de Seguridad Alimentaria. 12- Diet, drugs and surgery for weight Loss. Treat 20- Salem V et al. 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CADIME Programa de la Consejería de Salud dirigido por la Escuela Andaluza de Salud Pública Consejo de redacción Redactor Jefe: José María Recalde Manrique. S ecret . R edacción : Antonio Matas Hoces. Redacción CADIME: Victoria Jiménez Espínola, María del Mar Láinez Sánchez, Estrella Martínez Sáez, Antonio Matas Hoces, María Teresa Nieto Rodríguez, José María Recalde Manrique. 20 Bol Ter Andal 2010; 26 (5) Consejo de Redacción: Joaquín Alanís López, Emilio Alegre del Rey, Carmen Beltrán Calvo, Víctor Bolívar Galiano, Juan R. Castillo Ferrando, Rafael Gálvez Mateos, Fernando Gamboa Antiñolo, Pablo García López, Gonzalo García Molina, M.ª Isabel Lucena González, Miguel Marqués de Torres, Teresa Molina López, M.ª Dolores Murillo Fernández, José María Navarro Marí, Pablo Panero Hidaldo, Julio Romero González, Mónica Saldaña Valderas, José Sánchez Morcillo, Javier Sepúlveda García de la Torre y Juan Tormo Molina. Diseño Gráfico: Pablo Gallego. Córdoba. Fotocomposición: Portada, S. L. Granada. Impresión: Gráficas Alhambra. Granada.