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EL AMOR TERAPÉUTICO PARA UNA MEDICINA CENTRADA EN EL PACIENTE Conferencia pronunciada en el ICOMEM, el 27 de Junio de 2013, con motivo del Acto de Clausura de las Actividades del Curso Ángel Martínez Pina Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica La práctica de la Medicina es una forma de amar, idea defendida por dos de los más preclaros cerebros que ha tenido la asistencia sanitaria de todos los tiempos, Hipócrates y Freud. El día 6 de Diciembre de 1906, Sigmund Freud se dirigió por carta al entonces su discípulo y amigo, Karl Gustav Jung, y le escribió: <<La cura terapéutica se fundamenta en el amor, pero sobre todo es una alianza entre terapeuta y paciente; alianza entre el desorden instintivo que causa la enfermedad, y el excesivo orden moral, que impide la curación>> Hipócrates por su parte decía que la enfermedad era <<discrasia>> desorden en el cuerpo y odio en la mente –, y la salud <<eucrasia>> orden en su fisiología y amor en la mente -. La novedad de hablar sobre el amor terapéutico, un concepto inédito, requerirá para hacerlo no sólo orden y sistema, para no incurrir en error de método, sino también basar el trabajo en el soporte que proporciona el conocimiento de la estructura y proceso asistencial. De esta forma se podrá ir equiparando los requisitos médicos de la asistencia al paciente, con los del amor, que no es más que una asistencia técnicamente centrada en él. Propongo dividir el estudio en cinco partes: 1 I. II. III. IV. V. NATURALEZA Y TIPOS DE AMOR TERAPÉUTICO. LOS DIEZ COMPONENTES DEL AMOR TERAPÉUTICO UNA JERARQUIZACIÓN DE SUS COMPONENTES LA UTILIDAD DEL CONCEPTO Y DE SU PRÁCTICA AMOR Y POESÍA I. NATURALEZA Y TIPOS DE AMOR TERAPÉUTICO Lo dicho podría avalar que el amor terapéutico es un requisito para ASISTIR, en tanto la tecnología médica está hecha para CURAR, constituyendo entre ambos la CIENCIA MÉDICA. Provisionalmente se podría concluir que, el AMOR TERAPÉUTICO es un cuerpo de requisitos que hacen posible el ejercicio de la asistencia, siempre que ésta esté centrada en el paciente. Si esto último no fuera así, se derivaría – de hecho se derivan una cascada de sucesos inconvenientes que viciarían el ejercicio asistencial. Que son: EL PROCESO TERAPÉUTICO se fragmenta LA ENFERMEDAD se cronifica EL INCUMPLIMIENTO terapéutico se incrementa LA AUTOMEDICACIÓN se convierte en falsa asistencia LAS EXPLORACIONES DEFENSIVAS son la norma LOS TRATAMIENTOS decididos por los pacientes aumentan EL DESORDEN ASISTENCIAL aparece: equivale a la enfermedad según Hipócrates. A su vez el amor, sea a una persona o a un paciente, es de dos tipos. El AMOR APOYO, que en la relación humana equivale a dar alimento, abrazo y conocimiento; y en la relación médica da lugar al amor terapéutico, con sus requisitos. El segundo tipo, es EL AMOR POR LA PERSONA MISMA, que en la relación humana equivale a amar a una persona, por lo que ella es; mientras que en la relación médica corresponde a la asistencia centrada en el paciente, por lo que él mismo es – una persona sujeta de derechos básicos -, lo que conduce a una asistencia adecuada. El AMOR TERAPÉUTICO impone a quien lo practica, es decir a toda persona asistente sus rasgos básicos, tres. Es un amor que impone DEBERES. A la persona del terapeuta le obliga a que practique los requisitos del amor terapéutico – los diez 2 que más adelante se exponen -. Pero por su parte al paciente que sea un buen paciente, que practique con su cuidador la ALIANZA contra la enfermedad, la RENUNCIA a los beneficios que ésta le pueda dar, finalmente, que sea capaz de INTEGRAR las partes denigradas, por no ideales, que pueda ir descubriendo en su tratamiento – por ejemplo malos hábitos de salud costosos de prescindir -. Es un amor ABSTINENTE, lo que le hace exento de cualquier intercambio y negocio humano – económico, social, sexual, etc. -. Es un amor ASIMÉTRICO , en donde el terapeuta ama – asiste y trata – , mientras que el paciente, colabora y agradece. El AMOR TERAPÉUTICO se diferencia entonces del AMOR COMÚN, en tres rasgos. El amor TERAPEUTA-PACIENTE es asimétrico – uno trata y el otro es tratado- y abstinente –ausencia de intercambio que no sea el ligado al tratamiento -; constituye un conocimiento secreto entre terapeuta y paciente, de manera que ninguno lo declara expresamente, el médico nunca dice <<paciente mío te quiero>> o viceversa. Finalmente es un amor que se percibe, pero no se vive. Por el contrario, el AMOR COMÚN entre dos personas que se aman, tiene tres características, son: es un amor que se vive, se experimenta; es confesado, finalmente es un amor en el que hay intercambio y a la vez suele ser simétrico. II. LOS DIEZ COMPONENTES DEL AMOR TERAPÉUTICO En su conjunto conforman los requisitos sin los cuales la ASISTENCIA MÉDICA es deficiente, lo que equivale a ausencia de amor terapéutico. Para verificarlo basta con determinar, como PRESENTE o AUSENTE, cada uno de sus diez componentes. A.LA VOCACIÓN MÉDICA. La vocación del médico es un amor primario, de la misma calidad de los instintos, que son espontáneos e inevitables y de igual naturaleza que la relación madre-hijo. Es también un amor de APOYO, es decir, que satisface una necesidad ineludible del paciente, en este caso la de SER ASISTIDO y, eventualmente, la de SER CURADO. La vocación médica es también un amor 3 visible, ya que al médico o personal sanitario que lo practican SE LES NOTA que quieren a sus pacientes. B.CONOCIMIENTO de paciente y enfermedad. Se refiere al buen conocimiento que tenga el médico del PACIENTE y de la ENFERMEDAD, y que incluye saber acerca del CARÁCTER del enfermo, de la LESIÓN, de la DISFUNCIÓN y de su SUFRIMIENTO. AMOR y CONOCIMIENTO se generan mutuamente, no se puede amar aquello que se desconoce, ni se llega a conocer lo que no se ama. A su vez, el conocimiento de la enfermedad nace en el VÍNCULO EMOCIONAL entre terapeuta y paciente, con tres emociones allí implicadas: el AMOR – compuesto de interés por el paciente, atención y conocimiento, el derivado del amor -. La segunda emoción implicada es el ODIO, que destruye la posibilidad del conocimiento. Finalmente el CONOCIMIENTO que hace posible el AMOR. Pero el VÍNCULO TERAPEUTA-PACIENTE puede enfermar, por dos razones. Por ausencia de AMOR TERAPÉUTICO, que impide el conocimiento. Por ARROGANCIA del terapeuta, tentado a suplir conocimientos con OPINIONES, IDEOLOGÍA y CREENCIAS. C. EL PROCESO TERAPÉUTICO. El proceso es un fenómeno dinámico y diacrónico, extendido en el tiempo, en donde se integran: la persona del paciente, su enfermedad, el encuadre en el que se dan ambos – los detalles que hacen posible el tratamiento, como lugar, hora, etc. -. Finalmente el meta-encuadre, es decir lo que rodea al encuadre, entre otros y el más frecuente, la FAMILIA y resto de circunstancias que rodean al paciente. Que no existe AMOR TERAPÉUTICO sin la atención, cuidado y buena dirección del PROCESO, ideado y dirigido por el médico y aceptado por el <<buen paciente>>, sin él no hay proceso. Sin él no hay proceso. Que la RUPTURA del proceso equivale a la DISCRASIA hipocrática, al desorden – el odio -, y en definitiva a la vuelta de la enfermedad. D. TIEMPO Y ESPACIO EN EL PROCESO TERAPÉUTICO 4 El AMOR TERAPÉUTICO, y con él la CALIDAD DE LA ASISTENCIA, desaparecen en dos circunstancias. Por exceso de TIEMPO entre las diferentes partes del proceso. Por ejemplo cuando ver a un especialista conlleva 100 días o más de espera. Con el exceso de DISTANCIA para el cumplimiento de cualquier diligencia. Por ejemplo kilómetros que, unido al tiempo de espera, destruye la CALIDAD DE LA ASISTENCIA. E. RECONOCIMIENTO En este caso reconocimiento del SUFRIMIENTO del paciente, de su IDENTIDAD como persona y de las CIRCUNSTANCIAS individuales que le rodean. El reconocimiento se alcanza a través de la EMPATÍA, que es la capacidad de penetrar emocionalmente en el paciente; y se ha de distinguir de la SIMPATÍA, o identificación con él. La empatía, como INSTRUMENTO, equivale a la COMPRENSIÓN del paciente, que se desglosa en la capacidad que tenga el médico de hacerle pensar a través de: CONFRONTARLE – dos ideas -; AFIRMARLE – en lo que diga -; ACONSEJARLE – oportunamente -; APRECIARLE – puntualmente -; ESTIMULARLE A ELABORAR –cualquier supuesto -; ayudarle a CONSTRUIR – su pasado, por ejemplo - y CLARIFICAR cualquier situación. Un MODO de practicar el reconocimiento es que el médico sea capaz de CAPTAR al paciente en lo que es su esencia – como individuo y como sufriente -, para lo que conviene emplear los CINCO SENTIDOS. OBSERVANDO MÁS QUE VIENDO ESCUCHANDO MÁS QUE OYENDO SINTIENDO MÁS QUE TOCANDO DISTINGUIENDO MÁS QUE PERCIBIENDO SABOREANDO MÁS QUE DEGUSTANDO F. DIÁLOGO TERAPEUTA-PACIENTE El DIÁLOGO es el instrumento del niveles. VÍNCULO TERAPEUTA-PACIENTE, 5 con dos NIVEL I. Contenidos verbales referidos a circunstancias, hechos y emociones comunicables, no interferidos por el PUDOR. NIVEL II. Contenidos de conciencia donde la interferir la comunicación de la intimidad. VERGÜENZA puede Lo deseable es que el respeto hacia el paciente esté presente en el diálogo de NIVEL I, para que facilite la llega del NIVEL II. G. PEDAGOGÍA TERAPÉUTICA. A mayor DESCONOCIMIENTO que el paciente tenga de su enfermedad, mayor SUFRIMIENTO y peor PRONÓSTICO, con lo que se le priva al paciente de ser agente terapéutico activo. Pero conviene que la pedagogía que se haga al paciente sea de los contenidos que pueda soportar, aunque también aquellos para ayudarle a asumir la responsabilidad de su enfermedad. En definitiva, PEDAGOGÍA y ALIANZA TERAPÉUTICA son factores que dan calidad al pronóstico de la relación terapeuta-paciente. H. LOS DOS COMPONENTES DE LA AFECTIVIDAD EN LA RELACIÓN. Las emociones son el instrumento que da calidad a la RELACIÓN TERAPÉUTICA, con dos tipos de ella. La TRANSFERENCIA, como conjunto de afectos – positivos y negativos – del paciente hacia su terapeuta, ambos precisos de afrontar, los buenos y los malos. Por oposición a CONTRATRANSFERENCIA, constituida por los sentimientos del terapeuta hacia su paciente, que es necesario silenciar pero, elaborarlos también para obtener la mejor terapia. I.OBSERVAR Y MIRAR AL PACIENTE La tecnología médica pone de manifiesto, preferentemente, lo INAPARANTE de la enfermedad. Por el contrario, en el AMOR TERAPÉUTICO prevalece lo aparente, la OBSERVACIÓN y la MIRADA, con un doble objetivo. Captar elementos de semiología emitidos por un “cuerpo que habla”. Expresar amor terapéutico con sus dos niveles de diálogo. J. DESPRENDIMIENTO 6 Es la capacidad del terapeuta de impulsar al paciente a que asuma la libertad y responsabilidad de su PROYECTO PERSONAL, siendo el momento de mayor grandeza y educación científica del terapeuta. Si no lo hace, y lo RACIONALIZA con falsos argumentos en contra, se convierte en un problema contratransferencial, de adhesividad patológica del terapeuta con su paciente, y aunque este último esté también “adherido” a su terapeuta, es sólo responsabilidad de este último el solucionarlo. La capacidad de ser desprendido con el paciente, y al estar mediado por factores inconscientes y de adhesividad consciente del terapeuta, se convierte en vicio asistencial que a veces no va paralelo con el nivel profesional y buena imagen pública de quien trata. Para conceptualizar la cualidad de ser desprendido, se ha de tener en cuenta que, el proceso terapéutico pasa por tres fases, y que cada una de ellas tiene una naturaleza y peso en cuanto a la ADHESIVIDAD terapeuta- paciente. Son estas: Donde prevalece la ciencia, la racionalidad y la alianza, pero sin que estén presentes las emociones tan importantes en todo proceso terapéutico. Es la base de la asistencia, suma de racionalidad y afectividad, ambas orientadas al trabajo y colaboración terapeuta-paciente. FASE DE TRABAJO. FASE DE CONFLICTO Y AFECTIVIDAD, FASE ADHESIVA, cuando el proceso terapéutico se fragmenta, el trabajo disminuye y la afectividad es negativa. Es el momento en que el terapeuta debe de usar de su mejor técnica y conocimiento para enderezar el curso fragmentado o roto del proceso. que si el terapeuta no la sabe reconducir – que debiera para así salvar el proceso -, el paciente pierde su libertad y el terapeuta su obligado buen hacer. Ambos pueden quedar enganchados, o lo que en la práctica es mejor, que sólo uno lo esté, y acabe en enfrentamiento y en libertad impuesta, siempre en beneficio del tratamiento. JERARQUÍA DE LOS COMPONENTES DEL AMOR TERAPÉUTICO 7 Los componentes del amor terapéutico estudiados no tienen la misma jerarquía a la hora de ser aplicados a la asistencia al paciente. Conviene subdividirlos en tres grupos, de importancia decreciente en lo que se refiere a la necesidad de ser tenidos en cuenta. GRUPO A. Lo componen: vocación asistencial, conocimiento del paciente, los requisitos de tiempo, de espacio asistencial y la dirección del proceso. Por la importancia que tienen, su ausencia imposibilidad el amor terapéutico. Incluye, el reconocimiento del paciente, el diálogo I y II, la pedagogía. Su ausencia caracteriza la situación actual de la asistencia, que preferentemente es una Medicina centrada en la tecnología médica y en el desorden del proceso, teniendo el paciente un papel secundario al no ser, él mismo, el centro de la asistencia. No hay amor terapéutico. GRUPO B. compuesto de afectividad y su manejo, de observar y mirar al paciente y de mostrar desprendimiento. Su ausencia no impide, pero sí empobrece la exploración y calidad asistencial. GRUPO C., EL RESULTADO DE AMAR AL PACIENTE Cuando concluye la visita terapéutica donde ha habido amor terapéutico, el médico o cuidador experimenta un deseo callado de que el paciente vuelva. Y cuando lo hace, el terapeuta SIENTE PLACER, si la evolución ha sido satisfactoria, y AFLICCIÓN si no fue así. Y en todos los casos en que se practica una asistencia sin amor terapéutico se constata que ha habido un déficit de sus componentes, de mayor responsabilidad para el terapeuta si es que han faltado los del GRUPO A, para decrecer en el B y C. Como regla general: cuando hay AMOR TERAPÉUTICO la enfermedad evoluciona mejor, y cuando por su gravedad no pudo ser así, el sufrimiento de paciente y familiar son menores, siendo la evolución de lo irreparable insospechadamente más llevadera. SIN AMOR TERAPÉUTICO NO PUEDE HABER CALIDAD ASISTENCIAL UN CASO CLÍNICO Es bien sabido que los médicos basamos la asistencia en el caso clínico, único, o en el estudio estadístico de grupos de casos, y aquí viene el que 8 presento como ejemplo de falta de amor terapéutico y cierre de lo que se ha querido decir. LA FALANGE INFLAMADA DE UN PIE DEL PACIENTE La inflamación de la falange del dedo gordo del pie derecho de un paciente llevaba varios días de evolución. Fue debida a un traumatismo reiterado al caminar, a causa de un calzado inapropiado, reconociendo el paciente que fue una de sus manías que practicaba en exceso. Cuando la inflamación alcanzó cierta importancia, la uña se amorató y empeoró la función, pidió hora a su médico de Familia que se la concedió dos días más tarde. Le expone al terapeuta el caso y experimenta una sensación de frialdad, distancia y silencio. A pesar de ello se sobrepone y le relata no poder apoyar la parte anterior del pie, así como una hinchazón que empieza a preocuparle. Se pone en decúbito, descubre la parte enferma, el médico se aproxima a ella con gesto de repugnancia propio de cuando se observa algo maloliente. Palpa fugazmente la zona, vuelve a su asiento y con lenguaje telegráfico le extiende dos volantes: para Dermatólogo – con tres meses de dilación - y una Radio de pie – con mes y medio -. La inflamación continuaba su plena actividad. Da por concluida la visita, sin protección medicamentosa alguna que hubiera bloqueado la evolución de la inflamación. La impresión del paciente fue devastadora, hasta el grado que en los primeros segundos no fue capaz de articular palabra. Estaba convencido de que una molestia de estas características necesitaba de un tratamiento urgente para bloquear la inflamación, que probablemente no podría soportar hasta que le hicieran las pruebas. Con el mayor tacto posible, le sugirió al médico que le diera medicación para poder salir del paso; a lo que esté contestó con un gesto de negación, sin articular palabra, sin mirarle. Al cabo de dos días la inflamación había subido y la musculatura de la pierna estaba contracturada. La CONSECUENCIA fue doble: la RUPTURA del proceso asistencial, que el paciente abandonó; y sobre todo su decepción de estar sufriendo una asistencia de tal naturaleza. A la vista del caso que me relató el interesado, por ser un paciente mío, me pareció que era un buen supuesto para observar en él los diez componentes descritos del amor terapéutico, y verificar el resultado de observar el cumplimiento de los mismos, una vez estructurados en grupos – A, B, C -. El resultado fue que el mencionado profesional incumplió rigurosamente los diez componentes del amor terapéutico; con una salvedad, que el último de ellos, el DESPRENDIMIENTO faltó a él de manera particular ya que 9 con su forma anómala de conducir el proceso y su baja calidad asistencial, expulsó al paciente de la relación terapéutica. LA NATURALEZA DEL AMOR ES ÚNICA, SEA GLOSADA POR UN INDIVIDUO QUE AMA, POR UN CIENTÍFICO QUE LA INVESTIGA, POR UN PROFESIONAL DE LA MEDICINA QUE LA PRACTICA O POR UN FUNCIONARIO QUE LLEVA A CABO SU TRABAJO CON RIGOR NOTA BIBLIOGRÁFICA Al ser un tema inédito, su redacción ha sido fruto de la experiencia del autor, recogiendo sólo las ideas y afectos que no le han planteado duda alguna y desechando lo probable y opcional. 10