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Serie de ensayos en los que el presidente de la SGI Daisaku Ikeda reflexiona sobres sus encuentros con diversas figuras mundiales Brian Wildsmith –Abriendo la puerta a un mundo de sueños, esperanza y magia “Felicidad. Los niños siempre quieren estar rodeados de amor y seguridad”. Yo le había preguntado a Brian Wildsmith, renombrado ilustrador británico de libros infantiles, qué es lo que, según él, buscaban los niños realmente. “Por supuesto, el contenido de esa felicidad cambia conforme ellos envejecen”, continuó él. “Pero existe una fuente de felicidad que nunca cambia, independientemente de la edad. Y esa es la creatividad”. Sus propias ilustraciones han sido comparadas como “luz del sol manando de la página”. Cada una es una asombrosa sinfonía de color, su composición es sofisticada e intrincada. Siempre que veo su obra, siento de nuevo la verdad de las palabras “El arte nace del amor”. Todas las ilustraciones de Wildsmith tienen calidez, un impulso vital. Todas las cosas vivas –los árboles y las flores, la gente, las aves y los animales- brillan con la alegría de la vida. Sus cielos, mares, casas y paisajes, todo está bañado por una suave y nostálgica luz, cuya fuente es el amor y el afecto de su corazón. Al reunirme con él la primera vez, me impactó su naturaleza pura y su seria preocupación por los niños. Wildsmith señala que en una sociedad que rebosa de bienes materiales e información, los niños se acostumbran a conseguir lo que quieren, cuando lo quieren. Se ha perdido la alegría de descubrir, así como su capacidad para ser creativos. Utilizando el poder del arte, Wildsmith ha dedicado su vida a ayudar a los niños a realizar su potencial oculto. A él se le reconoce como el causante de una revolución en libros infantiles ilustrados. Cuando apareció su obra por primera vez, muchos se preguntaron si ilustraciones tan sofisticadas y artísticas atraerían la atención de los niños. Pero no había por qué preocuparse: quedaron encantados. Ellos disfrutaban viendo las ilustraciones y, al mismo tiempo, quedaban sumamente conmovidos por su belleza. La verdadera excelencia es poderosa: sola puede nutrir la excelencia de los demás. Wildsmith está comprometido en la creación de pinturas que alienten a los niños a apreciar la belleza del mundo. Cuando visitó el Japón, en 1989, una niña de la escuela elemental le dijo lo mucho que le gustaban sus ilustraciones, diciéndole, “Los peces son tan bellos, mucho más que en la enciclopedia”. Wildsmith agradeció a su pequeña admiradora, explicándole: “Yo uso cualquier color que sienta que guste. Cuando pinto un pez, pinto la clase de pez que a mí me gustaría ver. Lo mismo se aplica a mis árboles. No me preocupa que no tengan los colores de una fotografía. Yo pinto lo que veo con mis ojos y siento con mi corazón. Tal vez sea eso lo que te impactó como ‘bello’. Me da mucho gusto”. Hay una historia que dice que alguien que veía una pintura del renombrado artista británico J. M. W. Turner le dijo una vez a él que la puesta de sol de su pintura nunca existiría en la realidad. La respuesta de Turner fue, “Pero, ¿no le gustaría que exista?”. A menos que veamos las cosas con nuestro corazón, no veremos nada. Pero si vemos el mundo con amor por la vida, nos revelará su belleza. Todo en las ilustraciones de Wildsmith canta con vida, y parece gritar: “Soy una hermosa cosa viva. Tu vida también es hermosa”. Cada vez que veo sus pinturas, recuerdo que incluso el más pequeño detalle de nuestra existencia es milagroso. Cuando estamos conscientes de que cada momento del día, todos nuestros gestos y pasos, todo lo que hablamos u oímos, es verdaderamente místico y lleno de maravilla, podemos vivir nuestras vidas con mayor intención y cuidado. También tendremos mayor respeto y aprecio por la vida de los demás. En los libros infantiles que he escrito, tales como El cerezo y El príncipe del país nevado, yo también he tratado de comunicar el gran amor que llena el universo. Me siento muy feliz de que el señor Wildsmith respondiera a mis historias y contribuyera con sus notables ilustraciones. Hablando de gran amor, recuerdo la fuerza de la esposa de Wildsmith, Aurelie, quien ha sido una fuente de inmenso apoyo para él a lo largo de los años. Cuando se casaron, Wildsmith trabajaba como profesor de arte durante el día y diseñando cubiertas de libros por las noches, a menudo pasándosela sin dormir. Aurelie le sugirió que abandonase su trabajo de día y se concentrara en lo que realmente quería hacer. Aunque él estaba preocupado respecto a si podría mantener la familia como ilustrador, con el apoyo de su esposa, eventualmente decidió seguir su corazón. Sólo después de que abandonara su trabajo de docente, ella le dijo que estaba esperando a su primer hijo. Él escribe en su autobiografía, “Aurelie es una persona desinteresada; ella sabía que si yo hubiese sabido que estaba embarazada estando todavía empleado como profesor de arte, yo habría continuado enseñando por mucho más tiempo de lo que hubiese podido soportar, por temor a la inseguridad financiera. Así las cosas, ella hizo hasta lo inimaginable para darme felicidad y creo que todavía lo hace”. La historia de su primera reunión tiene la dulzura de un cuento de hadas. Wildsmith, de 17 años por ese entonces, había ido a bosquejar algunas antiguas estatuas en una magnífica casa antigua construida sobre un lago. Súbitamente, una joven de rostro pecoso estaba mirando con atención y seriamente sobre su hombro para ver lo que estaba dibujando. La joven Aurelie de 14 años dio un capirotazo sobre su bloc de dibujos con una sonrisa de aprobación. Una amor que duraría por siempre nació en ese momento. Uno de los libros infantiles que Wildsmith ha escrito e ilustrado se llama Carousel. Es la historia de una joven llamada Rosie, a quien le encanta montarse en el tiovivo de la feria anual. Pero un invierno, Rosie cae enferma. El doctor dice que es importante que ella tenga esperanza si quiere recuperarse. Su hermano, Tom, consulta con todos los amigos de ella, y juntos deciden hacerle algunos dibujos para alentarla. Rosie recibe todo tipo de dibujos: el trono de un rey, un canguro, un unicornio. Cada dibujo es una de las figuras del amado tiovivo de Rosie. Tom, mientras tanto, le da una caja musical en la forma de un carrusel. Un repentino anhelo por su juego favorito surge en su interior. Esa noche, Rosie sueña que está montada en su tiovivo bajo un cielo estrellado, y las alas de la esperanza nacen en el corazón de la pequeña niña. Esta es la clase de mensajes que ilustran los libros de Wildsmith. La vida trata de mantener la vida. Yo recuerdo una historia que Wildsmith narró una vez acerca del perro de la familia, Vanic. Cuando Vanic desarrolló un cáncer cerebral, un perro vecino de nombre Sheriff lo visitaba cada mañana, y ladraba hasta que le permitieran ver a su amigo enfermo. Una vez adentro, Sheriff se sentaba cerca de Vanic y le lamía desde la cabeza hasta los dedos, tratando de curarlo. Sheriff se negaba a separarse de Vanic hasta el anochecer, y continuó con esta devoción hasta que, finalmente, Vanic murió. El príncipe del país nevado, publicado en diferentes idiomas Wildsmith continúa enviando pinturas a sus amigos, los niños del mundo, quienes necesitan de esperanza y sueños. Preocupado por la decadencia de las normas educacionales, él concordó sinceramente cuando le hablé de mi deseo de plantar “buenas semillas” en los corazones de los niños. “Debemos cubrir el mundo con un bosque de buenos seres humanos criados a partir de esas semillas”, dijo él. “Si atendemos pacientemente esos árboles, si los nutrimos y protegemos, es indudable que podemos crear un paraíso sobre la tierra”. Para conmemorar nuestra primera reunión, Wildsmith me obsequió un dibujo encantador. En su centro hay un gran elefante. Sentado a la espalda del elefante está un león, y sobre el león un leopardo, sobre el leopardo un oso, y sobre el oso una pequeña niña alcanzando una estrella. Él le inscribió, “Esperando que juntos inspiremos a los niños para alcanzar los cielos y encontrar su propia estrella en la vida”. Esta es la convicción que guían todos los esfuerzos de Wildsmith.