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NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 12 INFORMACION PARA PRESCRIBIR ALPLAX® 0,25 - 0,50 - 1 - 2: Comprimidos. ALPLAX® XR 0,50 - 1 - 2: Comprimidos de liberación controlada. Venta bajo receta archivada. COMPOSICIÓN: ALPLAX®: Cada comprimido de ALPLAX® 0,25-0,50-1-2 contiene: alprazolam 0,25-0,50-1-2 mg, respectivamente. Excipientes: c.s. ALPLAX® XR: Cada comprimido de liberación controlada de ALPLAX® XR 0,50-1-2 contiene: alprazolam 0,50-1-2 mg, respectivamente. Excipientes: c.s. ACCIÓN TERAPÉUTICA: Ansiolítico. INDICACIONES: Trastorno de ansiedad generalizada (DSM-IV). Ansiedad asociada con depresión. Trastorno de angustia (Ataque de pánico) con o sin agorafobia. POSOLOGÍA: La dosis óptima se ajusta a la sintomatología del paciente y a la respuesta obtenida. Si fuere necesario, se puede aumentar gradualmente la dosis inicial con relación a la tolerabilidad. ALPLAX®: Trastorno de ansiedad generalizada: La dosis usual inicial es de 0,25 a 0,5 mg tres veces por día, dosis que puede ser aumentada/reducida hasta alcanzar el efecto terapéutico máximo, incrementando 0,5 mg por día, con intervalos de 3 a 4 días. La dosis máxima diaria es de 4 mg por día. Trastorno de angustia: Comenzar con dosis de 0,5 mg tres veces por día, pudiendo incrementarse a razón de 1 mg por día cada 3 ó 4 días. La dosis media habitual es de 5 a 6 mg por día, distribuidos en tres tomas iguales. Ocasionalmente, algunos pacientes necesitan 10 mg diarios. Poblaciones especiales: En pacientes ancianos, en pacientes con enfermedad hepática avanzada y en pacientes con enfermedades debilitantes, la dosis usual inicial es de 0,25 mg, de 2 a 3 veces por día. Esta dosis puede incrementarse gradualmente si es necesario y si es bien tolerada. Los pacientes ancianos son más sensibles a los efectos de las benzodiazepinas. Si ocurren efectos adversos durante la dosis inicial, ésta debe ser disminuida. ALPLAX® XR: Los comprimidos de ALPLAX® XR deben administrarse enteros, sin dividir, triturar, masticar o disolver. Trastorno de ansiedad generalizada: La dosis usual inicial de ALPLAX® XR es de 0,5 a 1 mg/día, dosis que puede ser aumentada hasta alcanzar el efecto terapéutico deseado, incrementando 0,5 mg/día, cada 3 ó 4 días. La dosis máxima diaria es de 4 mg, administrados en 1 ó 2 tomas. Trastorno de angustia: Comenzar el tratamiento con dosis de 0,5 ó 1 mg antes de acostarse, o si se prefiere administrando 0,5 mg dos veces por día, pudiendo incrementarse la toma diaria a razón de 1 mg/día cada 3 ó 4 días. La dosis media habitual es de 5 a 6 mg/día, ocasionalmente algunos pacientes necesitan dosis mayores a 6 mg/día, en dichos casos la dosis debería ser aumentada lentamente para evitar eventos adversos. Poblaciones especiales: En los ancianos y pacientes con enfermedades debilitantes, insuficiencia hepática, renal o respiratoria debe iniciarse el tratamiento con 0,5 mg/día, aumentando gradualmente la dosis según la respuesta individual y la tolerabilidad. Reducción de la dosis o discontinuación: Las reducciones de la medicación o la interrupción del tratamiento deben hacerse gradualmente, reduciendo la dosis diaria en no más de 0,5 mg cada 3 días. En algunos pacientes puede ser necesario hacerlo más lentamente aún. Pasaje de ALPLAX® a ALPLAX® XR: Los pacientes que actualmente están siendo tratados con dosis diarias divididas de ALPLAX® (por ejemplo 3 ó 4 veces al día), pueden pasar a ALPLAX® XR a la misma dosis diaria total, administrada una vez al día. CONTRAINDICACIONES: Hipersensibilidad conocida a ALPLAX® u otras benzodiazepinas o a cualquiera de los componentes de la formulación. Glaucoma de ángulo cerrado. Puede usarse en los pacientes con glaucoma de ángulo abierto que reciben el tratamiento adecuado. Tratamiento concomitante con itraconazol y ketoconazol. Miastenia gravis. ADVERTENCIAS: Evaluar la ecuación riesgo-beneficio del tratamiento en los casos de: hipoalbuminemia, enfermedades orgánico-cerebrales, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, apnea del sueño, antecedentes de abuso de sustancias que actúan sobre el SNC. Pacientes con antecedente de convulsiones o epilepsia, no deben discontinuar el tratamiento abruptamente. Debido a sus efectos depresores sobre el SNC, los pacientes tratados con alprazolam deben ser prevenidos de participar en áreas de riesgo o actividades que requieren un alerta mental completa, como operar maquinarias o manejar vehículos, e ingerir alcohol. Las personas adictas al alcohol u otras drogas deben ser observadas cuidadosamente cuando reciben alprazolam u otros psicotrópicos. El alprazolam no es efectivo como sustituto de los neurolépticos. Dependencia psicológica y física: La dependencia psicológica es un riesgo potencial de las benzodiazepinas, incluido el alprazolam. Este riesgo puede incrementarse si las dosis superan los 4 mg/día y con el uso prolongado, y se incrementa aún más en individuos con antecedentes de abuso de drogas y/o alcohol. El riesgo de dependencia física al alprazolam, es más severo en pacientes tratados con dosis altas (más de 4 mg diarios) y por períodos de tiempo prolongados (8 a 12 semanas) que después de tratamientos de corta duración. Síntomas de abstinencia: Los síntomas observados luego de la discontinuación del tratamiento con alprazolam en monoterapia fueron: dificultad de la concentración, parestesias, movimientos anormales, embotamiento, calambres y sacudidas musculares, diarrea, náuseas, vómitos, trastornos de la visión, irritabilidad, disminución del apetito, pérdida de peso, incremento de la percepción sensorial y trastornos del olfato. Otros síntomas como ansiedad e insomnio, registrados con frecuencia, se pueden atribuir a la reaparición de la enfermedad, a un fenómeno de rebote o a la abstinencia. El riesgo de padecer crisis convulsivas puede ser incrementado con dosis superiores a los 4 mg/día. Ansiedad interdosis: En los pacientes con trastorno de pánico que reciben dosis de mantenimiento, puede desarrollarse ansiedad interdosis y ansiedad matutina, circunstancias que indican el desarrollo de tolerancia o la existencia de un intervalo prolongado entre las dosis. Ambos casos se atribuyen a que la dosis prescripta no es suficiente para mantener niveles plasmáticos por encima del rango necesario para prevenir síntomas de abstinencia, recaídas o rebote. En estas situaciones se recomienda acortar el intervalo interdosis o administrar alprazolam de liberación controlada. PRECAUCIONES: Como con cualquier otro psicofármaco, se deben tener las mismas precauciones con el alprazolam cuando se lo administra a pacientes severamente deprimidos o en aquellos en los cuales pueden existir ideas o planes de suicidio. En los pacientes ancianos y debilitados, utilizar la menor dosis efectiva para evitar el desarrollo de ataxia o sedación excesiva. Precaución en los pacientes con compromiso de las funciones renal, hepática o pulmonar. Se informaron episodios de hipomanía y manía asociados con el uso de alprazolam en pacientes con depresión. El alprazolam tiene un débil efecto uricosúrico. Interacciones con otras drogas: Las benzodiazepinas potencian los efectos depresores sobre el SNC cuando se administran junto con psicotrópicos, anticonvulsivantes, antihistamínicos, alcohol y analgésicos opioides. Otras interacciones son con: imipramina, fluoxetina, propoxifeno, anticonceptivos orales, carbamazepina, nefazodona, fluvoxamina, cimetidina, diltiazem, disulfiram, isoniazida, antibióticos macrólidos como eritromicina y claritromicina y asimismo, el jugo de pomelo. Posible interacción con sertralina, paroxetina, ergotamina, amiodarona, nicardipina, nifedipina y ciclosporina. Interacciones con pruebas de laboratorio: Las benzodiazepinas pueden interferir con las pruebas de captación tiroidea, disminuyendo la captación de iodo radiactivo. Embarazo: Debe considerarse que los niños nacidos de madres que están recibiendo benzodiazepinas pueden sufrir riesgo de síndrome de abstinencia durante el periodo post-natal, flaccidez neonatal y trastornos respiratorios. Existe un aumento en el riesgo de malformaciones congénitas durante el primer trimestre del embarazo. Lactancia: Las mujeres que deben usar alprazolam no deben amamantar. Uso en pediatría: No han sido establecidas la seguridad y efectividad del uso de alprazolam en niños menores de 18 años. REACCIONES ADVERSAS: Los efectos colaterales de alprazolam suelen observarse generalmente al comienzo del tratamiento y habitualmente desaparecen durante el transcurso del mismo. Los más comunes fueron: somnolencia y embotamiento. Las reacciones adversas ocasionales (observadas entre un 1 y 10% de los casos) son: Trastornos cardiovasculares: palpitaciones/taquicardia. Trastornos del oído y laberínticos: vértigo. Órganos de los sentidos: visión borrosa. Trastornos gastrointestinales: diarrea, vómitos, dispepsia, dolor abdominal, boca seca, constipación, náuseas, dolor laringofaríngeo. Trastornos generales: malestar, debilidad, dolor toráxico. Trastornos músculo-esqueléticos y del tejido conectivo: dolor lumbar, calambres musculares, sacudidas musculares, artralgia, mialgia, dolor en los miembros. Trastornos del sistema nervioso: cefaleas, mareos, temblores, falta de atención, parestesias, diskinesias, hipoestesias, hipersomnia. Trastornos psiquiátricos: irritabilidad, insomnio, nerviosismo, sensación de irrealidad, aumento de la libido, agitación, despersonalización, pesadillas, depresión, desorientación, confusión, ansiedad. Trastornos renales y urinarios: dificultades en la micción. Trastornos respiratorios, toráxicos y mediastinales: congestión nasal, hiperventilación, disnea, rinitis alérgica. Trastornos de la piel y tejido subcutáneo: aumento de la sudoración, prurito. PRESENTACIONES: ALPLAX® 0,25-0,50-1: envases con 30 y 60 comprimidos ranurados. ALPLAX® 2: envases con 30 y 60 comprimidos multirranurados. ALPLAX® XR 0,50-1-2: envases con 20 comprimidos de liberación controlada. GADOR S.A. Darwin 429 - C1414CUI - Buenos Aires - Tel: (011) 4858-9000. Para mayor información, leer el prospecto interior del envase o consultar en www.gador.com.ar. Fecha de última revisión: Ago-2007. NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS Dr. Carlos A. Soria Médico psicoanalista. Especialista en Psiquiatría. Especialista en Farmacología. Presidente de la Asociación Argentina de Psicofarmacología. Director del Instituto de Biociencias Henri Laborit. Simposio Gador. Congreso APSA, Mar del Plata 23/4/2010 Sean mis primeras palabras de agradecimiento a la casa Gador por la organización de este Simposio, a los profesores Stagnaro, Bonet y Silva por acompañarnos en esta mesa y a ustedes por vuestra amable presencia. La agenda de mi ponencia se basa en los aportes de la medicina traslacional aplicada a una condición particular, el neuroticismo. Desde allí, procuraremos comprender los fundamentos de la heterogeneidad clínica y la alta comorbilidad existente entre la depresión, los trastornos de ansiedad y las enfermedades relacionadas al estrés. Iniciamos la marcha con la dilucidación del genoma humano a partir del cual conocimos que la secuencia de nucleótidos que conforman el ADN encierra el mensaje que ordena al ARN que aglutine aminoácidos para construir proteínas. De las proteínas dependen la estructura, la función y las fuentes de energía del edificio de 10 billones de células que conforman el organismo humano. Las proteínas participan, también, del conjunto de metabolitos que configuran el caos altamente organizado y vastamente regulado que llamamos metabolismo. A la vera de la vía de progreso que se abrió con el genoma han crecido disciplinas que inician su desarrollo autónomo, el transcriptoma, proteoma y metaboloma muestran su perfil diferenciado con leyes y procedimientos propios. Así, el transcriptoma nos explica cómo por ordenamientos alternativos del ARN siguientes a la transcripción del ADN nuestros –aproximadamente– 30.000 genes pueden codificar para la génesis de 100.000 proteínas. Y también cómo modificaciones postraslacionales (cambios en la proteína posteriores a la traslación del ARN) por fosforilación, proteólisis y glicosilación dan forma y función a 1.000.000 de proteínas humanas diferentes, cumpliendo el precepto evolutivo de la diversidad. En la Naturaleza lo extraordinario es algo que abunda mucho porque la evolución consume diversidad. Llegamos por esta vía a las tierras del proteoma para comprender un hecho fundamental: las proteínas son las verdaderas expresiones funcionales del genoma y de los genes. El término proteoma fue acuñado en 1994 por Marc R. Wilkins investigador del Proteome Systems de Sydney, Australia. En 2001, al momento de la presentación de los datos del Proyecto Genoma Humano se dio inicio al Proyecto Proteoma 1 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 2 Humano (HUPO por sus siglas en inglés), bajo la dirección del Dr Sam Hanash pionero destacado en los estudios sobre proteómica del cáncer. Los conocimientos actuales hacen insostenible lo que fue denominado como uno de los dogmas de la biología, la idea de un gen-una proteína. El mundo de las proteínas aparece como un universo cuantitativamente (y posiblemente, cualitativamente) mayor y más complejo que el de los genes. Para muchas personas quizá supuso una decepción saber que “sólo” poseemos unos 30.000 genes, un número no mucho mayor que el de otros organismos funcionalmente inferiores. Para tales personas podría servirles de consuelo el conocer que la relación entre el número de proteínas y los genes es sólo de 1-2 en bacterias, de 3 en levaduras y levemente superior en organismos intermedios pero que, en los seres humanos ese número es sustancialmente más elevado, posiblemente en el rango de 6-8. Es evidente que tenemos que ir más allá del genoma. Hemos ingresado en la era postgenómica y algunos científicos manejan ya el término de operómica, como el conjunto de abordajes de estudio a realizar durante todo el trayecto que va desde el ADN, pasando por el ARN, hasta las proteínas y el análisis molecular y celular de sus funciones. Dado que casi todos los medicamentos o son proteínas o actúan sobre proteínas la suma de estas hijas del progreso nos pone en los umbrales de una medicina molecular personalizada. En este punto cobra dimensión y sentido la medicina traslacional, impulsada desde el año 2007 por los Institutos Nacionales de Salud de los EE. UU., propone un Programa-guía bajo la premisa de que “Los conocimientos científicos deberían ser transformados en aplicaciones prácticas”, enfatiza que a tenor de la abrumadora cantidad de nuevos hallazgos debiera fortalecerse el camino de dos vías que conduce desde la investigación básica –al nivel molecular-celular- al nivel clínico. La investigación traslacional reactualiza el arcano clínico “the bench at the bedside” (desde el banco del investigador hasta la silla junto la cama del paciente), se propone en suma, un mapa del camino para que la nueva información se convierta en aplicaciones prácticas al servicio de la praxis médica habitual. Por otra parte, la dilucidación del genoma re-jerarquizó a su opuesto conceptual, el ambioma e impulsa una profunda revisión de nuestros sistemas nosográficos, tal vez, el enclave más frágil del edificio gnoseológico psiquiátrico. Nuestros sistemas de clasificación se han basado tradicionalmente en exofenotipos: un conjunto de manifestaciones exteriores, presentes por un espacio de tiempo consensualmente establecido. En la práctica las categorías así determinadas carecen casi por completo de marcadores biológicos que las expliquen o den cuenta de una fisiopatogenia claramente establecida. La fluidez sintomática entre diagnósticos diversos es más la regla que la excepción, las áreas de superposición, interfases y espectros sindrómicos constituyen alternativas provisorias de comprensión que han elevado artificialmente el fenómeno de la “comorbilidad”. La investigación a partir de endofenotipos (desde la intimidad bioquímica, molecular, hacia la clínica) promete la creación de modelos que den sustento racional al proceso de enfermar y otorguen un ratio fundado en certidumbres comprobables a nuestras intervenciones terapéuticas sean estas instrumentadas desde la psicoterapia o la farmacoterapia. Los endofenotipos entendidos como rasgos que se heredan y representan el sustrato genético de la vulnerabilidad en familiares no afectados proponen un creciente cúmulo de características subclínicas de tipo bio (Imagen I) Cada nivel de exploración se apoya en metodologías que conducen desde la interioridad hacia los agrupamientos (clusters) sintomáticos. químico, neurofisiológico, endocrinológico, neuroanatómico y neuropsicológico a partir de los cuales podremos avanzar con mayor certidumbre “de la molécula al sindrome” incrementando exponencialmente nuestra eficacia para entender y tratar la enfermedad. A partir de Tsuang (1993) disponemos de criterios claramente establecidos para definirlos, para ser tal un endofenotipo deberá presentar: a) especificidad, el endofenotipo está más ampliamente asociado con la enfermedad de interés que con cualquier otra condición psiquiátrica; b) independencia de estado, el endofenotipo es estable a través del tiempo y no resulta un epifenómeno de la enfermedad o de su tratamiento; c) heredabilidad, la variancia en el endofenotipo está asociada con variación genética; d) asociación familiar, el endofenotipo es más prevalente entre familiares de probandos enfermos comparado con un adecuado grupo control y; e) plausibilidad clínica y biológica, el endofenotipo contiene una relación conceptual con la enfermedad. Esta sistematización de nuestras indagaciones adquiere especial relevancia cuando la aplicamos a los estados depresivos, los trastornos de ansiedad y a las enfermedades relacionadas al estrés como han señalado Angst y Dobler-MIkola (1985,1990,2000); y Merikangas et al, 2003. “Los trastornos del humor y de ansiedad como son definidos por los manuales DSM muestran alta comorbilidad y sustancial fluidez sintomática con frecuentes cambios de subtipos diagnósticos a través del tiempo”. La búsqueda de endofenotipos ha cambiado, asimismo, la dirección de nuestras estrategias de investigación, ya no buceamos desde la clínica hacia la intimidad biológica, en la actualidad se han impuesto las estrategias “de abajo hacia arriba” (bottom-up), desde la genética hacia la manifestación conductual, afectiva y perceptual ESTRATEGIA ABAJO-ARRIBA (BOTTOM-UP) Tamaño Obeto de estudio Técnica de estudio 1 Am ADN Genética 1 µm Neurona Sinapsis Neuroquímica neurofisiología 100 µm Neuronas Histología Neurofisiología Redes neurales Técnicas Neurofisiológicas 1-10 cm Mapas funcionales Neuroimageb PET-RMN-SPECT 10-30 cm Estructura cerebral TAC RM Síntomas aslados Escalas Tests Agrupaciones sintomáticas Criterios Clusters 1 mm imagen 1 Ahora bien, si queremos seguir esta estrategia para comprender las rutas comunes –los endofenotipos- que vinculan desde la comorbilidad y la heterogeneidad clínica a los estados depresivos (ED), los trastornos de ansiedad (TA) y la enfermedades relacionadas al estrés (ERE) ¿cuál sería el mejor punto de partida?, ¿desde qué instancia clínica podríamos comenzar para comprender mejor las rutas fisiopatogénicas que ligan a estas condiciones? El neuroticismo, entendido como una vulnerabilidad general a padecer síntomas depresivos y síntomas de ansiedad bajo estrés se ofrece como un razonable candidato. El neuroticismo, conocido también en su condición de endofenotipo bajo la denominación de “Incremento de la sensibilidad al estrés” implica a los ED, TA y ERE. Si analizamos a uno de ellos, la depresión por ejemplo, comprobamos que la heredabilidad se estima dentro de un rango que se extiende del 31 al 41%, lo que indica que el 49 al 69% (casi dos tercios del total) podría imputarse a factores ambientales, epigenéticos. 3 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 2 Humano (HUPO por sus siglas en inglés), bajo la dirección del Dr Sam Hanash pionero destacado en los estudios sobre proteómica del cáncer. Los conocimientos actuales hacen insostenible lo que fue denominado como uno de los dogmas de la biología, la idea de un gen-una proteína. El mundo de las proteínas aparece como un universo cuantitativamente (y posiblemente, cualitativamente) mayor y más complejo que el de los genes. Para muchas personas quizá supuso una decepción saber que “sólo” poseemos unos 30.000 genes, un número no mucho mayor que el de otros organismos funcionalmente inferiores. Para tales personas podría servirles de consuelo el conocer que la relación entre el número de proteínas y los genes es sólo de 1-2 en bacterias, de 3 en levaduras y levemente superior en organismos intermedios pero que, en los seres humanos ese número es sustancialmente más elevado, posiblemente en el rango de 6-8. Es evidente que tenemos que ir más allá del genoma. Hemos ingresado en la era postgenómica y algunos científicos manejan ya el término de operómica, como el conjunto de abordajes de estudio a realizar durante todo el trayecto que va desde el ADN, pasando por el ARN, hasta las proteínas y el análisis molecular y celular de sus funciones. Dado que casi todos los medicamentos o son proteínas o actúan sobre proteínas la suma de estas hijas del progreso nos pone en los umbrales de una medicina molecular personalizada. En este punto cobra dimensión y sentido la medicina traslacional, impulsada desde el año 2007 por los Institutos Nacionales de Salud de los EE. UU., propone un Programa-guía bajo la premisa de que “Los conocimientos científicos deberían ser transformados en aplicaciones prácticas”, enfatiza que a tenor de la abrumadora cantidad de nuevos hallazgos debiera fortalecerse el camino de dos vías que conduce desde la investigación básica –al nivel molecular-celular- al nivel clínico. La investigación traslacional reactualiza el arcano clínico “the bench at the bedside” (desde el banco del investigador hasta la silla junto la cama del paciente), se propone en suma, un mapa del camino para que la nueva información se convierta en aplicaciones prácticas al servicio de la praxis médica habitual. Por otra parte, la dilucidación del genoma re-jerarquizó a su opuesto conceptual, el ambioma e impulsa una profunda revisión de nuestros sistemas nosográficos, tal vez, el enclave más frágil del edificio gnoseológico psiquiátrico. Nuestros sistemas de clasificación se han basado tradicionalmente en exofenotipos: un conjunto de manifestaciones exteriores, presentes por un espacio de tiempo consensualmente establecido. En la práctica las categorías así determinadas carecen casi por completo de marcadores biológicos que las expliquen o den cuenta de una fisiopatogenia claramente establecida. La fluidez sintomática entre diagnósticos diversos es más la regla que la excepción, las áreas de superposición, interfases y espectros sindrómicos constituyen alternativas provisorias de comprensión que han elevado artificialmente el fenómeno de la “comorbilidad”. La investigación a partir de endofenotipos (desde la intimidad bioquímica, molecular, hacia la clínica) promete la creación de modelos que den sustento racional al proceso de enfermar y otorguen un ratio fundado en certidumbres comprobables a nuestras intervenciones terapéuticas sean estas instrumentadas desde la psicoterapia o la farmacoterapia. Los endofenotipos entendidos como rasgos que se heredan y representan el sustrato genético de la vulnerabilidad en familiares no afectados proponen un creciente cúmulo de características subclínicas de tipo bio (Imagen I) Cada nivel de exploración se apoya en metodologías que conducen desde la interioridad hacia los agrupamientos (clusters) sintomáticos. químico, neurofisiológico, endocrinológico, neuroanatómico y neuropsicológico a partir de los cuales podremos avanzar con mayor certidumbre “de la molécula al sindrome” incrementando exponencialmente nuestra eficacia para entender y tratar la enfermedad. A partir de Tsuang (1993) disponemos de criterios claramente establecidos para definirlos, para ser tal un endofenotipo deberá presentar: a) especificidad, el endofenotipo está más ampliamente asociado con la enfermedad de interés que con cualquier otra condición psiquiátrica; b) independencia de estado, el endofenotipo es estable a través del tiempo y no resulta un epifenómeno de la enfermedad o de su tratamiento; c) heredabilidad, la variancia en el endofenotipo está asociada con variación genética; d) asociación familiar, el endofenotipo es más prevalente entre familiares de probandos enfermos comparado con un adecuado grupo control y; e) plausibilidad clínica y biológica, el endofenotipo contiene una relación conceptual con la enfermedad. Esta sistematización de nuestras indagaciones adquiere especial relevancia cuando la aplicamos a los estados depresivos, los trastornos de ansiedad y a las enfermedades relacionadas al estrés como han señalado Angst y Dobler-MIkola (1985,1990,2000); y Merikangas et al, 2003. “Los trastornos del humor y de ansiedad como son definidos por los manuales DSM muestran alta comorbilidad y sustancial fluidez sintomática con frecuentes cambios de subtipos diagnósticos a través del tiempo”. La búsqueda de endofenotipos ha cambiado, asimismo, la dirección de nuestras estrategias de investigación, ya no buceamos desde la clínica hacia la intimidad biológica, en la actualidad se han impuesto las estrategias “de abajo hacia arriba” (bottom-up), desde la genética hacia la manifestación conductual, afectiva y perceptual ESTRATEGIA ABAJO-ARRIBA (BOTTOM-UP) Tamaño Obeto de estudio Técnica de estudio 1 Am ADN Genética 1 µm Neurona Sinapsis Neuroquímica neurofisiología 100 µm Neuronas Histología Neurofisiología Redes neurales Técnicas Neurofisiológicas 1-10 cm Mapas funcionales Neuroimageb PET-RMN-SPECT 10-30 cm Estructura cerebral TAC RM Síntomas aslados Escalas Tests Agrupaciones sintomáticas Criterios Clusters 1 mm imagen 1 Ahora bien, si queremos seguir esta estrategia para comprender las rutas comunes –los endofenotipos- que vinculan desde la comorbilidad y la heterogeneidad clínica a los estados depresivos (ED), los trastornos de ansiedad (TA) y la enfermedades relacionadas al estrés (ERE) ¿cuál sería el mejor punto de partida?, ¿desde qué instancia clínica podríamos comenzar para comprender mejor las rutas fisiopatogénicas que ligan a estas condiciones? El neuroticismo, entendido como una vulnerabilidad general a padecer síntomas depresivos y síntomas de ansiedad bajo estrés se ofrece como un razonable candidato. El neuroticismo, conocido también en su condición de endofenotipo bajo la denominación de “Incremento de la sensibilidad al estrés” implica a los ED, TA y ERE. Si analizamos a uno de ellos, la depresión por ejemplo, comprobamos que la heredabilidad se estima dentro de un rango que se extiende del 31 al 41%, lo que indica que el 49 al 69% (casi dos tercios del total) podría imputarse a factores ambientales, epigenéticos. 3 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 4 Dada la escasa especificidad entre estresores y evoluciones psicopatológicas, se podría hipotetizar que la interacción genes-estresores da cuenta de la especificidad diferencial resultante. Analizado con los criterios de Tsuang, el neuroticismo cumple cabalmente con los mismos: a) muestra una permanencia relativamente invariable durante la adultez, b) presenta independencia de estado, c) existe consistente evidencia de heredabilidad, asociación familiar y cosegregación, d) no es un residuo de la depresión aunque el estado depresivo impacta sobres sus escores en tanto que, como comprobamos en el estudio GEMA ni los trastornos de ansiedad o las ERE los modifican. Por otra parte, el neuroticismo muestra un impacto género específico, si bien hombres y mujeres se muestran igualmente sensibles a estresores, existen diferencias de género en la respuesta post-estresor. La respuesta ergotrófica inicial se revela idéntica, no así la fase trofotrófica de recuperación. El sistema parasimpático femenino parece operar como un cargado tren de mercancías, lento en su inicio, pero que una vez lanzado demora mucho más en detenerse. Esta particular tendencia hace 3 veces más prevalente la respuesta femenina, guarismo que se revela simétrico con los datos epidemiológicos de los ED y los TA que afectan en una proporción mayor (3 a 1) al sexo femenino. Por todo esto la noción de neuroticismo se ofrece como un constructo diagnóstico consistente, de alta utilidad para estudios genéticos dado que encierra en su sustrato genes de vulnerabilidad. Para abordar de manera secuencial todas las instancias que participan de la respuesta de estrés recurrimos a la sistematización de Hess (1924) y Hellhammer (2008), que discriminan a las tres fases del proceso, la inicial, la fase ergotrófica conformada por el locus coeruleus y el sistema nervioso simpático, prepara globalmente al organismo para la huída o la lucha; la siguiente, la fase trofotrófica integrada por el sistema nervioso parasimpático y el sistema serotoninérgico realiza la tarea de restauración orgánica subsiguiente a la reacción de alarma y, c) mediando entre ambas, opera la fase glandulotrófica de la que participan el núcleo paraventricular, la hipófisis anterior, las glándulas adrenales y los receptores glucocorticoideos. Los tres sistemas operan coordinadamente, modulados por procesos de contrarregulación, de modo que cada uno de ellos puede presentar por causas genéticas o epigenéticas estados diferentes de actividad (hipo o hiperactividad) o reactividad (hipo e hiperactividad). Si contemplamos in toto al sistema, tenemos 3 instancias (ergotrótica, trofotrófica y glandulotrófica), con 8 sub-estaciones, que pueden operar de 4 modos diferentes, en suma 3 X 8 y X 4: 96 niveles en donde el sistema puede operar de modo disfuncional (Imagen 2). 1. INTERFASE ERGOTRÓFICA a) LOCUS COERULEUS b) SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO perfil de 5 dimensiones (neuroticismo, extroversión, apertura, amabilidad y responsabilidad) y, b) el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI-X) (Spielber, Gorsuch y Lushene, 1970) que permite discriminar entre la ansiedad clínica, sintomática (estado) y la ansiedad como rasgo temperamental (rasgo). Compartiremos algunos de los datos obtenidos hasta aquí. (Imagen 4) –adaptativo-, al estrés crónico –deletéreo-; para ello seleccionamos marcadores que fluctúen lentamente, que reflejen cambios somáticos en el largo plazo y que cumplan con los preceptos de la medicina traslacional: que sean de bajo costo, técnicamente accesibles, éticamente aceptables y fácilmente adaptables a marcos interdisciplinarios. Sobre estos ejes diseñamos el Estudio GEMA 20-811, un ensayo naturalístico (en el mundo clínico habitual), prospectivo, de fase IV, en el que evaluamos parámetros cognitivos, neurobioquímicos y calidad de vida relacionada a la salud, en pacientes que presentan ansiedad, neuroticismo y carga alostática, en estado basal y tras su tratamiento con alprazolam. Hemos presentado datos emergentes del Proyecto GEMA (incluídos pacientes de la práctica clínica) en los Congresos de la WPA* (Praga, 2008), WFSBP* (París, 2009) y los haremos prontamente en el CINP* (Hong-Kong, 2010) (Imagen 3) PROYECTO GEMA n: 90 MOPEG 722 V7 0 1000 2000 3000 [3] (8) 4 PROYECTO GEMA ESTUDIO GEMA - 20811 3. INTERFASE GLANDOTRÓFICA EJE HHA a) NÚCLEO PARAVENTRICULAR b) HIPÓFISIS ANTERIOR c) ADRENALES d) RECEPTORES GLUCOCORTICOIDEOS NATURALÍSTICO PROSPECTIVO FASE IV ANISIEDAD NEUROTICISMO CARGA ALOSTÁTICA COGNITIVO NEUROBIOQUÍMICOS CALIDAD DE VIDA 96 Hipoactividad Hiperactividad Hiporreactividad Hiperreactividad 8,6 V7 WPA (Praga, 2008) WFBPS (París, 2009) CINP (Hong-Kong, 2010 15,31 % 9,8 0 1000 2000 3000 4000 imagen 4 Esta imagen refleja el impacto de la acción del alprazolam sobre los mediadores primarios de la respuesta de estrés. Revela las variaciones del MOPEG (3-metoxi-4.hidroxifenietilglicol), el producto final de noradrenalina, expresión fiel de la activación ergotrófica, medido desde la visita 1 (basal, sin tratamiento) hasta la visita 7 en la que se completaron 90 días de tratamiento con alprazolam. El resultado es elocuente, sobre un n de 90 pacientes se verifica un descenso del 81,12% como respuesta. El cortisol, a su vez, es un parámetro que expresa la dimensión glandulotrófica de la respuesta de estrés (RE), muestra aquí un descenso más lento y sostenido en el tiempo de 15,31% respecto del basal. Ambos se midieron en saliva, con una técnica no invasiva y traslacional. (Imagen 5) imagen 2 Para estudiar las interfases de la respuesta de estrés en sus distintos niveles de integración recurrimos a estrategias de evaluación de marcadores de carga alostática. Para estos procedimientos adoptamos y desarrollamos técnicas que permiten mensurar los cambios que se producen en el pasaje de la respuesta al estrés agudo 4000 COTISOL V1 2. INTERFASE TROFOTRÓFICA a) SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO. b) SISTEMA SEROTONINÉRGICO. 81,12 % 3825 V1 ALPRAZOLAM (Soria, Remedi, Roldan, Nuñez, 2008) imagen 3 Si deseamos acercarnos con un criterio bottomup a las bases genómicas de la ansiedad, el estrés y de las enfermedades relacionadas al estrés, el neuroticismo aparece como un favorable candidato por su perfil dimensional. Dos instrumentos resultan útiles en su detección, a) la Escala NEO-FFI (Costa y MacRae, 1986) aplicable al estado de normalidad y que brinda un - WPA: World Psychiatric Association. - WFSBP: World Federation of Societies of Biological Psychiatry - CINP: International College of Neuropsychopharmacology 5 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 4 Dada la escasa especificidad entre estresores y evoluciones psicopatológicas, se podría hipotetizar que la interacción genes-estresores da cuenta de la especificidad diferencial resultante. Analizado con los criterios de Tsuang, el neuroticismo cumple cabalmente con los mismos: a) muestra una permanencia relativamente invariable durante la adultez, b) presenta independencia de estado, c) existe consistente evidencia de heredabilidad, asociación familiar y cosegregación, d) no es un residuo de la depresión aunque el estado depresivo impacta sobres sus escores en tanto que, como comprobamos en el estudio GEMA ni los trastornos de ansiedad o las ERE los modifican. Por otra parte, el neuroticismo muestra un impacto género específico, si bien hombres y mujeres se muestran igualmente sensibles a estresores, existen diferencias de género en la respuesta post-estresor. La respuesta ergotrófica inicial se revela idéntica, no así la fase trofotrófica de recuperación. El sistema parasimpático femenino parece operar como un cargado tren de mercancías, lento en su inicio, pero que una vez lanzado demora mucho más en detenerse. Esta particular tendencia hace 3 veces más prevalente la respuesta femenina, guarismo que se revela simétrico con los datos epidemiológicos de los ED y los TA que afectan en una proporción mayor (3 a 1) al sexo femenino. Por todo esto la noción de neuroticismo se ofrece como un constructo diagnóstico consistente, de alta utilidad para estudios genéticos dado que encierra en su sustrato genes de vulnerabilidad. Para abordar de manera secuencial todas las instancias que participan de la respuesta de estrés recurrimos a la sistematización de Hess (1924) y Hellhammer (2008), que discriminan a las tres fases del proceso, la inicial, la fase ergotrófica conformada por el locus coeruleus y el sistema nervioso simpático, prepara globalmente al organismo para la huída o la lucha; la siguiente, la fase trofotrófica integrada por el sistema nervioso parasimpático y el sistema serotoninérgico realiza la tarea de restauración orgánica subsiguiente a la reacción de alarma y, c) mediando entre ambas, opera la fase glandulotrófica de la que participan el núcleo paraventricular, la hipófisis anterior, las glándulas adrenales y los receptores glucocorticoideos. Los tres sistemas operan coordinadamente, modulados por procesos de contrarregulación, de modo que cada uno de ellos puede presentar por causas genéticas o epigenéticas estados diferentes de actividad (hipo o hiperactividad) o reactividad (hipo e hiperactividad). Si contemplamos in toto al sistema, tenemos 3 instancias (ergotrótica, trofotrófica y glandulotrófica), con 8 sub-estaciones, que pueden operar de 4 modos diferentes, en suma 3 X 8 y X 4: 96 niveles en donde el sistema puede operar de modo disfuncional (Imagen 2). 1. INTERFASE ERGOTRÓFICA a) LOCUS COERULEUS b) SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO perfil de 5 dimensiones (neuroticismo, extroversión, apertura, amabilidad y responsabilidad) y, b) el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI-X) (Spielber, Gorsuch y Lushene, 1970) que permite discriminar entre la ansiedad clínica, sintomática (estado) y la ansiedad como rasgo temperamental (rasgo). Compartiremos algunos de los datos obtenidos hasta aquí. (Imagen 4) –adaptativo-, al estrés crónico –deletéreo-; para ello seleccionamos marcadores que fluctúen lentamente, que reflejen cambios somáticos en el largo plazo y que cumplan con los preceptos de la medicina traslacional: que sean de bajo costo, técnicamente accesibles, éticamente aceptables y fácilmente adaptables a marcos interdisciplinarios. Sobre estos ejes diseñamos el Estudio GEMA 20-811, un ensayo naturalístico (en el mundo clínico habitual), prospectivo, de fase IV, en el que evaluamos parámetros cognitivos, neurobioquímicos y calidad de vida relacionada a la salud, en pacientes que presentan ansiedad, neuroticismo y carga alostática, en estado basal y tras su tratamiento con alprazolam. Hemos presentado datos emergentes del Proyecto GEMA (incluídos pacientes de la práctica clínica) en los Congresos de la WPA* (Praga, 2008), WFSBP* (París, 2009) y los haremos prontamente en el CINP* (Hong-Kong, 2010) (Imagen 3) PROYECTO GEMA n: 90 MOPEG 722 V7 0 1000 2000 3000 [3] (8) 4 PROYECTO GEMA ESTUDIO GEMA - 20811 3. INTERFASE GLANDOTRÓFICA EJE HHA a) NÚCLEO PARAVENTRICULAR b) HIPÓFISIS ANTERIOR c) ADRENALES d) RECEPTORES GLUCOCORTICOIDEOS NATURALÍSTICO PROSPECTIVO FASE IV ANISIEDAD NEUROTICISMO CARGA ALOSTÁTICA COGNITIVO NEUROBIOQUÍMICOS CALIDAD DE VIDA 96 Hipoactividad Hiperactividad Hiporreactividad Hiperreactividad 8,6 V7 WPA (Praga, 2008) WFBPS (París, 2009) CINP (Hong-Kong, 2010 15,31 % 9,8 0 1000 2000 3000 4000 imagen 4 Esta imagen refleja el impacto de la acción del alprazolam sobre los mediadores primarios de la respuesta de estrés. Revela las variaciones del MOPEG (3-metoxi-4.hidroxifenietilglicol), el producto final de noradrenalina, expresión fiel de la activación ergotrófica, medido desde la visita 1 (basal, sin tratamiento) hasta la visita 7 en la que se completaron 90 días de tratamiento con alprazolam. El resultado es elocuente, sobre un n de 90 pacientes se verifica un descenso del 81,12% como respuesta. El cortisol, a su vez, es un parámetro que expresa la dimensión glandulotrófica de la respuesta de estrés (RE), muestra aquí un descenso más lento y sostenido en el tiempo de 15,31% respecto del basal. Ambos se midieron en saliva, con una técnica no invasiva y traslacional. (Imagen 5) imagen 2 Para estudiar las interfases de la respuesta de estrés en sus distintos niveles de integración recurrimos a estrategias de evaluación de marcadores de carga alostática. Para estos procedimientos adoptamos y desarrollamos técnicas que permiten mensurar los cambios que se producen en el pasaje de la respuesta al estrés agudo 4000 COTISOL V1 2. INTERFASE TROFOTRÓFICA a) SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO. b) SISTEMA SEROTONINÉRGICO. 81,12 % 3825 V1 ALPRAZOLAM (Soria, Remedi, Roldan, Nuñez, 2008) imagen 3 Si deseamos acercarnos con un criterio bottomup a las bases genómicas de la ansiedad, el estrés y de las enfermedades relacionadas al estrés, el neuroticismo aparece como un favorable candidato por su perfil dimensional. Dos instrumentos resultan útiles en su detección, a) la Escala NEO-FFI (Costa y MacRae, 1986) aplicable al estado de normalidad y que brinda un - WPA: World Psychiatric Association. - WFSBP: World Federation of Societies of Biological Psychiatry - CINP: International College of Neuropsychopharmacology 5 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS PROYECTO GEMA N:90 6 STAI (AE) STAI (AR) 25,2 V7 37,1 V1 10 0 20 30,1 V7 30 35,0 V1 40 0 10 19,15 % HARS 35,58 10 0 20 75,58 % 40 30 40 27,67 V7 V1 30 NEO-FI 8,58 V7 20 7,52 % 30 30,0 V1 40 0 10 20 7,77 % imagen 5 En esta imagen cotejamos variables diferentes, en la HARS (Escala de Hamilton para la ansiedad; Hamilton, 1959) se verifica un descenso ostensible, del 75,58%, en la ansiedad sintomática, que se acompaña con una disminución del 19,08% en la ansiedad estado (AE en le STAI-X). Ambas reflejan la clínica ansiosa con un matiz singular, la STAI-X es auto-administrada -el paciente es su propio evaluador-, en la HARS el médico es el examinador. El cotejo de la diferencia de guarismos entre lo que se observa objetivamente desde afuera y la autopercepción por el paciente es llamativo: 75,58% vs. 19,15% (una diferencia del 56,43%) y manifiesta cómo se imprimen las cogniciones negativas del neuroticismo en los sistemas de percepción. Pero tal vez el cotejo más interesante surja al observar la simetría de descenso entre la variante neuroticismo del NEO-FFI (7,77%) y la ansiedad-rasgo del STAI-X (7,52%), lo que señala que la vertiente temperamental -ligada a la dotación genética del individuo- sólo registra cambios leves bajo tratamiento. Resumiendo los datos: el MOPEG y la clínica ansiosa se muestran altamente reductibles y controlables bajo tratamiento con alprazolam, el MOPEG espeja la respuesta ergotrófica –de acti vación- de la RE y aparece como el elemento más dinámico e influenciable por lo ambiental o epigenético. La respuesta del MOPEG ante la acción de alprazolam sugiere la existencia de un mecanismo de modulación frente al impacto ambiental, mientas que la impronta genómica (expresada por el neuroticismo y la ansiedad-rasgo) se muestra escasamente influenciable por el tratamiento. Dos conclusiones resultan evidentes: a) podemos modular farmacológicamente el impacto epigenético y, b) lo genético se muestra ligado a lo causal pero inabordable –con los recursos actuales- a nuestra posibilidad de intervención. Y es en esta senda -todavía inaccesibleen donde debemos profundizar. Los estudios en gemelos mono y dicigóticos muestran discordancias clínicas entre poblaciones genéticamente idénticas. Estas diferencias sólo pueden explicarse por otro factor: la incidencia de mecanismos epigenéticos que resultan operativos en el control de la expresividad genética. La acción ambiental sobre la fase fenocrítica suma a la ecuación el factor temporal, en los procesos de desarrollo los genes presentan un momento crítico de acción, en el cual la influencia del entorno puede determinar la actividad génica al modificar su penetrancia y expresividad. Uno de los grandes hallazgos recientes es nuestra comprensión de los procesos de neurogénesis, el cerebro no es –como tradicionalmente consideramos– un órgano que se desplaza por el curso vital desde una primavera hacia un otoño neuronal. Los aportes de Mc Ewen muestran que en el gyrus dentado y en el área CA3 del hipocampo se producen fenómenos de neuroplasticidad. Pero, estas áreas de progenie se acompañan de muchas otras en dónde las neuronas no son reemplazadas por lo que, impactos tempranos pueden dejar cambios permanentes o semipermanentes en la transcripción génica, reforzados por “second hits” (segundos impactos) que plazo. Un concepto central para comprender la elevada comorbilidad entre ED, TA y ERE, es el de la ubicuidad de las cascadas de señalización. En su origen genético, las moléculas de señalización presentan variantes alélicas y están sujetas, también, a alteraciones en la transcripción que dan lugar a distintos tipos de anomalías. Muchas de ellas, a pesar de estar ampliamente difundidas, resultan compatibles con la vida y aún con diversos “estados de salud”, pero también es dable la presencia de averías repetidas y topográficamente circunscriptas que provocan enfermedad y afectación de múltiples sistemas (con su traducción clínica de fenómenos comórbidos), la enfermedad comórbida se produce, entonces, cuando una vastedad de diferentes transcriptomas (todos los transcriptos presentes en un tiempo dado) impactan sobre tejidos y sistemas diversos de modo simultáneo. Y esto se sustenta por que nuestro organismo opera con cascadas de señalización compartidas de modo que anomalías unitarias se replican en tejidos diferentes, influyen en esto las variantes tejido-específica, la haploinsuficiencia, el imprinting genético, los fenómenos de splicing (empalmes alternativos) y las variaciones estoicoisométricas. A estas anomalías múltiples y topográficamente circunscriptas se oponen los mecanismos resilientes, esto es, la capacidad de los tejidos de compensar anomalías. Cuando los mecanismos resilientes resultan desbordados por los transcriptos anómalos surge la enfermedad en forma de clusters (agrupamientos) sindrómicos clínicamente diversos (si los examinamos desde los exofenotipos) e íntimamente conectados desde lo fisiopatogénico (si los examinamos desde los endofenotipos) dado que proceden de cascadas de señalización compartidas. Allí está la clave de por qué afrontamos procesos disímiles en la clínica pero hermanados en su génesis y sobre los que resultan operantes idénticos agentes terapéuticos. Por pueden conducir a la producción de fenómenos temporalmente distantes del evento inicial. Allí es donde el estudio de la epigenética adquiere su rol fundamental en la respuesta a la pregunta ¿por qué mecanismos eventos vitales tempranos regulan cambios conductuales en el largo plazo?, cambios que se expresan en disímiles adopciones de estrategias de afrontamiento de la realidad y que podrían explicarse por diferencias en la expresividad genética. Conocemos algunos de estos mecanismos tempranos, por ejemplo que, en el interjuego entre factores de transcripción y el ADN pueden producirse modificaciones covalentes por mecanismos de metilación o cambios en la expresividad del ADN por acetilación de las histonas y, también, por qué experiencias negativas tempranas como el abuso o la negligencia parental pueden decantar en vulnerabilidad para ansiedad y depresión a través de un aumento persistente en la expresión del gen del CRF y en la actividad neuronal del CRF. Pero el avance más notable es nuestra comprensión de la actividad de las moléculas de señalización intracelular ligadas a factores neurotróficos. Cuando analizamos la comorbilidad entre estados depresivos, trastornos de ansiedad y enfermedades relacionadas al estrés encontramos que comparten prominentes déficits cognitivos y cambios volumétricos del cerebro lo que sugiere modificaciones evidentes en la plasticidad y en los mecanismos de resiliencia neural. Valga como ejemplo la actividad del BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) elemento clave en el crecimiento, funcionamiento y sobrevivencia de las neuronas ejercido a través del soporte trófico e inhibición de las cascadas de muerte celular. En los procesos mórbidos referidos (cambios cognitivos y volumétricos) se comprueba un descenso del BDNF, el TrkB –su receptor intracelulary en el CREB, elemento clave en la conversión de la memoria de corto plazo en memoria de largo 7 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS PROYECTO GEMA N:90 6 STAI (AE) STAI (AR) 25,2 V7 37,1 V1 10 0 20 30,1 V7 30 35,0 V1 40 0 10 19,15 % HARS 35,58 10 0 20 75,58 % 40 30 40 27,67 V7 V1 30 NEO-FI 8,58 V7 20 7,52 % 30 30,0 V1 40 0 10 20 7,77 % imagen 5 En esta imagen cotejamos variables diferentes, en la HARS (Escala de Hamilton para la ansiedad; Hamilton, 1959) se verifica un descenso ostensible, del 75,58%, en la ansiedad sintomática, que se acompaña con una disminución del 19,08% en la ansiedad estado (AE en le STAI-X). Ambas reflejan la clínica ansiosa con un matiz singular, la STAI-X es auto-administrada -el paciente es su propio evaluador-, en la HARS el médico es el examinador. El cotejo de la diferencia de guarismos entre lo que se observa objetivamente desde afuera y la autopercepción por el paciente es llamativo: 75,58% vs. 19,15% (una diferencia del 56,43%) y manifiesta cómo se imprimen las cogniciones negativas del neuroticismo en los sistemas de percepción. Pero tal vez el cotejo más interesante surja al observar la simetría de descenso entre la variante neuroticismo del NEO-FFI (7,77%) y la ansiedad-rasgo del STAI-X (7,52%), lo que señala que la vertiente temperamental -ligada a la dotación genética del individuo- sólo registra cambios leves bajo tratamiento. Resumiendo los datos: el MOPEG y la clínica ansiosa se muestran altamente reductibles y controlables bajo tratamiento con alprazolam, el MOPEG espeja la respuesta ergotrófica –de acti vación- de la RE y aparece como el elemento más dinámico e influenciable por lo ambiental o epigenético. La respuesta del MOPEG ante la acción de alprazolam sugiere la existencia de un mecanismo de modulación frente al impacto ambiental, mientas que la impronta genómica (expresada por el neuroticismo y la ansiedad-rasgo) se muestra escasamente influenciable por el tratamiento. Dos conclusiones resultan evidentes: a) podemos modular farmacológicamente el impacto epigenético y, b) lo genético se muestra ligado a lo causal pero inabordable –con los recursos actuales- a nuestra posibilidad de intervención. Y es en esta senda -todavía inaccesibleen donde debemos profundizar. Los estudios en gemelos mono y dicigóticos muestran discordancias clínicas entre poblaciones genéticamente idénticas. Estas diferencias sólo pueden explicarse por otro factor: la incidencia de mecanismos epigenéticos que resultan operativos en el control de la expresividad genética. La acción ambiental sobre la fase fenocrítica suma a la ecuación el factor temporal, en los procesos de desarrollo los genes presentan un momento crítico de acción, en el cual la influencia del entorno puede determinar la actividad génica al modificar su penetrancia y expresividad. Uno de los grandes hallazgos recientes es nuestra comprensión de los procesos de neurogénesis, el cerebro no es –como tradicionalmente consideramos– un órgano que se desplaza por el curso vital desde una primavera hacia un otoño neuronal. Los aportes de Mc Ewen muestran que en el gyrus dentado y en el área CA3 del hipocampo se producen fenómenos de neuroplasticidad. Pero, estas áreas de progenie se acompañan de muchas otras en dónde las neuronas no son reemplazadas por lo que, impactos tempranos pueden dejar cambios permanentes o semipermanentes en la transcripción génica, reforzados por “second hits” (segundos impactos) que plazo. Un concepto central para comprender la elevada comorbilidad entre ED, TA y ERE, es el de la ubicuidad de las cascadas de señalización. En su origen genético, las moléculas de señalización presentan variantes alélicas y están sujetas, también, a alteraciones en la transcripción que dan lugar a distintos tipos de anomalías. Muchas de ellas, a pesar de estar ampliamente difundidas, resultan compatibles con la vida y aún con diversos “estados de salud”, pero también es dable la presencia de averías repetidas y topográficamente circunscriptas que provocan enfermedad y afectación de múltiples sistemas (con su traducción clínica de fenómenos comórbidos), la enfermedad comórbida se produce, entonces, cuando una vastedad de diferentes transcriptomas (todos los transcriptos presentes en un tiempo dado) impactan sobre tejidos y sistemas diversos de modo simultáneo. Y esto se sustenta por que nuestro organismo opera con cascadas de señalización compartidas de modo que anomalías unitarias se replican en tejidos diferentes, influyen en esto las variantes tejido-específica, la haploinsuficiencia, el imprinting genético, los fenómenos de splicing (empalmes alternativos) y las variaciones estoicoisométricas. A estas anomalías múltiples y topográficamente circunscriptas se oponen los mecanismos resilientes, esto es, la capacidad de los tejidos de compensar anomalías. Cuando los mecanismos resilientes resultan desbordados por los transcriptos anómalos surge la enfermedad en forma de clusters (agrupamientos) sindrómicos clínicamente diversos (si los examinamos desde los exofenotipos) e íntimamente conectados desde lo fisiopatogénico (si los examinamos desde los endofenotipos) dado que proceden de cascadas de señalización compartidas. Allí está la clave de por qué afrontamos procesos disímiles en la clínica pero hermanados en su génesis y sobre los que resultan operantes idénticos agentes terapéuticos. Por pueden conducir a la producción de fenómenos temporalmente distantes del evento inicial. Allí es donde el estudio de la epigenética adquiere su rol fundamental en la respuesta a la pregunta ¿por qué mecanismos eventos vitales tempranos regulan cambios conductuales en el largo plazo?, cambios que se expresan en disímiles adopciones de estrategias de afrontamiento de la realidad y que podrían explicarse por diferencias en la expresividad genética. Conocemos algunos de estos mecanismos tempranos, por ejemplo que, en el interjuego entre factores de transcripción y el ADN pueden producirse modificaciones covalentes por mecanismos de metilación o cambios en la expresividad del ADN por acetilación de las histonas y, también, por qué experiencias negativas tempranas como el abuso o la negligencia parental pueden decantar en vulnerabilidad para ansiedad y depresión a través de un aumento persistente en la expresión del gen del CRF y en la actividad neuronal del CRF. Pero el avance más notable es nuestra comprensión de la actividad de las moléculas de señalización intracelular ligadas a factores neurotróficos. Cuando analizamos la comorbilidad entre estados depresivos, trastornos de ansiedad y enfermedades relacionadas al estrés encontramos que comparten prominentes déficits cognitivos y cambios volumétricos del cerebro lo que sugiere modificaciones evidentes en la plasticidad y en los mecanismos de resiliencia neural. Valga como ejemplo la actividad del BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) elemento clave en el crecimiento, funcionamiento y sobrevivencia de las neuronas ejercido a través del soporte trófico e inhibición de las cascadas de muerte celular. En los procesos mórbidos referidos (cambios cognitivos y volumétricos) se comprueba un descenso del BDNF, el TrkB –su receptor intracelulary en el CREB, elemento clave en la conversión de la memoria de corto plazo en memoria de largo 7 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 8 vía de la comorbilidad podemos comprender al neuroticismo como un estado premórbido con potencial de devenir bajo condiciones estresantes en ED, TA y ERE. Y podemos entender, además, por qué estos estados se pueden asociar -por endofenotipos compartidos y alteraciones comunes en las cascadas de señalización- con enfermedad cardiovascular, enfermedad atópica, diabetes tipo II, migraña y síndrome metabólico. Sirva como ejemplo el hallazgo de una variante alélica en la genómica del AMPc que modifica la reactividad vascular generando migraña en asociación con ED, TD y ERE, por el mecanismo de endofenotipos compartidos en las cascadas de señalización intracelular. Tenemos así una explicación de la comorbilidad. Avancemos ahora, en nuestro intento de comprensión de la heterogeneidad clínica que ofrecen los ED, los TA y las ERE. Hasta la dilucidación del genoma humano nuestros intentos para conocer el funcionalismo cerebral se basaban en modelos computacionales centrados en el procesamiento de la información, en la actualidad -genómica mediante- nuestro interés se ha desplazado al estudio de los microcircuitos implicados en la respuesta emocional y allí la serotonina (5-HT) juega un rol central. Desde lo filogenético el sistema serotoninérgico forma parte de un sistema de señales químicas al servicio de la comunicación intercelular. Es un sistema muy antiguo cuya existencia se ha probado en organismos tan sencillos como las esponjas y en épocas previas al desarrollo del sistema nervioso central. Desde el punto de vista evolutivo ha ido incrementando su aptitud funcional por el aumento y diversificación del número de sus receptores. Los genes que les dan origen presentan un tronco común lo que alude a variantes de una familia génica primordial que por procesos de duplicación y divergencia han incre mentado su número y complejidad, acrecentando con ello su aptitud funcional, de allí que el número de sub-receptores serotoninérgicos constituye un reloj evolutivo que refleja la complejidad funcional de un organismo. Desde la perspectiva funcional la serotonina opera como un modulador general autorregulado pues sus neuronas presentan una actividad tónica rítmica, con un patrón de marcapasos autónomo que genera potenciales de acción de 0,5 a 3 Hz, que determina un “tono serotoninérgico difuso”, un barrido -símil radar- de la actividad cerebral que le otorga una amplia función homeostática al servicio del procesamiento de la información global. Simultáneamente y merced a la exquisita especialización de sus receptores maneja también señales puntuales y altamente discriminativas. Por medio de ambos sistemas –el barrido de “brocha gorda” y la pincelada puntual del subreceptor- modula el balance entre la corteza frontal y el sistema límbico. En suma el equilibrio entre el segundo y tercer cerebro (en la lectura de McLean) o entre los sistemas que rigen la emoción y las funciones mentales superiores. La extensa ramificación del sistema de la serotonina la convierte en un instrumento romo. En vez de transmitir una información altamente específica, el sistema es más apto para activar grandes secciones del cerebro. Dado el efecto de “brocha gorda” de la serotonina, todo lo que altere el sistema serotoninérgico causará un gran efecto en el humor, la conducta y la autopercepción. He allí una de las claves de la heterogeneidad clínica: una disfunción en el sistema serotoninérgico se expresará en múltiples sistemas y tejidos. Entre los factores que pueden afectar el sistema se incluyen las drogas, las experiencias de vida y, desde un principio, los genes. Los genes proporcionan al cuerpo el plano para Por ende, todo lo que afecte al transportador de 5-HT afectará a los rasgos psicológicos y funcionales bajo su control. De tal modo que, en la complejidad funcional de la 5-HT destaca el papel de la proteína transportadora (5-HTT). El transportador de 5-HT es un auténtico “cuello de botella funcional” en la regulación serotoninérgica. La disminución en su actividad provoca un cambio muy significativo en toda la regulación serotoninérgica y en la cantidad de 5-HT disponible en la sinapsis. Asumido esto, resulta justificado que se prestara especial atención a los genes que codifican la función serotoninérgica y en particular al gen codificador del 5-HTT. El gen 5-HTT se localiza en la posición 17q11.1-q12. En su región reguladora destaca un elemento único, rico en GC (guanina-citosina). Este elemento repetitivo da origen a la aparición de un polimorfismo, debido a la existencia de un indel (inserción/deleción) de 44 pares de bases que afecta a las repeticiones VI, VII y VIII. El polimorfismo recibe el nombre de 5-HTTPLR (5-HTT gene linked polimophic region) y mayoritariamente produce la aparición de dos alelos: el alelo S (por short, corto) y el L (por long, largo), cuya frecuencia es 43 y 53 % respectivamente en la población caucasiana. El polimorfismo 5-HTTLPR es exclusivo de la especie humana y de los primates simios. Los grandes monos (orangután, gorila y chimpancé) presentan alelos con 18 y 20 repeticiones. En hominoides, los diferentes alelos se han originado a partir de las variaciones sufridas por un único locus (el locus PL1) y se ha descrito un locus alternativo (el locus PL2) en el macaco Rhesus. El hecho de que se observe, tanto en la superfamilia de los hominoides como en la de los cercopitecoides -representada por los macacos- un polimorfismo muy similar en el promotor del gen 5-HTT ha permitido sugerir la hipótesis de que una secuencia progenitora a dicho polimorfismo, probablemente de origen viral, se introdujo en el genoma de un antepasa el sistema de la serotonina y luego lo construyen. El sistema, como tal, estará en su sitio desde antes del nacimiento, respondiendo a los estímulos exteriores y a las necesidades del cuerpo. Cuando una de estas neuronas entra en excitación, dentro de la célula migran paquetes de serotonina hacia la pared celular y vierten sus cargas en los espacios intercelulares. La serotonina liberada puede seguir dos caminos: o bien se liga a las moléculas receptoras que inician una reacción química, o bien regresa al paquete sin haber sido utilizada, proceso que se denomina recaptación. La recaptación está bajo el control de una proteína especial que se denomina transportador. El transportador es el blanco primordial de numerosos fármacos antidepresivos. Si los niveles del transportador son bajos o si no funciona adecuadamente, se incrementan los niveles de serotonina circulante en el cerebro y se aumentan, simultáneamente, los niveles de ansiedad. Si el transportador funciona adecuadamente, aproximadamente el 80% de la 5-HT es recaptada hacia el interior celular. Existen muchos receptores de 5-HT cada uno de los cuales es producido por su propio gen distintivo. Se han identificado más de 20 receptores de 5-HT y sus genes han sido clonados. Las sutiles diferencias estructurales entre los distintos receptores les conceden un papel específico en los distintos procesos de modulación de la sinfonía funcional. A mayor complejidad funcional de un organismo, mayor será el número de receptores serotoninérgicos e, inversamente, un alto número de receptores 5-HT indica una progenie evolutiva más moderna en la escala de la evolución. Esta diversidad de receptores, sumada a la amplia distribución geográfica de las células 5-HT, explica por qué 5-HT afecta a tantas funciones cerebrales diferentes. Pero, aunque existen tantos receptores, disponemos de un sólo transportador de 5-HT, dependiente de un único gen. 9 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 8 vía de la comorbilidad podemos comprender al neuroticismo como un estado premórbido con potencial de devenir bajo condiciones estresantes en ED, TA y ERE. Y podemos entender, además, por qué estos estados se pueden asociar -por endofenotipos compartidos y alteraciones comunes en las cascadas de señalización- con enfermedad cardiovascular, enfermedad atópica, diabetes tipo II, migraña y síndrome metabólico. Sirva como ejemplo el hallazgo de una variante alélica en la genómica del AMPc que modifica la reactividad vascular generando migraña en asociación con ED, TD y ERE, por el mecanismo de endofenotipos compartidos en las cascadas de señalización intracelular. Tenemos así una explicación de la comorbilidad. Avancemos ahora, en nuestro intento de comprensión de la heterogeneidad clínica que ofrecen los ED, los TA y las ERE. Hasta la dilucidación del genoma humano nuestros intentos para conocer el funcionalismo cerebral se basaban en modelos computacionales centrados en el procesamiento de la información, en la actualidad -genómica mediante- nuestro interés se ha desplazado al estudio de los microcircuitos implicados en la respuesta emocional y allí la serotonina (5-HT) juega un rol central. Desde lo filogenético el sistema serotoninérgico forma parte de un sistema de señales químicas al servicio de la comunicación intercelular. Es un sistema muy antiguo cuya existencia se ha probado en organismos tan sencillos como las esponjas y en épocas previas al desarrollo del sistema nervioso central. Desde el punto de vista evolutivo ha ido incrementando su aptitud funcional por el aumento y diversificación del número de sus receptores. Los genes que les dan origen presentan un tronco común lo que alude a variantes de una familia génica primordial que por procesos de duplicación y divergencia han incre mentado su número y complejidad, acrecentando con ello su aptitud funcional, de allí que el número de sub-receptores serotoninérgicos constituye un reloj evolutivo que refleja la complejidad funcional de un organismo. Desde la perspectiva funcional la serotonina opera como un modulador general autorregulado pues sus neuronas presentan una actividad tónica rítmica, con un patrón de marcapasos autónomo que genera potenciales de acción de 0,5 a 3 Hz, que determina un “tono serotoninérgico difuso”, un barrido -símil radar- de la actividad cerebral que le otorga una amplia función homeostática al servicio del procesamiento de la información global. Simultáneamente y merced a la exquisita especialización de sus receptores maneja también señales puntuales y altamente discriminativas. Por medio de ambos sistemas –el barrido de “brocha gorda” y la pincelada puntual del subreceptor- modula el balance entre la corteza frontal y el sistema límbico. En suma el equilibrio entre el segundo y tercer cerebro (en la lectura de McLean) o entre los sistemas que rigen la emoción y las funciones mentales superiores. La extensa ramificación del sistema de la serotonina la convierte en un instrumento romo. En vez de transmitir una información altamente específica, el sistema es más apto para activar grandes secciones del cerebro. Dado el efecto de “brocha gorda” de la serotonina, todo lo que altere el sistema serotoninérgico causará un gran efecto en el humor, la conducta y la autopercepción. He allí una de las claves de la heterogeneidad clínica: una disfunción en el sistema serotoninérgico se expresará en múltiples sistemas y tejidos. Entre los factores que pueden afectar el sistema se incluyen las drogas, las experiencias de vida y, desde un principio, los genes. Los genes proporcionan al cuerpo el plano para Por ende, todo lo que afecte al transportador de 5-HT afectará a los rasgos psicológicos y funcionales bajo su control. De tal modo que, en la complejidad funcional de la 5-HT destaca el papel de la proteína transportadora (5-HTT). El transportador de 5-HT es un auténtico “cuello de botella funcional” en la regulación serotoninérgica. La disminución en su actividad provoca un cambio muy significativo en toda la regulación serotoninérgica y en la cantidad de 5-HT disponible en la sinapsis. Asumido esto, resulta justificado que se prestara especial atención a los genes que codifican la función serotoninérgica y en particular al gen codificador del 5-HTT. El gen 5-HTT se localiza en la posición 17q11.1-q12. En su región reguladora destaca un elemento único, rico en GC (guanina-citosina). Este elemento repetitivo da origen a la aparición de un polimorfismo, debido a la existencia de un indel (inserción/deleción) de 44 pares de bases que afecta a las repeticiones VI, VII y VIII. El polimorfismo recibe el nombre de 5-HTTPLR (5-HTT gene linked polimophic region) y mayoritariamente produce la aparición de dos alelos: el alelo S (por short, corto) y el L (por long, largo), cuya frecuencia es 43 y 53 % respectivamente en la población caucasiana. El polimorfismo 5-HTTLPR es exclusivo de la especie humana y de los primates simios. Los grandes monos (orangután, gorila y chimpancé) presentan alelos con 18 y 20 repeticiones. En hominoides, los diferentes alelos se han originado a partir de las variaciones sufridas por un único locus (el locus PL1) y se ha descrito un locus alternativo (el locus PL2) en el macaco Rhesus. El hecho de que se observe, tanto en la superfamilia de los hominoides como en la de los cercopitecoides -representada por los macacos- un polimorfismo muy similar en el promotor del gen 5-HTT ha permitido sugerir la hipótesis de que una secuencia progenitora a dicho polimorfismo, probablemente de origen viral, se introdujo en el genoma de un antepasa el sistema de la serotonina y luego lo construyen. El sistema, como tal, estará en su sitio desde antes del nacimiento, respondiendo a los estímulos exteriores y a las necesidades del cuerpo. Cuando una de estas neuronas entra en excitación, dentro de la célula migran paquetes de serotonina hacia la pared celular y vierten sus cargas en los espacios intercelulares. La serotonina liberada puede seguir dos caminos: o bien se liga a las moléculas receptoras que inician una reacción química, o bien regresa al paquete sin haber sido utilizada, proceso que se denomina recaptación. La recaptación está bajo el control de una proteína especial que se denomina transportador. El transportador es el blanco primordial de numerosos fármacos antidepresivos. Si los niveles del transportador son bajos o si no funciona adecuadamente, se incrementan los niveles de serotonina circulante en el cerebro y se aumentan, simultáneamente, los niveles de ansiedad. Si el transportador funciona adecuadamente, aproximadamente el 80% de la 5-HT es recaptada hacia el interior celular. Existen muchos receptores de 5-HT cada uno de los cuales es producido por su propio gen distintivo. Se han identificado más de 20 receptores de 5-HT y sus genes han sido clonados. Las sutiles diferencias estructurales entre los distintos receptores les conceden un papel específico en los distintos procesos de modulación de la sinfonía funcional. A mayor complejidad funcional de un organismo, mayor será el número de receptores serotoninérgicos e, inversamente, un alto número de receptores 5-HT indica una progenie evolutiva más moderna en la escala de la evolución. Esta diversidad de receptores, sumada a la amplia distribución geográfica de las células 5-HT, explica por qué 5-HT afecta a tantas funciones cerebrales diferentes. Pero, aunque existen tantos receptores, disponemos de un sólo transportador de 5-HT, dependiente de un único gen. 9 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 10 do común hace unos 40 millones de años. El polimorfismo 5-HTTPLR constituye actualmente uno de los polimorfismos más atractivos y estudiados en el gen 5-HTT. El gen 5-HTT ha sido propuesto como candidato en muchas patologías neuropsiquiátricas, incluyendo rasgos de personalidad como el neuroticismo, la impulsividad y el suicidio, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno bipolar, el trastorno de pánico, el autismo y la esquizofrenia. Como en todos los estudios de asociación, se impone la prudencia en la interpretación de los resultados positivos ya que el fenotipo que se analiza está quizás demasiado alejado de lo que ocurre en realidad en el cerebro de un individuo homocigoto SS o de un heterocigoto LS. Por esto, resultan especialmente interesantes los trabajos de integración de técnicas como el de Hariri et al (2002) en los que, mediante el análisis de neuroimagen (resonancia magnética funcional) puede determinarse la respuesta cerebral de los sujetos con diferentes genotipos para el 5-HTTLPR cuando son sometidos a estímulos de miedo o pánico. De estos estudios se desprende que hay una mayor respuesta de la amígdala derecha frente a imágenes de miedo en sujetos portadores de alelos S. Por tanto, la elevada ansiedad y el miedo que presentan los individuos SS podría deberse a una hiperreactividad de la amígdala a los estímulos del ambiente. Otra ventaja de esta aproximación es que permite testear de una forma directa la relación entre genes y ambiente que es, muy probablemente, una de las razones por las que es tan difícil replicar estudios en genética psiquiátrica. Se han establecido modelos de estudio, en primates no humanos, en los cuales es factible analizar las posibles interacciones entre los genes y el ambiente. En el macaco Rhesus se ha identificado un polimorfismo homólogo al 5-HTTLPR humano, el polimorfismo rh-5-HTTPLR definiéndose como una variante génica L y una variante S. Los estudios de expre sión con ambos tipos de alelos han mostrado la menor actividad del alelo S, al igual que ocurre en humanos. El estudio permitió demostrar que aquellos monos sometidos a situaciones límite de gran estrés (como la separación de la madre desde el nacimiento), mostraron diferencias en el nivel de serotonina en el LCR dependiendo de su genotipo para el rh-5-HTTLPR. Concretamente, los monos LS tenían menores niveles de ácido 5hidroxiindolacético (5-HIAA) que los LL. Sin embargo, a diferencia de este grupo, todos los monos Rhesus criados por sus madres presentaban similares niveles de 5-HIAA independientemente de su genotipo para el SERT. De estos resultados se ha sugerido que el genotipo en el polimorfismo rh-5-HTLPR es determinante de las concentraciones de serotonina funcional en el SNC, pero que tales concentraciones pueden ser moduladas por las experiencias de los individuos en su infancia más temprana. Por este medio es posible explicar la diferente vulnerabilidad entre individuos con idénticos genotipos (dada la influencia de factores de crianza diferentes), o entre individuos criados en el mismo ambiente (dado el diferente genotipo). Ésta es la primera evidencia experimental sobre la interacción entre los factores ambientales y el gen transportador de la serotonina. En el estudio se calcula que la contribución del parámetro “forma de crianza” contribuiría en un porcentaje del 4,7% de la varianza observada en los niveles de serotonina funcional. A esto se le asocia la reciente difusión del primer estudio en donde se investiga la interacción entre los genes y el ambiente, en la predisposición a sufrir un trastorno psiquiátrico en humanos, ha sido publicado por Caspi et al (2003), a partir de una muestra de 847 niños del Dunedin Multidisciplinary Health and Development Study, evaluados desde los 3 años de edad y a través de un período de tiempo superior a las dos décadas, los autores analizaron por qué las experiencias estresantes de la vida conducen a la depresión a algunas personas y a otras no. El gen estudiado fue el que codifica el transportador de serotonina y el polimorfismo analizado el 5-HTTLPR. No se encontró una relación directa entre los diferentes alelos del gen y la depresión, pero cuando se incorporó al análisis el hecho de haber sufrido algún acontecimiento estresante entre los 21 y los 23 años de edad, los investigadores observaron asociaciones muy claras. Los individuos con una o dos copias del alelo S, que habían sufrido acontecimientos vitales estresantes, tuvieron más síntomas depresivos que los homocigotos LL, además de mayor riesgo de sufrir una depresión mayor y de cometer suicidio. La importancia de este trabajo estriba en haber considerado las variaciones genéticas de los individuos para el gen 5-HTT en función de la influencia de una serie de factores ambientales de riesgo. Se abre, por tanto, una nueva estrategia de estudio dentro de la genética psiquiátrica. Por lo evaluado hasta aquí, el genotipo SERT SS explicaría cuán negativamente impacta en nosotros el ambiente, en los SS lo haría tres veces más. Es básico aclarar que dada la incidencia de la serotonina en el neurodesarrollo la alteración que estamos refiriendo no se refiere al temperamento sino al desarrollo y funcionamiento de circuitos, promoviendo alteraciones en el circuito límbico del afecto negativo y explicaría un 30% de la variación humana normal en lo atinente a los mecanismos de evitación del peligro, esto es, del neuroticismo. A esta vulnerabilidad se le opondría la resiliencia de la que el sujeto fuera portador, aquella que marca cuán capaces somos de recuperarnos de experiencias ambientales negativas de acumulación progresiva. (Imagen 6) Los resultados de esta ecuación señalan nuestra predisposición o resistencia a los estados depresivos, los trastornos de ansiedad y a las enfermedades relacionadas al estrés. De todo el sistema analizado previamente los receptores 5-HT1A VULNERABILIDAD GENOTIPO SERT SS Explica cuán negativamente impacta en nosotros el ambiente No se refiere al temperamento sino al desarrollo y funcionamiento de circuitos Alteraciones en el circuito límbico del afecto negativo 30% variación humana normal EVITACIÓN DEL PELIGRO NEUROTICISMO RESILIENCIA Cuán capaces somos de recuperarnos de experiencias ambientales negativas de acumulación progresiva (EAGLES, 2005) imagen 6 presentes en las neuronas piramidales del hipocampo resultan cruciales en la dotación de resiliencia al organismo. Una neurotransmisión insuficiente en este nivel genera ansiedad y comportamientos de evitación, la activación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal de manera fásica –como ocurre en el estrés crónico al no desactivarse la secreción de cortisol- altera la neurotransmisión hipocámpica de los 5-HT1A al desacoplar al receptor de su sistema mensajero intracelular, la proteína G. En conclusión: a) el neuroticismo se ofrece como un terreno altamente propicio para comprender el interjuego genoma-ambioma y para ahondar nuestro conocimiento sobre las bases genómicas y moleculares de vulnerabilidad y resiliencia, b) los fenómenos de transcripción constituyen un desfiladero que se abre a un valle de comprensión racional de la comorbilidad entre ED, TA y ERE , c) las vías serotoninérgicas nos dan explicación de la heterogeneidad y policromía clínica de estas condiciones y, d) la respuesta terapéutica de exofenotipos tan disímiles en la clínica a los mismos agentes terapéuticos convalida la existencia de un fondo de endofenotipos compartidos. 11 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 10 do común hace unos 40 millones de años. El polimorfismo 5-HTTPLR constituye actualmente uno de los polimorfismos más atractivos y estudiados en el gen 5-HTT. El gen 5-HTT ha sido propuesto como candidato en muchas patologías neuropsiquiátricas, incluyendo rasgos de personalidad como el neuroticismo, la impulsividad y el suicidio, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno bipolar, el trastorno de pánico, el autismo y la esquizofrenia. Como en todos los estudios de asociación, se impone la prudencia en la interpretación de los resultados positivos ya que el fenotipo que se analiza está quizás demasiado alejado de lo que ocurre en realidad en el cerebro de un individuo homocigoto SS o de un heterocigoto LS. Por esto, resultan especialmente interesantes los trabajos de integración de técnicas como el de Hariri et al (2002) en los que, mediante el análisis de neuroimagen (resonancia magnética funcional) puede determinarse la respuesta cerebral de los sujetos con diferentes genotipos para el 5-HTTLPR cuando son sometidos a estímulos de miedo o pánico. De estos estudios se desprende que hay una mayor respuesta de la amígdala derecha frente a imágenes de miedo en sujetos portadores de alelos S. Por tanto, la elevada ansiedad y el miedo que presentan los individuos SS podría deberse a una hiperreactividad de la amígdala a los estímulos del ambiente. Otra ventaja de esta aproximación es que permite testear de una forma directa la relación entre genes y ambiente que es, muy probablemente, una de las razones por las que es tan difícil replicar estudios en genética psiquiátrica. Se han establecido modelos de estudio, en primates no humanos, en los cuales es factible analizar las posibles interacciones entre los genes y el ambiente. En el macaco Rhesus se ha identificado un polimorfismo homólogo al 5-HTTLPR humano, el polimorfismo rh-5-HTTPLR definiéndose como una variante génica L y una variante S. Los estudios de expre sión con ambos tipos de alelos han mostrado la menor actividad del alelo S, al igual que ocurre en humanos. El estudio permitió demostrar que aquellos monos sometidos a situaciones límite de gran estrés (como la separación de la madre desde el nacimiento), mostraron diferencias en el nivel de serotonina en el LCR dependiendo de su genotipo para el rh-5-HTTLPR. Concretamente, los monos LS tenían menores niveles de ácido 5hidroxiindolacético (5-HIAA) que los LL. Sin embargo, a diferencia de este grupo, todos los monos Rhesus criados por sus madres presentaban similares niveles de 5-HIAA independientemente de su genotipo para el SERT. De estos resultados se ha sugerido que el genotipo en el polimorfismo rh-5-HTLPR es determinante de las concentraciones de serotonina funcional en el SNC, pero que tales concentraciones pueden ser moduladas por las experiencias de los individuos en su infancia más temprana. Por este medio es posible explicar la diferente vulnerabilidad entre individuos con idénticos genotipos (dada la influencia de factores de crianza diferentes), o entre individuos criados en el mismo ambiente (dado el diferente genotipo). Ésta es la primera evidencia experimental sobre la interacción entre los factores ambientales y el gen transportador de la serotonina. En el estudio se calcula que la contribución del parámetro “forma de crianza” contribuiría en un porcentaje del 4,7% de la varianza observada en los niveles de serotonina funcional. A esto se le asocia la reciente difusión del primer estudio en donde se investiga la interacción entre los genes y el ambiente, en la predisposición a sufrir un trastorno psiquiátrico en humanos, ha sido publicado por Caspi et al (2003), a partir de una muestra de 847 niños del Dunedin Multidisciplinary Health and Development Study, evaluados desde los 3 años de edad y a través de un período de tiempo superior a las dos décadas, los autores analizaron por qué las experiencias estresantes de la vida conducen a la depresión a algunas personas y a otras no. El gen estudiado fue el que codifica el transportador de serotonina y el polimorfismo analizado el 5-HTTLPR. No se encontró una relación directa entre los diferentes alelos del gen y la depresión, pero cuando se incorporó al análisis el hecho de haber sufrido algún acontecimiento estresante entre los 21 y los 23 años de edad, los investigadores observaron asociaciones muy claras. Los individuos con una o dos copias del alelo S, que habían sufrido acontecimientos vitales estresantes, tuvieron más síntomas depresivos que los homocigotos LL, además de mayor riesgo de sufrir una depresión mayor y de cometer suicidio. La importancia de este trabajo estriba en haber considerado las variaciones genéticas de los individuos para el gen 5-HTT en función de la influencia de una serie de factores ambientales de riesgo. Se abre, por tanto, una nueva estrategia de estudio dentro de la genética psiquiátrica. Por lo evaluado hasta aquí, el genotipo SERT SS explicaría cuán negativamente impacta en nosotros el ambiente, en los SS lo haría tres veces más. Es básico aclarar que dada la incidencia de la serotonina en el neurodesarrollo la alteración que estamos refiriendo no se refiere al temperamento sino al desarrollo y funcionamiento de circuitos, promoviendo alteraciones en el circuito límbico del afecto negativo y explicaría un 30% de la variación humana normal en lo atinente a los mecanismos de evitación del peligro, esto es, del neuroticismo. A esta vulnerabilidad se le opondría la resiliencia de la que el sujeto fuera portador, aquella que marca cuán capaces somos de recuperarnos de experiencias ambientales negativas de acumulación progresiva. (Imagen 6) Los resultados de esta ecuación señalan nuestra predisposición o resistencia a los estados depresivos, los trastornos de ansiedad y a las enfermedades relacionadas al estrés. De todo el sistema analizado previamente los receptores 5-HT1A VULNERABILIDAD GENOTIPO SERT SS Explica cuán negativamente impacta en nosotros el ambiente No se refiere al temperamento sino al desarrollo y funcionamiento de circuitos Alteraciones en el circuito límbico del afecto negativo 30% variación humana normal EVITACIÓN DEL PELIGRO NEUROTICISMO RESILIENCIA Cuán capaces somos de recuperarnos de experiencias ambientales negativas de acumulación progresiva (EAGLES, 2005) imagen 6 presentes en las neuronas piramidales del hipocampo resultan cruciales en la dotación de resiliencia al organismo. Una neurotransmisión insuficiente en este nivel genera ansiedad y comportamientos de evitación, la activación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal de manera fásica –como ocurre en el estrés crónico al no desactivarse la secreción de cortisol- altera la neurotransmisión hipocámpica de los 5-HT1A al desacoplar al receptor de su sistema mensajero intracelular, la proteína G. En conclusión: a) el neuroticismo se ofrece como un terreno altamente propicio para comprender el interjuego genoma-ambioma y para ahondar nuestro conocimiento sobre las bases genómicas y moleculares de vulnerabilidad y resiliencia, b) los fenómenos de transcripción constituyen un desfiladero que se abre a un valle de comprensión racional de la comorbilidad entre ED, TA y ERE , c) las vías serotoninérgicas nos dan explicación de la heterogeneidad y policromía clínica de estas condiciones y, d) la respuesta terapéutica de exofenotipos tan disímiles en la clínica a los mismos agentes terapéuticos convalida la existencia de un fondo de endofenotipos compartidos. 11 NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS 12 INFORMACION PARA PRESCRIBIR ALPLAX® 0,25 - 0,50 - 1 - 2: Comprimidos. ALPLAX® XR 0,50 - 1 - 2: Comprimidos de liberación controlada. Venta bajo receta archivada. COMPOSICIÓN: ALPLAX®: Cada comprimido de ALPLAX® 0,25-0,50-1-2 contiene: alprazolam 0,25-0,50-1-2 mg, respectivamente. Excipientes: c.s. ALPLAX® XR: Cada comprimido de liberación controlada de ALPLAX® XR 0,50-1-2 contiene: alprazolam 0,50-1-2 mg, respectivamente. Excipientes: c.s. ACCIÓN TERAPÉUTICA: Ansiolítico. INDICACIONES: Trastorno de ansiedad generalizada (DSM-IV). Ansiedad asociada con depresión. Trastorno de angustia (Ataque de pánico) con o sin agorafobia. POSOLOGÍA: La dosis óptima se ajusta a la sintomatología del paciente y a la respuesta obtenida. Si fuere necesario, se puede aumentar gradualmente la dosis inicial con relación a la tolerabilidad. ALPLAX®: Trastorno de ansiedad generalizada: La dosis usual inicial es de 0,25 a 0,5 mg tres veces por día, dosis que puede ser aumentada/reducida hasta alcanzar el efecto terapéutico máximo, incrementando 0,5 mg por día, con intervalos de 3 a 4 días. La dosis máxima diaria es de 4 mg por día. Trastorno de angustia: Comenzar con dosis de 0,5 mg tres veces por día, pudiendo incrementarse a razón de 1 mg por día cada 3 ó 4 días. La dosis media habitual es de 5 a 6 mg por día, distribuidos en tres tomas iguales. Ocasionalmente, algunos pacientes necesitan 10 mg diarios. Poblaciones especiales: En pacientes ancianos, en pacientes con enfermedad hepática avanzada y en pacientes con enfermedades debilitantes, la dosis usual inicial es de 0,25 mg, de 2 a 3 veces por día. Esta dosis puede incrementarse gradualmente si es necesario y si es bien tolerada. Los pacientes ancianos son más sensibles a los efectos de las benzodiazepinas. Si ocurren efectos adversos durante la dosis inicial, ésta debe ser disminuida. ALPLAX® XR: Los comprimidos de ALPLAX® XR deben administrarse enteros, sin dividir, triturar, masticar o disolver. Trastorno de ansiedad generalizada: La dosis usual inicial de ALPLAX® XR es de 0,5 a 1 mg/día, dosis que puede ser aumentada hasta alcanzar el efecto terapéutico deseado, incrementando 0,5 mg/día, cada 3 ó 4 días. La dosis máxima diaria es de 4 mg, administrados en 1 ó 2 tomas. Trastorno de angustia: Comenzar el tratamiento con dosis de 0,5 ó 1 mg antes de acostarse, o si se prefiere administrando 0,5 mg dos veces por día, pudiendo incrementarse la toma diaria a razón de 1 mg/día cada 3 ó 4 días. La dosis media habitual es de 5 a 6 mg/día, ocasionalmente algunos pacientes necesitan dosis mayores a 6 mg/día, en dichos casos la dosis debería ser aumentada lentamente para evitar eventos adversos. Poblaciones especiales: En los ancianos y pacientes con enfermedades debilitantes, insuficiencia hepática, renal o respiratoria debe iniciarse el tratamiento con 0,5 mg/día, aumentando gradualmente la dosis según la respuesta individual y la tolerabilidad. Reducción de la dosis o discontinuación: Las reducciones de la medicación o la interrupción del tratamiento deben hacerse gradualmente, reduciendo la dosis diaria en no más de 0,5 mg cada 3 días. En algunos pacientes puede ser necesario hacerlo más lentamente aún. Pasaje de ALPLAX® a ALPLAX® XR: Los pacientes que actualmente están siendo tratados con dosis diarias divididas de ALPLAX® (por ejemplo 3 ó 4 veces al día), pueden pasar a ALPLAX® XR a la misma dosis diaria total, administrada una vez al día. CONTRAINDICACIONES: Hipersensibilidad conocida a ALPLAX® u otras benzodiazepinas o a cualquiera de los componentes de la formulación. Glaucoma de ángulo cerrado. Puede usarse en los pacientes con glaucoma de ángulo abierto que reciben el tratamiento adecuado. Tratamiento concomitante con itraconazol y ketoconazol. Miastenia gravis. ADVERTENCIAS: Evaluar la ecuación riesgo-beneficio del tratamiento en los casos de: hipoalbuminemia, enfermedades orgánico-cerebrales, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, apnea del sueño, antecedentes de abuso de sustancias que actúan sobre el SNC. Pacientes con antecedente de convulsiones o epilepsia, no deben discontinuar el tratamiento abruptamente. Debido a sus efectos depresores sobre el SNC, los pacientes tratados con alprazolam deben ser prevenidos de participar en áreas de riesgo o actividades que requieren un alerta mental completa, como operar maquinarias o manejar vehículos, e ingerir alcohol. Las personas adictas al alcohol u otras drogas deben ser observadas cuidadosamente cuando reciben alprazolam u otros psicotrópicos. El alprazolam no es efectivo como sustituto de los neurolépticos. Dependencia psicológica y física: La dependencia psicológica es un riesgo potencial de las benzodiazepinas, incluido el alprazolam. Este riesgo puede incrementarse si las dosis superan los 4 mg/día y con el uso prolongado, y se incrementa aún más en individuos con antecedentes de abuso de drogas y/o alcohol. El riesgo de dependencia física al alprazolam, es más severo en pacientes tratados con dosis altas (más de 4 mg diarios) y por períodos de tiempo prolongados (8 a 12 semanas) que después de tratamientos de corta duración. Síntomas de abstinencia: Los síntomas observados luego de la discontinuación del tratamiento con alprazolam en monoterapia fueron: dificultad de la concentración, parestesias, movimientos anormales, embotamiento, calambres y sacudidas musculares, diarrea, náuseas, vómitos, trastornos de la visión, irritabilidad, disminución del apetito, pérdida de peso, incremento de la percepción sensorial y trastornos del olfato. Otros síntomas como ansiedad e insomnio, registrados con frecuencia, se pueden atribuir a la reaparición de la enfermedad, a un fenómeno de rebote o a la abstinencia. El riesgo de padecer crisis convulsivas puede ser incrementado con dosis superiores a los 4 mg/día. Ansiedad interdosis: En los pacientes con trastorno de pánico que reciben dosis de mantenimiento, puede desarrollarse ansiedad interdosis y ansiedad matutina, circunstancias que indican el desarrollo de tolerancia o la existencia de un intervalo prolongado entre las dosis. Ambos casos se atribuyen a que la dosis prescripta no es suficiente para mantener niveles plasmáticos por encima del rango necesario para prevenir síntomas de abstinencia, recaídas o rebote. En estas situaciones se recomienda acortar el intervalo interdosis o administrar alprazolam de liberación controlada. PRECAUCIONES: Como con cualquier otro psicofármaco, se deben tener las mismas precauciones con el alprazolam cuando se lo administra a pacientes severamente deprimidos o en aquellos en los cuales pueden existir ideas o planes de suicidio. En los pacientes ancianos y debilitados, utilizar la menor dosis efectiva para evitar el desarrollo de ataxia o sedación excesiva. Precaución en los pacientes con compromiso de las funciones renal, hepática o pulmonar. Se informaron episodios de hipomanía y manía asociados con el uso de alprazolam en pacientes con depresión. El alprazolam tiene un débil efecto uricosúrico. Interacciones con otras drogas: Las benzodiazepinas potencian los efectos depresores sobre el SNC cuando se administran junto con psicotrópicos, anticonvulsivantes, antihistamínicos, alcohol y analgésicos opioides. Otras interacciones son con: imipramina, fluoxetina, propoxifeno, anticonceptivos orales, carbamazepina, nefazodona, fluvoxamina, cimetidina, diltiazem, disulfiram, isoniazida, antibióticos macrólidos como eritromicina y claritromicina y asimismo, el jugo de pomelo. Posible interacción con sertralina, paroxetina, ergotamina, amiodarona, nicardipina, nifedipina y ciclosporina. Interacciones con pruebas de laboratorio: Las benzodiazepinas pueden interferir con las pruebas de captación tiroidea, disminuyendo la captación de iodo radiactivo. Embarazo: Debe considerarse que los niños nacidos de madres que están recibiendo benzodiazepinas pueden sufrir riesgo de síndrome de abstinencia durante el periodo post-natal, flaccidez neonatal y trastornos respiratorios. Existe un aumento en el riesgo de malformaciones congénitas durante el primer trimestre del embarazo. Lactancia: Las mujeres que deben usar alprazolam no deben amamantar. Uso en pediatría: No han sido establecidas la seguridad y efectividad del uso de alprazolam en niños menores de 18 años. REACCIONES ADVERSAS: Los efectos colaterales de alprazolam suelen observarse generalmente al comienzo del tratamiento y habitualmente desaparecen durante el transcurso del mismo. Los más comunes fueron: somnolencia y embotamiento. Las reacciones adversas ocasionales (observadas entre un 1 y 10% de los casos) son: Trastornos cardiovasculares: palpitaciones/taquicardia. Trastornos del oído y laberínticos: vértigo. Órganos de los sentidos: visión borrosa. Trastornos gastrointestinales: diarrea, vómitos, dispepsia, dolor abdominal, boca seca, constipación, náuseas, dolor laringofaríngeo. Trastornos generales: malestar, debilidad, dolor toráxico. Trastornos músculo-esqueléticos y del tejido conectivo: dolor lumbar, calambres musculares, sacudidas musculares, artralgia, mialgia, dolor en los miembros. Trastornos del sistema nervioso: cefaleas, mareos, temblores, falta de atención, parestesias, diskinesias, hipoestesias, hipersomnia. Trastornos psiquiátricos: irritabilidad, insomnio, nerviosismo, sensación de irrealidad, aumento de la libido, agitación, despersonalización, pesadillas, depresión, desorientación, confusión, ansiedad. Trastornos renales y urinarios: dificultades en la micción. Trastornos respiratorios, toráxicos y mediastinales: congestión nasal, hiperventilación, disnea, rinitis alérgica. Trastornos de la piel y tejido subcutáneo: aumento de la sudoración, prurito. PRESENTACIONES: ALPLAX® 0,25-0,50-1: envases con 30 y 60 comprimidos ranurados. ALPLAX® 2: envases con 30 y 60 comprimidos multirranurados. ALPLAX® XR 0,50-1-2: envases con 20 comprimidos de liberación controlada. GADOR S.A. Darwin 429 - C1414CUI - Buenos Aires - Tel: (011) 4858-9000. Para mayor información, leer el prospecto interior del envase o consultar en www.gador.com.ar. Fecha de última revisión: Ago-2007. NEUROTICISMO, REGULACIÓN EPIGENÉTICA Y ENFERMEDADES RELACIONADAS AL ESTRÉS Dr. Carlos A. Soria Médico psicoanalista. Especialista en Psiquiatría. Especialista en Farmacología. Presidente de la Asociación Argentina de Psicofarmacología. Director del Instituto de Biociencias Henri Laborit. Simposio Gador. Congreso APSA, Mar del Plata 23/4/2010 Sean mis primeras palabras de agradecimiento a la casa Gador por la organización de este Simposio, a los profesores Stagnaro, Bonet y Silva por acompañarnos en esta mesa y a ustedes por vuestra amable presencia. La agenda de mi ponencia se basa en los aportes de la medicina traslacional aplicada a una condición particular, el neuroticismo. Desde allí, procuraremos comprender los fundamentos de la heterogeneidad clínica y la alta comorbilidad existente entre la depresión, los trastornos de ansiedad y las enfermedades relacionadas al estrés. Iniciamos la marcha con la dilucidación del genoma humano a partir del cual conocimos que la secuencia de nucleótidos que conforman el ADN encierra el mensaje que ordena al ARN que aglutine aminoácidos para construir proteínas. De las proteínas dependen la estructura, la función y las fuentes de energía del edificio de 10 billones de células que conforman el organismo humano. Las proteínas participan, también, del conjunto de metabolitos que configuran el caos altamente organizado y vastamente regulado que llamamos metabolismo. A la vera de la vía de progreso que se abrió con el genoma han crecido disciplinas que inician su desarrollo autónomo, el transcriptoma, proteoma y metaboloma muestran su perfil diferenciado con leyes y procedimientos propios. Así, el transcriptoma nos explica cómo por ordenamientos alternativos del ARN siguientes a la transcripción del ADN nuestros –aproximadamente– 30.000 genes pueden codificar para la génesis de 100.000 proteínas. Y también cómo modificaciones postraslacionales (cambios en la proteína posteriores a la traslación del ARN) por fosforilación, proteólisis y glicosilación dan forma y función a 1.000.000 de proteínas humanas diferentes, cumpliendo el precepto evolutivo de la diversidad. En la Naturaleza lo extraordinario es algo que abunda mucho porque la evolución consume diversidad. Llegamos por esta vía a las tierras del proteoma para comprender un hecho fundamental: las proteínas son las verdaderas expresiones funcionales del genoma y de los genes. El término proteoma fue acuñado en 1994 por Marc R. Wilkins investigador del Proteome Systems de Sydney, Australia. En 2001, al momento de la presentación de los datos del Proyecto Genoma Humano se dio inicio al Proyecto Proteoma 1