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OTRA PERSPECTIVA EN PSICOFARMACOLOGÍA NEW PERSPECTIVE IN PSYCHOPHARMACOLOGY PRÁCTICA CLÍNICA El concepto de psicofarmacología psicodinámica (Rev GPU 2014; 10; 2: 231-237) Pablo Muñoz1, Arturo Roizblatt2 A pesar de los avances en la psiquiatría, la refractariedad y la poca adherencia a los tratamientos farmacológicos siguen siendo problemas serios para nuestra especialidad. Durante los últimos años ha habido una emergente evidencia del importante rol que juegan los factores psicodinámicos en la respuesta a los tratamientos farmacológicos y de cómo el significado que se le da a la prescripción afecta en la relación médico-paciente. Es por esto que algunos autores han intentado integrar los conocimientos de la psiquiatría biológica con las teorías y técnicas psicodinámicas, en lo que han denominado Psicofarmacología Psicodinámica. Esta aproximación reconoce que muchos de los descubrimientos centrales del psicoanálisis son factores importantes en la compleja relación entre el paciente, la enfermedad, el tratante y los medicamentos. Además permite un entendimiento del proceso terapéutico en su totalidad, lo que podría ayudar a mejorar los resultados de los tratamientos. En este artículo se describe este enfoque y se revisan algunos aspectos psicodinámicos involucrados en la resistencia y la no-adherencia a los tratamientos farmacológicos. INTRODUCCIÓN D esde la segunda mitad del siglo veinte y con los importantes avances de las neurociencias ha predominado el modelo biológico en la teoría y la práctica de la Psiquiatría. Esto, en conjunto con la medicina basada en la evidencia, ha llevado al desarrollo de tratamientos más efectivos y seguros para nuestros pacientes. Sin embargo, esta aproximación estrictamente médica a la salud mental minimiza la relevancia de las 1 2 contribuciones psicosociales a los trastornos mentales y a su tratamiento, pudiendo limitar el entendimiento del proceso terapéutico en su totalidad (1). La visión del psiquiatra meramente como un científico, que prescribe fármacos en relación con la evidencia disponible, puede menoscabar el impacto de la subjetividad del paciente en la respuesta a los medicamentos (2) y, a su vez, hace que la prescripción de fármacos parezca un proceso claro y sencillo, para lo que sería suficiente seguir los pasos de un algoritmo. Desde Becado de Psiquiatría Adultos. Universidad de Chile. pablomunozparra@gmail.com Departamento de Psiquiatría Oriente. Universidad de Chile. Psiquiatría universitaria | 231 El concepto de psicofarmacología psicodinámica este punto de vista, los pacientes pudiesen ser vistos sólo como objetos biológicos que responden neuroquímicamente a la medicación y no como sujetos que responden también a los significados que esos medicamentos pueden tener para cada paciente en particular. Gutheil ha descrito este fenómeno como la “ilusión de precisión” (3), en el que algunos psiquiatras llegan al convencimiento de que la respuesta a los medicamentos es precisa, concreta, sencilla y específica, solamente en base al entendimiento neurobiológico actual de la psicofarmacología. Sin embargo, sabemos que la respuesta a la medicación no es sencilla. Existe una evidencia emergente que muestra el significativo rol que los factores psicológicos tienen en el resultado de los tratamientos psicofarmacológicos. Por ejemplo, una serie de metaanálisis de las bases de datos de la FDA en Estados Unidos en relación con la respuesta a antidepresivos (que incluyen los estudios con resultados negativos y no publicados), ha demostrado que si bien estos fármacos son efectivos, el efecto placebo da cuenta de más del 75% de la eficacia total de los antidepresivos (4,5) y que provoca cambios medibles en la actividad cerebral, que se superponen con las mejorías atribuibles a la medicación (6). Esto sugiere que los medicamentos también ejercen un efecto por el significado que tienen para el paciente. Además, las variables psicológicas como la percepción de la alianza terapéutica (7) y la disposición para el cambio (8) son determinantes importantes de la respuesta al tratamiento, en algunos casos incluso más significativos que el tratamiento con la droga activa. De acuerdo con la investigación de Beitman (8) en el tratamiento del trastorno de pánico, el predictor más importante de la efectividad del tratamiento fue la disposición al cambio del paciente, incluso fue más potente que la condición del medicamento usado (fármaco activo versus placebo): los pacientes que recibieron una benzodiacepina y que estaban altamente motivados al cambio fueron quienes tuvieron la mayor respuesta clínica. Sin embargo, los pacientes que recibieron el placebo, pero que estaban altamente motivados al cambio, tuvieron una mayor reducción de la ansiedad que aquellos que recibieron la medicación activa y que tenían una baja disposición al cambio. De la misma forma, la investigación llevada a cabo por Krupnick et al. (7) demuestra la importancia de la relación médico-paciente, ya que encontró que dicha alianza es más importante que la medicación misma en el resultado del tratamiento. Los pacientes que tenían una mejor relación con su médico lograban mejores resultados que los pacientes cuya relación con su médico 232 | Psiquiatría universitaria era deficiente, incluso a pesar de que el segundo grupo recibió el principio activo. La mayor mejoría ocurrió cuando la sustancia activa fue indicada en el contexto de una buena alianza terapéutica. Los estudios de Ciechanowski han demostrado, además, que los estilos interpersonales de los pacientes y sus actitudes acerca de la medicación y de sus tratantes puede afectar de manera significativa la adherencia al tratamiento (9). Por lo tanto, existe un inevitable aspecto psicológico en la administración de medicamentos en Psiquiatría y el significado que se le da a la prescripción de fármacos tiene un impacto en la relación médicopaciente (10). A la misma conclusión han llegado Mintz y Belnap (11) en sus investigaciones sobre el fenómeno de la resistencia al tratamiento farmacológico. Es por esto que han propuesto y desarrollado el concepto de la “Psicofarmacología Psicodinámica”, una disciplina que reconoce la importancia del significado de la medicación y de los factores interpersonales en el tratamiento farmacológico, representando una integración de la psiquiatría biológica con los insights y técnicas psicodinámicas (12). Esto no supone un conflicto con la farmacología tradicional objetiva y descriptiva, sino que su propósito es complementar con elementos psicodinámicos los conocimientos biológicos de la farmacología. PSICOFARMACOLOGíA PSICODINÁMICA La psicofarmacología psicodinámica genera la oportunidad para un mejor y más efectivo entendimiento del proceso terapéutico, en el cual la farmacoterapia se aplica al tratamiento de los trastornos mentales. Es una manera de pensar acerca de la farmacoterapia de las enfermedades mentales que incorpora tanto el conocimiento farmacológico como psicodinámico en una aproximación práctica a la toma de decisiones respecto al tratamiento y la forma en cómo éste se lleva a cabo (13). Esto es particularmente importante para los pacientes resistentes al tratamiento farmacológico, para quienes presentan reacciones atípicas a los medicamentos o para quienes se rehúsan a cooperar con sus tratantes (11, 14). PRINCIPIOS DE LA PSICOFARMACOLOGÍA PSICODINÁMICA Este enfoque toma en cuenta la historia de vida personal, las necesidades actuales del desarrollo y la subjetividad del paciente. De esta manera en vez de dar guías de qué prescribir, la psicofarmacología psicodinámica Pablo Muñoz, Arturo Roizblatt entrega información de cómo prescribir para mejorar los resultados del tratamiento. De acuerdo con Mintz y Belnap, existen seis principios fundamentales para la práctica de la psicofarmacología con fundamentos psicodinámicos que permiten disminuir el riesgo de llegar una situación de resistencia al tratamiento. Éstos son (11): 1. Evitar la división mente-cuerpo En la psicofarmacología psicodinámica se reconoce que la existencia de un dualismo mente-cuerpo es una fantasía. Las experiencias, sentimientos, ideas y relaciones cambian la estructura y la función del cerebro, tanto como el cerebro influencia la experiencia. Por lo tanto, en la psicofarmacología psicodinámica se considera que la respuesta positiva o negativa a un medicamento puede ser la acción directa del fármaco, así como también puede estar mediada por el significado que el paciente le otorga al mismo. La integración mente-cuerpo también significa que la psicoterapia y la psicofarmacología necesitan estar bien integradas para que las intervenciones psicofarmacológicas no sólo alivien los síntomas, sino que también para que faciliten la psicoterapia y ésta a su vez ayude al paciente a ser consciente de los aspectos psicológicos de la resistencia al tratamiento. Las intervenciones psicofarmacológicas efectivas para el tratamiento de pacientes refractarios pueden incluir un aumento en la frecuencia de las consultas más que un aumento en la dosis de los medicamentos (15). 2. Conocer al paciente Osler (16), el padre de la medicina moderna, hacía énfasis en que “es mucho más importante conocer qué tipo de paciente tiene un tipo de enfermedad que conocer qué tipo de enfermedad tiene el paciente”. Éste es un principio fundamental de la psicofarmacología psicodinámica. En la práctica, esto significa que el psiquiatra debe tener en cuenta la historia del desarrollo y los factores sociales de cada paciente para formular una hipótesis razonable acerca de los orígenes psicosociales de la resistencia al tratamiento. El psiquiatra también debe evaluar dirigidamente las actitudes acerca de la medicación (los miedos de volverse dependiente y las preocupaciones acerca de los efectos adversos, entre otros). Esto no sólo ayuda a evaluar las posibles fuentes de resistencia, sino que también permite al paciente saber que el psiquiatra está interesado en él como persona, lo que puede ayudar a fortalecer la alianza terapéutica. 3. Prestar atención a las ambivalencias del paciente acerca de la pérdida de los síntomas Es importante identificar las potenciales fuentes de ambivalencia acerca de los síntomas, como por ejemplo las ganancias secundarias y el valor que tienen los síntomas como forma de comunicación o defensa. Puede ser útil preguntar al paciente al ingreso qué piensa que podría perder si el tratamiento fuese exitoso. (Ya que la misma pregunta planteada en la mitad del tratamiento puede estar teñida por la frustración del médico y es más probable que produzca una respuesta negativa en el/la paciente). 4. Manejar las transferencias negativas y la resistencia a los medicamentos Una vez que se identifican las potenciales fuentes de resistencia a la medicación o al terapeuta, éstas debe ser abordadas. Si están claras al principio, deben ser conversadas en forma preventiva. De esta manera se puede formar una alianza terapéutica antes de que se desencadene una resistencia masiva. Las transferencias negativas deben ser identificadas y trabajadas con el paciente. Un ejemplo de esto son las respuestas nocebo, cuya interpretación empática puede ayudar a disminuir los efectos adversos (17). El efecto nocebo (22), es lo opuesto al placebo, es decir, se da cuando las expectativas de que la medicación sea dañina se transforman en realidad de la forma de nuevos síntomas psicológicos o somáticos. Los pacientes que presentan estos efectos son reconocidos por interrumpir sus tratamientos o por no lograr dosis terapéuticas, debido a su baja tolerancia a los efectos adversos. 5. Estar consciente del uso contraterapéutico de la medicación (resistencia de los medicamentos) Los usos contraterapéuticos de los medicamentos también deben ser interpretados. El psiquiatra que prescribe podría tolerar el uso irracional de los medicamentos si el paciente está pasando por una temática psicológica que interfiera con el uso saludable de éstos. Sin embargo, con el tiempo, se puede llegar a un punto en que la descontinuación de un medicamento contraterapéutico puede volverse una condición para seguir con el tratamiento farmacológico. 6. Identificar y contener la contratransferencia que involucra la prescripción (18) Cuando los pacientes están luchando con abrumadores afectos disfóricos, con frecuencia evocan efectos correspondientes en sus tratantes (19). Por ejemplo, pudiese Psiquiatría universitaria | 233 El concepto de psicofarmacología psicodinámica ser que un esquema terapéutico compuesto por 3 antidepresivos, 4 estabilizadores del ánimo, 3 antipsicóticos y 2 ansiolíticos, estuviese indicado en parte por la contratransferencia. Un esquema como éste es poco probable que sea efectivo y tal vez tiene como objetivo tratar la ansiedad del tratante más que la del paciente, por lo que el/la paciente no es la única fuente de resistencia al tratamiento. En la psicofarmacología psicodinámica se debe hacer un esfuerzo por reconocer los problemas contratransferenciales, lo que acompañado de una actitud de humildad y supervisiones periódicas sobre casos difíciles, puede ayudar a manejar la prescripción irracional de fármacos. RESISTENCIA AL TRATAMIENTO Mintz y Belnap dividieron la resistencia a la medicación desde una perspectiva psicodinámica en dos categorías: los pacientes resistentes a la medicación y los pacientes resistentes de la medicación (11). Estas dos amplias categorías de resistencia al tratamiento farmacológico tienen diferentes dinámicas subyacentes, por lo que pueden requerir de distintos tipos de intervenciones. Los pacientes que son resistentes a los medicamentos tienen factores conscientes o inconscientes que interfieren con el efecto deseado de los fármacos. Con frecuencia, la resistencia de esta categoría puede tomar la forma de poca adherencia, pero también incluye a los pacientes que repetidamente experimentan efectos adversos a los medicamentos (por ejemplo, por efectos nocebos). En contraste, los pacientes que son resistentes de los medicamentos están más predispuestos a recibir fármacos o algún beneficio que el paciente atribuye a éstos. Para estos pacientes los fármacos, aparentemente, pueden ayudar a aliviar los síntomas, pero éstos no contribuyen a una mejoría global en su calidad de vida. La resistencia a los medicamentos y la resistencia de los medicamentos no son mutuamente excluyentes, por lo que algunos pacientes pueden presentar ambas dinámicas. a) Resistencia “a” los medicamentos Freud (20) fue quien describió el concepto psicoanalítico de resistencia, cuando concluyó que muchos pacientes eran inconscientemente reacios a renunciar a sus síntomas o eran impulsados involuntariamente por razones transferenciales a resistirse a su médico tratante. Si bien este concepto fue descrito respecto a pacientes en psicoterapia, estas mismas dinámicas se pueden aplicar a la farmacoterapia. 234 | Psiquiatría universitaria A pesar de que los pacientes sufren de manera importante, algunos pueden encontrar un “buen uso” para sus síntomas. El adoptar el rol de enfermo hace que los pacientes puedan, en algunos casos, obtener significativas ganancias secundarias de sus síntomas; por ejemplo, reciben reacciones de apoyo o cuidado por parte del medio, además de ser liberados de responsabilidades familiares y/o laborales (21), por lo que pueden estar profundamente en conflicto con mejorarse, lo que se manifiesta como resistencia al tratamiento. De la misma forma, los pacientes que necesitan sus síntomas para comunicar algo que no son capaces de poner en palabras, también van a desarrollar una ambivalencia en relación a mejorarse (19). Cuando los síntomas constituyen un importante mecanismo de defensa, es más probable que se resistan a los efectos de los medicamentos mientras no desarrollen defensas más maduras o más efectivas de enfrentamiento (11). Existen pacientes que no son resistentes a la reducción sintomática, sin embargo pueden estar motivados a resistirse al médico en base a experiencias transferenciales de éste como alguien poco confiable o incluso “peligroso”. Estos pacientes tienden a negociar laboriosamente el tipo de medicamento, la dosis y la frecuencia (para no sentirse bajo el control del doctor experimentado como alguien “malévolo”) o manejan de forma oculta su propio régimen (tomando más o menos de la dosis prescrita). Por lo que es lógico que al no tomar una dosis terapéutica, tengan menos probabilidades de una respuesta efectiva. Así como una transferencia positiva hacia el tratante o hacia el tratamiento lleva a respuestas positivas, las transferencias negativas pueden llevar a respuestas negativas, lo que hace a los pacientes propensos a presentar respuestas nocebo (22). Los pacientes que presentan estos efectos son reconocidos por interrumpir sus tratamientos o por no lograr dosis terapéuticas, debido a su baja tolerancia a los efectos adversos. Usualmente se relacionan con expectativas de daño por parte de figuras de autoridad y son más prevalentes en pacientes que han sido abusados o abandonados por sus cuidadores en la infancia (22, 23), por lo que algunos autores interpretan este fenómeno como una forma en que el cuerpo se resiste inconscientemente a los fármacos. b) Resistencia “de” los medicamentos En los pacientes que son resistentes de la medicación no pareciera haber un miedo o resistencia a ésta. De hecho, estos pacientes frecuentemente solicitan fármacos y sienten que su impacto es beneficioso y efectivo. Pablo Muñoz, Arturo Roizblatt Y si bien el psiquiatra puede observar una reducción sintomática, se da cuenta que la condición general del paciente no ha mejorado. Un psiquiatra que toma en cuenta los aspectos psicodinámicos está consciente de que existen incontables maneras en las cuales la medicación puede tener objetivos contraterapéuticos o defensivos. Un ejemplo clínico son los pacientes que usan su tratamiento farmacológico en forma defensiva para rechazar la responsabilidad por sus sentimientos o acciones. Gibbons concluyó que las personas que se sienten culpables respecto a su sexualidad son más desinhibidos después de tomar un placebo que los pacientes que no tienen este problema (24). De esta manera, demostró que un tratamiento puede permitir al paciente negar aspectos propios, atribuyéndoselos defensivamente a la medicación. Un caso extremo serían los pacientes con estructuras de personalidad menos integradas, cuyos mecanismos defensivos se basan en la escisión y proyección, ya que tienden a enfrentar el hecho de sentirse intolerables o “completamente malos” mediante el desplazamiento de todo “lo malo” en objetos externos. Murawiec (13), al describir este fenómeno, argumenta que si el paciente comienza un tratamiento, entonces existe un diagnóstico explícito o implícito de que “hay algo malo en mí”. Por lo tanto, los comportamientos disfuncionales pueden ser atribuidos a una enfermedad (de acuerdo a la fórmula “no soy yo, es la enfermedad”). Al poner “lo malo” del paciente en “la enfermedad”, permite que su identidad se centre sólo en los aspectos “buenos” del sí mismo. Mintz (25) ejemplifica esto con el caso de un paciente que recibe una prescripción farmacológica para una enfermedad de etiología predominantemente biológica, como la enfermedad bipolar. Si este paciente tuviese una tendencia a escindirse como mecanismo de defensa, al recibir una prescripción de estabilizadores del ánimo para su disforia podría experimentar una reducción inmediata de sus síntomas. Sin embargo, un psiquiatra que se inclina a pensar tanto de manera psicodinámica como biológica podría reconocer que la disminución de la disforia no sólo está dada por la medicación, sino que también porque permite al paciente crear una escisión permanente, en la cual él se mantiene “todo bueno”, mientras todo “lo malo” está puesto en “su bipolaridad”. Si bien esta dinámica puede traer alivio tanto al paciente como al terapeuta, genera consecuencias negativas para el funcionamiento de los pacientes, ya que tienden a disminuir su sensación de responsabilidad de sus propios comportamientos disfuncionales. Esto puede dar rienda suelta a sus peores instintos, exacerbando su desorganización psicológica e interpersonal. Es por esto que Mintz (25) sugiere no coludirse involuntariamente con estos pacientes, ya que son legalmente responsables y su resistencia al tratamiento puede tener relación con el uso defensivo de los fármacos. Es crucial ayudarlos empáticamente a entender que a pesar de que están enfermos, siguen siendo responsables de sus acciones. Los medicamentos pueden ser usados defensivamente de muy diversas formas. Tutter, por ejemplo, describe que algunos pacientes experimentan la medicación como un objeto de la relación (como otra persona) (26). Según este autor, las personas son defensivamente reemplazadas por los medicamentos en la vida psíquica del paciente. Estos pacientes, quienes con frecuencia experimentan las relaciones humanas con desconfianza, pueden volcarse hacia los medicamentos para evitar el riesgo de frustrarse cuando intentan buscar confort en las personas. En algunos casos, la medicación puede volverse un fetiche, incluso más importante para el paciente que la salud que supuestamente generan. Es por esto que los pacientes pueden estar inconscientemente motivados a mantenerse enfermos y así asegurar que se le prescriban ciertos medicamentos y se resisten a los esfuerzos a considerar medicaciones más apropiadas, o incluso revisar la posibilidad de suspenderlos. ASPECTOS PSICODINÁMICOS DE LA ADHERENCIA AL TRATAMIENTO La adherencia a los tratamientos farmacológicos representa uno de los más prevalentes e importantes desafíos en la práctica de la psiquiatría, ya que a pesar de los avances en los tratamientos y los esfuerzos para determinar los factores que influyen en la adherencia a los cuidados médicos, la no-adherencia sigue siendo un problema en al menos un 50% de los pacientes psiquiátricos (27-29). Los actuales estándares de manejo de la adherencia se basan en la psicoeducación y la entrevista motivacional (30), sin embargo, estas técnicas pueden no ser las adecuadas para los pacientes que no adhieren debido a aspectos psicodinámicos. TEORÍA DEL APEGO Y ADHERENCIA Existe una línea de investigación que ha intentado entender la no-adherencia al tratamiento farmacológico a partir del paradigma de la teoría del apego (9, 31). La teoría del apego de Bowlby (32) ha puesto el énfasis Psiquiatría universitaria | 235 El concepto de psicofarmacología psicodinámica en nuestra tendencia de aproximarnos a los otros para buscar seguridad y las consecuencias potenciales de no lograr un apego seguro en el desarrollo temprano. Las experiencias de apego con los cuidadores (madres, padres o sus sustitutos) en la vida temprana son internalizadas y su estructura básica se mantiene estable en el tiempo, determinando cómo los individuos se relacionan con otros en la adultez (32). Ciechanowski et al. (9) aplicaron la teoría del apego al problema de la escasa adherencia al tratamiento farmacológico en pacientes diabéticos y demostraron que un estilo de apego evitativo estaba asociado a mayores niveles de hemoglobina glicosilada, producto de una menor adherencia. Además, los pacientes que reportaron escasa comunicación con los profesionales de salud tenían aún mayores cifras de hemoglobina glicosilada que quienes reportaban una buena comunicación. En otras palabras, el estilo de apego adquirido en la infancia reaparece como un particular tipo de transferencia hacia sus tratantes, lo que requiere esfuerzos específicos de comunicación para establecer una alianza terapéutica colaborativa que ayude a mejorar la adherencia (33). Los individuos con apego evitativo cuando niños, no protestan cuando son separados de sus padres y son indiferentes ante su retorno, además de inhibirse en los juegos. Como adultos se caracterizan por tener un mayor grado de autosuficiencia y se sienten incómodos al estar cerca o confiar en otros. Las narrativas de los individuos con apego evitativo tienden a ser discursos breves, con amplio uso de generalizaciones, falta de ejemplos, demandas sin argumentos (o incluso activas contradicciones) y una insistencia en la ausencia de memorias de la infancia. Generalmente idealizan o devalúan a uno o ambos padres, pero usualmente son incapaces de sustentar sus juicios. Siendo el psiquiatra capaz de identificar a los pacientes con un estilo de apego evitativo, éste podría anticipar que la adherencia al tratamiento va a ser un problema, por lo tanto se debería hacer esfuerzos especiales en una buena comunicación para intentar evitarlo (9). Las intervenciones psicoterapéuticas basadas en la teoría del apego pueden ayudar a los pacientes que son no-adherentes al tratamiento a valorar la importancia de las relaciones colaborativas, renunciando a la excesiva independencia y control, y promoviendo la confianza. No obstante lo anterior, una completa adherencia no es siempre deseable desde una perspectiva psicodinámica y los clínicos debiesen estar atentos ante las posibles falsas respuestas positivas a los fármacos, como sucede en quienes desarrollan un falso self complaciente 236 | Psiquiatría universitaria (34). Estos pacientes se caracterizan por usar repetitivamente la sobreadaptación, en la cual la experiencia personal se sacrifica para mantener un vínculo con la figura de apego. Esto ocurre en individuos que en la infancia no recibieron un adecuado reconocimiento por sus cuidadores, en cambio, aprendieron a responder ante las necesidades de sus cuidadores incondicionalmente para su propia sobrevivencia. En la situación terapéutica son los pacientes “perfectos”, ya que siempre adhieren, pero, a pesar de que reportan una mejoría sintomática debido a su necesidad de complacer a otros, con frecuencia sufren de un creciente sentido de alienación y de poca conexión con ellos mismos. Es por esto que idealmente la farmacoterapia debería ocurrir en una relación que invite a una entrega activa, pero no a la sumisión. Este proceso debiese ser dinámico y mutuo, balanceando cautamente el sentido de agencia del paciente con la opinión e indicación médicas. CONCLUSIONES En esta revisión podemos concluir que además de los determinantes biológicos, existen múltiples factores psicosociales que influyen en el resultado de un tratamiento farmacológico. Se revisa un modelo teórico y clínico propuesto por Mintz y Belnap para abordar estos aspectos de la terapia farmacológica, denominado Psicofarmacología Psicodinámica, en el que se intenta integrar los aspectos psicodinámicos, psicológicos y sociales para optimizar el resultado de los tratamientos farmacológicos. Estas contribuciones psicodinámicas parecen ser especialmente importantes de considerar en los pacientes que son resistentes al tratamiento farmacológico, en quienes presentan respuestas atípicas a la medicación y en los pacientes no-adherentes. Esta forma de entender la psicofarmacología abre una interesante línea de investigación que puede contribuir al desarrollo de una manera más efectiva de usar los medicamentos en el tratamiento de los trastornos mentales y también a comprender el proceso terapéutico en su totalidad. Compartimos con Mintz considerar la necesidad de incluir este aspecto de la psicofarmacología en los curriculum de la formación de psiquiatras (35), ya que permite a los residentes tener más herramientas para entender las complejidades del acto de prescribir y tomar una medicación, además de lograr una mayor conciencia de cómo se expresan los conflictos y actitudes disfuncionales propios del paciente en la relación farmacoterapéutica. Desde otro punto de vista, el entendimiento psicodinámico de fenómenos como Pablo Muñoz, Arturo Roizblatt la ambivalencia, la resistencia y la transferencia en los medicamentos provee de un contexto para comprender algunos de los sentimientos estresantes que surgen en los tratantes, producto de la interacción con sus pacientes y permite manejarlos para proteger y fortalecer la alianza terapéutica. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. Lilienfeld SO. 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