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MONICIÓN Hoy estamos aquí, reunidos en torno a Dios-Eucaristía, con los ojos fijos en Él, celebrando su amor y respondiendo a ese amor con la gratuidad de una oración que se convierte en adoración silenciosa. Venimos a estar con Él a mirarlo, admirarlo, contemplarlo, adorarlo, abiertos y disponibles para lo que Dios quiera ir construyendo en nosotros. Y a la vez dejarle que esté con nosotros, exponerle nuestro corazón y que Él también nos contemple y nos hable. Desde el silencio de la noche, desde un corazón que ama sin inquietud, con confianza, con el alma sensible para captar la ternura del Dios-Amor que nos habita. Esa ternura será nuestra fortaleza. Seamos valientes, dejémonos conmover. Ayer celebramos la Encarnación de Jesús, su presencia entre nosotros, y recordábamos el SI de María a los planes del Padre. Que el sello del Espíritu vaya marcando nuestro corazón y nuestra frente, el alma y la vida, manos y pies y como hizo en María -la primera Esclava- dejémonos invadir por ese Espíritu que potencia lo mejor de nosotros mismos; Amor que hace que Le respondamos con un SI incondicional y radicalmente comprometido. Nuestra Madre nos acompaña por este camino de encuentro con Jesús, es ejemplo que nos impulsa a comprometernos con Dios y los hermanos. Que María nos enseñe a vivir y adorar de esa manera que sólo ella supo hacerlo, enraizados en la esperanza que encontró en su Dios. CANTO EXPOSICIÓN: Uh, uh, uh, Adoramus te Domine SILENCIO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel. SILENCIO pMUJER DEL SÍp Engrandece mi alma al Señor. Y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador. Dadle gracias ahora y siempre por todo lo que os ha dado, y así podréis ver qué grande es el Señor Y dijo María: Ahora me doy cuenta, ¡lo grande que es Dios! y siento tal alegría interna que tengo ganas de gritar, de dar saltos, de llamar a todas las ventanas, de llenar con mi voz todos los rincones de la tierra. Dios es inmenso y sanará mi humanidad en espera, mi corazón en soledad e insatisfecho. Engrandece mi alma... Porque se ha fijado en mí, porque me ha agarrado desde dentro, porque me quiere y me saca de mi religión estática que mantiene las cosas como están, para incluirme en la marcha de los que nada tienen, en el amor y en el fracaso de los sin voz, de los pobres y marginados, a quienes Dios ama y entrega la decisión salvadora, el poder de la acogida. Engrandece mi alma... Y dirán que soy la más feliz del mundo todos los que se encuentren conmigo, porque lo que ha hecho en mi vida es algo impresionante; y nos sigue queriendo tanto ahora como antes. Engrandece mi alma... Se ha metido en nuestra historia y ha hecho cosas extrañísimas: a los que creían valer algo, les ha desbaratado todos sus planes; a los satisfechos, a los seguros, los ha dejado totalmente desorientados. A los que tienen el poder y deciden sobre la vida de tantos hombres, los ha echado de sus puestos; y a los pobres y oprimidos les ha dado la decisión de actuar sobre el centro de la vida y la felicidad; de decidir si la vida tiene sentido, si el hombre puede ser feliz, si la vida puede ser aún amor y proyecto; a los que tienen hambre de pan y de cariño los ha llenado hasta rebosar; y a los ricos de corazón satisfecho, hartos de consideración y de bienes de consumo, les hace comprender que no tienen nada, que sus manos están vacías, que se tienen que ir, porque no vale, porque no tiene sentido, porque nada de eso les ha podido llenar ni dar la felicidad de sentirse acogidos, queridos, habitados en su propio corazón. Engrandece mi alma... Lleva al pueblo de la mano y se preocupa de él, y lo trata como a un hijo, como lo había hecho siempre, aunque a veces parecía lo contrario; su amor no se ha olvidado lo más mínimo; Y ya lo había prometido así desde muy antiguo, desde nuestros antepasados. Engrandece mi alma... SILENCIO pMUJER QUE ADORAp En todo amar, adorar y servir María fue la mujer que supo adorar, acoger en sí la Palabra y asentir absolutamente al proyecto de Dios sobre su vida. Supo adorar porque se sintió criatura, hechura de Dios, infinitamente pequeña delante de Él, pero muy amada. Ella nos invita a vivir constantemente en adoración: a quedarnos embobados ante la Realidad de Dios, que nos trasciende, que nos envuelve, que está presente absolutamente en nosotros y en todas las cosas. La adoración es silencio y es reverencia. Es admiración. Es amor y es entrega. Adorar es acallar en la fe y en la confianza mis preguntas, moderar mis deseos, reconocer mi fragilidad y esperarlo todo de Dios. En todo amar, adorar y servir Pero no es posible vivir en adoración, sino en la medida que vamos siendo personas silenciadas. El que vive aturdido por los ruidos de dentro, por sus apetencias, por el cúmulo de pensamientos sin control, por sus miedos, por su egoísmo... tendrá mucha dificultad para encontrar el rostro de Dios. Has de ser libre para ser un buen adorador y tener una actitud abierta permanentemente a la sorpresa de Dios, para poder captar desde el fondo de tu ser a quien está en el fondo de todo ser. Necesitamos “volvemos como niños”, aprender a mirar todo con ojos nuevos, limpiar nuestra mirada vieja y torcida. Si miras atentamente, podrás ser un buen adorador. Y, si amas, serás capaz de ver con el corazón. También esto es adorar. En todo amar, adorar y servir SILENCIO pMUJER DE ESPERANZAp Confío en Ti, de Ti me fié, no andaré tus pasos si no es desde la fe. Justo he de vivir, si en Ti confié, dame, Dios, tu Espíritu, dame Tú la fe. Sabemos que una luz poderosa brilla ya para el pueblo que camina entre las sombras. Sabemos que el Reino crece al igual que el grano de mostaza hasta que se manifieste en plenitud. Sabemos que la última palabra no la tiene la mentira, ni el llanto, ni la esclavitud, ni la muerte. Sabemos que la paz y la justicia no son sueños imposibles, lo sabemos, en esta esperanza vivimos, y por eso caminamos sin desfallecer y nada logra derrotarnos. Confío en Ti... María nos regala esta esperanza. Ella tiene fe en la vida. No es evasiva, ni pesimista. María nos da esperanza a todos los que lloramos, a los que nos sentimos oprimidos, a los que desesperamos de la vida, a los que sufrimos los fracasos y ya no tenemos fuerza para sonreír. Confío en Ti... María nos da esperanza porque lleva dentro a Jesús y nos lo entrega. Y, en Él, nuestra vida, nuestros afectos y defectos, nuestros trabajos y descansos, adquieren su sentido. Nada nos aplasta si lo tenemos a Él; nada nos destruye si caminamos con Él. Y entre luces y sombras, entre el dolor y la esperanza, no damos lugar al desaliento. Cada día somos capaces de nuevas aventuras emprendidas con audacia. Confío en Ti... SILENCIO pMARÍA, MADREp Madre, queremos dar a Cristo en nuestra vida, entregar a los hombres su consolación. Madre, enséñanos a ser fuente de vida, servir a la Iglesia, para gloria de Dios. María, madre y modelo de la Iglesia, es la primera que contempla y adora la Eucaristía. Al visitar a su prima Isabel hace realidad la primera procesión del Corpus, lleva en su vientre al que luego se hará pan que se come y Vino que se entrega. Madre, queremos dar a Cristo... Maria, Madre, en Belén adora en un niño que viene a convivir con nosotros y hacer posible la liberación de todos los hombres. Acoge y guarda en su corazón la palabra de Simeón sobre “el que está puesto para caída y salvación de muchos”. Madre, queremos dar a Cristo... María, Madre, es mujer eucarística con toda su vida. Ella es apoyo y guía. Con su invitación “haced lo que Él os diga” nos enseña y anima a fiarnos de la palabra de su Hijo. Él, que fue capaz de transformar el agua en vino, es igualmente capaz de hacer del pan y del vino su cuerpo y su sangre, entregando a los creyentes la memoria viva de la Pascua, para hacerse así “Pan de vida”. Madre, queremos dar a Cristo... Al pie de la cruz recibe la misión de cuidar a todos sus hijos representados en Juan “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo ahí tienes a tu Madre”. Acepta el ser Madre de todos los hombres y hacer posible el amor por encima del odio; la cercanía que supera toda distancia, la igualdad entre los que son distintos formando así la gran familia de hermanos, que es la Iglesia. Madre, queremos dar a Cristo... María, Madre del creyente, mantiene unida a la primitiva Iglesia y nos enseña a confiar en la oración: “Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María la Madre de Jesús y con los hermanos de este” (Hc 1,14). Ella puede guiarnos hacía ese Cristo, hecho Pan cada día para permanecer con nosotros y unirnos en la mesa compartiendo su Palabra su Cuerpo y su Vida. Madre, queremos dar a Cristo... SILENCIO ORACIÓN FINAL (TODOS JUNTOS): Señor, queremos aprender a decir SÍ como María, a fiarnos completamente de tus proyectos y tus sueños, a hacerlos nuestros porque confiamos en Ti y sabemos que quieres lo mejor para nosotros. Enséñanos a esperar; a esperar siempre, calladamente... como quien lo tiene todo, y lo espera todo, sin tener nada, tu presencia salvadora en nuestras vidas. Danos un corazón grande y generoso, capaz de sentir el dolor de cada persona y de comprometerse. Que nuestro SÍ, gozoso y esperanzado, ayude a “traerte” a este mundo que tanto te necesita; que no nos neguemos a tu Amor, porque lo estaremos negando a los demás. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. CANTO RESERVA: más allá de mis miedos, más allá de mi inseguridad quiero darte mi respuesta. Aquí estoy para hacer tu voluntad, para que mi amor sea decirte sí hasta el final.