Download Corazón María JuanPII

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
1
EL CORAZON MATERNO DE MARIA EN EL CORAZON MISIONERO DE LA IGLESIA.
Enseñanzas y gestos de Juan Pablo II
Juan Esquerda Bifet
El Papa Juan Pablo II ha ido manifestando
primer radiomensaje (17 de octubre de 1978) y
María Mayor (8 diciembre 1978), su predilección
María Grignon de Montfort ("Totus tuus"), que
"préstame tu corazón".
continuamente, ya desde su
su primera visita a Santa
por la oración de San Luís
termina con la expresión
Esta experiencia la explica también en su libro Don y misterio, en el
50º de mi sacerdocio (5 noviembre 1996): "Así, gracias, a San Luís, comencé
a descubrir todos los tesoros de la devoción mariana, en cierto sentido, con
perspectivas nuevas". Lo recuerda también en la carta apostólica Rosarium
Virginis Mariae (2002). Entrar en el Corazón de María significa dejarse
guiar por ella para vivir en sintonía con el Corazón y el amor de Cristo
Redentor.
En 1981, también en su visita a Santa María Mayor (8 diciembre), al
final de la Santa Misa, Juan Pablo II quiso renovar la consagración a María,
haciendo referencia a la consagración de Pío XII en 1942 y explicando su
significado como "peculiar diálogo de amor y de entrega, que la Iglesia de
nuestra época conduce con el Espíritu Santo, mediante el Corazón de la Madre
de Dios. En nuestros tiempos, junto con la obra del concilio Vaticano II, ha
renacido en la Iglesia la esperanza de renovación. Y puesto que esta
esperanza encuentra diversas dificultades.. parece que debemos dirigirnos de
nuevo al Espíritu santo por medio del Corazón de la Madre de Dios" (8
diciembre 1981, introducción la plegaria de consagración).
En 1982, el 13 de mayo, un año después del atentado, Juan Pablo, quiso
renovar la consagración en Fátima para agradecer la protección de María. El
16 de octubre de 1983, realizó nuevo realizar la consagración del mundo al
Corazón de María, en la plaza de San Pedro, conjuntamente con los cardenales
y con los obispos participantes en el Sínodo Episcopal. El 25 de marzo de
1984, repitió el acto de consagración.
Comentando el tema de la Inmaculada, en otra visita a Santa María
Mayor (8 diciembre 1985), Juan Pablo II glosó el texto paulino de Rom 5,20
de este modo: "Precisamente allí, en el corazón de una mujer, Eva, ha
abundado el pecado; en el corazón de una mujer, María, ha sobreabundado la
gracia" (8 diciembre 1985). En esta misma ocasión, repitió la consagración
al Corazón de María: "Al corazón materno de la Virgen, como recogiendo los
impulso de un sólo deseo, confía a todos los que, en cualquier parte del
mundo... tienen necesidad de su protección... Que tu Corazón Inmaculado
reine en las conciencias, en las familias, en la sociedad, en las naciones,
en la humanidad entera" (8 diciembre 1985).
Al ofrecer una corona de flores a la imagen de la Inmaculada, en la
plaza de España (8 diciembre 1986), comentó el "Magníficat", diciendo: "En
estas palabras se manifiesta tu alma... Enséñanos este misterio de tu
corazón. Enséñanos que Dios es todo". En el mismo lugar, el 8 diciembre
1990, comentó la Anunciación: "Solamente aquella que es «llena de gracia»,
que es Inmaculada, puede acoger el insondable Misterio de Dios; ella es
capaz de sentirlo con toda la profundidad de su corazón de mujer". En 1992
2
(también el 8 diciembre): "Tú eres la memoria perpetua. Madre de la Iglesia,
sostennos en este empeño. Tú eres la inmaculada sensibilidad del corazón
humano respecto a todo lo que se refiere a Dios".
En la recitación del "Angelus", el día 8 diciembre 1997, fiesta de la
Inmaculada, presentó la pureza del Corazón de María: "En su corazón no hay
sombra de egoísmo, no desea nada para sí, sino sólo para la gloria de Dios y
la salvación de los hombres".
Juan Pablo ha sido una invitación para toda la Iglesia, en el paso
entre dos milenio, para adentrarse en los "sentimientos de Cristo" (Fil
2,5), es decir, en su corazón, por medio de la actitud contemplativa del
Corazón de María. La encíclica Redemptoris Mater (1987), del año mariano,
como preparación para el grande Jubileo, es también un resumen de la
doctrina cordimariana.
La fe de María fue aceptación gozosa del misterio de Cristo en su
corazón: "María, que por la eterna voluntad el Altísimo se ha encontrado,
puede decirse, en el centro mismo de aquellos inescrutables caminos y de los
insondables designios de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de la fe,
aceptando plenamente y con corazón abierto todo lo que está dispuesto en el
designio divino" (RMa 14). "No es difícil, pues, notar en este inicio una
particular fatiga del corazón, unida a una especie de «noche de la fe» usando una expresión de San Juan de la Cruz-, como un «velo» a través del
cual hay que acercarse al Invisible y vivir en intimidad con el misterio"
(RMa 17).
La fe de la Santísima Virgen se concretó en obediencia responsable:
"María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre
según la carne («¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!»), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la
anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue
obediente a Dios, porque «guardaba» la palabra y «la conservaba
cuidadosamente en su corazón» y la cumplía totalmente en su vida" (RMa 20)
La Iglesia, pues, encuentra en el Corazón de María la "memoria" de
todo el evangelio: "Ella fue para la Iglesia de entonces y de siempre un
testigo singular de los años de la infancia de Jesús y de su vida oculta en
Nazaret, cuando
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón"
(RMa 26). Por esto diariamente canta el "Magníficat" mariano, por ser "el
éxtasis de su corazón" (RMa 36). "El cántico del Magníficat, que, salido de
la fe profunda de María en la visitación, no deja de vibrar en el corazón de
la Iglesia a través de los siglos" (RMa 35). En el caminar de la Iglesia
entre dos milenio, María "está en el corazón de la Iglesia" (RMa 27).
En el inicio de tercer milenio del cristianismo, Juan Pablo II recoge
esta herencia milenaria e invita a toda la Iglesia a ser más contemplativa,
más santa y más misionera.
La herencia mariana de Juan Pablo II, que recoge y resume una historia
milenaria de gracia, se podría concretar en la presencia activa y materna de
María, quien con su "heroica fe", "precede el testimonio apostólico de la
Iglesia, y permanece en el corazón de la Iglesia, escondida como un especial
patrimonio de la revelación de Dios" (RMa 27). En el corazón de la Iglesia
se hace presente, por la imitación y el afecto, el Corazón materno de María,
el Corazón de la Madre de Dios.
3
El Misterio de Cristo, en toda su hondura y su "amor hasta el extremo"
(Jn 13,1), se hace patente en el corazón de quienes creen en él con una fe
que es "conocimiento de Cristo vivido personalmente" (VS 88). En el Corazón
de María, la Iglesia encuentra una actitud interior de línea trinitaria: el
máximo "modelo de fe vivida" en Cristo (TMA 43), la "mujer del silencio y de
la escucha, dócil a la voz del Espíritu" (TMA 48), el "ejemplo perfecto de
amor" al Padre (TMA 54).
Es el Corazón de la Madre de Dios, que medita la Palabra del Padre,
asociándose a Cristo, bajo la acción del Espíritu Santo. Es corazón que
vibra al unísono con el de Cristo, ahora presente en la Eucaristía. Es
Corazón Inmaculado, todo puro y santo, virginal, lleno de ternura materna y
misericordia. La Iglesia encuentra allí su "memoria", donde resuena todo el
evangelio.
El gesto de Juan Pablo II, de levantar y mostrar el Evangelio, al
iniciar el tercer milenio del cristianismo, es también una invitación a
imitar el Corazón de María que contemplaba todas las palabras del Señor en
lo más profundo de su ser. En la apertura de la puerta santa en Santa María
la Mayor (1 enero 2000), se invita a toda la Iglesia a adentrarse en el
Corazón maternal de María: "La historia de todo ser humano está escrita
especialmente en el corazón de la propia madre. No es extraño que la misma
cosa se haya verificado durante la vida terrena del Hijo de Dios... María
«conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón»... En el inicio de
año dos mil, mientras caminamos en el tiempo jubilar, confiamos en este tu
"recuerdo" materno ¡María! Nos ponemos en este singular recorrido de la
historia de salvación, que permanece vivo en tu Corazón de Madre de Dios".
En la carta apostólica Novo Millennio Ineunte (6 enero 2001), al
clausurar el gran Jubileo, Juan Pablo II invita nuevamente a imitar la fe
contemplativa de María: "Hemos de imitar la contemplación de María, la cual,
después de la peregrinación a la ciudad santa de Jerusalén, volvió a su casa
de Nazaret meditando en su corazón el misterio del Hijo (cfr. Lc 2,51)" (NMi
59).
Con ocasión de año dedicado al rosario (octubre 2002-2003), en la
carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (16 octubre 2002), la invitación
se concreta en unas pautas que ayuden a entrar en el corazón ("intimidad")
de Cristo, por medio del Corazón de María: "El Rosario en su conjunto consta
de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital
con Jesús a través –podríamos decir– del corazón de su Madre" (RVM 2).
El Corazón de María se concentra en el rostro e intimidad de Cristo:
"Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del
rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él
ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo" (RVM
10). "María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus
palabras: « Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc
2, 19; cfr. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han
acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los
distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos
los que han constituido, en cierto sentido, el rosario que Ella ha recitado
constantemente en los días de su vida terrenal" (RVM 11).
La
orientación
hacia
el
Corazón
de
María
es
eminentemente
4
cristológica, porque en él se aprende "la meditación de los misterios de la
vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca
del Señor" (RVM 12). La Iglesia se siente identificada con la actitud
interior del Corazón de María, en vistas a configurarse con Cristo:
"Haciendo nuestras en el Ave Maria las palabras del ángel Gabriel y de santa
Isabel, nos sentimos impulsados a buscar siempre de nuevo en María, entre
sus brazos y en su corazón, el «fruto bendito de su vientre» (cfr. Lc 1,
42)" (RVM 24).
Entrando en sintonía con el Corazón de María, encontramos el eco de su
invitación permanente: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). Entramos, pues,
en "los sentimientos de Cristo" (Fil 2,5), por medio del corazón
contemplativo de María. El Corazón materno de María se expresa en el corazón
contemplativo, evangélico y misionero de la Iglesia. Entonces la Iglesia
"aprende de María su propia maternidad" (RMa 43). Contemplando el misterio
de María e imitando sus virtudes, la Iglesia "se hace también madre mediante
la Palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por la predicación y el
bautismo, engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por
obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios" (LG 64).