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200 ORIGINAL R e v. Soc. Esp. Dolor 7: 200-213, 2000 Encuesta internacional sobre las características y síndromes del dolor asociado a cáncer A. Caraceni*, R. K. Port e n o y* * y Grupo de trabajo de la IASP s o b re Dolor Asociado a Cáncer 1 Caraceni A, Portenoy RK and Working Group of the IASP Task Force on Cancer Pain. An intern a t i o n a l survey of cancer pain characteristics and syndro m e s . Rev Soc Esp Dolor 2000; 7: 200-213. SUMMARY The optimal assessment of cancer pain includes a det a iled description of pain chatacteristics and classification by both syndrome and likely mechanisms. In the clinical setting, the interpretation of this information is aided by knowledge of the available clinical experiences on these aspects of the pain. Unfortunately, existing data are limited. T h e re have been few large surveys of cancer pain characteristics and syndromes, and comparative data from patients in diff e rent parts of the world are entirely lacking. To better define the characteristics of cancer pain syndro m e s the Task Force on Cancer Pain of the International Association for the Study of Pain (IASP) conducted a pro s p e c t ive, crossectional, international, multicenter survey of pain specialists and their patients. From a total of 100 clinicians who described themselves as cancer pain practitioners in the IASP membership directory, 51 agreed to participate in the survey and a total of 58 provided data. These clinicians resided in 24 countries and evaluated a total of 1,095 patients with severe cancer pain mostly re q u i r i n g Pain 82 (1999) 263-274 0304-3959/99/$20.00 © 1999 International Association for the Study of Pain. Published by Elsevier Science B.V. PII: S0304-3959(99)00073-1 * División de Tratamiento del Dolor y Cuidados Paliativos. Instituto Nacional del Cáncer. Milán, Italia ** Departamento de Medicina del Dolor y Cuidados Paliativos. Beth Israel Medical Center. Nueva York, Estados Unidos Traducción supervisada por L.M. To r r e s opioid medication, using a combination of patient-rated and observer-rated measures. The patient-rated scales comprised a pain intensity measure chosen from the brief pain inventory. The observer-rated information included demographic and tumor- related data, and responses on checklists of pain syndromes and pathophysiologies. Patients were heterogeneous in terms of demographics and t u m o r- related information. More than 76% had a Karnofsky perf o rmance status score ≤ 70. Almost one-quarter of the patients experienced two or more pains. A large majority of the patients (92.5%) had one or more pains caused directly by the cancer; 20.8% of patients had one or m o re pains caused by cancer therapies. The average (SD) duration of pain was 5.9 (10.5) months. Appro x i m a t e l y t w o - t h i rds of patients (66.7%) reported that the worst pain intensity during the day prior to the survey was ≥7 on a 10-point numeric scale. The factors that were univariately associated with higher pain intensity included the pre s e n c e of bre a k t h rough pain, somatic pain or neuropathic pain, age younger than 60 years, and lower perf o rmance status s c o re. A multivariate model suggested that the presence of b re a k t h rough pain, somatic pain, and lower perf o rm a n c e status were the most important predictors of intense pain. Pains that were inferred by the treating clinician to be nociceptive and due to somatic injury occurred in 71.6% of the patients. Pains labeled nociceptive visceral were noted in 34.7% and pains inferred to have neuropathic mechanisms 1 Queremos expresar nuestro agradecimiento por su colaboración a los siguientes miembros del grupo: Australia: M.A. Ashby, G. Hawson, K.A. Jackson, N. Lickiss, N. Muirden, M. Pisasale. Canadá: D. Moulin, V.N. Schulz. Chile: M.A. Rico Pazo. Colombia: J.A. Serrano. Dinam a rc a : H. Andersen, H.T. Henriksen, I. Mejholm, P. Sjogren. Finlandia: T. Heiskanan, E. Kalso, P. Pere, R. Poyhia, E. Vuorinen, U. Tigerstedt, P. Ruismaki. Francia: M Bertolino, F. Laure, J. Ranchere. Alemania: G. Hege-Scheuing, I. Bowdler, F. Helbing, E. Kostner, L. Radbruch. Grecia: K. Kastrinaki. India: S. Shah, P.N. Jain, S. Vijayaram, K.S. Sharma, P. Sarashawathi Devi, P.V.Ramamani. Israel: A. Beny. Italia: C. Brunelli (estadístico), M. Maltoni, S. Mercadante. México: R. Plancarte. Nueva Zelanda: S. Schug. Noruega: P. Engstrand. Panamá: A. F. Ovalle. República Popular de China: X. Wang. Portugal: M. Ferraz Alves, M.R. Abrunhosa. República de China: W. Sun, L. Zhang. Rusia: A. Gazizov, M. Vaisman, S. Rudoy. España: M. Gómez Sancho, P. Vila, J. Trelis. Tailandia: P. Chaudakshetrin. Filipinas: M.L.J. Koh. Países Bajos: R.T.M. Van Dongen, A. Vielvoye-Kerkmeer. Estados Unidos: M.V. Boswell, T.Elliott, E. Hargus, L. Lutz. 20 E N C U E S TA I N T E R N A C I O N A L SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS Y SÍNDROMES DEL DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R o c c u r red in 39.7%. In a broad classification, the major pain syndromes comprised bone or joint lesions (41.7% of patients), visceral lesions (28.1%), soft tissue infiltration (28.3%), and peripheral nerve injuries (27.8%). Tw e n t y two types of pain syndromes were most prevalent. Larg e d i ff e rences in he diagnosis of bre a k t h rough pain by clinicians of diff e rent countries suggest that this phenomenon is either defined or recognized diff e rently across countries. These data confirm, in segment of the cancer population experiencing severe pain, in diff e rent parts of the world, that cancer pain characteristics, syndromes and pathophysiologies are very heterogeneous. Predictors of worsening pain can be identified. The data provide a useful context for the interpretation of pain-related information acquire d in both clinical and research settings. They suggest the nee d for future studies and the potential usefulness of a written checklist for cancer pain syndromes and pathophysiologies. © 1999 International Association for the Study of Pain. Published by Elsevier Science B.V. Key words: Cancer pain syndromes. Cancer pain classification. RESUMEN La evaluación óptima del dolor asociado a cáncer debe incluir una descripción detallada de las características del dolor y de su clasificación, basada tanto en los síndro m e s como en los mecanismos probables. En el entorno clínico, la experiencia clínica que se tenga sobre estos aspectos del dolor facilitará la interpretación de dicha información. Por desgracia, disponemos de datos limitados. Se han re a l i z a d o algunas grandes encuestas sobre las características y sínd romes del dolor asociado al cáncer, pero no existen datos comparativos de pacientes procedentes de diferentes partes del mundo. Para definir mejor las características de los s í n d romes de dolor asociado al cáncer, el Grupo de Tr a b a j o s o b re el Dolor Asociado al Cáncer de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) realizó una encuesta prospectiva, transversal, internacional y multicéntrica a especialistas en dolor y sus pacientes. De un total de 100 médicos que se describieron a sí mismos como especialistas en dolor asociado a cáncer en el directorio de m i e m b ros de la IASP, 51 aceptaron participar en la encuesta y un total de 58 facilitaron datos. Esos médicos pertenecían a 24 países y evaluaron a un total de 1.095 pacientes con dolor intenso de origen oncológico, la mayoría de los cuales necesitaban medicación opiácea, utilizando una combinación de criterios valorados por el paciente o por el observador. Entre los criterios valorados por el paciente se encontraba una medida de la intensidad del dolor obtenida del inventario abreviado del dolor. La inform a c i ó n evaluada por el observador incluía datos demográficos y datos relacionados con el tumor, así como las respuestas a las listas de síndromes dolorosos y fisiopatologías. Los pacientes fueron heterogéneos en cuanto a sus características demográficas y los datos relativos al tumor. Más del 76% p resentaban un índice funcional de Karnofsky ≤ 70. Casi la cuarta parte de ellos experimentaban dos o más dolore s . 21 201 La gran mayoría de los pacientes (92,5%) sufría uno o más d o l o res causados directamente por el cáncer y un 20,8% sufría uno o más dolores causados por los tratamientos oncológicos. La duración media (DE) del dolor fue de 5,9 (10,5) meses. Aproximadamente las dos terceras partes de los pacientes (66,7%) declararon que la intensidad máxima del dolor el día previo a la cirugía fue ≥ 7 en una escala numérica de 10. Los factores que estuvieron invariablemente asociados a una mayor intensidad del dolor fueron la presencia de dolor transitorio, dolor somático o dolor neuropático, edad inferior a 60 años, y mayor deterioro del estado funcional. Un modelo multivariante sugirió que la p resencia de dolor transitorio, dolor somático y deterioro del estado funcional eran los principales factores pre d i c t ivos de dolor intenso. Los médicos calificaron los dolore s de nociceptivos y causados por lesiones somáticas en el 71,6% de los pacientes, de viscerales nociceptivos en el 34,7% y de supuestamente asociados a mecanismos neuropáticos en el 39,7%. Utilizando una clasificación general, los principales síndromes dolorosos se achacaron a lesiones de huesos o articulaciones (41,7% de los pacientes), lesiones viscerales (28,1%), infiltración de tejidos blandos (28,3%) y lesiones de los nervios periféricos (27,8%). En estos pacientes pre v a l e c i e ron 22 tipos de síndromes dolorosos. Las grandes diferencias observadas en el diagnóstico de dolor transitorio por los médicos de diferentes países s u g i e re que este fenómeno se define o detecta de forma dif e rente según el país. Todo ello confirma que, en el segmento de la población oncológica que experimenta dolor intenso, las características, los síndromes y la fisiopatología del dolor asociado al cáncer son muy heterogéneos en diferentes partes del mundo. Se han identificado una serie de f a c t o res que permiten prever la aparición de dolor intenso. Estos datos pueden ser útiles para interpretar la inform ación sobre el dolor que se adquiere en entornos tanto clínicos como científicos y sugieren la necesidad de realizar estudios adicionales en el futuro y la posible utilidad de una lista de síndromes y fisiopatologías del dolor asociado a c á n c e r. © 1999. Asociación Internacional para el Estudio del Dolor. Publicado por Elsevier Science B.V. Palabras clave: S í n d romes de dolor asociado a cáncer. Clasificación del dolor asociado a cáncer. 1. INTRODUCCIÓN Entre muchos otros objetivos, la evaluación detallada del paciente con dolor asociado a cáncer trata de definir las características del dolor, esclarecer la relación entre el dolor y el neoplasma y clasificar tanto los síndromes doloros como los mecanismos que probablemente causan el dolor (Cherny y Porten o y, 1994). Dicha información puede tener importan- 202 A. CARACENI ET A L . tes aplicaciones clínicas para detectar la progresión de la enfermedad y sugerir otros estudios de laboratorio o radiográficos o intervenciones terapéuticas específicas (Gonzales y cols., 1991). Puesto que se ha comprobado que el dolor en los pacientes con cáncer está causado por el propio neoplasma y suele ser el primer indicador de recidiva o progresión tumoral, es evidente la importancia que tiene una evaluación completa del dolor para el tratamiento óptimo del síntoma y la enfermedad. Los síndromes de dolor asociado a cáncer se identifican por una serie de características del propio dol o r, signos físicos y resultados de las pruebas de laboratorio, electrodiagnósticas y radiográficas (Gonzales y cols., 1991). Se han descrito numerosos síndromes y se han realizado grandes esfuerzos por crear y actualizar una clasificación de síndromes ( F o l e y, 1979; Greenberg y cols., 1981; Kori y cols., 1981; Arner y A r n e r, 1985; Jaeckle y cols., 1985; Bruera y cols., 1989; Vecht y cols., 1989; Ve c h t , 1990; Ventafridda y Caraceni, 1991; Portenoy, 1992; Portenoy y cols., 1992, 1994; Vecht y cols., 1992; Cheng y cols., 1993; Cherny y Portenoy, 1994; Caraceni, 1996; Caraceni y Portenoy, 1996). Repetidamente se ha demostrado que los síndromes de dolor asociado a cáncer son complejos y pueden estar relacionados con distintos factores etiológicos y mecanismos fisiopatológicos. Pese a que la fisiopatología que subyace a un síndrome doloroso no puede conocerse con exactitud, una práctica habitual en la actualidad es tratar de inferir el tipo predominante de mecanismo o mecanismos basándose en información clínica (Arner y A rner, 1985; Ashby y cols., 1992; Portenoy, 1992). El dolor se considera nociceptivo cuando se cree que los mecanismos subyacentes están relacionados con lesiones tisulares. El dolor nociceptivo suele subdividirse en somático y visceral, dependiendo de la naturaleza del tejido dañado. El dolor se considera neuropático cuando existen evidencias de que se asocia a lesiones de los tejidos neurales y se explica por un proceso somatosensorial aberrante en el sistema nervioso periférico o central. El término genérico de dolor psicogénico suele referirse a dolores que se cree que están causados principalmente por factores psicológicos. Aunque también se han utilizado variaciones de esos términos (p. ej., dolor somático superficial frente a dolor somático profundo, o dolor neurogénico frente a dolor neuropático) y existe cierta controversia (p. ej., con respecto a la existencia de un dolor nociceptivo nervioso) (Asbury y Fields, 1984), casi todo el mundo acepta la utilidad clínica de una clasificación basada en la inferencia fisiopatológica. R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 Al hacerse más sofisticada la evaluación del dolor asociado a cáncer, las encuestas que describen fenómenos específicos relacionados con el dolor están facilitando información que puede servir directamente para mejorar la asistencia del paciente. Por ejemplo, las evidencias de que la presencia de dolor transitorio y una fisiopatología neuropática predicen una menor respuesta al tratamiento con opiáceos (Kaiko y cols., 1983; Arner y A r n e r, 1985; Bruera y cols., 1989, 1995; Banning y cols., 1991; Brose y Cousins, 1991; Mercadante y cols., 1992, 1994; Cherny y cols., 1994; Vigano y cols., 1996) sugieren la necesidad de una vigilancia médica más estrecha y posiblemente la modificación del tratamiento de los pacientes con esas características. Información adicional sobre las características del d o l o r, los síndromes y las fisiopatologías podría constituir un punto de partida útil para la interpretación de otros datos relacionados con el dolor. Por desgracia, esos datos son bastante limitados. Se han realizado algunas grandes encuestas sobre las características y síndromes del dolor asociado a cáncer, pero no se dispone de datos comparativos sobre pacientes de diferentes partes del mundo. Tampoco se han realizado encuestas para comprobar si los médicos de diferentes países utilizan un lenguaje común para describir los aspectos del dolor. El Grupo de Trabajo sobre Dolor Asociado al Cáncer de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) realizó una encuesta a especialistas del dolor y sus pacientes en numerosos países miembros de la IASP de todo el mundo. Dentro de los límites de la selección de pacientes impuestos por nuestros métodos, los resultados describen la fenomenología del dolor asociado a cáncer en una gran población multilingüe y multicultural, y al mismo tiempo sugieren la utilidad de una lista de síndromes y fisiopatologías del dolor asociado a cáncer, que podría ser empleada para fines clínicos o de investigación por los especialistas del dolor en diferentes partes del mundo. 2. MÉTODOS 2.1. Pro c e d i m i e n t o s Esta encuesta prospectiva, transversal y multicéntrica se inició contactando con 100 médicos que eran miembros del IASP y que identificaron el dolor asociado a cáncer como su principal campo de interés en el directorio de miembros del IASP. El contacto inicial con estos médicos se realizó por correo y se les 22 E N C U E S TA I N T E R N A C I O N A L SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS Y SÍNDROMES DEL DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R preguntó si estarían interesados en participar en la encuesta. Algunos de ellos respondieron afirmativamente (n=51) y ayudaron a identificar a otros coinvestigadores en sus respectivos centros. Un total de 58 médicos de 24 países confirmaron su deseo de participar rellenando un cuestionario que recababa información sobre sus características personales y sus prácticas clínicas. Después de devolver el cuestionario, cada investigador recibió un paquete de cuestionarios para sus pacientes. Los investigadores tenían que evaluar a pacientes consecutivos mayores de 16 años que tuvieran cáncer activo y experimentaran dolor crónico suficientemente intenso como para necesitar medicación opiácea. Los criterios de exclusión consistieron en un compromiso significativo de la función cognitiva o muerte inminente del paciente. Los investigadores tenían que reclutar, cada uno de ellos, entre 20 y 50 pacientes. El reclutamiento se inició en enero de 1995 y finalizó en junio de 1996, fecha en la que ya se habían reclutado 1.095 pacientes. 2.2. Instrumentos 2.2.1. Cuestionario del investigador En el cuestionario del investigador se registraba la edad, el sexo, los años transcurridos desde que el médico finalizó los estudios de medicina, su especialidad médica, el centro en el que ejercía su profesión (p. ej., hospital comunitario, universitario o de beneficencia), los años que llevaba dedicando al menos el 20% de su tiempo de trabajo al tratamiento de pacientes con cáncer, y el tiempo que había dedicado al cuidado de pacientes con cáncer el mes anterior a la administración del cuestionario. Algunas preguntas se referían específicamente a las modalidades disponibles para el tratamiento del dolor asociado a cánc e r, como los tratamientos tumoricidas (quimioterapia, radiación y cirugía) y los analgésicos opiáceos (por vía oral y parenteral) para uso hospitalario y domiciliario. 2.2.2. Cuestionario sobre el dolor El cuestionario sobre el dolor registraba información sobre las características demográficas del paciente, su enfermedad y su dolor. Todas las preguntas debían ser respondidas por el investigador, salvo las relativas a la intensidad del dolor, que se obtenían directamente de los pacientes. 23 203 2 . 2 . 2 . 1 . Diagnóstico del cáncer y propagación de la enfermedad. El tipo de neoplasma se tenía que marcar en una lista de 21 cánceres más frecuentes. La propagación de la enfermedad se clasificó como ninguna, local o locorregional o metastásica. 2 . 2 . 2 . 2 . Estado funcional. El estado funcional se evaluó utilizando el índice del estado funcional de Karnofsky (KPF). Ese índice es un indicador válido de las funciones físicas (Yates y cols., 1980). 2 . 2 . 2 . 3. Características del dolor. Los investigadores tenían que registrar el número de tipos diferentes de dolor, si es que el paciente describía más de uno. En caso de observarse más de un tipo de dolor, se le pedía a los investigadores que, en las preguntas posteriores, se refirieran únicamente al peor dolor, es d e c i r, al dolor con las implicaciones clínicas más importantes. Una pregunta en particular pedía al investigador que observara la presencia de dolor transitorio, definido éste como una “crisis de dolor” de cualquier duración superpuesta al dolor basal. Los investigadores tenían que calificar el dolor (el peor dolor si es que existía más de un tipo de dolor) como causado por el tumor, causado por el tratamiento oncológico o causado por factores no relacionados con el tumor ni con el tratamiento. También tenían que anotar la duración del dolor declarada por el paciente y el tipo de pruebas diagnósticas (p. ej., radiografías planas, tomografía computarizada, resonancia magnética, etc.) realizadas para determinar la naturaleza de ese dolor. Asimismo, se pedía a los investigadores que describieran los tratamientos del dolor y que respondieran a una serie de preguntas específicas sobre la administración de analgésicos. Todos los pacientes evaluaron su dolor utilizando escalas de intensidad del dolor en el idioma apropiado. Dichas escalas eran numéricas y se habían obtenido o adaptado del Inventario Abreviado del Dolor (BPI) (Daut y Cleeland, 1982; Daut y cols., 1983; Cleeland y cols., 1994; Serlin y cols., 1995). Las escalas numéricas de 0-10 que forman parte de este instrumento van desde “ningún dolor” hasta “el peor dolor que uno pueda imaginarse”. Se utilizaron cuatro escalas diferentes para evaluar el dolor “justo en ese momento”, el dolor “en su peor momento” el día a n t e r i o r, el dolor “en su mejor momento” el día anter i o r, y el dolor “promedio” el día anterior, respectivamente. Con los pacientes cuya lengua materna era el inglés, el francés, el español, el filipino o el italiano, se utilizó el inventario abreviado BPI validado en el idioma correspondiente. En el caso de pacientes que 204 A. CARACENI ET A L . hablaban otras lenguas, el investigador tuvo que traducir las palabras clave de las escalas numéricas. 2.2.2.4. Fisiopatología inferida. Los investigadores tenían que calificar el peor o único dolor como nociceptivo somático, nociceptivo visceral, neuropático y psicógeno. No se daban las definiciones de esos términos. El investigador podía marcar más de uno de esos términos si, en su opinión, describían de forma más apropiada el dolor. 2.2.2.5. Síndrome doloroso. Los autores elaboraron una lista de síndromes dolorosos y la revisaron basándose en los comentarios independientes de cuatro revisores (véase Agradecimientos). Esa lista contenía 51 síndromes dolorosos relacionados con tumores (34 diagnósticos principales, con subdiagnósticos en algunos casos) y 18 síndromes dolorosos relacionados con el tratamiento (seis diagnósticos principales, con subdiagnósticos en algunos casos) (véase más adelante). Los investigadores tenían que elegir uno o varios síndromes que mejor representaran el peor o único dolor declarado por el paciente. Podían también escribir un síndrome que no estuviera incluido en la lista. Para facilitar la elección, esta lista de síndromes se complementó con un artículo de revisión (Cherny y Portenoy, 1994). R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 pendiente y sólo las variables que estuvieron significativamente asociadas al dolor en algún análisis univariante se incluyeron en el análisis multivariante. Estos resultados se presentan en términos de odds ratios acumulativas, con intervalos de confianza (IC) del 95%. Al no poderse comprobar el supuesto de odds proporcionales para ninguna de las variables independientes, se estimaron dos odds ratios acumulativas diferentes en cada análisis, una para el valor límite entre dolor leve y moderado (puntuaciones del peor dolor de 0-4 frente a 5-6) y otra para el valor límite entre dolor moderado e intenso (puntuaciones del peor dolor de 5-6 frente a 7-10). Una odds ratio acumulativa > 1 para una característica específica, indica que la probabilidad de experimentar dolor mayor o igual al del valor límite es mayor en los pacientes con esa característica que en los pacientes sin ella. Por ejemplo, si el análisis utilizando el valor límite entre dolor moderado e intenso indica una odds ratio de 1,5 para el dolor transitorio, eso quiere decir que la probabilidad de experimentar un nivel del peor dolor de 7-10 es 1,5 veces mayor en los pacientes con dolor transitorio que en los pacientes sin ese tipo de dolor. 3. RESULTADOS 3.1. Investigadore s 2.3. Análisis de datos Se tabularon las respuestas a las preguntas contenidas en el cuestionario del investigador y el cuestionario del dolor y se determinaron las distribuciones de frecuencia para las variables clave, como síndromes dolorosos y fisiopatologías. Para el análisis, la valoración numérica de la intensidad del “peor dolor” se dividió en tres grupos, 0-4, 5-6 y 7-10. Ese agrupamiento se basó en un análisis combinado de una gran serie de datos que indicaba una asociación entre el grado de deterioro funcional relacionado con el dolor y esos niveles de dolor (Serlin y cols., 1995). La asociación con el deterioro funcional sugiere que los niveles de intensidad del peor dolor de 0-4, 5-6 y 7-10 pueden equipararse a dolor leve, moderado e intenso, respectivamente. Para los pacientes con dolor causado por un neoplasma (n=1.007, 92% de la muestra total), las asociaciones entre la intensidad del peor dolor (categorizada como se indica antes) y las características tanto demográficas como clínicas, se evaluaron utilizando modelos logarítmicos acumulativos univariantes y multivariantes (Agresti, 1990). En dichos análisis, la intensidad del peor dolor se utilizó como variable de- Se recibieron los cuestionarios de los 51 médicos que aceptaron participar en el estudio. A p r o x i madamente el 64% de ellos eran anestesistas, el 16% eran internistas (10% oncólogos) y casi el 20% pertenecían a otras disciplinas. El número medio (DE) de años de profesión era de 15,4 ± 7,4. Casi el 80% de estos médicos llevaban más de 5 años tratando a enfermos de cáncer y el 70% dedicaba el 50% o más de su tiempo profesional a los pacientes con dolor asociado a cánc e r. Estos médicos trabajaban en hospitales clínicos (73%), comunitarios (23%) o de beneficencia (4%). Los recursos disponibles para atender a los pacientes consistían en clínicas ambulatorias (98%), camas de hospital (94%), atención domiciliaria (84%) y camas en hospitales de beneficiencia (59%). En la Tabla I se muestra el número de pacientes que participaron en la encuesta en cada uno de los 24 países. 3.2. Variables demográficas y variables relacionadas con la enfermedad La muestra (n = 1.095) se dividió a partes iguales entre hombres y mujeres. La edad media fue de 58,2 24 E N C U E S TA I N T E R N A C I O N A L SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS Y SÍNDROMES DEL DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R TA B L A I . NÚMERO DE PACIENTES RECLUTA D O S EN CADA PAÍS PARTICIPANTE País Australia Canadá Chile Colombia Dinamarca Finlandia Francia Alemania Grecia Holanda India Israel Italia México Noruega Nueva Zelanda Panamá Filipinas Portugal República Popular de la China República de China Rusia España Ta i l a n d i a Estados Unidos To t a l N % 70 52 12 13 135 41 81 76 30 37 89 10 62 10 10 10 25 10 20 30 42 46 50 43 91 6,4 4,7 1,1 1,2 12,3 3,7 7,4 6,9 2,7 3,4 8,1 0,9 5,7 0,9 0,9 0,9 2,3 0,9 1,8 2,7 3,8 4,2 4,6 3,9 8,3 1.095 100,0 años (DE = 14,6). Los diagnósticos de cáncer fueron diversos y casi el 70% de los pacientes presentaron enfermedad metastásica en el momento de la evaluación (Tabla II). Más de las tres cuartas partes de los pacientes necesitaban una ayuda considerable para sus funciones físicas (índice KPS ≤ 70). 3.3. Variables relacionadas con el dolor Los dolores experimentados por estos pacientes oncológicos fueron extremadamente heterogéneos ( Tabla III). Aproximadamente el 25% de los pacientes sufrían más de un tipo de dolor. Más del 20% sufrían uno o más dolores causados por el tratamiento antineoplásico. La duración media (DE) del dolor en el momento de la entrevista fue de 5,9 (10,5) meses. Los médicos averiguaron que aproximadamente las dos terceras partes (64,8%) de los pacientes estaban experimen25 205 TA B L A I I . VARIABLES DEMOGRÁFICAS Y VARIABLES RELACIONADAS CON LA E N F E R M EDAD Va r i a b l e s Sexo Hombres Mujeres No se indica Edad No se indica Diagnóstico Pulmón Mama Cabeza y cuello Páncreas, estómago Esófago Colon-recto Útero Próstata Leucemia, linfoma Otros No se indica N ú m e ro % 554 541 0 50,6 49,4 Media = 58,2 (DE = 14,6) 38 197 146 111 105 18,1 13,4 10,2 9,6 103 72 65 43 247 6 9,5 6,6 6,0 3,9 22,7 P ropagación de la enfermedad Ninguna 34 Local 297 Metastásica 758 No se indica 6 3,1 27,3 69,6 Estado funcional de Karnosfky 10-40 267 50-70 563 80-100 256 No se indica 9 24,6 51,8 23,6 tando episodios de dolor transitorio además del dolor de fondo más continuo. Más de las dos terceras partes (66,7%) de los pacientes declararon que su peor dolor durante el día anterior había sido intenso (entre 7 y 10 en una escala de 10 puntos). La intensidad media (DE) del “peor dolor” fue de 7,2 (2,2). La intensidad media (DE) del “dolor promedio” fue de 4,7 (2,1), la intensidad de “dolor más leve” fue de 2,6 (2,2) y la intensidad del “dolor justo en ese momento” fue de 4,0 (2,6), respectivamente. La mayoría de los pacientes (91%) estaban recibiendo medicación opiácea cuando se realizó la encuesta (Tabla III). 206 A. CARACENI ET A L . R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 TA B L A I I I . VARIABLES RELACIONADAS CON EL DOLOR Causa del dolora Dolor causado por un tumor Dolor causado por el tratamiento de un tumor Dolor no relacionado con un tumor ni con su tratamiento Número de dolores 1 2 3 4 >4 No se indica Duración del dolor – meses Media (DE) = 5,9 (10,5) No se indica Número % 1.007 92,5 226 20,8 25 2,3 788 179 65 12 4 47 75,2 17,1 6,2 1,1 0,4 TA B L A I I I (CONT.) Número Intensidad del dolor justo en ese momentoe 0-4 646 5-6 219 7-10 213 No se indica 17 Tratamiento del dolor No opiáceos Opiáceos Adyuvantes Otros 736 985 373 160 % 59,9 20,3 19,8 69,4 90,8 36,2 16,1 a Cada paciente puede tener más de un dolor Media (DE) = 7,2 (2,2) c Media (DE) = 4,7 (2,1) d Media (DE) = 2,6 (2,2) e Media (DE) = 4,0 (2,6) b 30 Fisiopatología del dolor Somático nociceptivo sólo Somático y neuropático Visceral nociceptivo sólo Somático y visceral Neuropático sólo Somático, visceral y neuropático Visceral y neuropático Desconocido sólo Otro con psicogénico Psicogénico sólo 354 255 166 118 84 57 39 19 17 3 32,3 23,3 15,2 10,8 7,7 5,2 3,6 1,7 1,5 0,3 Dolor transitorio Sí No No se indica 615 334 146 64,8 25,2 Intensidad del peor dolorb 0-4 5-6 7-10 No se indica 138 222 721 14 12,9 20,6 66,7 Intensidad del dolor promedioc 0-4 5-6 7-10 No se indica 504 352 212 27 47,2 32,9 19,9 Intensidad del dolor más leved 0-4 5-6 7-10 No se indica 872 143 65 15 80,7 13,2 6,1 3.4. Síndromes dolorosos y fisiopatología inferida La mayoría de los médicos utilizaron una combinación de hallazgos clínicos y métodos de imagen para establecer el diagnóstico del dolor. Los métodos de imagen variaron. La radiografía plana y la tomografía computerizada se utilizaron en más del 50% de los casos. La escintigrafía ósea se utilizó en el 35,5% y los ultrasonidos y la resonancia magnética se utilizaron en el 17% y el 13% de los casos, respectivamente. Los hallazgos clínicos se consideraron útiles para establecer el diagnóstico en el 82,2% de los casos. El uso de los hallazgos clínicos por sí solos varió entre 0% y 13%, con sólo tres excepciones: Chile (41,6% de 12 pacientes), India (46,4% de 84 pacientes) y Nueva Zelanda (37,5% de ocho pacientes). En la Tabla IV se reproduce la lista de síndromes utilizada para recabar datos sobre frecuencias, junto con las tasas de prevalencia para el único o peor de los síndromes experimentados por esta población. Se pidió a los investigadores que indicaran la presencia de cualquier síndrome que no estuviera incluido en la lista. No se añadió ningún otro síndrome de dolor asociado a cáncer y sólo se mencionó un pequeño número de síndromes relacionados con el tratamiento y de síndromes no relacionados con el cáncer ni con el tratamiento. En una clasificación general de síndromes relacionados con el cáncer, el principal grupo estuvo constituido por lesiones de huesos o articulaciones (41,7% de los pacientes), le26 E N C U E S TA I N T E R N A C I O N A L SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS Y SÍNDROMES DEL DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R TABLA IV. LISTA DE SÍNDROMES DE DOLOR ASOCIADO ACÁNCER N A. Síndrome de dolor relacionado con afectación tumoral 1.053 directa con lesiones de estructuras somáticas y viscerales A1. Lesiones neoplásicas en huesos y articulaciones 447 Síndrome de la base del cráneo 23 Dolor de cabeza causado por lesión craneal, maxilar 38 o mandibular Síndromes vertebrales, incluido el sacro 143 Pelvis 77 Huesos largos 42 Dolor óseo generalizado debido a metástasis ósea múltiple 109 debido a infiltración-invasión de médula ósea 19 Dolor de la pared torácica por lesión en costillas 73 Infiltración directa de una articulación 10 Fractura patológica hueso largo 15 vertebras 22 pelvis 2 costillas 8 otras 7 % 98,1 A2. Lesiones neoplásicas en visceras Dolor mediastínico esofágico Dolor de hombro por infiltración del diafragma Dolor epigástrico causado por cáncer de páncreas u otros cánceres del tracto intestinal superior con síndrome retroperitoneal rostral Dolor por distensión de la cápsula hepática Dolor en el cuadrante superior izquierdo por enfermedad abdominal o peritoneal con obstrucción sin obstrucción Dolor suprapúbico por infiltración de la vejiga Dolor perineal por infiltración del recto o el tejido perirrectal (incluida la vagina) Obstrucción del tracto biliar Obstrucción del uréter 301 30 13 85 28,1 2,8 1,2 7,9 41,7 2,1 3,5 13,0 7,1 3,9 10,2 1,8 6,8 0,9 1,4 2,0 0,2 0,7 0,6 67 4 6,2 0,4 49 20 37 84 4,6 1,9 3,4 7,8 5 13 0,5 1,2 A3. Lesiones neoplásicas en tejidos blandos y síndromes diversos Lesiónde membranas mucosas orales Infiltración de la piel y tejido subcutáneo Infiltración de músculos y fascias en el tórax y la pared abdominal, excluido el dolor de costillas debido a lesión ósea Infiltración de músculos y fascias en las extremidades Infiltración de músculos y fascias en cabeza y cuello Infiltración o distensión del tejido retroperitoneal (no incluye síndrome retroperitoneal rostral) Infiltración pleural 305 28,3 31 59 96 2,9 5,5 8,9 16 56 42 1,5 5,2 3,9 68 6,3 B. Síndrome de dolor relacionado con afectación tumoral directa con lesiones en tejido nervioso Síndromes nerviosos periféricos Por masa paraespinal Por masa en pared torácica 295 27,8 27 Por masa retroperitoneal que no es paraespinal Por otro tumor de tejidos blandos o huesos Radiculopatía o síndrome de cauda equina Por lesión vertebral Por metástasis leptomeníngea Por otro neoplasma intraespinal Polineuropatía dolorosa como efecto remoto del neoplasma (paraneoplásico), infiltración difusa o mononeuritis multiplexo Plexopatía Plexopatía braquial Plexopatía lumbosacra Plexopatía sacra Plexopatía cervical Neuropatía craneal Por tumor en la base del cráneo Por metástasis leptomeníngea Por otros tumores craneales de huesos o tejidos blandos Dolor causado por lesiones en sistema nervioso central Dolor causado por mielopatía (excluido dolor relacionado con lesión de hueso, raíz nerviosa o cauda equina) Lesión intracerebral (sólo cuando el dolor no se debe a hipertensión intracraneal) C. Hipertensión intracraneal debida a un tumor D. Dolor de cabeza, cuello o espalda debido a enfermedad meníngea (no incluye radiculopatía) E. Síndromes de dolor relacionados con el tratamiento Síndrome de dolor postoperatorio relacionado con incisión no cicatrizada Síndromes postradioterapia Enteritis crónica Lesiones en piel y tejido subcutáneo Fibrosis por radiación de plexo braquial o lumbosacro Mielopatía por radiación Tumores de nervios periféricos inducidos por radiación Síndromes postquimioterapia Necrosis aséptica del hueso Pseudorreumatismo esteroideo Polineuropatía a postquimioterapia Síndromes postoperatorios Síndrome postcraniotomía Disección postmastectomía-postaxilar Post-toracotomía Disección de cuello post-radical Postnefrectomía Postamputación (extremidades) Disección postinguinal Dolor de cabeza relacionado con radioterapia craneal Dolor de cabeza relacionado con quimioterapia F. Otros (síntomas no relacionados con cáncer ni en su con su tratamiento que se especificarán en su caso) 16 30 1,5 2,8 G. Desconocidos 207 13 23 1,2 2,1 64 2 2 4 5,9 0,2 0,2 0,4 49 56 20 17 4,5 5,2 1,9 1,6 4 7 5 0,4 0,6 0,5 5 0,5 6 0,6 0 0 0 0 110 10,2 6 0,6 6 34 17 0,6 3,2 1,6 7 0 0,6 3 2 7 0,3 0,2 0,6 2 12 15 7 0 6 0 1 0,2 1,1 1,6 0,6 1 0,1 71 6,6 5 0,5 0,6 0,1 208 A. CARACENI ET A L . siones viscerales (28,1%), infiltración de tejidos blandos (28,3%) y daño en nervios periféricos (27,8%). Las fisiopatologías inferidas para explicar el dolor variaron también ampliamente (Tabla III). En el 71,6% de los pacientes los dolores se consideraron nociceptivos y causados por lesiones somáticas, frente a un 34,7% de los pacientes con dolores considerados como nociceptivos viscerales y un 39,7% de pacientes con dolores supuestamente asociados a mecanismos neuropáticos. En estos pacientes predominaron 22 tipos de síndromes de dolor (Tabla V). La tabulación cruzada de esos síndromes con los principales tipos de tumor ( Tabla VI) sugiere la existencia de grupos de síndromes relacionados con la misma enfermedad. Por ejemplo, los pacientes con cáncer de pulmón tenían más probabilidades de experimentar dolor de la pared torácica y la pleura que otros tipos de tumores y los pacientes con tumores del tracto gastrointestinal superior tenían muchas más probabilidades de sufrir dolor abdominal superior y/o dolor de espalda por invasión del retroperitoneo rostral. La presencia identificada de dolor transitorio varió según el país. Existió una proporción relativamente alta de ausencia de datos en este apartado, aunque dicha proporción también varió según el país. Un análisis más detallado de esos datos reveló que las principales diferencias se daban entre Europa Septentrional y Occidental y algunos otros países (Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda) y el resto de la muestra (Fig. 1). Todos los pacientes utilizaron escalas numéricas de 10 puntos para evaluar la intensidad del dolor. Para identificar los factores predictivos de niveles clínicamente relevantes del peor dolor, se utilizaron los datos para calcular odds ratios a c u m u l a t ivas que describen las asociaciones de diferentes variables con dolor leve, moderado e intenso (véase la Sección 2.3). En los análisis univariantes, los factores asociados a un dolor más intenso fueron: presencia de dolor transitorio, dolor somático y dolor neuropático, menos de 60 años de edad y mayor deterioro del estado funcional. La presencia de dolor epigástrico causado por un neoplasma del tracto gastrointestinal superior se asoció a una menor intensidad del dolor (Tabla VII). El modelo multivariante que incorporó las variables que habían sido significativas en los análisis univariantes demostró que la mayor intensidad de dolor se asociaba a la presencia de dolor transitorio, dolor somático, menor edad y mayor deterioro del estado funcional ( Tabla V I I I ) . R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 TA B L A V. CLASIFICACIÓN DE SÍNDROMES DE DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R N % S1 Síndrome de la base del cráneo, dolor de cabeza 56 causado por lesión craneal, maxilar o mandibular S2 Síndromes vertebrales, incluido el sacro 143 S3 Pelvis, huesos largos, infiltración directa de una 114 articulación S4 Dolor óseo generalizado debido a metástasis múltiples 122 de huesos por infiltración de la médula ósea-propagación S5 Dolor de la pared torácica por lesión en costillas 73 S6 Fractura patológica de huesos largos, vértebras, 54 pelvis, costillas, otros S7 Dolor mediastínico esofágico 30 S8 Dolor de hombro por infiltración diafragmática, 83 dolor por distensión de la cápsula hepática, obstrucción del tracto biliar, dolor en el cuadrante superior izquierdo por esplenomegalia S9 Dolor epigástrico por neoplasma del páncreas 85 y otros tumores del tracto abdominal superior, “Síndrome retroperitoneal rostral de la línea media” S10 Dolor abdominal difuso por enfermedad 68 abdominal o peritoneal, con y sin obstrucción S11 Dolor suprapúbico por infiltración de la vejiga, 105 dolor perineal por infiltración del recto o el tejido perirrectal (incluida la vagina) S12 Obstrucción del uréter 13 S13 Lesión de las membranas mucosas orales, infiltración 81 de la piel y tejido subcutáneo S14 Infiltración de músculos y fascias en las paredes 112 torácica y abdominal, infiltración de músculos y fascias en las extremidades S15 Infiltración de músculos y fascias en la cabeza y el cuello 56 S16 Infiltración del tejido peritoneal, excluido el 42 síndrome retroperitoneal rostral de la línea media S17 Infiltración pleural 68 S18 Síndromes nerviosos periféricos debido a masa 80 paraespinal, masa en la pared torácica, masa retroperitoneal que no es paraespinal, otros tumores de tejidos blandos y huesos, polineuropatía periférica (paraneoplásica) S19 Radiculopatía o síndrome de cauda equina causado 70 por lesión vertebral, metástasis leptomeníngeas, otros neoplasmas intraespinales S20 Plexopatía cervical, braquial, lumbrosacra, plexopatía 136 S21 Neuropatía craneal debido a tumor en la base del 16 cráneo, metástasis leptomeníngea, otros tumores craneales de tejidos blandos o huesos S22 Dolor causado por lesión en sistema nervioso central 11 Dolor causado por mielopatía (excluido dolor relacionado con hueso, raíz nerviosa o lesión de cauda equina) Lesión intracerebral (sólo cuando el dolor no se debe a hipertensión intracraneal) S23 Dolor de cabeza causado por hipertensión intracraneal 0 S24 Dolor de cuello, espalda o cabeza debido a enfermedad 0 meníngea 5,2 13,0 10,5 11,4 6,8 5,0 2,8 7,7 7,9 6,3 9,7 1,2 7,5 10,4 5,2 3,9 6,3 7,4 6,5 12,6 1,5 1,0 0 0 28 209 A. CARACENI ET A L . R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 TA B L A V I . F R E C U E N C I A DE SÍNDROMES DE DOLOR SEGÚN EL DIAGNÓSTICO DE CÁNCER Síndrome Mama Colon y recto Tracto GI superior Cabeza y cuello Leuc.-Linf. N=143 N=103 N=104 N=111 N=42 Pulmón N=193 Próstata N=65 Útero N=71 S1 Cráneo S2 Vértebras S3 Pelvis y huesos largos S4 Dolor óseo generalizado S5 Pared torácica S6 Fractura patológica S7 Mediastínico esofágico S8 Distensión de cápsula hepática y biliar S9 Retroperitoneal rostral S10 Abdominal S11 Suprapúbico-perineal S12 Obstrucción uretral S13 Infiltración oral y cutánea S14 Infiltración de tórax y extremidades S15 Músculos-fascias de cabeza y cuello S16 Retroperitoneal (no S9) S17 Infiltración pleural S18 Neuropatía periférica S19 Radiculopatía S20 Plexopatía S21 Neuropatía craneal S22 SNC 2,1 20,9 12,5 25,3 9,7 8,3 0 3,5 0,7 0 0 0 9,0 14,6 0 0 6,9 6,2 10,6 12,7 1,4 0 4,6 18,0 8,8 10,4 20,7 7,7 3,6 4,1 1,0 0 0 0 1,5 16,5 0,5 0,5 22,8 13,4 7,8 13,0 1,5 2,0 1,5 21,5 26,1 40,0 4,6 3,0 0 0 1,5 0 9,2 3,0 0 4,6 0 6,1 3,0 4,7 7,7 12,3 0 0 0 4,2 4,2 0 2,8 0 0 2,8 0 11,4 45,0 4,2 2,8 12,6 0 9,8 0 2,8 1,4 28,1 0 0 1,9 10,6 17,4 0 0,9 1,9 0 15,5 3,8 22,5 39,8 0,9 3,8 6,8 0 2,9 2,9 3,8 9,7 13,5 0 0,9 1,9 4,8 0,9 0,9 0 0 13,4 22,1 64,4 19,2 0 0 0,9 4,8 2,8 6,7 0 1,9 2,8 0,9 0 0 21,6 4,5 6,3 5,4 0,9 0,9 3,6 0,9 0 0 0 0 32,4 1,8 40,5 0 2,7 2,7 0,9 16,2 8,1 0 0 4,7 11,9 14,2 0 0 2,3 4,7 7,1 2,3 2,3 0 9,5 14,2 0 9,5 0 7,1 4,7 4,8 0 2,3 Otros N=243 6,1 16,4 11,1 11,3 4,9 8,2 1,6 10,2 2,4 6,6 10,3 2,8 7,4 10,2 2,4 6,5 2,4 10,7 7,4 11,9 0,8 2,0 (Definiciones en la Tabla V ) Fig. 1.—Diferencias en la distribución de la identificación de dolor transitorio en diferentes países. Los países de Europa Septentrional y Occidental (países escandinavos, Alemania, Países Bajos y Francia) se han agrupado con Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Todos los demás países que participaron en la encuesta están en el grupo de comparación. 29 210 A. CARACENI ET A L . TA B L AV I I . ODDS RATIOS ACUMULATIVAS (ORA) E INTERVALOS DE CONFIANZA (IC) EN LOS ANÁLISIS UNIVARIANTES DE CADA UNO DE LOS DOS VALORES LÍMITE DE LA INTENSIDAD DEL DOLOR SEGÚN CADAVARIABLE* Variable Primera ORA Primer IC Segunda ORA Segundo IC Primer valor límite = dolor ≥ 7 Segundo valor límite = dolor ≥ 5 DTsí 2,37 1,77-3,19 2,41 1,62-3,59 DTno 1 KPS ≤ 60 1,72 1,31-2,25 2,44 1,66-3,59 KPS > 60 1 Somático sí 1,22 0,91-1,63** 1,74 1,18-2,59 Somático no 1 Neuro sí 1,15 0,88-1,52** 1,71 1,13-2,60 Neuro no 1 Sin 9 sí 0,53 0,34-0,84 0,33 0,20-0,57 Sin 9 no 1 Edad ≤ 60 1,35 1,03-1,78 0,97 0,65-1,44** Edad > 60 1 *Sólo se indican las variables que muestran una asociación significativa con la intensidad del dolor. DT, dolor transitorio; KPS, índice funcional de Karnofsky; Somático, dolor somático; Neuro, dolor neuropático; Sin 9, dolor epigástrico debido a neoplasma pancreático u otros neoplasmas abdominales superiores. **No significativo. TABLA VIII. ODDS RATIOS ACUMULATIVAS (ORA) E INTERVALOS DE CONFIANZA(IC) EN LOS ANÁLISIS MULTIVARIANTES DE CADA UNO DE LOS DOS VALORES LÍMITE DE LA INTENSIDAD DEL DOLOR SEGÚN LAS VARIABLES INDEPENDIENTES* Variable Primera ORA Primer IC Segunda ORA Segundo IC Primer valor límite = dolor ≥ 7 Segundo valor límite = dolor ≥ 5 DTsí 2,08 1,52-2,85 1,88 1,26-2,81 DTno 1 KPS ≤ 60 1,63 1,19-2,23 2,29 1,51-3,47 KPS > 60 1 Somático sí 0,92 0,65-1,30** 1,61 1,05-2,46 Somático no 1 Edad ≤ 60 1,56 1,14-2,14 1,21 0,80-1,83** Edad > 60 1 * D T, dolor transitorio; KPS, índice funcional de Karnofsky; Somático, dolor somático. **No significativo. 4. DISCUSIÓN Esta encuesta representa el primer intento de describir sistemáticamente las características y síndromes del dolor asociado a cáncer en una gran muestra R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 de pacientes procedentes de diferentes países. La tasa de respuesta de los médicos fue ligeramente superior al 50%, coincidiendo con lo ya observado en la mayoría de los estudios que recurren al envío de cuestionarios por correo. Nuestros datos podrían mejorar también la comunicación al sugerir el uso de una nomenclatura común aplicada a fenómenos clínicos específicos por los médicos de diferentes partes del mundo. El análisis de la nomenclatura es especialmente importante cuando el fenómeno de interés –dolor en este caso– no tiene un correlativo que pueda medirse objetivamente. Este esfuezo puede sugerir la utilidad de una lista para la identificación del síndrome, que podría adaptarse para fines clínicos o de investigación en el futuro. La encuesta recabó datos descriptivos de 58 especialistas del dolor y 1.095 pacientes en 24 países. Los pacientes fueron reclutados consecutivamente aplicando un reducido número de criterios de inclusión y exclusión. Es posible que ese método redujera la probabilidad de sesgos de selección en todos los centros, pero el diseño en su conjunto estuvo sometido a un sesgo de remisión y a un sesgo del observad o r. En concreto, todos los investigadores eran miembros del IASP y se identificaron a sí mismos como especialistas en dolor asociado a cáncer. Nosotros les pedimos que reclutaran a pacientes con dolor de intensidad suficiente como para necesitar medicación opiácea. Por tanto, los datos obtenidos de los pacientes remitidos a estos médicos no pueden considerarse representativos de la población general de pacientes con dolor asociado a cáncer. Además, la mayoría de nuestros pacientes estaban gravemente enfermos, como refleja la elevada prevalencia de enfermedad metastásica y la considerable proporción de pacientes con un grave deterioro del estado funcional. Por consiguinete, es probable que ese grupo de pacientes sufriera dolores más intensos que la población oncológica general, razón por la cual la extrapolación de estos datos debe realizarse teniendo lo anterior en cuenta. Aunque los datos obtenidos pueden servir para aclarar algún aspecto del problema del dolor asociado al cáncer, se refieren a un grupo de enfermos de cáncer que siguen experimentando problemas considerables de dolor pese a haber sido remitidos a un miembro del IASP especialmente interesado en el dolor de origen oncológico. En este estudio, la fenomenología de los síndromes del dolor asociado a cáncer coincide con las descripciones clínicas realizadas por grandes centros oncológicos de referencia (Foley, 1979; Cherny y P o r t e n o y, 1994; Caraceni, 1996) y puede ser una 30 E N C U E S TA I N T E R N A C I O N A L SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS Y SÍNDROMES DEL DOLOR ASOCIADO A C Á N C E R ayuda tanto para los expertos en dolor asociado a cáncer como para el oncólogo en su trabajo clínico. El gran tamaño de la muestra de este estudio permitió la exploración de diferentes factores que pueden asociarse a niveles altos de dolor asociado a cánc e r. En el análisis multivariante, los niveles más altos de dolor se asociaron a la presencia de dolor transitorio, dolor somático, mayor deterioro del estado funcional (lo que normalmente significa enfermedad más avanzada) y menor edad. El dolor neuropático fue un factor predictivo de un dolor más intenso en el análisis univariante. Es importante que en el futuro se realicen estudios adicionales para explorar estas relaciones, se siga intentando la armonización de las definiciones de fenómenos como dolor transitorio y dolor neuropático según se aplican en la población oncológica (Ventafridda y Caraceni, 1991) y se determine el tipo de indicar la intensidad del dolor que puede ser más útil para aclarar las distinciones básicas entre diferentes tipos de mecanismos del dolor (Jensen y McFarland, 1993). Los futuros estudios de estas relaciones se beneficiarán también de los diseños longitudinales. En esta encuesta, el número de pacientes con dolores múltiples fue menor que en otras encuestas anteriores (Grond y cols., 1996; Twycross y Fairfield, 1982; Twycross y cols., 1996). Comparado con una encuesta reciente según la cual el 70-80% de los pacientes sufrían varios dolores (Grond y cols., 1996), sólo cerca del 25% de los pacientes de la presente encuesta tuvieron más de un dolor. Esa diferencia se explica probablemente por diferencias metodológicas y, sobre todo, por el hincapié en el “peor dolor” de nuestra encuesta. Si bien es cierto que la definición de casos según el “peor dolor” puede reducir la notificación de dolores múltiples, es razonable hacerlo así puesto que se ha demostrado que el peor dolor permite identificar los síndromes dolorosos que más relevancia clínica tienen (Cleeland, 1984; Cleeland y cols., 1988, 1994; Serlin y cols., 1995). Otra explicación de la diferencia observada podría ser que, en este estudio, la información fue registrada por el médico en lugar de por el paciente. La identificación de dolores transitorios en una gran proporción de pacientes coincide con lo observado en otras encuestas anteriores (Banning y cols., 1991; Mercadante y cols., 1992; Bruera y cols., 1995; Portenoy y Hagen, 1990). El dolor transitorio es un fenómeno importante que puede aumentar el malestar del paciente y reducir su respuesta al tratamiento con opiáceos (Bruera y cols., 1989, 1995; Mercadante y cols., 1992, 1994). Se necesitan otros estudios del fenómeno del dolor transitorio y sus consecuencias. 31 211 Ninguno de los investigadores que participaron en esta encuesta añadieron a la lista otros síndromes relacionados con el cáncer, lo que sugiere que la lista fue debidamente exhaustiva. Pese a que algunos síndromes no se observaron en ningún paciente, los sesgos en la selección de la muestra tienen que tenerse en cuenta a la hora de interpretar esos datos. Por ejemplo, la ausencia de dolor causado por hipertensión intracraneal puede deberse a que los pacientes con esos problemas no acuden a un especialista en d o l o r. Se necesitan estudios adicionales de la población general de pacientes oncológicos para obtener un recuento no sesgado de la fenomenología de los síndromes del dolor asociado a cáncer. Pese a todo, los datos sugieren que pueden existir agrupaciones importantes de síndromes específicos de una determinada enfermedad. Este hallazgo coincide con la experiencia clínica y las pequeñas encuestas realizadas a ciertas poblaciones oncológicas ( F o l e y, 1979; Greenberg y cols., 1981; Kori y cols., 1981; Arner y A r n e r, 1985; Jaeckle y cols., 1985; Bruera y cols., 1989; Vecht y cols., 1989, 1992; Vecht, 1990; Portenoy, 1992; Portenoy y cols., 1992, 1994; Cheng y cols., 1993; Cherny y Portenoy, 1994; Caraceni, 1996; Caraceni y Portenoy, 1996). Una gran encuesta demostró también la importancia del lugar del tumor como determinante de los síndromes dolorosos (Grond y cols., 1996). Las encuestas que han utilizado la lista en poblaciones oncológicas específicas quizá podrían detectar mejor la asociación de algunos síndromes con los mismos tipos de tumores. Si se tiene en cuenta la prevalencia de los síntomas, estos datos sugieren que un cuidadoso agrupamiento de los síndromes (Tabla V) podría ser útil para simplificar el análisis. Pese a que no se hayan observado en esta encuesta, podrían añadirse algunos síndromes a la lista pendientes de estudio adicional. Por ejemplo, sería razonable añadir el dolor de cabeza causado por hipertensión intracraneal y dolor de cabeza, cuello o espalda debido a enfermedad leptomeníngea, y separar la polineuropatía dolorosa de otros dolores nerviosos periféricos, basándose en la prevalencia de esos trastornos en la literatura. Esta clasificación de los síndromes no pretende ser definitiva, sino más bien dar el impulso necesario para la elaboración de listas empíricas de síndromes que puedan simplificar la evaluación de pacientes en entornos clínicos y de investigación. La posibilidad de diferencias sistemáticas en la clasificación de síndromes específicos en diferentes países no pudo reflejarse debidamente en esta encuesta debido al reducido número de pacientes por 212 A. CARACENI ET A L . cada país. La posibilidad de que existan diferencias de nomenclatura se sugiere por la variación de la prevalencia de dolor transitorio calificado como tal por el observador. Dicha variación podría reflejar diferencias en la aplicación del término a la clasificación de los fenómenos clínicos o diferencias en la medida en que se detecta actualmente el fenómeno del dolor fluctuante. Asimismo, y aunque poco probable, no podemos descartar el posible efecto de un sesgo sistemático en la selección de los pacientes en diferentes países. Tendrán que realizarse otros estudios multinacionales para explorar la naturaleza de esas diferencias y determinar hasta qué punto la prevalencia de otros fenómenos, como la descripción del síndrome, pueden variar dependiendo de las normas nacionales sobre el uso de esos términos. Las fisiopatologías inferidas que se identificaron en esta encuesta fueron muy similares a las de la gran encuesta de Grond y cols., 1996. De los 2.266 pacientes que participaron en la encuesta de Grond, el 80% sufrieron dolores somáticos (el 35% por lesiones óseas y el 45% por procesos que afectaban a tejidos blandos o miofascias) y el 33 y 34%, respectivamente, mecanismos viscerales y neuropáticos. En una encuesta anterior de pacientes con enfermedad más avanzada (Twycorss y Fairfield, 1982), el dolor estuvo causado por lesiones óseas en un 31% de los pacientes; lesiones viscerales en un 31%, lesiones nerviosas en un 31% y lesiones de los tejidos blandos en otro 31%. El tratamiento del dolor es un aspecto fundamental de la atención que reciben los pacientes con cáncer. Antes o después, la gran mayoría de los pacientes con tumores sólidos incurables sufren dolor y su alivio es un imperativo durante todo el curso de la enfermedad. La divulgación de los conocimientos y los recursos necesarios para el tratamiento del dolor tiene que seguir recibiendo una elevada prioridad, especialmente en los países en vías de desarrollo que carecen de recursos para emprender sofisticados programas de prevención y control del cáncer. Tendrán que ampliarse las investigaciones sobre el dolor asociado a cáncer para mejorar las técnicas actuales, puesto que ni siquiera los programas terapeúticos basados en especialistas consiguen aliviar por completo el dolor en los estadios terminales en hasta un 20% de los pacientes (De Conno y cols., 1996). Estas investigaciones deberían identificar, utilizando estrategias anatómicas, fisiopatológicas o mecanísticas, a grupos de pacientes con riesgo de sufrir dolor resistente a los tratamientos, de manera que las actividades de tratamiento e investigación puedan centrarse en mejorar tanto la evaluación como el tratamiento de este importante problema. R e v. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 7, N.º 4, Mayo 2000 AGRADECIMIENTOS Quisiéramos expresar nuestro agradecimiento a Pedro Bejarano, M.D., Eduardo Bruera, M.D., Robert Twycross, M.D. y Charles Vecht, M.D., por su contribución a la revisión de la Lista de Síndromes de Dolor Asociado a Cáncer. El trabajo del Dr. A ugusto Caraceni ha sido financiado, en parte con un fondo “Luisa Santunione” 96/97 concedido por la Fondazione Italiana per La Ricerca sul Cancro (FIRC). C o rre s p o n d e n c i a . A. Caraceni Tel.: +39-02-239-0243; fax:+ 39-02-7060-0462. caraceni@istitutotumori.mi.it BIBLIOGRAFÍA Agresti A. Categorical data analysis. New York: Wiley and Sons. 1990. Arner S, Arner B. Differential effect of epidural morphine in the treatment of cancer-related pain. Acta A n a e s t h esiol Scand 1985; 29: 32-36. Asbury AK, Fields HL. Pain due to peripheral nerve damage: an hypothesis. Neurology 1984; 34: 1587-1590. Ashby MA, Fleming BG, Brooksbank M, Rounsefell B, Runciman WB, Jackson K. Muirden N, Smith M. Description of a mechanistic approach to pain management in advanced cancer. Preliminary repon. Pain 1997; 51: 153-161. Banning A, Sjogren P, Henriksen H. Treatment outcome in a multidisciplinary cancer pain clinic. Pain 1991; 47: 129-134. Brose WG, Cousins MJ. 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