Download Lunes 11 de Mayo 2015 (61440)
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Lunes, 11 de Mayo de 2015 “Ora, para que tu corazón comience a vivir y pueda amar” Hch 16,11-15 Lidia escuchaba y el Señor le abrió el corazón. Sal 149,1-9 Adorna de salvación a los humildes. Jn 15,26-16,4a Daréis testimonio porque estáis conmigo. No podemos callar lo que hemos visto y oído, ésa es la experiencia del que se acerca a Dios en la oración. Pablo ora y por eso da razón de la fe en Cristo que profesa. Nadie puede anunciar lo que no conoce, lo que no ha visto ni oído. La fe nos viene de la predicación, y la predicación por la Palabra. Tenemos la tentación de acomodarnos, de vivir un cristianismo fácil, bonachón; sin embargo estamos llamados a ser testigos de una fe cimentada en el amor de Dios y en la Palabra. Dice Juan que quien guarda la Palabra escuchada, la asimila y la goza, es que el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. El mundo que nos rodea, languidece por falta de luz, de testigos, de personas que se sienten tan amadas que son impulsadas a amar. Los cristianos somos cartas vivas de Dios, papel en blanco que espera recibir la Palabra que después anuncia y comunica. Dios escribe en nuestras vidas todo lo que quiere decir al mundo, a los hombres, a la sociedad. A veces se oye que Dios es ajeno al mundo, que los hombres estamos olvidados de la mano de Dios, que no vemos un horizonte de esperanza, ni de luz. Sin embargo, Juan nos recuerda: Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. No, no estamos abandonados de Dios, porque en Él vivimos, nos movemos y existimos. El mundo necesita ver a Dios en nuestro actuar cotidiano; que seamos Buena Noticia, gente feliz que refleja la Bondad de Dios en sus vidas. Pidámosle al Señor, que nos dé su Espíritu, para que, como Él, demos testimonio del Amor que Dios nos tiene. Sábado, 16 de Mayo de 2015 “¡Pide a Dios que habite en ti y serás testigo de su amor!” Hch 18,23-28 Apolo enseñaba con fervor y valentía. Sal 46,2-10 ¡Aclamad a Dios!, el Rey de toda la tierra. Jn 16,23-28 El Padre os quiere, porque me queréis a mí. No hay predicación sin oración, sin experiencia viva del amor de Dios en nuestros corazones. (Job) yo te conocía de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. ¡Qué bueno es nuestro Dios!, que está aquí, a nuestro alcance, para que le toquemos, le hablemos y podamos sentir todo el amor que nos tiene. Realmente, si los cristianos tuviéramos una experiencia de encuentro con el Señor, nuestro corazón ardería, como ardía el corazón de los que estuvieron con Él, de los que recibieron la fuerza de su Espíritu. Cabe preguntarnos, ¿tenemos el Espíritu de Jesús, o es nuestro propio espíritu el que nos guía y nos alienta?... Sin mí no podéis hacer nada, nos recuerda Jesús. Sin Él, nuestro camino hacia el Padre está errado, nadie va al Padre sino por mí. Vemos el disparatado comportamiento del mundo, incluso de los que nos llamamos cristianos; si no nos tomamos en serio orar, el estar pendientes de las cosas de Dios, el intentar hacer vida la Palabra que se nos da, ¿por qué juzgamos y condenamos?, porque Cristo no está en nosotros, que es el que nos hace amar no juzgar; es el camino que nos lleva al Padre, a la Vida, al Amor. Nos recuerda el Papa Francisco: Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas del mundo, pero sin ser del mundo. La Palabra, la Gracia, el Amor, se nos ha dado a todos, mas no todos lo acogemos. Dios es Dios de todos, pero ¿cuántos se dejan amar por Él? Por eso, si nosotros nos sentimos de los suyos y hemos experimentado su amor, no podemos callar, debemos, como Apolo, hablar con valentía todo lo referente a Jesús, para que muchos otros le conozcan. Miércoles, 13 de Mayo de 2015 “¡Ven Espíritu Santo!, renuévanos y prende en nosotros tu amor” Hch 17,15.22-18,1 Os vengo a anunciar lo que adoráis sin conocer. Sal 148,1-14 ¡Alabad a Dios!, que Él realza a su pueblo. Jn 16,12-15 El Espíritu os guiará hasta la verdad completa. Nadie ama lo que no conoce. Es la conclusión a la que llega Pablo cuando mira a los atenienses. Buscan a tientas lo que ya de antemano está en su corazón. Todo está preparado para que la chispa del amor de Dios, de su Palabra, prenda fuego en sus corazones y deseen conocer la verdad. Hoy, no somos diferentes, también adoramos a muchos dioses, necesitamos poner nuestra confianza en algo o en alguien, anhelamos encontrarnos con ese “dios desconocido” que añoramos, y lo buscamos a tientas por caminos que a veces no nos llevan a su encuentro. Dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por mí. Y para eso ha venido al mundo, para enseñarnos y sacarnos de la ignorancia, para revelarnos que sólo existe un camino que nos conduce al Padre: El camino del Amor. Por eso vive y por eso muere, para resucitar y mostrarnos que quién en Dios confía jamás queda defraudado y que la muerte no tiene la última palabra. Levantemos la mirada y observemos cómo el mundo está preñado del amor de Dios. Y en medio de todo ese amor, “nosotros”, su pueblo, su linaje, su familia, de su raza. Él nos ha hecho a su imagen y semejanza, nos ha coronado de gloria y dignidad al hacernos semejantes a Él. Ése es el gran anuncio a la humanidad: Dios nos ha engrandecido por encima de todas las cosas y ha realzado nuestra frente, para que vivamos, nos movamos y existamos en su amor. Nos ha dado su Espíritu, para que sepamos reconocer a Dios como Padre, ¡Abbá!, nos renueva para que podamos ver en el otro un hijo amado de Dios y un hermano. Jueves, 14 de Mayo de 2015 “San Matías, Apóstol” “Estamos llamados a ser testigos de la Resurrección” Hch 1,15-17.20-26 Quede su majada desierta y otro ocupe su lugar. Sal 112,1-8 Nuestro Dios se abaja para vernos y levantarnos. Jn 15,9-17 ¿Y tú qué dices de Él?... Que es un profeta. Hoy, a través de Pedro y de la comunidad, se ora para que alguien ocupe el lugar del apóstol. Entonces la suerte cayó sobre Matías, hoy sobre los bautizados para ser testigos de la Resurrección de Jesús. Se nos llama a vivir su amor, su bondad. Formamos parte de la comunidad, de la Iglesia. En el Bautismo somos llamados a ser sacerdotes, profetas y reyes. La construcción del Reino no es tarea sólo de unos pocos: los consagrados en los consejos evangélicos, sino a los bautizados. Y serás tú, no puedo esperar a otro; sí, tú y yo, somos los llamados a tomar el relevo, a ser testigo de Cristo resucitado en nuestros corazones. No tengamos miedo a dejarnos enamorar… pues Él está enamorado de ti, de mí; de nuestra debilidad, de nuestra pobreza. Porque Dios necesita enamorados, testigos de lo amados que somos, fieles a su cariño, a su ternura, que contagien el amor que viven, que anuncien por donde van que nuestro Dios es nuestro Padre, nuestro Amor. Dios se toma en serio nuestras vidas. Se hace pobre, siendo Rico, se humilló para matar nuestro orgullo, ha muerto para que, resucitando, nosotros lo hagamos con Él. ¿Qué más puede hacer por nosotros? ¿Qué vamos a decir de Él? ¿Vamos a callarnos todo el amor que derrama sobre nosotros?... ¡Señor!, tú eres nuestro Dios, nuestra salvación, quien nos levanta cuando estamos abatidos, quien se acuerda de su alianza y no cesa de derramar tus ternuras sobre nosotros. Sobre mí y sobre ti, pone Él su mano y nos sostiene, nos abraza y nos ama. ¡Gracias, Señor, por mirarnos con tanta fe! Viernes, 15 de Mayo de 2015 “San Isidro Labrador” “Confía y no te separes de tu Dios, así darás frutos de vida” St 5,7-8.11.16-18 Tened paciencia, el Señor es compasivo. Sal 1,1-6 ¡Dichoso el hombre que se complace en Dios! Jn 15,1-7 Si permanecéis en mí, pedid y lo conseguiréis. Nos recuerda el Papa Francisco que necesitamos santos que busquen tiempo para rezar y que sepan enamorarse y consagrarse a Dios. Uno de esos santos fue San Isidro, hombre paciente, orante, creyente, enamorado de su Hacedor; quien supo arrancar una sonrisa a Dios por su paciencia y bondad. La paciencia todo lo alcanza y, hoy, la Palabra nos anima a ser pacientes con los otros, con nosotros mismos; nos anima a vaciarnos para acoger lo que Dios nos dice, para creerle y vivirlo. San Isidro fue un hombre de oración, como lo fue Elías, y su oración encontró eco en el corazón de Dios. La fuerza de la oración es inmensa cuando tenemos puesta nuestra fe y nuestra esperanza en Dios. Pedid y se os dará, una medida buena, apretada, remecida, rebosante en el halda de vuestros vestidos (Jn 6,38). Oramos para recibir la gracia, para aprender a ser amor, para entregarnos y dar la vida por los demás, sabiendo que dando se recibe. ¡Dichoso el hombre que se complace en la Ley de Dios!, dichoso el hombre que se deja amar por Dios, que espera pacientemente que le enamore, que le haga arder el corazón, para acoger la Palabra, asimilarla y hacerla vida. Dice el salmo: Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, que jamás se amustia su follaje, que todo lo que hace sale bien. Dios nos necesita en su viña, no como protagonistas, sino como sarmientos que recogen la savia y dan fruto. Dios necesita que descubramos la fuerza de su amor, que intentemos recorrer cada día ese camino de amor que Él nos ofrece, porque el amor es más fuerte que todas las muertes del mundo. Martes, 12 de Mayo de 2015 “Jesús está con nosotros; su Espíritu es nuestro consuelo” Hch 16,22-34 ¿Qué tengo que hacer para salvarme?... Ten fe. Sal 137,1-8 Te doy gracias porque me escuchaste. Jn 16,5-11 Me voy para que venga a vosotros el Espíritu. ¿Qué tengo que hacer para vivir en paz, ser feliz, mejorar este mundo, para vivir en libertad,…? Ten fe en Jesús, conócele, escúchale, deja que su palabra toque el hondón de tu alma y te libere de todos tus miedos, de todas tus angustias. ¡Qué bueno!, poder experimentar que cuando uno pone la fe en el Señor, aparece la luz y la esperanza. Si fuéramos conscientes de los beneficios de la oración… Si oráramos con fe, convencidos de que Dios nos escucha, que Dios atiende nuestras súplicas,… nos haría pescadores de hombres. El mundo necesita hombres y mujeres con el mismo Espíritu de Jesús, que pasó por la tierra haciendo el bien; con el mismo amor con el que el Padre le amaba, con ese Espíritu capaz de transformar, curar, resucitar. Decía Santa Teresa de Jesús, que orar, no es otra cosa que dialogar con la persona que sabemos que nos ama. Necesitamos tener experiencia de ese trato íntimo con el Señor, hablarle, pero sobre todo escucharle y creer. Creer que nuestra oración siempre es escuchada, acogida en el corazón de Dios. ¡Cuántas veces dice Jesús a la gente: Que se haga según tu fe… Tu fe te ha salvado, y ¡qué poco confiamos en lo que nos dice a nosotros! Vivimos tristes porque no entendemos la importancia de estar en comunión con Jesús. Decía Santa Teresa: Teresa sola, no puede nada, pero Teresa de Jesús, lo puede todo. Demos gracias al Señor, que quiere darnos su Espíritu, para que podamos convencer al mundo de que Él está en medio de nosotros, animándonos, amándonos y ayudándonos. Domingo, 17 de Mayo de 2015 “LA ASCENSION” “¡Cristo vive, ha resucitado y su amor es nuestra esperanza!” Hch 1,1-11 Recibiréis la fuerza del Espíritu y seréis mis testigos. Sal 46,2-9 ¡Salmodiad para Dios!, Rey de toda la tierra. Ef 1,17-23 Que Dios os conceda Sabiduría para conocerle. Mc 16,15-20 ¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Todo está cumplido, había llegado la hora de volver al Padre. Ahora nosotros somos los llamados y elegidos a compartir su vida con su mismo Espíritu. Él nos ha creado, nos ha llamado y ha hecho una alianza en la que ha puesto su sello, la impronta de su ser, el amor. Este amor lleva una misión concreta en el carisma que nos ha dado, en el estado en el que estamos: Colaborar con Él en la construcción de un Reino nuevo. Para eso derrama gracia tras gracia y no nos deja solos. Nos da su Espíritu, para que sea Él el que nos dé fuerzas para vencer el miedo y poner amor en nuestros corazones y palabras en nuestra boca. En su Ascensión nos hace ver el camino que llevan los resucitados, Dios espera acogernos en su regazo. Es un día para analizar en qué y por qué estamos embobados, qué es lo que nos impide seguirle y llevar con alegría y gozo el anuncio de la Palabra, del Amor y de la Vida. Cristo nos ha rescatado, para que seamos sal y luz para las gentes; pasó lo viejo, ahora todo es nuevo, como es nuevo cada día su amor y su bondad por todos los hombres. Deja a Dios que te limpie y perfume tu corazón, para que brote de ti la fragancia de su amor, de su Palabra, y pueda a través tuyo llegar a otros. Tú ocúpate de hacer la voluntad de Dios que Dios se ocupa de ti (Mt 5,6); lo demás se te dará por añadidura. El amor empieza viendo, comprendiendo y se concreta amando. Dios nos hace capaces de amar. Pautas de oración Seréis mis testigos. El cielo está en el corazón de los que aman a Dios. Familia misionera Católica Verbum Dei vdgodword.webnode.es