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Contexto histórico-cultural La vida de Sto. Tomás de Aquino (1225-1274) transcurre durante la Baja Edad Media. La Edad Media comienza en el siglo V con la caída del Imperio Romano de Occidente y perdura hasta el siglo XV, aunque algunos la dan por concluida en el siglo XIV. Convencionalmente se suele situar su inicio en el 476 cuando cae el Imperio Romano de Occidente y se da por terminado en el 1453, cuando los turcos conquistan Bizancio, es decir, con la caída del Imperio Romano de Oriente, o en el 1492 fecha de la conquista de América. En el 395 de nuestra era el emperador Teodosio dividió el Imperio Romano entre sus dos hijos: a Honorio le entregó la parte de Occidente y a Arcadio la de Oriente. Con esta decisión Teodosío esperaba poder proteger mejor el Imperio de los ataques de los pueblos bárbaros: francos, visigodos, vándalos, etc. El Imperio de Oriente pudo resistir pero no así el de Occidente que no pudo contener las oleadas de pueblos germánicos. Otro acontecimiento que va a influir poderosamente en ese período es la preponderancia de las grandes religiones monoteístas: judía, cristiana y musulmana, frente al politeísmo de la cultura clásica. En el 313 Constantino, legaliza el cristianismo lo que favorece su expansión por el Imperio. El propio emperador se convierte al cristianismo en su lecho de muerte aunque sólo la Iglesia Ortodoxa1 lo reconoce como santo. Finalmente en el 380 Teodosío, con el edicto de Tesalónica, hace que el cristianismo se convierta en religión oficial del Imperio. A partir de entonces se convertirá en la religión preponderante en todo Europa. Durante los primeros años de la Edad Media desaparecen las instituciones que caracterizaron al Imperio Romano tanto políticas como militares y económicas. Tanto la crisis interna como las invasiones bárbaras contribuyeron a la desaparición de todo un mundo, de todo un modo de vida: legislación, religión, organización política y militar, arte, literatura, etc. No hubo sólo invasiones por el norte, los árabes se apoderan del norte de África y de España en el siglo VIII y allí permanecieron hasta el siglo XV. Los pueblos germánicos que invadieron el Imperio estaban organizados en tribus sin ninguna organización social y política demasiado estable. Al asentarse sobre las tierras del Imperio los reyes se convirtieron en dueños de las tierras y cedieron territorios a los guerreros que les habían ayudado a conquistarlas. Tanto los reyes como los nuevos propietarios de la tierra necesitaban campesinos que la trabajen y, a cambio de este servicio, les ofrecen protección. En la mayoría de los casos el poder del rey estaba bastante limitado y no era más que «el primero entre iguales». Así la sociedad esclavista de la Antigüedad dio paso a la sociedad feudal basada en la servidumbre. En esta sociedad feudal todos los hombres quedan distribuidos en «órdenes» que se consideran establecidas por Dios desde la creación del mundo y cada uno de ellos cumple una misión: los que rezan, los que combaten y los que trabajan En los primeros años de la Edad Media el ambiente no fue muy propicio para la creación científica, literaria, artística o filosófica. Era un mundo en el que primaba más la fuerza que el saber. En los siglos VI y VII se realiza una importante labor de conservación de la cultura (de lo que queda de ella). Autores destacados en esta labor son: Boecio, Casiodoro, Isidoro de Sevilla (en España) y Beda el Venerable. Esta labor se realiza en los monasterios y tiene una época de cierto esplendor a partir de Carlomagno, en el denominado «Renacimiento carolingio» del siglo IX. Además de la recopilación y de la ilustración de libros, los monjes se dedicaron a la arquitectura, 1 La Iglesia católica ortodoxa y la Iglesia católica romana se separaron en el Cisma de Oriente y Occidente en el 1054 escultura, pintura, trabajaron como orfebres y esmaltadores, y fabricaron vidrio y cerámica. Algunos monasterios llegaron a convertirse en verdaderos centros industriales. El poder de la Iglesia en lo cultural y político es enorme durante toda la Edad Media. La autoridad de la Iglesia se extiende a todos los ámbitos de la sociedad. Se impone la teoría de la supremacía del poder espiritual, es decir el de la Iglesia, sobre el terrenal o civil, el llamado «agustinismo político». El fin último del hombre no es su felicidad o el saber sino la salvación y todo ha de ir encaminado a que ésta sea posible. Durante el siglo XIII aumenta la estabilidad política y la seguridad en los caminos lo que favorece el desarrollo del comercio y de la artesanía y, con ellas y de un modo absolutamente paralelo el de la ciudades. Estas crecen en número e importancia. Se produjo un considerable aumento del comercio, sobre todo en torno a dos núcleos: el Mar del Norte e Italia. Los burgos se desarrollan en lugares adecuados para el comercio o la defensa del territorio. Las ciudades crecen, surgen nuevos barrios y, poco a poco, los habitantes del burgo constituyen un nuevo estamento social: la burguesía, grupo especializado en el comercio o la artesanía cuya riqueza ya no provenía de la tierra sino de la plata o el dinero. Con el desarrollo de los burgos aparecen los concejos de las ciudades y con ellos la burguesía adquiere personalidad jurídica y se convierte en la fuerza social que acabará provocando la disolución del orden feudal. Es también la época de las herejías: cátaros, albigenses y valdenses predicaban la pobreza y el igualitarismo social, rechazan el sacerdocio y repudian la jerarquía eclesiástica. Aparecen también las órdenes mendicantes, como por ejemplo los franciscanos y dominicos, congregación en la que ingresó Sto. Tomás de Aquino. Frente a las anteriores órdenes religiosas, la vida de cuyos miembros estaba dedicada a la oración y al servicio de Dios en el monasterio, franciscanos y dominicos son órdenes cuyo objetivo es predicar la fe y a luchar contra herejes, judíos y musulmanes. El esplendor cultural que conoce la época se debe a dos razones básicas: la aparición y el desarrollo de la Universidades y el contacto con la cultura árabe y con Bizancio. Las universidades surgen como desarrollo de las escuelas monacales, palatinas y catedralicias. Cada Universidad era en realidad una especie de federación de escuelas agrupadas en cuatro facultades: artes (estudios iniciales), teología, derecho y medicina. Algunas de ellas alcanzaron un gran prestigio debido sobre todo a los maestros que enseñaban en ellas. Podemos destacar la de Bolonia (Derecho), Palermo (Medicina) y Oxford y París (Teología). Entre todas ellas destacó la de Paris en la que enseñó Sto. Tomás, cuyos estatutos se aprobaron en 1215. La de Salamanca fue fundada en 1220 por los dominicos. El contacto con la cultura árabe y judía se produce en la Escuela de Traductores de Toledo, las cruzadas y las cortes de los príncipes cristianos en las que vivían numerosos árabes y judíos, muchos de los cuales se dedicaban a la medicina. Frente a la perdida de contacto que se había producido en Europa Occidental con la cultura y el saber clásico, árabes y judíos habían conservado buena parte del saber greco-latino y lo habían desarrollado sobre todo en campos como la medicina, las matemáticas, la astronomía y la filosofía. Avicena y Averroes entre los árabes y Avicebrón y Maimónides entre los judíos fueron autores de considerable interés. El contacto de la Europa Medieval con estas culturas supuso un impulso vivificador que empieza en el siglo XIII y que culmina en el Renacimiento. Los dos movimientos artísticos característicos de este periodo son el románico y el gótico. Las manifestaciones artísticas del románico (siglos XI-XII) serán fundamentalmente religiosas: capillas, iglesias, monasterios y catedrales. En el gótico (a partir del siglo XII) encontramos tanto edificios religiosos: catedrales, monasterios etc., como civiles: ayuntamientos y lonjas. El gótico es el arte característico de la época de nuestro autor. Las grandes catedrales góticas se convierten en los símbolos de la nuevas ciudades, si el románico es un arte propio de un mundo agrario y feudal, el gótico es el arte de la ciudad, de esos bulliciosos y prósperos núcleos urbanos que van a demandar una nueva cultura, unas nuevas profesiones y, en general, un nuevo modo de vida. Contexto filosófico El texto que estamos comentando pertenece a la Suma Teológica de Tomás de Aquino. Las «Summae» son elaboraciones amplias, a menudo muy voluminosas, que pretenden abarcar el todo el conocimiento que se posee de una disciplina. La técnica expositiva de la Summae se basa en las disputationes. En ellas se aborda un tema determinado («De la verdad», «Del alma», etc.) con la presentación de argumentos contrarios y su solución. Tanto la cultura como la filosofía medieval son teocéntricas y cristianas. En los inicios del periodo hay una larga discusión entre los Padres de la Iglesia en torno al papel de la filosofía en la religión cristiana. Dado que el cristianismo nos ofrece toda la verdad necesaria para la salvación, ¿debemos fiarnos de otras fuentes de verdad como la ciencia o la filosofía? , ¿tiene sentido para un cristiano buscar alguna verdad fuera de la fe?, ¿cuándo una verdad de la fe entra en contradicción con una verdad de la razón qué debe prevalecer? San Agustín zanjará definitivamente esta polémica al acercar ambas actitudes: hay que comprender para creer y creer para comprender. Así la filosofía pasará a ser ancilla Theologiae (sierva de la teología). San Agustín creó un sistema en el que convivía la filosofía platónica, sobre todo de corte neoplatónica, con el cristianismo. Sistema que fue el paradigma de saber prácticamente hasta Sto. Tomás de Aquino. A partir del siglo XI se desarrolla la escolástica, cuyo máximo representante es, sin lugar a dudas Sto. Tomás de Aquino. La escolástica no designa una concepción común de la filosofía o de la religión sino más bien un modo de abordar ambas cuestiones. El término «escolástica» procede del vocablo schlasticus, es decir, el que enseña en la escuela. Más específicamente era llamado scholasticus el que enseñaba las artes liberales: Trivium y Quadrivium2. Más tarde el término sirvió para designar la materia y el modo de la enseñanza. Y así, se aplicó a caracterizar una teología y una filosofía que se denominaron escolásticas por contraposición a otras enseñanzas con procedimientos distintos. La teología escolástica interpreta la sagrada escritura utilizando un método técnico: aplica a los textos sagrados las aportaciones de las ciencias humanas, como la gramática, la dialéctica y la filosofía, no sujetándose a un simple comentario simbólico, sino encuadrando la doctrina en esquemas racionales más amplios. Los filósofos escolásticos hacían comentarios y sistemas filosóficos y teológicos, que se hallan dentro de los dogmas católicos, pero sin que tales dogmas ni la teología correspondiente determine siempre y unívocamente las reflexiones filosóficas, de manera que vamos a encontrar diferentes tipos de pensadores dentro de la escolástica. Algunos de los más destacados son: San Anselmo de Carterbury (el creador del argumento ontológico) 2 Constituyen las llamadas “siete artes liberales”,es decir, las artes del hombre libre, distintas de las artes del hombre servil, que eran las artes mecánicas. Trivium: gramática, dialéctica, retórica. Quadrivium: aritmética, geometría, astronomía, música. anterior a nuestro autor y Duns Escoto y Guillermo de Ockham, posteriores ambos a Sto. Tomás y críticos, sobre todo el último del sistema tomista. Además de la influencia de San Agustín y de la escolática, no podríamos entender la filosofía de Sto. Tomás sin Aristóteles. La llegada de la obra de Aristóteles al Occidente cristiano supuso una auténtica conmoción. Era la primera vez que se conocía una obra de tal envergadura sin ningún atisbo de pensamiento religioso y muchos menos cristiano. Se descubría que había todo un saber en torno a la realidad y a la naturaleza que nada le debía a la religión. Aristóteles fue leído, discutido, prohibido y, por último, gracias a Sto. Tomás, considerado «El Filósofo». Su autoridad fue tal que sus afirmaciones se convirtieron en argumento de autoridad. La divulgación de la obra aristotélica generó diversas reacciones: San Buenaventura y los franciscanos defendieron el tradicional agustinismo platonizante. Sigerio de Bravante, siguiendo la lectura averroísta de Aristóteles propuso la teoría de la doble verdad, el llamado «averroísmo latino». La reacción de la Iglesia ante estos planteamientos fue prohibir la obra aristotélica y la teoría de la doble verdad. San Alberto Magno (maestro de nuestro autor) y Sto. Tomás consideraban que no había ninguna incompatibilidad entre la fe cristiana y la filosofía aristotélica. Sto. Tomás obtuvo un permiso especial para leer a Aristóteles y de ese modo llegó a esa síntesis de fe y razón conocida como tomismo- aristotélico. Las demostraciones de la existencia de Dios, que Sto. Tomás nos ofrece en el texto, son un claro ejemplo de cómo entiende el aquinate las relaciones entre la fe y la razón y una muestra de la compatibilidad entre la fe cristiana y la física y la metafísica aristotélica. El tipo de demostración usada por Tomás de Aquino parte del análisis racional de la naturaleza y culmina en Dios. Muestra así que la explicación racional de la naturaleza conduce necesariamente a Dios como su causa última. Además considera que el argumento ontológico de San Anselmo no debe ser admitido como prueba racional de la existencia de Dios puesto que usa las verdades de la fe, la perfección de Dios, en la argumentación. El hombre no puede conocer la naturaleza de Dios, su ser, puesto que está fuera de nuestras posibilidades racionales, por tanto sólo por la fe sabemos de la perfección divina. El texto dedicado a la ley natural es una muestra también de la compatibilidad entre la filosofía natural y la fe. Los filósofos griegos habían fundamentado la moral en la naturaleza humana. Sto. Tomás aceptará el planteamiento pero añadirá que como la causa última de la naturaleza humana es Dios, la ley natural y lo que de ella se deriva, son una consecuencia de la Ley divina.