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Levy Hara G, et al. Estudio de prescripción-indicación de antibióticos de mayor espectro... ARTÍCULO ORIGINAL/ARTIGO ORIGINAL Estudio de prescripción-indicación de antibióticos de mayor espectro en las Unidades de Terapia Intensiva de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Análisis de los patrones de utilización Prescription-indication study of major spectrum antibiotic in Intensive Care Units of Buenos Aires City hospitals. Analysis of utilisation patterns Gabriel Levy Hara1, Walter Vasen2, Daniel Pryluka3, Juan Carlos Chuluyan4, María José López Furst5, Gabriela Vidal6, Ana María Molina7, Rubén Agugliaro8, Javier Herrera9 y Grupo de Investigadores de la Red de Infectología GCABA* Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Durand, Buenos Aires, Argentina. 2 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Udaondo, Buenos Aires, Argentina. 3 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Vélez Sarfield, Buenos Aires, Argentina. 4 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Álvarez, Buenos Aires, Argentina. 5 Infectólogo, Servicio de Infectología, Sanatorio Municipal Méndez, Buenos Aires, Argentina. 6 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Santojanni, Buenos Aires, Argentina. 7 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Tornú, Buenos Aires, Argentina. 8 Infectólogo, Servicio de Infectología, Hospital Zubizarreta, Buenos Aires, Argentina. 9 Bioestadígrafo, Profesor de Informática y Estadística Aplicada, Universidad Maimónides, Buenos Aires, Argentina. *Brotto C2; Florentino R2; Loggia V6; Bottaro E6 y Scapellato P6 1 Rev Panam Infectol 2006;8(2):17-24 Conflicto de intereses: ninguno Recibido en 2/5/2006. Aceptado para publicación en 24/5/2006. Resumen Los ATB de mayor espectro se utilizan más frecuentemente en Unidades de Terapia Intensiva (UTI). Objetivos: Evaluar los patrones de utilización de piperacilina/tazobactam (PIP/T), imipenem (IMP), meropenem (MRP), colistina (COL), ceftazidima (CAZ) y vancomicina (VAN) en las UTI de hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Diseño: Estudio multicéntrico prospectivo. Métodos: Análisis de los episodios de infección en pacientes internados en UTI de ocho hospitales que recibieron estos ATB entre octubre 12 y diciembre 12 de 2005. La recolección de datos la realizó el infectólogo, y para el procesamiento se utilizó Excel. Resultados: 116 pacientes (edad X 55.6; 62.4% hombres) presentaron 143 episodios. Hubo 216 prescripciones (1.86/ pte): PIP/T 22, IMP 60, MRP 5, COL 14, CAZ 40 y VAN 75. Los diagnósticos principales fueron neumonía asociada a ARM (NptARM) 29, infección abdominal postquirúrgica (POPabd) 21, catéter (Cat) 17, neumonía sin ARM (Npt) 15, infección abdominal secundaria (Abd) 13 y sepsis sin foco (SepSF) 13. Las prescripciones según indicación más frecuentes fueron (n): PIP/T: NptARM 6, Npt 4 y Abd 3; IMP: NptARM 11, POPabd 9 y Abd 8; COL: POPabd 5 y NptARM 4; CAZ: NptARM 7 y POPabd 7; VAN: Cat 14 y NptARM 12. Período medio entre ingreso a UTI e inicio del ATB: 12 días (0-133; p = 0,0038 entre hospitales; p = 0,063 entre ATB). Duración media de tratamientos: 8 días(1-32). El 45% de las prescripciones se basaron en hallazgos bacteriológicos. Fallecieron 51 pacientes: 25/59 (42%) de tratados empíricamente y 26/77(34%) de documentados (p = 0,7). Conclusiones: El estudio de los patrones de prescripción permite establecer diferencias entre hospitales y evaluar la necesidad de intervenciones correctivas. 17 Rev. Panam Infectol 2006;8(2):17-24 Palabras clave: Agentes antibacterianos/economía, Agentes antibacterianos/uso terapéutico, Estudios prospectivos, Infección/epidemiología, Unidades de cuidados intensivos, Evaluación de utilización de drogas. Abstract Extended spectrum antibiotics (ATB) are mostly used in Intensive Care Units (ICU). Objectives: To evaluate utilisation patterns of piperacillin/tazobactam (PIP/T), imipenem (IMP), meropenem (MRP), colistin (COL), ceftazidime (CAZ) and vancomycin (VAN) in the ICUs of public hospitals of Buenos Aires City. Methods: All infectious episodes in ICU admitted patients between october 12th and december 12th 2005, and treated with any of these ATB were analyzed. Data were collected by the infectologist and processed using Excel. Results: 116 patients (mean age, 55.6;62.4% men) presented 143 infections. There were 216 ATB prescriptions (1.86/patient): PIP/T 22, IMP 60, MRP 5, COL 14, CAZ 40 and VAN 75. Main diagnosis were ventilator associated pneumonia (VAP) 29, post-surgical abdominal infection (SurgAbd) 21, catheter (Cath) 17, pneumonia-not VAP (Pneum) 15, secondary peritonitis (Abd) 13 and sepsis of unknown origin (SUO) 13. Main prescriptions in relation with diagnoses were (n): PIP/T: VAP 6, Pneum 4 and Abd 3; IMP: VAP 11, SurgABD 9 and Abd 8; COL: SurgAbd 5 and VAP 4; CAZ: VAP 7 and SurgAbd 7; VAN: cath 14 and VAP 12. Mean time between admission and ATB prescription: 12 days (0-133; p = 0,0038 between hospitals; p = 0,063 between ATB). Mean treatment duration: 8 days(1-32). 45% of prescriptions were bacteriologic results based. 51 patients died: 25/59 (42%) of those empirically treated and 26/77(34%) of those treated according bacteriologic results (p = 0,7). Conclusions: The study of antibiotic prescription patterns allow investigators to determine differences between hospitals and to evaluate the need of corrective corrective interventions. Key words: Anti-bacterial agents/economics, Antibacterial agents/therapeutic use, Prospective studies, Infection/epidemiology, Intensive care units, Drug Utilization Evaluation. Introducción Los antibióticos (ATB) en general y los de mayor espectro en particular son utilizados con mayor frecuencia en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI). Este hecho se relaciona con la mayor gravedad de las infecciones en este contexto, considerando el estado crítico de los pacientes internados, la mayor cantidad de procedimientos invasivos (catéteres, sondas, respiradores, etc) a los que son sometidos, y una mayor 18 incidencia de bacterias resistentes. A su vez, esta última situación es causa y consecuencia del uso − muchas veces exagerado − de los ATB. Los hospitales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no son ajenos a esta situación. Un estudio que hemos realizado los integrantes de la Red de Infectología de la Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCABA) durante el primer semestre del año 2004 mostró que el consumo global promedio de los ATB de amplio espectro en las UTI fue de 949 ± 284 dosis diarias definidas (DDD) por cada 1000 pacientes/día, comparado con 381 ± 127 DDD/1000 pacientes/día en las Unidades de Internación Quirúrgicas y 372 ± 59 en las Unidades de Internación Clínicas(1-3). Como ejemplo, el consumo medio de imipenem medido en DDD/1000 pacientes/día fue de 130 ± 69 en UTI, 19 ± 12 en Clínica Médica y 23 ± 21 en unidades de internación quirúrgicas. Estos estudios que expresan sus resultados en DDD son muy útiles para comparar consumos entre diferentes hospitales o comunidades, tanto a nivel local, regional como internacional. Sin embargo, no informan acerca de las diferentes variables que condicionan el uso de estas drogas. De allí que la comparación del consumo en estos estudios cuantitativos constituyen un buen punto de partida para conocer la realidad, pero generan la necesidad de realizar estudios más profundos que permitan obtener conclusiones y diseñar − en los casos necesarios − intervenciones correctivas. El objetivo del presente estudio fue determinar las características demográficas de los pacientes que recibieron los ATB de mayor espectro seleccionados, las razones para su prescripción, las comorbilidades basales de los pacientes, el momento en el que fueron utilizados desde su internación en la UTI, la coincidencia diagnóstica entre infectólogos y terapistas, la duración de los tratamientos y la mortalidad global de los episodios. Materiales y métodos Entre el 12 de octubre y el 12 de diciembre del 2005 se realizó un estudio prospectivo multicéntrico de prescripción de ATB de mayor espectro seleccionados, en las UTI de ocho hospitales dependientes de la Secretaría de Salud del GCABA. Los hospitales participantes fueron Durand, Udaondo, Alvarez, Velez Sarfield, Méndez, Santojanni, Zubizarreta y Tornú. Todos ellos, con excepción del Hospital Udaondo – especializado en gastroenterología- son hospitales generales que atienden mayoritariamente a pacientes agudos. En total, las UTI participantes cuentan con 75 Levy Hara G, et al. Estudio de prescripción-indicación de antibióticos de mayor espectro... camas, y durante el período estudiado se internaron en dichas unidades 561 pacientes. Los ATB de mayor espectro seleccionados para el estudio fueron piperacilina-tazobactam (PIP/T), imipenem (IMP), meropenem (MRP), colistin (COL), ceftazidima (CAZ) y vancomicina (VAN). Estos ATB fueron elegidos por haber mostrado un consumo significativamente diferente entre los hospitales de la Red en el estudio previo(1), por ser los más costosos y por su potencial para seleccionar resistencia bacteriana. El investigador local fue el infectólogo integrante de la Red. El relevamiento consistió en revisar las prescripciones de todos los ATB en pacientes consecutivos internados en las UTI durante el período determinado. Esta revisión se realizó mediante recorridas efectuadas cada 24 a 72 horas, según las características del centro y el número de camas de la unidad. Se incorporaron todos los pacientes que comenzaron a recibir alguno de estos ATB entre el 12 de octubre y el 12 de diciembre. Se excluyeron a los pacientes que estaban recibiendo el ATB antes del 12 de octubre. Los pacientes que eran trasladados de la UTI a otras Unidades de Internación fueron seguidos en su evolución hasta que el régimen ATB prescripto hubiera finalizado. En los casos en que un paciente hubiera presentado un nuevo episodio de infección, este se consideró como otro episodio diferente y analizado como tal. Se consideró diagnóstico de UTI al realizado por los médicos terapistas al momento de prescribir el ATB, y diagnóstico de infectología al realizado luego por el investigador. Los criterios diagnósticos utilizados fueron los elaborados por los Centro de Control de Enfermedades de EUA(4). Se consideró tratamiento empírico a aquel en el que no se obtuvo rescate bacteriológico en ningún momento durante el episodio. En contraste, el tratamiento documentado fue aquel dirigido a los hallazgos de los cultivos correspondientes al episodio. Se consideró cura clínica a la desaparición de signos y síntomas correspondientes al proceso infeccioso. Se evaluó la mortalidad asociada al episodio. No fue objetivo de la presente investigación distinguir entre mortalidad de causa infectológica y no infectológica. Esto se debió a que, como es conocido, la misma depende de múltiples variables cuyo análisis escapó a los objetivos del presente estudio. El procesamiento estadístico se realizó mediante el programa Excel con el que se realizaron conteos, clasificaciones, y tablas de doble entrada a fin de cruzar variables para observar efectos conjuntos. Además se llevó acabo una serie de test estadísticos para comparar muestras, entre ellos el índice Kappa de Cohen para comparar concordancias entre los diagnósticos de UTI con los de Infectología. Resultados Durante el período estudiado, fueron utilizados algunos de los ATB seleccionados para el tratamiento de 143 episodios de infección que ocurrieron en 116 pacientes (media 1.19 episodios/paciente). Por lo tanto, el 25.5% (116/561) de los pacientes internados durante el período requirió el uso de alguna de estas drogas. Esta proporción varió significativamente entre los hospitales (6.4 a 63.6%, p < 0.05). La edad promedio fue de 55.6 años (rango 1791años). El 62.4% fueron hombres. La edad promedio fue 56 años para los hombres y 61 años para las mujeres. El promedio de edad varió entre los hospitales, con un rango de entre 53.4 y 65.4 años. No hubo relación directa entre la edad promedio de cada UTI y el número promedio de episodios infecciosos por paciente. Tampoco se encontró relación entre la edad promedio de los pacientes y el número promedio de los ATB utilizados por cada paciente (tabla 1). Se registraron 216 prescripciones (1.86/paciente) de los ATB seleccionaTabla 1. Relación entre edad media, sexo, número de episodios y dos: PIP/T 22, IMP 60, MRP 5, COL número medio de ATB seleccionados utilizados en cada centro 14, CAZ 40 y VAN 75. Los diagnóstiSexo (%) cos realizados por el investigador de n. de Edad Media Media Hospital episodios media infectología se detallan en tabla 2. En M F episodios/pte ATB/pte algunos hospitales el número total de Durand 24 63,4 60 40 1,15 1,47 diagnósticos fue mayor al número total Méndez 7 65,4 71 29 1,4 1,7 de episodios ya que, en ocasiones, el Udaondo 39 53,4 72 28 1,5 1,41 mismo episodio infeccioso tenía dos Santojanni 35 57,3 59 41 1,1 1,51 focos activos simultáneos (ejemplo, infección respiratoria más infección de Tornú 13 59,5 58 42 1,2 1,58 catéter). Como se desprende de la tabla Vélez 8 54,7 37 63 1 1,87 2 las patologías infecciosas variaron Alvarez 10 63,5 75 25 1 1,62 mucho entre los hospitales. Zubizarreta 7 58,7 87,5 12,5 1 1,85 Solamente en 11/143 episodios 19 Rev. Panam Infectol 2006;8(2):17-24 Tabla 2. Diagnósticos de infectología en cada UTI Hospital NPT ARM POP abdomen Catéter Sepsis Sin foco NPT sin ARM Perit.2º Sin indicación Bact.1º otras Durand 11 3 3 2 - - - - 4 Méndez 2 - - - - 1 - 1 3 Udaondo 2 17 9 - 3 6 - 3 3 Sant’anni 2 - 3 8 6 - 11 3 3 Tornú 4 1 - - 3 2 - 2 1 Vélez 3 - - 2 - 1 - 1 1 Alvarez 2 - 2 - 2 3 - - 1 Zubizarr. 3 - - 1 1 - - - 2 Total 29 21 17 13 15 13 11 7 17 NPT ARM: neumonía asociada a respiración mecánica; POP abdomen: infección postoperatoria de abdomen; NPT sin ARM: neumonía no asociada a respiración mecánica; Perit.2º: peritonitis secundaria; Bact.1º: bacteriemia primaria. Tabla 3. Diagnósticos para los que se prescribieron los diferentes ATB ATB PIP/T IMP MRP COL CAZ VAN Total NPT ARM 6 11 1 4 7 12 41 POP Abd 9 5 7 11 32 Catet. 5 1 3 14 23 Sepsis NPT sin Sin Foco ARM 1 4 7 7 2 3 5 10 8 23 24 Perit 2º 3 8 1 4 3 19 Sin Indic. 2 2 1 2 7 14 Bact.1º 2 2 1 3 2 10 Inf QX 3 1 1 2 7 Piel y PB 1 1 1 2 5 Resp. Alta 2 1 1 4 otras Total 3 2 1 3 3 10 22 60 5 14 40 75 216 NPT ARM: neumonía asociada a respiración mecánica; POP abd: infección postoperatoria de abdomen; catet: infección del catéter; NPT sin ARM: neumonía no asociada a respiración mecánica; Perit 2º: peritonitis secundaria; Sin Indic: sin indicación; Bact.1º: bacteriemia primaria; Inf QX: infección quirúrgica no abdominal; Piel y PB: infección de piel y tejidos blandos; Resp.alta: infección respiratoria alta. (7.7%) el infectólogo consideró que no había criterios suficientes ni diagnóstico presuntivo firme que justificase el uso de ATB. En el 83% (rango, 62.5-100% de los centros, p < 0.05) hubo concordancia entre el diagnóstico de UTI y el de infectología. En la tabla 3 se detallan las indicaciones de los diferentes ATB. Como se puede observar, la prescripción de cada ATB fue en general acorde con las indicaciones universalmente utilizadas. El uso de PIP/T, IMP, COL y CAZ se dirigió principalmente al tratamiento de infecciones respiratorias y abdominales. Por su parte, si bien la VAN se utilizó más frecuentemente ante la sospecha o confirmación de infecciones del catéter y respiratorias, su utilización fue también muy frecuente en otras situaciones clínicas. Setenta y siete episodios (56.4%) fueron documentados microbiológicamente, con un total de 112 patógenos aislados. De ellos, 38 fueron cocos gram positivos y 74 bacilos gram negativos. Los aislamientos provinieron de hemocultivos en 36 episodios, material 20 abdominal en 30, respiratorios en 28, punción de herida quirúrgica en 7, urocultivos en 5, catéteres en 5 y LCR en 1 episodio. En la tabla 4 se detallan los cocos gram positivos encontrados y en la tabla 5 los bacilos gram negativos, junto con la procedencia de los mismos. Ciento dieciséis (53.7%) del total de los ATB fueron prescriptos en forma empírica y 100 prescripciones (46.3%) se adecuaron a la documentación Tabla 4. Bacterias Gram-positivas aisladas Respiratorios Hemocultivos Abdomen Herida Qx Urocultivos Catéter LCR Total S. aureus 8 10 8 1 - SCN 2 4 - Enterococcus spp 3 2 - 27 6 5 Levy Hara G, et al. Estudio de prescripción-indicación de antibióticos de mayor espectro... Tabla 5. Bacterias Gram-negativas aisladas Acinetobacter Proteus Enterobacter P. aeruginosa K. pneumoniae E. coli S. marscesens M. morgagni spp spp spp Respiratorios 8 5 2 1 1 1 Hemocultivos 5 5 5 1 2 1 Abdomen 5 2 4 4 4 1 Herida Qx 1 1 2 1 1 Urocultivos 1 2 1 1 Catéter 2 1 1 1 LCR 1 Total 22 15 15 8 9 2 1 2 Tabla 6. Utilización empírica vs. documentada de los diferentes ATB estudiados Ciento dieciséis pacientes (70%) presentaba comorbilidades de importancia clínica al inicio del episodio infeccioso. Dichas comorbilidades fueron Empírica Documentada ATB Total enfermedad cardio-respiratoria crónica en 22 casos n % n % (20%), tumores sólidos malignos en 20 (17%), dePIP/T* 18 81 4 19 22 terioro neurológico severo o postración en 13 (11%), IMP 30 50 30 50 60 hepatopatías severas en 11 (9.5%), diabetes en 7 MRP 3 60 2 40 5 (6%), obesidad en 5 (4%) y tumores hematológicos COL* 1 7 13 93 14 en 3 (2.5%). CAZ 20 50 20 50 40 El lapso promedio transcurrido entre el ingreso VAN 44 59 31 41 75 a la UTI y el inicio de alguno de los ATB de mayor Total 116 53.7 100 46.3 216 espectro fue de 12 días (rango 0-133). Se registraron * Diferencia entre PIP/TAZ y COL: p < 0.05 diferencias significativas entre los hospitales respecto del momento de la prescripción de los ATB (p = microbiológica – en algunos casos con más de un 0.003) (tabla 7). patógeno-obtenida en 77 episodios. Existieron difeComo se señala en la tabla 7, existió una clara rencias significativas respecto de la proporción de ATB tendencia en relación con el período transcurrido dirigidos a la documentación bacteriológica entre los entre el ingreso del paciente a la UTI y el inicio de diferentes centros: mientras un hospital pudo realizarlo los diferentes ATB, aunque ésta no alcanzó niveles en menos del 15% y otro en el 40%, el resto adecuó de significación estadísticos (p = 0.06). Por ejemplo, el esquema a los hallazgos bacteriológicos entre un PIP/TAZ fue prescripto en un promedio cercano a 50% a un 77% de los episodios (p < 0.05). los 7 días desde la admisión del paciente a la UTI, Por su parte, también existieron diferencias signifimientras que el COL se utilizó a partir de los 24 días cativas respecto de la prescripción empírica o documende ocurrida la misma. tada de algunos de los ATB estudiados (tabla 6). La duración promedio de los tratamientos con estos ATB fue de 8 días Tabla 7. Promedio de días entre la internación en UTI y el inicio de ATB (rango, 1-32). No existieron diferende mayor espectro cias significativas entre los diferentes hospitales ni entre los diferentes ATB Global PIP/TAZ IMP MRP COL CAZ VAN (datos no mostrados). Durand 15,9 4,3 33,6 17 14,9 16,8 Fallecieron en total 51 pacientes Méndez 34,5 25 34 40 32 39 (44%). No se pudo establecer una Udaondo 14,1 7,3 32,6 20,3 10 relación estadísticamente significativa Santojanni 6,6 4,25 3,44 6 22,6 11,45 4,14 entre el tratamiento del episodio con Tornú 6,94 4,7 5,6 12 2,3 8,7 documentación microbiológica (vs. tratamiento empírico) y la mortalidad. Vélez 11,46 5,14 9,57 8 Fallecieron 25/59 (42%) de pacientes Alvarez 6 3,5 6 7,25 tratados en forma empírica y 26/77 Zubizarreta 8,7 10 15 8 3 (34%) de los tratados en forma docuGlobal 12 6,75 9 29,4 24,2 14,5 11,3 mentada (p = 0.7). 21 Rev. Panam Infectol 2006;8(2):17-24 Discusión Durante la última década el interés por medir el consumo de ATB en general, y en las UTI en particular, ha crecido en forma considerable(5,6). Muchas publicaciones han demostrado la relación entre un mayor consumo de ATB de amplio espectro y el aumento de la resistencia bacteriana(7-10). Por esta razón, en los últimos años se han desarrollado diversos programas de control del uso de ATB que utilizan diferentes metodologías, adaptadas a los recursos humanos y financieros de cada institución(11-15). La mayoría de los estudios miden el consumo global en términos de dosis diarias definidas por cada 1000 pacientes-día. Estos estudios, como hemos señalado en la introducción, son muy valiosos para comparar consumos entre centros, tanto a nivel local como internacional. Además, permiten valorar el impacto de las intervenciones correctivas realizadas en una institución determinada. Sin embargo, los estudios que miden solamente el consumo en estos términos no suelen aportar cierta información de sumo valor para explicarnos el por qué de las diferencias en los consumos entre hospitales y para diseñar estrategias correctivas. Los estudios que analizan más en profundidad estos patrones de prescripción son escasos. El presente estudio farmacoepidemiológico sobre patrones de uso se ubica dentro de los estudios de prescripción-indicación. Este tipo de investigaciones procura responder a una serie de preguntas: ¿en qué patologías se utilizan determinados fármacos?, ¿en qué tipos de pacientes?, ¿suelen basarse los tratamientos en la documentación microbiológica?, ¿en qué momento se utilizan y durante cuánto tiempo?, entre otras. Una serie de hallazgos del presente estudio resultan, a nuestro juicio, interesantes. En principio, no hemos encontrado una correlación entre la edad promedio de los pacientes y el número promedio de episodios infecciosos, ni con el número de ATB de mayor espectro requerido para su tratamiento. Probablemente, como se referirá luego, esto se relaciona con que la aparición de infecciones severas – y por gérmenes multirresistentes - en los pacientes críticos depende no solo de la edad sino también de otros factores, como el APACHE II, las comorbilidades basales de los huéspedes y la epidemiología y prácticas de control de infecciones locales. Un hallazgo positivo es que en algo más del 80% de los episodios existió concordancia entre el diagnóstico presuntivo realizado por el médico de la UTI y el efectuado luego por el infectólogo participante. En general esta situación no resulta habitual, y de hecho en muchas ocasiones se ha responsabilizado al médico terapista del uso abusivo de los ATB. En 22 este estudio, la elección empírica de los ATB de mayor espectro seleccionados estuvo de acuerdo con las recomendaciones universales para el tratamiento de las diferentes patologías. Por su parte, las mismas no difirieron de las que se observan día a día en las UTI, predominando los focos infecciosos respiratorios, abdominales y catéteres centrales. Resulta llamativo el hecho de que menos de un 8% de los episodios fueron considerados por el investigador local como tratados con alguno de los ATB seleccionados sin criterios suficientes. Los hallazgos bacteriológicos, con un franco predominio de los bacilos gram negativos por sobre los cocos gram positivos, coinciden con experiencias recientes(16,17). La frecuente utilización registrada de las pocas alternativas antimicrobianas – carbapenemes y colistin - que continúan siendo útiles frente a muchas cepas de Acinetobacter spp, P. aeruginosa y K. pneumoniae a nivel mundial se debió a estos hallazgos microbiológicos. Por su parte, el alto nivel de uso – con predominio de prescripciones empíricas – de vancomicina se relacionó con que S. aureus fue el primer patógeno globalmente aislado. Como se describe en los resultados, pese a que en algo más de la mitad de los episodios se aislaron los patógenos involucrados, existió una pequeña mayor proporción de ATB prescriptos empíricamente. Esta diferencia radicó en que, por un lado, el tratamiento empírico más amplio es una práctica común - y en gran medida prudente – en las UTI, en razón de la gravedad de los pacientes y del amplio espectro de patógenos – gram positivos y gram negativos – potencialmente involucrados en el episodio. Por otro lado, en algunos casos los resultados microbiológicos se recibieron cuando el paciente ya había fallecido. Esta proporción de tratamientos dirigidos a la documentación bacteriológica coincide con otras experiencias(17,18) y es superior a algunas series descriptas en los últimos años(16,19,20). De todos modos, es preciso resaltar que dos hospitales documentaron una menor proporción de los episodios, hecho que sugiere la necesidad de implementar en dichos centros intervenciones correctivas – principalmente, educativas – en este sentido. El período de doce días en promedio para prescribir algunas de las drogas en estudio parecería razonable, aunque no hemos encontrado en la literatura suficientes datos como para comparar con nuestra situación. Las diferencias significativas entre los hospitales en relación con este período se relacionaron en cierta medida con las diferentes patologías infecciosas y su situación epidemiológica. Sin embargo, esto solo no justificaría completamente dichas diferencias, y se requiere de una mayor investigación - y muy proba- Levy Hara G, et al. Estudio de prescripción-indicación de antibióticos de mayor espectro... blemente, de intervenciones educativas conjuntas con los médicos de las UTI - para su resolución. El promedio de ocho días de duración de los tratamientos coincide con otras series similares(17,21) que informaron duraciones medias de entre seis y ocho días. Si se considera que tanto recomendaciones terapéuticas locales como internacionales sugieren que estas infecciones respiratorias(22,23) y abdominales(24,25) severas debieran ser tratadas durante 7 a 14 días, la duración media global de los tratamientos en nuestras UTIs puede ser considerada adecuada. La mortalidad observada del 44% supera a la hallada en algunos estudios(19) y coincide con otros(26). La falta de relación entre la mortalidad y la documentación microbiológica de episodio que hemos observado podría asociarse, como se ha señalado arriba, con el estado crítico de los pacientes, tanto en términos de co-morbilidades basales como en la severidad per se de las principales complicaciones infecciosas que motivaron la prescripción de los ATB. Esta observación ha sido previamente reportada por varios autores(21,27). Las potenciales debilidades del presente estudio residen en que es probable que una vigilancia realizada durante dos meses no refleje exactamente la realidad de lo que ocurre en las diferentes UTI de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. En efecto, a algunos investigadores les llamó la atención el bajo número de episodios tratados en su centro con estos ATB de mayor espectro durante el período. Sin embargo, los resultados expuestos han mostrado que el uso de estas drogas ha sido adecuado en tiempo y forma, respondiendo a la situación epidemiológica de cada UTI. Por lo tanto, es muy probable que estos resultados sean realmente representativos de lo que ocurre a diario en nuestras UTI. La utilización de estos datos le permitirá a cada infectólogo ajustar las estrategias tendientes a optimizar el uso de los ATB en su institución. Finalmente, sería bienvenido que otros investigadores de diferentes regiones encaren estudios similares que contribuyan tanto a incrementar nuestro conocimiento sobre el tema como a encontrar nuevas intervenciones correctivas. Referencias 1. Levy Hara G, Vasen W, Pryluka D, Carranza C y col. Consumo de antibióticos en unidades de Terapia Intensiva de hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. V Congreso Argentino de la Sociedad Argentina de Infectología, resumen 43. Mar del Plata, 2005. 2. Levy Hara G, Vasen W, Pryluka D, Carranza C y col. Consumo de antibióticos en unidades de Internación Clínica de hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. V Congreso Argentino de la Sociedad Argentina de Infectología, resumen 41. Mar del Plata, 2005. 3. Levy Hara G, Vasen W, Pryluka D, Carranza C y col. Consumo de antibióticos en unidades de internación quirúrgica de hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. V Congreso Argentino de la Sociedad Argentina de Infectología, resumen 42. 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