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I Congreso de la Red española de Filosofía Sección temática: Filosofía y género Uso y sentido de ‘lo patriarcal’ en el debate acerca de la prostitución Paula Sánchez Perera1 En el horizonte de los feminismos, el debate actual acerca de la prostitución parece seguir anquilosado en la cuestión monolítica, binaria y excluyente, acerca de si la prostitución habría de ser regulada o, por el contrario, abolida. Los argumentos esgrimidos por ambos bloques solo parecen emplearse para engrosar el edificio teórico con respecto a una decisión u a otra, pero no se analizan de manera aislada, indudablemente porque una solución a este respecto es tan vital como urgente. Sin embargo, si concediéramos que ambas posiciones describen la realidad de la prostitución (esto es; que se trata de una forma de esclavitud, como en muchas situaciones de tráfico, así como que también existen prostitutas que eligen consciente y voluntariamente ejercer el trabajo sexual), comprendiéndola entonces como una realidad compleja y diversa que precisa de diferentes medidas y análisis, llegaríamos a un callejón sin salida. En esta dirección, mi comunicación pretende invitar a la reflexión sobre el sentido y uso de “lo patriarcal” por parte de ambas posiciones, con el objetivo de evitar diálogos de sordas (Gimeno, 2012, p.21) y hacer posible la alianza. El bloque abolicionista comprende la prostitución como una institución patriarcal, por lo que en su ejercicio se naturalizan todo tipo de asunciones y comportamientos que legitiman la subordinación femenina. El origen de dicha desigualdad de género se encontraría en la aceptación acrítica de un modelo de sexualidad masculino en el que sus necesidades sexuales, impostergables, habrían de ser canalizadas a través de la prostitución, que no solo las tolera y legitima, sino que, incluso, las estimula. Por tanto, la prostitución reproduce el patriarcado tanto por la asimetría de poder y necesidades según el género, como en la esencialiación de la heteronormatividad y la división sexual del trabajo. Un enfoque ya clásico que entiende la prostitución como un problema moral y exclusivamente de género, única categoría posible de opresión. Mientras, el bloque regulacionista defiende que aquello que es patriarcal no es la prostitución en sí, sino el estigma que la recubre, las condiciones en las que se desarrolla su ejercicio. La misma ideología patriarcal crea el estigma para controlar la 1 Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid (2012) y estudiante del Máster de investigación Teoría y Crítica de cultura de la universidad Carlos II de Madrid. Líneas de investigación: estudios de género, sexualidad e identidad. Publicaciones recientes: Sánchez Perera, P. y Andrada de Gregorio, G. “Dispositivos, prótesis y artefactos de la subjetividad cyborg” en Revista de Juventud nº 100, INJUVE, Madrid; Sánchez Perera, P. y Andrada de Gregorio, G. “Hacia una alianza continentalanalítica: el cyborg y la mente extensa” Actas del 50 Congreso de filosofía joven, Granada. Dirección de contacto: paula.sanchezperera@gmail.com sexualidad femenina, separando a las buenas (hijas, madres, esposas), de las malas (aquellas que se encuentran desvinculadas de un varón que las legitime). Desarticular este control sexual y social es una causa feminista, puesto que la espada de Damocles de la deshonra pende sobre todas aquellas que trasgredan la norma heterosexual monógama: lesbianas, promiscuas, o las que gusten de prácticas BDSM. La doble moral sexual conduce al deshonor e indignidad en todos los ámbitos, desde el legal con la pérdida de libertades civiles y derechos humanos, hasta el social, condenadas al ostracismo, la pérdida de toda vida privada y libertad sexual, siendo consideradas culpables en caso de abuso, violación e, incluso, asesinato (Pheterson, 1996). También sufren el rechazo del feminismo institucional, que las tacha de víctimas, quebrantando con ello la solidaridad femenina y dejándolas indefensas ante cualquier agresión. A su vez, la interiorización del estigma se trata de un proceso contradictorio, que transita entre sentimientos de orgullo y culpabilidad, impidiendo la creación de un discurso propio y alternativo. Sin embargo, se afirma que las prostitutas son trasgresoras de la norma patriarcal, del orden de género y de sus roles establecidos. Contra dogmas sexuales que instrumentalizan a la mujer para la reproducción, las prostitutas rompen el molde de la dignidad femenina convirtiéndose no en objetos, sino en sujetos sexuales. Cuerpos grotescos que sobrepasan lo femenino y no solo se mueven en espacio público de una forma ilícita para su género, sino que lo ocupan. Aquello que cuestionan las trabajadoras sexuales son las bases mismas de la sociedad patriarcal: el sexo desligado del amor romántico y fuera del matrimonio monógamo a cambio de dinero, símbolo de emancipación, adquiriendo ciertas cuotas de poder y libertad (elección de horarios, servicios y clientes) (Juliano, 2002). Ahora bien, ¿resignifica quién quiere o quién puede, como señala Amelia Varcárcel?, ¿no es la alteridad necesaria en un sistema de dominación pretendidamente binario y jerarquizado?, ¿no es la prostituta el complemento ideal de la mujer doméstica, madre legítima y sin sexualidad propia?, ¿puede ser queer un ejercicio que precisa del moldeado estereotipado del cuerpo y de la heterosexualidad obligatoria como praxis? Más allá de todos estos interrogantes, la hipótesis que defiende que las trabajadoras sexuales son, en tanto que anormativas, antipatriarcales, supone que la prostitución es una identidad fija e inmutable frente a la feminidad privilegiada, que deviene como una nueva figura de falsa conciencia. Por el contrario, tal como decía Margarita Carreras “no soy prostituta sino que trabajo de prostituta”( 2007, p.153) por lo que una actividad económica no debería confundirse con una identidad prefijada, se quiera subversiva o no, ya que de lo contrario estaríamos reificando justo aquello que tratamos de desmontar. Referencias citadas Carreras, M. (2007): “Por qué no”, en La prostitución a debate. Por los derechos de las prostitutas, Briz y Garazaibal (coords.), Ed. Talasa, Madrid. Dolores, J. (2002): La prostitución: el espejo oscuro. Ed. Icaira, Barcelona. Gimeno, B. (2012): La prostitución, Ed. Bellaterra, Barcelona Pheterson, G. (1996): The Prostitution Prism, Amsterdam. Ed. Amsterdam University Press,