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TEMA 2. RACIONALIDAD TEÓRICA Y RACIONALIDAD PRÁCTICA 1. La filosofía como racionalidad teórica y racionalidad práctica La filosofía constituye un intento de comprender y explicar el mundo por medio de la razón. Ahora bien, la razón como facultad humana tiene dos dimensiones o funciones, es decir, los seres humanos pueden utilizar su razón de dos modos: Uso teórico de la razón encaminado a obtener conocimiento de la realidad. Uso práctico de la razón dedicado a orientar o dirigir nuestras acciones, tanto individuales como colectivas. De esta división, enraizada en nuestra propia existencia e intelecto, surge a su vez una diferenciación de la filosofía en dos grandes ámbitos: Filosofía como racionalidad teórica trata de alcanzar conocimiento sobre la realidad y también cómo conocemos esa realidad y qué sentido tiene para nuestra existencia. Las disciplinas teóricas son fundamentalmente la metafísica y la teoría del conocimiento (pero también muchas otras como la estética, antropología filosófica, la filosofía de la cultura, de la tecnología, de la religión, etc.). Filosofía como racionalidad práctica intenta orientar la acción tratando de alcanzar criterios racionales que nos permitan reconocer qué constituye una vida buena y feliz y cómo distinguir lo bueno y lo malo. Las disciplinas prácticas son principalmente la ética y la filosofía política (pero, igualmente, otras como la filosofía del derecho o la bioética). 2. La racionalidad teórica El término teoría proviene del griego theorein que significa observar o contemplar. Como vimos en el tema anterior, la filosofía surge como un intento de explicar la realidad por la realidad misma, ateniéndose a lo que las cosas son en sí mismas y no a lo que imaginamos o deseamos que el mundo sea. La actividad teórica trata de aprehender el modo de ser de cada cosa de manera racional para lo que es preciso distanciarse de la realidad y contemplarla como desde fuera en el sentido de que es preciso dejar de lado toda búsqueda de una utilidad y toda implicación personal, pues éste es el único modo de ser objetivo, es decir, de comprender verdaderamente el objeto. La actividad teórica no es meramente opinar acerca del mundo, sino que se trata de una empresa sistemática que sigue un método de investigación y que organiza sus resultados en forma de teorías (conjuntos de enunciados o tesis organizados y coherentes). Los filósofos llamados presocráticos (Tales, Anaximandro, Heráclito, Pitágoras, etc.) fueron los primeros que propusieron teorías que diesen una explicación de la physis o naturaleza, entendiendo por ello todo lo que existe. Como tales, fueron al mismo tiempo los primeros científicos. La filosofía y la ciencia son las dos caras de racionalidad teórica. Durante siglos filosofía y ciencia eran indistinguibles, ambas hacían referencia a un saber universal sobre la realidad. Sin embargo, a partir de la Revolución Científica que tiene lugar en Europa entre los siglos XV y XVII de la mano de Copérnico, Galileo y Newton entre otros, el término “ciencia” cambia radicalmente de significado. Las transformaciones operadas por dicha revolución obligan a distinguir entre la “ciencia antigua” y la nueva “ciencia moderna” que se emancipa de la filosofía y se constituye como un saber independiente. De este modo, es preciso afirmar que la racionalidad teórica se escinde en dos esferas que se distinguen fundamentalmente por el método de elaborar teorías. Racionalidad filosófica. La filosofía es un saber puramente racional que produce argumentos y demostraciones, pero que, aunque se apoye en la observación del mundo, no nos proporciona un conocimiento preciso y fiable acerca de cómo es el mundo, pues la razón aislada no puede contrastar sus afirmaciones con la realidad. Racionalidad científica. La ciencia moderna se separa de la ciencia antigua y de la filosofía cuando adopta el método científico o método experimental. La ciencia es un saber que combina la razón y la experimentación, es decir, la contrastación de sus teorías elaboradas racionalmente con el comportamiento de la realidad misma tal y como se revela en los experimentos. La consecuencia de esta escisión es que el conocimiento teórico de cómo es el mundo ya no nos lo proporciona la filosofía, sino la ciencia, es decir, es el conocimiento científico el que nos ofrece una explicación teórica de cómo son los objetos que existen en nuestro mundo. Las ciencias de la naturaleza como la física y la química dan cuenta del universo y la materia, la geología de nuestro planeta Tierra, la biología de los seres vivos, y de nuestro mundo humano se ocupan las ciencias humanas y sociales como la psicología, la antropología, la sociología, la economía o la historia. La ciencia constituye un saber de primer grado que explica directamente los objetos. Por ello cada ciencia acota o delimita su campo o ámbito de objetos y trata de dar cuenta de ellos. Pero la ciencia no puede proporcionar respuesta a todas las preguntas teóricas. La filosofía es pues un saber de segundo grado que presupone el saber científico y reflexiona sobre los problemas para los cuales la ciencia no puede ofrecer respuesta, sea porque son previos a toda ciencia, como la pregunta por el conocimiento y por la ciencia misma (teoría del conocimiento o epistemología), o porque están más allá de lo que constituye el ámbito de objetos de la ciencia como es la pregunta por el ser o por los principios últimos y la estructura de realidad en su totalidad (ontología y metafísica). 3. La ciencia La ciencia es el saber que hoy en día tiene mayor reconocimiento e importancia social y es que, en efecto, es uno de los elementos que más ha contribuido a cambiar nuestra comprensión del mundo así como la vida humana misma a través de la tecnología. Por ello es preciso preguntarse cuales son las características fundamentales de la ciencia. Galileo Galilei está considerado como el primer científico moderno pues fue él quien inició un nuevo modo de investigar la naturaleza sentando las bases del método científico. La ciencia moderna se caracteriza por: Importancia del método: el método es un conjunto de reglas de aplicación universal aceptadas por toda la comunidad científica que garantizan la homogeneidad de lenguajes, instrumentos y resultados. Experimentación: la experimentación va más allá de la mera observación de los fenómenos en la vida cotidiana y consiste en la creación de una situación ideal y controlada que permite aislar los fenómenos para estudiarlos. La experimentación va ligada al desarrollo de sofisticados instrumentos de observación y medición que hacen posible observar y registrar fenómenos que están fuera del alcance de nuestras capacidades sensoriales. Matematización de la naturaleza: las matemáticas se convierten en el lenguaje de la ciencia pues permiten expresar las regularidades de la naturaleza de un modo preciso. 3.1. El lenguaje de la ciencia La ciencia tiene como objetivo producir conocimiento seguro y fiable sobre la realidad. El conocimiento se expresa mediante el lenguaje, pero el lenguaje natural o cotidiano resulta demasiado impreciso y ambiguo, por lo que la ciencia desarrolla un lenguaje artificial propio y específico para garantizar la objetividad y la precisión. Podemos distinguir tres niveles en el lenguaje científico: Conceptos: términos específicos de cada ciencia que se refieren a un objeto o fenómeno y que se definen de una forma precisa. Leyes: enunciados que explican un tipo de fenómeno y expresan de modo universal la regularidad de naturaleza. Teorías: conjuntos o sistemas de leyes científicas conectadas de modo coherente que explican todo un conjunto de fenómenos o ámbito de la realidad. 3.2. La clasificación de las ciencias La ciencia ha experimentado un proceso de especialización a través del cual han ido surgiendo nuevas ciencias. Cada ciencia se constituye como tal cuando delimita su objeto de estudio y define su propio método de investigación. Las ciencias pueden clasificarse del siguiente modo atendiendo a su objeto de estudio. 1. Ciencias formales Se ocupan de relaciones entre ideas abstractas (entidades formales), no de hechos, por lo que no se basan en la observación, sino en la coherencia interna. Parten de axiomas (verdades que no necesitan demostración) y proceden por razonamiento deductivo para derivar teoremas. 2. Ciencias empíricas Se ocupan de la realidad que nos transmite la experiencia, del mundo de los hechos, por ello necesitan recurrir a la observación y la experimentación. Ciencias naturales: estudian la naturaleza. Ciencias humanas y sociales: estudian la realidad humana y social. Ciencias formales Lógica y Matemáticas Ciencias naturales Física, Química, Biología... Ciencias humanas y sociales Psicología, Sociología, Historia, Economía ... Ciencias empíricas 3.4. El método científico En términos generales puede afirmarse que existen dos modos de razonar: Razonamiento deductivo: consiste en derivar de un principio general una conclusión particular o menos general de modo que la conclusión es su consecuencia lógica necesaria. - Todos los hombres son mortales. - Sócrates es un hombre. Conclusión : Sócrates es mortal. Si las premisas son ciertas y el razonamiento está bien construido, la deducción proporciona certeza absoluta. Razonamiento inductivo: consiste en extraer una conclusión general a partir de informaciones o datos particulares. Después de haber observado lo que ocurre en un gran número de casos realizamos una generalización (inducción) y afirmamos que ocurrirá siempre lo mismo en todos los casos del mismo tipo. - Sócrates es mortal. - Platón es mortal. - Descartes es mortal. Conclusión: Todos los hombres son mortales. Si es posible comprobar todos y cada uno de los casos entonces se trata de una inducción completa y podemos estar completamente seguros de la validez de la conclusión. Pero la mayoría de las veces es imposible comprobar todos los casos, por lo que solo podemos realizar una inducción incompleta. La validez y fiabilidad del razonamiento inductivo es cuestionable por verse afectado por el denominado problema de la inducción. Dicho problema reside en que por muchos casos que se hayan comprobado, nada asegura que todos los demás sigan la misma pauta, es decir, que en el futuro no se pueda encontrar al menos un caso que invalide la inducción. Por esta razón los razonamientos inductivos no proporcionan certeza absoluta, sino solo probabilidad. 3.4.1. El método axiomático-deductivo Las ciencias formales (lógica y matemáticas) utilizan el método axiomático-deductivo. Este método consiste, en primer lugar, en fijar y tomar como punto de partida una serie de axiomas, que son proposiciones que se consideran verdaderas sin necesidad de demostración, para, en segundo lugar, proceder por deducción a derivar teoremas, que son a su vez el punto de partida para derivar más teoremas y así sucesivamente. Las ciencias formales construyen sistemas formales que se basan únicamente en realizar operaciones con una serie de símbolos siguiendo un conjunto de reglas de derivación o inferencia. Las demostraciones lógicas y matemáticas alcanzan verdades que no dependen de la experiencia del mundo. 3.4.2. El método hipotético-deductivo Las ciencias empíricas, en cambio, al tener como objeto el mundo tienen que utilizar un método que combine la deducción y la inducción. El método hipotético-deductivo es el utilizado por las ciencias de la naturaleza. Sus fases o pasos principales son los siguientes: 1. Observación de hechos relacionados con un fenómeno o problema no explicado. 2. Formulación de hipótesis que proporcione una explicación general del fenómeno o problema en cuestión y sus causas. La hipótesis debe estar formulada rigurosamente y, si es posible, matemáticamente. En el descubrimiento y formulación de una hipótesis entran a menudo en juego factores como la imaginación, la casualidad y la suerte. 3. Deducción de consecuencias a partir de la hipótesis que sean contrastables con la experiencia, es decir, predicciones acerca de qué ocurrirá de hecho en determinadas circunstancias. 4. Contrastación o comprobación experimental de la hipótesis creando una situación controlada en la que se pone a prueba y se trata de verificar la hipótesis en cuestión. Esto significa que las consecuencias derivadas de la hipótesis tienen que predecir lo que ocurre en la realidad. Caben dos resultados posibles: a) Verificación: si los resultados del experimento están de acuerdo con la hipótesis, ésta resulta verificada. b) Falsación: si los resultados son incompatibles con la hipótesis se demuestra que es falsa. 5. Formulación de leyes y teorías científicas que generalizan acerca de cómo se comporta la naturaleza y dan una explicación universal sobre todos los casos de un mismo tipo de fenómenos. La ciencia se distingue del resto de saberes porque se basa en la experiencia para contrastar del modo más riguroso sus afirmaciones con la realidad misma. Sin embargo, la confirmación o verificación de una hipótesis científica se ve afectada por el problema de la inducción. Las teorías científicas no pueden ser demostradas o verificadas definitivamente por la experiencia, porque ello exigiría comprobar todos y cada uno de los casos y en la práctica eso imposible, por lo que siempre podrían surgir nuevas observaciones que contradijeran la teoría. Cuando una hipótesis no ha podido ser falsada se la puede considerar una ley científica, pero ello solo significa que se la acepta provisionalmente hasta que la experiencia nos obligue a rechazarla. 3.4.3. El método hermenéutico de las ciencias humanas Las ciencias humanas y sociales como la antropología, la historia, la sociología o la psicología son ciencias empíricas porque tratan de explicar una parte de la realidad que nos muestra la experiencia: el mundo humano. No obstante, hay razones importantes para considerar que las ciencias humanas y sociales son diferentes a las ciencias naturales en cuanto al método que utilizan. Muchos autores defienden que para que estos saberes lleguen a convertirse en verdaderas ciencias y alcanzar resultados similares a los de la física o la química es necesario aplicar en las ciencias humanas y sociales el método científico de las ciencias naturales. Esta tendencia se observa en disciplinas tales como la economía, la sociología o la psicología. Otros autores sin embargo señalan que el objeto de las ciencias humanas, el ser humano, requiere un método de estudio diferente que no busque relaciones causales y leyes. Mientras que las ciencias naturales tratan de explicar las causas de los fenómenos, las ciencias humanas y sociales tratan de comprender el sentido las acciones humanas y sus productos (política, arte, ciencia, deporte, etc.) Las ciencias humanas y sociales utilizan pues el método hermenéutico que consiste en interpretar las intenciones, las creencias en las que se basan y el sentido de las acciones, costumbres, instituciones y productos culturales humanos. El debate sobre el método y el estatuto epistemológico de las ciencias humanas y sociales continúa hoy en día generando división dentro de cada ciencia entre autores más orientados hacia los métodos de las ciencias naturales y otros que utilizan el método hermenéutico. 3.5. Estatuto epistemológico de las ciencias naturales: los límites de la ciencia Existe una posición muy extendida denominada cientifismo ingenuo que considera a la ciencia como el logro más perfecto de la racionalidad humana que garantiza un conocimiento verdadero e incuestionable del universo y que progresa de modo indefinido y sin límites. Esta postura es ingenua porque ignora que la ciencia no está libre de problemas y tiene también límites. Podemos distinguir dos posturas que corrigen esta visión simplista de la ciencia: Falsacionismo. Concepción de la ciencia propuesta por Karl Popper que afirma que las leyes y teorías científicas no se caracterizan por ser verdades absolutas, sino por ser falsables o refutables. Se trata únicamente de explicaciones provisionales que han sido contrastadas y que todavía no se han podido falsar, de modo que se aceptan por válidas hasta que nuevas observaciones las pongan en entredicho y nos obliguen a rechazarlas y sustituirlas por nuevas teorías que expliquen mejor los fenómenos. La ciencia progresa porque aprende de sus errores y cada nueva teoría supone un paso hacia la verdad, que de suyo es inalcanzable. Revoluciones científicas y paradigmas. Thomas Kuhn propone una explicación distinta de los cambios en la ciencia que rechaza la idea de progreso. Estudiando la historia de las ciencias, descubrió que una teoría no se abandona cuando aparecen observaciones que la contradicen, sino que generalmente se la revisa y retoca. Una teoría no es falsada y abandonada por la experiencia, sino por la aparición de otra teoría mejor, pero la aparición de una nueva teoría no depende de la observación sino de un cambio de perspectiva o paradigma. Para Kuhn cada época histórica está dominada por un paradigma o marco teórico dentro del cual se plantean los problemas, se investiga y se formulan teorías. La ciencia cambia cuando se produce una revolución científica que sustituye un paradigma en crisis por otro nuevo y estos cambios son más una cuestión de visión del mundo, creencias, valores, intereses, poder, etc., pues la ciencia está relacionada con el resto de elementos de la cultura. No existen razones lógicas para considerar un paradigma mejor o más verdadero que otro, son visiones del mundo distintas e inconmensurables, cada paradigma tiene su propia escala de valores y no existe un punto de vista superior desde el que decidir imparcialmente cuál de los dos es preferible. Si bien es necesario rechazar una visión ingenua y triunfalista de la ciencia tampoco hay que caer en un relativismo exagerado que cuestione todos los descubrimientos científicos. Aunque la ciencia no nos proporcione una verdad indubitable, sino únicamente un conjunto de conjeturas provisionales, constituye la única alternativa de explicación razonable de los fenómenos que cumple con una serie de valores como la precisión, la coherencia, la fiabilidad y la utilidad y eficacia práctica. 4. La filosofía como racionalidad teórica Como vimos en el tema anterior, lo específico de la filosofía es que es un saber universal y radical. La mente humana en tanto que mente racional posee una tendencia y un deseo irreprimible de preguntarse por las razones de todo (universalidad) y de ir siempre más allá y remontarse hasta las causas últimas o primeras de todo lo que existe (radicalidad). Dicha necesidad de saber ha dado lugar en todas las culturas a creencias mítico-religiosas que dan una respuesta a la pregunta por la totalidad de lo real; pero tales respuestas no son teóricas, sino que están impregnadas por nuestros miedos y anhelos. La filosofía es pues el empeño por desarrollar una investigación sistemática, ordenada y crítica que produzca teorías que satisfagan este deseo e interés por saber qué es la realidad en la que existimos. Pero si el objetivo es conocer la realidad en su verdad, la filosofía debe investigar también qué es el conocimiento mismo para determinar qué es la verdad y cómo podemos llegar a ella. Por tanto, la filosofía como actividad teórica se ocupa primordialmente de dos problemas generales: qué es la realidad y qué es el conocimiento o la verdad. Las dos ramas o disciplinas de la filosofía que se ocupan de estos problemas son: Metafísica y ontología. Las ciencias estudian el modo de ser específico de cada uno de los ámbitos de la realidad, la física el ser material, la biología los seres vivos, etc. Pero cuando consideramos que todos esos objetos forman parte de la misma realidad descubrimos que lo que tienen en común es que son “seres” o “entes”, es decir, el “ser”. El estudio de lo que comparten todos los entes por el mero hecho de ser es el estudio del ser mismo: la ontología. La ontología va ligada a la metafísica que se pregunta por la realidad en su totalidad, es decir, también por aquello que cae fuera o más allá de nuestra experiencia sensible y que no es “físico” (Dios, el alma, las ideas, el tiempo, lo imaginario...). La metafísica intenta determinar la estructura y los principios y causas últimas de absolutamente todo lo que existe. Epistemología o teoría del conocimiento. Trata de dar cuenta de cómo funciona el conocimiento humano preguntándose cuáles son las facultades del conocimiento, cómo se origina el conocimiento, qué tipos de conocimiento hay, qué es la verdad y cómo distinguir un conocimiento verdadero, así como cuáles son los límites del conocimiento humano. Entre los objetos de estudio de la epistemología se encuentra la ciencia misma. Cada filosofía ofrece una visión totalizadora de la realidad que, yendo más allá de la ciencia, trata de dar sentido a la existencia. Las concepciones y principios metafísicos y epistemológicos constituyen el pilar y fundamento de toda filosofía que sienta las bases de las que extraer posteriormente conclusiones para ofrecer una explicación sobre el ser humano, la ética o la política. En el próximo tema estudiaremos las diferentes concepciones filosóficas del conocimiento y de la realidad. 5. La racionalidad práctica Como ya hemos mencionado, en la primera fase de la historia de la filosofía los filósofos presocráticos se ocuparon principalmente de estudiar la physis o naturaleza, sin embargo, hacia el siglo IV a. C. se produce en Atenas un giro en las preocupaciones filosóficas que se suele denominar giro antropológico de la filosofía. Sócrates, los sofistas y Platón centraron el debate filosófico en los problemas prácticos relacionados con el ser humano, a saber, la conducta moral y la vida social, cultural y política. La razón, pues, además de para conocer el mundo, también sirve para pensar en los problemas humanos y orientar la acción. La filosofía como racionalidad práctica desarrolla una reflexión crítica y sistemática sobre tales problemas y aspira producir una sabiduría práctica que nos ofrezca criterios sobre qué hacer al actuar y nos permita vivir mejor. La racionalidad práctica tiene tres fundamentos sin los cuales no tiene sentido: 1. Libertad. Los seres humanos carecemos de instintos que guíen nuestra conducta automáticamente, por ello, en palabras del filósofo francés Jean-Paul Sartre, estamos “condenados a ser libres”, es decir, tenemos que decidir a cada momento qué hacer con nuestra vida, tenemos que elegir qué alternativa de acción tomar ante cada situación. 2. Moralidad. El ser humano es un ser moral porque distingue entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, es decir, usa su libertad para elegir lo que considera bueno y justo. Todas las culturas han producido criterios y códigos morales y políticos para guiar la vida humana. 3. Racionalidad. Además de ser libre y moral, el ser humano puede utilizar su razón para justificar sus acciones, es decir, buscar y dar un fundamento racional a sus decisiones morales y políticas que vaya más allá de la mera costumbre y la tradición. La razón práctica cuestiona críticamente las concepciones del bien y la justicia, los fines propuestos para la vida humana, las normas y las formas de organización política. La racionalidad práctica tiene las siguientes características generales: Se ocupa de la acción libre, es decir, la acción consciente y voluntaria que es el tipo de acción propiamente humana. Tiene un carácter normativo pues prescribe qué se deber hacer; pero esto no significa que “ordene” nada, sino que demuestra racionalmente qué se debe hacer para convencer a los sujetos y que éstos lo asuman libremente. Tiene un carácter universal pues aspira a ofrecer pautas válidas para todo ser humano en tanto que ser racional. La racionalidad práctica se ocupa de dos problemas generales, el bien y la justicia: ¿Qué es la vida buena o en qué consiste la felicidad? La conducta de todo ser humano está orientada a alcanzar la vida buena y la felicidad, por ello la razón práctica, para orientar la acción, se pregunta qué es el bien y el mal. ¿Qué debemos hacer? Los seres humanos vivimos en comunidad, por ello en nuestra búsqueda de la felicidad podemos entrar en conflicto con los demás. La posibilidad del conflicto apunta a la necesidad de normas que expresan una serie de obligaciones y deberes respecto a los otros seres humanos. La razón práctica se pregunta qué es lo correcto y lo justo y cómo determinar qué normas han de guiar nuestra acción individual y colectiva. La filosofía práctica se divide en dos disciplinas que consideran dos dimensiones de la acción humana: Ética: se ocupa de la acción moral individual o social. Filosofía política: se ocupa de la organización política de la vida humana. Las teorías éticas y políticas no surgen de sí mismas, sino que están fundamentadas en una visión filosófica de la realidad más amplia, esto es, en teorías epistemológicas, metafísicas y antropológicas. Prácticamente todos los filósofos han tratado de extraer consecuencias éticas y políticas de sus concepciones teóricas de la realidad. Así filósofos como Platón o Kant consideraron que el auténtico valor de sus investigaciones teóricas más abstractas consistía en que tenían un profundo significado ético y político en la medida en que podían ofrecer un fundamento sólido sobre el que construir respuestas a los problemas prácticos de nuestra existencia y así poder orientarnos individual y colectivamente. En los temas dedicados a la filosofía moral y política investigaremos con mayor profundidad los problemas que hemos esbozado aquí.