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MEDICINA BASADA EN LA EVIDENCIA PARA ESTUDIANTES Sara Calderón Larrañaga INTRODUCCIÓN Uno de los motivos que favorecieron la creación y posterior asentamiento de esta nueva corriente fue la existencia de una gran heterogeneidad en la práctica médica y la comprobación de que solo una minoría de las intervenciones estaba respaldada por estudios científicos fiables. En la medida en que las decisiones se toman sólo por tradición, por acuerdo (todos lo hacemos así), por fe o creencia (creo que así es mejor) o bien basadas en las opiniones de expertos y líderes de opinión, aumenta el riesgo de deterioro de la práctica médica y la asistencia sanitaria. El término de la Medicina Basada en la Evidencia, o en pruebas, fue creado en la década de 1990 por un equipo de internistas y epidemiólogos clínicos de la Universidad de McMaster de Ontario, Canadá. A partir de un primer artículo publicado en la revista JAMA comienza la presentación y difusión de un nuevo enfoque de la docencia y la práctica de la medicina, que denominaron “Evidence Based Medicine”. Según la definición del Dr. D. Sackett, su más conocido promotor, se trata del “Uso consciente, explícito y juicioso de la mejor evidencia científica clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes individuales.” La MBE es considerada como una nueva manera de abordar la práctica médica, integrando los resultados originados en la investigación científica, la experiencia clínica individual, los valores del paciente y teniendo en cuenta el contexto de limitación de recursos disponibles. (Figura 1) La MBE, por el contrario, busca las pruebas que conduzcan a la mejor decisión clínica y criterios explícitos para evaluar los resultados proporcionados por la investigación. Su desarrollo está ligado al método epidemiológico y a la estadística, considerando al ensayo clínico controlado y aleatorizado (ECC) como el mayor exponente de la investigación científica. APLICACIÓN En la práctica clínica cotidiana, el médico se encuentra con dudas a las cuales debe encontrar solución o respuesta. Con frecuencia, hacemos uso de la experiencia bien de forma personal o consultando a un colega más experto para enfrentarnos a esta situación. Si la duda persiste, se tiende a la lectura de libros o revisiones recientes publicadas en revistas médicas. Este abordaje, aunque todavía muy extendido, no es el más adecuado. Proyectar los resultados obtenidos a partir de la experiencia (propia o ajena) con un número limitado de pacientes a la totalidad de los casos puede conllevar una Figura 1. Practica clínica o Medicina Basada en la Evidencia (MBE) 1 práctica médica insuficiente. Además, los libros de texto y algunas recomendaciones publicadas en revistas pueden estar desfasadas y ser inapropiadas para resolver nuestra duda inicial. De ahí la justificación de la MBE. En el nivel inferior se sitúan las publicaciones primarias de estudios de investigación y en la medida que ascendemos se producen diferentes formas de filtro, crítica o síntesis de las evidencias. ¿Cómo se practica la MBE? De este modo, aprovechamos el trabajo realizado por otros y economizamos nuestro tiempo y esfuerzo. La práctica de la MBE requiere cinco etapas consecutivas: Probablemente alguien ya haya respondido a nuestra pregunta y existan publicaciones con la evidencia elaborada y revisada. Nuestra estrategia nos llevará a buscar una revisión sistemática, un metaanálisis, una guía de práctica clínica o un informe sobre el tema. 1. Formular una pregunta precisa y claramente definida a partir del problema clínico del paciente. Se trata de convertir la necesidad de información en una pregunta, que puede hacer referencia tanto a la terapéutica, al daño o etiología, al diagnóstico como al pronóstico. 3. Evaluación crítica de las respuestas encontradas El tercer paso es evaluar la validez y la utilidad de las pruebas encontradas, pues a pesar de la abundancia de la literatura médica, pocos son los artículos fiables y que presentan una metodología rigurosa. 2. Localizar las respuestas en la literatura. Este paso puede resultar complicado dada la gran cantidad y variedad de información disponible. Debemos tener en cuenta los diferentes servicios de información, que se agrupan en cuatro niveles según la clasificación de Haynes conocida como las 4S. (Figura 2) Figura 3. Calidad de la evidencia según tipo de Se trata por tanto de evaluar la validez interna del estudio. Según el tipo de diseño y su rigor científico, la calidad de la evidencia se clasifica en las escalas jerárquicas descritas en la Figura nº3. En función de la metodología empleada, debemos tener en cuenta otras Figura 2. Niveles de organización de la evidencia: estructura 4S (Stadies, Syntheses, Synopses, Systems). 2 5. Evaluación del rendimiento consideraciones tales como la representatividad y conveniencia de la muestra (tamaño, criterios de selección…), la precisión en la definición del objetivo, la comparabilidad en relación a los factores pronóstico y a lo largo del estudio (cuando el estudio se basa en la comparación de dos o más grupos) y la adecuada interpretación o análisis. (Figura 4) Se trata de analizar el impacto de la aplicación de la evidencia sobre la atención al paciente. LIMITACIONES A pesar de su indudable éxito en los últimos años, la MBE no ha estado exenta de críticas. La mayoría de ellas derivadas de profesionales que la perciben como una innovación que limita su autonomía, identificándola como una medida para reducir el gasto sanitario y un tanto alejada de la realidad asistencial que ellos viven en la práctica. Un estudio reciente realizado en España demostraba que el sólo el 40% de los encuestados (médicos de AP) estaban familiarizados con la MBE y que únicamente el 30% conocían el funcionamiento de las bases de datos electrónicas. Estos resultados corroboran la existencia de un terreno abierto a la reflexión y al debate. Figura 4. Sistema de gradación de la evidencia de la Scottish Intercollegiate Guidelines Network (SIGN) En primer lugar, se ha demostrado que no existe una buena translación de los resultados de las investigaciones y de las recomendaciones derivadas de la MBE a la práctica clínica. Los médicos deben tomar decisiones sobre pacientes que con frecuencia no se parecen a los pacientes del ensayo o revisión sistemática. Por una parte, no es usual incluir en los ensayos clínicos controlados (ECC) a los pacientes con comorbilidades asociadas ni a los polimedicados, y casi siempre se excluyen a las poblaciones de riesgo tales como los niños, los ancianos y las embarazadas. Durante la selección, se suele restringir la participación a los pacientes con fases avanzadas de la enfermedad a estudio. Por otra parte, durante el desarrollo del ECC existe un estrecho seguimiento de los pacientes dirigido por médicos altamente cualificados, lo cual no suele suceder en la 4. Aplicación de las conclusiones de esta evaluación a la práctica En el caso de que la prueba responda a nuestra pregunta y sea rigurosa en cuanto al diseño y a la metodología, trasladaremos el conocimiento adquirido al seguimiento del paciente individual o a la modificación del hábito o práctica inicial. Este ejercicio debe ir acompañado de la experiencia clínica necesaria para poder contrapesar los riesgos y los beneficios. Tendremos que valorar si los resultados son aplicables a los pacientes y si las diferencias pueden hacer sospechar de la obtención de resultados distintos en la práctica. 3 práctica real y cotidiana. Todo ello condiciona que en muchas ocasiones los beneficios terapéuticos conseguidos en las condiciones de asistencia médica normales y los observados durante el ECC no sean los mismos. decisiones que se deben tomar en la práctica. La MBE se centra sobre todo en la evaluación de la eficacia y la efectividad de las intervenciones farmacológicas, mientras que los análisis de eficiencia, intervenciones no farmacológicas y los resultados obtenidos en el campo de la psicología, ciencias sociales o mediante otras metodologías quedan fuera de juego. En segundo lugar, la gran cantidad de publicaciones disponibles hace que mantenerse al día sea una tarea difícil y tenaz. Se estima que un médico de familia debería leer entre 17 y 20 artículos todos los días del año para estar al tanto de los progresos en las áreas más importantes de su trabajo. Además, los resultados de los estudios no siempre tienen el rigor y calidad que deberían, lo cual aumenta el grado de confusión y desconfianza de los profesionales. En este sentido, una MBE basada únicamente en los resultados de estudios experimentales dejaría de lado aspectos de la buena práctica clínica como las preferencias y satisfacción de los pacientes, su percepción de la calidad y de la salud, y los valores tanto de los profesionales como de los enfermos. Sin embargo, dichas limitaciones no deberían ser razón para no aprender ni utilizar la MBE. La MBE habrá de ser mejorada, complementada y orientada hacia el paciente, pero no rechazada en aras de no cuestionar nuestra práctica. El ejercicio de la MBE requeriría por tanto esfuerzo y tiempo del que no se dispone habitualmente, además de la correspondiente inversión en formación e infraestructuras de tecnología de la información. En este sentido, sería oportuno y necesario incorporar la enseñanza de la MBE y sus debates al ámbito universitario. Debemos ser conscientes de que lo aprendido en la universidad e incluso durante la formación como especialistas, puede quedarse obsoleto, pues la evidencia se modifica continuamente, y que al final será nuestra inquietud y las habilidades aprendidas para estar al día lo que nos ayude a ser buenos profesionales. En tercer lugar, el alto coste de los ensayos clínicos aleatorios convierte a la Industria Farmacéutica y grupos con potenciales conflictos de interés en sus promotores y financiadores mayoritarios, interviniendo no solo en la esponsorización de los estudios sino también en la diseminación y difusión de los resultados. Desde esta perspectiva, “…la investigación farmacéutica está en manos de una pocas empresas, resultantes de la fusión de otras anteriores mucho más pequeñas, que disponen de un gran poder y tienen como finalidad principal aumentar su cuenta de beneficios, y en ningún caso mejorar el estado de salud de la población”, y de ahí el temor de que la MBE pueda convertirse en un instrumento más de confusión y engaño. Sin embargo, el principal obstáculo proviene de que no siempre los ensayos clínicos tienen las respuestas para las Para ello es importante enseñar a investigar, a hacerse preguntas y a buscar respuestas en lugar de limitarnos al conocimiento memorístico, creando un entorno dinámico que favorezca la creación, difusión y utilización de la información. Dicho proceso conlleva potenciar la cultura investigadora en la Universidad y para ello el aprendizaje de la MBE puede ser un buen punto de partida. 4 Referencias El número y tipo de publicaciones -tanto en español como sobre todo en inglés- en relación a la MBE es amplísimo, lo cual nos da idea de su trascendencia en la medicina actual. A continuación señalo únicamente aquellas referencias en castellano en las que me he basado para la elaboración del texto. • • • • • • • Jiménez,J., Argimon J. Medicina Basada en la Evidencia. En: Martín Zurro A, Cano Pérez JF, eds. Atención Primaria. Conceptos, organización y práctica clínica. 6ª ed. Barcelona: Elsevier; 2008: 254-78. Lázaro J. Medicina o evidencia ¿En qué quedamos?(I) Jano 2000;58 (1337):79-80. Lázaro J. Medicina o evidencia ¿En qué quedamos?(II) Jano 2000;58 (1338):77-78. Reverte, D. Medicina Basada en la Evidencia (MBE), ¿un gran avance o un nuevo instrumento de la "globalización"?. Salud 2000, Octubre 2002;(88):8-10. Sackett DL, Richardson WS, Rosenberg W, Haynes RB. Medicina Basada en la Evidencia. Cómo ejercer y enseñar la MBE. Madrid: Churchill Livingstone; 1997. Soto J. Medicina basada en la evidencia: pero ¿en qué evidencia? Med Clin (Barc). 1998;111:539-41. Tizón, J.L. ¿Es evidente la evidencia?. Aten Primaria 2000;26 (10):714-716 5