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Bernardo Hoyos Pérez: el adiós al maestro de la cultura Carlos Augusto Corredor Ramírez* Bernardo Hoyos Pérez: Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011 A goodbye to the master of culture Fecha de revisión: 20 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 9 de octubre de 2011 Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: “Ya me duermo”. Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos Marcel Proust, En busca del tiempo perdido ¿Cuántas veces y cuantas horas el maestro Bernardo Hoyos leyó en español, en francés y en ingles este inicio de su obra favorita? Considero que el número es lo que menos atañe, pero lo que más dice de su culto frente a la obra de Marcel Proust. En una conferencia reciente publicada por el diario El Tiempo, expresaba que su pasión frente a este autor era irrefrenable, pues por fortuna o para su pesar, el hecho de haberse acercado a este modelo literario lo hizo abandonar a otros autores. Cuando se tiene cercanía inicial frente a este tipo de experiencias narrativas, siempre despiertan una distancia, dado que la manera rigurosa como se describen las acciones en la obra En busca del tiempo perdido, hacen que el lector Carlos Augusto Corredor Ramírez pase a un plano de fenomenólogo, donde entra a inspeccionar inductivamente ese mundo ficcional. A su vez se puede explorar la categoría que los físicos describen como el paso de un momento cero a uno, dado que es el tiempo como fenómeno quien define la posición de la mirada sobre las cosas y las hace íntegras, completas y detalladas. * Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Magíster en Filosofía Latinoamericana, Universidad Santo Tomás. Docente Fundación Universitaria Los Libertadores. Correo electrónico: cacorredorr@ libertadores.edu.co. Con esa misma prolijidad, Hoyos realizaba sus apreciaciones tanto en la emisora, como en su espacio de acercamiento al cine transmitido por un canal local. En el 2002 presentó, como lo era habitual un viernes de un mes cualquiera después de las 11:00 p.m., la película de Ingmar Bergman En presencia del payaso (Larmar och gör sig till, 1997). En este espacio de introito, le dedicó mucho tiempo a la relación entre Schubert (elemento extra-diegético en el film) y el personaje sombrío que participaba en este ejercicio dramático de representar a un hombre al borde de la locura. Cada palabra y cada reflexión apuntaban a esa gran pasión que para él implicaba hablar no solo de esos recursos del cine, sino del papel que cumple la fotografía y la música en la recreación de una escena fílmica. Esto es propio de un maestro que conoce con minuciosidad el cine y que a su vez explora formas de hacer de cada película un recurso hermenéutico donde pueden explotar múltiples herramientas que definen un referente colectivo. Bernardo Hoyos Pérez: el adiós al maestro de la cultura (pp.171 - 172) Enero / 2012 5 171 El mayor sentido de apropiación frente al reconocimiento de la imagen fílmica lo ha tenido con Ingmar Bergman, sin demeritar sus comentarios frente a Herzog, Kieslowsky, Buñuel, Chabrol, Carné, Truffáut y Fellini. En él encontró un vínculo particular, pues dentro del repertorio cinematográfico, decidió abordar filmes tales como El séptimo sello (Det Sjunde inseglet, 1957), donde se evoca una serie de recursos tomados de la filosofía medieval y plasmados con gran detalle y majestuosidad, recreando fielmente el papel de la muerte, parca que está recaudando hombres, con el propósito de generar el equilibrio en la humanidad. Allí la muerte es un elemento que genera “posibilidades”, las cuales dan chance al hombre de poder vencer este temor de perecer por medio de una partida de ajedrez. El sentido narrativo de Bergman es lo que facilitó el acercamiento de Hoyos a su obra cinematográfica, pues teniendo 172 5 Enero / 2012 una gran influencia de los clásicos tendría la suficiencia para comparar con un poder avasallador el poder de la Electra de Eurípides y los monólogos de Segismundo visualizados en un contexto moderno, tal como lo manifiesta en su film Persona (1966). Entre sus gustos musicales estaban los grandes compositores como Bach, Strauss, Chopin, de quienes percibió esa armonía matemática que permite comprender los orígenes de las grandes obras y es esta orientación la que lo lleva a ser reconocido como una autoridad en este campo. Otras influencias sobrecogieron a Hoyos como Picasso, Velásquez y Goya, quienes en sus lienzos expresaban momentos coyunturales de la historia universal. Lo anterior solo es un esbozo de esa gran magnitud de percepciones que el maestro Bernardo Hoyos (q.e.p.d.) poseía y que le permitía dar múltiples definiciones sobre lo que llamaba su atención, y es desde allí donde generó poco a poco espacios gratos, llenos de cultura para la inmensa minoría. Carlos Augusto Corredor Ramírez Bernardo Hoyos Pérez: A goodbye to the master of culture (pp. 171 - 172)