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PALUDISMO EN UN NIÑO PREVIAMENTE TRATADO. CASO 491 Un niño ecuatoguineano de 12 años acude a Urgencias por presentar desde hace 4 días fiebre de hasta 40ºC, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Había llegado ese mismo día de EEUU, donde había permanecido un mes después de haber visitado durante otro mes Guinea Ecuatorial. El paciente vive habitualmente en España. La madre refiere que en la segunda semana de su estancia en América presentó un episodio febril que motivó su ingreso en un hospital privado, donde recibió tratamiento antipalúdico con Malarone® (atovaquona/proguanil). En el informe que aporta la familia no consta información clínica y tampoco se especifica cómo se realizó el diagnóstico. En la exploración no se observaba ninguna alteración relevante y el hemograma y los parámetros bioquímicos eran normales. El pediatra solicitó al laboratorio urocultivos y hemocultivos, una gota gruesa y la detección de antígenos palúdicos en sangre (Binax®: fHRP2, proteína rica en histidina de P. falciparum y aldolasa, antígeno común a las cuatro especies). Según la historia del paciente ¿qué resultados cabría esperar en las pruebas diagnósticas de malaria? Ante esta historia se abren varias posibilidades: El niño pudo haber sufrido un paludismo correctamente diagnosticado y tratado y actualmente presenta otro proceso infeccioso diferente. En este caso la gota gruesa sería negativa y los antígenos palúdicos podrían ser positivos o negativos, ya que las proteínas palúdicas que detecta el kit pueden permanecer en sangre hasta 4 semanas después de un tratamiento eficaz. El niño pudo haber sufrido un paludismo por una especie con periodo de incubación corto ( falciparum, que es el más habitual en África Central) tratado correctamente con Malarone® y actualmente presentar otro episodio por otra especie endémica en Guinea Ecuatorial y con periodo de incubación más largo o una recaída por hipnozoítos hepáticos (P. malariae o P. ovale). En ese caso, la gota gruesa sería positiva para alguna de estas dos especies; de los antígenos palúdicos, la fHRP2 sería negativa, y la aldolasa podría ser positiva o negativa, ya que tan sólo se detecta en un 30-40 % de las infecciones por P. ovale y en un porcentaje también bajo en el caso de P. malariae. El niño pudo haber sufrido un paludismo tratado incorrectamente con Malarone® y la infección persistió porque se le administró una dosis baja del fármaco. El paciente presentó una mejoría clínica inicial pero después se produjo una recrudescencia. En este caso, en la gota gruesa se observarían formas compatibles con falciparum, la fHPR2 sería positiva y la aldolasa podría ser positiva o negativa, según la intensidad de la infección. El niño pudo haber sufrido un paludismo tratado correctamente con Malarone® pero no se curó porque el parásito era resistente al fármaco. En este caso, en la gota gruesa se observarían formas compatibles con falciparum, la fHPR2 sería positiva y la aldolasa podría ser positiva o negativa, según la intensidad de la infección. Esta es la opción menos probable ya que hasta ahora se han descrito muy pocos casos de resistencia al Malarone®. La prueba rápida de detección de antígenos palúdicos en sangre realizada en Urgencias fue positiva para los dos antígenos, y en la gota gruesa se observaron trofozoítos de P. falciparum. El recuento parasitario era inferior al 1% (6.400 trofozoítos/microlitro). Una prueba de PCR múltiple confirmó el diagnóstico microscópico. ¿Qué utilidad tienen las técnicas de diagnóstico molecular de esta enfermedad en la práctica clínica? La PCR fue positiva para P. falciparum. Las técnicas de PCR convencionales se utilizan actualmente para el diagnóstico tardío de casos de malaria con parasitemias muy bajas indetectables por microscopía. En algunos centros españoles, hasta 1 de cada 10 casos de malaria se diagnostican por este método y es especialmente útil en pacientes inmigrantes semiinmunes oligo o asintomáticos y en pacientes VIH positivos con parasitemias muy bajas. Otros aspectos relevantes del diagnóstico por PCR es la utilidad en los procesos de control de calidad de la microscopía y las pruebas rápidas y en la detección de parasitemias sincrónicas mixtas. Con todo, se están desarrollando actualmente técnicas de PCR múltiple a tiempo real que pueden utilizarse en el diagnóstico clínico diario; algunas técnicas rápidas de identificación de ADN palúdico como el sistema LAMP permiten detectar parasitemias de hasta 2 parásitos por microlitro en menos de 30 minutos sin necesidad de termociclador ni equipamiento especial. Se trata de un método sencillo, rápido y específico para la amplificación de ácidos nucleicos en el que los cebadores reconocen determinadas regiones de la secuencia de la diana y se unen a ellas. En el procedimiento LAMP se emplea una ADN-polimerasa con actividad de desplazamiento de cadena y funciona a una temperatura constante de aproximadamente 65°C. Los procesos de amplificación y detección de la secuencia diana tienen lugar en un solo paso. Esta técnica podría utilizarse en laboratorios pequeños y sería un auténtico avance para los países de renta baja con alta prevalencia de malaria. ¿Cuáles son las principales complicaciones de la infección por falciparum y que utilidad tiene el examen microscópico con recuento parasitario en estos casos? Se calcula que se producen unos 200 millones de episodios de malaria al año, de los que entre 4 y 6 son graves y provocan aproximadamente 1 millón de muertos, la mayoría en África. Las manifestaciones clínicas de la malaria grave son complejas y varían según la edad y, sobre todo, el estado de inmunidad parcial o semiinmunidad del paciente, lo que depende principalmente de la intensidad de la transmisión en un área geográfica determinada. El estado de un paciente con síntomas leves puede evolucionar a una forma grave en cuestión de horas y presentar una o más de las siguientes complicaciones: coma, malaria cerebral, acidosis metabólica, anemia grave que requiere transfusión, hipoglucemia, insuficiencia renal o edema pulmonar agudo. En esta fase, la mortalidad en los pacientes tratados es del 15-20% y los pacientes sin tratamiento fallecen casi siempre. En general, la mortalidad de la enfermedad diagnosticada y tratada correctamente es del 0,1%. A diferencia de las otras especies productoras de malaria benigna (P. ovale, P. vivax y P. malariae), P. falciparum invade eritrocitos de todas las edades y puede afectar a más del 80% de la población de hematíes con lo que aumenta la posibilidad de que la infección cause una enfermedad grave. La relación entre la parasitemia y el pronóstico es compleja. En general, la mortalidad aumenta en los pacientes con parasitemias superiores al 3% o con más de 100.000 parásitos por microlitro; sin embargo, los individuos con semiinmunidad (antecedentes de infecciones repetidas) pueden tolerar parasitemias muy superiores con síntomas mínimos; en cambio, los pacientes sin ninguna inmunidad pueden fallecer con recuentos muy inferiores. Por otro lado, la predominancia de parásitos maduros en sangre periférica indica que una proporción mayor de parásitos se encuentra secuestrada en los órganos y se asocia a peor pronóstico que en los pacientes en que sólo se observan trofozoítos jóvenes. En la malaria grave, la presencia de esquizontes o de un índice elevado de formas maduras de P. falciparum (>20% ó >10.000 trofozoitos por microlitro con pigmento visible), o de más del 5% de neutrófilos con pigmento palúdico en sangre periférica, se acompaña de peor pronóstico. ¿Cuál sería el tratamiento de elección en este caso? Al confirmarse la infección por P. falciparum, se habló de nuevo con la familia y se confirmó que el niño (que pesaba 60 kg) había recibido una dosis de dos comprimidos de Malarone® pediátrico, adecuada solo para niños de hasta 40 kg de peso. Con el antecedente de haber recibido una dosis insuficiente, cabía la posibilidad de repetir un ciclo completo a una dosis normal del mismo fármaco. Sin embargo, parecía más seguro administrar otro tratamiento combinado con fármacos distintos y se planteó la posibilidad de utilizar Coartem® (artemeter/lumefantrina). Los TCA (tratamientos combinados con artemisinas) son actualmente en África los tratamientos antipalúdicos de elección que recomiendan la OMS y la mayoría de las agencias sanitarias estatales. Ofrecen las ventajas de una acción esquizonticida rápida, una sensibilidad casi universal de las cepas a los fármacos y un perfil de tolerabilidad excelente. Debido a su corta semivida de eliminación, deben asociarse siempre a otros antipalúdicos de acción más lenta para asegurar la eliminación de los parásitos y evitar la aparición de cepas resistentes. En Europa, solo está autorizado por la EMEA (Agencia Europea del Medicamento) el Coartem®, un fármaco que no está comercializado en España y solo puede obtenerse por ahora solicitándolo al Departamento de Medicamentos Extranjeros del Ministerio de Sanidad y Consumo. Como este proceso puede tardar varios días, se prefirió administrar un tratamiento clásico combinado de quinina y doxiciclina durante 7 días y se realizó posteriormente un control con gota gruesa. Esta opción requirió prolongar el ingreso del niño hasta finalizar el tratamiento. En los casos de malaria grave, el tratamiento de elección es quinina o quinidina intravenosa con monitorización cardíaca para vigilar la aparición de arritmias inducidas por estos fármacos. En la práctica, esto supone el ingreso en la UCI y en los hospitales en que no existe UCI pediátrica es necesario trasladar a los niños con malaria grave a un centro adecuado. Desde hace algunos años se está utilizando en Asia el artesunato intravenoso para el tratamiento de la malaria grave con excelentes resultados. Para administrar este fármaco no es necesaria la monitorización cardíaca y su perfil de tolerabilidad es notablemente mejor que el de la quinina iv. Sin embargo, en España no puede utilizarse por ahora porque actualmente sólo se fabrica en China y la EMEA y la FDA no autorizan su uso en Occidente ya que las compañías chinas no siguen las BPF (Buenas Prácticas de Fabricación) que exigen estas agencias. Bibliografía El laboratorio de microbiología ante las enfermedades parasitarias importadas. Procedimientos en Microbiología Clínica. Recomendaciones de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Documento en página Web: http://www.seimc.org/documentos/protocolos/microbiologia/. Accedido el 10 de octubre de 2010. Polley SD, Mori Y, Watson J, et al. Mitochondrial DNA targets increase sensitivity of malaria detection using loop mediated isothermal amplification. J Clin Microbiol 2010; 48: 2866-71. Caso descrito y discutido por: Juan Cuadros Servicio de Microbiología Hospital Príncipe de Asturias Alcalá de Henares. Madrid Correo electrónico: jcuadros39@yahoo.es Palabras Clave: Paludismo, Malaria, Plasmodium falciparum.