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Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 GERALD A. COHEN Y EL GRUPO DE SEPTIEMBRE OTROS CAMINOS DE LA IGUALDAD Adalberto de Hoyos Bermea (CIECAS-IPN) Resumen: En este trabajo se estudian las ideas centrales en filosofía política del grupo de septiembre, también conocidos como marxistas analíticos. Este grupo, fundado alrededor de Gerald A. Cohen, retoma algunas de las temáticas marxistas, pero utiliza métodos analíticos para su estudio. Se busca establecer si colectivamente, estos pensadores (filósofos, economistas y científicos sociales) pueden ser considerados efectivamente como marxistas o su forma de trabajo filosófico los hace ocupar ya una posición demasiado alejada. Especial énfasis se hace en el abordaje que este grupo de autores tienen a conceptos como la explotación, igualdad y libertad; teniendo en vista todo el tiempo el contrapunto que ofrecen sus ideas a las del marxismo tradicional, así como las del liberalismo contemporáneo. Abstract: This paper aims to analyse critically some of the philosophical ideas developed by the “September group”, also known as analytical Marxists movement. This group, founded around Gerald A. Cohen thought; use to apply the analytical methods to study some of the main marxist concepts. This paper tries to establish whether these thinkers (philosophers, economists and social scientists) can be considered effectively as Marxist philosophers or if they are to far away from this political and philosophical position. It specially addresses the fact that the members of this group by using concepts such as exploitation, equality and freedom through an analytical method they contribute both to traditional Marxism, as well as to contemporary liberalism. Palabras clave: Marxismo, Método Analítico, Liberalismo, Igualdad. Key words: Marxism, Analytical method, Liberalism, Equality. 32 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 1. Introducción Muchos de los temas de filosofía política que se discuten en la obra de Marx, obviamente no son preocupaciones exclusivas del autor, sino que son inquietudes que están presentes en la filosofía y la economía política con anterioridad. Sin embargo, el tratamiento de algunos de estos problemas es original de Marx e inaugura una forma (o bien, una escuela) de pensamiento que persiste hasta nuestros días, no sólo en la filosofía, sino que también en diversas ciencias sociales. Aunque en este trabajo habremos de discutir una forma de reflexionar acerca de estos temas que surgió en los últimos años de la década de 1970 con la publicación de la Teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, de Gerald A. Cohen y la formación del grupo de Septiembre que reunía a varios filósofos y científicos sociales de formación analítica que buscan aproximarse a las temáticas marxistas, haciéndose llamar marxistas analíticos. Este grupo afirma que al usar herramientas lógicas, de análisis conceptual, estadísticas y matemáticas se puede estudiar de manera más clara los complicados fenómenos que plantea y revisa la obra de Marx. Sin embargo, no hay en este grupo una intención de defender las tesis marxistas, sino que como afirma Van Parijs (2001), al desarrollar este análisis se busca “refinar y corregir las afirmaciones de Marx para cuestionar el status quo político”. Un ejemplo de esto es el mismo libro de Cohen, donde se cuestionan los mecanismos de la historia propuestos por Marx, sobre todo cuando se hace mención a cómo sería la etapa comunista de una sociedad posrevolucionaria. Los temas que abordaron estos pensadores, con la metodología mencionada, fueron muy diversos dentro de la obra de Marx, pero son famosas las controversias que sostuvieron con marxistas y liberales en torno a si las proposiciones centrales del materialismo histórico pueden ser consideradas como explicaciones funcionales o intencionales (Dieterlen 1995). En donde está en discusión la causalidad a la que estas explicaciones hacen referencia. Por una parte en una explicación funcional tienden a tener mayor peso conceptos como el desarrollo de las fuerzas productivas en las 33 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 relaciones de producción, mientras que si la explicación tiende a ser intencional, mayor relieve tiene los esfuerzos de la lucha política de las clases antagónicas. Incluso en aquellas explicaciones que son intencionales fueron objeto de discusión, pues entre los marxistas analíticos el uso de modelos formales en este tipo de análisis era corriente, sin embargo estos modelos presuponen, a menudo, una racionalidad individual como la que encontramos en las teorías clásicas de la economía y la teoría de juegos. Lo cual se contrapone a la posibilidad de una intencionalidad colectiva, que parece ser más cercana a la que se propone en Marx. Tal sería el caso del equipo de béisbol que piensa “estamos jugando al doble-play”, lo cual no implica necesariamente una suma de creencias individuales, respecto a lo que cada uno de los 9 jugadores debe hacer puntualmente “para jugar al doble-play”, sino que al tener una intencionalidad colectiva cada posición debe ser jugada de manera diferente. Otros puntos interesantes que constituyen las principales preocupaciones del marxismo analítico estarían en los severos cuestionamientos que hicieron a la teoría del valor planteada sobretodo en el Capital y consecuentemente, se puso en duda el concepto de explotación tal y como lo plantea Marx. Para esto habremos de revisar la obra de Roemer acerca de los fundamentos analíticos de la teoría económica marxista. Y ya que estamos en la temática económica habremos de explorar brevemente otro tema central de esta escuela, la igualdad. ¿Igualdad de qué? En el momento que surge esta escuela estaban surgiendo las revisiones a la obra de Rawls, por filósofos liberales como Amartya Sen, y con ellos se abrió la discusión sobre con qué tipo de igualdad estaría comprometido el marxismo. 2. El marxismo analítico, ¿es marxismo? Debido a las críticas que claramente se hicieron a muchos de los postulados de Marx, a menudo se considera que el marxismo analítico era una forma de pensamiento burgués, más aún porque los métodos de la filosofía analítica están siempre ligados a 34 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 la filosofía burguesa del mundo anglo-sajón. Pero no habrá que juzgar tal asunto solo por su origen, pues tenemos el antecedente que nos muestra Lebowitz (1988) del rechazo que hace la economía marxista de una herramienta como el cálculo por esas mismas razones, siendo que Marx mismo exploró seriamente las herramientas y técnicas que le brindaba el cálculo. Entonces habrá que juzgar esta cuestión más bien desde el punto de qué tanto se adhieren los planteamientos de esta escuela a aquellos de Marx y si comparten fines comunes en la filosofía, la economía política e incluso en la realpolitik. Para esto, habré de tomar un punto que creo muestra claramente las diferencias entre los marxistas y los marxistas analíticos. La revisión del concepto de explotación que realiza John Roemer (1982) en su obra “Una teoría general de la explotación y clase”. Ahí Roemer muestra que aquellos individuos sin suficientes bienes, ni medios de producción, terminan vendiendo su fuerza de trabajo a aquellos que sí los tienen, surgiendo así la explotación. Hasta ahí todo bien con Marx. Sin embargo Roemer, además de un mercado laboral, analiza un mercado de crédito que resulta ser funcionalmente equivalente, pues aquellos que tienen pocos bienes contratan capital, y por esta vía son también explotados. Mientras que por el contrario, aquellos que cuentan con suficientes bienes rentan capital a los anteriores y son por esta vía también explotadores. Tenemos el claro ejemplo de los créditos ofrecidos por bancos, agencias automotrices y tiendas departamentales a trabajadores, que contratan deudas a un largo plazo para obtener relativamente poco capital. Roemer no ve esencialmente demasiadas diferencias en este proceso de explotación al descrito por Marx en el Capital. Sin embargo, tal aproximación a la explotación tiene consecuencias interesantes, pues deja de lado las explicaciones estructurales de dominación del régimen capitalista de producción, y no requiere que la fuerza de trabajo sea vendida como una mercancía. Asunto que cambia considerablemente la discusión. Por otro lado, al parecer la explotación al dejar de ser estructural, se vuelve un asunto de un mero problema en la equidad de la distribución de la riqueza, e ignora la inherente 35 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 injusticia del esquema de dominación. Al parecer, según Roemer, siempre y cuando los individuos hayan partido de distribuciones de riqueza más o menos justas, si debido a diferencias en sus preferencias y patrones de consumo, uno de ellos logra que otros trabajen para él, no habría injusticia. Al menos en este punto, Roemer se aleja sustancialmente de una de las doctrinas marxistas más relevantes. Sin embargo, contradecir a Marx no es dejar de ser marxista, ni por otro lado, tener coincidencias con él tampoco quiere decir serlo. Un ejemplo, claro que estaría a discusión, sería en relación a la religión. Marx considera que la liberación del ser humano pasa necesariamente por dejar de lado las religiones que son “el opio del pueblo”. Empero, como señala Schaff (1998), muchos de los movimientos comunistas del siglo XX fueron profundamente religiosos, y no sólo movimientos cristianos como la teología de la liberación en Latinoamérica, sino también en el islam y el judaísmo se incubaron movimientos revolucionarios que pueden ser considerados como comunistas. Difícilmente podríamos afirmar que los partidarios de la teología de la liberación no fuesen marxistas. Por el contrario, cuando se trata de las disputas sobre el individualismo metodológico, que encontramos en algunas de las explicaciones, podemos referirnos a pensadoras, como Elinor Ostrom, quienes sin partir de un punto de vista marxista han trabajado sobre las fallas de una racionalidad estrictamente individual en algunos campos de la economía. Ostrom (1990) está muy interesada en la acción colectiva para la organización y autogobierno como una alternativa a la tragedia de los comunes o los razonamientos en torno al dilema del prisionero, abandonando el individualismo metodológico de la economía liberal, sin por ello ser marxistas. Aquellos filósofos ligados al marxismo analítico han centrado su discusión en puntos como la distribución de la riqueza, justicia social y la gobernanza, temas todos relativamente cercanos al marxismo, pero también al liberalismo igualitarista. Por ello habremos de revisar en términos muy generales, los puntos que se siguen discutiendo desde esta perspectiva. 36 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 3. La continuación de la discusión: igualdad sí, ¿pero igualdad de qué? Pasemos a revisar la discusión en torno a la distribución de la riqueza y la crítica que hace el marxismo analítico al liberalismo igualitarista. Dice Cohen (2011, 5) “Una persona es explotada cuando se aprovechan injustamente de ella, y sufre de (mala) suerte bruta cuando su mala suerte no resulta de riesgos o apuestas que hubiera podido evitar. Creo que el impulso primario de los igualitaristas es extinguir la influencia que tiene la explotación y la suerte bruta en la distribución”. El liberalismo igualitario de Rawls (1999), al menos en “La teoría de la justicia” en un primer momento se pretende que aquello que se debe distribuir de manera justa es el bienestar (welfare), que puede ser entendido en términos de una satisfacción de preferencias. Sin embargo, poder satisfacer preferencias haría que el Estado necesitara tanta información acerca de sus ciudadanos, que sería impracticable. Más aún, las objeciones que surgen debido a lo que se llamó “gustos caros” harían que la igualdad de bienestar en este sentido no sea una meta apropiada. Pues las preferencias o gustos caros de algunos individuos no deben ser satisfechas, si se habrán de preservar las condiciones de justicia. Por tanto, Rawls se mueve hacia una métrica de los bienes que deben estar presentes para que todos los ciudadanos tengan un mínimo suficiente que les permita desarrollarse y dejen de ser explotados. Así con ciertos bienes básicos cubiertos, existe una mayor posibilidad de que los sujetos haciendo uso de su libertad y sus propias habilidades puedan tener acceso a puestos de trabajo y cargos que son importantes para desarrollar sus planes de vida. Por tanto, el uso de esos bienes básicos para alcanzar el bienestar se vuelve responsabilidad de la persona misma. Sin embargo, este enfoque fue también revisado por Amartya Sen (1985) quien critica esta forma de resolver el problema, pues partir de los mismos bienes no resuelve necesariamente el problema que teníamos ante la igualdad de satisfacción de preferencias. Ir a la escuela tiene un costo mucho más alto en algunos lugares, que en 37 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 otros. O bien, culturalmente el ir a la escuela tiene un lugar central para ciertas comunidades, mientras que no ocupa ese mismo lugar en otras. Debido a ello, es que según Sen, la igualdad debe estar centrada en la igualdad de capacidades. Desde esta perspectiva, la igualdad sería que las personas pudieran desarrollar las mismas capacidades (o al menos capacidades análogas) desde su propio entorno y contexto. Es decir, poder desarrollar la capacidad de vivir una vida de una longitud normal, de desarrollar emociones, pensamiento, juegos, e incluso cierto control sobre nuestro entorno. Cuántos recursos sean necesarios para lograr que las personas alcancen un bienestar, no sería aquello en lo que se necesita la equidad, sino en que puedan desarrollar tales capacidades. Esta perspectiva que es un enfoque del liberalismo muy ampliamente aceptado hoy en día podría parecer incluso muy cercano a una de las formulaciones de Marx en la Crítica del programa de Gotha: “de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades” (Marx 1977, 18). Aunque aquí el término capacidad está operando de manera distintas, pues capacidades es el reverso de necesidad. Es decir, tienen menos necesidades quienes más capacidades tienen; y por tanto, la igualdad se establecería en desarrollar estas capacidades a partir de la satisfacción de necesidades. El punto sería que las capacidades habrán de ser distintas, al igual que las necesidades, pero la satisfacción de estas necesidades permitirían a las personas desarrollar sus capacidades propias. Aunque, considerar homologables estos enfoques, es decir, simplemente de una distribución equitativa de la riqueza, es olvidar que el origen de tal distribución inequitativa sería la forma de producción capitalista. Al parecer, en muchas ocasiones el razonamiento implícito es el poder hacer modificaciones, compensaciones por vía de impuestos para lograr esta retribución. Siendo que el problema se centra en la estructura que permite la explotación misma. Dejar de hacer énfasis en esto parece alejarnos de manera importante de un marxismo. Según Cohen (2011), y en esto tomaría una clara distancia del liberalismo, el enfoque de capacidades de Sen parece haber exagerado la indispensabilidad de la idea 38 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 de libertad para establecer aquello en lo que debemos ser iguales. Sin embargo, no habría proyecto socialista que no sea democrático, que no requiera del apoyo de una mayoría, por tanto, que permita una libertad individual (Schaff 1998, 79) al menos en un nivel mayor que aquel que experimentaron los gobiernos socialistas del siglo XX. 4. Y una vez más...la libertad Respecto al tema de la libertad también existe una disputa permanente, pues al parecer la misma actitud se mantiene, hay puntos en los que le marxismo analítico es muy crítico de Marx mismo, sin embargo las tesis del grupo de Septiembre son fácilmente distinguibles del liberalismo. En Capitalismo, Libertad y Proletariado, Cohen revisa una concepción que cualquier marxista decente acepta: “el proletariado se ve forzado a vender su fuerza de trabajo, pues no posee medios de producción” (Cohen 2011, 157). Esto debido a que las relaciones de producción son objetivas, y no serían causas imputables a las actitudes propias de los miembros del proletariado. Observemos como el individualismo metodológico que hemos venido tratando entra en acción. El ejemplo con el que trata de descartar esta tesis es uno básicamente usado por cualquier defensor de las virtudes del capitalismo: el trabajador que debido a su gran esfuerzo y tenacidad llega a tener su propia fábrica, y deja la condición de obrero para convertirse en su propio jefe. Es decir, individualmente los trabajadores son libres para dejar de vender su fuerza de trabajo y dejar su posición de subalterno en la cadena productiva. Cohen asume que en efecto, estructuralmente sólo unos cuantos proletarios podrán ejercitar tal libertad, pues el sistema capitalista necesita un ejército de trabajadores que vendan su fuerza de trabajo. Pero esto no anula la postura de que individualmente el proletario no está forzado a permanecer en la misma situación respecto al patrón. Sin embargo, añade Cohen, debido a que esta libertad depende de que los otros no ejerciten esta libertad o que fracasen al hacerlo la no libertad es colectiva. Quienes 39 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 se encuentran forzados lo están de manera colectiva y por tanto se requiere de una liberación general. En este punto Cohen pudiera nuevamente ser reconocido como un marxista. Estas premisas se refuerzan cuando Cohen trata de mostrar que el capitalismo y un régimen político liberal no pueden garantizar una mayor libertad que un régimen socialista. Su crítica a la libertad capitalista, es claramente marxista. Se basa en el hecho de que el liberalismo en sus vertientes igualitarias o libertarias, suponen una libertad más amplia a la que están permitidos, y esto funciona como un instrumento retórico para favorecer el tipo de instituciones por las que abogan. Cohen nos ofrece una definición de diccionario de libertarismo: “un robusto liberalismo político y económico, que se opone a cualquier restricción social o legal de la libertad individual” (Cohen 2011, 150). Los filósofos igualitaristas no están de acuerdo con evitar cualquier restricción, pues sí permitirían que el capitalismo de mercado fuese regulado para evitar algunos de sus vicios, pero aún así procuran proteger la libertad individual, pues todas estas intervenciones la disminuyen. Cohen afirma que la libertad está sólo ligada a la propiedad privada, es decir la libertad está garantizada sólo a aquellos que tienen propiedad y la pueden utilizar. Pensemos como en efecto hay una restricción social y legal a la libertad individual de una persona para utilizar algo sobre lo cual un tercero tiene la propiedad, entonces no es verdad que el liberalismo se oponga a restricciones a la libertad individual, de hecho, tenemos restricciones en todos los sentidos, cosa de tratar de caminar un poco por la ciudad que está llena de bardas, que delimitan esta propiedad privada. Ahora bien, la estrategia liberal es hacer de la institución de la propiedad privada parte de la condición humana, lo cual nos lleva al campo de los derechos, es decir, alguien es libre siempre y cuando no se interfiera con aquello a lo que tiene derecho. Según Locke, quien ejerce una poderosa influencia sobre el pensamiento liberal, ese es uno de los primeros derechos que adquirimos. Y si esto es así, la protección de la propiedad privada no restringe los derechos, ni la libertad de nadie. 40 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 Al analizar la propiedad comunal en una sociedad socialista, Cohen nos dice que en efecto existen restricciones a la libertad en sentido liberal, pero aparecen otros tipos de libertades que son también importantes. La propiedad comunal nos expande las libertades. Tomemos un ejemplo de las bibliotecas personales de Fulano y Perengano, cada uno de ellos tiene ciertos libros y Fulano no tiene la libertad de tomar los de Perengano, y al revés. Pero qué sucede en el caso de traer estos libros a una propiedad comunal, que le da la libertad a ambos de usar los libros del otro, siempre y cuando el otro no los esté usando. Al parecer hay una expansión en la libertad al poder usar esos libros. Este caso y su importancia están magnificados en la necesidad de un buen sistema de bibliotecas públicas; asunto que en muchos países Latinoamericanos existe sólo en la imaginación de algún burócrata del ministerio de educación. Como espero haber dejado en claro, los filósofos del marxismo analítico en ningún sentido son marxistas en sentido estricto. ¿Siguen siendo marxistas? En este punto, habrá que abandonar la pregunta como irresuelta, pues como una escuela heterogénea tiene momentos en los que existe un mayor acercamiento y otros en los que marcan severos contrapuntos al tema marxista. Lo que sí se puede afirmar sin cortapisas es que este grupo de pensadores dejó varios retos que bien vale la pena volver a pensar, dentro y fuera del marxismo; mantenerlos en una discusión viva, y no dejarlos como elementos de un dogma. Sea cual fuere la respuesta a la pregunta de si son marxistas, el grupo de septiembre dejó de tener sus reuniones hacia 1995, sin que con ello haya desaparecido el marxismo analítico y su particular perspectiva a los problemas de la filosofía política. 41 Nuevas Fronteras de Filosofía Práctica Número 3, Agosto de 2014, pp. 32-42 ISSN-2344-9381 Bibliografía COHEN, G. A. (2011), On the Currency of Egalitarian Justice, and Other Essays in Political Philosophy. Princeton: Princeton University Press. __________, (1986), La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa. México: Siglo XXI. DIETERLEN, P. (1995), Marxismo analítico: explicaciones funcionales e intenciones. México: UNAM. LEBOWITZ, M.A. (1988), “«Is“ Analytical Marxism” Marxism?»”, Science & Society 52 (2): pp. 191–214. MARX, K. (1977), Crítica del programa de Gotha, Progress. OSTROM, E. (1990), Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge: Cambridge University Press. RAWLS, J (1999), A Theory of Justice, Cambridge: Harvard University Press. ROEMER, J. E. (1982), A General Theory of Exploitation and Class, Harvard University Press. SCHAFF, A. (1998), Meditaciones sobre el socialismo, México: Siglo XXI. SEN, A. (1985), “«Well-being, agency and freedom: the Dewey lectures 1984»”, The Journal of Philosophy 82 (4): pp. 169–221. VAN PARIJS, P. (2001), “«Analytical Marxism»”, International Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences. 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