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El diagnóstico psiquiátrico basado en el enfoque de las perspectivas Las revisiones de los sistemas de clasificación diagnóstica, de próxima aparición, son para un grupo de autores una oportunidad para reconsiderar el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades mentales dirigiéndolos hacia una alternativa más personalizada. El agrupar categorías de padecimientos psiquiátricos basándose en síntomas parecidos -como es el caso del DSM-, ha permitido a los investigadores valorar en forma confiable a grupos similares de pacientes. Esta confiabilidad ha facilitado, a su vez, el avance en el tratamiento de las enfermedades. Sin embargo los sistemas clasificatorios no consideran a las características de vida del paciente y de su identidad dentro del inicio y desarrollo de los síntomas. Si se toma en cuenta este aspecto, es claro que el pensar en las condiciones psiquiátricas exclusivamente como entidades diagnósticas es un enfoque insuficiente. Al igual que lo que sucede en otros campos de la medicina, para comprender las causas de los padecimientos la psiquiatría se ha basado en la identificación de las alteraciones orgánicas que subyacen a la expresión sintomática. El enfoque de las perspectivas es un acercamiento más integral que postula que el entender exclusivamente al cerebro no lleva a la comprensión integral de las enfermedades mentales ya que la mayoría de estos padecimientos (incluidos los trastornos de la conducta y de la personalidad) son el resultado de la combinación de una serie de procesos patológicos agregados que van más allá de la mera alteración cerebral. De esta manera el enfoque considera que las diferentes condiciones psiquiátricas deberán entenderse a partir de algo que el paciente tiene, hace o enfrenta y no sólo como simples entidades sintomáticas, sean éstas categóricas o dimensionales. Para ello incluyen cuatro perspectivas a integrar: 1) la de la enfermedad, 2) la dimensional, 3) la conductual y 4) la de historia de vida. Por lo tanto, en la práctica clínica integral estas cuatro perspectivas se deben reunir para formular un diagnóstico comprensible y sintetizado y para elaborar un plan coherente de tratamiento. La perspectiva de la enfermedad considera que los malestares del paciente se originan por una condición patológica estructural o funcional de algún órgano o sistema corporal (en este caso el cerebro), que da lugar al desarrollo de un síndrome. Tal es el caso, por ejemplo, de la esquizofrenia o de la enfermedad bipolar, enfermedades cuya etiología se fundamenta en ciertos hallazgos de alteraciones cerebrales, si bien no se conocen todavía con absoluta certeza sus orí24 genes. La pregunta que el clínico se hace en cuanto a la perspectiva de enfermedad es: ¿qué falla o alteración estructural del cerebro está originando los síntomas? Por su parte, la perspectiva dimensional considera que para muchas condiciones psiquiátricas la perspectiva de enfermedad es inadecuada o insuficiente. Esta perspectiva asume que en ciertas poblaciones existe una distribución natural de ciertos atributos físicos y psicológicos. De esta manera, los aspectos dimensionales de una persona definen su forma de reaccionar patológicamente o no ante ciertos estímulos. En los sistemas clasificatorios a los individuos en los extremos de estas dimensiones se les considera como portadores de distintos trastornos de la personalidad. De esta manera se postula que las manifestaciones de estos sujetos no emergen necesariamente de alteraciones cerebrales y por consiguiente no requieren de tratamientos físicos. La pregunta que el clínico se hace en cuanto a la perspectiva dimensional es: ¿cómo puedo dirigir al paciente hacia el éxito o su bienestar tomando en cuenta la persona que es? La perspectiva de la conducta se basa en el concepto de que los impulsos psicológicos de un individuo, cuando están modelados parcialmente por el aprendizaje condicionado, influyen sobre la decisión de involucrarse o no en un comportamiento particular. Muchos pacientes se involucran en conductas desadaptativas por lo que el identificar a los factores que originan o que perpetúan tales conductas es un aspecto crítico en su tratamiento. En este sentido, ejemplos claros son las adicciones, las parafilias o la anorexia nervosa. La pregunta que el clínico se hace en cuanto a la perspectiva conductual es: ¿qué tanto los malestares del paciente son explicables por lo que hace equivocadamente y cómo se le puede ayudar a cambiarlos? Finalmente, la perspectiva de historia de vida considera que muchos pacientes que buscan ayuda por tener padecimientos psiquiátricos lo hacen no por la enfermedad que tienen por no saber quiénes son o por que no comprendan por qué actúan de cierta manera, sino por lo que han enfrentado en su vida. Para abordar esta perspectiva y agregarla al diagnóstico integral se requiere de una narrativa lógica que implique el recuento de una sucesión de eventos vivenciales dentro de un determinado contexto que finalmente lleve a una determinada consecuencia. Por ejemplo, una paciente puede solicitar ayuda debido a que se siente triste, sola y deprimida por el reciente fallecimiento de su esposo. El abordaje terapéutico en estas situaciones debe incluir no sólo el control medicamentoso de los síntomas sino además un proceso psicoterapéutico que le permita aceptar la realidad, superarla y lograr un dominio de sus emociones. La pregunta que el clínico se hace en cuanto a la perspectiva de historia de vida es: ¿cómo puedo entender mejor los síntomas del paciente basándome en las circunstancias vivenciales por las que atraviesa? Vol. 23, Número 4 Abril 2012 El enfoque de las perspectivas emerge en la primera mitad del siglo XX con los conceptos de Meyer y Jaspers. Estos clínicos promovieron la práctica de un acercamiento multi-conceptual en el cual las diferentes perspectivas para evaluar a un paciente se integran y se sintetizan articuladamente. Este enfoque, inicialmente utilizado en la clínica psiquiátrica, se extendió posteriormente al resto de la medicina. Lo que distingue al enfoque de las perspectivas es el ser un proceso integral, secuencial y sistemático para entender la naturaleza y el origen del cuadro clínico que presenta cada paciente en forma individual y para formular un plan de tratamiento individualizado. También provee de un marco conceptual para el desarrollo de hipótesis de investigación sobre la naturaleza de las alteraciones mentales. Un ejemplo de cómo aplicar este enfoque lo encontramos en la problemática de los trastornos disociativos. Los sistemas clasificatorios describen adecuadamente las características de este grupo de padecimientos; sin embargo, existen discrepancias para considerar si se tratan de alteraciones de conducta condicionadas por fenómenos maladaptativos o bien una respuesta natural a ciertos eventos traumáticos de la vida. Al enfrentarse a un paciente con esta condición, el enfoque de las perspectivas ayuda a evitar que el clíni- Vol. 23, Número 4 Abril 2012 co caiga en el error de confundir un concepto descriptivo con una explicación causal de cómo fue que se generaron en el paciente estos signos y síntomas particulares. El enfoque permite que el clínico reconozca que pueden existir pacientes con síntomas diferentes pero que emergen de la misma causa subyacente y por lo tanto requieren del mismo tratamiento. También explica que es factible que un mismo padecimiento se exprese de manera diferente en términos sintomáticos entre varios sujetos. Debe de subrayarse que el enfoque de perspectivas no sustituye sino que complementa a las descripciones de los sistemas de clasificación. A decir de los autores, la aplicación de estos conceptos permite una comprensión más profunda de lo que les afecta a los pacientes y favorece el establecimiento de un plan personalizado de tratamiento. (Carlos Berlanga) Bibliografía PETERS ME, TAYLOR J, LYKETSOS CG y cols.: Beyond the DSM: the perspectives of psychiatry approach to patients. Prim Care Comp CNS Disord, 14:23-32, 2012. 25