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CUIDADOS CRÍTICOS EN PACIENTES PEDIÁTRICOS MVZ María del Carmen Díaz Cid* MVZ MC Joaquín Aguilar Bobadilla** MVZ Esp. Octavio Mejía Ponce*** RESUMEN En perros y gatos se utiliza el término pediátrico para hacer referencia a las primeras 12 semanas de vida (después de esta edad los pacientes fisiológicamente ya se comportan como un adulto aunque no hayan concluido su crecimiento) y se divide este periodo en la etapa neonatal (0-2 semanas), etapa infantil (2-6 semanas) y etapa juvenil (6-12 semanas). Un paciente pediátrico representa un caso clínico frecuente en la práctica médica y por ello el conocimiento de su manejo es de importancia básica; cuando enferman la progresión de signos suele ser muy rápida por lo que virtualmente todos se presentan como urgencias o bien la falta de atención médica temprana los hace evolucionar a estados graves en periodos de horas. Se presenta el caso clínico de una paciente que requirió un cuidado intensivo en el área de urgencias en el Hospital Veterinario de Especialidades UNAM. INTRODUCCIÓN Debemos conocer el manejo de un paciente pediátrico ya que se trata de casos que comúnmente recibimos en nuestra práctica diaria, esto implica el conocimiento de cuáles son los puntos importantes a considerar, cuáles son las principales diferencias con un adulto y qué manejos están indicados. No se trata simplemente de tratarlos como pacientes de menor talla, existen diferencias fisiológicas que conforman la base del tratamiento y su desconocimiento afectará la evolución de nuestros pacientes. El objetivo de este trabajo es la revisión de estos puntos clave en un paciente pediátrico crítico. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA La estabilización también consta de un ABC rápido, seguido de la evaluación de los sistemas corporales mayores (cardiocirculatorio, respiratorio, neurológico, digestivo, temperatura). Es fundamental asegurar una volemia y una frecuencia cardiaca apropiada debido a que las respuestas compensatorias son limitadas. Terapia de líquidos: En general requieren terapias de mantenimiento mayores a un adulto debido a que el contenido de agua corporal es mayor (mayor relación superficie/peso), existe un incremento de la permeabilidad en piel además de inmadurez renal (son incapaces de concentrar la orina hasta las 8 semanas de edad en gatos y 12 semanas en perros). Los métodos para valorar los grados de deshidratación que utilizamos en pacientes adultos no son de utilidad en pediátricos: - La turgencia de la piel es mayor debido al incremento de contenido de agua y menor cantidad de grasa. - No se reportan taquicardias y son incapaces de concentrar la orina. - Las membranas mucosas (MM) a menudo permanecen húmedas a pesar de que la deshidratación sea severa. + Programa de residencia-especialidad en el Hospital Veterinario de Especialidades FMVZ-UNAM. Cd. Universitaria, México, D.F. C.P. 04510. Tels. (5)622-5864 al 66. ** Académico del Hospital veterinario de especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México. *** Académico del Hospital Veterinario de Especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México. - Las MM pálidas y el tiempo de llenado capilar (TLLC) lento se reportan en deshidrataciones severas (12-15%) que pueden ocasionar choque hipovolémico. La vía de administración de fluidos varía según la gravedad del caso, las vías intravenosa (IV) o intraósea (IO) se eligen en casos severos, si existe deshidratación moderada pueden recibir líquidos vía oral (PO), subcutánea (SC) o intraperitoneal. Recordar siempre que los líquidos a infundir se encuentren a temperatura corporal. En pacientes muy pequeños no es fácil acceder a venas periféricas y se realizan accesos venosos centrales (yugular); se administra un bolo inicial de 1 mL por 30g de peso corporal (30-45 mL/kg) lento durante 5 a 10 minutos y repeticiones con intervalos de 30 minutos hasta que el paciente se encuentre estable. En caso de hipovolemia o hipoperfusión, hay que olvidar las dosis preestablecidas y actuar en función del la respuesta. La dosis de mantenimiento para el neonato es de 60-180 ml/kg/día, en la etapa juvenil de 120-200 ml/kg/día. La vía IO se usa en emergencias, se utiliza cuando es imposible el acceso IV y es necesario una terapia rápida de líquidos, debe ser cambiada a IV tan pronto sea posible. Puede administrarse cualquier tipo de líquido o medicamento que se use IV. La deshidratación debe reemplazarse con cristaloides, en caso de choque hipovolémico, se pueden utilizar combinaciones con coloides, lo que permite disminuir las dosis y aumentar su efecto. Durante la resucitación inicial, pueden administrarse coloides a dosis de 5 a 10 ml/kg en 5 o 10 minutos (justo o inmediatamente seguido por cristaloides) y posteriormente de 10 y 30 ml/kg/día. El hematocrito se debe mantener por encima del 20% y por debajo del 50%. Además, es común que las frecuentes tomas de muestras desemboquen en anemia iatrogénica. La limitada capacidad para controlar su presión arterial los hace también más propensos a sufrir extravasación de líquidos (especialmente en pulmones) si se produce una sobrecarga. Tras administrar un volumen determinado, debemos controlar la respuesta del paciente, en caso de sobrehidratación se observa descarga nasal serosa, taquipnea, esfuerzo respiratorio y se auscultan crepitaciones en campos pulmonares. Debemos actuar de inmediato disminuyendo el ritmo de fluidos (o interrumpirlos por completo) y administrar un diurético. Los desordenes electrolíticos se suelen solucionar en parte (o totalmente) al llevar a cabo una correcta resucitación de volumen. Las alteraciones en el potasio son probablemente las más frecuentes, por ello es aconsejable suplementar todos los fluidos con 5-20 mEq/250 ml si no es posible llevar a cabo un análisis. Hipoglucemia: Los requerimientos de glucosa deben siempre considerarse ya que la gluconeogénesis hepática se considera insuficiente (por inmadurez de los sistemas enzimáticos), los almacenes de glucógeno son limitados, existe poca cantidad de grasa que provea de ácidos grasos como substrato y los requerimientos metabólicos de glucosa son mayores (2-4 veces más que un adulto), lo que los hace incapaces de mantener la homeostasis de la glucosa. En caso de hipoglucemia observamos debilidad, tremores, convulsiones, estupor y coma. Podemos suplementarla PO 1-2 mL de glucosa 5-15% si la hidratación y temperaturas se encuentran en rangos de referencia o administrar vía IV/IO en pacientes con signología neurológica, choque o deshidratación severa a dosis de 0.25 a 0.5 g/kg de suero glucosado al 50% y posteriormente suplementar al 2.5 o 5% los fluidos de mantenimiento; el objetivo es mantener la glucemia entre 100 y 200 mg/dl. Hipotermia: También están más predispuestos por el incremento en el área de superficie y la falta de respuesta de temblor al frío (se desarrolla hasta el día 6 de vida). La temperatura normal en neonatos varía de 35-37°C en la primera semana y alcanza los niveles adultos hasta las dos semanas de edad. La hipotermia ocasiona disminución de la frecuencia cardiaca y desarrollo de íleo gastrointestinal (conviene auscultar el abdomen 3 veces al día en busca de borborigmos). El calentamiento debe ser gradual en aproximadamente 1-4 horas. Nutrición: Los cachorros deben ganar del 5 al 10% de su peso cada día, el peso del nacimiento debe duplicarse a los 10 o 14 días de edad. La incapacidad de ganar peso puede indicar inmediatamente un problema potencial. En los pacientes neonatos sus requerimientos son de 100 Kcal/día, en los jóvenes son de 180 Kcal/kg/24 hrs. La capacidad del estómago en el neonato es de aproximadamente 50 mL/kg (no se recomienda llenarlo a su máxima capacidad porque aumentan los riesgos de broncoaspiración). La micronutrición enteral hace referencia a pequeñas cantidades de líquidos que son administradas para mantener la funcionalidad de los enterocitos y no constituye un aporte energético; la cantidad administrada es de 0.2 ml/kg/hora. Oxígenoterapia: Debe considerarse la administración de oxígeno a cualquier paciente en choque, ya que las necesidades metabólicas son más elevadas y la concentración de hemoglobina es menor. Manejo de fármacos: Al administrar cualquier medicamento debemos calcular la dosis, la vía e intervalos de administración. Por ello debemos hacer una revisión de cada fármaco utilizado. La distribución de los medicamentos difiere debido a la composición corporal (menor cantidad de grasa, mayor porcentaje de agua, bajas concentraciones de albumina, inmadurez renal y hepática, una barrera hematoencefálica pobremente desarrollada). Los medicamentos que requieren activación hepática tienen bajas concentraciones plasmáticas y los que requieren metabolismo hepático para su excreción se encuentran en concentraciones plasmáticas mayores. Los cachorros permanecen susceptibles a toxicidad por drogas debido a la disminución de la filtración renal y a la deshidratación por la incapacidad de concentrar orina, si se administran fármacos nefrotóxicos, realizar un sedimento diario para monitorear aparición de cristales. Analgesia: Pueden perciben el dolor aunque no sean capaces de exteriorizarlo como un adulto; iniciar con la dosis mínima e incrementar gradualmente la dosis hasta alcanzar el efecto deseado. Idealmente se debe de contar con antagonistas o antídotos para los fármacos utilizados. Cuidados hospitalarios: El cuidado debe ser constante, observando el estado de consciencia y temperatura corporal a lo largo del día, diariamente se realiza revisión de los catéteres, vendajes, limpieza de heridas y al menos realizar dos exámenes físicos completos al día con controles de peso 3 a 4 veces al día. En neonatos debemos estimular la micción y defecación después de cada alimentación. + Programa de residencia-especialidad en el Hospital Veterinario de Especialidades FMVZ-UNAM. Cd. Universitaria, México, D.F. C.P. 04510. Tels. (5)622-5864 al 66. ** Académico del Hospital veterinario de especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México. *** Académico del Hospital Veterinario de Especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México. No debe olvidarse la comodidad del paciente y el trato frecuente que influyen directamente en el ánimo. En lo posible mantener los ritmos circadianos. CASO CLÍNICO Se presenta por el área de urgencias a “Jovana”: felino, europeo doméstico, hembra de aproximadamente 2 meses de edad; los propietarios refieren que la encontraron en la calle hace dos días, reportan varias diarreas líquidas café oscuro así como un vómito y el día de hoy la encontraron postrada y fría. Al examen físico encontramos una paciente estuporosa, bradicardia (90 lpm), bradipnea (20 rpm), hipotermia (menor a 32°C), mucosas pálidas y secas, TLLC mayor a 2 segundos, pulso débil, vacío y correspondiente, condición corporal baja y deshidratación del 10%. A la palpación abdominal se encuentran asas intestinales engrosadas con líquido; durante la revisión presenta una diarrea líquida con moco y presencia de un parásito (gusano plano segmentado). Diagnóstico presuntivo: gastroenteritis parasitaria por Dhypilidium caninum con deshidratación severa y choque hipovolémico secundario. Como manejo de urgencia, se canaliza en la vena yugular con solución NaCl 0.9% a terapia de choque 60 ml/kg/h, se administra un bolo de glucosa al 50% (1 mg/kg IV), se administra oxígeno mediante mascarilla y se colocan compresas calientes. Se hospitaliza con indicaciones de mantener canalizada con sol. Hartmann a 10% de deshidratación e indicando se recalculen pérdidas, continuar con la administración de bolos de glucosa endovenosos a 0.5 mg/kg/ 4 horas, ampicilina (22 mg/kg IM TID), tramadol (1 mg/kg PO SID) y solución de electrolitos orales 0.2 ml/kg/2 horas como micronutrición enteral. Se desparasita con pirantel, prazicuantel 0.5 mg/kg al segundo día. Durante su hospilización se manejan soluciones glucosadas al 5%, adicionadas con potasio, continua la micronutrición enteral y se descanaliza la paciente hasta el día 10. Presenta también a partir del octavo día heridas en piel relacionadas a las zonas de canalización. Al segundo y cuarto día de hospitalización la paciente se encuentra estuporosa, presentando hipotermia, bradicardia, bradipnea y finalmente un paro respiratorio seguido de paro cardiaco, por lo cual se realizan maniobras de resucitación colocándose una sonda endotraqueal para administrar oxígeno, se administra atropina y epinefrina 0.02 mg/kg IV cada uno, bolos de glucosa de 0.5 mg/kg IV, coloide 10 mg/kg IV y se colocan fomentos calientes, lográndose estabilizar a la paciente para lo cual se continua su monitoreo. El día 12 se da de alta hospitalaria y se manda a casa con indicaciones de continuar medicaciones, ofrecer alimento y agua según requerimientos calculados y repetir dosis para desparasitación. “Jovanna” continua asistiendo al hospital para valoración y manejo médico, observándose resolución del problema. DISCUSIÓN La condición clínica de nuestra paciente permitió la realización de varios de los manejos indicados para un paciente crítico. El manejo de la terapia de líquidos se considera insuficiente, ya que los requerimientos y deficiencias fueron calculados en base a parámetros para adultos, lo cual se reflejo en la incapacidad de hidratarla. Las suplementación de los líquidos con potasio y glucosa no se realizo de manera preventiva sino hasta que se mostraron signos asociados a su deficiencia, hubo un retraso importante en el tiempo de lograr la normovelemia e hidratación de nuestra paciente, sin aprovecharse la vía enteral cuando era indicada. No se utilizaron métodos para lograr la nutrición de la paciente habiendo periodos importantes de ayuno, los cuales se reflejan en los periodos de hipoglucemia que llevan al deterioro de la paciente, pudiéndose realizar sondajes gástricos intermitentes para alimentarla. El pequeño tamaño de 300 gramos tenía aproximadamente 22.5 ml de sangre, para lo cual la obtención de 2 ml hubiese ocasionado aproximadamente la pérdida del 10% equivalente a un choque hipovolémico, por lo cual no se realizaron muestreos constantes (aun para medición de glucosa). Hubo un monitoreo constante (hidratación, temperatura, peso, estado de consciencia) de la paciente que permitió actuar de manera adecuada en los periodos críticos. CONCLUSIONES Los pacientes pediátricos poseen sistemas fisiológicos únicos por lo cual deben tenerse en cuenta puntos específicos en su diagnóstico, monitoreo y tratamiento. En el caso reportado se notan fallos en el desarrollo del manejo y seguimiento, se hace énfasis en puntos clave lo que permite que el paciente presente mejoría clínica, la revisión hace notar que si bien los datos son escasos (y en ocasiones repetitivos o contradictorios entre los autores) el manejo de un paciente pediátrico necesita de conocimiento del área, un manejo hospitalario continuo y constantes cambios en la terapéutica a lo largo del día, pues efectivamente es cuestión de horas que haya un rápido detrimento del estado general del paciente. BIBLIOGRAFIA 1) D. Hoskins editor. Veterinary pediatrics Dogs and Cats from Birth to Six Months. 2a ed. Estados Unidos: Saunders Company, 1995 2) Veterinary Clinics of North America Small Animal Practice. Pediatric fluid therapy. Elsevier Saunders (2008); 38, 621-627 3) Serrano Sergi LV MRCVS. Técnicas y Procedimientos En Urgencias Pediátricas. 7° Simposio Bayer de Actualización Veterinaria; 2007. México DF 4) Douglas K. Macintire et al. 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(5)622-5864 al 66. ** Académico del Hospital veterinario de especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México. *** Académico del Hospital Veterinario de Especialidades UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México.